268 Tú me ayudas y yo te ayudo

Bryan y el grupo de Odiseo continuaron charlando y bebiendo alegremente mientras conversaban sobre temas banales, aunque siempre estaban atentos a cualquier noticia sobre lo que ocurría ente Janet y Trunks, si bien ninguno se atrevía a mencionarlo abiertamente. Después de una hora Gilberto se les unió y ocurrió una cómica discusión porque el Dragón Negro había intentado esconder un paquete del precioso Mithril en sus ropajes, pero Bryan lo notó y comenzó a golpearlo para castigarlo, lo cual arrancó un coro de gritos de admiración por su líder entre los mercenarios que lo presenciaron, porque todos conocían el carácter y la fuerza de Gilberto, así que verlo morder el suelo después de una paliza no era algo que ninguno hubiese podido imaginar.

Finalmente, casi al amanecer, Trunks se presentó sólo en el Salón Común con una expresión que lo hacía parecer muerto en vida. Tan terrible era verlo que todos los mercenarios que aún quedaban se apartaron de su camino y este ni siquiera parecía reconocerlos.

El Cazador de Monstruos avanzó con pasos pesados hasta llegar junto a Bryan y se dejó caer en el asiento a su lado, como si fuese un títere al que le han cortado las cuerdas. Mientras tanto Bryan ni siquiera se volvió para mirarlo, sino que sus ojos permanecían fijos en las llamas y ninguno de los dos dijo una sola palabra mientras escuchaban el crepitar de la madera quemándose. Tampoco es que lo necesitaran, porque se entendían bastante bien.

Transcurrió un poco de tiempo hasta que finalmente Trunks consiguió decir algo con un susurro lleno de amargura: - Bryan, hay algo que tengo que hacer. -

Pero después de decir esto el Cazador de Monstruos guardó silencio, como si algo se le hubiese atragantado. Bryan asintió sin decir nada, pues entendía que no tenía que interrumpir ese importante momento. Simplemente le alcanzó una jarra que todavía estaba llena hasta la mitad con cerveza.

Trunks la recibió y se la bebió el contenido de una sola vez sin siquiera respirar. Luego se relamió los labios resecos y esperó a que el alcohol comenzase a hacer efecto antes de continuar.

- Tengo que matar a Sorin… a Gustav el Carnicero y todas las cucarachas que le sirven… - Anunció Trunks cuando recuperó la voz, pero se detuvo un instante antes de atreverse a decir el ultimo nombre con un susurro marcado del odio más profundo e intenso:

- ¡Y voy a destruir a Beodo Frigio del Imperio Kasi! -

Todos los mercenarios que escuchaban en secreto su conversación suspiraron de asombro y Bryan no podía culparlos. Durante su tiempo en los Archivos Secretos del Manto Oscuro había leído sobre la deserción de Odón Ascher al Imperio Kasi y el nombre de ese personaje aparecía repetidamente como la persona que posiblemente fue quien primero se puso en contacto con el Duque para fraguar su traición y actualmente era quien le daba refugio en su ciudad: Arriana. Pero el motivo por el que incluso los mercenarios a su alrededor lo conocían era porque Beodo era el hermano menor de Basileo, el Emperador de Kasi.

Imperio Kasi, Sala del Trono

Bryan cerró los ojos y comenzó a recordar lo que sabía del personaje: Era en definitiva un enemigo del Imperio Itálico, además de una persona conocida por su disposición a realizar todo tipo de atrocidades con tal de aumentar su propio poder, entre ellas sacrificar a sus propios siervos al venderlos como esclavos para obtener ganancias. Eso también significaba que era lo bastante poderoso como para hacer este tipo de cosas abiertamente y salirse con la suya sin que nadie se atreviese a cuestionarlo, algo que ni siquiera un Duque del Imperio Itálico podría hacer.

Alguien como Trunks, un mercenario que vivía en un asentamiento olvidado en la frontera entre los dos países nunca tendría oportunidad de matar a semejante personaje, aunque fuese mil veces más poderoso e influyente. Ni siquiera el propio Emperador Juliano podría tocar al hermano menor de su rival en el Imperio Kasi.

- ¿Qué tanto quieres matarlo? - Preguntó Bryan finalmente.

- No me importa si es lo último que hago en mi vida. - Respondió Trunks con una seguridad terrible que heló la sangre de quienes lo escucharon: - Ni la distancia, ni los ejércitos… ¡Ni siquiera los dioses podrán salvarlo de mí venganza! -

Para todo el mundo era evidente que Trunks estaba decidido a emprender un camino sin retorno o margen de negociación. Lo más probable era que dentro de unas horas desapareciese para emprender su venganza en solitario y nunca volviesen a verlo vivo. Porque en ese momento los Cancerberos, la forma correcta de hacer las cosas o las consecuencias no le importaban.

Por supuesto que necesitaría ayuda, pero jamás la pediría, porque esencialmente estaría solicitando que fuesen a la guerra contra una de las naciones más poderosas del mundo y esta era una petición absurda. ¡Era algo mucho más difícil que pelearse con el Culto de Caelos!

Sin embargo, para sorpresa de todos, Bryan tomó una nueva jarra de cerveza para llenar la de Trunks hasta la mitad y entonces se bebió el contenido restante de un sorbo. Después sacó el Desgarrador Sombrío y en frente de todos se cortó la palma de la mano y derramó un poco de sangre frente a las llamas, mientras pronunciaba un juramento terrible: - ¡Yo juro con el cielo como testigo, que algún día y cuando estemos listos, usaré el fuego y el hierro para romper el destino de Beodo Frigio del Imperio Kasi! ¡Que los dioses de la guerra y de la muerte sean testigos de este voto y me permitan llevarlo a cabo! -

Estas palabras dejaron a todos mudos de asombro, y el primer sorprendido era Trunks. El Cazador de Monstruos había sufrido la traición desde muy temprano y se acostumbró a no confiar en nadie, pero por primera vez entendió lo que era tener alguien a quien se podía llamar “hermano” y que estaba dispuesto a cubrirle la espalda contra legiones enteras.

Por supuesto que Trunks no dijo nada de esto. Era un hombre curtido y hosco, pero tenía que serlo para sobrevivir. El mundo en el que Bryan y Trunks vivían era duro, pero ellos eran más duros, más fuertes y más resistentes que todo lo que ese loco vacío que es la existencia les pusiese en frente.

- Si tanto quieres unirte a mi fiesta, pues allá tú. - Dijo Trunks con los ojos fijos en las llamas, después de permanecer un largo tiempo en silencio: - Pero no te voy a dar las gracias. -

- Nunca tendrás que hacerlo. - Respondió Bryan pidiendo una nueva jarra cerveza: - Nada más líbrame de verte cometer alguna estupidez como irte a pelear tu sólo y espera el momento oportuno. -

- Pensaré en ello. -

- Pues piénsalo mientras te ocupas de que los Cancerberos funcionen. Puedes tomarte un par de días libre, pero espero que después te ocupes de todo como siempre. ¡No me hagas perder el tiempo! -

En pocas palabras, ni se te ocurra desaparecer para ir a vengarte por tu cuenta.

Trunks no dijo nada, pero asintió en silencio.

En ese momento se oyeron unos pasos y Janet apareció detrás de ellos. Bryan sintió un sobresalto, pero se tranquilizó al ver que la expresión de la mujer bandida se veía mucho más tranquila que todas las veces anteriores que la había visto.

Aunque sus ojos brillaron con un odio infinito cuando dijo: - ¡Cuenten conmigo para ayudarlos a matar a esos malditos, por el bien de Bea…  de Anita! -

Trunks asintió en silencio y entonces gritó: - ¡Grant! Nuestra invitada se marcha. Venda sus ojos y llévala hasta el sendero. Luego escóltala hasta las cercanías de su base. -

El enorme Grant, peludo como un oso, se adelantó cargando a la pequeña Anita, quien se había quedado profundamente dormida, agotada por tanto llorar. Entonces habló con un tono inesperadamente dulce en alguien como él, mientras observaba con pena los ojos hinchados de la joven en sus brazos: - Vicecapitán… ¿Qué será de Anita? -

Janet habló antes de que nadie pudiese responder: - Anita ha estado viviendo conmigo todo este tiempo y ya somos cercanas. Tienen mi palabras de que la protegeré de cualquier daño. Pero si ella se queda con ustedes, tarde o temprano podría recobrar sus recuerdos… y entonces me temo que también recordará eso. -

- No necesitas decirnos más. - La interrumpió Trunks abruptamente: - Dejaré que te la lleves y confiaré en que la cuidarás. Si algún día necesitas algo, solo tienes que pedírmelo y lo tendrás. ¡Sólo quiero que no sufra más! ¡Sólo eso! -

Janet asintió sin decir una palabra más y permitió que Grant le vendase los ojos. Luego se marchó escoltada por varios mercenarios de los Cancerberos, que la llevarían a salvo junto con la joven Anita hasta su territorio.

En cuanto las vio marcharse, el dolor volvió a notarse en las facciones de Trunks, que no pudo aguantar más y soltó un terrible puñetazo contra el suelo de piedra. Se escuchó un estruendo e incluso hubo una onda expansiva, luego todos pudieron ver que ahora quedaba un pequeño cráter en ese lugar.

- Voy a matarlos a todos. - Dijo entonces sin mirar a nadie y con una voz quebrada.

- Así es. - Asintió Bryan tranquilamente: - Pero primero necesitamos acumular fuerzas y recursos, que tendremos que reunir con cuidado. ¡Después los mataremos a todos! -

No era necesario que Janet o Trunks dijesen una palabra de lo que había sucedido con Anita. ¡Cuán terrible debía ser el trauma que sufrió en sus carnes y su mente para que prefiriese olvidar quién era con tal de salvarse de la locura! Y Trunks siempre la quiso como si fuese su propia hermana menor.

¿Qué otra opción salvo la venganza podía tener alguien que aún desea ser llamado hombre? Todos los presentes comprendían eso y en silencio se prometieron apoyar a sus líderes en lo que pudiesen, para que los miserables responsables de todo este dolor pronto conociesen la justicia divina.

*****

Trunks se puso a beber jarra tras jarra de cerveza sin parar, mientras soltaba maldiciones cada vez más incoherentes hasta que finalmente se cayó desmayado. Bryan le ordenó a Odiseo que asumiese el mando y se ocupase de organizarlos todo, así como de reparar el suelo que Trunks había destruido. Después le pidió ayuda a Gilberto para llevar al Cazador de Monstruos hasta su habitación, lo dejaron sobre su cama y le retiraron las botas.

Bryan aprovechó ese momento para tomarle el pulso y usó su Esencia Mágica para examinar el cuerpo de su amigo. Sucedió exactamente como temía: Debido a haber vivido tanto tiempo sólo en el Bosque Oscuro, muchos de los huesos de Trunks se habían roto y luego sanaron en mala posición, debilitando su estructura. También había fallas en algunos de sus órganos internos, así como enfermedades que jamás se habían curado. Era inevitable que recibir daños constantemente acabase por acumularse en el cuerpo y lo llevase hasta su límite. El solo hecho de estar tan tenso todo el tiempo había provocado que el organismo de Trunks gastase muchos nutrientes esenciales que habría podido preservar para más adelante en su vida, de no haber estado usándolos para sobrevivir.

Si lo que aprendí del Maestro Cyrano es verdad… ¡Así jamás superará el rango de Maestro de espadas!” Pensó Bryan preocupado: “Cronológicamente debe tener 39 años, pero su cuerpo está llegando a los 60 años de edad en daños acumulados.

De modo que tomó una decisión y sacó un pequeño vial que contenía el Elixir de Juventud.

- Esto debería solucionarlo. - Dijo Bryan y abrió la boca de Trunks para luego obligarlo a beberse la pócima a la fuerza.

- ¡¿Qué es eso, Maestro Malvado?! - Preguntó Gilberto intrigado.

- Una poción de juventud eterna. - Respondió Bryan y pasó a explicarle todos los detalles al respecto, sobre todo la parte de los síntomas durante los próximos días: - Cuando se despierte quiero le digas todo lo que te he enseñado. Además, no podrá salir durante un tiempo y eso garantizará que no cometa ninguna tontería. Dile a Trunks que dejaré a Odiseo como líder interino mientras se recupera. -

Después de eso Bryan descansó hasta el mediodía y luego de darles instrucciones finales a los Cancerberos, se dirigió hacia el Valle del Sol.

A pesar de la sangrienta batalla que se había desatado hacía tan poco, el comercio ilegal seguía funcionando como de costumbre y a nadie parecía importarle lo sucedido. Cientos de pequeñas tiendas con dudosa mercancía ofrecían sus productos a los sospechosos viajeros que buscaban comprar y vender cosas sin la supervisión de la autoridad imperial.

Cuando Bryan llegó a la entrada, los vigilantes lo reconocieron inmediatamente y lo saludaron con mucho respeto y algo de temor. Bryan reparó en que su número se había incrementado bastante, reforzando la presencia de la Banda de Drakar en un claro intento por demostrar que seguían siendo la primera fuerza en el asentamiento. Pero a pesar de esto Bryan decidió no correr riesgos y una vez en el interior se cubrió el rostro con una capucha para no ser reconocido por nadie de Falce Segador.

Después se dirigió directamente hacia la tienda del Viejo Orco, donde anteriormente había encontrado muchos tesoros invaluables en forma de ingredientes y tenía la esperanza de que el anciano maldecido sintiese algo de gratitud por haberlo salvado de esas babosas y le diese un buen precio.

Y de hecho el Viejo Orco lo saludó con algo que podría interpretarse como aprecio, aunque su expresión era tan terrible que todo lo que venía de él parecía malintencionado de algún modo. Pero Bryan decidió no perder tiempo y se puso a buscar ingredientes hasta que consiguió por lo menos una docena de hierbas.

- Quiero estas. ¿Cuánto pides? - Preguntó luego de ponerlas sobre el mostrador.

- Tu decide el precio. - Respondió el Viejo Orco golpeando la mesa con el garfio que le servía de mano y provocando que algunos de los gusanos se cayesen en el suelo.

Bryan luchó un instante contra las ganas de vomitar y luego arrojó doce monedas de plata sobre la mesa.

- ¡Muchas gracias! - Dijo el Viejo Orco.

- De nada. - Respondió Bryan y se dio la vuelta para marcharse.

- ¡Espera, Necromante! ¡Espera! - Lo detuvo el Viejo Orco sonriendo, lo cual provocó que su rostro deformado por la cicatrices se desdibujase aún más: - ¡Tengo algo muy especial! ¿No quieres mirarlo? -

- ¿De qué se trata? -

- Esto. - Respondió el Viejo Orco.

Y arrojó un viejo trapo sobre el mostrador que llamó la atención porque estaba “no tan sucio” como casi todo lo que tocaba personalmente el Viejo Orco. Sobre su superficie alguien había dibujado una planta con un trozo de carbón. Era un bastante burdo, pero los detalles eran suficientes para reconocerlo.

-  Dra… Dracaena… ¡Dracaena Escarchada de Gjöll! - Exclamó Bryan a pesar suyo, pues se trataba de un elemento que había visto en la Biblioteca del Cementerio de la Muerte y que tenía propiedades mágicas únicas.

- ¿Así qué ese es su nombre? No tenía idea. - Dijo el Viejo Orco burlándose: - Pero sabía que era valioso. ¿Te interesa saber su ubicación? ¿Qué me dices? Tú me ayudas y yo te ayudo. -

- ¿Y qué quieres? -

- ¡Venganza, por supuesto! Sé en dónde estará esta noche el maldito que le dio el soplo al Gran Orco para que me atraparan y luego me dieran de comer a las sanguijuelas. Obviamente quiero que se muera. -

- ¿Quieres que me vuelva a meter en ese laberinto subterráneo? ¡Olvídalo! -

- ¡Nada de eso! Esa basura es un recién ascendido a cacique y para demostrar su “valor” la rata de dos patas siempre organiza una fiesta por estas fechas para sus hombres más confiables y siempre afuera de la madriguera, en el exterior. De ese modo quiere hacer creer que no tiene miedo de provocar a los dos patas que viven aquí… ¡Pero sólo lo hace porque sabe que nunca irán fuera del asentamiento! -

- ¿Una fiesta? -

- Básicamente sacan licor de los orcos en barriles y beben hasta desmayarse en cuanto se pone el sol. - Explicó el Viejo Orco.

- ¿Y ese “cacique” estará ahí! -

- No, el muy cobarde nunca asiste porque tiene miedo… Pero si algo les pasara a los orcos que beben afuera ¡Tendría que salir! De otro modo nadie lo volverá a seguir. -

- ¿Quieres que mate primero a los orcos que beben afuera? - Preguntó Bryan mirándolo con desagrado y alzando una ceja.

- Mejor aún… ¡Quiero que eches esto en la bebida! - Dijo el Viejo Orco sonriendo y entregándole una bolsita llena de unas raíces molidas: - Raíz de Jarrin, tan solo un poco bastará para matar a cualquiera. ¡Pero primero entrarán en un corto frenesí sanguinario y atacarán a todos los que tengan en frente antes de que se les pare el corazón! -

- ¡Vaya, eres un auténtico hijo de puta! ¿En serio vas a matar de ese modo a tu propio pueblo? - Inquirió Bryan con no poco asco.

- ¡Si! - Repuso el Viejo Orco sin ninguna vergüenza: - Para empezar los orcos no somos un “pueblo”, sino que simplemente avanzamos y seguimos vivos si tenemos suerte. Además, ese cobarde no se atreverá a salir si ve un montón de cadáveres que indiquen la presencia de alguien fuerte. Pero si escucha los ruidos de una pelea y ve que sus hombres se matan como locos… ¿Quién sabe? ¡Será el momento perfecto para acabarlo! -

- Incluso si quiero esta planta lo que me estás pidiendo es demasiado. - Dijo Bryan negando con la cabeza.

- ¡Oye! ¡Oye! ¡Oye! ¡Espera Necromante! ¡Esto también te conviene! - Se apresuró a decirle el Viejo Orco asustado de que Bryan no aceptase: - Me han llegado noticias de que un Caudillo está muy próximo a ser elegido para liderar la Horda y eso siempre es un problema para los dos patas ¿verdad? Pues la basura que quiero matar es uno de sus hombres de confianza, por algún motivo que sólo el vacío sabe. ¡Matándolo ayudarás a poner de cabeza la organización de los orcos! ¡Eso podría retrasar mucho tiempo la elección de un nuevo Caudillo! -

Bryan abrió la boca un momento, pero luego la cerró sin decir nada. El ataque de una Horda siempre era difícil de soportar y en ese momento los poderes del Valle del Sol estaban debilitados. Quizá los orcos pudiesen ayudar a sus planes de acabar con False Segador, la Casa de Menlo y la Banda de Drakar de un plumazo. Pero si luego no podía controlar la devastación, entonces todo el asentamiento podría ser destruido por esos monstruos.

Y eso no convenía nadie.

Los orcos son un factor demasiado imprevisible.” Decidió Bryan finalmente: “A los actuales poderes ya los he medido y puedo deducir sus movimientos hasta cierto punto. Mas vale malo conocido que bueno por conocer.

- ¿Y bien? ¿Qué me dices? - Insistió el Viejo Orco sonriéndole de un modo asqueroso y acercándose mucho más de lo que le gustaría: - ¡Te diré la ubicación de la planta esa y además otros tesoros que tengo reservados! ¡Es un ganar y ganar! -

Bryan desenvainó una espada y la colocó directamente contra el cuello del Viejo Orco mientras ponía énfasis en cada palabra: - ¡No me hagas lamentar este acuerdo! -

- ¡Pero por supuesto! - Respondió el Viejo Orco con una sonrisa nerviosa: - Ahora vamos a dejarnos de tonterías. ¡Sígueme! ¡Te mostraré el camino! -

Y comenzó a caminar fuera de la tienda con una velocidad sorprendente para alguien con un cuerpo plagado de heridas y una maldición.

*****

No pasó media hora y Bryan ya se estaba lamentando de haber hecho el acuerdo.

Caminar con el Viejo Orco fue un auténtico suplicio porque el sujeto destilaba veneno cada vez que hablaba y no guardó silencio durante todo el recorrido. Lo peor es que sus maldiciones e insultos aparentemente no impedían que se orientase perfectamente, porque en ningún momento detuvo sus pasos como si estuviese seguro de la ruta, ni los oídos de Bryan tuvieron algo de paz. Si a eso le sumaba el asqueroso olor a carne putrefacta que despedía por culpa de la maldición, más los gusanos que saltaban de su cuerpo cada vez que hacía un movimiento brusco, los cuales siempre parecían volar hacia Bryan quien tenía que hacer esfuerzos extras para esquivarlos….

En comparación al Viejo Orco, los Troles del Bosque eran unos auténticos caballeros.

- Aquí es. - Dijo de pronto el Viejo Orco agachándose para arrastrase entre las rocas como una especie de mono desagradable, hasta llegar al borde un acantilado montañoso.

Habían pasado unas cuantas horas y el sol ya se estaba poniendo, Bryan se acercó para mirar sigilosamente y en efecto vio que una grieta se había abierto en la ladera de una montaña y un grupo de veinte orcos estaban sacando unos barriles de líquido fermentado que apestaban bastante. Un par de ellos estaba encendiendo una fogata y parecía que estaba a punto de comenzar una fiesta.

- Esa escoria se llama Goroth y hemos estado peleando desde que lo conocí. - Explicó el Viejo Orco con un gesto de odio: - Ahora debe estar dentro del túnel con sus tres guardaespaldas. Nunca se separa de ellos. Pero tú puedes hacer que salga. -

- De acuerdo. - Dijo Bryan suspirando mientras se decía que lo mejor era acabar esto cuando antes: - Tú quédate aquí y yo haré que degraden a tu cacique. -

- ¡Me parece un plan excelente! -

Bryan entonces se dejó caer por la ladera casi vertical y aterrizó en perfecto silencio detrás de unas rocas usando el Arte del Noveno Diagrama Celeste. Los Espectros Oscuros estaban atentos así que sabía dónde y cuándo moverse para no ser visto, pero entonces se dio cuenta de que algunos orcos vacilaban en cuanto se acercaba unos pasos y tuvo que retroceder de inmediato.

No puedo creerlo.” Pensó irritado: “¿Cómo es posible que una especie tan asquerosa resulte tener un buen sentido del olfato?

Y en efecto algunos de los orcos estaban claramente aspirando por la nariz como si creyeran haber olido algo. Bryan entonces comenzó a moverse en cierta dirección, buscando tener el viento en contra, lo cual limitaba el número de rutas que podía usar para acercarse, mientras se ocultaba de roca en roca. Pero finalmente llegó hasta donde había una pila de barriles y esperó a que los dos orcos que los transportaban se llevaran un par y estuviesen lo bastante lejos.

Entonces, aprovechando que nadie podía verlo, Bryan susurró el conjuro para invocar al Pequeño Esqueleto y su criatura se materializó inmediatamente. Luego, por medio de ordenes mentales, el Pequeño Esqueleto saltó hacia el barril de licor más cercano para abrirlo muy rápidamente y en perfecto silencio, gracias a sus extremidades delgadas y afiladas.

Entonces Bryan se adelantó para mirar la sustancia, que más que una bebida le parecía una melaza asquerosa y nauseabunda. Y aunque lo último que quería era tener que tocarla, no le quedó otra opción que coger un poco de ese líquido para cubrirse el cuerpo y ocultar temporalmente su olor.

Por supuesto que hizo hasta lo imposible para que ni una sola gota entrase en sus oídos, nariz, ojos o boca. Sabía que la Esencia Mágica podría defenderlo de cualquier sustancia tóxica, pero el licor de los orcos era tan repulsivo que lo hacía dudar.

El Pequeño Esqueleto lo miró transmitiendo compasión, como si comprendiese que su amo estaba haciendo algo que le desagradaba. Y Bryan por primera vez envidió el hecho de que las Criaturas Oscuras no despidieran aromas que pudiesen ser detectados por el olfato de los mortales.

Después Bryan abrió el saquito de cuero que contenía la Raíz de Jarrín y derramó un poco de su contenido en el barril abierto, tal como el Viejo Orco le había instruido hacer. Luego hizo lo mismo con los que quedaban y se marchó justo a tiempo para evitar al par de Orcos que venía en búsqueda del resto de barriles.

- ¿Oye, no te parece que este está menos pesado? - Preguntó el Orco que levantó el mismo barril que Bryan había abierto primero y del que sacó algo de licor.

- Los malditos guardaespaldas de Goroth habrán bebido un poco primero. -

- Arrg. Con tal de que no hayan orinado dentro. -

- No lo creo. ¿No has olido como huelen? ¡Seguro que viven orinándose encima! -

- ¡Ja! -

Mientras tanto Bryan y su criatura continuaron rodeando el claro lleno de rocas. Su trabajo se hizo más sencillo cuando finalmente la hoguera se encendió y los orcos se acercaron al fuego para comenzar a beber y cantar canciones obscenas en si inmunda lengua, mientras comían carne cruda de criaturas cuyo origen Bryan no quería ni imaginar. Así fue abriendo barriles en secreto e introduciendo el veneno hasta que finalmente se le terminó.

Orcos frente al fuego

Luego se alejó y esperó.

Después de quince minutos el primer orco comenzó a mostrar signos de tener espasmos. Sus compañeros comenzaron a burlarse de él, creyendo que había bebido demasiado y uno de ellos se le acercó para llamarlo un débil e insignificante cabeza de pollo… Cuando de pronto el orco en cuestión sacó su cuchillo y comenzó a apuñalarlo en el estómago, hasta que sus entrañas se derramaron.

Los orcos gritaron, mitad enojados y mitad sorprendidos. Pero antes de que pudiesen hacer o decir algo, más orcos comenzaron a convulsionar… y poco después una frenesí asesino se apoderó de todos.

Cuando la carnicería terminó, solo quedaban cuatro de los veinte orcos que originalmente celebraban. Y aunque estaban heridos parecía que aún podrían recuperarse, cuando de pronto se llevaron las manos al pecho y se desplomaron tras sufrir un infarto fulminante.

Naturalmente, aunque la matanza no duró mucho, provocó un escándalo que resonó entre las piedras y finalmente un orco de cabeza ancha salió seguido de tres orcos más delgados que portaban lanzas en ristre, los cuales seguramente eran sus guardaespaldas.

- ¡¿Qué mierda pasó aquí?! - Gritó Goroth enfurecido mientras trataba de entender lo que sucedía, pero por más que miraba todo a su alrededor indicaba que sus hombres se habían matado entre ellos sin ningún motivo. De modo que se acercó a los barriles de licor, seguido siempre por sus guardaespaldas, para examinar el contenido y probó un poco con un solo dedo, para después escupir en el suelo.

- ¡Los envenenaron! ¡Y estos imbéciles no se dieron cuenta! ¡¿Cómo voy a explicar esto ahora?! ¡¿Y quién sabandija fue responsable de esto?! -

Mientras tanto Bryan ya se había movido en cuanto vio que su víctima se alejaba de la entrada y entonces realizó un conjuro. Más de cien Guerreros Zombis aparecieron repentinamente, bloqueando la ruta de huida de los orcos y cerrando un círculo a su alrededor antes de que ninguno pudiese reaccionar.

- ¡Tu! ¡Eres ese Necromante!¡Eres Filipo Terencio!  - Gritó Goroth aterrorizado.

Bryan no dijo nada en un principio, sino que se movió para tomar uno de los barriles del asqueroso licor con una sola mano y se lo arrojó con todas su fuerzas a Goroth, atinándole de lleno en el pecho. El resto de Criaturas Oscuras hicieron lo mismo y comenzaron a arrojarles los barriles restantes uno tras otro, tras recibir una orden mental de Bryan. De ese modo, antes de que ninguno de los guardaespaldas pudiese hacer nada, todos estaba cubiertos por la sustancia melosa.

Goroth y sus hombres debieron pensar que Bryan quería envenenarlos también y luchaban por levantarse sin resbalar por culpa de la sustancia pegajosa, mientras mantenían la boca firmemente cerrada. Pero no podían estar más equivocados.

Bryan sabía que, si los orcos en el interior de las montañas se enteraban de que otro humano los había atacado tan pronto, sin duda saldrían a causar todos los estragos que pudiesen y en ese momento no le convenía ese tipo de tensión. Así que pensó en un modo de que todo esto fuese confundido con una mala borrachera de unos orcos irresponsables que salió terriblemente mal.

De modo que, luego de sacar su cantimplora de su Anillo Espacial para limpiarse sus ropas lo más posible, Bryan invocó una Bola de Fuego Glacial Místico Carmesí y se la disparó a Goroth al mismo tiempo que decía: - El Viejo Orco te manda saludos. -

Tal y como Bryan sospechaba, el licor se encendió como si fuese gasolina y en muy poco tiempo Goroth y sus guardaespaldas estaban envueltos en un mar de llamas. Cuando se apagaran, incluso si más orcos salían a explorar, parecería que este grupo celebró demasiado y cayeron completamente ebrios, por eso no se dieron cuenta de que algún barril de licor estaba demasiado cerca de la fogata y terminaron así.

- Eso fue hermoso. - Dijo el Viejo Orco saliendo de su escondite y riendo salvajemente mientras veía cómo Goroth convulsionaba convertido en una antorcha viviente, aunque no por mucho tiempo.

- Pues qué bueno que te gustó. - Respondió Bryan disgustado, mientras se echaba más agua para limpiarse los restos del asqueroso licor y luego susurró un conjuro para enviar de regreso al Pequeño Esqueleto y los Guerreros Zombis. Cuando terminó, se volvió hacia el Viejo Orco para exigirle: - Cumplí nuestro acuerdo. ¡Ahora dime donde encontrar esa Dracaena Escarchada! -

- Ah, esa planta. ¡No te preocupes! - Respondió el Viejo Orco con tono divertido: - Te la daré cuando regresemos a mi tienda. ¡La he tenido todo el tiempo en un escondrijo secreto! -

- ¡¿Qué?! - Exclamó Bryan enfadado: - ¡¿Entonces por qué no simplemente me pediste dinero por ella?! ¡Con lo que vale podrías haber contratado asesinos que mataran a esta sabandija por ti y te habría sobrado bastante! -

- Porque Goroth no era una sabandija tan fácil de matar y habría podido escaparse en el túnel al primer error que cometieran esos mercenarios. - Respondió el Viejo Orco: - Pero tú no eres un humano normal, Necromante. Tenía el presentimiento de que no fallarías. Y tenía razón.

Además, algunas cosas valen más que el dinero y la venganza es una de ellas. ¿No estás de acuerdo? -

Bryan no dijo nada, pero maldijo al Viejo Orco en silencio, así como el hecho de que por algún motivo este ser repulsivo siempre conseguía sacar lo peor de él.

*****

El camino de regreso no fue agradable y Bryan tuvo que luchar constantemente con las ganas de matar al Viejo Orco. Por fortuna esta repulsiva criatura tenía un talento para encontrar rutas en las montañas que incluso superaba al instinto de Trunks y por eso no se tardaron mucho en encontrar el camino de regreso.

Una vez en la tienda, el Viejo Orco le pidió que esperase y desapareció por una trampilla, para luego regresar con un tazón de agua que contenía una planta similar a una caña enroscada alrededor de una roca, con nueve hojas plateadas y un tronco que parecía hecho de hielo sólido. Bryan entonces sacó con cuidado uno de los viales que le sobró cuando hizo los recipientes para contener el Elixir de Juventud y guardó con mucho cuidado la Dracaena Escarchada junto con el agua de Gjöll, tratando de que ni una sola hoja se lastimase.

Luego el Viejo Orco cumplió su palabra y le trajo algunas hierbas mágicas que eran bastante valiosas, entre las cuales se destacaban doce Flores de Amatista, tres Hongos Dorados y varias bayas extrañas que no supo identificar.

- ¿Satisfecho? - Preguntó el Viejo Orco y Bryan tuvo que asentir de mala gana: - Pues entonces te avisaré si tengo más encargos, Necromante. Y no te preocupes… ¡Me aseguraré de que las recompensas sean buenas! -

- Pues gracias. - Respondió Bryan con ironía y estaba a punto de guardar todo en su Anillo Espacial cuando de pronto la puerta de la tienda se abrió apresuradamente para dar paso a una mujer seguida por dos hombres que le servían como escoltas.

- ¡¿Pero qué clase de suerte es esta?! ¡¿Tú otra vez?! - Exclamó la Dama Cecilia cuando lo reconoció y lo miró enfadada.

La más hermosa de los Grandes Maestres del Manto Oscuro vestía una hermosa túnica morada y un velo de encaje que la hacía parecer una reina de la noche, aunque seguramente podría ocultarse fácilmente de la vista con sus increíbles habilidades para las ilusiones. Los hombres detrás de ella parecían ser personas bastante fuertes por derecho propio y le daban a Bryan la misma sensación que el Ejecutor Fortunato de Lawrence.

Bryan estaba un poco sorprendido de verla ahí. Por fortuna esta vez no estaba utilizando su magia de compulsión para intentar fascinarlo, así que no tenía motivos para ser hostil hacia ella, pero decidió evitarse problemas y comenzó a llevarse la bandeja con hierbas para que Cecilia no lo viese, mientras trataba de organizarse. Pero evidentemente una persona tan inteligente como ella se dio cuenta inmediatamente a pesar de no tener poderes sobrehumanos y su mirada se llenó de amargura.

- Hola nuevamente a mi humilde tienda, joven señora. - Dijo el Viejo Orco con un tono que podría pasar como uno respetuoso, ya fuese porque Cecilia era una cliente regular o porque tuviese miedo de sus guardaespaldas: - ¿Hay algo especial que desees comprar? -

- ¡Él ya compró lo que yo quería! ¡Esta es la segunda vez! - Se quejó la Dama Cecilia frunciendo el ceño en dirección hacia Bryan y con una cierta angustia.

El viejo Orco no sabía que decir, así que eligió retorcer sus manos en silencio y se retiró a la trastienda.

Mientras tanto Bryan estaba a punto de guardar sus cosas, cuando de pronto tuvo una idea y se volvía hacia Cecilia con un tono bastante tranquilo para hacerle una pregunta: - Mi señora ¿Estás necesitada de alguna de mis hierbas? -

- Sabes bien que sí. -

- Entonces te propongo lo siguiente: Dime en dónde se encuentra la Dama Emily Asturias en este momento y si ya terminó su misión. Entonces yo te daré uno de mis artículos. -

La mirada de Cecilia vaciló por un momento, pero sus ojos se iluminaron al mirar la bandeja de Bryan y le preguntó: - ¿Hablas en serio? ¡¿De verdad me dejarás elegir?! -

Bryan asintió y le mostró los ingredientes mágicos: - Te dejaré elegir uno! -

- ¡Quiero la planta que guardaste en ese vial! - Dijo inmediatamente Cecilia pidiendo la Dracaena Escarchada, pese a que Bryan la había escondido hábilmente antes de volverse.

Maldita sea. ¡Seguramente también tiene una memoria Eidética! ¡No puedo creer que le bastara una mirada para recordar todo lo que tenía!” Pensó Bryan luchando para que la comisura de sus labios no vacilara y revelara su irritación. Pero finalmente no pudo aguantar responder con bastante mal humor: - Olvídalo. ¡Cancelo la transacción! -

Bryan quería ver a Emily desde que regresó del Bosque Oscuro, pero no sabía si esta había terminado la misión en el extranjero que tenía con Cecilia la última vez que se despidieron. Tampoco podía preguntar demasiado en el Manto Oscuro para no despertar demasiadas sospechas sobre su relación. Sin embargo, su principal deseo era entregarle un Elixir de Renacimiento, algo que no era demasiado urgente en ese momento, así que Bryan no tenía demasiada urgencia por verla más allá de sus sentimientos personales.

En cambio, la Dracaena Escarchada de Gjöll era un objeto increíblemente valioso y dificilísimo de conseguir, porque solo crecía en los ríos que llevaban a los reinos de los muertos y era muy raro que apareciesen en el mundo mortal, incluso en el inframundo. Tenía muchos usos que lo hacían un tesoro demasiado valioso.

- ¡¿Acaso eres un hombre sin palabra?! - Exclamó Cecilia después de quedar estupefacta por un momento.

- No llegaste a decirme lo que quería saber. - Respondió Bryan con indiferencia: - Así que no he roto mi palabra. - 

- ¡Necesito esa planta! ¡Es para una misión! - Reclamó Cecilia apelando a su relación con el Manto Oscuro.

- ¡Entonces debiste venir antes! - Comenzó a quejarse Bryan, pero finalmente decidió que tampoco convenía ignorar por completo a un Gran Maestre y correr el riesgo de enemistarse con una mujer peligrosa como Cecilia cuando realmente no era necesario, así que le hizo otra propuesta: - Esta bien, por el bien de tu misión puedo dejar que te lleves tres ingredientes. ¡Pero sin incluir la del vial, pues también es invaluable para mí! Sin embargo, te pido que me digas en dónde está la Dama Emily. -

Los ojos de Cecilia parecían expulsar chispas al mirarlo, pero finalmente asintió con amargura y miró a sus hombres para detenerlos, pues naturalmente estos comenzaron a mostrar hostilidad hacia Bryan al escuchar cómo le hablaba a su superiora. Sin embargo, los dos eran bastante disciplinados y sus expresiones se calmaron tan rápido que uno podría haber pensado que nunca se enojados en primer lugar.

- ¡Acepto, mocoso tacaño! - Dijo Cecilia con un gruñido y luego se adelantó para tomar dos Flores de Amatista y un Hongo Dorado como si temiese que Bryan volviese a cambiar de opinión. Luego le susurró: - Emily terminó su misión conmigo hace un par de semanas y luego se marchó a hacer una serie de diligencias que le pidió la Orden, pero dentro de unos días debería presentarse en Itálica. Y es que, a diferencia tuya, ella sí es una persona de buen criterio y aún no puedo imaginarme por qué te valora tanto. -

- Pues quizá ella vea cosas que tú no. - Respondió Bryan riendo entre dientes: - Pero muchas gracias por la información. -

Ahora se sentía bastante tranquilo, porque estaba pensando en regresar a Itálica una vez que confirmase algunas cosas, así que seguramente ni siquiera tendría que buscar a su querida amante, porque ella misma se encargaría de ponerse en contacto con esa previsión suya tan maravillosa.

Bryan guardó todos los ingredientes en su Anillo Espacial, ignorando olímpicamente la mirada acusadora de Cecilia que hasta el último momento intentaba hacerle sentirse culpable. Pero cuando estaba punto de despedirse, se escucharon varios pasos que se aproximaban y poco después una voz rugió.

- ¡Muy bien señorita! ¡Somos de la Banda de Drakar y ya sabemos que estás ahí! -

De inmediato los guardaespaldas de Cecilia se prepararon para el combate y Bryan envió a sus Espectros Oscuros para confirmar que había casi una docena de Mercenarios de Drakar ya estaban rodeando la tienda del Viejo Orco con el claro objetivo de evitar que nadie pudiese salir sin ser visto. Incluso traían consigo algunos arqueros.

- ¡Maestra, están rodeándonos! - Advirtió uno de los guardaespaldas de la Dama Cecilia, que, aunque no poseía sentidos sobrenaturales eran capaces de adivinar muy bien lo que sucedía afuera.

La Dama Cecilia les hizo un gesto tranquilizador y avanzó resueltamente hacia la puerta, entreabriéndola lo suficiente como para poder hablar sin exponerse a que los arqueros pudiesen apuntarle. Entonces preguntó con un tono completamente calmado, que demostraba su sangre fría en las situaciones de tensión: - ¿Qué significa esto? ¿Es así como la Banda de Drakar trata a los comerciantes ahora? -

- Tratamos bien a todos los comerciantes, pero solo cuando siguen nuestras reglas. ¡Ustedes se han infiltrado por otros medios! - Respondió el heraldo de los mercenarios que tenía una expresión severa y fue directamente al punto.

Aparentemente Cecilia y sus guardaespaldas no habían entrado de la forma oficial sino por alguna ruta secreta. Esto no parecía tener mucho sentido porque a Cecilia no tendría que haberle costado conseguir permiso con sus habilidades, pero seguramente tendrían sus razones para entrar de esta manera.

- ¡Es la primera vez que se dan cuenta! - Se quejó Cecilia con un susurro malhumorado: - Sabía que la seguridad estaba un poco elevada por la última pelea que los mercenarios tuvieron en esa mina… ¡Pero no esperé que fuera tanto! -

- Bueno, murieron muchos. ¡Sería extraño que no lo fuera! - Le dijo Bryan en secreto y acercándose a ella: - ¿Y por qué entraron de esta manera? -

- Porque tenemos mucha prisa por tomar algo e irnos, aunque para el resto del mundo se supone que no estamos aquí. ¡No puedo dejar que existan registros míos durante este mes tan crucial! - Respondió Cecilia irritada como una gata enfadada.

El gesto de la joven divirtió tanto a Bryan que sin darse cuenta se movió para reír y entonces el contorno de su rostro fue visto por el mercenario del exterior a través del resquicio de la puerta.

- ¡Maese Bryan! ¡No sabíamos que estaba usted aquí! - Dijo el mercenario adoptando un tono inusualmente respetuoso e incluso un poco reverencial: - El Jefe Dálibor quiso invitarlo inmediatamente a parlamentar para cumplir con nuestro acuerdo en el momento en que le informaron que usted estaba aquí, pero no pudimos encontrarlo. ¡Por favor tenga cuidado con esas personas sospechosas! -

En ese momento Cecilia se volvió para mirarlo y estaba tan sorprendida que por un instante no pudo evitar que las emociones que sentía se evidenciaran en su mirada: Hasta donde ella sabía Bryan era un miembro del Manto Oscuro de nivel medio y bastante insolente; en cambio Dalibor era un lunático violento con tendencias homicidas e increíblemente desconfiado y (sobre todo) difícil de complacer. ¡No podía imaginar por qué motivo estas dos personas estarían en buenos términos!

Sin embargo, justo al final Bryan notó que Cecilia concebía una idea astuta, pero antes de que pudiese reaccionar, la mujer ya estaba entrecruzando sus brazos con el suyo en un gesto bastante íntimo y sonrió seductoramente mientras abría la puerta de par en par para que todos en el exterior pudiesen ver lo que ocurría.

- Pero señor heraldo, debes haberte equivocado. ¡Esta persona y yo vinimos juntos al Valle del Sol! -

Bryan se quedó pasmado por un instante, pero antes de que pudiese replicar o decir algo, sintió que Cecilia lo pellizcaba y la escuchó susurrar: - ¡Estamos en una misión y tú eres un miembro del Manto Oscuro! ¡Si no me ayudas ahora le diré a Cándido que desobedeciste una orden directa de la líder de la división de espionaje en el extranjero! -

- ¡No estamos en el extranjero! -

- ¡Es la frontera! ¡Básicamente es lo mismo! -

- ¡Lo que me estás pidiendo en este momento es un gran favor! - Enfatizó Bryan esforzándose porque su expresión no revelase nada a los mercenarios del exterior.

- Y tú vas a hacerme este “gran favor” para que yo me olvide de todas las groserías altaneras que has tenido conmigo desde que nos conocimos ¿Verdad? - Preguntó Cecilia con un tono peligroso.

- ¡Estimado Heraldo! ¡Estas personas son mis amigos y han venido conmigo! - Exclamó Bryan inmediatamente con una sonrisa extremadamente cordial mientras salía de la tienda llevando consigo a Cecilia como si se tratase de una amante e incluso colocó una de sus manos sobre las caderas de la joven para reforzar la ida de que eran novios: - Puedo responder por ellos y estoy dispuesto a pagar cualquier monto que deseen con tal de que dejemos pasar este asunto. ¿Qué les parece si lo converso directamente con su líder? -

Lo cierto es que, aunque fingía indiferencia, una parte de él se sentía bastante preocupado de tener una enemistad con una persona tan importante en la Jerarquía del Manto Oscuro, sobre todo porque se trataba de una amiga de Emily y podría acabar descubriendo la verdadera naturaleza de su relación incluso más fácilmente que alguien como Cándido.

Si con este gesto podía enterrar el hacha de la guerra con ella, bien valía la pena hacerlo.

Además, la figura de Cecilia era bastante hermosa incluso cuando no estaba usando su magia de seducción o alguna de sus compulsiones, así que se sentía bastante bien que apretase su cuerpo contra el suyo de esa manera.

- No Maese Bryan, no hablemos de multas o esas cosas. ¡Has salvado la vida de muchos de los nuestros! ¡Somos nosotros quienes te pedimos perdón por no reconocer a tus amistades! ¡No es necesario hablar de esto con el jefe Dálibor de esto!¡Discúlpenos por haberlo ofendido! - Dijo el mercenario bastante asustado y sus hombres guardaron sus armas incluso antes de que este se los ordenase.

- No hay ofensa alguna. - Le aseguró Bryan cordialmente: - ¿Está bien que nos retiremos? -

- ¡Por supuesto! - Dijo el mercenario y ordenó a sus hombres: - ¡Vámonos! ¡No tenemos nada que hacer aquí! -

Poco después los hombres de la Banda de Drakar saludaron respetuosamente a Bryan y luego se marcharon a toda prisa.

Dracaena Escarchada de Gjöll en el Vial

Nota del Traductor

Hola amigos, soy acabcor de Perú, es 30 de noviembre del 2022.

Desde el jueves estoy sufriendo un terrible resfrío y hace poco me hice una prueba que confirmó que vuelvo a tener el Covid, aunque parece ser una de esas nuevas variantes así que no creo que mi vida peligre. Sin embargo, definitivamente me ha fastidiado bastante y en este momento estoy muy mareado.

En el original de este capítulo lo único que sucede es que Bryan promete ayudar a Trunks y luego se va a la tienda del Viejo Orco donde compra cosas hasta ser sorprendido por Cecilia y luego por los mercenarios. En pocas palabras, pasan muy pocas cosas.

Bueno, yo comencé haciendo los diálogos un poco más serios y solmenes, enfatizando el sufrimiento de Trunks y su voluntad de vengarse. También cambié los nombres de los integrantes del Imperio Kasi para algunos más inspirados en el Imperio Bizantino, como una oposición al Itálico, que he inspirado en Roma. Luego aceleré un poco las cosas para que Trunks se tomase de una vez el elixir de juventud, pero cambié algunas cosas, porque en el original Bryan también se lo da a todo el grupo de Odiseo. Y eso no tiene mucho sentido, digo, se supone que es una sustancia demasiado valiosa como para repartirla de ese modo, sin que haya primero alguna motivación. De hecho, agregué los daños en el cuerpo de Trunks precisamente para justificar que Bryan le de ese precioso regalo que solamente estaba guardando para los más cercanos.

Luego vemos la escena del Viejo Orco en el que Bryan solamente compraba cosas y al final paga mil monedas de oro por una hierba que en el original se llama “flor de cristal de jade”, porque parece que los chinos están obsesionados con el jade y todo ingrediente importante tienen que ser un loto de jade, fruta de jade, flor de jade… Y lo siento, pero no dejo de pensar que al final el jade es bastante inferior a la esmeralda en belleza, si bien entiendo que no son el mismo tipo de mineral, pero las joyas hechas con esmeralda siempre se verán mucho mejor. No entiendo la obsesión que tienen con el jade.

Bueno yo cambié el nombre de la planta por un arbusto que me inventé y el río Gjöll en el que crece es uno que pertenece a la mitología escandinava. Y lo hice precisamente por los motivos anteriores.

Luego realicé una aventura en el atardecer que está inspirada en el videojuego Shadow of Mordor porque me parecía que el capítulo era demasiado corto y además quería que no adquiriese la valiosa hierba sin ningún tipo de dificultad. Así que agregué esa mini búsqueda para asesinar al orco.

Cuando regresan ocurre el reencuentro con Cecilia como en el original, pero yo he atenuado los diálogos y los modifiqué para hacer todo menos infantil, porque la verdad es que toda esa escena está planteada como un nuevo berrinche de niña y eso hacer que uno se pregunte: ¿Por qué ella es una Gran Maestre? Yo mismo le agregué la habilidad para hacer magia de compulsión porque en el original no tenía ningún rasgo remarcable salvo su belleza.

Por todo esto puse énfasis en la parte en que muestra sangre fría, también poseer una memoria eidética y sobre todo la capacidad para imponer su voluntad sobre Bryan en el momento correcto, sin llegar a ser autoritaria por ello.

De nuevo me disculpo si hay algunas incoherencias, pero los medicamentos que estoy tomando son muy fuertes y estoy bastante mareado. Mis lectores del Beta dicen que quizá hay algunas cosas que no deberían estar ahí y sinceramente no estoy seguro.

Pero déjame saber tu opinión en los comentarios: ¿Hay incoherencias? ¿Hubo escenas que estuvieron de más? ¿Quizá debí omitir la aventura con el Viejo Orco? ¿Tal vez algunos de los acontecimientos estaban mal? ¿Qué fue lo que más te gustó?

Como siempre te pido que me ayudes señalando cualquier error que se me haya pasado, por favor compartan este proyecto con más personas. Y si es posible ayúdenme con donaciones a mi Cuenta Patreon para que pueda comprarme remedios.

¡Nos vemos en el siguiente capítulo!