287 Adelvard y el Jötunn

El pueblo de Cannas se encontraba en la última llanura fértil para la agricultura que uno podía encontrar justo en el límite antes de llegar al Bosque Oscuro, en la frontera misma. Naturalmente vivir cerca de un lugar tan peligroso no era sencillo, pero se trataba de la periferia y aunque existían riesgos de que algún monstruo eventualmente emergiese de la espesura, el lugar aportaba muchos beneficios a parte de la fertilidad de su suelo, tales como la carne de caza o las frutas silvestres, que lo hacían un lugar atractivo para vivir. Eso siempre y cuando ninguno de los granjeros se atreviese a adentrarse demasiado para encontrar estos recursos, porque de hacerlo, lo más seguro era que terminasen en la panza de alguna Criatura Mágica.

Por todos estos motivos algunas familias bastante osadas (sobre todo necesitadas) terminaron asentándose en Cannas y para sorpresa de muchos con el tiempo consiguieron construir una forma de vida relativamente estable en este lugar.

La forma más rápida para llegar a Cannas sería usando las matrices de transporte y viajar directamente a la ciudad de Zajoski. Desde ahí se podía cabalgar por un sendero de tierra apisonada que terminaba en el pueblo. El recorrido demoraba un día, pero como Bryan podía volar a alta velocidad era posible hacerlo en tan solo un par de horas.

Sin embargo, Bryan prefirió dar un larguísimo rodeo regresando primero al Cementerio de la Muerte y luego se fue volando a toda prisa hacia el suroeste, quemando casi todas sus reservas de Esencia Mágica durante una noche y la mitad del día siguiente, solamente para evitar tener que recorrer el bosque a pie. Cuando dejó los últimos árboles atrás, se encontró con un mar de praderas deshabitadas y sin ningún rastro de civilización a la vista. Finalmente se vio forzado a aterrizar para no perder el sentido por el agotamiento, pero incluso corriendo se demoró cuatro horas en llegar a un pueblo.

La buena noticia fue que, pese a lo intempestivo de su viaje y el largo recorrido, de algún modo no perdió el rumbo tanto como temía y los pobladores le confirmaron que había llegado a un sitio relativamente cercano a Cannas.  Pero la mala noticia fue que le tocó pasar una terrible noche por un problema serio: Por primera vez en mucho tiempo, no tenía nada de dinero.

¿Cómo era posible esto si se había llevado riquezas invaluables del templo del dios Datara y además obtuvo muchos minerales raros bastante preciosos en el Monumento de Ascanio Ítalo? Sucedió que Bryan había entregado una gran cantidad de fondos a Trunks para el mantenimiento y gastos de Los Cancerberos, pero las joyas y los objetos más valiosos del saqueó de los troles fueron entregados a Phoebe para que los transformase en dinero, uno que luego debía invertirse bajo la protección de Emily.

En cuanto a los minerales valiosos, muchos se utilizaron en crear el Elixir de Juventud y el resto se quedó guardado en el laboratorio del Cementerio de la Muerte para realizar alquimia. Pero incluso si los tuviese a la mano, tampoco es que pudiese convertirlos en dinero rápidamente. Primero habría que subastarlos, lo que implicaba seguir un procedimiento y pagar impuestos, entre otras cosas.

Ahora bien, Bryan no era una persona imprudente y se aseguró de quedarse con una buena cantidad para su uso personal. Este dinero estaba dividido en monedas de oro y Letras de Cambio del Gremio Mercante de Bootz, que podía usar en cualquier ciudad importante. Pero la mayoría de esa fortuna se la gastó en el funeral de sus soldados, así como en las cartas y remuneraciones a los familiares.

Quedarse sin dinero no era una grave preocupación en ese momento, porque mientras servía como Ejecutor Imperial podía obtener todo lo que necesitaba del ejército. Además, el Manto Oscuro le pagaba una suma de dinero por ser uno de sus agentes y este era un oro que no había cobrado todavía. Bryan no estaba muy seguro de cuál era la cantidad exacta por lo rápido que había subido en la jerarquía de la orden, pero tenía que ser una buena suma y sabía que podía pedirla en cualquier momento.

Por eso, cuando se presentó ante Cándido, su plan era embolsarse ese dinero para compensar sus pérdidas recientes. La idea era hacer esto en cuanto terminase de darle su reporte sobre los tres murientes que se le escaparon.

Pero Cándido comenzó a hablarle sobre la petición del Emperador y combatir contra Vlad Cerrón en el Anfiteatro. Era mucha información importante que debía asimilar, lo cual borró por completo de su mente todo el asunto del dinero.

Ahora, debido al poco tiempo que tuvo para prepararse, Bryan recordó muy tarde que sólo tenía una Letra de Cambio por 100 monedas de oro. Esta era una suma más que respetable, sobre todo en esos lugares rurales… o lo sería si alguien aceptase recibir sus Letras de Cambio. Porque cuando intentó pagar, descubrió que en todo el asentamiento no había una persona que supiese leer ni tampoco escribir, así que el concepto de los bancos era algo muy lejano para esta gente. Nadie quiso alojarlo gratis. Y para empeorar las cosas, tampoco tenía comida, porque estaba tan apurado por llegar a tiempo que no se detuvo a cazar nada en el Bosque.

Al final no le quedó más remedio que pasar la noche a la intemperie y también famélico. Lo mejor que pudo hacer fue aprovechar la oscuridad para robar unas cuantas manzanas de una granja descuidada y también algo de paja, con la que consiguió improvisar una cama. Entonces se forzó a dormir durante tres horas antes de continuar. Personalmente preferiría seguir, pero había perdido demasiada sangre junto con su mano y mucha Esencia Mágica, así que el descanso era necesario.

Todo ese trajín podría haberse evitado si no hubiese dado semejante rodeo. Entonces ¿por qué lo hizo? El motivo era simple: Bryan necesitaba evitar a toda costa que Cándido supiese lo que estaba sucediendo.

Si Bryan usaba su autoridad del Manto Oscuro para viajar gratis por las matrices de transporte, Cándido se enteraría inmediatamente con su red de espías. El Gran Maestre probablemente asumiría que Bryan estaba huyendo, luego el emperador lo sabría y su oportunidad de volverse un aristócrata se iría al garete. O quizá alguien le reportaría que acababa de perder una mano, lo que llevaría a Cándido a asumir que no tenía oportunidad de vencer a Vlad Cerrón e igualmente perdería su oportunidad. Tal vez incluso sucediesen las dos cosas. En este caso se podía decir que el orden de los factores no alteraba el producto.

Al día siguiente había recuperado un 30 % de sus poderes, suficiente como para correr a gran velocidad y así llegó a Cannas en las últimas horas del atardecer. Entonces se dio con la sorpresa de que el niño misterioso había omitido decirle que se encontraría con un Castro, el campamento militar de una Legión, justo en frente del pueblo.

Se tratada de un foso cuadrangular con una enorme empalizada, torres defensivas y todo lo que podrías encontrar en una fortificación, que evidenciaba los muchos años de experiencia del Imperio Itálico en campañas militares. Por ejemplo, habían arrancado los matorrales que pudiesen ocultar una incursión enemiga, se amontonó tierra junto a cada hoguera para reducir su visibilidad y distribuyeron sus tiendas de campaña de tal modo que protegiesen a sus caballos y sus oficiales.

Castro: Campamento Militar

Cada fogata calentaba a diez hombres, cada uno de los cuales conocía a todas luces sus responsabilidades. Los legionarios se movían como hormigas en el bosque, dedicados a cien actividades: Algunos molían trigo para hacer pan, otros arreglaban su calzado, afilaban armas o reparaban sus armaduras. Todo era rigor, disciplina y eficiencia.

Una vez terminadas sus tareas, los hombres se alejaban como mucho hasta una hoguera adyacente. Los pocos legionarios con tiempo libre se entretenían apostando, pero no bebían ni alzaban la voz.

Por cierto, de los pobladores rurales de Canas no parecía haber ninguna señal. Parecía que los legionarios los habían desalojado o reubicado en algún otro sitio antes de construir su fuerte.

¿Por qué están aquí? Veo el estandarte de la vigesimoquinta Legión… ¿A quién estará asignada? Ojalá Silano estuviese acompañándome, seguro podría decirme quien es el Cónsul al mando.” Pensaba Bryan mientras se acercaba todo lo que podía sin ser visto. Podría sacar su identificación e ingresar al campamento como Ejecutor, pero sería demasiado arriesgado si el Manto Oscuro tenía espías en el interior.

El centinela más cercano era un Caballero Veterano que claramente sabía sobrevivir y tenía esa vibra que solo poseen aquellos que por lo menos han matado a una docena de personas. Su apariencia era curiosa porque llevaba una larga barba, pero no tenía bigote, cosa que lo asemejaba a una especia de león bípedo con melena negra, bastante amenazante.

Esto será un dolor de cabeza.” Pensó Bryan suspirando. Estaba equilibrado usando un solo brazo sobre una gruesa rama de un roble cercano y esto no era sencillo, pero no era nada en comparación a la tarea que tenía por delante. Podría matar al centinela fácilmente con su Desgarrador Sombrío, pero había desarrollado un auténtico aprecio por los legionarios desde su entrenamiento militar, así que de momento se limitó a enviar a sus Espectros Oscuros para encontrar un buen sitio por dónde infiltrarse y al mismo tiempo sondear el campamento en busca de la espada.

Sin embargo, al poco tiempo frunció el ceño. Porque revisó la armería, las tiendas de los oficiales y los depósitos… pero no veía nada fuera de lo común.

Él dijo que la espada se llamaba Adelvard y que era un arma poderosa. ¿No debería destacarse del resto de objetos?

Bryan comenzó a usar el Arte del Noveno Diagrama para acercarse en silencio, siempre siguiendo la línea de la arboleda que marcaba el inicio del Bosque Oscuro y agitando las ramas solo cuando coincidía con un golpe de viento. Afortunadamente las encinas en esa zona crecían en filas rectas y espaciadas, interrumpidas solo por los árboles jóvenes que se habían abierto hueco a codazos entre sus mayores.

Por fin encontró un punto de acceso que podría serle útil para infiltrase e instó a sus Espectros Oscuros a seguir buscando la espada, ya que no tenía sentido meterse en plena guarnición cuando no sabía si lo que buscaba estaba ahí. A pesar de todo, sus criaturas no encontraban nada y Bryan ya estaba comenzando a dudar cuando de repente notó que los rayos del sol se ocultaban por la copa de los árboles.

Oficialmente había terminado el tercer día.

Y en ese momento sintió un hormigueo en la piel, pero no fue el único. A través de sus espectros pudo ver que los pocos magos en el campamento también lo estaban notando. Generalmente la única magia que podían ver era la suya, pero si podían sentir cuando había una fuente de poder mágico cerca, sobre todo cuando la usaban en su contra. Pero de pronto todos comenzaron a experimentar algo muy extraño, como si recién estuviesen saliendo hacia el exterior en un día muy húmedo. La magia no era intensa, pero estaba en todas partes.

Entonces lo vio. Era como un cubo enorme hecho de oscuridad, pero al mismo tiempo no parecía estar ahí. Lo que sea que fuese estaba cubierto por alguna clase de encantamiento de ilusión muy potente y se acercaba lentamente, aumentando la penumbra a su paso.

En el campamento las alarmas comenzaron a sonar y desde las torres los legionarios dispararon flechas incendiaras contra esa oscuridad que venía. Otros cargaron unas enormes máquinas parecidas a ballestas, que disparaban rocas o barras de hierro afiladas con distintos efectos. La niebla se alzó en respuesta y apareció un enorme carro que seis Dragones de Tierra arrastraban hacia ellos, llevando consigo el gran objeto cúbico. A su alrededor había casi un centenar de soldados desconocidos protegiéndolo. Bryan sintió una oleada de ánimo al ver que una docena de enemigos sucumbían a la primera descarga. Pero las bestias ni siquiera aflojaron el paso a pesar de que recibieron varios flechazos.

- ¿Helena? - Dijo de pronto uno de los legionarios que hasta hace unos momentos estaba disparando, el mismo centinela que Bryan vio al momento de llegar. Estaba bajando su arma y parecía felizmente emocionado: - ¡¿Eres tú?! -

Bryan podía ver con sus Espectros Oscuros que ese legionario tenía la cara enrojecida y las pupilas dilatadas. Repentinamente se quitó su casco. Después saltó muralla abajo.

El muro de la empalizada era bastante alto y terminaban en un foso… que estaba lleno de estacas afiladas. El legionario que acababa de arrojarse agitó un instante sus brazos, súbitamente consciente, intentando encontrar algo a lo que sujetarse. Pero las estacas destrozaron su cuerpo con crueldad y el viento se tragó su último grito.

La lluvia de flechas comenzó a disminuir. Bryan vio que en otros sectores de la muralla varios hombres se arrojaban al foso defensivo. Otros sacudían la cabeza, perdidos cada uno en una visión particular, con los arcos en las manos flácidas.

Es una magia de compulsión. Ese cubo es como mi Matriz del Escenario de Masacre, solo que portátil y su efecto es mucho más amplio.” Dedujo Bryan alarmado.

Inmediatamente usó la Esencia Mágica para defender su mente. Afortunadamente Bryan había experimentado algo similar cuando se enfrentó con la Gorgona y su última experiencia en el palacio de Nécora le ayudó a fortalecer mucho sus defensas mentales.

En el campamento, los legionarios morían de formas horribles. Algunos se mataban entre ellos, otros saltaban la muralla y había quienes se suicidaban con una sonrisa en su cara. Repentinamente el portón del campamento voló en pedazos y unas figuras oscuras avanzaron, conduciendo la recua de Dragones de Tierra que tiraba del enorme carro.

- ¡Finalmente hemos tenido éxito! - Dijo uno de los hombres misteriosos quitándose la capucha y revelando que era un Archimago, a juzgar por los emblemas que lucía en su túnica.

- La compulsión todavía es imperfecta, pero al menos basta para romper las defensas de Itálica. - Respondió su interlocutor: - Con este resultado el Emperador Basileo estará complacido. No importará que no hayamos encontrado el Cementerio de la Muerte. -

Imperio Kasi.” Dedujo Bryan mirando con odio a ese grupo, pues los Archimagos comenzaron a dar instrucciones para que sus soldados rematasen a los legionarios que aún estaban vivos.

- Convertir esta espada en un potenciador para nuestro artefacto fue una idea brillante. - Dijo el Archimago líder con una sonrisa macabra, pero luego frunció el ceño: - Aunque todavía no entiendo por qué nadie puede blandirla sin morir. -

- Estoy convencido de que es un arma de los Días Antiguos. - Respondió el segundo: - En esa época el plano divino no estaba tan alejado del mundo mortal. -

- Seguramente necesitas ser un semidiós para poder usarla. -

- ¿Qué deberíamos hacer ahora? -

- La prueba se ha realizado con éxito. - Concluyó el primero: - Regresemos al imperio por ahora. Necesitamos hacer muchos preparativos, pero creo que dentro de un año o dos regresaremos con un ejército y por fin destruiremos a itálica. -

¡Y una mierda, voy a matarlos a todos para vengar a esos legionarios!” Les respondió Bryan internamente mientras esperaba el momento apropiado, que sabía llegaría muy pronto, porque los Archimagos cometieron el error de asumir que no había nadie en los alrededores capaz de resistir la magia de compulsión y ni siquiera se molestaron en despachar exploradores.

Extendiendo el brazo en donde le faltaba una mano, Bryan invocó un trozo de Escudo de Hueso que fuese delgado y lleno de púas afiladas. Entonces saltó aprovechando la hierba y se desplazó rápidamente como un león, hasta que llegó por detrás de uno de los soldados que se había separado del grupo para beber a escondidas. Un golpe certero en la nuca lo dejó sin conocimiento. Luego se lo llevó rápidamente hacia la espesura.

En cuanto estuvieron solos, Bryan le quitó el casco y después arrojó al soldado boca abajo contra el suelo húmedo del bosque. Inmediatamente después lo apuñaló violentamente en uno de los hombros para despertarlo con el dolor, mientras que con su mano libre lo sujetaba por la nuca para enterrar su rostro contra la tierra, manteniendo el sonido al mínimo. El soldado gritó e intentó liberarse, pero Bryan lo apuñaló con más fuerza, retorciendo el muñón para que las púas girasen violentamente, triturando su carne.

- ¿Quiénes son, que hay en esa caja y por qué están aquí? - Preguntó Bryan levantando por un segundo el rostro de su prisionero para que pudiese respirar y hablar.

- ¡Auxilio! - Trató de gritar el hombre pese a tener la boca llena de tierra.

Bryan simplemente volvió a aplastar su cara contra el suelo y retorció aún más la herida del hombre. Este comenzó a convulsionar por el dolor, aunque no podía gritar todo lo que quería con su rostro en el barro.

- ¿Quiénes son, que hay en esa caja y por qué están aquí? - Repitió Bryan.

- Somos de la Alianza Mercante de Tiro… - Trató de mentir el hombre.

Pero Bryan ya sabía que esto era falso. De modo que esta vez casi destroza su clavícula al retorcer las púas. El tipo trató de gritar, pero su rostro estaba tan presionado contra la tierra que la piel de su cara comenzó a llenarse de heridas. Además, su cuerpo no dejaba de debilitarse por el desangramiento.

- ¿Quiénes son, que hay en esa caja y por qué están aquí? -

- Somos del Imperio Kasi… - Admitió finalmente el hombre: - En esa caja hay una espada y estamos aquí por… - Pero repentinamente dejó de hablar asustado.

Entonces Bryan volvió a girar un poco el brazo para introducir aún más las púas en su carne.

- ¡Arrg! El Emperador Basileo está furioso porque nadie ha encontrado el Cementerio de la Muerte. - Volvió a explicarle el hombre a toda prisa: - De modo que envió a cinco grupos liderados por Archimagos al Bosque Oscuro, con órdenes de no regresar sin encontrar esa fortaleza. Además, tiene a nuestras familias amenazadas. Por eso tenemos que tener éxito. Pero es imposible encontrar ese lugar… ¡Hemos buscado casi un año, sin éxito!

Entonces un día encontramos una espada dentro de unas ruinas. Es un artefacto mágico muy poderoso, pero todos los que intentaron sacarla de su vaina murieron. Y entonces al Archimago se le ocurrió usarla para potenciar un artefacto ilusorio que inventó, para que sirviese como arma de guerra. ¡Así podríamos volver al Imperio Kasi como héroes! -

- La caja esa, ¿tiene alguna defensa? - Preguntó Bryan apretando nuevamente la herida.

- ¡Ahh! ¡Ninguna!... ¡Es un prototipo!... ¡Por favor, ya no soporto el dolor! -

- Muchas gracias, ya se todo lo que necesito. - Respondió Bryan liberando al soldado, pero un segundo después levantó su pie y le aplastó el cuello para matarlo en silencio.

Entonces se dio la vuelta y regresó a toda prisa al campamento. A través de sus Espectros Oscuros pudo ver que los soldados del Imperio Kasi ya se habían dado cuenta de que faltaba uno de sus hombres y estaban comenzando a buscarlo.

Sabiendo que en cualquier momento los Archimagos erigirían barreras mágicas de protección, Bryan decidió que tenía que arriesgarse y avanzó volando a toda velocidad hacia la caja. Casi de inmediato sufrió el bombardeo de varias bolas de fuego y cuchillas de viento cortante enviadas por los Archimagos. Algunos soldados tenían ballestas, otros recogieron las armas arrojadizas de los legionarios muertos e intentaron usarlas contra Bryan, pero este simplemente aceleró al máximo, mientras usaba la visión de sus criaturas para esquivar lo mejor posible sin dejar de avanzar por el aire en línea recta.

Lamentablemente, cuando ya estaba por llegar al artefacto, algunos virotes consiguieron darle en una de sus piernas. Era inevitable porque su prioridad era llegar a la caja y se concentró sobre todo en esquivar la magia, lo que le quitó un cierto margen de maniobra. Pero por fortuna, aunque las puntas se clavaron profundamente en su carne, no llegaron a romper sus huesos reforzados, así que Bryan pudo seguir moviéndose a pesar del dolor y se metió por una pequeña abertura que los Espectros Oscuros ya habían detectado en la parte superior de la gran caja.

Este era el epicentro del encantamiento de compulsión, por eso Bryan tuvo que usar toda su Esencia Mágica restante, la cual ya estaba bastante mermada por el viaje, para resistir el ataque mental. Eso significaba que no podía usarla para tratar sus heridas o mitigar el dolor, pero no le quedaba más remedio que soportarlo por el momento.

La gran caja parecía hecha principalmente con madera de ébano y placas de obsidiana. Además, casi toda su superficie estaba cubierta con varias matrices que brillaban con mucha intensidad, como si apenas pudiesen contener el poder que estaban encausando.

Esto en sí no era muy extraño tratándose de un artefacto mágico, sobre todo cuando servían para ejecutar conjuros complejos, como una interferencia mental. Las matrices de transporte funcionaban de una forma parecida, pero generalmente necesitaban de cristales mágicos para funcionar, los cuales eventualmente se agotaban, así que no se podían usar de forma continua. Afortunadamente la teletrasportación era casi inmediata.

Una excepción a esta regla de consumo eran los encantamientos de barreras mágicas, que por su diseño se retroalimentaban y por eso podían durar mucho más tiempo si los materiales que se usaron durante su fabricación eran excelentes; pero generalmente las matrices para conjuros complejos no tenían un efecto muy duradero por su alto consumo de energía, salvo que varios magos combinasen esfuerzos para mantenerla funcionando.

Lo extraño en este caso era que de algún modo los Archimagos del Imperio Kasi habían reemplazado a los cristales mágicos con un objeto en el centro de la habitación. Este artefacto estaba consiguiendo que el encantamiento de compulsión funcionase de un modo ininterrumpido, a su máxima capacidad y sin ningún mago que lo alimentase.

Y lo que era aún más extraño es que el objeto era una espada. Las armas mágicas, aunque poderosas, no servían para hacer trabajos refinados como un conjuro que manipulaba mentes. Un objeto mágico no podía usarse para ejecutar una magia para la cual no estuviese diseñado… salvo que fuese increíblemente poderoso.

El interior del Cubo y Adelvard

La espada en cuestión era una hoja recta de un metro veinte de largo que estaba flotando sobre un pedestal de piedra. Parecía un arma normal y corriente, salvo que toda la funda estaba hecha de plomo y cubría la espada por completo hasta la empuñadura para contener la magia. Pero un vistazo le bastó a Bryan para comprender que esta cosa no era una espada mágica cualquiera, sino “La Espada Mágica”, en mayúsculas. Porque a pesar de que la totalidad de la funda estaba diseñada para contenerla, esta espada conseguía irradiar un poder increíble, lo bastante como para obligarlo a cerrar los ojos.

Ahora Bryan se enfrentaba a un dilema que debía resolver en cuestión de segundos: Afuera venían dos Archimagos junto con casi un centenar de guerreros del Imperio Kasi dispuestos a matarlo. Por su parte apenas le quedaba Esencia Mágica, así que ni siquiera estaba seguro de poder escapar volando. Tal vez podía usar a los Espectros Oscuros como señuelos, pero en cuanto intentase llevarse a Adelvard todos lo verían de inmediato por la intensa energía que emitía la espada. Además, incluso si por ventura conseguía llegar al Bosque Oscuro y perderlos en la espesura, la sola idea de dejar que los asesinos de tantos legionarios quedasen sin castigo le escocía en el estómago, daba igual si tenían sus propias circunstancias.

Necesitaba matarlos. Quería matarlos. Debía matarlos.

Pero también quería estar vivo después para celebrar el haberlos matado.

Una opción era invocar al Pequeño Esqueleto, el Zombi Élite de Tierra o el de Madera para pelear… pero el niño misterioso le había dejado claro que esa espada consumiría su vida si luego no tenía suficiente Fuerza Mental para darle. Tampoco estaba seguro de poder vencerlos herido como estaba, sobre todo cuando no tenía una idea clara de hasta qué punto podía usar sus poderes necrománticos y luego conservar un margen de seguridad.

Al final solo había una forma en que podía asegurarse de destruir a todos sus perseguidores y salir vivo de la trampa en la que estaba metido.

El único problema era que…

Ese supuesto niño jamás me dejará olvidar que hice exactamente lo que me advirtió que no hiciese.” Pensó Bryan irónicamente mientras tomaba la espada.

*****

Treinta soldados del Imperio Kasi estaban trepando al carro con las espadas desenvainadas, el resto tenía flechas y birotes de ballesta a punto. Mientras tanto los Archimagos de Viento y Fuego preparaban sus conjuros de barrera para evitar que ese intruso tuviese la más mínima posibilidad de escapar… cuando vieron una figura en lo alto del cubo de ébano.

Inmediatamente ambos magos dejaron lo que estaban haciendo y prepararon conjuros ofensivos. Pero justo entonces el atacante desconocido colocó la espada en el suelo para sujetar la vaina con sus pies y con una única mano aferró la empuñadura.

Al notar esto, los Archimagos se regodearon. En su grupo muchos magos y espadachines talentosos intentaron hacer lo mismo desde que encontraron esa espada, pero todos terminaron convirtiéndose en cenizas de forma casi instantánea. Sin embargo, la sonrisa condescendiente que comenzaba a formarse se congeló cuando sintieron el inmenso poder mágico que repentinamente emanó de ese individuo y que luego concentró sobre su mano izquierda, como si quisiese darle a la espada toda esa energía de golpe.

¿Es un Gran Mago?” Pensaron los Archimagos, pero ese fue el último razonamiento que pudieron construir antes de que Bryan liberase el doble filo resplandeciente de Adelvard.

Desenvainando a Adelvard

Los sentidos mágicos de los Archimagos explotaron en ese instante y salieron disparados mientras los circuitos en el interior de sus cuerpos se reventaban al mismo tiempo. Era como si miles de demonios chillaran al unisonó en cada uno de sus oídos y un alud de magia iluminó los restos del campamento como un segundo sol en expansión, que engulló todo el Castro y el pueblo de Cannas. El poder que los rodeaba era más intenso de lo que ninguno había visto, superando con creces cualquier sueño o delirio que pudiesen concebir.

Las Auras de Batalla de los soldados se alzaron para tratar de enfrentarse contra la oleada de magia. Pero eran como moscas intentando apagar una hoguera con el viento de sus alas. El poder de Adelvard los buscó uno por uno, los envolvió y los quemó hasta reducirlos a montones de ceniza.

*****

Bryan consiguió arrastrarse hasta el borde del cubo de ébano mientras luchaba por sobreponerse al dolor. Todo ser vivo en un radio de quinientos pasos desapareció por completo con tan solo haber agitado esa espada una sola vez. Ni siquiera estaba apuntando a alguien en particular. En algún momento Adelvard se escapó de sus dedos y ahora yacía en el suelo, iluminando la oscuridad con su resplandor dorado. Bryan trató de moverse, pero sentía que el cuerpo entero le ardía y todas las venas le hormigueaban con intensidad. Cambió de punto de apoyo e intentó levantarse, pero sus piernas temblaban demasiado y cayó al suelo varias veces sin conseguir levantarse ni un metro.

- No puedo caminar. - Murmuró Bryan mientras trataba de pensar, pero incluso eso era bastante difícil en su situación actual, porque sentía que se le quemaba el cerebro, la vista se le teñía de todos los colores del arco iris y le daba la impresión de tener en llamas el cuero cabelludo: - Es asombroso. Una muestra tan minúscula de lo que esta cosa puede hacer… ¡Con razón ese niño la quiere lejos de cualquier mortal! -

En ese momento sintió una oleada de dolor y se dio cuenta de que la pisca de Fuerza Mental que aún le quedaba estaba desapareciendo rápidamente. ¡Incluso si no la sostenía en su mano, el filo de Adelvard estaba a punto de quitarle su energía vital!

Sabiendo que moriría si no hacía algo, Bryan sacó fuerzas de flaqueza para arrastrarse hasta la vaina de plomo y luego con mucha dificultad consiguió introducir la hoja usando una sola mano.

Finalmente sintió que el vórtice infinito que devoraba su vida desaparecía, aunque la espada seguía emitiendo una gran cantidad de energía. Pero Bryan ya no podía hacer nada más y se desmayó completamente agotado.

Cuando recuperó el sentido el sol ya estaba en lo alto. El Infante Sanguinario había estado trabajando en restaurar su Esencia Mágica y curando sus heridas internas, aunque su cuerpo seguía sintiéndose entumecido. A pesar de todo no podía quedarse ahí, ya que en cualquier momento una patrulla de legionarios podría venir a comprobar el campamento. Y si el ejército ponía sus manos sobre Adelvard nunca podría recuperarla.

Así que se mordió los labios para que el dolor le despejase la cabeza y se obligó a recoger la espada, teniendo mucho cuidado de sujetarla únicamente por la vaina de plomo en lugar de la empuñadura. Pero a pesar de esta precaución, Bryan sintió claramente que Adelvard succionaba su Fuerza Mental lentamente, aunque el contacto no fuese directo. Esto significaba que no podría llegar muy lejos, agotado como estaba. Pero no podía permanecer ahí, de modo que corrió tambaleándose hacia la espesura del Bosque Oscuro.

En el camino perdió el conocimiento varias veces, pero continuó a avanzando sin saber muy bien hacia dónde se dirigía, rogando a todos los dioses que ninguna Criatura Mágica se lo encontrase en ese momento, cuando estaba tan debilitado y sin una extremidad.

Como siempre la diosa Fortuna lo protegió. Bryan consiguió llegar medio arrastrándose hasta un pequeño estanque de aguas tranquilas, sin encontrarse con ninguna criatura peligrosa. Entonces arrojó la espada en el agua para esconderla y se dejó caer en el suelo para descansar.

Pasó un tiempo indefinido hasta que se despertó de nuevo. Sus poderes aún estaban débiles, pero ya sentía la mente despejada. Cerca del estanque había una formación rocosa donde se apresuró a ocultarse y puso a sus Espectros Oscuros a vigilar la espada en el agua, así como el entorno.

Cuando recuperó algo de Fuerza Mental invocó a su Pequeño Esqueleto y este inmediatamente atrapó a un par de conejos, gracias a lo cual pudo comer algo por primera vez en dos días. Al tercero finalmente se sintió lo bastante fuerte como para animarse a continuar su marcha, así que se zambulló en el estanque y recuperó a Adelvard.

La espada inmediatamente comenzó a devorar su magia, pero el ritmo era soportable, como le había dicho el niño. Aunque esto tan solo era así porque Bryan tenía la Fuerza Mental de un Gran Mago.

Ahora entiendo por qué ninguno de esos guerreros o magos del Imperio Kasi pudieron blandir la espada.” Dedujo Bryan: “Afortunadamente los Grandes Magos son un recurso muy valioso como para que los envíen a misiones tan peligrosas donde no hay ninguna garantía de éxito.

Bryan comenzó su viaje hacia la aldea de los Troll del Bosque acompañado de su Pequeño Esqueleto, quien en todo momento se mantuvo a la derecha de Bryan, para cubrir su extremidad perdida. En el camino ninguna Criatura Mágica se le acercó y Bryan se dio cuenta de que esto también se debía a Adelvard, cuyo poder era tan grande, que todas las bestias instintivamente evitaban cruzarse en su camino.

Interiormente comenzó a considerar seriamente la posibilidad de quedarse con esa arma, pero al final lo descartó porque definitivamente era un artefacto que lo superaba. Ni siquiera podía guardar la espada en su Anillo Espacial y no sabía si Adelvard estaría segura incluso en el Cementerio de la Muerte.

Pero lo que más le preocupaba era que, sin importar cuánto la examinase, no podía comprender cómo funcionaba o de qué estaba hecha. Sus Espectros Oscuros solo percibían un borrón cuando observaban la vaina y si le daban un solo vistazo directo al filo de la hoja desaparecerían. Afortunadamente los guardó en el interior de su cuerpo justo antes de blandir a Adelvard o los habría perdido definitivamente.

Cayó en la cuenta de que tenía tendencia a meterse en cosas que le sobrepasaban, con creces. Cargar esta espada mágica era el equivalente a llevar una bomba atómica con los ojos vendados y ahora solo podía pensar en deshacerse de ella. Ni siquiera confiaba en presentarse frente a los Troll del Bosque llevándola consigo. Afortunadamente Adelvard no parecía interesada en devorar la Esencia Mágica, así que la sustancia continuó recuperándose en su interior, hasta el punto en que pudo volver a volar y así se introdujo primero en el Templo de Datara, dejó la espada al cuidado del Pequeño Esqueleto (¡con estrictas ordenes de no tocarla!) y fue a hablar con el Viejo Chamán sobre el Bosque Viejo.

- ¡No puedes ir, Adalid! ¡Cazador Oscuro vivir en esa parte de Bosque! - Dijo el anciano Troll en cuanto escuchó lo que le decían.

Genial.” Pensó Bryan con ironía. El temblor de todos los troles que escucharon hacia dónde quería dirigirse fue suficiente para adivinar la peligrosa tarea que tenía por delante.

Aunque estaba deprimido consiguió no revelarlo en su expresión y siguió insistiendo hasta que finalmente le dijeron.

- Cada vez… ¿tiempo?... ¿camada? Siempre hay alguien que tratar entrar a Bosque Viejo, pero nunca regresar. Todos morir por Cazador Oscuro. - Enfatizó el Viejo Chamán: - ¡Nunca deber entrar! -

- No pienso entrar, no te preocupes. - Le aseguró Bryan: - Estoy cumpliendo la voluntad del Gran Datara. -

Cuando obtuvo la información, regresó al templo para recuperar a Adelvard, aunque antes de irse se aseguró de llevarse una buena cantidad de monedas de oro y piedras preciosas que no estuviesen unidas a alguna joya famosa. El recuerdo de la pésima noche que pasó por no tener dinero todavía estaba fresco en su memoria.

Después abandonó la aldea de los troles sin siquiera llevarse un guía, porque este podría retrasarlo. Bryan continuó su viaje volando lo más rápido posible, buscando siempre las señales para orientarse que le había dado el Viejo Chamán y se dio cuenta de que tenía que avanzar en dirección nordeste. Saber esto le permitió incrementar su velocidad.

Estaba desplazándose sin contratiempos, el cielo estaba despejado y parecía que no tendría más problemas, cuando de pronto sintió que algo lo seguía. Entonces Bryan se detuvo por un instante para enviar a sus Espectros Oscuros a explorar en busca de potenciales enemigos, pero un segundo después aterrizó apresuradamente, esquivando por poco una serie de disparos.

Bryan aterrizó en la rama de un árbol, aunque era difícil mantener el equilibrio únicamente con sus pies, ya que con la mano que le quedaba estaba sujetando a Adelvard y el Pequeño Esqueleto estaba encaramado en su espalda. Pero esta era la mejor forma de cubrirse.

Abajo suyo había un grupo de tres jinetes que montaban Criaturas Mágicas parecidas a lagartos y por el color de su Aura de Batalla debían ser Caballeros Veteranos. Estos hombres le habían disparado con ballestas sin ningún tipo de vacilación. Bryan no entendía por qué, pero entonces notó movimiento entre las copas de los árboles lejanos, que parecía demasiado fuerte para ser el viento. Poco después sus criaturas le confirmaron que se trataba de una tropa montada de cinco mil de los afamados lanceros del Imperio Kasi y los que le habían disparado no eran más que la avanzadilla.

- Ese maldito soldado me engañó. - Se quejó Bryan irritado: - Dio a entender que solamente habían enviado a cinco grupos liderados por Archimagos… ¡Pero claro que al encontrar un objeto tan poderoso como Adelvard lo reportarían de inmediato a su emperador y pedirían refuerzos! ¿Desde cuándo me están persiguiendo? Mejor dicho… ¿Cómo es que me están persiguiendo? -

La tensión, el agotamiento y la prisa por la extrema situación habían provocado que Bryan cometiese uno de los errores más graves de un superviviente: Asumir. En este caso, cuando torturaba al soldado de Kasi, dio por sentado que estos habían encontrado la espada mágica y decidieron hacer la prueba de su artefacto ilusorio sin informar primero. Pero ahora que lo pensaba mejor tenía perfecto sentido que los Archimagos primero pidiesen una autorización oficial antes de hacer la prueba con el campamento militar de Cannas.

Y al no recibir ningún mensaje sobre el resultado del experimento, estos lanceros se habían movilizado. La presencia de tantos guerreros de élite era una prueba innegable de que los altos mandos del Imperio Kasi no solamente sabían de la espada, sino que también le daban muchísima importancia a recuperarla.

Jinetes montando lagartos

Sin embargo, ellos no tenían modo de saber quién fue el responsable de la muerte de esos Archimagos y lo más lógico sería asumir que Adelvard se encontraba ahora en manos del Imperio Itálico. ¿Cómo sabían que Bryan la trajo consigo al Bosque Oscuro? Incluso habían tomado la precaución de usar como monturas a esos extraños lagartos que parecían moverse con facilidad entre los árboles, de modo que este no era un movimiento impulsivo sino una persecución muy bien planificada.

- Quizá no me están siguiendo precisamente a mí. - Dedujo Bryan suspirando mientras alzaba la espada en su mano, que incluso en esos momentos consumía lentamente su Fuerza Mental: - De algún modo están rastreando a Adelvard. -

Ahora tenía que tomar una decisión.

En primer lugar, podía enfrentarse a esos miles de hombres, que eran guerreros profesionales del Imperio Kasi. Por supuesto que usar a Adelvard ya no era una opción porque el niño misterioso le dejó muy claro que no sobreviviría si la usaba por segunda vez. Y a estas alturas había aprendido que no convenía apostar en contra de este misterioso ser que por algún motivo se convirtió en su consejero. Tampoco podría usar su necromancia porque necesitaba toda la Fuerza Mental posible únicamente para soportar el contacto con la espada.

Le quedaba la ayuda del Pequeño Esqueleto, el Desgarrador Sombrío y su Magia Demoníaca. Y había que contar su mano izquierda, que era la única que tenía.

Contra cinco mil.

- Vayamos con el Plan B. - Decidió Bryan dando media vuelta y el Pequeño Esqueleto en su espalda lo miró con curiosidad, como si desease entender, de modo que sonriendo se lo explicó: - El Plan B es este: Cuando todo se pone feo… piernas para qué las quiero. -

El Pequeño Esqueleto asintió, se bajó de un salto y juntos comenzaron a saltar entre los árboles, cubriéndose así de la vista de sus perseguidores.  Podría haberse ido volando, pero no sabía exactamente cuánto le faltaba para llegar al Bosque Viejo y no quería correr el riesgo de quedarse sin Esencia Mágica justo a mitad de camino.

Lo más prudente era economizar.

Detrás suyo escuchó el sonido de trompetas y el siseo de miles de lagartos que se lanzaron a la carrera en cuanto sintieron que Adelvard se alejaba.

*****

El Bosque Viejo era un lugar completamente diferente dentro del propio Bosque Oscuro, un bosque dentro de otro. Arboles gigantescos de apariencia milenaria se alzaban de una forma bastante aterradora, proyectando largas sombras sobre el robledal que marcaba muy claramente la frontera de este territorio, como si la propia naturaleza quisiera asegurarse de que nadie ingresase sin darse cuenta. Cuando Bryan finalmente llegó estaba completamente agotado, sudaba profusamente y le temblaban todas las articulaciones, pero no se sintió en lo más mínimo aliviado cuando vio que estaba cerca de su destino.

<<Detente a cuarenta o cincuenta pasos del borde del bosque viejo y lanza a Adelvard dentro.>>

- Ya falta poco. - Le dijo Bryan al Pequeño Esqueleto, que lo miraba como si estuviese preocupado: - Solo tenemos que atravesar los robles y arrojar esta cosa hacia ese lugar con árboles muy grandes. -

De modo que se forzó a caminar y atravesó los robles hasta que llegó a un pequeño río de aguas heladas. Al otro lado, se encontraba el Bosque Viejo.

Bryan suspiró aliviado y estaba punto de arrojar la espada, cuando de pronto sintió que alguien lo estaba mirando desde el otro lado. No podía ver de quién se trataba, pero claramente estaba ahí.

De repente una fuerte neblina brotó desde el Bosque Viejo, envolviéndolo por completo y trayendo consigo un frío intenso que llegaba hasta sus huesos.

- Maldita sea, no puedo ver nada. - Se quejó Bryan mientras trataba de sacudirse la humedad helada.

Normalmente algo así no le habría afectado tanto, pero estaba débil y el pulso le fallaba. Antes de darse cuenta soltó la espada. El Pequeño Esqueleto trató de atraparla, pero Bryan lo detuvo rápidamente haciendo un gesto. No sabía que efecto tendría Adelvard sobre las Criaturas Oscuras y no le interesaba averiguarlo.

De modo que se arrodilló con algo de esfuerzo para recoger la espada. Pero su vista se desenfocó y la neblina se había vuelto tan espesa que cubría completamente el suelo.

La neblina del Bosque Viejo

Bryan comenzó a tantear medio a ciegas con su única mano para encontrar la espada lo más rápido posible mientras trataba de no prestar atención a lo que sucedía su alrededor.

- ¿Por qué no has regresado? - Dijo una voz repentinamente: - ¿Qué es lo que has estado haciendo? ¿Hasta cuándo piensas avergonzarme? -

Bryan se congeló.

- ¿Te atreves a no responderme? ¿No conoces lo que es la piedad filial? -

La voz que le hablaba era de una mujer de unos cincuenta años, una voz que conocía demasiado bien y que le estaba hablando en su lengua natal.

- Han Shuo. - Dijo la voz: - ¿Por qué no reverencias a tus padres? ¿Tan poco me aprecias? -

Era la voz de su madre… su auténtica madre en su mundo original.

- Pudiste reunirte con nosotros en el festival. ¿Por qué no has querido venir a reverenciar a los ancestros? Tu abuelo preguntó por ti y no sabíamos qué decirle. Nunca sabemos que decir cuando tus tíos nos preguntan acerca de lo que haces o cómo vives. ¿Para eso fuiste a la universidad? ¿No tienes miedo de la ley familiar? -

Eso es lo último que me dijo antes de que viniese a este mundo…” Pensó Bryan levantándose de golpe. Se sentía abrumado. En un espacio de tres segundos experimentó más de ocho emociones distintas: Tristeza, ira, miedo, vergüenza, incredulidad, anhelo… tantas que no alcanzaba a procesarlas.

Sin darse cuenta abrió la boca para responder, pero justo en ese momento…

¡Te dije que no dialogues con el Jötunn!” Gritó la voz del niño en su interior.

Bryan recobró el sentido y se mordió la lengua justo a tiempo. El caudal de sentimientos que lo atacaba por escuchar tan nítidamente la voz de su madre era demasiado grande, demasiado intenso, demasiado inmenso para interpretarlo, y aun así consiguió aferrarse a una pisca de sentido común en el último momento para recordar la advertencia.

¡Ella no es real!” Se dijo Bryan en su interior y volvió a arrodillarse en la neblina para encontrar a Adelvard.

- Han Shuo, sé que no he sido la mejor de las madres, pero espero que hagas tu mejor esfuerzo por mejorar. -

¡Es el Jötunn! ¡Ella no está aquí!” Se repetía desesperado.

- Has abandonado tu piedad filial desde que vives solo. ¿En verdad te acuerdas de que tienes padres? ¿No sabes que un árbol puede crecer mucho, pero sus hojas siempre caerán hacia las raíces? -

¡Cállate! ¡No eres ella!

- Tu padre se esforzó para conseguir que estudiaras. Vino desde abajo. Comenzó pescando, puso una tienda y ahora es empresario. ¿Qué estás haciendo tú? Si el padre es un tigre, entonces el hijo también será un tigre. Han Shuo, esta madre confía en que puedes hacerlo mejor. -

Durante mucho tiempo Bryan adormeció lo que sentía por sus padres. Cuando estaba en China se dijo que nunca había sido realmente unido a su familia, luego en el nuevo mundo se olvidó por completo de ellos, desterrándolos como recuerdos de una vida pasada que ya no tenía nada que ver con él.

Pero ahora por primera vez se daba cuenta de que solo eran mentiras que se decía a sí mismo, porque una sola nota de la voz de su madre lo había desestabilizado de esa forma, llevándolo a un estado de auténtico pánico. Ciertamente no se llevaba bien con su madre, pero eso no quería decir que no anhelase su cariño.

Sin embargo, cada vez que la veía en persona o en sus recuerdos, solamente pensaba en lo mucho que la había decepcionado, en cuántas expectativas suyas nunca llegó a cumplir. Tantas veces quiso abrazarla, pero su sentimiento de inferioridad, vergüenza y culpa lo hicieron detenerse. Con el pasar de los años trasfirió sin darse cuenta todo ese desprecio que en realidad sentía por sí mismo, hacia su madre, culpándola de su dolor. Siempre se sintió rechazado por ella y le guardaba rencor por eso, pero también deseaba en secreto que algún día podría presentarse ante toda la familia con grandes logros para presumir y finalmente ganar su aprobación.

Ese día jamás llegó ni llegaría.

Bryan apretó con fuerza los ojos para secarse las lágrimas y movió su mano izquierda desesperadamente en medio de la niebla. Por fin sintió la empuñadura de Adelvard, así que la sujetó y sin pensar en nada más la arrojó sin mirar, justo en la dirección por dónde venía la voz, utilizando todas las fuerzas que aún le quedaban.

Un aullido lastimero que no se parecía a nada que Bryan hubiese oído nunca atravesó el bosque. Era agudo y triste, inhumano. Lo hacía sentirse pequeño, atrapado en unos acontecimientos que superaban su comprensión. La niebla estaba desapareciendo. Ahora podía ver como la espada volaba como una flecha hacia el Bosque Viejo, perdiéndose en su interior.

De repente, fue como si el sol saliera por el Norte. Bryan estaba temblando de rodillas en el suelo, pero podía ver claramente como a unos cien pasos, entre las enormes secuoyas, el aire mismo se tiñó de una radiación mágica dorada y brillante. Luego la temperatura subió como si estuviesen en una tarde amigable de verano, con el sol calentando suavemente la piel. Finalmente, el color pasó a un dorado rojizo. Toda mota de polvo que flotaba en el aire, toda gotita de agua suspendida en la niebla se convirtió en una gloria otoñal llameante.

Oyó el silbido de algo que avanzaba raudo hacia él. Eran los miles de Lanceros del Imperio Kasi que se estaban acercando rápidamente. Pero Bryan estaba demasiado débil tanto física como mentalmente. No había forma de que pudiese escapar por su cuenta y estaba tan agotado que se desplomó ahí mismo.

En ese crucial momento el Pequeño Esqueleto llegó corriendo a su lado y se notaba que estaba muy asustado y preocupado. Sus sentimientos se trasmitieron hacia Bryan, consiguiendo que este recuperase un poco el sentido. Entonces su criatura lo ayudó a arrastrase con dificultad hacia un roble con raíces grandes, que se elevaban por encima del suelo, donde pudieron ocultarse justo a tiempo.

 Segundos después miles de caballeros montando sobre esos lagartos gigantes comenzaron a llegar. Algunos incluso saltaron por encima de las raíces bajo las cuales Bryan se ocultaba con su criatura. Pero afortunadamente ninguno de ellos redujo la velocidad y más bien parecían concentrados en las instrucciones que les daba un hombre al frente de ellos, que sujetaba un artefacto similar a una brújula.

- ¡Está por ahí! - Dijo señalando hacia el Bosque Viejo.

Cinco mil hombres armados se precipitaron a toda prisa hacia el laberinto de secuoyas. Sus bestias eran tan rápidas que en pocos minutos habían desaparecido por completo entre los árboles centenarios. Unos segundos después, la fría neblina volvió a envolverlo todo y Bryan se estremeció temiendo que volvería a oír la voz de su madre.

Pero afortunadamente nada de esto ocurrió.

En lugar de eso, el aullido que escuchó cuando arrojó la espada volvió a recorrer el bosque, helándole los huesos. El sonido se desplazaba deprisa, terriblemente deprisa, se volvió más agudo y después más grave, y luego otra vez más agudo, todo en espacio de dos segundos, como si estuviera volando de un lado a otro más rápido de lo que resultaba posible moverse. Allá adonde iba, lo seguía el leve chirrido del metal al desgarrarse.

Entonces sonó un grito de hombre. Lo siguieron otros.

En el Bosque Viejo tenía lugar una batalla. No, una matanza.

Bryan sentía que perdía el sentido y sus párpados se cerraban. Pero justo antes de desmayarse le pareció ver la sombra de algo enorme que lo observaba entre la neblina a varios pasos de donde se encontraba. A pesar de que una parte de él no quería verlo, se esforzó en entornar los ojos y finalmente pudo distinguirlo un poco.

Su primer pensamiento fue que le recordaba a un alce enorme con unos grandes y brillantes ojos amarillos. Tenía una especie de cornamenta que parecía un esqueleto y debajo de ellos le brotaba un par de brazos humanos, como si fuesen una bizarra imitación de colmillos de elefante. Sus ojos estaban donde debería estar su boca y su cabeza parecía al mismo tiempo una máscara con capucha, que ocultaba sus rasgos.

Era una rara combinación de alce, caballo y persona que resultaba horrible de ver.

La sombra del Jötunn

- Han Shuo. - Dijo la criatura usando la voz de su madre, pero mirándolo ávidamente como un león deseoso de devorar una presa: - Por favor respóndeme. -

Pero Bryan cerró los ojos en ese momento y se permitió desmayarse.

*****

Cuando se despertó lo primero que vio Bryan fue al Pequeño Esqueleto devolviéndole la mirada. Podía sentir su genuina preocupación por su estado mental y esto lo ayudó a sobreponerse. Sintió que la Esencia Mágica ya estaba ayudándolo a recuperarse. Además, ahora que Adelvard no estaba cerca, su Fuerza Mental se estaba regenerando, despejando poco a poco sus pensamientos.

- Estoy bien. - Le susurró Bryan a su esqueleto con una sonrisa.

El Pequeño Esqueleto asintió, pero luego le indicó con gestos que lo siguiera.

Bryan se levantó con algo de dificultad, pero suspiró aliviado de que la neblina helada hubiese desaparecido. También sentía que esa criatura, el Jötunn, ya no se encontraba cerca, pero igual quería marcharse lo más pronto posible de ahí. Sin embargo, su Pequeño Esqueleto quería enseñarle algo así que lo siguió y miró en la dirección que le señalaba.

Se quedó boquiabierto.

A cincuenta pasos de distancia, se podía ver un muro de muertos. Había centenares de ellos apretados contra una barrera misteriosa que les impidió escapar del Bosque Viejo. En algunos puntos el manto de cadáveres alcanzaba los seis metros de altura, pues los hombres se habían encaramado sobre los muertos en un desesperado intento de llegar al final del muro invisible y escapar.

Masacre

No había movimiento. Nadie se había librado con meras heridas. Todos los cuerpos estaban destrozados, desgarrados por unas zarpas que debían de poseer la fuerza de un dios. Podía distinguir yelmos aplastados hasta quedar lisos, faltaban algunas cabezas, había espadas partidas como ramitas e incluso los lagartos gigantes que les sirvieron como monturas estaban muertos, con las cabezas arrancadas, los tendones expuestos fuera de la piel y algunos músculos partidos en vez de desgarrados.

Hasta donde alcanzaba la vista solo encontraba devastación y personas aplastadas por el muro invisible que los mantenía aprisionados dentro de los límites del territorio del Jötunn.

Los lanceros del Imperio Kasi intentaron atravesar esta barrera por todos los puntos posibles antes de morir, pero en todas partes lo habían encontrado inexpugnable. Todavía caían entrañas de los cuerpos, desparramándose contra el muro como si fuese de cristal, aunque, extrañamente, no había olor. La magia de esa misteriosa entidad sellaba dentro hasta el aire.

- Así que <<Cuarenta o cincuenta pasos>> - Murmuró Bryan sin darse cuenta, pensando en las palabras del niño misterioso.

Súbitamente estalló un fogonazo de magia tan intenso que los ojos de Bryan tuvieron que cerrarse. Solo duró una fracción de segundo, pero cuando terminó, descubrió que su mano derecha había vuelto aparecer y se sentía tan natural que parecía una ilusión el haberla perdido.

Aunque no podía escucharlo realmente, era capaz de imaginarse al niño mirándolo exasperado mientras le decía: “Ahí tienes la mano que querías…. ¡Ahora lárgate de ese lugar antes de que ocurra otra cosa!

- Bueno, no se puede negar que cumple con lo que promete. - Dijo Bryan sonriendo mientras observaba su nueva mano.

Justo entonces creyó escuchar un sonido dentro del Bosque Viejo rodeado por muertos y cuando miró en esa dirección le pareció distinguir un destello de ojos amarillos, que lo observaban desde lejos.

Bryan miró al Pequeño Esqueleto y este le devolvió la mirada. Un segundo después ambos asintieron y comenzaron a correr en la dirección contraria.

*****

Ya más tranquilo, con sus reservas de poder restauradas y con varios kilómetros de distancia entre él y el territorio del Jötunn, Bryan finalmente se detuvo a pensar en muchas cosas.

Para empezar esa criatura parecía ser capaz de leerle la mente y además encontrar debilidades en su corazón que ni el propio Bryan era consciente de tener. Esta habilidad la tenían el niño misterioso… y el dios Nécora. Por lo que era justo asumir que El Jötunn también era algún tipo de deidad. Así que realmente la espada de Adelvard estaría segura en ese lugar, donde ningún mortal era capaz de entrar y salir con vida.

También había recuperado su mano, que se encontraba perfectamente bien e incluso tenía los callos que se formaban por manejar una espada. Era evidente que ese niño era bastante minucioso y no hacía las cosas a medias. Bryan realmente quería preguntarle más cosas, pero recordó que su nueva mano había tenido un costo para su amigo consejero y probablemente no podrían volver a ponerse en contacto durante un tiempo.

Lo siguiente fue lidiar con el sentimiento de dolor y nostalgia por su madre, que recientemente había descubierto. Esto lo dejó bastante desequilibrado interiormente durante un buen tiempo, pero cuando se sentó a comer un par de pescados asados que su Pequeño Esqueleto atrapó por él, comenzó a recordar algunas cosas.

Siempre que su madre lo visitaba, tenían una conversación en la que ella terminaba reclamándole por no ser más como su padre y él solamente escuchaba la palabra “decepción” en todo lo que ella decía. Pero esa última vez que se vieron, ella dejó de hablar repentinamente y comenzó a limpiar su departamento sin decirle nada, acomodando cosas, sacando el polvo, todo eso que él jamás hacía, pero su madre nunca permitía en su casa.

Luego le cocinó pescado estilo malasio y estuvo durante media hora moliendo pasto de limón, ajíes, chalotas, jengibre y muchas otras cosas para crear una pasta deliciosa con la que envolvió el pescado, un róbalo que dijo haber comprado en oferta, antes de ponerlo en el horno.

Durante todo el proceso se quejó bastante porque Bryan no tenía suficientes ingredientes y a ella no le quedó más remedio que usar tomates en lugar de sambal, entre otras cosas. Esto lo hizo irritarse, por eso lo consideraba un mal recuerdo. Un pésimo último recuerdo, a decir verdad.

Pero ahora, mientras mordía su pescado asado, Bryan recordó que en aquella ocasión su madre lo había visto comer en silencio con una sonrisa. ¿Por qué lo hizo si estaba tan decepcionada? Quizá realmente estaba feliz de ver a su hijo disfrutar su comida.

Pensándolo mejor, tal vez sus quejas sobre la falta de ingredientes no eran tanto por la incapacidad de su hijo, sino porque estaba preocupada de que estuviese comiendo bien. Y este pensamiento lo llevó a preguntarse si las quejas de su madre no serían otra cosa que su forma de decirle “estoy preocupada porque siento que no eres feliz”. Solo que ella no sabía cómo transmitirlo, así que en esa ocasión prefirió mirarlo comer en silencio.

- Toda mi vida anterior la viví pensando en mí. - Susurró Bryan dándose cuenta finalmente de lo que sucedió: - Por eso nunca prestaba atención a las señales. Todo lo que hacía era pensar en mi dolor, mi decepción, mi sentimiento de culpa. Nunca me puse realmente en el lugar de mis padres, porque jamás tuve que velar por alguien que no fuese yo. He tenido que morirme, poseer este cuerpo y pasar por mil cosas para tener gente importante que depende de mí. Sólo recién puedo comprender.

Tal vez ella no era buena comunicándose. Recuerdo haber sentido que mis padres se rindieron conmigo, pero quizá no fue eso, quizá simplemente se dieron cuenta de que cualquier cosa que me dijeran yo lo tomaría mal y que era mejor dejarme solo para que pudiese madurar. A fin de cuentas, era un adulto y ellos ya eran ancianos. Pero nunca cortaron el contacto realmente. Siempre dejaron abierta la oportunidad de que regresara. En cambio, yo… ¡Yo recién ahora pienso en ellos desde que llegué a este mundo!  -

Al comprender esto Bryan tenía ganas de llorar. Finalmente, se dio cuenta de que sus padres si lo habían querido a su manera, pero él desperdició todas esas oportunidades. Antes tan sólo lo intuía, pero ahora era consciente de ello. Estaba a punto de entregarse a la melancolía cuando el Pequeño Esqueleto llegó a su lado, presintiendo que algo le sucedía.

Bryan acarició la cabeza de esta criatura y se dio cuenda de que, a pesar de que se había vuelto una entidad tan poderosa, este pequeño seguía dependiendo de él. Era lo más parecido a un familiar que tenía en este mundo. Y no era lo único. Fanny, Phoebe, Emily, su amigo Jack, Trunks y los Cancerberos, la Escuela Necromántica… ¡Tantas cosas que tenía pendientes! ¡Tantas personas a las que no debía decepcionar!

- No te preocupes, ya no soy un niño. - Le dijo Bryan a su Pequeño Esqueleto mientras se levantaba: - Cuando mis padres velaban por mí podía tener el descaro de ser egoísta y solamente pensar en mi propio bienestar. Ahora soy un hombre y eso significa que no tengo tiempo para la autocompasión. ¡Me ocuparé en lugar de preocuparme! -

Bryan comenzó a buscar cerca del estanque. Cuando encontró la roca más grande en los alrededores, la levantó con todas sus fuerzas y la colocó firmemente junto a la orilla. El Pequeño Esqueleto lo miró confundido, incapaz de entender lo que hacía, pero no lo interrumpió. Mientras tanto Bryan usó sus propias manos desnudas y otras rocas como martillos para darle una forma lo más cuadrada posible. Esto le provocó heridas que comenzaron a sangrar, pero ignoró el dolor sin detenerse. Luego escribió el nombre de sus padres, uno a cada lado, con el Desgarrador Sombrío y usando letras chinas.

Una vez completado este altar improvisado, Bryan se arrodilló tres veces, como no hacía desde su transmigración y dijo: - Si los dioses de este mundo tienen alguna potestad sobre el otro, por favor escuchen mi oración y transmitan mi respeto por padre y madre. Gracias por haberme criado, padre. Gracias por haberme criado, madre. ¡En este mundo viviré con orgullo, recordándolos! -

Algo en su interior se desbloqueó en ese momento. Bryan no estaba seguro de que era, pero sentía que un peso del cual no era consciente ahora se estaba aligerando dentro de su alma. Todavía tenía la herida y sin duda pasaría un buen tiempo antes de que pudiese solucionarlo del todo, pero acababa de dar los primeros pasos para ello.

Completado ritual, Bryan sonrió salvajemente y miró su nueva mano mientras decía: - Hay un problema pendiente que tengo que solucionar. ¿Ese niño dijo que tenía 40 % de posibilidades contra Vlad Cerrón? ¡Ja! ¡Eso lo veremos! -

Acto seguido recitó el conjuro para invocar al Zombi Élite de Tierra y al Zombi Élite de Madera, que inmediatamente formaron detrás del Pequeño Esqueleto.

- Tengo que matar a una cucaracha bastante persistente. - Les dijo Bryan a pesar de que sabía que no podían comprenderlo: - Si los invoco durante la pelea estoy seguro de que podré hacerle daño. Pero no pienso revelar la existencia de ustedes tres, porque cuantas más personas sepan sobre mis habilidades, más debilidades tendré.

En lugar de eso, me ayudarán a entrenar. Ya he pensado en una estrategia para vencer, pero no tengo mucho tiempo. Así que haré que los tres me ataquen como si quisieran matarme, todo el camino de regreso. ¡¿Están listos?! -

Bryan hablaba de ese modo porque estaba entusiasmado, pero la reacción de sus criaturas fue extremadamente efusiva. Todos comenzaron a golpear el suelo o hacer gestos de aclamación, como si estuviesen animándolo y diciéndole que estaban dispuestos a hacer todo lo necesario para ayudarlo.

Se que entienden mis instrucciones de forma general, pero… no pueden comprender palabras humanas. ¿Verdad?” Pensó Bryan dudando por un momento.

Pero el tiempo corría y necesitaba refinar su estrategia para vencer a Vlad Cerrón. De modo que descartó todos sus recelos para dedicarse completamente a este intenso entrenamiento, pues ahora volvía a disponer de todas sus habilidades. Solo había que prepararse bien para la batalla de vida o muerte que tenía por delante.

Nota del Traductor

Hola amigos, soy acabcor de Perú, es miércoles 12 de Abril de 2023.

¡Que capítulo! Me costó un montón escribirlo y combiné muchas cosas, por eso resultó mucho más largo de lo esperado. Principalmente tiene influencias de la Saga de Brent Weeks, el Ángel de la noche, pero también de la película de terror británica “El Ritual” del 2017, que es de donde saqué las imágenes y concepto del Jötunn. El diseño de esta criatura me encantó cuando lo vi y siempre quise introducirla en algún momento de la historia. Un dato curioso es que no he visto la película realmente, solamente vi un resumen de Zombyte, pero tengo una idea general y únicamente me interesaba usar su apariencia.

Definitivamente la parte más complicada de este capítulo fue escribir las voces de la madre de Han Shuo. Por un lado, quería que sonasen chinas y para eso recurrí a hacerla hablar de un modo que generalmente leemos en las novelas ligeras de cultivo. Pero esto también podía hacer que todo el diálogo se sintiese bastante impersonal y hasta genérico. Un correcto balance era necesario, pero creo que salió bastante bien.

Las imágenes fueron complicadas de encontrar, sobre todo aquella en donde estaría la espada. Al final la retoqué en Photoshop combinando algunas cosas que encontré por ahí en la red.

Aún así tuve que leer varias veces lo que escribí e incluso ahora no estoy del todo convencido. Habrán notado que en dos ocasiones dentro del capítulo se repite la misma mecánica: Bryan tiene que tomar una decisión rápida. De hecho, hasta los textos son parecidos. Esto se debe a que en ese momento no estaba seguro de si debía colocar toda esta historia en un solo capítulo o escribir dos. Al final decidí juntarlos, pero el resultado me pareció interesante así que lo dejé tal cual. Y es que todo este capítulo debe ser tenso, porque Bryan está siendo llevado al límite de sus fuerzas todo el tiempo.

El asunto del dinero era un detalle que ya había querido mencionar, porque hasta ahora Bryan ha estado gastando como si tuviese oro infinito. Algunas personas lo mencionaron en los comentarios, pero incluso antes yo ya quería darle un momento de austeridad. Solo que la trama no me dejaba hacerlo. “Bryan sin dinero” tenía que ser mencionado en un momento de la historia donde esto sirviese para enriquecer la trama, no solamente debía ser un comentario.

La ocasión finalmente llegó camino al pueblo de Cannas, en el asentamiento sin nombre donde se detiene a descansar. Uno de los problemas que sufrí mucho en el Perú antes de la pandemia era el hecho de que muy pocos negocios aceptaban tarjetas de crédito o distintas formas de pago que no fuese dinero en efectivo. ¡Preferían perder clientes con tal de no pagar la ridícula comisión de 1 sol! El que nadie quiera aceptar la Letra de Cambio de Bryan es un giño a esta situación que ya casi no sucede después del Covid (A veces uno extraña las cosas más inesperadas).

El nombre del pueblo de Cannas es una referencia a la Batalla de Cannas de Aníbal Barca, donde el general cartaginés aniquiló a casi 70,000 romanos con su brillante estrategia. En esta historia paso algo parecido cuando Bryan aniquila a todos con el poder de Adelvard.

Que Bryan sobreviva a un solo uso de Adelvard es en realidad debido a que el Niño reconstruyó su cuerpo y lo mejoró, no tanto debido a su Fuerza Mental. De otro modo los Archimagos habrían deducido cómo usar la espada. Es solo que Bryan se confunde porque la espada se alimenta de su magia.

Pero déjame saber tu opinión en los comentarios: ¿Cuál fue tu parte favorita? ¿Qué te pareció la espada? ¿Te gustó el concepto del Jötunn? ¿Qué te pareció este capítulo? ¿Qué opinas del final de los pobres lanceros montados en lagartos? ¿Te gustó la parte de la madre y la subsecuente introspección?

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¡Nos vemos en el siguiente capítulo!