00 Prólogo

La Luna es el único satélite natural de nuestro planeta y lo acompaña desde su formación hace aproximadamente cuatro mil quinientos millones de años. Siempre muestra la misma cara a nuestro mundo, reflejando la luz solar durante las noches en sus diversas fases. Con un diámetro de aproximadamente tres mil cuatrocientos setenta y cuatro kilómetros, su austera superficie desolada es testigo de una rica historia geológica.

Sin embargo, la experiencia de estar parado sobre la Luna y contemplar el paisaje con los propios ojos es algo que va más allá del conocimiento textual; es presenciar un espectáculo que desafía la imaginación, reservado a unos pocos elegidos: Las llanuras polvorientas se extienden hasta el horizonte, salpicadas por cráteres oscuros y rocas afiladas como dientes de dragón. El polvo lunar se levanta con cada paso, danzando en el aire con una gravedad seis veces menor a la de nuestro mundo antes de descender nuevamente hacia la superficie. El cielo es un lienzo negro salpicado de estrellas brillantes, y el planeta Tierra se destaca en el firmamento como una joya azul pálida. En la distancia, las montañas se alzan como gigantes dormidos, con sus picos bañados por la luz plateada del sol. A pesar de la ausencia de vida y sonido, el paisaje lunar exuda una tranquilidad etérea y una belleza inquietante que evoca un mundo ajeno y misterioso.

O por lo menos así debería ser normalmente.

Sin embargo, esta vez había algo diferente… No, ¡más bien algo completamente irregular e incoherente con el entorno lunar habitual!

- ¡Considérate afortunado! Eres el decimotercer ser humano en pisar la Luna desde el último astronauta... ¡Y ni siquiera te costó un centavo! -

Quien le estaba hablando era un extraño anciano con rasgos faciales ganchudos, como los de un águila. Sus ojos agudos como dagas destellaban con una intensidad que parecía trascender lo humano. Vestía unos ropajes antiguos y oscuros, cuyos pliegues ondulaban de manera siniestra con cada movimiento. Un manto de seda negra, bordado con símbolos arcanos en rojo carmesí, caía majestuosamente sobre sus hombros encorvados. En su cintura, una correa de cuero adornada con inscripciones rúnicas sostenía una daga de jade, cuya empuñadura estaba grabada con antiguos glifos de poder. A pesar de su apariencia envegecida, emanaba una presencia sobrenatural, como si fuera más que un simple mortal.

El viejo sonreía ominosamente mientras contemplaba a un hombre chino atrapado dentro de una especie de envoltura delgada hecha de cristal púrpura en forma de media cúpula, vestido tan solo con unos vergonzosos calzoncillos con estampados floridos, adquiridos en alguna venta con descuento que solo la pobreza podría justificar en un hombre. Su edad rondaba entre los treinta y cuarenta años, su físico denotaba una vida sedentaria, con una musculatura apenas marcada en sus pantorrillas, resultado de una mala alimentación y una vida de salario mínimo.

En circunstancias normales, este hombre mantenía una actitud pueril a pesar de su edad, como si estuviera resistiéndose a asumir peso de la adultez que nunca llegó a asentarse completamente sobre sus hombros. Sin embargo, ahora que se enfrentaba a la imposible (pero de algún modo real) situación de estar atrapado en la Luna, su mente era un maremágnum de confusiones y sentimientos encontrados, que lo hacían incapaz de asimilar el absurdo problema en el que se encontraba.

Finalmente, logró recuperarse lo suficiente como para dirigir una mirada cargada de desprecio hacia su interlocutor espetándole con una mezcla de ira y ansiedad palpables:

- ¡Ya tuve suficiente, maldito vejestorio! - gritó el hombre, su voz temblorosa por la ira y el desconcierto. - ¡¿Qué es lo que quieres?! ¡¿Por qué me has traído aquí?! -

La ira inundaba el corazón de Han Shuo. Apenas unos momentos atrás, había estado a punto de disfrutar de una ducha fría y refrescante para escapar del calor abrasador de un día de verano que resultó especialmente tórrido. Pero justo cuando estaba en pleno acto de desvestirse, una luz blanca cegadora resplandeció frente a sus ojos y, cuando su vista se recuperó, se encontró cara a cara con este anciano extraño que había aparecido de la nada en el baño de su apartamento.

El intruso simplemente murmuró algo que sonó a “Las fechas coinciden” e inmediatamente agarró a Han Shuo por el cuello empleado una fuerza monstruosa que parecía más propia de una bestia feroz que de un ser humano. Acto seguido, lo arrastró fuera del baño con una facilidad absurda y lo condujo a través del pequeño apartamento sin ningún tipo de contemplación hasta llegar a la ventana de la sala. Entonces el viejo tomó impulso y se precipitó por la ventana del décimo piso, arrastrando consigo al aterrorizado joven, quien ya de por sí no se destacaba por su valor.

Han Shuo cerró los ojos y gritó como nunca en su vida. Sin embargo, en lugar del inevitable impacto contra el pavimento que esperaba, sintió que aterrizaba de forma suave. Cuando finalmente se atrevió a abrir los ojos y mirar a su alrededor, descubrió consternado que se encontraba dentro de esta misteriosa cápsula, en un sombrío paraje desolado y estéril. Rocas y cráteres parecían haber sido esculpidos por el paso de incontables años, como si el tiempo mismo hubiera dejado su huella en cada centímetro de aquel suelo árido marcado por quemaduras severas.

Fue entonces cuando le informaron que estaba en la Luna.

Por alguna razón desconocida, Han Shuo y ese enigmático hombre podían comunicarse con facilidad, quizás debido a alguna misteriosa propiedad del extraño caparazón en el que se encontraba encerrado. Lo más sorprendente era la presencia de suficiente oxígeno dentro de la jaula, lo que les permitía respirar sin dificultad y protegerse de los horrores del espacio exterior, como la radiación cósmica intensa, las temperaturas extremas y la ausencia de atmósfera para amortiguar los impactos de los micrometeoritos.

- Escúchame con atención porque no lo voy a repetir. Mi nombre es Chu Cang Lan y en breve me enfrentaré en un combate a muerte para cumplir mi objetivo de destruir las leyes que rigen el cielo y la tierra. Esto me permitirá ascender hasta el ápice del camino del mal: el REINO DE LOS PRESAGIOS. Sin embargo, aunque individualmente esos sujetos no representan un desafío, no estoy seguro de qué pasará si unen sus fuerzas contra mí. –

El viejo esbozó una sonrisa antes de continuar: - Para asegurar mi supervivencia, necesito la ayuda de alguien con la misma fecha de nacimiento que yo, y ahí es donde entras tú. Porque si tengo la mala suerte de caer en la batalla, entonces invocaré una de las magias más poderosas que conozco e implantaré mi conciencia dentro de tu alma. ¡Así podré utilizar tu cuerpo para revivirme y escapar de la muerte! -

Chu Cang Lan le explicó todo esto con una tranquilidad perfecta, sin rehuir en ningún momento la mirada de Han Shuo. Pero, aunque su tono pretendía ser amable, había una sutil indirecta de peligro que brillaba en sus ojos, inyectados en sangre, como si ocultara una amenaza latente detrás de cada palabra.

- Eh... cuando hablas de “implantar tu conciencia en mi alma”, entonces... ¿qué es exactamente lo que me pasará a mí? - Han Shuo estaba extremadamente confundido. No había logrado captar la mayor parte de lo que Chu Cang Lan dijo, pero instintivamente se dio cuenta de un detalle crucial y formuló la pregunta más importante.

El anciano hizo una pausa y luego soltó una carcajada, dejando en claro la respuesta evidente: - ¡Tu cuerpo será mío, y tú estarás muerto, por supuesto! -

- ¡Hijo de… @#$#@...! -

Han Shuo estaba tan enojado que empezó a lanzar una serie de insultos con una furia desenfrenada, sin importarle en lo más mínimo su situación o el hecho de que se encontraba completamente indefenso frente a este individuo malvado. Su torrente de maldiciones abarcaba unas dieciocho generaciones de los antepasados de Chu Cang Lan, haciendo especial hincapié en su familia materna de formas que rayaban en lo vulgar y lo despiadado.

Al principio, Chu Cang Lan mantuvo la compostura mientras observaba fijamente el rostro de Han Shuo con una sonrisa en los labios. Sin embargo, a medida que pasaban los minutos y los insultos persistían sin cesar, su semblante comenzó a oscurecerse gradualmente. Con el paso del tiempo, su expresión se tornó cada vez más desagradable, prueba de la creciente irritación que sentía.

Chu Cang Lan

- ¡Muy bien, pues! ¡Aprovecha esta última oportunidad y saca todo de tu sistema, mocoso! ¿Sabes qué? Había considerado perdonarte la vida si ganaba la pelea, pero ahora, gracias a tu elocuencia, incluso si gano, te enviaré al infierno. -

Esas palabras detuvieron bruscamente la avalancha de insultos de Han Shuo. Después de un momento, comenzó a lanzar puñetazos contra una de las paredes de su prisión púrpura mientras gemía desesperadamente: - Héroe, poderoso señor… Me equivoqué, ¡perdóname la vida! ¡Soy un insignificante gusano, no valgo nada! Por favor, ten piedad de mí. Además, lo que estás haciendo es ilegal. ¡Las autoridades vendrán a buscarte! La tecnología ahora es muy avanzada. ¡Incluso escapar a la Luna no te servirá de nada! -

- Pues debes saber que los magos demoníacos nunca nos preocupamos por la ley. Yo, Chu Cang Lan, he vagado libremente por más de mil mundos durante incontables años, sembrado la destrucción por donde he pasado y he matado a más gente de la que te puedas imaginar… ¡Pero heme aquí todavía, aún impune y más poderoso que nunca! -

Chu Cang Lan pronunció estas palabras con una calma perturbadora. De repente, su expresión cambió drásticamente mientras dirigía su mirada hacia la izquierda, observando algo en la distancia. Entonces, en un susurro apenas audible, dijo:

- ¡Finalmente! -

Chu Cang Lan hizo una señal con uno de sus dedos y la jaula púrpura que aprisionaba a Han Shuo se elevó con él, alejándose volando. Después de rebotar un par de veces, la prisión de cristal se detuvo en una depresión superficial, a varios kilómetros de su ubicación inicial. Fue entonces cuando Han Shuo se dio cuenta de que ya no podía moverse, y sus labios permanecían sellados, sin emitir el menor sonido. Aunque podía oír, parpadear y pensar; estaba completamente inmovilizado y silenciado.

- Los tres llegan bastante tarde. - Se burlaba Chu Cang Lan: - Espero que hayan traído sus mejores armas para nuestro enfrentamiento de hoy. ¡Así podrán morir sabiendo que lo dieron todo! -

- ¡Hoy pagarás el precio final por la devastación de tantos mundos, miserable!

- ¡En nombre del cielo, haremos justicia! -

- ¡Serás juzgado! -

******

Aunque Han Shuo ya no podía moverse, de algún modo podía escuchar parte de lo que decían las personas recién llegadas. Ninguna de sus voces le resultaba familiar, pero las palabras que pronunciaban le recordaban los diálogos de los monjes shaolin o los sacerdotes taoístas que había visto en la televisión. Sin embargo, en poco tiempo dejó de importarle y solo podía pensar en las palabras de Chu Cang Lan. Parecía que él estaba jodido sin importar quien ganase o perdiese el combate.

Han Shuo había nacido en un modesto pueblo pesquero de China y, tras graduarse de la escuela secundaria, logró ingresar en una universidad en la capital para estudiar administración de empresas. A diferencia de la mayoría de sus compañeros de promoción, nunca mostró interés en buscar trabajo después de graduarse. En su lugar, pasaba sus días navegando por internet sin un propósito definido. Aunque intentó ganar dinero creando un sitio web y abriendo pequeñas tiendas en línea, nunca logró obtener grandes ganancias. Era un otaku de pies a cabeza, sin preocuparse por hacer algo por los demás y desaprovechando por completo cualquier potencial que pudiera haber tenido para el futuro.

A medida que pasaba más tiempo en línea, la mente de Han Shuo se llenaba de fantasías cada vez más desconectadas de la realidad. Se convirtió en el tipo de persona que culpaba a los demás de sus fracasos, creyendo firmemente que tenía derecho a hacer lo que quisiera, ya fuese bueno o malvado, y que su infelicidad era culpa de la sociedad por no permitirle hacerlas.

Han Shuo en su vida diaria

Pero, aunque pasaba sus días encerrado en casa, Han Shuo consiguió mantener un mínimo de autoconciencia. Era un hombre bastante timorato, lo que lo llevaba a reprimir cualquier intento de llevar a cabo sus deseos o expresar en voz alta el descontento que sentía contra su país y la forma en que se hacían las cosas.

Además, la omnipresente vigilancia del régimen comunista no solo controlaba los medios de comunicación, sino que también monitoreaba masivamente a los ciudadanos mediante la última tecnología en cámaras de seguridad con reconocimiento facial, así como la supervisión constante de las redes sociales. Una simple insinuación de desacuerdo con alguna medida del gobierno podía resultar en una reducción de su puntaje en el Sistema de Crédito Social, privándolo de la posibilidad de realizar compras en línea, adquirir boletos de tren e incluso acceder a su cuenta bancaria.

A pesar de detestar profundamente este tipo de medidas, Han Shuo se veía paralizado por el miedo y carecía de la valentía necesaria para expresar su opinión. A diferencia de los privilegiados familiares del Partido, sus padres no eran multimillonarios ni funcionarios de alto rango, por lo que carecía de la influencia necesaria para violar las leyes impunemente. Anhelaba un cambio, pero nunca se atrevería a actuar en consecuencia. Con el tiempo, se resignó a ser una persona servil y sumisa, refugiándose en la autocompasión y rumiando su descontento en silencio, pero nunca atreviéndose a manifestarlo abiertamente.

En resumen, Han Shuo era un treintañero malhumorado sin ningún logro destacable hasta la fecha. Incluso sus padres habían intentado presentarle a una chica en un intento por encaminar su vida en alguna dirección, pero ella lo había mirado con desdén en cuanto supo que no tenía un trabajo estable. Como era de esperar, la relación no prosperó.

Últimamente, Han Shuo había sucumbido a la presión de sus padres y se estaba preparando para presentar su currículum vitae y encontrar un trabajo de verdad. Sin embargo, nunca imaginó que esta ridícula muerte lo sorprendería antes de tener la oportunidad de hacer algo al respecto.

El cerebro de Han Shuo se movía con lentitud mientras sopesaba la idea de que estaba a punto de morir. Por primera vez en su vida, tomó conciencia de cuántas oportunidades había desperdiciado en tonterías. Su relación con sus familiares era casi inexistente, nunca había logrado nada significativo y, para colmo, ¡a su edad aún era virgen!

Han Shuo suspiró profundamente y pensó: “Esto sí que es tener mala suerte. Y justo cuando estaba a punto de empezar de nuevo. ¿Por qué se me niega la oportunidad? Si hoy logro sobrevivir, juro que lucharé para cumplir con todos mis deseos, los más sublimes y los más perversos. No volveré a dejar que nadie me desprecie y nunca permitiré que el miedo me impida actuar. ¡Nunca jamás...!"

La única cosa que podía controlar ahora eran sus pensamientos, así que Han Shuo comenzó a desear una segunda oportunidad con todas sus fuerzas. Cuanto más reflexionaba, más se lamentaba y desesperaba. La sensación de arrepentimiento lo inundaba, dejándolo con un profundo sentimiento de vacío y remordimiento. Hubiera dado cualquier cosa por tener la oportunidad de empezar de nuevo, de hacer las cosas de manera diferente, de tomar el control de su vida y no desperdiciar más tiempo en tonterías. Pero en ese momento, lo único que podía hacer era esperar y aferrarse a la esperanza de que, de alguna manera, contra todo pronóstico, pudiera sobrevivir de algún modo.

Repentinamente, una explosión rugió con la furia de mil truenos, sacudiendo el firmamento y resquebrajando la tierra misma. El eco de la risa egoísta de Chu Cang Lan resonó en el caos que se desataba. Pero al cabo de un rato escuchó que el malvado anciano gritaba desesperado: - ¡Malditos traidores! -

Acto seguido se desató una nueva serie de detonaciones que sacudieron violentamente la prisión de Han Shuo. Los cimientos de la Luna parecían temblar ante el embate de la batalla, como si el cosmos mismo respondiera con furia para defenderse de aquel hombre despiadado. Entre el estrépito ensordecedor, un grito eufórico atronó en el aire: - ¡Lo hemos logrado! ¡Esta vez estás muerto, maldito Chu Cang Lan! -

- ¡Oigan! ¿Acaso esa no es la técnica demoníaca usada para usurpar cuerpos? ¡Está intentando escapar de la muerte! ¡Debe haber una semilla del demonio cerca! -

- ¡Jamás! En nombre de todos los que viven bajo el cielo, no le permitiré tener éxito, aunque me cueste la vida. Por la causa de tantos inocentes… ¡Yo te escupo mi último suspiro! -

- ¡Espera, noooo!... -

Hubo un destello de luz tan intenso que parecía llenar el vacío del universo, seguido por la onda expansiva más violenta de todas hasta el momento. Pero luego, un rayo de color oscuro fue lanzado velozmente hacia Han Shuo. Su velocidad rivalizaba con la de una estrella fugaz, y se percibía que contenía algo inidentificable retorciéndose en su interior, como un líquido impío.

- ¡Alabado sea con grandes alabanzas! Nuestro hermano se sacrificó para interrumpir la técnica demoníaca. Su divina intervención nos permitirá descansar tranquilamente, porque Chu Cang Lan nunca más será una amenaza. -

Exactamente después de que Han Shuo escuchase esa última frase, la luz negra se introdujo en el caparazón de cristal púrpura y algo extraño pareció invadir su cerebro. Era como una fuerte corriente eléctrica que le causó un dolor extremo, hasta el punto en que parecía que todos sus órganos habían explotado simultáneamente.

Y luego no supo nada más.

Y luego no supo nada más...

NOTA DEL TRADUCTOR

Hola amigos, soy acabcor de Perú y hoy es miércoles 16 de marzo del 2024 y esta es la tercera edición de este capítulo.

Desde hacía mucho tiempo quería intentar realizar algunas correcciones principalmente de estilo, pero también agregar contenido nuevo con toda la habilidad que he adquirido con la práctica al escribir esta novela. Naturalmente no puedo desviarme demasiado de hacer todos los cambios que quisiera hacer por qué tengo que mantener una coherencia con lo que ocurre en los volúmenes posteriores. Pero me permití agregar mucho contenido sutil y elaborar bastante sobre la personalidad del protagonista ahora que este ha tomado un rumbo definido.

Creo que uno de los aspectos más importantes que agregué fue describir mejor la personalidad del protagonista y su actitud sumisa dentro del sistema de la dictadura comunista China, lo cual es bastante importante para comprender el tipo de miedos que realmente tiene y las motivaciones subyacentes qué hay debajo de sus aparentes deseos de dominación y poder.

Por supuesto otro aspecto muy importante que cree fueron las imágenes generadas por inteligencia artificial que esta vez son completamente mías y que creo que resultan bastante apropiadas. La más difícil de todas definitivamente fue la de Chu Cang Lan, pues no es fácil generar un personaje que al mismo tiempo sea anciano y transmita una sensación de poder. Agregar la Tierra detrás suyo también representó todo un desafío en Photoshop, pero creo que al final me quedó bastante bien.

A pesar de esto, la imagen que más me gusta es la del protagonista de espaldas y sentado frente a su computadora. Si bien no tiene tantos detalles ni es tan fantástica, creo que expresa una gran cantidad de significados. Sus hombros caídos nos hablan de su depresión, pero de un modo en el cual se nota que la propia persona no es consciente de ella. Y en realidad eso es un aspecto fundamental del pensamiento y la forma de ser del protagonista: es muy inconsciente de sí mismo.

Pero déjame saber tu opinión en los comentario: ¿Qué opinas del contraste entre la descripción inicial de la Luna y la situación anormal que enfrenta Han Shuo? ¿Qué te pareció el personaje de Chu Cang Lan? ¿Cuál fue tu reacción al descubrir los motivos de Chu Cang Lan para necesitar a Han Shuo? ¿Qué opinas sobre el desarrollo del personaje de Han Shuo a lo largo del capítulo? ¿Qué te pareció el giro final de la intervención de aquel “hermano" y la lucha contra la técnica demoníaca? ¿Qué aspecto del capítulo te resultó más sorprendente o inesperado?

Como saben, crear una novela es un proceso que requiere tiempo, esfuerzo y también recursos. Por eso, si te has sentido entretenido, conmovido o simplemente intrigado por la historia de Han Shuo y su aventura en la Luna, ¡considera hacer una pequeña contribución para ayudarme a seguir adelante con este proyecto! Tus donaciones no solo me ayudarán a cubrir los gastos, sino que también me darán el impulso y la motivación necesarios para seguir creando contenido de calidad.

¡Nos vemos en el próximo capítulo!