299 Punto de Inflexión

En los alrededores del Valle del Sol.

Al amanecer la Mina de Mithril ya no existía y lo único que permanecía eran escombros acumulados o cadáveres enterrados. Los mercenarios de ambos bandos habían quedado bastante heridos, tanto física como anímicamente, de modo que nadie tenía aún la energía para intentar recuperar los cuerpos de sus compañeros. Sin embargo, no faltaría mucho antes de que enviasen las primeras partidas de hombres en su búsqueda. Aunque mucho más rápidos serían los llamados “carroñeros”, las siempre presentes sanguijuelas que constantemente estaban a la espera de que alguien perdiese la vida en los alrededores del Valle del Sol para robar sus pertenencias. Ellos seguramente llegarían en las próximas horas.

Pero no era por esto que Egon tenía prisa. Tanto carroñeros como mercenarios eran afortunados de no haberse presentado en el lugar hasta ahora, pues el Gran Mago los habría aplastado con sus poderes de inmediato, hasta convertirlos en manchas sanguinolentas. Daba igual de quién se tratase. El terrible anciano estaba luchando con una cólera demasiado profunda como para molestarse en diferenciar entre amigos o enemigos.

Era precisamente esta ira lo que le hacía sentir impaciente. Y si no fuese porque Belinda era una aliada demasiado importante, ya estaría gritándole despóticamente para que se apresurase con su análisis del terreno. Afortunadamente consiguió dominarse y se repitió varias veces que la alquimia era un arte que funcionaba a su propio ritmo, de modo que acelerar las cosas podría ser contraproducente.

¿Por qué Egon estaba tan enfadado?

Para empezar, había perdido a casi cien Sardukar. Afortunadamente se trataba de un número pequeño y, teniendo en cuenta las circunstancias, era una cantidad de bajas aceptable. Ese no era el motivo de su enfado.

Tampoco lo era el haber perdido la Mina de Mithril Blanco. Es verdad que le habría encantado llevarse ese mineral al Culto de Caelos, pero su destrucción también significaba que el Templo de Idramón no se lo había llevado. Así que toda la operación podía venderse como un empate que se inclinaba a su favor.

Perder la oportunidad de chantajear a Dalibor por haberle pedido su ayuda era molesto, pero se trataba de un objetivo apresurado que decidió en el último momento. Además, no faltarían las oportunidades en el futuro, porque las pérdidas de la Banda de Drakar también fueron muy grandes en esta oportunidad.

Lo que realmente enfadaba a Egon era la certeza de que un tercero se había aprovechado de él para escabullirse y explotar la mina. ¡Lo habían utilizado! ¡A él! ¡Al temible Egon, Gran Mago del Culto de Caelos!

Era él quien usaba a los demás. Todos los demás tendrían que ser piezas de ajedrez en un tablero siempre dispuesto según sus designios. La sola posibilidad de servir a los propósitos de otro, incluso como distracción, era insoportable para su orgullo.

- ¿Has encontrado algo? - Preguntó Egon mordiendo los dientes para que su tono no sonase demasiado irrespetuoso.

El Artefacto de Belinda

Belinda estaba controlando un artefacto muy curioso que tenía la forma de tres esferas metálicas unidas por una especie de cadena, el cual levitaba su alrededor y emitían ondas de magia. Era su última invención para detectar elementos extraños en el entorno, así que seguramente habrían captado algo.

- No, no hay evidencia de ningún artefacto mágico. - Dijo la Alquimista: - Aunque tampoco tenía la esperanza de encontrar uno. El Mithril Blanco es muy resistente a la magia y si esa mina realmente lo contenía, no habría explotado de ese modo ni con el conjuro de un Mago Supremo de Fuego. -

- ¡Es imposible! - Replicó Egon: - Tiene que haber sido un artefacto. -

- Pero entonces, tú lo habrías detectado Maestro Egon. -

- Quizá sea una magia que no conocemos o un pergamino antiguo. -

- El Mithril Blanco igual lo hubiese bloqueado. - Respondió Belinda suspirando bajo su velo y explicó su teoría: - Hay dos posibilidades. La primera es la que propones: Un artefacto mágico tan superior que ninguno de los magos, incluido usted, pudiese detectarlo. Pero eso también significaría que los informes de Mithril Blanco eran falsos y estuvimos haciendo todo esto por nada. -

- ¿Cuál es la segunda posibilidad? -

- Que la persona supiese exactamente cuáles son las propiedades del Mithril Blanco y preparase algún tipo de explosivo que no depende de la magia. -

- ¿Existe algo así? -

- Hay algunas formas… Pero eso también nos plantea un problema: ¿Quién haría esto? Ni siquiera Dalibor sabía sobre el Mithril Blanco y si lo hubiese sabido, nos lo hubiese vendido a un mayor precio. Lo mismo ocurre con todos los demás poderes del Valle del Sol: Cualquiera habría querido reclamarlo, no destruirlo. -

- Tenemos un enemigo desconocido. - Asintió Egon: - Pero ¿quién tendría el valor para desafiarnos de ese modo? -

- ¿Qué hay de Bryan? - Propuso Belinda llevando su mano a la barbilla: - Es habilidoso y sabemos que es miembro del Manto Oscuro, así que tiene acceso a ese tipo de información… Y muchas veces nos ha enfrentado abiertamente. -

Egon lo pensó por un momento, pero luego negó: - No, esa no es su forma de proceder. Ese joven se guía por el principio del beneficio y la única razón por la que se involucraría en este asunto es para robarse el Mithril Blanco.

Pero incluso él no podría acercarse sin que lo detectáramos anoche. Y aún si asumimos que lo consiguió de algún modo, jamás habría podido llevarse el mineral en secreto, porque el Mithril Blanco no puede ser guardado en un Anillo Espacial sin que haya resistencia. ¡Lo habríamos sentido! -

Lo que Egon no podía imaginar era que el Mithril Blanco ya había sido robado mucho antes de que sus superiores le ordenasen recuperarlo.

- ¿Y si tuviese la ayuda de un Mago de Tierra? -

- También me habría dado cuenta. - Dijo Egon suspirando: - La única forma de acercarse sin ser visto sería con un largo túnel, pero, aunque tuviese la ayuda de un mago lo bastante poderoso, este se quedaría sin oxígeno rápidamente.

Una cosa es controlar el elemento y otra muy distinta es hacerlo desde el mismo subsuelo, donde no hay aire en abundancia.

Además, ¿cómo podrían haberse orientado? Ni siquiera la precognición de ese joven le permitiría ver a través de la roca. -

- Supongo que tienes razón. - Asintió Belinda y miró a su alrededor: - Quien quiera que fuese debe haberse escapado rápidamente. Nuestros espías ya están vigilando las rutas de salida, pero nos ayudaría bastante saber en qué dirección debemos buscar. -

- Da igual quién sea, porque no podrá evadirnos para siempre. ¡Y juro que le haré pagar el precio de haberme humillado de este modo! - Juró Egon.

En ese momento el dúo llegó volando hasta el epicentro de la explosión. En cuanto aterrizaron, Belinda se inclinó en el suelo, recogió una pisca de polvo en un dedo y se lo llevó a la boca.

- Interesante, hay algo aquí… Una mezcla de azufre… Carbón y Salitre… ¡Polvo Deflagrante! ¡Maestro Egon, tengo una teoría! -

- ¡Habla! -

- Nuestro enemigo es natural del Imperio Kasi. - Explicó Belinda rápidamente: - Ellos usan un polvo negro para hacer espectáculos de luces. Creo que usaron varias cantidades del mismo para explotar la montaña. Es la mejor explicación, porque el Polvo Deflagrante no requiere de magia… aunque todavía no sé cómo nuestro enemigo consiguió una explosión tan grande... ¿Quizá lo comprimió de algún modo? -

- El Imperio Kasi… - Susurró Egon como si fuese una maldición: - Pero ¿quién se atrevería?... ¡Espera! ¿no es ahí donde se refugia el traidor de Odón Ascher? -

- Así es, Maestro Egon. -

- Y al ser un ex noble, tiene el conocimiento de lo que es el Mithril Blanco. -

- Cierto. - Asintió Belinda: - También es un estratega militar, así que podría haber diseñado una táctica que funcionase. Pero no entiendo qué ganaría al involucrarse con esto. -

- Eso no importa, es el mejor sospechoso que tenemos. Incluso si no lo hizo, bien podría ser cómplice del responsable. - Sentenció Egon sonriendo maléficamente: - Y de todos modos íbamos a matarlo en algún momento… ¡Hay que empezar los planes! -

- Entendido Maestro Egon. - Asintió Belinda.

- Pero seguramente ese maldito no actuó solo, Belinda. ¡Debemos vigilar durante los próximos días todo el perímetro del Valle del Sol para atrapar a sus cómplices! ¡Que nuestros hombres capturen a cualquiera que esté viajando rápidamente, sobre todo los caminos hacia el Imperio Kasi! -

Ambos asumieron de ese modo que Odón Ascher era el responsable y se marcharon a toda prisa… sin saber que el verdadero culpable estaba ahí mismo, diez metros bajo tierra.

*****

La cagué.” Pensó Bryan maldiciendo su situación actual: “¿Cómo se me ocurrió hacer esto? ¿De verdad me voy a morir por algo tan estúpido?

Lo cierto es que Bryan estaba siendo demasiado duro consigo mismo. El jamás había provocado una explosión con barriles de Pólvora y no tenía idea de la cantidad necesaria ni cómo se comportaba la onda expansiva. Al final, quienes se ocupaban de las operaciones mineras en su mundo eran, en efecto, auténticos profesionales con conocimientos bastante avanzados sobre física. Y pese a que él no sabía nada de esta ciencia de las explosiones, la verdad era que Bryan no cometió realmente ningún error.

En su mundo de origen, existía un buen número de aficionados que decidían usar explosivos para entretenerse y por eso llenaban con tannerita algunos artefactos, como hornos de microondas, lavadoras o hasta las puertas de un vehículo, con la idea de dispararles hasta que la sustancia detonara. Si esto se hacía bien, el resultado era bastante entretenido. Pero a veces los tontos cometían el gravísimo error de olvidarse que las explosiones se desatan en todas las direcciones, y si uno estaba muy cerca, podía fácilmente encontrar la muerte cuando alguno de los trozos del artefacto que estallaba los alcanzaba en el cuerpo.

En cambio, Bryan se aseguró de estar bien a cubierto y a una distancia de más de mil metros. Por seguridad cerró el túnel hacia la mina, bloqueando lo más posible la onda expansiva. Encima tenía al Zombi Élite de Tierra listo para protegerlo si el techo colapsaba.

Lo que nunca imaginó fue que la grieta en la que se estaba ocultando justo se encontraba encima de una serie de fisuras geológicas mucho más grandes, las cuales se abrieron de golpe cuando se produjo el deslave de rocas. Naturalmente los Espectros Oscuros podían atravesar el suelo y explorarlo, pero Bryan habría necesitado tener estudios avanzados en petrografía para reconocerlas.

Aun así, que el suelo desapareciese de repente no era un gran problema para alguien como Bryan, que se las había visto peores en su combate contra Vlad Cerrón. El problema era que, si en ese momento usaba sus poderes para escapar, existía la posibilidad de que alguien como Egon o algún mago habilidoso lo detectase. De modo que, por seguridad, eligió dejarse arrastrar temporalmente, para luego salir de cualquier embrollo usando los poderes de su Zombi de Tierra.

Lamentablemente en ese crucial momento fue golpeado por un enorme bloque de roca granodiorita, el cual cayó encima suyo debido al derrumbe del flanco de la montaña. Se trataba de simple mala suerte, pero las consecuencias fueron terribles. En primer lugar, acabó separado de sus criaturas, las cuales actualmente luchaban con los escombros para encontrarlo. Pero lo peor fue que la posición de su cuerpo cuando recibió el impacto no podía ser peor y no tuvo tiempo para acomodarse. Su espalda quedó torcida, se quebró varios huesos y su cráneo se rompió en varias partes.

Ahora tenía heridas que sangraban profusamente, el dolor era espantoso, no podía respirar por estar completamente enterrado y la presión de la roca lo aplastaba constantemente. Seguía vivo gracias a su resistencia física sobrehumana, pero por algún motivo la Esencia Mágica no lo estaba curando, aunque claramente podía sentirla fluyendo dentro de su cuerpo y absorbiendo las energías negativas de todos los muertos encima suyo.

Debe estar tratando de solucionar el problema ayudándome a romper el límite hacia el Reino de los Demonios Separados” pensó Bryan esperanzado, aunque la palabra pensar no era realmente apropiada, dado que en ese momento era incapaz de encadenar adecuadamente su tren de pensamiento debido al daño en su cabeza.

Así transcurrieron varias horas, pero la Esencia Mágica no lo curaba ni tampoco lo ayudaba a llegar al siguiente nivel. Pese a la contusión cerebral Bryan comenzó a darse cuenta de que algo raro sucedía y sus últimos pensamientos antes de perder el conocimiento para entrar en un estado de coma fueron: “Maldita perra traidora.

Unos minutos después el cuerpo de Bryan emitió un pulso de energía que movió el entorno y provocó un pequeño temblor. La gran roca que lo presionaba se deslizó ligeramente a un costado, creando una cavidad lo bastante grande para que se formase un espacio libre semejante a una cueva estrecha. Ahí fue a parar el cuerpo maltrecho de Bryan.

Entonces, de sus heridas comenzó a salir algo más que sangre.

Se trataba de una sustancia viscosa, oscura como la brea y de un olor fuerte que se movía como si tuviese conciencia propia. Era nada menos que la Esencia Mágica de Bryan, la cual finalmente tenía la oportunidad de lograr su tan anhelado deseo.

Este líquido maligno había esperado con mucha paciencia a que llegase el día en que su anfitrión estuviese lastimado hasta un punto en que no pudiese defenderse, pero al mismo tiempo su vida no peligrase. Y es que en ese punto el destino de la Esencia Mágica estaba completamente atado al de Bryan, de modo que, si este moría, la sustancia negra desaparecería con él.

Ahora Bryan estaba inmovilizado por sus heridas, pero lo más importante era que su cerebro, el centro mismo de su voluntad, se encontraba bastante lastimado. ¡Qué difícil era conspirar contra alguien que podía detener cualquiera de sus acciones con un pensamiento! Pero justo ahora su víctima era incapaz de hacer incluso eso. Originalmente la sustancia habría recurrido a una sutil influencia sobre el cerebro de Bryan que se incrementaría gradualmente hasta el punto de dominar sus pensamientos, pero esa maldita Fuerza Mental lo volvía casi inmune a su voz tentadora y desde que obtuvo ese cuerpo semi divino se volvió muy difícil manipular sus pensamientos.

Ahora finalmente había llegado el momento. Estuvo esperando mucho a que Bryan llegase al límite del Reino de los Demonios Separados, porque precisamente en ese nivel la propia personalidad del mago demoníaco se erosionaba hasta dividirse y su conciencia quedaba más vulnerable que en ningún otro momento. La clave estaba en poseer al Infante Sanguinario, justo antes de que comenzase el cambio, porque se trataba del doble yo de Bryan y controlarlo era lo mismo que controlar la vida de su anfitrión. Además, estaría más cerca de liberarse de ese estado lamentable en el que no podía ver, oír o hablar. Sólo podía sentir a Bryan y ya había tenido suficiente de eso.

Pero primero debía asegurarse de que el cerebro de Bryan no despertase, así que se dirigió rápidamente hacia las heridas de la cabeza para acceder desde el exterior, porque de ese modo no tendría que lidiar con las defensas de la Fuerza Mental.

La Esencia Mágica iba a practicar una lobotomía a su anfitrión.

Lamentablemente, como no podía ver, la sustancia viscosa no se dio cuenta de que algo había cambiado en el ambiente. La cueva improvisada y completamente oscura de pronto se iluminó con una luz tenue, que sin embargo llegaba a cada rincón sin producir sombras.

- Detente ahí. - Dijo una voz pueril.

La Esencia Mágica se detuvo de golpe. No tenía oídos ni debería poder escuchar. Pero de algún modo había escuchado. Se daba cuenta de que alguien se encontraba ahí y que esa persona la estaba mirando.

En efecto, si hubiese un humano cerca, habría visto a un niño sentado sobre una piedra, jugando con sus dedos, sin mirar a nada en particular. Entonces el niño misterioso se levantó y comenzó a caminar hacia Bryan, pero estaba observando a la sustancia como si se tratase de un viejo conocido.

La cueva improvisada y completamente oscura de pronto se iluminó con una luz tenue por la presencia del niño misterioso.

- Lo siento, pero no vas a hacer eso. -

La Esencia Mágica se sacudió violentamente. Era increíble cómo, pese a no tener un rostro para expresarse, de algún modo era evidente la increíble frustración, ira y miedo que estaba sintiendo esta extraña sustancia.

Sin embargo, lejos de inmutarse, el niño simplemente sonrió.

- Si, claro que te entiendo. Estás frustrado. ¡Tus motivos tienes! Llevas siglos intrigando, haciendo todo tipo de cosas terribles y sacrificando todo (y a todos) para conseguir tus objetivos…. ¡Solo para que otro termine llevándose los beneficios! - Dijo el niño riéndose de buena gana: - ¡Perdón! Se que comencé diciendo que comprendo tu frustración. ¡Pero tú también reirías si supieses lo patético que te vez en este momento! -

La sustancia negra se sacudió violentamente como si tuviese un ataque de ira. Entonces pareció tomar una decisión y se lanzó rápidamente hacia las heridas de la cabeza de Bryan. Pero en ese momento…

- Todo este tiempo y aún no aprendes a buscar broncas con más cuidado. - Dijo el niño chasqueando los dedos.

El mismísimo tiempo se quedó congelado: La Esencia Mágica, el Bryan herido, el Pequeño Esqueleto y el Zombi de Tierra que estaban luchando por llegar hasta ahí, Egon y Belinda en el exterior, los países e imperios de Vathýs… Todo se quedó paralizado.

Lo único que podía moverse en ese mundo congelado era el niño sonriente, el cual levantó la mano. Y entonces la sustancia negra comenzó a salir del cuerpo de Bryan, como un gran río que fluyó por completo hasta la palma de la pequeña mano de ese niño. Ahí se fue concentrando en contra de su voluntad hasta quedar convertida en una especie de esfera negra. ¡La propia fuente del inmenso poder demoníaco de Bryan había sido extraída con absurda facilidad y ahora estaba en manos del niño!

¡La propia fuente del inmenso poder demoníaco de Bryan había sido extraída con absurda facilidad y ahora estaba en manos del niño!

El pequeño parpadeó y el tiempo comenzó a correr solamente para la sustancia negra, que comenzó a sacudirse con claro terror, pero no podía salir de la palma del niño sin importar lo que hiciese. Este la miró un instante antes de continuar: - Dije que no harías eso, no te estaba preguntando o dando sugerencias. Será mejor que no me desafíes, porque por más miserable que pienses ser ahora mismo, créeme cuando te digo que puedes estar peor. Mucho peor. ¿Crees que sabes lo que es el dolor? - 

En ese momento algo comenzó a pasar con la sustancia en la palma del niño, porque sus sacudidas se incrementaron tanto que era evidente que no se trataba de la voluntad de la Esencia Mágica, sino que estaba experimentando un gran sufrimiento. Eso también debería ser imposible porque la sustancia no tenía nervios, pero de algún modo estaba experimentando una tortura terrible.

- Seguro que piensas que es mejor morir que llevar la existencia que ahora mismo tienes. Pero eso sería cierto solamente si fueses inocente. Incluso si desapareces, tu sufrimiento no habrá hecho más que empezar. Vas a pagar absolutamente por todo lo que has hecho. Cada cosa, hasta lo más insignificante. - Susurró el niño mirando a la sustancia con clara severidad: - Al menos estando con Bryan podrías expiar un poco de esa inmensa montaña de porquería que llevas encima y quizá acabar con una eternidad un poco menos... violenta. Piénsalo bien, porque ya me he cansado de ti por completo. -

El niño comenzó a caminar hacia Bryan, llevando consigo a la sustancia negra que parecía disminuida, derrotada y sobre todo desesperada.

 - Puedo sentir tu decepción. - Dijo el niño sonriendo con ironía: - Y sobre todo tus celos. Ahora que lo pienso en este mundo también había alguien muy parecido a ti. Como si fuesen dos gotas de agua. Estaba tan desesperado por verme o por lo menos escuchar mi voz. ¿Puedes imaginártelo? Cada vez que no se dedicaba a intrigar para destruir la realidad en su locura, se dedicaba a ofrecerme sacrificios y realizaba oscuros rituales en mi nombre. - Entonces soltó un suspiro apático: - Pero da igual lo que haga, porque nunca pienso elegir a ninguno de ustedes. Ni tampoco portarán mi marca.

La triste verdad es que, si realmente hubiesen querido verme, tendrían que haber empezado por volverse más interesantes. -

El niño apuntó hacia Bryan y la Esencia Mágica fue obligada a regresar al interior del cuerpo de su anfitrión, introduciéndose en las heridas de Bryan. Luego se escuchó un chasquido de dedos y el tiempo volvió a correr con normalidad. La extraña luz que iluminaba el entorno también se apagó y la figura del niño se desvaneció en las tinieblas.

*****

Región de Lumbardéa en las proximidades de Lago Brumoso.

Casio Querea, uno de los Centuriones de la Legión Auxiliar 19, miró al cielo del amanecer aún cubierto por su manta, ya raída y desgastada por las largas nubes de la noche pasada. Entonces dijo:

- Hoy saldrá un día claro y el sol lucirá con fuerza. ¡Quizá incluso se lleve todo este maldito frío matinal! Espero que el invierno aún se resista un poco más antes de llegar. Me alegro. A mí dadme luz y calor: el sol me alimenta el ánimo. -

Druso no estaba seguro de que aquello fuera tan positivo.

- No sé - empezó: - A mí esto no me hace presagiar nada bueno. Con el buen tiempo nuestro querido Prefecto tendrá ganas de entrar en combate y visto lo visto, creo que lo mejor habría sido enviar exploradores primero para confirmar lo que está pasando. Sigo pensando que es absurdo que ocurra una rebelión en estos lares. -

Casio hizo una mueca y quiso rebatir aquellos argumentos, pero no acertaba bien cómo defender su optimismo.

- Quizá - insinuó: - nuestro Prefecto sea mejor comandante que administrativo. Podría sorprendernos demostrando una buena estrategia en el lugar. -

- Puede ser - Respondió Druso poco convencido: - Pero desde luego no es muy religioso. Dijo que quiere que reprimamos la rebelión atacando apenas veamos al enemigo. Y sin embargo nos hizo salir de la fortaleza sin llevar a cabo todos los sacrificios necesarios. Mi padre me contó que los Cónsules nunca salen de la ciudad hasta cumplir bien con todas las ofrendas a los dioses, siguiendo al pie de la letra lo que dicta el pontífice máximo y las sagradas costumbres; al menos eso se cuenta. -

- No pensaba yo que fueras hombre religioso, Primer Centurión. -

- Y no lo era, pero la experiencia de vida hace a uno recapacitar, meditar, pensarse las cosas. Muchos dicen que el no seguir bien el orden de los sacrificios podría distanciarnos de nuestros dioses y este día realmente me gustaría sentir que nos acompañan. -

Casio Querea negó con la cabeza.

- Yo no creo tanto en esas cosas. No digo que no se deban hacer las ofrendas, pero no creo que estemos abandonados. En fin, no sé, quizás el Prefecto resulte un buen general… -

- ¿Quizá? - Le interrumpió Druso: - ¡Más nos vale! No te confundas Centurión Querea, con o sin dudas, nos dirigimos a combatir. Tal vez sea una rebelión diminuta, pero sigue siendo un conflicto y en un conflicto nada está escrito en piedra. Cualquier cosa puede pasar. -

- ¡Silencio ahí! - Ordenó el Prefecto Lucio Voreno que cabalgaba en frente de ellos.

Tras una hora de marcha llegaron al primer poblado de pescadores en los alrededores del Lago Brumoso, en donde supuestamente había estallado la insurrección. Pero lo que vieron fue que los habitantes estaban realizando sus actividades diarias como de costumbre y el jefe de la aldea los recibió con alegría, pensando que se trataba de una inspección, aunque se asustó un poco cuando finalmente se dio cuenta de la gran cantidad de legionarios que estaban llegando. Aun así, no había ni la más mínima señal de una rebelión.

Las sospechas de que la carta era falsa parecieron confirmarse y la idea de que el Prefecto había sacado a toda la legión para nada se comenzó a afianzar en la mente de todos los oficiales. Lucio Voreno estaba tan enojado que casi ordena que torturen a algunos pobladores para saber si estaban mintiendo, pero afortunadamente conservó la cabeza y se limitó a preguntar si es que alguien había visto u oído algo sospechoso.

- Si señor. Habrá notado que aquí solo hay lomas y no montañas, por lo que el terreno es bueno para pastar ovejas. - Dijo el jefe de la Aldea y señaló hacia las estribaciones de la cordillera que seguía el curso de la orilla del lago: - Pues verá, en el margen occidental del Lago Brumoso hay otra aldea que se dedica a cortar madera de pino, la cual es muy buena para hacer botes, pero su territorio es más montañoso, así que no tienen suficiente pasto para ovejas. Es por eso que siempre andan cortos de hilo para pescar.

- ¿Y por qué pierdes mi tiempo contándome eso? - Dijo Voreno un poco más brusco de lo que quería porque todavía se estaba recuperando de la resaca.

El jefe de la Aldea mostró una expresión de disgusto, pero no dijo nada al respecto y continuó su relato: - Ellos intercambian su madera por nuestros hilos. Tendrían que haber venido a vernos hace dos días, pero nadie escuchó algo de ellos. Hoy iba a enviar a uno de mis hijos a investigar. Eso es todo. -

- Ya veo. - Respondió Lucio Voreno: - Entonces iremos a investigar. -

- No debería ir ahora, señor. - Advirtió el jefe de la Aldea: - El Lago Brumoso se llama así porque cuando sale el sol por la mañana una niebla muy espesa cubre todo el espacio entre la costa y las montañas. No van a poder ver nada. -

- El ejército no se detiene por una bruma. - Contestó Lucio Voreno sin mirarlo: - Además, hay un solo camino pavimentado que discurre entre las montañas y la costa. Así que es imposible perderse. -

- Mejor espere a que pase el medio día. - Insistió el jefe de la Aldea: -hablo en serio cuando digo que la neblina es espesa. Además, podemos ofrecerle algo de nuestro café para cortar esa resaca que tiene. -

Lucio Voreno abrió los ojos con furia porque pensó que el jefe de la Aldea lo estaba insultando y casi lleva su mano hacia la espada que tenía en el cinto. Lo que en realidad sucedía era que el Prefecto no se daba cuenta de lo evidente que era su estado porque últimamente siempre estaba así, solo que nadie se atrevía a criticarlo. Pero Druso se dio cuenta de lo que estaba pasando y rápidamente se interpuso entre ambos para prevenir una desgracia, mientras se despedía con una sonrisa:

- Muchas gracias por su cooperación. -

El jefe pareció intuir que algo sucedía, así que hizo una reverencia y se marchó rápidamente.

- No hagas cosas innecesarias, Primer Centurión. - Se quejó Lucio Voreno en cuanto estuvieron solos: - Yo decido si castigo la insolencia de los civiles, no tú. -

- Con todo respeto, mi Prefecto. - Respondió Druso armándose de valor: - Castigar civiles es el deber de los Pretores. - Y añadió antes de que Voreno pudiese decir nada más: - Además, ese hombre no quiso ofenderle. Todo el mundo puede darse cuenta de que ha estado bebiendo porque ni siquiera se ha afeitado, sus ojos están rojos y sigue moviéndose como si estuviese mareado. -

Se hizo el silencio, todos los oficiales alrededor se quedaron mirando con la boca abierta al Primer Centurión que se había atrevido a decirle la verdad en la cara al Prefecto.

Lucio Voreno lo miró con ojos asesinos y dijo: - Te has ganado treinta azotes cuando regresemos. No voy a permitir que nadie cuestione mi autoridad, Druso. -

- Comprendido, mi Prefecto. - Respondió Druso devolviéndole una mirada sin miedo y respondiendo marcialmente, para demostrar lo equivocado que estaba el Prefecto al pensar que cuestionaban su autoridad. Era una advertencia sincera.

- No creas que tu amistad con Bryan el Necromante será suficiente para que no te degraden, Primer Centurión. -

- Yo nunca creería eso, mi Prefecto. Pero si creo que deberíamos despachar exploradores más adelante, si lo que desea es hacer una expedición punitiva. -

- ¡Silencio! - Ordenó el Prefecto mientras se dirigía a su caballo: - ¡Hora de partir hacia la costa occidental del Lago Brumoso! -

El resto de Centuriones seguía dudando, pero el Prefecto no tenía ganas de escuchar a nadie y decidió montar sobre su caballo para demostrar su decisión. Pero estaba tan mareado por la resaca, que el animal se puso nervioso por la forma en que tiró de las riendas, de modo que relinchó y alzó sus patas delanteras, agitándose de forma extraña. Lucio Voreno luchó por mantener el equilibrio sobre su caballo, pero el animal se alzó tanto que apenas tenía forma de sostenerse sobre la silla y, al fin, el Prefecto de la Legión 19 cayó al suelo.

El golpe sobre la tierra dura de Lumbardéa fue doloroso, pero al menos Lucio Voreno no se permitió ni el más mínimo de los quejidos y se incorporó rápidamente con la intención de subirse de nuevo al animal, que ya estaba siendo sujetado por dos legionarios.

Sin embargo, el daño estaba hecho. Era un muy mal presagio que el comandante se hubiese caído justo cuando acababa de decidir su nuevo destino. Voreno sabía de la importancia que sus oficiales daban a estos sucesos, pero no cedió un ápice en su determinación. Se sacudió el polvo del suelo, se tragó el dolor del hombro magullado sobre el que había impactado en su funesta caída, y volvió a montar sobre el mismo caballo.

- ¡Nos vamos, he dicho! -

Y no esperó respuesta. A caballo se internó entre las filas de legionarios mientras tomaba el camino que llevaba hacia su destino. La mayoría de los legionarios no llegaron a presenciar la caída del Prefecto y veían en la decisión de su líder un hombre al que seguir. Los soldados siempre valoraban el arrojo por encima de otras virtudes. El rumor, no obstante, de que Lucio Voreno había sido derribado por su propio caballo al dar la orden de partir hacia el Lago Brumoso corrió con rapidez por toda la legión en cuestión de minutos.

Druso también montó en su caballo y junto con Casio Querea comenzaron a dirigir a los manípulos de legionarios para que se incorporaran a la marcha. Tenía a casi quince mil hombres sin contar a la caballería movilizándose hacia un destino que no estaba claro por un motivo que no alcanzaba a comprender y eso no le gustaba nada.

Al poco tiempo llegaron a la orilla del Lago Brumoso, lo cual no contribuyó en nada a mejorar su humor.

El jefe de la Aldea había tenido mucha razón al advertirles sobre la espesa neblina. Era la humedad que ascendía desde sus aguas, pesada y lánguidamente, hacia las colinas y las montañas que rodeaban aquel lugar, dificultando la visión más allá de diez o veinte pasos. Druso percibía el olor del lago, escuchaba el vaivén de sus aguas, pero no podía verlo pese a que sabía que estaban en un valle que precisamente bordeaba la orilla.

La Legión Auxiliar 19 continuó avanzando teniendo como única referencia el suelo pavimentado del camino, lo cual implicaba que casi todos tenían que concentrarse en el suelo bajo sus pies y los que marchaban delante suyo, en lugar de ver en otras direcciones.  O de lo contrario corría uno el riesgo de perderse en aquel valle quedando a merced de las bestias o, peor aún, de alguna avanzadilla de aquellos supuestos rebeldes.

Repentinamente todos vieron un fuerte resplandor de luz amarilla en frente de ellos, como una especie de faro en medio de la bruma. Por un segundo Druso pensó que alguno de los magos había cometido una tontería con su magia y casi abre la boca para gritarle al responsable que dejase de revelar la ubicación de toda la legión en medio de la bruma. Pero entonces todos se dieron cuenta de que el resplandor venía nada menos que de un amuleto de hueso tallado en el cuello del Prefecto Lucio Voreno.

- ¿Qué rayos? - Exclamó el Prefecto confundido, aunque no detuvo su caballo.

- ¿Ese es el talismán que le dio su esclava? - Preguntó Druso que montaba a su lado.

Lucio Voreno quería gritarle, pero el resplandor era demasiado intenso y lastimaba la vista de quienes estaban cerca, sobre todo sus ojos inflamados por la resaca anterior. De modo que se quitó el colgante y lo guardó dentro de una bolsa de cuero para ocultar su luz.

Justo en ese momento se escuchó un sonido de cascos de caballo que venía desde la retaguardia del ejército.

- ¿Ahora qué pasa? -

- ¡Es un correo! -

- Buen día. - Gritó un joven que llegaba cabalgando en un fabuloso corcel negro, pero que debía haberlo estado haciendo durante días, pues se le veía bastante famélico y agotado. Sin embargo, el joven no espero a que lo saludaran y se sacó un cilindro de cuero del cinto para entregárselo al Prefecto diciendo: - Mi nombre es Marco, traigo un mensaje urgente de parte del Noble Lawrence de las Égadas para Lucio Voreno, Prefecto de la Legión 19. -

- ¿Otro mensaje? ¡Estoy harto de…! Espera… ¿Dijiste Lawrence? - Preguntó Lucio sorprendido y rápidamente sacó el contenido para leer el mensaje.

NO VAYAS HA SALIR DE LA FORTALEZA. ¡ES UNA TRAMPA!

Lucio Voreno abrió mucho los ojos y por fin se le despejó la mente. En su interior solamente se preguntaba cómo era posible que algo así hubiese pasado sin que él lo notase. Precisamente Lawrence lo había reclutado por sus grandes habilidades para la supervivencia y su buen juicio. ¿Cómo podría haber caído en una trampa?

Fue entonces cuando se escuchó un terrible clamor en lo alto de las montañas y Lucio Voreno supo lo que estaba sucediendo incluso antes de levantar la vista. Ninguno de sus hombres podía observar bien el entorno debido a aquella maldita neblina que los tenía cegados a todos y el enemigo debía haber colocado a pequeños destacamentos en los cerros, los cuales seguramente no eran muy numerosos.

Pero en esas condiciones no necesitaban ser muchos para asestarles un golpe mortal, ya que toda la Legión 19 se encontraba marchando en fila como una enorme serpiente y no tenía el espacio ni el tiempo para colocarse en formación de combate. Así fue como, antes de que ningún legionario pudiera discernir de dónde procedía el ataque o de quién se trataba, decenas de jabalinas llovieron sobre ellos, sin que pudieran saber bien de dónde venían. Muchos legionarios cayeron tras aquella mortal lluvia de proyectiles.

La diosa fortuna quiso que Druso y Casio Querea consiguieran salvarse y rápidamente se bajaron de sus caballos en donde eran blancos fáciles. Entonces recogieron escudos ya salpicados con sangre de sus compañeros muertos.

El griterío se hizo ensordecedor y pronto decenas de siluetas confusas, espadas en mano, se hacían tangibles ante ellos, como sombras del Averno que surgían de la nada, cargadas de odio y furia y que se batían con un incontenible ardor que arrasaba todo a su paso.

Druso vio que Casio Querea se separaba de él mientras luchaba cuerpo a cuerpo con varias de esas siluetas, pero no tuvo tiempo de acudir en su ayuda, porque pronto él mismo se vio rodeado por dos sombras cuyas espadas lanzaban golpes certeros que él se esforzaba en detener primero con el escudo y luego con su propia espada, haciendo uso de los conocimientos adquiridos en su reciente adiestramiento militar. Druso consiguió clavar su espada en uno de esos hombres desconocidos y escuchó un alarido de dolor que le transmitió el último aliento de una de esas sombras, pero al tiempo sintió el lacerante acuchillamiento de su propia espalda. Se giró entonces como por un reflejo, con su espada en ristre y segó la cabeza de otra sombra. Luego cayó de rodillas.

- ¡Casio! ¡Casio! - Exclamó buscando a su compañero centurión y lo encontró, apenas a tres pasos de distancia, cubierto de sangre, tumbado hacia arriba, con la boca y los ojos abiertos, escupiendo sangre por el vientre y una pierna, regando con sus fluidos vitales la tierra húmeda de aquella ribera del lago Trasimeno. No muy lejos de él se encontraba ese intrépido mensajero llamado Marco que había venido a darles el mensaje. Sin armadura nunca tuvo oportunidad de sobrevivir a esa terrible escaramuza.

El Prefecto Lucio Voreno contemplaba la devastación y la muerte de sus hombres con lágrimas en los ojos, mientras trataba de entender cómo era posible que él hubiese permitido que ocurriera semejante desastre. Aún ahora no podía ver bien quienes eran los enemigos, porque no distinguía nada a más de cinco o diez pasos. La niebla lo inundaba todo, arrastrándose pesada y lentamente ajena al sufrimiento y la muerte que se extendía bajo su manto.

Y fue entonces cuando finalmente entendió cómo sus enemigos supieron donde atacarlo y su mano apretó con fuerza el saco de cuero donde estaba guardado el amuleto luminoso.

Había sido Alfasia. Todo este tiempo fue ella. Aquella misma mujer a la que entregó su corazón era quien lo estuvo traicionando día a día, noche a noche, caricia a caricia. Todo falso. Todo mentira.

Él, Lucio Voreno, juró cuidar, velar por los hombres de la Legión 19 y era él quien trajo consigo la traición el espionaje, la mentira al mismo corazón de su propia Fortaleza. Y todo por su debilidad con las mujeres. Y el vino. Alfasia siempre le servía vino. Sabía que Druso pensaba que últimamente bebía más y ahora se daba cuenta de que era Alfasia la que promovía aquello. Lo había estado haciendo desde el primer día. Y las noches en vela haciendo el amor. Luego se sentía cansado. Decía cosas inadecuadas. Tomaba malas decisiones. Entonces llegó el distanciamiento de Druso y el resto de sus oficiales. Todo encajó en su mente. ¡Qué magnífico papel de bufón había hecho de sí mismo! Imbécil. Engañado por una esclava, por una puta. Estúpido.

Sintió ganas de vomitar…. ¡Pero no! No más. Al menos ahora, en este momento, debía hacer todo lo posible por sus hombres y lo haría. Entonces se volvió y vio que Druso estaba parado cerca suyo, sujetando el cadáver de Casio Querea. El resto de sus hombres estaban siendo empujados contra el agua del lago y muchos en su desesperación por escapar habían intentado hacerlo nadando e inevitablemente se ahogaron por culpa de sus armaduras.

- ¡Druso! - Exclamó el Prefecto.

Cuando el Primer Centurión lo miró, Lucio Voreno vio un auténtico odio en los ojos de aquel hombre valeroso, el único lo bastante valiente como para decirle la verdad en la cara y que durante todo ese tiempo había estado pagando por su culpa. Supo que se lo merecía, así que sonrió tristemente. Y su reacción fue tan inusitada que el Centurión se confundió y por un momento lo miró sin entender.

- ¡Toma el mando y salva a todos los que puedas! ¡Te compraré todo el tiempo que sea capaz usando mi propia vida! - Ordenó Lucio Voreno sonriendo.

Druso supo lo que el Prefecto estaba a punto de hacer incluso antes de que sucediese e intentó detenerlo, pero Lucio Voreno fue más rápido y sacó el talismán resplandeciente del saco de cuero, el cual brilló a través de la niebla llamando la atención de todo el mundo.

- ¡Yo soy Lucio Voreno! - Gritó el Prefecto mientras levantaba el talismán en lo alto como si fuese una antorcha: - ¡Vengan a matarme si es que pueden! -

Entonces espoleó su caballo y partió a toda velocidad. Su figura se perdió en medio de la neblina, pero el brillo todavía podía verse con claridad mientras se alejaba. Varios de los hombres del Prefecto que actuaban como sus guardaespaldas demostraron un inmenso arrojo en ese instante tan crucial y también se subieron a los caballos para seguir a su comandante, con la intención de acompañarlo hasta su último destino.

Poco tiempo después las sombras que los atacaban comenzaron a reducir la intensidad de sus golpes y fue evidente por el sonido que una gran cantidad de ellos estaba corriendo en persecución del Prefecto. Si tan solo este hubiese escapado en la dirección opuesta quizá habría esperanzas de que sobreviviese, pero con la formación en tal estado habría sido imposible, pues tendría que atravesar a varios escuadrones de enemigos. Así que tomó la única vía posible, pero que también era la que llevaba hacia el occidente, donde seguramente sus enemigos tendrían su campamento.

- ¡Legionarios! ¡Escudos al frente! ¡Reformen las líneas! - Comenzó a gritar Druso con toda la fuerza que pudo reunir mientras organizaba a los legionarios en grupos para resistir y juntarse con los demás en un intento de volver a construir un frente unido. Afortunadamente sus atacantes ya no parecían interesados en seguir combatiendo o quizá se trataba simplemente de que eran muy pocos ahora que una gran cantidad de ellos se había marchado en persecución del Prefecto.

- ¡Repliéguense! ¡Nos batimos en retirada! - Ordenó Druso y los legionarios obedecieron, retrocediendo en dirección hacia el este durante un tiempo que pareció interminable. Las sombras de sus atacantes los siguieron de cerca para asegurarse de que no intentasen reunirse con el Prefecto, pero finalmente dieron media vuelta y desaparecieron.

- ¿Cuántos centuriones quedan? -

- Solo yo, mi Primer Centurión. - Dijo uno de ellos que estaba herido en un brazo y parecía agradecido de poder estar con vida.

- Volved ahora mismo a la fortaleza, cierren y tranquen las puertas. - Ordenó Druso de inmediato: - ¡Que alguien me dé un caballo! -

- ¡Pero ¿qué está pensando hacer, mi Primer Centurión?! -

- Tratar de salvar al Prefecto. - Respondió Druso lacónicamente.

- ¡Es un suicidio! ¡Además, él es el responsable de…! -

- ¡A los cuervos! - Lo interrumpió Druso: - No pienso dejar morir a mi superior sin hacer al menos un intento por salvarlo. Ya tienes tus órdenes, así que cúmplelas. ¡Ah! Cuando regreses quiero que captures a esa maldita esclava Alfasia. ¡Esa puta es la culpable de todo esto! Pero intenta que no la maten para poder interrogarla. -

El centurión parecía querer decir algo, pero al final asintió y comenzó a dirigir a los supervivientes de regreso. Druso se montó a un caballo y partió de inmediato seguido por tres legionarios que se ofrecieron como voluntarios para acompañarlo, llevando cada uno un caballo extra atado a su propia montura con el cual rescatar a los sobrevivientes, aunque sabían que seguramente no tendrían ocasión de usarlos.

*****

En un lugar completamente desconocido.

Bryan abrió los ojos. Se hallaba tumbado boca abajo, completamente solo, escuchando el silencio. No sabía en dónde estaba. No había nadie más. Ni siquiera estaba del todo seguro de estar él ahí.

Al cabo de mucho rato, o tal vez de muy poco, se le ocurrió que él debía de existir, ser algo más que un simple pensamiento incorpóreo, porque no cabía duda de que se encontraba tumbado sobre algún tipo de superficie. De modo que se levantó para observar sus alrededores.

Se encontraba en medio de una brillante neblina, aunque diferente de cualquiera que hubiera visto hasta entonces. La residencia del niño misterioso se distinguía porque el entorno quedaba oculto detrás de las nubes; en cambio este lugar le daba la impresión de que las nubes estaban construyendo el propio espacio en que se encontraba. De momento el suelo parecía blanco, ni caliente ni frío; simplemente estaba ahí para darle soporte.

No recordaba exactamente lo que había sucedido, pero sentía que algo muy malo había estado por ocurrirle justo antes de perder el conocimiento, así que intentó llamar al Pequeño Esqueleto mientras invocaba al Desgarrador Sombrío.

Ni su criatura ni su arma mágica le respondieron.

- ¿Qué demonios? - Exclamó Bryan, pero al mirar con atención se dio con la sorpresa de que no solamente sus heridas estaban curadas, sino que incluso su ropa estaba intacta.

Entonces percibió un ruido a través de la amorfa nada que lo rodeaba: los débiles golpes de algo que se sacudía y forcejeaba. Era un ruidito lastimero, y sin embargo un poco desagradable, como si se tratase de algo asqueroso que no deseaba ver.

Giró lentamente sobre sí mismo, y fue como si el entorno se reinventara ante sus ojos revelando un espacio cerrado, que era blanco, limpio y reluciente.

¿Estoy en una celda?” Pensó Bryan.

Pero entonces se volteó y ahí en frente suyo había una puerta blanca, de modo que caminó despacio hacia ella para no hacer mucho ruido. Sin embargo, cuando estaba extendiendo la mano para abrir la puerta, se detuvo en seco. El motivo era que la perilla parecía redonda, brillante… y de aluminio. Desde que llegó al nuevo mundo todas las perillas eran de bronce en el caso de los aristócratas y el resto solían ser pestillos de hierro. El aluminio era un metal de la era industrial que no veía desde su vida anterior y además la forma del pomo era esférica, como las que cualquiera vería en la Tierra.

Bryan tragó saliva por un momento, pero finalmente decidió probar girar el picaporte, el cual no estaba cerrado, de modo que abrió muy despacio y atravesó la puerta. Había más niebla que dificultaba la visión, pero de algún modo el ambiente se sentía bastante cómodo, apropiado e incluso familiar.

De pronto retrocedió porque acababa de descubrir el origen de los ruidos. Al principio pensó que se trataba de una planta, porque era algo largo y retorcido, como el delgado tronco de una parra de uvas. Pero temblaba demasiado para tratarse de una planta, incluso si hubiese viento involucrado. Y cuando se acercó para verlo mejor, casi salta hacia atrás por el asco.

Se trataba de una… cosa hecha de carne que parecía un tentáculo. Sin embargo, era todo menos natural. Podía ver carne, huesos, venas palpitantes y bulbos extraños. Era como si alguien hubiese volteado una criatura desde adentro para afuera y luego retorcerlo violentamente hasta crear una especie de extremidad alargada que terminaba en una garra con dedos largos de uñas muy afiladas.

Y en lo que debería ser la palma de la extremidad, lo que había eran rostros humanoides con lenguas largas, que se movían como si estuviesen gritando de agonía, aunque el sonido que emitían era muy bajo.

- ¡Qué carajo es esta cosa! - Exclamó Bryan asqueado por ver algo que se parecía demasiado a un adorno que debería estar decorando el palacio del dios maligno Nécora el Putrefacto.

Entonces “eso” se sacudió un poco más fuerte, como si hubiese escuchado su voz y los cinco pares de ojos se clavaron en los suyos.

Bryan sintió que apenas había vida en esa mirada, como si constantemente los rostros estuviesen perdiendo y recuperando la conciencia a intervalos, debido al intenso sufrimiento que sentían. Pero en el breve lapso en que sus pupilas adquirían lucidez, podía sentir claramente una gran hostilidad hacia él por parte de esta cosa desconocida.

La primera reacción de Bryan fue quemar “eso” con su Fuego Glacial, pero mirarlo era tan desagradable que hasta apuntarle con su magia le provocó arcadas. Afortunadamente llegó a ver que lo que fuera que fuese esa cosa estaba firmemente atrapada en el suelo y no era capaz de moverse demasiado, así que se alejó unos pasos. Pero después un nuevo pensamiento le asaltó.

Ser esto y existir… debe ser una tortura increíble.” Se dijo Bryan deteniéndose: “Yo definitivamente preferiría morir.

Entonces esperó un poco para tranquilizar su estómago y se dio la vuelta, dispuesto a liberar a “eso” de su miserable existencia, cuando una voz conocida le habló.

- Lamento tener que decir que ni siquiera matándolo podrías ayudarlo. -

- ¡¿Quién es?! - Preguntó Bryan dándose la vuelta.

A unos pocos pasos se encontraba el umbral de una puerta abierta y debajo de él estaba ese niño misterioso que tantas veces lo había ayudado. En cuanto lo reconoció Bryan se sintió inesperadamente aliviado. Quizá fuese el hecho de encontrar a un conocido en medio de esa confusa situación o simplemente el hecho de que ese niño siempre lo había aconsejado correctamente. En cualquier caso, estaba feliz de verlo.

- ¿Puedo pasar? - Preguntó el niño sonriendo amablemente.

- ¿Qué si puedes…? Claro que puedes. Pero ¿desde cuándo me pides permiso para algo en este mundo nebuloso? - Le respondió Bryan.

- Es una simple cuestión de buenos modales. - Dijo el niño encogiéndose de hombros antes de ingresar: - Creo que es lo apropiado cuando uno llega a una casa que no es la suya. - Se detuvo en un lugar y agitó una vez la mano. Entonces apareció un mueble y el niño preguntó sonriendo: - ¿Me puedo sentar? -

- Adelante. - Asintió Bryan parpadeando sorprendido, mientras trataba de asimilar lo que el niño estaba diciéndole: - ¿Dices que este lugar no es tu casa? -

- No, de hecho, estamos bastante lejos de mi lugar de descanso. -

- Pero entonces, ¿en dónde estamos exactamente? -

- Eso mismo iba a preguntarte yo. - Respondió el niño echando una ojeada a su alrededor con curiosidad: - ¿Dónde crees que estamos? -

Bryan no lo sabía y eso es lo que estaba por responder, cuando de pronto se dio cuenta de que la respuesta era muy sencilla.

- Parece… - Dijo despacio: - Mi apartamento. Es muy parecido al hogar en el que vivía justo antes de transmigrar al continente Vathýs. Solo que está lleno de neblina. -

- ¡Vaya! ¿Tu apartamento? - Exclamó el niño riéndose: - ¡Que original! De verdad que no me lo esperaba. ¿En serio estamos ahí? -

- Bueno, pues en ¿dónde crees tú que estamos? - Replicó Bryan ceñudo.

- ¡Oh, yo no tengo ni idea! - Dijo el niño: - Este lugar es, como dirían, tu fiesta privada. Tu sabrás que o a quién dejas entrar aquí. -

Bryan no entendía lo que significaba eso, pero el niño ya estaba sacándolo de quicio. Así que le lanzó una mirada iracunda y estaba a punto de protestar, pero lo distrajeron los quejidos y golpecitos de “eso”, así que se volvió para mirarlo una vez más.

- ¿No podemos hacer algo por esta cosa? -

- No, está más allá de nada que podamos hacer tú o yo. - Respondió el niño también mirándolo y suspirando: - Incluso si lo matas, solamente se regenerará con el tiempo, adquiriendo exactamente el mismo aspecto. No hay ayuda posible. -

- ¿Qué se supone que es esta cosa? -

- Algo que no dejó de cometer todos los errores posibles a pesar de las innumerables advertencias que recibió. - Respondió el niño: - Curiosamente tú estás ahora mismo en el mismo punto de partida. Me pregunto si lo harás diferente. -

- ¿A qué te refieres? -

- Estabas a punto de entrar al Reino de los Demonios Separados. ¿Verdad? -

- ¿Cómo sabes…? - Comenzó Bryan, pero entonces se dio cuenta de que la pregunta era estúpida, así que simplemente asintió: - Es cierto, ahora que lo dices. -

- ¿Y sabes en qué consiste ese proceso? -

- El alma del mago demoníaco se divide en diferentes trozos que adquieren conciencia propia, lo cual le permite alcanzar una pseudo inmortalidad porque puede esconder esas partes de su alma y mientras que todas ellas no sean destruidas… seguirá vivo. - Respondió Bryan rápidamente: - Además, podrá dividir su mente en todas estas criaturas. Es como el Infante Sanguinario, pero dividido en cinco entidades independientes que pueden pensar e incluso operar de distintas formas. -

- Es como ganar cinco cerebros. - Resumió el niño acomodándose en el mueble.

- Básicamente, sí. -

- Ahora bien, ¿cuáles crees que sean las consecuencias de dividir un alma? -

-…-

- Los magos demoniacos creen que al separar de forma forzada su alma obtienen una mejor versatilidad y capacidad para procesar hechizos complejos. - Continuó el niño y miró el entorno del cuarto que los rodeaba: - En tu mundo original sería lo mismo que reemplazar una parte del cuerpo con un sustituto tecnológico, un brazo biomecánico, por decirlo de algún modo. -

Bryan estaba sorprendido de que el niño comprendiese todos esos conceptos de su mundo. Pero era la primera vez que le hablaba de un modo tan directo y además le interesaba tanto la explicación, que simplemente asintió, animándolo a continuar.

- Pero ahora imagina una persona que, de forma voluntaria, no por necesidad o por accidente, sino por simple capricho, comienza a reemplazar todas las partes de su cuerpo por versiones artificiales… ¿Crees que no habría consecuencias negativas en amputarse tantas partes del cuerpo repetidas veces? -

- Claro, alguien así sería un enfermo mental. - Respondió Bryan después de meditarlo un poco: - Además, hay un límite a lo que el cuerpo humano podría tolerar… digo, escuché que a veces el cuerpo rechaza los órganos después de un trasplante. ¡Y estos son donados por otros humanos!

Así que algo completamente artificial podría ser mucho más dañino para el organismo. -

- Bien razonado. - Asintió el niño sonriendo y continuó: - Entonces, si esto es verdad con el cuerpo, ¿qué pasará con un alma que es mutilada repetidamente? ¿Cuáles crees que sean las consecuencias? -

Bryan lo pensó un momento y luego respondió: - Terribles, el alma se volvería peor que inestable…Pero entonces ¿cómo es posible que el método te dé más poder? -

Alma quebrada e inestable

- Bryan, los magos demoníacos siempre han tenido una visión del alma (y de la vida, si se me permite agregar) bastante miope. - Explicó el niño sonriendo: - Energía mágica, control del poder, capacidad de procesamiento mental, inteligencia, imaginación, etc. Esas son las únicas características que les interesa potenciar. Pero no saben que aquellas son tan sólo las funciones más inferiores y elementales que tiene un alma.

Lo que hacen es el equivalente a una persona que, por desear correr más rápido en línea recta, se amputa sus piernas para reemplazarlas por una prótesis. Si, quizá obtengan aceleración en un lugar plano. Pero nunca más podrán bailar, caminar, marchar o, en fin, hacer toda aquella gama de actividades que desde su nacimiento estaban destinadas a poder hacer. -

Bryan se quedó mudo, porque las palabras del niño tenían perfecto sentido. El conocimiento de las Facultades Inferiores y Superiores del Alma eran algo que sabía por su experiencia cuando intentó controlar la falsa Fuerza del Caos en el Monumento a Ascanio, pero no había ninguna referencia a ello en las memorias de Chu Can Lan.

¡Eso significaba que se trataba de un conocimiento que los magos demoníacos no sabían!

- Se supone que al llegar al Reino de los Demonios Separados el alma adquiere la forma de demonios. - Dijo Bryan mirando al niño: - Según los magos demoníacos eso ocurre porque su espíritu está adquiriendo los poderes superiores de un demonio… Pero si el alma está inestable, debe estar mucho más débil. Entonces no se está fortaleciendo… ¡No hay forma de que eso sea un incremento real de poder! -

- Bravo, Bryan. - Lo felicitó el niño misterioso aplaudiendo.

- ¿Qué es lo que ocurre en realidad? -

- Pero si ya lo sabes. - Replicó el niño y se puso a juguetear con los pulgares, haciéndolos girar uno alrededor del otro.

- También podrías decírmelo de una buena vez. - Se quejó Bryan.

- Por supuesto, pero entonces más adelante me acusarías de mentirte o manipularte. -

- ¡Yo jamás haría eso! -

 - No, definitivamente lo harías. - Objetó el niño riendo: - Es la naturaleza humana el no valorar lo que reciben gratuitamente. En cambio, si llegas a la conclusión por ti mismo luego de sufrir un poco, será mucho más significativo. -

Bryan suspiró y se puso a cavilar dejando vagar la mirada por el entorno: Sí, definitivamente se hallaban en su apartamento y cada vez podía distinguir mejor la forma de su vieja televisión de segunda mano, sus muebles diseñados para ocupar poco espacio, su cocina, sus platos, la mesa para comer… Luego miró al niño misterioso, después observó de reojo a aquella cosa asquerosa que se sacudía con dolor. Y la respuesta acudió a sus labios con suma facilidad.

- ¡Los Extraños! -

- ¡Exacto! - Respondió el niño misterioso: - Los mismos que la diosa Kali insertó de un modo tan burdo en el cuerpo de los que construyen Quimeras Ferales. Solo que en el caso de los magos demoniacos es mucho más sutil y también más horripilante.

Verás, el alma queda tan inestable que es fácilmente absorbida por otras entidades espirituales, que saben muy bien cómo esconderse en las Facultades Inferiores del Alma, aquellas que la Voluntad no puede controlar con facilidad. -

- ¿Los magos demoniacos ni siquiera lo saben? -

- ¡No te imaginas cuan lamentablemente incompleto es su conocimiento! - Exclamó el niño mirando hacia arriba mientras negaba con la cabeza: - Y es que no se molestan en comprender lo que no valoran, Bryan. No saben ni entienden nada del amor, la dignidad, la lealtad o la inocencia. Nada en absoluto. Porque todo eso tiene un poder que supera por mucho a cualquier cosa que la Esencia Mágica pueda hacer. Bueno, si pudiesen comprenderlo no serían magos demoniacos para empezar.

Sin embargo, tú eres un caso bastante especial. De hecho, eres el único mago demoniaco en la historia que no obtuvo sus poderes de la manera tradicional, la cual implica realizar muchos actos de maldad solamente para ser aceptado por un maestro. Ellos asumen que de ese modo se aseguran de seleccionar a los discípulos más fuertes. ¡Bah! - Se burló el niño misterioso negando con la cabeza: - Están tan ebrios de poder que incluso mutilan sus propias almas sin ponerse a pensar ni tan solo un segundo en cuál es el verdadero poder que puede tener un alma íntegra. ¡Si todos lo supieran se habrían matado antes de dar el primer paso en ese camino! -

Bryan se quedó pensando un momento. Los recuerdos del proceso exacto en el que un Maestro del camino demoniaco aceptaba formar a un aprendiz no estaban muy claros en su memoria, pero definitivamente no era lo mismo que la Pseudo Asimilación, porque ésta compartía los poderes, no generaba unos nuevos.

Pero entonces, ¿cómo se forma un nuevo mago demoníaco? ¿Y cuándo exactamente el Maestro deja de enseñarle?

En ese momento un verso comenzó a escucharse en su mente, muy similar al que oyó aquel día en que perseguía a Lisa con el Zombi, cuando todavía estaba en el Reino Sólido y por primera vez asimilaba lo que significaba ser un mago demoníaco.

Pero esta vez eran las palabras para elegir un aprendiz.

“Elige a un sucesor e inevitablemente serás sucedido.”

“Elige a alguien más hambriento e inevitablemente serás devorado.”

“Elige a alguien más rápido y no esquivarás a tiempo la cuchillada en tu espalda.”

“Elije a alguien más paciente y no verás la hoja dirigida a tu garganta.”

“Elije a alguien más fuerte y sostendrás la espada que te matará.”

“Elije a alguien más inteligente y ni siquiera sabrás cómo fue tu final.”

“A pesar de todas estas precauciones, un Aprendiz es esencial.”

“Porque un Maestro, sin Aprendiz, es un maestro de la nada.”

- Los Magos Demoniacos consumen a su Maestro. ¿verdad? - Dijo Bryan mirando al niño en busca de confirmación.

- Así es. -

­ - ¿Y los Maestros también consumen a sus discípulos? -

El niño asintió y dijo con un tono sarcástico: - La excusa que se dicen a sí mismos es que de ese modo pueden asimilar la Esencia Mágica, permitiendo que en cierto modo el Maestro siga viviendo dentro del Aprendiz y viceversa. - Soltó un bufido: - ¡Pobres almas en desgracia! La verdadera relación entre los magos demoníacos es la de la envidia. Verás Bryan, al consumir la Esencia Mágica de otro, la tuya adquiere todo el poder (y las consecuencias) del derrotado. Por eso los Maestros buscan aprendices talentosos para criarlos como ganado que consumirán en el momento más adecuado. Aunque claro, siempre existe el riesgo de que el Aprendiz consiga ocultar su poder y traicione al Maestro en un momento de debilidad. -

- Parece una relación de enemigos más que de Maestro y Aprendiz. -

- Eso es exactamente lo que es. - Respondió el niño reclinándose en el asiento: - Pero volviendo al tema que nos ocupa. ¿Qué piensas hacer ahora? -

- Es verdad. Si lo que dices es cierto, entonces separar mi alma es una locura, porque únicamente se convertiría en refugio para esos Extraños. Por cierto ¿qué son exactamente los Extraños? -

- Son demonios antiguos, pero de una naturaleza muy elemental. - Explicó el niño.

- ¿La diosa Kali es su ama? -

- No realmente, su relación es más como una de cooperación. Pero es mucho más complejo que eso. En este momento no puedo explicártelo, pero se parece un poco a lo que ocurre con los Magos demoníacos. Es una especie de simbiosis. -

- ¿Por qué intentan poseer a otros? -

- No pueden manifestarse físicamente. - Respondió el niño: - Solamente pueden ocultarse dentro de cuerpos, igual que parásitos. Eso es lo que ocurrió con Soros el Bestiario al que enfrentaste. Convierten a su huésped literalmente en un criadero.

Pero también, si el alma es inestable, los Extraños pueden ocultarse en su interior directamente, porque así son capaces adquirir mucho más poder y habilidades. Por supuesto que al principio los Extraños te ayudarán mucho y fingirán ser parte de ti, sobre todo cuando quieras hacer cosas horribles. Pero eventualmente…  -

- Se apoderarán de mí. - Completó Bryan mientras recordaba lo que el Bestiario le había contado: - Pero si no llego al Reino de los Demonios Separados no podré fortalecer la Esencia Mágica y eventualmente la Necromancia me desbordará. ¿Qué debo hacer? -

- Busca otro modo de llegar a ese reino sin dividir tu alma. -

- ¿Cómo es posible? -

- Transforma tu Esencia Mágica para que sea un sustituto de tu alma. - Explicó el niño sonriendo: - Úsala para someter a los cinco Extraños, de modo que obtengas un impulso de poder sin necesidad de ser poseído. -

- ¿Es eso posible? -

- Si, aunque el requisito es enfrentar a los Extraños… en este lugar.

Eso implica un riesgo mucho mayor del que piensas. Ellos intentarán atacarte usando tus debilidades. Y si pierdes en este lugar, acabarás peor que esa cosa que está ahí. - Dijo el niño señalando a “eso” que se sacudió violentamente: - En cambio, si ganas… Llegaras al Reino de los Demonios Separados, pero habiendo esclavizado a demonios y no siendo consumido por ellos. -

Bryan tragó saliva por un momento mientras asimilaba esas palabras y se imaginaba convertido en una cosa tan asquerosa como la criatura que estaba ahí. Al mismo tiempo las palabras del niño le ayudaron a finalmente comprender en dónde se encontraba.

- Este es mi Mundo Interno. - Dijo suspirando.

- Exacto, nada menos que tu propia interioridad. Una representación suprema de tu propia voluntad y todo lo que eres. - Asintió el niño sonriendo: - Por eso adopta la forma que más te representa. Generalmente sería un palacio, un terreno, un campo de batalla o un lugar significativo. Pero supongo que es tu minidepartamento porque fue aquí… -

- Donde Chu Can Lan me secuestró justo antes de mi Transmigración. - Completó Bryan entendiendo: - Por eso el lugar en el que desperté fue el baño. -

Y pensó: “¡No puedo creer que mi propia interioridad haya adoptado en primer lugar la forma de un baño y luego un departamento barato! Sé que fue el lugar donde mi vieja vida terminó… pero sigue siendo tan vergonzoso y patético. ¿No podía ser la Luna al menos?

- Si, lo siento por ti. - Dijo el niño adivinando lo que estaba pensando: - Pero podría ser peor. Al menos no es el vertedero. -

Al escucharlo, Bryan recordó esa grieta en donde arrojaron el cadáver del dueño original de este cuerpo y tuvo que admitir que las cosas podrían ser mucho peores.

- ¿Dónde están y cómo lucho contra esos Extraños? - Preguntó finalmente.

- Ellos ya están esperando. - Respondió el niño: - Pero tú eres el dueño de este lugar, no yo. Te corresponde a ti decidir cómo y a dónde ir. Aunque supongo que podrías salir por puerta principal y buscarlos. -

- ¿Me ayudarás? -

- Ya te estoy ayudando retrasando su ataque y obligándolos a venir de uno en uno. Pero puedo asistirte un poco más, aunque sólo con consejos. Esta lucha es una que tienes que ganar tú solo. -

- Muchas gracias. - Dijo Bryan levantándose y dirigiéndose hacia la puerta: - Entonces no hagamos esperar a mis invitados. -

Se trataba de una cosa que parecía un tentáculo de carne, huesos, venas palpitantes y bulbos extraños que terminaba en una garra con dedos largos de uñas muy afiladas y rostros humanoides cen lo que debería ser la palma.

Nota del Traductor

Hola amigos, soy acabcor de Perú. Hoy es miércoles 12 de Julio del 2023.

Comenzó la nueva temporada de Mushoku Tensei y se estrenó el bodrio de Indiana Jones y el Dial del Desastre. Así que me siento como un ascensor: Mi ánimo sube y baja. Por un lado, la novela Isekai que está en el top 3 de mis favoritas ha sido animada, por otro acaban de sepultar el último producto de mi infancia en su ataúd, porque esos “creativos” son más bien "destructores" que otra cosa.

Por supuesto que esa es mi opinión y si por casualidad te gustó Indiana Jones no tiene nada de malo, pero mi sentir es que fue un producto que no tenía esperanza desde el principio y resultó incluso peor de lo que imaginaba.

Bueno, como saben estos capítulos están muy modificados, al 100% de hecho. En el original Bryan simplemente explota la mina con un explosivo no determinado y luego se queda absorbiendo el poder de los muertos en una especie de trance, que lo lleva directamente al reino de los demonios separados. Se queda en ese estado durante una semana y nadie lo fastidia, descubre o interrumpe. Además, la transformación básicamente consiste en que varios demonios emergen del alma de Bryan y adoptan distintas formas horribles hasta que luego son absorbidos. Todo muy bien. Salvo por el problema de que, cuando todo termina, realmente no hay ninguna mejora para Bryan, no obtiene ningún poder concreto. No sé si el autor se olvidó de eso o simplemente no tenía un plan, pero realmente Bryan se queda como si nada y cuando finalmente despierta, se marcha de regreso.

Mi idea fue cambiar todo esto. La primera parte debe tomarse como algo cómico que al mismo tiempo nos demuestre que Bryan consiguió escapar de las sospechas de Egon y Belinda, los cuales eran los más peligrosos involucrado. Pero inmediatamente después vemos a un Bryan herido por culpa de la explosión, en un contraste que establece a nuestro personajes como vulnerable y capaz de sufrir terribles reveces. En este caso no es responsabilidad suya, sino auténtica mala suerte, pero sigue siendo algo que podría suceder con cualquiera.

Entonces tenemos al niño misterioso interviniendo justo a tiempo y mostrándonos un poder espaciotemporal impresionante. Toda esta escena está inspirada en un segmento del videojuego de Dishonored 2.

La siguiente parte es el Intermedio de Druso y Lucio Voreno en el que se desarrolla el fatal taque sorpresa. Todos los eventos están basados en un evento real, la Emboscada del Lago Trasimeno en la que Aníbal Barca consigue masacrar a dos legiones del cónsul Cayo Flaminio y las extermina por completo. Se la considera una de las emboscadas más perfectas y bien realizadas de toda la historia militar y para una mejor representación recurrí a parafrasear muchas partes de la novela El Hijo del Consul de Santiago Posteguillo, que precisamente narra este evento.

Finalmente, la ultima parte en la que Bryan despierta en su Mundo Interno, que tiene la forma de su apartamento, se basó principalmente en el final del Libro Harry Potter y las Reliquias de la Muerte, en donde precisamente Volvemort aparece como una especie de feto desgarrado debido a haber dividido su alma tantas veces. Yo por mi parte decidí colocar a una versión de al criatura mucho más gráfica, basado en un Arte Conceptual del videojuego Dead Space.

Como siempre el niño se presenta como una especie de guía espiritual para el protagonista, advirtiéndole de peligros importantes. Me pareció muy interesante que el Reino de los Demonios Separados consistiese en realidad en una trampa de los Extraños para poseer a los Magos Demoniacos sin que ellos lo sepan, mediante un proceso mucho más refinado que el que la diosa Kali utiliza. Y que el niño se lo revele.

Además, en el original no se dice mucho sobre los magos demoníacos, pero por eso decidía aprovechar para agregar algo al respecto, teniendo como modelo a los Señores de los Sith de Star Wars. De hecho, el lema que Bryan recuerda es un fragmento de lo que Darth Plagueist le dice a Palapatine durante su entrenamiento en la novela de James Luceno, solo que lo modifiqué un poco para que sonase más poético en castellano.

Pero déjame saber tu opinión en los comentarios: ¿Qué te pareció la reacción furiosa de Egon y la deducción de Belinda? ¿Crees que Ascher sufrirá por esto? ¿Qué opinas del accidente de Bryan y la traición de la Esencia Mágica? ¿Qué te pareció la llegada del niño y su poder? ¿Qué opinas de la emboscada que sufre Lucio Voreno y la forma en que al final se deduce todo? ¿Te apreció que su sacrificio fue bueno? ¿Qué te pareció el mundo interno de Bryan? ¿Te gustó el nuevo concepto de que el Reino de los Demonios Separados fuese una trampa? ¿Qué te pareció esa cosa asquerosa que está por ahí? ¿Cuál fue tu parte favorita de este capítulo? ¿Que te parecieron las imágenes?

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¡Nos vemos en el siguiente capítulo!