22 Ganando un poco de dinero extra

El tiempo pasó volando y antes de que se diera cuenta había trascurrido dos meses desde que Bryan había llegado a este mundo.

La última quincena fue uno de los períodos de tiempo más relajantes que Bryan había tenido. Las tareas de limpieza que originalmente tenía que hacer habían sido “generosamente” asumidas por Borg y Carey. Además, como creía que su espalda seguía muy lesionada, Fanny tampoco vino a buscarlo para realizar más investigaciones.

Luego Jack le contó que Fitch se había ido de la escuela una vez más para intentar aprobar los exámenes y alcanzar el rango de Mago Adepto. Por lo tanto, este enemigo potencial no era una amenaza de momento.

Otro aspecto positivo, aunque algo vergonzante, fue que después de la descarada confesión de amor que se había inventado para Lisa, la actitud de la muchacha hacia Bryan había cambiado drásticamente. No solamente dejó de atormentarlo, sino que incluso lo defendía a menudo, prohibiendo a otros estudiantes que practicaran sus magias necrománticas en él.

Dada la situación, aparte de comer, dormir, beber y bañarse, Bryan pasaba todo el resto de su tiempo libre practicando magia y estudiando "Los Fundamentos de la Necromancia" y "Las Descripciones de Criaturas Oscuras".

Físicamente estaba de maravilla. Las lesiones de su espalda habían sanado hacía mucho tiempo gracias al entrenamiento en magia demoníaca y el desarrollo de su Esencia Mágica. Ya ni siquiera le quedaba una cicatriz. Además, actualmente había crecido otros dos centímetros y ahora medía un metro setenta. 

El entrenamiento constante, junto con una mejor alimentación gracias al aumento de sus raciones, habían logrado que su anteriormente desnutrido y débil-cuerpo-mas-allá-de-todo-lo-creíble, comenzase a fortalecerse poco a poco. Incluso había empezado a desarrollar músculos bien formados en su pecho y brazos.

Así, y sin que nadie se diera cuenta, el cuerpo y el poder de Bryan fueron aumentando de un modo ligeramente imperceptible, aunque acelerado. También había progresado hasta un punto crucial de su entrenamiento para el "Conjuro de Fuego-Glacial Místico". Tras muchas horas de práctica finalmente había conseguido que su Esencia Mágica circulase de la forma especial por sus circuitos mágicos (tal y como recordaba en las memorias del viejo maligno) hasta que consiguió reunirlo en ambas palmas.

Cada vez que iniciaba el hechizo podía sentir que el centro de sus manos se volvía increíblemente helado y caliente de forma intercalada, pero ya sin provocarle el mismo grado de dolor, como si propia piel se hubiese trasformado para soportar estos cambios. También la superficie de sus palmas resplandecía con un tono púrpura o rojo dependiendo de la temperatura.

En cuanto a la extraña caja con la esfera misteriosa… Bryan la mantuvo todo el tiempo oculta debajo de su cama, sin atreverse a mirarla siquiera. Tenía miedo de que la dolorosa situación de la última vez se repitiera si volvía a manipularla. Y por el momento no estaba dispuesto a correr ese tipo de riesgos sin tener antes una idea más clara de qué tipo de artefacto era la esfera verde y cuál era su propósito.

Gracias al estudio de "Descripciones de las Criaturas Oscuras" durante las últimas semanas obtuvo una comprensión mucho más clara de los métodos para invocar a criaturas específicas. También entendió cómo comunicarse con ellas y cómo devolverlas al inframundo, pero no se atrevía a intentarlo. Lo que Bryan temía era terminar enviando por accidente al Pequeño Esqueleto al inframundo y luego no poder volver a invocarlo.

Los conjuros que aprendía invocaban a las criaturas oscuras, pero estas no necesariamente eran las mismas. A un necromante normal no le importaba si usaba o no a la misma criatura, pero ese no era su caso.

Su Pequeño Esqueleto con siete púas óseas se había vuelto especial gracias al método de refinamiento de tesoros demoníacos. Y no sólo era superior en todos los aspectos a los esqueletos ordinarios, sino que tenía una aterradora inmunidad a la magia de la luz.

Durante todo este tiempo había pasado días y noches enteras acompañado únicamente por esta criatura, que no había dejado de ayudarle en todo lo que le pedía. Ahora se sentía unido bastante apegado a él y le preocupaba perderlo para siempre si lo enviaba de vuelta.

Debido a esto, Bryan dudaba en intentar nuevos hechizos a pesar de sentir que era capaz de hacerlos. También se sentía más tranquilo sabiendo que el Pequeño Esqueleto estaba escondido bajo su cama, incluso cuando eso significaba correr el riesgo de ser descubierto por otros.

Ahora mismo la pequeña criatura estaba tumbada perezosamente en el mismo cubo de madera, con sus relucientes huesos tan negros como la tinta envueltos en una débil neblina. En las últimas dos semanas Bryan había continuado usando la Matriz Mágica de Concentración Oscura para proveerlo de Esencia Mágica.

Gracias al continuo refinamiento, el cuerpo del Pequeño Esqueleto se fue haciendo cada vez más ágil y resistente. Su daga de hueso era incluso más fuerte que los cuchillos ordinarios. En una ocasión había experimentado con un trozo de madera rota y descubrió que la daga negra podía cortarla limpiamente por la mitad como a un pedazo de mantequilla.

Al mismo tiempo que el Pequeño Esqueleto se desarrollaba, el cuerpo de Bryan iba experimentando cambios importantes y misteriosos conforme mejoraba en el Reino Sólido. El único problema era que, a pesar de todo su esfuerzo diario, todavía era incapaz de superar este nivel del reino demoníaco para pasar al siguiente. Por eso se dedicaba diariamente a repasar cuidadosamente los recuerdos de Chu Cang Lan, añadiendo algunas de sus reflexiones sobre lo que le había ocurrido recientemente y llegó a una conclusión: Si quería perfeccionar rápidamente su dominio del Reino Sólido… lo más efectivo y eficiente era “forzar el cuerpo a recuperarse”.

Cada vez que había sido lastimado severamente o sufrido lesiones graves, Bryan lograba reparar todos los daños durante la noche, usando su entrenamiento mágico. Y después de recuperarse, su cuerpo se volvía más fuerte que antes, su piel y huesos se hacían más resistentes. Era solo después de sufrir heridas y lesiones graves que su progreso en el Reino Sólido aumentaba significativamente.

Mientras meditada en esta cuestión, Bryan soltó una involuntaria sonrisa irónica. “¡Definitivamente este entrenamiento mágico fue desarrollado por un jodido masoquista! Pero ya que he comenzado este camino, tendré que encontrar una forma de superar rápidamente los límites del Reino Sólido. Necesito obtener mucha más fuerza y este es el mejor método que conozco.

Así fue como un día la delgada figura de Bryan se apareció en las puertas de la Facultad de Artes Militares de la Academia Babilonia, en la sección de Combate Cuerpo a Cuerpo.

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¿QUÉ MEJOR FINAL PUEDE TENER UN HOMBRE, QUE EL DE MORIR VALIENTEMENTE ENFRENTANDO SU CRUEL DESTINO MIENTRAS DEFIENDE LAS TUMBAS DE SUS ANTEPASADOS Y LOS TEMPLOS DE SUS DIOSES?

Esas palabras habían sido grabadas en una enorme placa de piedra sobre el dintel de la gran puerta que precedía a la Facultad de Artes Militares donde se educaba a la clase superior del Imperio Itálico. Porque el ejército era tan importante para esta sociedad, que ni siquiera un hijo de la familia imperial podía llegar a asumir un cargo político si primero no había participado por lo menos en una campaña militar, con el riesgo que esto naturalmente implicaba.

Para darles una mejor oportunidad de sobrevivir, los aristócratas eran educados en sus hogares en el arte del combate desde muy niños. Y si demostraban tener el talento en el arte del combate, sus padres los enviaban a la Academia Babilonia.

Ahí los jóvenes aspirantes a caballeros tenían que aprender primero las materias básicas como matemáticas, lectura avanzada, religión, geometría, cartografía y música. Luego su educación se hacía más compleja, pues comenzaban a aprender ciencias políticas, estrategia militar, protocolos de la nobleza y el arte de gobernar. Pero todo esto ocupaba sus mañanas, porque al atardecer se enfocaban únicamente en perfeccionar una sola cosa: Las artes del combate.

Combate cuerpo a cuerpo, combate con armadura, sin armadura, lanza, espada larga, espada corta, sable, cuchillo, hacha de guerra, martillo de guerra, combate a caballo, combate a distancia, arco, ballesta, etcétera. En pocas palabras, si existía una forma de combatir en el mundo, la Facultad de Artes Militares la enseñaba.

En un principio esta educación estuvo casi exclusivamente reservada para los aristócratas, pero con el tiempo el Imperio Itálico tuvo que librar guerras en múltiples escenarios cada vez más alejados, así que se permitió el acceso a los plebeyos con la condición de que pagasen la misma matrícula.

Los Burgueses, dueños de negocios, mercados o bancos, con fabulosos capitales privados fueron los primeros en asistir. Pero su número no era grande debido a que la mayoría de ellos no estaban muy interesados en los cursos de política, porque se dedicaban a los negocios y las leyes prohibían tenerlos para participar en política. Así que normalmente abandonaban la Academia en cuanto completaban los Cursos Elementales que les eran más afines y luego seguían su formación con tutores privados.

Finalmente, para que incluso los plebeyos de clase baja pudiesen asistir se creó la Escuela de Guerreros. Donde se impartía una educación de menor calidad y que resultó curiosamente popular entre las personas de la capital que tuviesen el capital suficiente para pagar las costosas armas y la cuota escolar. Su entrenamiento consistía principalmente en el desarrollo constante de su Aura de Batalla y ser inculcados con las nociones de lealtad y obediencia a su señor. Por eso la gran mayoría de Guerreros terminaban siendo Guardias, Guardaespaldas o Legionarios del Ejercito Imperial.

En muy poco tiempo, la Facultad de Artes Militares se convirtió no solamente en un importante centro del conocimiento teórico y práctico castrense, sino también en el corazón de una gran industria: Los Gremios de Artesanos en la capital obtenían una gran parte de sus ingresos vendiendo y reparando los equipos de los estudiantes, pues los Aristócratas no se arriesgarían a usar sus invaluables armas familiares en los entrenamientos y los plebeyos no podían permitirse algo mejor. Los gambesones, túnicas y otros tipos de prendas siempre se dañaban, así que los Sastres tenían trabajo de sobra, al igual que los zapateros. Los curtidores estaban felices vendiendo correas de cuero, reparando sillas de montar, arreglando cinturones y otros distintos enceres. Los cocineros tenían trabajo extra para mantener bien alimentados a estos jóvenes que necesitaban gran cantidad de proteínas.

También aparecían otro tipo de ocupaciones que podían aportarle a una persona una importante fuente de ingresos: Rapiñar el hierro de las armas rotas, deshacerse de la basura y la más peligrosa de todas: Servir de objetivo de prácticas para los aspirantes a Caballeros.

Unos cuantos plebeyos que se sentían poseedores de un cuerpo resistente y una razonable habilidad para recibir golpes, aceptaban exponerse a una paliza atraídos por la posibilidad de ganar un buen dinero y lujosas recompensas. Incluso había ocasiones en que unos cuantos estudiantes de la Escuela de Guerreros se convertían en blancos de práctica a cambio de un pago apropiado.

Sin embargo, ganar ese dinero no era una tarea fácil. Los aspirantes a Caballeros a veces calculaban mal un golpe o incluso podían matar accidentalmente a su blanco si se excedían. Pero como todo el asunto era mutuamente acordado por ambas partes antes de realizar la transacción monetaria, a nadie le importaba si los objetivos humanos eran golpeados hasta la muerte. Después de todo, no se los había obligado.

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Bryan había venido aquí para convertirse en uno de estos objetivos humanos. Pero en su caso no lo hacía por el dinero, lo que buscaba era templar su cuerpo para poder superar finalmente los límites del Reino Sólido.

En un amplio vestíbulo se habían congregados numerosos voluntarios que intentaban ser contratados como sacos de carne. Cada uno parecía fuerte y habilidoso, pero todos estaban vestidos con la ropa sucia de los plebeyos más pobres. Bryan los examinó con atención durante un momento y descubrió que había algunos Guerreros mezclados en la multitud. Algunos de ellos eran independientes atraídos por la reputación de la academia y otros eran plenos estudiantes de la Escuela de Guerreros.

- Yo te conozco, eres ese chico recadero de los necromantes. Pero tu cuerpo no es muy fuerte y no tienes entrenamiento para el combate. Estás invitando a la muerte, chico. ¡No sé con cuanta urgencia necesites el dinero, pero te aconsejo que no lo busques aquí, de lo contrario podrían matarte a golpes! - Un anciano muy delgado habló con Bryan mientras lo miraba tras las puertas de la entrada del vestíbulo.

El viejo Jeff tenía unos cincuenta años y se dedicaba a lo mismo que Bryan: era un recadero para la Academia. Por eso llevaba la misma ropa que todos los siervos, pero a él le habían asignado el registro de los objetivos humanos que hacían fila ante la puerta. Naturalmente conocía a todos los recaderos y era un hombre bastante amable, por eso estaba preocupado por la fragilidad del cuerpo de Bryan y trató de disuadirlo de participar.

- Agradezco su preocupación, Señor Jeff, pero por favor regístreme. ¡Me gustaría intentarlo! - dijo mirando al preocupado anciano con sinceridad.

- Si insistes, te inscribiré. Aaah ¿Pero crees que es dinero fácil? Que conste que te lo advertí. ¡No me culpes si luego te matan a golpes! - Viendo que Bryan seguía insistiendo después de algunos intentos y que la impaciencia empezaba a asomarse en los rostros de los que le seguían en la fila, Jeff dejó de intentar convencerlo y colocó su nombre en el registro.

En cuanto ingresó a al cuarto de voluntarios recibió las miradas extrañadas de los presentes. La mayoría de los rostros evidenciaban desdén, los pocos bondadosos mostraron expresiones de piedad y pesar, algunos incluso trataron de convencerlo de no intentarlo.

Y es que, aunque su cuerpo se había fortalecido por el entrenamiento mágico, todavía estaba muy lejos de tener el físico de los fornidos hombres que abundaban en la sala. Algunos incluso poseían brazos que parecían más gruesos que sus muslos. El esclavo Bryan había sido pura piel y huesos como un gato flaco y el actual solo era ligeramente más grueso en comparación.

- Escucha muchacho, mejor déjalo mientras puedas, de lo contrario, seguramente te van a matar a golpes. - En cuanto Bryan comenzó a adentrarse en la multitud, un joven delgado de unos veinte años se le acercó y trató de persuadirlo.

El joven llevaba el uniforme de la Escuela de Guerreros y a pesar de que su cuerpo no parecía tener una constitución excelente, sin duda era mucho más fuerte que la mayoría de hombres de apariencia musculosa que aparentaban ser peligrosos, pero que en realidad no habían practicado artes marciales. Era la diferencia entre un aprendiz profesional y un simple del montón.

- ¡Gracias, pero quiero intentarlo! - Bryan mostró una sonrisa amistosa y habló con humildad mientras asentía con la cabeza al joven.

- Me llamo Cal y vengo a menudo a ganar algo de dinero extra. En términos de poder de combate mi habilidad es equivalente a la de un Sargento Caballero, pero a pesar de eso hubo ocasiones en que me lesioné con severidad. He visto a demasiados jóvenes perder la vida simplemente porque querían ganarse unas monedas, así que espero que escuches mi consejo. Déjalo mientras puedas, ¡de lo contrario te arrepentirás! - Cal lo miró con sinceridad, estaba genuinamente preocupado por su vida.

Bryan sonrió y sacudió la cabeza: - Yo me llamo Bryan. Es un placer conocerte, Cal, y te agradezco por tu buena intención, pero debo intentarlo. -

Cal soltó un suspiro involuntario al ver la determinación de Bryan, y sacudió la cabeza sin decir nada más. Sin embargo, la mirada en sus ojos estaba cargada de compasión, como si no tuviese la menor duda de que Bryan iba camino a su muerte.

Nota del Traductor

Hola a todos, soy acabcor de Perú y esta es una versión revisada el 5 de abril de 2021.

Ya comenzó a cambia el clima, yo me estoy enfermando y mi país no tiene vacunas porque nuestro presidente es tan lento, que si fuese más despacio iría para atrás.

Bueno, en este capítulo aproveché para agregar más contenido e intentar explicar el modo en que funciona la sección de Arte militares, que es un sinónimo de Arte Marciales. Sin embargo, como el imaginario cineasta ha hecho que todos asociemos inconscientemente “Artes Marciales” con el combate oriental tradicional, yo decidí cambiar el término. Pero lo cierto es que en Occidente fue donde comenzó la tradición del combate cuerpo a cuerpo, pues de hecho el arte marcial más antigua conocida (el Pankratión) es de origen griego. Europa tenía mucha tradición marcial, comparable a la de China, India o Japón; pero como se desarrollaron las armas de fuego fueron dejándola de lado, en cambio Oriente se demoró más en ese aspecto.

Aquí aproveché para introducir por primera vez a la clase social de los Burgueses. Y es que existe la falsa percepción de que anteriormente el mundo se dividía entre Aristócratas y Plebeyos, siendo que los primeros siempre eran ricos. Eso no es cierto, en la historia de las antiguas civilizaciones hay miles de ejemplos de plebeyos ricos y aristócratas pobres. También fue así en la Edad Media, de hecho, la palabra “Burgués” viene de Burgos, que son los barrios de comerciantes, artesanos y banqueros que se convirtieron en el hogar de personas increíblemente ricas, a veces más ricas que su gobernante.

Espero que les haya gustado este episodio, por favor déjame tu opinión en los comentarios, estimado lector. ¿Cuál fue tu parte favorita? ¿Te gustó cómo se describieron las cosas? ¿Cambiarías algo? Y por favor, si deseas colaborar con este humilde proyecto, por favor patrocíname con mi Patreon para poder sobrevivir o también puedes ayudarme compartiendo esta traducción modificada con todos los que puedas para hacernos conocidos.

Nos vemos en el siguiente capítulo.