186 Asimilación Vital

Los mercenarios, acostumbrados por su experiencia de vida a las situaciones de crisis, fueron los primeros en entrar en acción. Algunos apagaron todas las velas, antorchas y candelabros, mientras que otros cubrieron las ventanas en el primer piso para que nadie pudiese verlos desde afuera.

Al poco tiempo se escuchó el sonido de varias decenas de pasos que corrían marcialmente. Con una velocidad y eficiencia pasmosa los Legionarios habían rodeado la posada con un círculo impenetrable de escudos.

- ¡Malrayo los parta! - Gruñó Bryan enojado: - ¿Alguien tiene alguna idea? -

- Tenemos un túnel subterráneo para casos de emergencia. - Explicó Helena con una expresión seria y preocupada: - Pero la salida no está demasiado lejos. ¡De seguro nos verán! -

- Hay una solución. -  Dijo entonces Emily: - Esta es una base del Manto Oscuro y naturalmente tiene un mecanismo de autodestrucción. Podemos iniciarlo antes de ingresar al túnel. Luego esperamos los 3 minutos que demora en funcionar y nos abrimos paso mientras afuera están distraídos. -

- ¡Es de noche y las nubes no dejarán ver la luna! - dijo uno de los mercenarios: - Si salimos a toda prisa lo más seguro es que nos perdamos en la oscuridad. Y si encendemos antorchas todos sabrán dónde estamos. -

- No si causamos una distracción. - Aportó Bryan poniéndose de pie y luego miró a la Archimaga para preguntar: - Si usas magia de invisibilidad ¿a cuántas personas puedes ocultar hasta llegar al punto de encuentro? -

Emily guardó silencio unos momentos y finalmente respondió: - Con el poder que me queda, dos personas máximo, quizá a tres. -

- Bien. - dijo Bryan: - La dama Emily llevará consigo al Druida Caspian que no puede moverse, a la señora Helena que es una civil y a la pequeña Angélica. El resto se dividirá en dos grupos pequeños liderados por Candice y Phoebe, que conocen bien el camino.

Yo por mi parte iré solo y crearé una distracción. Como soy el más rápido debería poder evadirlos sin problemas incluso si toda una legión me persigue. -

- ¡Pero estarás en peligro si Odón Ascher o su guardia intervienen! - Exclamó Phoebe muy asustada.

- No será así. - La tranquilizó Bryan: - Lo Grifos no son nocturnos, así que dudo mucho que puedan alcanzarnos tan pronto. Además, escapar es algo que se me da muy bien. -

- ¡Pero Bryan! -

- ¡No hay tiempo! ¡Si no nos damos prisa perderemos la cobertura de la noche y entonces ninguno saldrá vivo de aquí! ¡Debemos reunirnos con Lawrence cuanto antes! -

*****

Alberto Cornelio, Centurión de la vigésima compañía de la Legión Grifón había sido encargado de revisar todos los territorios exteriores al este de la Ciudad. Durante los últimos días había estado ocupado tomando cautivos de todos los distritos y empalándolos metódicamente uno a uno para que sufrieran durante horas, hasta que alguien finalmente le dijo que en el asentamiento carbonero de Pequeño Valen se había visto entrando y saliendo un número de personas un poco más alto de lo normal.

Apenas era una pista, pero fue todo lo que el centurión Alberto necesitó. Y es que a esas alturas el Duque Ascher mataba a su personal por el más mínimo motivo, así que todos querían una excusa para evitarlo.

Lo primero que descubrió fue que el sitio era mucho más grande de lo que recordaba. Pequeño Valen era tan miserable que durante años el Duque lo había ignorado, así que nadie se dio cuenta de que había crecido lo suficiente como para tener una posada. Naturalmente envió patrullas a vigilar, aunque no encontraron ninguna información. Sin embargo, Alberto Cornelio tenía un excelente instinto e inmediatamente decidió que, incluso si no había sospechosos en ese momento, lo más seguro era que vendrían a este lugar para aprovisionarse antes de escapar.

Como siempre su instinto dio en el blanco. Los dos soldados que envió como señuelos acababan de ser asesinados, pero eran los peores de entre sus hombres y no le dolía haberlos perdido. Además, el cerco ya estaba cerrado alrededor de la posada. Alberto Cornelio estaba seguro de que nadie se le iba a escapar.

El Centurión estaba a punto de dar la orden de asaltar la posada, cuando de pronto el interior se iluminó y unas llamas intensas salieron por todas las ventanas. Alberto Cornelio no podía saber que había un nivel secreto debajo de ese edificio destartalado y que en sus paredes se había tallado toda una serie de matrices bien camufladas.

Cuando Emily colocó su insignia de Agente Sol Oscuro sobre una de estas inscripciones, todas resplandecieron al mismo tiempo y tres minutos después provocaron una reacción en cadena que destruyó los cimientos mismos de la posada y esta colapsó inevitablemente sobre su propio eje, provocando una nube de polvo.

Para protegerse, los Legionarios inmediatamente presentaron sus escudos para formar una coraza impenetrable, pero no podían ver lo que estaba sucediendo. Y en ese momento unas sombras emergieron de la polvareda.

Se trataba de una horda que cargaba salvajemente contra un solo extremo del circulo defensivo para abrirse paso. ¡Nadie imagino que hubiese tantos enemigos en el interior de la posada! ¡Ellos eran apenas cincuenta legionarios, pero ahora tendrían que enfrentarse a más de cien enemigos!

- ¡Defensa Lateral Izquierda! - Gritó el Centurión e inmediatamente todos los soldados corrieron a concentrarse en un solo extremo y formaron un manípulo compacto para enfrentarse juntos a los enemigos. No por nada la Legión Grifón era famosa en todo el imperio, pues a pesar de estar en inferioridad numérica ninguno de sus miembros demostró el más mínimo temor y activaron sus Auras de Batalla al mismo tiempo.

Sin embargo, cuando los enemigos estuvieron lo bastante cerca como para verlos, sus rostros se mostraron consternados. Los que creían un ejército enemigo eran en realidad una horda de Guerreros Esqueléticos… ¡Una de las criaturas necrománticas más débiles de todas!

- ¡Maldita sea es una distracción! - Gruñó el Centurión Alberto, pero igual ordenó que enfrentasen a las Criaturas Oscuras, pues todos los legionarios sabían que ningún adversario debía ser subestimado. Cuando terminaron, inmediatamente quisieron buscar a los enemigos que sin duda estarían escapando, pero en ese momento…

- ¡Atención a la derecha! - Gritó uno de los legionarios cuando un extraño disco se dirigió volando hacia ellos a gran velocidad. El Centurión nunca había visto algo como eso, pero se dio cuenta de que debía ser algún tipo de arma punzo cortante, que giraba sobre sí misma. No sabía lo que era, pero el instinto le dijo que no convenía arriesgarse, así que inmediatamente dio la orden.

- ¡Testudo! -

Como si fueran un solo organismo, todos los legionarios se cubrieron solapando sus escudos rectangulares a modo de caparazón. Al mismo tiempo activaron su Aura de Batalla a intervalos. Muchos eran Guerreros equivalentes a Sargentos Caballeros, pero su gran disciplina les permitía sumar esfuerzos y combinar sus poderes de tal forma que ni siquiera un Caballero de la Tierra podría atravesar su defensa perfecta y hasta Odón Ascher tendría que dar más de un golpe para abrirse paso.

¡Testudo!

El Desgarrador Sombrío impactó con gran fuerza, tratando de “serrar” la formación mientras dejaba escapar oleadas de Fuego Glacial Místico, pero no pudo hacer el menor daño a los soldados y finalmente el poder combinado de los legionarios hizo retroceder al arma mágica.

- ¡Mierda! - Exclamó una voz en las tinieblas y todos vieron que el extraño objeto volador regresaba hacia las manos de un hombre que parecía bastante lastimado. Seguramente había sufrido un poderoso contragolpe.

- ¡Atrápenlo! - Gritó Alberto Cornelio.

*****

Bryan estaba corriendo con toda la velocidad que podía en medio de la oscuridad de la noche mientras escupía sangre por la boca. Su última hazaña había vuelto a abrir muchas de las heridas internas que habían sanado muy recientemente. Lo cierto es que él quiso invocar a un ejército de Guerreros Zombi para darles a los legionarios más problemas, pero descubrió alarmado que su Fuerza Mental apenas era suficiente para una docena y eso no causaría el efecto que deseaba. De modo que utilizó los esqueletos. Pero nunca creyó que los Legionarios serían tan eficientes para destruir a una centena tan rápidamente.

Es evidente que los dos que maté antes fueron un señuelo. ¡Nunca debí usarlos como medida para estimar el poder del resto!

No podía ser culpado. Todo el tiempo Bryan había tenido que estar adaptándose a una situación imprevista tras otra. Su último enfrentamiento con Marcus lo había dejado muy agotado y todavía no conseguía digerir su Aura de Batalla. Aún con la ayuda del Infante Sangriento necesitaba dormir un día entero para poder recuperarse y hasta el momento apenas había descansado.

Al ver que sus criaturas eran barridas fácilmente, Bryan tuvo que escoger si usar lo que le quedaba de Fuerza Mental para invocar a su Pequeño Esqueleto o usar lo poco que podía reunir de Esencia Mágica para intentar un último ataque contra la formación manipular que acababan de usar los legionarios. Al final escogió lo segundo, porque si se quedaba sin Esencia Mágica no podría regenerar sus heridas… ¡Pero sin Fuerza Mental su cuerpo dejaría de moverse y escapar sería imposible!

Pero nunca pensó que los Legionarios combinarían sus Auras de Batalla con los escudos para formar semejante defensa. El contragolpe mágico lo sacudió hasta los huesos y tuvo que usar aún más Esencia Mágica para recuperar su arma.  De modo que cuando intentó usar el Arte del Noveno Diagrama Celeste para escapar volando como había planeado, solamente se elevó unos cuantos metros antes de tener que aterrizar. No le quedaba energía para volar.

Como no tenía muchas opciones, Bryan comenzó a correr sobre la fría nieve a gran velocidad para llegar cuanto antes a la espesura de los árboles. Poco después escuchó a las primeras jabalinas cayendo a su alrededor y tuvo que avanzar zigzagueando para evitar un golpe mortal hasta que llegó al bosque. Sin embargo, seguía escuchando los pasos de varios legionarios persiguiéndolo a gran velocidad.

Bryan sabía que si continuaba de ese modo lo alcanzarían rápidamente, así que dio un rodeo y gateó alrededor de unas rocas. La persecución se había convertido en un juego de escondidas, pero sabía que no podría seguir así, pues en cuanto amaneciera los Grifos lo localizarían con facilidad.

El Centurión cayó justo en frente de Bryan...

Dio un salto para seguir corriendo por lo que debía ser el cauce de un pequeño arroyo congelado que serpenteaba entre las rocas. Pero de pronto una figura cayó frente a él, cortándole el paso. Era un legionario bien armado, que cargaba un escudo rectangular y blandía una espada corta.

Sabiendo que no podía permitirle gritar por ayuda, Bryan corrió hacia el legionario para darle una terrible patada. Con la Esencia Mágica que le quedaba todavía podía reforzar su cuerpo, así que estaba seguro de poder empujarlo lejos. Más se dio con la sorpresa de que este soldado había plantado muy bien los pies en la tierra y aguantó su golpe sin moverse de su sitio gracias a que se inclinó un poco hacia atrás, para desviar la fuerza de del impacto.

Han aprendido.” Pensó Bryan irritado, pero no se desesperó, sino que avanzó de nuevo y dio un paso sobre el escudo del legionario para usarlo como base y saltar hacia arriba, de modo que cuando cayó se encontraba directamente a su espalda.

De inmediato intentó a atacar. Pero el soldado pareció haber deducido lo que ocurriría y usó un hábil juego de pies para darse la vuelta sin moverse de su posición, de modo que Bryan volvía a encontrarse siendo bloqueado por el escudo.

Esta vez el legionario fue el que avanzó, golpeando con su escudo como si fuese un ariete. Bryan usó sus brazos para intentar defenderse, pero se vio empujado hacia atrás hasta quedar atrapado entre el escudo y el tronco de un árbol. Si aún tuviese a sus Espectros Originales, podría haber reaccionado mejor, pero tenía que mirar hacia su espalda para no tropezar mientras retrocedía (algo que bien podía costarle la vida). Por eso no pudo ver bien la espada corta del Legionario hasta que fue demasiado tarde. Su armadura del Manto Oscuro lo salvó de una herida fatal, pero la punta logró abrirse paso y lastimarlo.

El arma del legionario era una espada de medio metro aproximadamente, con una hoja ancha y recta de doble filo. A diferencia de las espadas largas que preferían los Caballeros, la espada del Legionario fue diseñada para ser usada en conjunto con el escudo y era perfecta para desenvainarla con una sola mano. El peso de su arma era adecuado, el legionario había entrenado para ser capaz de lanzar una veloz serie de estocadas en la mitad de tiempo que alguien con una espada normal. Por eso Bryan había recibido tres ataques antes de poder hacerse a un lado.

Bryan sintió que su sangre comenzaba a salir por encima de su cintura y quiso gritar de dolor, pero consiguió reprimirlo para que el legionario no supiese que lo había lastimado.

- Ríndete de una vez. - Le dijo el legionario sin dejar de mirarlo por encima de su escudo, preparándose para volver a cargar: - Quizá el Cónsul demuestre clemencia y te mate rápidamente. -

- A otro perro con ese hueso. - Respondió Bryan con ironía: - No pienso darle el gusto a ese maldito traidor al Imperio. -

El legionario no dijo más y volvió a atacar cargando hacia adelante como si fuese un tanque. Esta vez Bryan se apartó inmediatamente, pues sabía que no tenía oportunidad contra ese escudo tan recio. Era una suerte que este enemigo no hubiese comenzado a gritar por ayuda, pero seguramente era porque sabía que no la necesitaba. En los ojos de este soldado brillaban al mismo tiempo la alegría de enfrentarse a un oponente poderoso junto con la ambición de ser él quien lo capturase o abatiese finalmente.

Tú anhelo por la gloria resultará en tu perdición” Pensó Bryan mientras luchaba por mantener la distancia. “O eso quisiera decir, pero lo cierto es que no parece haber un modo de que sobreviva a este encuentro. La armadura que tiene le protege precisamente todas las partes vitales que el escudo no cubre y esa espada que lleva es demasiado peligrosa. No me queda Fuerza Mental para llamar al Pequeño Esqueleto y la Esencia Mágica pronto se terminará también. ¿Qué hago ahora?

De pronto el legionario consiguió acercarse lo suficiente y descargó un terrible golpe arrollador con su escudo. Bryan sabía que, si resistía, la espada corta se cobraría su cuota de daños, así que no le quedó más remedio excepto el dejarse golpear. Para él fue como si un toro acabase de embestirlo y sintió que un brazo se le dislocaba.

Más en ese preciso momento se le ocurrió una solución maquiavélica. Mientras la fuerza del golpe lo impulsaba hacia atrás, Bryan activó su Anillo Espacial para tirar hacia arriba un puñado de objetos. Luego su cuerpo impactó contra un árbol cercano y fingió perder el conocimiento.

El legionario avanzó con la espada en ristre, listo para rematar a su enemigo, cuando de pronto algo llamó su atención. La luz de la luna comenzó a brillar por entre los troncos privados de hojas, arrancando intensos destellos en el suelo como si de pronto estuviese caminado sobre un montón de estrellas. Cuando miró más de cerca, el legionario tragó saliva. ¡Esparcidas frente a él estaban las joyas más bellas que había visto en su vida! Había diamantes, rubíes e incluso esmeraldas.

El soldado casi gritó de alegría, pero alcanzó a contenerse. Si lo escuchaban en ese momento, su superior terminaría apoderándose de estas joyas que seguramente pertenecían a su enemigo inconsciente. ¿Por qué debería verse privado de este tesoro, que claramente era su botín?  Rápidamente el legionario se dispuso a recoger todas las joyas del suelo antes de que alguno de sus compañeros llegase, pero el escudo le impedía agacharse con facilidad, así que lo soltó.

No pudo cometer mayor error.

Bryan se levantó de golpe con todas las fuerzas que le quedaban y atacó al legionario el cual, cegado por la codicia, no alcanzó a levantarse a tiempo. El Desgarrador Sombrío apareció en las manos de Bryan para provocar una herida en la parte baja del brazo de su enemigo, donde la protección era más reducida. Luego lo usó para bloquear la espada del legionario, pero este reaccionó usando su Aura de Batalla con una complicada maniobra que trabó ambas armas. Bryan estaba débil por todas las heridas recibidas, pero alcanzó a resistir. Los dos estuvieron empatados por unos segundos.

Entonces el legionario hizo algo que Bryan no esperaba y soltó su propia espada mientras le daba un terrible rodillazo en el estómago con la pierna sana. El golpe le sacó el aire y provocó que soltase el Desgarrador Sombrío, pero ahora los dos estaban desarmados.

La batalla acababa de convertirse en un combate cuerpo a cuerpo. Bryan albergaba la esperanza de poder ganar con relativa facilidad, dado que aún herido, su cuerpo era más resistente que el de un humano y también su fuerza era superior. Pero para su sorpresa el legionario no le dio un solo puñetazo, sino que lo abrazó con una llave que le hizo perder el equilibrio por completo. Antes de que Bryan entendiese lo que pasaba, la pelea había llegado al suelo.

Por primera vez en su vida, Bryan descubrió una realidad elemental de las peleas que hasta el momento no conocía: Que no importa cuánto uno entrene para fortalecer sus huesos o sus músculos… Las articulaciones nunca se hacen más fuertes.

Todos los legionarios de la Legión Grifón eran expertos en la lucha y sabían muy bien como inmovilizar y dislocar huesos enemigos, en muy poco tiempo. Bryan resistió lo mejor que pudo con su poderosa fuerza, pero finalmente acabó echado boca arriba. El legionario estaba inmovilizándolo con una rodilla sobre su estómago, mientras atrapaba uno de sus brazos haciendo una palanca entre su propia rodilla y su mano izquierda. Aunque Bryan tenía una mano libre, estaba impotente para poder hacer algo.

El legionario sonrió en ese momento, pues sabía que Bryan estaba a su merced. Así que hizo un puño con su mano derecha y descargo tres terribles golpes como el trueno.

Bryan sintió que su mente se ponía en blanco al mismo tiempo que su visión se volvía borrosa. El legionario por su parte estaba sorprendido de lo duro que resultó ser el cráneo de su enemigo, así que cambió la forma de su golpe para atacar ya no con los nudillos sino con la parte carnosa de su mano, como si fuese un martillo. De ese modo mantenía su articulación a salvo y podía darse el lujo de descargar una lluvia de golpes que rompieron la nariz de Bryan, haciendo que volviese a sangrar.

Bryan sentía que se estaba muriendo en ese momento. Cada golpe hacía que su cabeza impactase contra el suelo y rebotase, para encontrarse con un nuevo martillazo. La conmoción cerebral fue tan grande que llegó al punto de volverlo un poco insensible al dolor, lo cual le permitió más capacidad para pensar. Aunque estaba sufriendo daños, no era la peor tortura que había experimentado. Pero estaba sin opciones. Sabía que podía forzarse a salir de la llave del legionario, pero sus articulaciones quedarían destrozadas y seguramente no conseguiría escapar.

Fue en ese momento que Bryan puso toda su voluntad en una sola cosa: sobrevivir. Y respondiendo a su deseo, el Infante Sanguinario despertó de su sueño. De inmediato la Esencia Mágica se puso devorar el Aura de Batalla de Marcus de forma desesperada.

Al mismo tiempo en la mente de Bryan brilló un nuevo recuerdo, una memoria dejada por Chu Can Lan sobre una técnica malvada llamada “Asimilación Vital”. Se trataba de una técnica nueva que jamás había entrenado antes. No había garantía de que pudiese realizarla correctamente a la primera oportunidad y desconocía los riesgos que correría si fallaba. Pero como sabía que en cualquier momento perdería el sentido, Bryan decidió que no tenía nada que perder y utilizó todas las fuerzas que le quedaban para sacudirse una última vez mientras activaba la magia.

Con mucho esfuerzo levantó un poco la misma mano que el legionario tenía atrapada, de manera que sus dedos consiguieron aferrar apenas la piel de su adversario por encima del codo, ahí donde usualmente no había armadura que la protegiese porque no era necesario.

Al principio sintió como como si la piel del legionario estuviese cubierta de electricidad estática, pero un segundo después su piel y la suya se pegaron como si fuesen imanes con carga opuesta. Entonces Bryan se concentró en una sola cosa: Absorber.

Bryan todavía no lo sabía, pero la “Asimilación Vital” era una de las magias malignas más espantosas que existían en el universo del que provenía Chu Can Lan. Para realizarla era imperativo que el Mago Demoníaco hubiese llegado al Reino de los Demonios Verdaderos, porque el Infante Sanguinario era crucial para tener éxito. Se trataba básicamente de manipular la fuerza vital de un individuo para Absorberla.

Esta técnica funcionaba mejor cuando el Mago Demoníaco había consumido casi toda su Esencia Mágica. Normalmente en esos casos tendría que alimentar al Infante Sangriento con su propia sangre para poder producir más, pero si conseguía crear un vínculo con un tercero y usar esa Energía Vital en lugar de la suya… el mago podía restablecer todo el poder perdido, alimentar al Infante Sangriento e incluso incrementar ligeramente sus propios poderes. Era lo más parecido a ser un maldito vampiro que consume la vida de otros para restaurar la suya propia.

Por supuesto que podría haber salido muy mal, pero nuevamente alguna deidad protectora estaba velando por Bryan, porque consiguió establecer el vínculo a la primera. También lo ayudó mucho el hecho de que esa magia usaba los mismos circuitos mágicos que generalmente empleaba para el Conjuro de Fuego Glacial Místico, solo que en una dirección inversa. De modo que todo lo que él necesitaba hacer era mantener el contacto, mientras que el Infante Sanguinario tomaba el control de la Esencia Vital del pobre legionario.

El soldado sintió primero que el brazo con que mantenía atrapado a Bryan se le estaba acalambrando o adormeciendo, segundos después le pareció que el peso de su extremidad aumentaba y un frío espantoso se apoderaba de su interior. De inmediato supo que algo malo estaba pasando e intentó levantarse, pero descubrió que Bryan se estaba aferrando con una garra que parecía de hierro y no podía soltarse. Quiso llamar a su Aura de Batalla, pero sus poderes no le respondían.

Aterrorizado, el Legionario comenzó a golpear el rostro y el cuello de Bryan mientras luchaba por liberarse, pero después del segundo golpe se dio cuenta de que las fuerzas le fallaban. Entonces le pareció que del corte en su brazo comenzaban a brotar unas intensas corrientes de luz roja que se introdujeron en Bryan, privando al Legionario de su energía y capacidad para moverse.

¡Ni siquiera podía gritar por ayuda!

Motivado por el miedo a morir, el Legionario consiguió sacar fuerzas de algún modo para soltarse de Bryan y se alejó varios pasos. Poco después las piernas le fallaron y cayó de rodillas agotado. Cuando levantó la mirada, el Legionario notó que Bryan estaba poniéndose de pie lentamente. Pero en lugar de mirar a su adversario, su rostro estaba fijo en el cielo, como si contemplase la luna. Luego el cuerpo del extraño joven comenzó a convulsionar mientras emitía sonidos bastante fuertes… o al menos eso le pareció al principio.

Poco después entendió lo que ocurría. Bryan estaba de algún modo reacomodando las articulaciones que se le habían dislocado durante la pelea. Casi al mismo tiempo todas las heridas que aún quedaban sobre su piel comenzaron a sanar a toda prisa mientras que una oleada de poder mágico inundaba su cuerpo.

De inmediato el Legionario intentó alejarse mientras buscaba el lugar en el que había caído su escudo o su espada. Fue ese mismo momento que escuchó un extraño sonido a un costado suyo. Cuando miró al suelo notó que un pedazo de armadura muy parecido a su guantelete había caído en el suelo. De hecho, no se parecía, sino que era su guante, junto con todas las placas que normalmente protegían su brazo.

El Legionario no entendía cómo era posible que de pronto parte de su armadura se hubiese soltado, así que miró su extremidad… ¡Y vio con horror que su mano estaba desapareciendo frente a sus propios ojos!

- ¡Nooo! - Gritó el Legionario incapaz de creer lo que le ocurría. No podía sentir dolor alguno, pero su piel, músculos y huesos estaban deshaciéndose en partículas de luz, como si nunca hubiesen sido reales. Primero observó que sus dedos se desvanecían y luego lo hizo el resto de su palma. Era lo más horrible que jamás había experimentado en su vida.

Poco después se escucharon unos pasos y el Centurión Alberto Cornelio llegó acompañado de otros dos escoltas. Habían escuchado el grito del legionario e inmediatamente se apresuraron para ayudar. Pero antes de que pudiesen hacer o decir algo, notaron lo que estaba pasando con su compañero y se quedaron pasmados sin saber qué hacer.

- Pero ¡¿qué es esto?! ¡¿Lucio, eres tú?! - Preguntó Alberto.

- ¡Por favor sálvame centurión! - Respondió el legionario desesperado, pues acababa de notar que ahora su antebrazo estaba deshaciéndose como su mano.

Alberto Cornelio jamás había visto semejante fenómeno, así que no estaba seguro de qué hacer. Pero tomó una decisión radical e inmediatamente desenvainó su espada corta, para luego cortar limpiamente el brazo del desafortunado legionario en un intento desesperado por salvarle la vida. Lamentablemente no sirvió de nada, porque a pesar de haber perdido la extremidad, el resto del cuerpo del legionario continuó deshaciéndose hasta que finalmente desapareció por completo como si hubiese sido un espejismo. Conforme se desvanecía, a todos les pareció que sus rasgos se volvían rápidamente como los de un anciano. Pero antes de que pudiesen estar seguros de nada, lo único que quedó de su antiguo camarada fueron los restos de su armadura.

La última acción del legionario fue mirar hacia Bryan desesperado y susurrar una palabra:

- Monstruo. -

El Centurión y sus dos escoltas miraron a Bryan aterrorizados, pero este no parecía reparar en ellos. En su lugar seguía mirando hacia el cielo ya sin moverse y con las manos todavía resplandeciendo con esa especie de electricidad roja como la sangre que en realidad era la vida que le había succionado al difunto legionario llamado Lucio. Una vida trasformada en energía pura, que restauraba sus poderes a una velocidad inconcebible hasta entonces.

- ¡¿Qué clase de demonio eres tú?! - Grito uno de los escoltas sin poder contenerse más, mientras sentía que su corazón era embargado por el terror, la furia y la repugnancia al mismo tiempo.

- Soy exactamente eso. - Respondió Bryan mirándolos finalmente: - Para lograr lo que quiero, me entrego a la pasión. Con pasión, me vuelvo fuerte. Con la fuerza obtengo la victoria. Y con la victoria obtengo el poder. ¡Un Mago Demoníaco siempre consigue lo que desea! -

Y después de decir eso les sonrió de forma despiadada.

- ¡Maten a esa cosa! - Ordenó inmediatamente el Centurión Alberto Cornelio y los tres avanzaron con sus espadas.

Pero antes de que pudiesen dar otro paso, el mundo entero desapareció. El hechizo de Niebla Negra volvía a estar al alcance de Bryan y rápidamente lo desató para cegar a sus enemigos. Alberto sintió entonces que algo lo golpeaba de frente. Naturalmente dedujo que Bryan intentaba derribarlo e inmediatamente reaccionó empujando con su escudo hacia adelante mientras activaba toda su Aura de Batalla. Pero solamente se trataba de una Criatura Oscura que actuaba como distracción, mientras que el verdadero peligro estaba volando por encima de ellos para colocarse a su espalda.

Todavía ciego, Alberto Cornelio sintió que le daban una patada en la espalda con una fuerza terrible y cayó varios metros hacia adelante sin poder evitarlo. Cuando se levantó, podía ver de nuevo. Pero deseó no haberlo hecho, pues la escena frente a sus ojos era espantosa.

Dos fornidos Guerreros Zombis estaban sujetando con fuerza los escudos de los legionarios que escoltaban al Centurión para que no pudiesen utilizarlos. Bryan se encontraba detrás de ellos, sujetando a cada uno por el cuello con un agarre mortal, mientras sus manos resplandecían con relámpagos color sangre. Antes de que el impotente Centurión pudiese dar un paso hacia ellos, vio desaparecer a sus hombres en partículas de luz mientras sus rasgos envejecían hasta parecerse a los de unos abuelos decrépitos. Poco después las armaduras vacías cayeron al suelo.

- Quizá si hubiesen cubierto todo su cuerpo con el Aura de Batalla en lugar de concentrarla sobre sus escudos no sería posible realizar la Asimilación Vital. - Comentó Bryan para sí mismo mientras observaba una de sus palmas, donde la electricidad de color rojo todavía le brillaba entre los dedos: - Pero supongo que un consumo semejante sería excesivo para cualquiera más débil que un Caballero de la Tierra o un Gran Maestro de Espadas. ¡Mejor para mí! -

Alberto Cornelio inmediatamente cogió su silbato para pedir ayuda, pero se detuvo antes de soplar. ¡No sabía si al hacer eso estaba condenando a sus hombres para que se volviesen el alimento de este monstruo! De modo que tomó la única decisión posible y levantó su escudo hacia Bryan mientras concentraba la totalidad de su Aura de Batalla en su superficie para defenderse de cualquier ataque frontal. Al mismo tiempo intentó retroceder lo más rápido que pudo, sin dejar de estar atento al más mínimo movimiento de su enemigo.

Por eso no pudo ver la enorme masa de una Abominación que acaba de ser invocada detrás suyo, hasta que lo golpeó con su enorme arma y justo en su desprotegida espalda. El centurión fue impulsado hacia adelante con varias costillas rotas y terminó cayendo a los pies de Bryan, perdiendo el escudo en el proceso.

Desesperado, Alberto Cornelio intentó levantarse. Pero entonces Bryan lo atrapó usando la misma llave que el Legionario Lucio utilizó contra él momentos atrás. Gracias su memoria eidética, era capaz de recordar muy fácilmente todo lo que le parecía interesante, como por ejemplo las técnicas de lucha.

Sólo que, en lugar de golpearlo, Bryan agarró por el cuello al Centurión, apretándolo con una fuerza terrible. Luego lo miró con una terrorífica sonrisa de depredador mientras le decía: - ¿Sabes algo? Hasta el día de hoy pensaba que había demasiados de ustedes, legionarios. Pero ahora… -

Las corrientes de energía vital comenzaron a fluir sin que Alberto Cornelio pudiese hacer nada para impedírselo. Lo último que alcanzó a oír fueron las palabras finales de Bryan, que llenaron su corazón con desesperación.

- Ahora… ¡No hay suficientes! -

Los efectos de la Asimilación Vital

Nota del Traductor

Hola amigos, soy acabcor de Perú hoy 23 de abril del 2021 y el clima se nos está volviendo otoñal.

Primero que nada, quiero agradecer al comentario de Alejandro DP, quien me dio la idea de hacer más fuertes a los Legionarios o por lo menos demostrar que no son enemigos fáciles de vencer. Toda la pelea del legionario la imaginé precisamente pensando en ello. Creo que me quedó muy bien.

También modifiqué la descripción de la Asimilación Vital para que se pareciese más a lo que Cole McGrant del videojuego de Infamous hacía cuando absorbía la vida. Los diálogos finales de Bryan están inspirados en la película Dracula Untold. Por supuesto que también cambié el nombre de esta magia y sus habilidades.

En otro tema menos agradable, tengo que pedirles su ayuda con cualquier donación que se pueda para el Patreon, y es que lamentablemente la necesidad de dinero es omnipresente. ¡Por favor colabora con este proyecto o compártelo con otros!

Espero que les haya gustado y nos vemos en el siguiente capítulo.