199 Un terrible presentimiento

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Pasaron cuatro horas y para entonces Emily y Bryan descansaban desnudos sobre una alfombra de piel de ciervo y envueltos en un capullo de frazadas; abrazados amorosamente frente a las llamas de la chimenea.

Era casi la media noche, ambos estaban durmiendo tranquilamente. Bryan de vez en cuando abría los ojos para contemplar como las luces se deslizaban sobre el maravilloso cuerpo de Emily, que resplandecía por el sudor pasional, antes de volverse a dormir orgulloso de haber sembrado su simiente varias veces en el vientre de semejante mujer.

Fue en ese momento que sus sentidos captaron algo. Al principio le pareció que era un error, pero el sentimiento se hizo más fuerte hasta que finalmente Bryan despertó por completo.

“¡¿Qué?!¡Es imposible!”

- Despierta, mi amor. - Susurró Bryan besando las mejillas de la Archimaga con premura y algo de temor: - ¡Algo ha sucedido! -

- ¡¿Qué pasa?! - Preguntó Emily bostezando como una gatita. Todavía medio dormida.

- Es la marca mágica que le puse a Belinda. ¡Puedo sentirla a unos kilómetros de aquí! -

Esas palabras hicieron que Emily abriese los ojos de golpe: - ¡Pero si ella ya debería estar a medio camino de la sede del Manto Oscuro! ¡Es imposible que se encuentre aquí! -

- Exactamente. - Respondió Bryan levantándose con agilidad para dirigirse directamente a la bañera y limpiándose rápidamente todos los restos de su pasión. Mientras se aseaba continuó hablando: - No obstante, puedo sentir claramente la presencia de mi marca de sangre muy cerca de aquí. -

- Pero incluso si Belinda consiguió escaparse de algún modo, no hay motivo para que venga aquí. No tiene ningún sentido. -

- Si buscas un motivo, vengarse de nosotros es uno que está muy claro. Puede estar aquí buscándonos para matarnos o también puede que eligiese esconderse en este lugar. En cualquier caso, debo comprobarlo. -

- ¡Iré contigo! -

- No hay tiempo querida. - Dijo Bryan, que para entonces ya había terminado de lavarse y se había colocado la mitad de la armadura: - Si ella está aquí por error me será fácil capturarla antes de que ingrese al asentamiento. Pero si ha venido preparada para vengarse de nosotros, tendré que escapar deprisa. Yo tengo poderes que ella no conoce, así que soy el más indicado para ir a investigar lo que ocurre. -

- ¡Bryan, no debes subestimar al Culto de Caelos por ningún motivo! - Insistió Emily asustada tras haber cubierto su cuerpo desnudo con un bata de seda: - Además, Sorín probablemente estará al acecho para atacarte en cuanto salgas del asentamiento.

Sé que eres igual o más poderoso que un Archimago, pero Sorin tiene de su parte a todo un ejército en la banda de mercenarios del Falce Segador. ¡Debes tener cuidado!¡Ya sea capturar a Belinda o una oportunidad de vengarte de Sorin, todo eso es secundario!¡No quiero perderte! -

- No te preocupes, lo sé. - Respondió Bryan con una expresión seria y concentrada, mientras comprobaba rápidamente el estado de sus armas: - Te prometo que no me vas a perder tan fácilmente. Yo siempre espero lo mejor, pero planifico para lo peor. -

Bryan se despidió de Emily con un beso apasionado, pero antes de salir le hizo una última pregunta: - Por cierto. ¿Qué tal se llevan el Templo de Idramón y el Culto de Caelos? -

- Son enemigos acérrimos. - Respondió Emily de inmediato: - El Templo de Idramón es una de las pocas organizaciones que ataca frontalmente al Culto de Caelos e intentan matar a sus miembros a la menor oportunidad… y viceversa. Los primeros con unos fanáticos del control y los segundos son unos locos anarquistas.

Ambos grupos son muy peligrosos, pero el peor desde lejos es el Culto de Caelos, porque se atreven a hacer las más espantosas atrocidades. Mientras que el Templo de Idramón puede ser muy cruel, pero no pasarán el límite de lo que consideran justo. Por eso son tolerados a pesar de su extremismo. -

- Ya veo. -

- ¿Por qué lo preguntas? -

- Quien sabe lo que puede ocurrir. - Respondió Bryan encogiéndose de hombros: - Esa información podría servirme en el futuro. Quizá se dé la oportunidad para que pueda cazar a dos linces en un mismo bosque. -

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La luna casi estaba en su cenit cuando Bryan abandonó la tienda. Con excepción de los burdeles y alguna taberna, la mayoría de las tiendas o puestos ya habían cerrados sus puertas. Las calles estaban excepcionalmente vacías, pues el primer frío de la madrugada ya se estaba dejando sentir y una pequeña capa de escarcha comenzaba a formarse en los lugares más húmedos.

“Es un delicado equilibrio el que debo de seguir: Nunca asumir nada, planificar constantemente para lo peor y siempre esperar un ataque. Es todo lo contrario a mi vida anterior, en la que me conformaba con vivir en mediocridad.” Pensaba Bryan para sí mismo mientras se dirigía a la entrada del asentamiento.

Para ingresar por primera vez había que realizar numerosos trámites engorrosos, pero para salir no necesitó decir nada. Nadie intentó interrogarlo, detenerlo o le habló siquiera. Los mercenarios de la banda de Drakar que custodiaban la puerta simplemente lo miraron con aparente indiferencia, aunque un brillo de curiosidad podía verse en sus ojos si uno prestaba suficiente atención.

Apenas se había alejado lo suficiente como para perder de vista el portón, cuando Bryan sintió que alguien lo estaba vigilando. Sin embargo, esto no lo preocupaba en lo más mínimo.

“Seguramente serán espías del Falce Segador o quizá de la banda de Drakar, en cualquier caso, estoy seguro de que puedo perderlos fácilmente si me lo propongo.”

De inmediato Bryan dio un fuerte pisotón en el suelo para impulsarse y salió corriendo a una velocidad inconcebible. En unas pocas respiraciones ya había cubierto cientos de metros y dejado muy atrás a quienes lo vigilaban.

Frente a él se encontraban las sombras de la enorme cordillera de Kerlan. Bryan realmente deseaba encontrar pronto a Belinda, porque no le hacía gracia tener que volver a internarse en ese laberinto de montañas solamente para buscarla.

Por suerte parecía que ese no era el caso. Había un pequeño bosque de coníferas en la falda de las montañas, uno de los pocos árboles adaptados a vivir en esa zona tan fría y rocosa. De ahí provenía la señal de la marca mágica que le había puesto a la Alquimista.

- Revelar Vida. - Susurró Bryan y su magia necromántica atravesó fácilmente una gran distancia. Esto, unido a sus sentidos altamente desarrollados, le permitían detectar la presencia hasta del pájaro más pequeño y esquivo en los alrededores. Además, le Infante Sanguinario en su interior era especialmente sensible a la gota de sangre que había colocado como marca, así que sabía con precisión a dónde tenía que dirigirse.

Sin embargo, cuanto más avanzaba, más se incrementaban sus sospechas de que algo ominoso lo esperaba adelante. Y es que no podía detectar ningún rastro de la presencia de Belinda, a pesar de que sus sentidos estaban completamente enfocados.

“¿Una barrera mágica de ocultación?” Pensó Bryan mientras avanzaba cuidadosamente, tratando de no emitir el más mínimo sonido. “¿O quizá está utilizando un artefacto misterioso para disimular su presencia?”

Estaba cavilando en estas cosas, cuando su nariz sintió un fuerte aroma a putrefacción que se asociaba con un cadáver en descomposición. Bryan avanzó serpenteando con cautela y finalmente encontró la fuente del olor y también de la señal de su marca de sangre… Pero lo que vio era distinto a cualquier cosa que hubiese imaginado.

Apoyado contra un árbol se encontraba el cuerpo sin vida de la señora Elena, la posadera que los había atendido en el asentamiento de Pequeño Valen. Su cuello estaba doblado en un ángulo antinatural, como si se lo hubiesen dislocado con violencia. Tenía heridas de cortes espantosos y que llegaban hasta los huesos en prácticamente todo su cuerpo, excepto en el rostro, motivo por el cual pudo identificarla aún en la oscuridad de la noche.

No parecía haber muerto hacía mucho. Bryan solo podía tener la esperanza de que primero la hubiesen matado y luego se hubiesen ensañado con su cadáver. Solamente pensar en la alternativa era algo que nadie quisiera hacer.

Pero lo más extraño era que la marca de sangre que le había puesto a Belinda estaba ahora llamándolo desde el cadáver de la señora Elena. Todo esto llenó su mente de tal confusión y extrañeza, que no pudo evitar acercarse para mirar más de cerca.

“¡Es imposible! Nadie más que yo es capaz usar magia demoníaca en este mundo. Para que alguien pueda remover mi marca de sangre por otros medios… ¡Ni siquiera un Archimago podría hacerlo! Tendría que ser alguien mucho más poderoso…”

Cuando Bryan acabó de formular ese último pensamiento, tuvo un espantoso presentimiento e inmediatamente saltó hacia atrás lo más rápidamente que pudo, para alejarse del cadáver de la señora Elena mientras gritaba: - ¡Escudo de Hueso! -