255 Cyrano Constantino

Bryan caminaba siguiendo a Lawrence por una serie de antiguos pasillos subterráneos de piedra finamente labrada, que fueron reacondicionados en algún momento reciente para ser habitables y estaban iluminados por antorchas. En su camino se podían ver aberturas hacia salas donde había personas entrenando el arte de la espada, estantes con mapas o documentos de algún tipo, provisiones e incluso algo que parecía ser una tesorería. 

Pero nada esto llamaba la atención de Bryan.

Uno podría pensar que su aparente indiferencia se debía a que este escondite secreto, aunque bastante impresionante para una persona regular, palidecía en comparación al fabuloso bastión de las Mil Cavernas en el Monte Ordaz, que era la sede del Manto Oscuro y en donde acababa de estar. Sin embargo, el verdadero motivo de su enajenamiento era la noticia de que estaba a punto de conocer nada menos que al Maestro de Phoebe y Lawrence… Y que este era un Supremo.

Tan solo por debajo de los legendarios Semidioses, los Supremos eran la máxima expresión del poder individual que una persona podía tener en el mundo de los mortales y solamente las naciones más poderosas los poseían. Si un Archimago era tan peligroso como un escuadrón de élite y un Gran Mago era el equivalente a una cohorte, un Supremo bien podía ser el equivalente en poder destructivo a un pequeño ejército por sí solo. 

El número de supremos que una nación tenía era sin lugar a dudas uno de los factores más importantes a la hora de saber en qué posición estaba el poderío de dicha nación. Y no eran muchos los pueblos que podían presumir de haber tenido a un supremo entre las filas de sus aristócratas en algún momento de su historia… ¡Menos aún que los tuviesen en activo!

“Ahora entiendo por qué ese Archimago Espacial estaba tan asustado en ese momento, cuando parecía que Phoebe iba a ser lastimada. ¡Incluso el Gran Duque Tiberio Claudio lo pensaría dos veces antes de provocar la ira de un Supremo!” Concluyó Bryan finalmente.

- El espacio aquí abajo es el doble que el de arriba. - Explicaba Lawrence: - Más delante te enseñaré todo lo que tenemos, pero ahora mismo mi maestro tiene prioridad. -

Bryan asintió y continuó siguiéndolo por el pasillo que se extendía por más de diez metros, hasta que finalmente llegaron a una bifurcación. Entonces Lawrence se dirigió hacia la izquierda y continuaron avanzando hasta que llegaron a una pequeña antecámara, donde se veía una gran puerta redonda de bronce labrado para asemejarse al rostro de alguna deidad, la cual estaba tan corroída por el tiempo que sus principales rasgos ya no eran reconocibles.

Frente a la puerta se encontraba una figura encapuchada, sentada con las piernas cruzadas sobre el suelo de piedra. Sin embargo, cuando levantó la mirada, todos pudieron ver que su rostro estaba surcado por una serie de espantosas cicatrices que, por el designio de alguna deidad benevolente, no habían llegado a deformarlo por completo. 

Todo en este individuo transmitía una inmensa ferocidad y amenaza. Esto no se debía únicamente a su apariencia, sino al hecho de que lo rodeaba una especie de energía terrible que emanaba de su propio cuerpo como una maldición. 

Bryan no estaba seguro de a cuantas personas tendría que matar alguien para exudar de ese modo un aura de muerte y destrucción tan intensa y terrible, pero sin duda debían ser varios cientos o quizá incluso miles. A él no le afectaba mucho porque había experimentado una muestra mucho más intensa que este tipo de energía cuando estuvo atrapado en el Monumento a Ascanio Ítalo y entonces pudo solucionarlo utilizando el hechizo Deimos de la Magia Demoníaca. 

En esa ocasión consiguió absorber los intensos sentimientos de agresión, violencia y locura que intentaron trastornar su mente. Pero una persona ordinaria generalmente no tendría defensa contra esta energía y probablemente experimentaría un gran malestar.

Tal era claramente el caso de Lawrence, que intentó disimular sin demasiado éxito el nerviosismo que sentía solamente por estar en la misma habitación que este individuo. Pese a todo, consiguió sobreponerse y sonreír mientras saludaba: - Salve Maese Davor. -

El aludido los reconoció con la mirada e hizo un gesto de asentimiento, pero no les habló hasta que estuvieron más cerca, aunque la energía agresiva que lo rodeaba se hizo mucho más fuerte, envolviéndolos como un manto antes los ojos sobrenaturales de Bryan. Sin embargo, Lawrence no podía ver nada de esto y por eso continuó avanzando, aunque era evidente que estaba bastante incómodo con cada paso que daba.

- Maese Davor, ¿mi Maestro recibe? -

- Está adentro, pero se encuentra practicando. Tienes que esperar. - Respondió Davor mirándolos con sus ojos grises y una voz rasposa bastante grave.

- ¡Entonces volveremos luego! - Respondió Lawrence con su mejor sonrisa, aunque el sudor de su frente traicionaba cómo se sentía realmente. 

Entonces se volvió con la intención de retirarse, pero en ese momento Davor dio un paso hacia adelante y le cortó el paso. Su atención sin embargo no estaba en Lawrence, sino en Bryan. Esos ojos resplandecientes como los de un felino se fijaron en el Necromante y la energía violenta comenzó a girar entre ambos con la intensidad de un auténtico remolino, provocando que la temperatura en la antecámara descendiese. Y sin embargo uno sentía que estaba rodeado por llamas infernales, listas para devorar la carne de sus desafortunadas víctimas hasta los huesos.

Pese a todo, Bryan permanecía impertérrito, mirando a este desconocido directamente, sin transmitir ningún tipo de sentimiento que pudiese ser leído a través de su expresión. Simplemente lo contemplaba con esa sonrisa cortés suya característica, que tan terrible o amable podía llegar a ser según su voluntad.

- ¿No me tienes miedo? - Preguntó finalmente Davor con una sonrisa de curiosidad.

- Por supuesto que sí, Maese Davor. - Respondió Bryan sin inmutarse: - Tanto como la prudencia indica. -

Su respuesta escondía un significado oculto: “Sé que eres peligroso y en ese sentido te tengo un miedo prudencial. Pero si me atacas te mataré sin la menor duda.”

Por el rabillo del ojo Bryan vio que el semblante de Lawrence palidecía. Evidentemente estaba asustado de este individuo y tenía miedo de que tomase esas palabras como una provocación para iniciar una batalla ahí mismo. En verdad, juzgando por la energía que los rodeaba, claramente Davor era la clase de persona que podía matarte con la misma facilidad con la que preguntaba la hora del día, muchas veces de un modo inesperado y por el motivo más insignificante. Sin embargo, en esta ocasión no sucedió debido a que Davor parecía extremadamente curioso por la indiferencia de Bryan al aura violenta que su cuerpo emitía, tanto como para pasar por alto sus palabras.

- Que interesante. - Susurró Davor finalmente: - Claramente puedo sentir que has matado muchas veces, bastante más de lo que esperarías de alguien que ni siquiera parece haber cumplido los treinta años, pero nos los miles necesarios para que tengas tu propia energía de la masacre. Entonces ¿por qué no parece afectarte la mía? -

- No entiendo muy bien a que se refiere, Maese Davor. - Respondió Bryan aun sonriendo tranquilamente.

Entonces hizo un ademán de querer retirarse junto con Lawrence, pero el hombre llamado Davor volvió a bloquearle el paso y comenzó a expulsar un auténtico maremoto de intensión asesina. La energía era tan fuerte que en esta ocasión se hizo visible a simple vista, como una tormenta de nubes sangrientas girando alrededor de toda la sala de piedra. 

Hasta ese momento Davor había estado expulsando esta energía de modo inconsciente, pero esta vez lo estaba haciendo a propósito y la diferencia era como el día y la noche. Incluso Lawrence, que era un caballero razonablemente habilidoso, cayó de rodillas de inmediato y solamente pudo mantenerse consciente porque traía consigo múltiples objetos mágicos protectores que mantuvieron a salvo su mente. Pero se volvió incapaz de pronunciar una palabra frente a esta terrible aura asesina.

- ¿Sabías que si matas a una gran cantidad de oponentes puedes utilizar la sed de sangre como una fuente de energía para incrementar tus poderes, joven? - Preguntó Davor con una sonrisa enloquecida mientras expulsaba más y más energía en forma de nubes carmesí hasta llenar completamente la sala.

A pesar de ser el blanco principal de este horrible fenómeno, Bryan continuó de pie y sonriendo de un modo completamente imperturbable, como si fuese un peñón de roca sólida resistiéndose contra la marea. De hecho, comenzó a caminar mirando alrededor, observando estas nubes rojas que lo envolvían todo cada vez con mayor intensidad, hasta el punto que ya parecía estar por convertirse en una auténtica ventisca carmesí.

- Es verdaderamente impresionante. - Comentó entonces Bryan, ignorando aparentemente las expresiones de sorpresa tanto de Davor como de Lawrence, por lo bien que parecía estar en medio de esta terrible tormenta sanguinaria: - Has reunido tanta energía al asesinar que se ha convertido en algo muy similar a una magia de tipo Dominio, afectando a todos los que te rodean. Aun así, sigue siendo una técnica marcial… Y como magia es bastante imperfecta si me permites que lo diga. -

Entonces Bryan invocó su Esencia Mágica y por un instante dejó escapar su propia intensión asesina, que salió despedida violentamente como una explosión. Entonces blandió dos de sus dedos como si fuesen una espada, destruyendo con su propio poder maligno toda la energía de Davor, que desapareció de inmediato.

No es que Davor fuese débil, pero su condición derivaba de un intento puramente improvisado de utilizar la sed de sangre que naturalmente expulsaba, sin saber cómo controlarla. En cambio, la versión de Bryan provenía directamente de las enseñanzas de Chu Can Lan, que habían sido desarrolladas por miles de magos malignos desde tiempos inmemoriales y él mismo estaba bastante avanzado en el Reino Sanguinario. 

No había punto de comparación entre ambos cuando se trataba de controlar la energía producida por realizar masacres. Más aún si consideraba que Bryan había sido capaz de sobrevivir incluso después de absorber nada menos a que una imitación de la Fuerza del Caos, el poder más maligno que existía en cualquier parte y que literalmente pertenecía a las Deidades Exteriores que estaban entre las potencias originales.

Bryan tomó el control de la energía que lo rodeaba usando la suya propia y luego absorbió todo el poder en el ambiente. Pero como esto sucedió en apenas una fracción de segundo, dio la impresión de que simplemente había hecho un gesto y el poder opresivo que inundaba todo el espacio hasta ese momento desaparecía con facilidad.

Naturalmente esto dejó a Davor boquiabierto, pero tenía muy buenos instintos de combate y de forma inconsciente llevó su mano a la empuñadura de su espada para atacar. Mas entonces se encontró con la mirada de Bryan, que estaba cargada de esa cólera fría que siempre precedía al momento en que mataba.

- Ya he sido lo bastante tolerante con usted, Maese Davor. - Dijo Bryan con un susurro peligroso: - No me gusta que me interrogue gente que acabo de conocer, ni tampoco que me bloqueen el paso a mí o a mis amigos. Pero lo dejaré pasar en consideración a Lawrence.

¡Sin embargo, si desenvainas esa espada o te atreves a repetirlo, verás quien soy al descubierto! -

Lawrence se levantó con cierta dificultad, mientras trataba sin éxito de volver a componer su fachada de aristócrata. Y es que en su mente el hombre llamado Davor siempre había sido un auténtico monstruo del que estaba aterrorizado, una impresión que se vio reforzada miles de veces ahora que lo había visto convertir todo el entorno en una tormenta de sangre. Pero ahora este ser tan temible se veía increíblemente confundido y ese poder tan aterrador había sido fácilmente destruido por Bryan. Además, lo vio amenazar claramente a Davor y (lo que era aún más chocante) vio a este retroceder un paso asustado.

“¡Por los divinos! ¡¿Este es el mismo Bryan que hace tan solo un par de años era un esclavo en la Academia Babilonia y con el que alguna vez entrené?!¡¿Cómo llegó a convertirse en este tipo de entidad?!”

El propio Davor también estaba bastante impactado, tanto que bajó la mano con la que había estado a punto de desenvainar, al mismo tiempo que murmuraba: - ¡Cómo es posible! ¡Siendo tan joven eres capaz de manejar este poder mejor que yo…! ¡Pero si ni siquiera siento que tengas Aura de Batalla! - 

Pero antes de que nadie pudiese decir algo más, un inmenso poder desconocido provino desde la puerta de bronce labrado y el rostro que representaba se abrió lentamente mientras una voz resonaba desde el interior:

- ¡Suficiente, Davor! Retírate y déjalos entrar. -

Lawrence reaccionó primero y rápidamente se movió para sujetar el brazo de Bryan y llevárselo consigo mientras mascullaba una excusa: - ¡Nos vemos, Maese Davor! ¡El Maestro nos espera! -

Acto seguido empujó a Bryan para que atravesaran el umbral. Y poco tiempo después la enorme puerta se cerró detrás de ellos, dejando a Davor al otro lado.

Contrario a lo que Bryan esperaba, el otro lado era una gran gruta natural abovedada que apenas había sido trabajada y al fondo se alzaba una gran roca que originalmente serviría como altar de sacrificios. Y es que toda esta sección era en realidad el templo primigenio donde los primeros sacerdotes realizaban sus ceremonias en el exterior de la ciudad, antes de que la urbe creciera y lo absorbiese por completo. Con el pasar de los años, la cueva sagrada terminó enterrada tras varias capas de construcciones que se convirtieron en un templo propiamente dicho, el cual acabó colapsando y por eso fue abandonado. 

Irónicamente este lugar sagrado acabó convirtiéndose en la base para el establecimiento del Jardín de las Delicias, pero el interior original todavía existía, oculto debajo de varios niveles de construcción. Solo que había sido modificado para un uso completamente diferente.

Una serie de estantes con todo tipo de armas relucientes estaban cuidadosamente ordenados en un sector. También había varios libros, dibujos e incluso esculturas y jarrones pintados que representaban distintas posturas de combate. También se podía ver una misteriosa serie de artefactos que seguramente servirían para entrenar.

Pero lo que más destacaba era una grande y hermosa base de piedra redonda de diez metros de diámetro en el centro mismo del suelo de la caverna, cuya superficie pulida se destacaba al contrastar con la rugosa textura natural del resto del entorno. Esta base tenía tallada sobre su superficie una serie de dibujos de círculos concéntricos y líneas paralelas ordenadas de tal modo que podrían ser confundidos con una matriz mágica.

Sobre esta superficie se encontraba parado un hombre vestido con un traje de entrenamiento. Su apariencia era una contradicción casi mística, pues sus cabellos y barba eran blanquísimos como los de un venerable anciano, pero su contextura física se parecía a la de un hombre en su mejor momento y el brillo de sus ojos reflejaba una lucidez y vitalidad que lo asemejaban a un ser sobrenatural. Si alguien le hubiese dicho que en realidad era la escultura de un dios, Bryan podría creerlo.

Lawrence se detuvo a unos cinco pasos de este individuo y entonces se inclinó hasta colocar su rodilla izquierda en el suelo, al mismo tiempo que realizaba una elegante reverencia. 

Entonces dijo con un tono muy respetuoso: - Maestro. -

El hombre lo miró un instante y luego hizo un gesto con la mano para invitarlo a levantarse. Lawrence se enderezó y luego invitó a Bryan a acercarse mientras lo presentaba: - Este es Bryan, el actual novio de tu discípula Phoebe. ¡Te he hablado muchas veces de él! -

 Los ojos del hombre se fijaron en Bryan inmediatamente y lo examinó largo tiempo antes de pronunciar una palabra. Cuando lo hizo, su voz sonó bastante neutral, pero estaba cargada de energía y poder: 

- Así que tú eres el joven que capturó el corazón de esa pequeña manipuladora. ¡Yo soy Cyrano Constantino, el Maestro de Lawrence y Phoebe! -

- Yo soy Bryan, el Necromante. - Respondió Bryan con una reverencia cortés: - Es un honor para mí conocer a una de las más grandes potencias de nuestra nación. -

- Gracias por tu cortesía, joven. - Dijo el Maestro Cyrano con una sonrisa, pero luego su expresión se volvió severa: - Para un auténtico Caballero los modales son muy importantes porque son prueba de disciplina y autocontrol, aunque lamentablemente los jóvenes de hoy tienden a aprender tarde esa lección. Me alegra mucho ver que no es tu caso. 

Ahora me presentas una contradicción, pues interrogar a alguien que acabas de conocer difícilmente puede ser considerado respetuoso. Pero debo hacerlo para asegurarme de que no tengamos ningún problema en el futuro. ¿Perdonarás mi descortesía? -

Aunque el discurso del Maestro Cyrano era bastante educado, había una nota peligrosa justo al final, que indicaba que su petición en realidad no admitía negativa. Naturalmente Bryan estaba preocupado por lo que este hombre pudiese preguntarle, pues entendía claramente que era un individuo muy peligroso y en momento ni siquiera era capaz de estimar los límites de su poder a pesar de lo mucho que se había fortalecido tras la reconstrucción de su cuerpo. Sin embargo, realmente no tenía mucho margen de maniobra, así que simplemente asintió.

- Muy bien, entonces. - Dijo el Maestro Cyrano cruzándose de brazos: - Aunque he tenido numerosos discípulos de diversas disciplinas, Phoebe es la única con el talento suficiente como para heredar todos los secretos de mi técnica de combate y planeo hacerla formalmente una mujer caballero en el futuro. -

 - ¿Piensas darle el título de nobleza? -

- Exacto. - Respondió el Maestro Cyrano: - Cuando llegue el momento quiero que se convierta en mi heredera con pleno derecho. No me refiero al renombre o al dinero, pues no necesita ninguno, y si los quisiera podría fácilmente procurárselos ella misma. Me refiero a la habilidad del Pacto de la familia Constantina, el cual solo puede ser adquirido cuando ella domine todas mis habilidades y se vuelva una Suprema. -

- ¿Crees que tiene la habilidad? - Preguntó Bryan sorprendido

- No me cabe la menor duda. Ahí es donde radica mi problema contigo. - 

 - ¿A qué se refiere? -

- Si planeas convencerla de que deje el camino de la espada… -

- ¡No tengo tal intención! - Lo interrumpió Bryan de inmediato porque finalmente entendía de qué iba todo el asunto: - Gran parte de nuestro amor nació mientras enfrentábamos dificultades. Soy muy selectivo a la hora de entregar cualquier tipo de afecto y sé que estoy destinado a una vida de conflictos. El hecho de que Phoebe pueda protegerse incluso si yo muero es uno de los motivos por los cuales quiero estar a su lado. -

Cyrano Constantino lo miró un instante, como si quisiese descubrir cualquier indicio de mentira en su expresión. Pero debió convencerse de la honestidad de Bryan, porque asintió con una sonrisa: - ¡Eso es excelente! Con esto la mitad de nuestra cuestión está resuelta. -

- ¿Y cuál sería la otra mitad? - Preguntó Bryan intrigado.

- Phoebe es lo más parecido que nunca tendré a una hija. - Dijo el Maestro Cyrano después de unos segundos: - Y si bien tengo muy claro que no soy su padre, como su Maestro siento que tengo la obligación y el derecho de hacerte una advertencia. -

- ¿Cuál es? -

- No te exijo que te cases con ella, pero más vale que no la lastimes y que la respetes. Porque si le rompes el corazón a mis discípula, yo te voy a romper las piernas. ¿Entendido? - Declaró el Maestro Cyrano, bajando el tono de su voz para poner énfasis en cada palabra. 

Bryan casi tragó saliva en ese momento, pues la agresividad del Supremo se había dejado sentir, al menos por una fracción de segundo. Pero eso había sido suficiente para sacudirlo hasta los huesos.

Sin embargo, también notaba que este hombre realmente tenía una auténtica preocupación por el bienestar de Phoebe, lo cual hacía muy difícil que lo odiase, dado que toda esa hostilidad estaba motivada por el bienestar de alguien que él también amaba.

- Entiendo perfectamente. - Respondió Bryan finalmente cuando consiguió recuperarse.

Cyrano Constantino lo observó en silencio durante un minuto entero, pero finalmente sonrió con amabilidad y exclamó: - ¡Entonces no se hable más! -

Entonces los invitó a caminar hacia una mesa con algunas sillas de madera tallada bastante rústicas. Una vez acomodados, Cyrano les sirvió a los tres vino de una jarra y cuando lo probaron confirmaron que era bastante bueno. En ese momento Bryan se dio cuenta de que había varias botellas de diversos licores cuidadosamente acomodadas en un estante y cuando concentró su vista en los gravados de los fabricantes, se dio cuenta de que todos eran ejemplares bastante únicos, lo que indicaba que este Supremo era un conocedor.

- Ahora quiero saber. - Dijo de pronto el Maestro Cyrano: - ¿Cómo ha estado mi alumna últimamente? Escuché que estuvo contigo en el Valle del Sol y se enfrentó con algunos oponentes bastante interesantes… -

- Así es. Ella unió fuerzas con el Cazador de Monstruos para enfrentar a Marcus, el Gran Maestro de espadas. - Respondió Bryan sonriendo: - No lo vi en persona, pero me dijeron que consiguió darle una excelente pelea con su técnica defensiva de espada y daga. -

- ¡Ah, eso es excelente! - Exclamó Cyrano después de tomar un trago: - Ese tipo es una lagartija sin moral, pero no cabe duda que sabe defenderse. Seguramente ese enfrentamiento la ayudará bastante a crecer… Por cierto ¿regresaron juntos? -

- En realidad, ella regresó mucho antes que yo. - Explicó Bryan y su expresión se volvió seria antes de continuar: - Pero su situación actual no parece ser muy buena. -

- ¿A qué te refieres? - Preguntó el Maestro Cyrano frunciendo el ceño.

- Maestro, lo que sucedió fue lo siguiente. - Intervino Lawrence y resumió la historia que Bryan le había contado al mismo tiempo que añadía algunas de sus conclusiones sobre lo acontecido y su relación con la situación política: - Ya sabes cómo es mi hermana discípula. Demasiado orgullosa como para pedir la ayuda de nadie. Ni siquiera me mencionó una apalabra al respecto. -

Cyrano Constantino escuchó todo en silencio, sin interrumpir ni una vez, pero cuando Lawrence terminó resopló con frialdad y su ira provocó que tanto Bryan como Lawrence sintieran un escalofrío, incluso si esta no estaba dirigida hacia ellos.

- Parece que Tiberio Claudio se ha vuelto bastante atrevido últimamente. - Susurró finalmente el Supremo: - Tendré que recordarle que nadie puede molestar a una discípula mía sin que existan consecuencias, sin importar de quien se trate. -

En ese momento era evidente que Cyrano Constantino estaba más que dispuesto a actuar en contra del Duque Tiberio, así que Lawrence se adelantó para golpear mientras el hierro aún estaba caliente y dijo: - Con la enfermedad de mi padre la situación política no deja de empeorar y el Duque no tiene el más mínimo reparo en apoyar a mi hermano Antonio sin importarle las consecuencias, porque sabe que le será muy fácil manipularlo al permitirle que se entregue a todo tipo de vicios. Ya ni siquiera tiene miedo del Protector Imperial. -

Bryan se dio cuenta de inmediato de la intención de Lawrence, así que permaneció en silencio mientras observaba atentamente las reacciones del Maestro Cyrano, el cual sonrió al escuchar las palabras de su discípulo: - ¿Quieres usar mi fuerza para quitar de en medio a uno de tus enemigos? Eso no funcionará, Lawrence. Te lo he dicho muchas veces, si quieres ser emperador tienes que arriesgar tu propio cuello, porque de otro modo no solamente perderás legitimidad, sino que serás un gobernante débil. Por supuesto que le pondré un estate quieto con respecto a Phoebe, pero no pienso involucrarme más que eso. Después de todo, si no puedes vencer a esas dos alimañas que tienes como competencia, pues entonces quizá sea mejor que Tiberio se salga con la suya. Recuerda que por encima de cualquier otra cosa está el bienestar de los ciudadanos ya que, sin ellos, realmente no tiene caso que exista ningún imperio. -

Esas palabras se sintieron como un puñetazo en el estómago, pero Lawrence las atajó con su flema aristocrática y consiguió sonreír de algún modo.

Mientras tanto Bryan había estado observando el intercambio entre ambos, lo cual había sido bastante ilustrativo, porque ahora entendía un poco mejor el carácter de este personaje que era tan temido y admirado en el Imperio Itálico. Era muy poco probable que tuviese una segunda ocasión de conversar de un modo tan franco con alguien así, de modo que decidió intentar otro enfoque.

“Dudo mucho que exista un esgrimista que sea más poderoso que este. Y ya que no va a ayudarnos por lo menos debería aprovechar para obtener algún beneficio de su experiencia.”

- Maestro Cyrano, tengo un presente para usted. - Dijo Bryan repentinamente mientras extraía un pequeño barril de su Anillo Espacial: - Me parece que estoy ante un auténtico conocedor, así que seguramente sabrá apreciar esto. Se trata de nada menos que un poco de la mejor cerveza producida por la noble raza de los enanos del Bosque Oscuro. -

- ¡Por los divinos! ¡Este es un gran regalo, joven Bryan! No recuerdo cuando fue la última vez que probé una de estas. - Exclamó el Maestro Cyrano aceptando el tonel: - ¡Sólo ellos saben tratar la madera de roble blanco de tal modo que conserve perfectamente el sabor del licor! Simplemente observando el tonel puedo confirmar que esta cerveza fue realmente hecha por los famosos enanos… ¿Te importa? -

- No, adelante por favor. -

El Maestro Cyrano abrió el barril y derramó el preciado líquido en una jarra para después degustarlo lentamente como haría un conocedor, teniendo en cuenta su aroma, color y textura. Al final sonrió complacido.

- Bueno, definitivamente estoy agradecido. - Dijo finalmente.

- Muchas gracias por sus palabras, Maestro Cyrano. - Respondió Bryan sonriendo: - Me alegra que lo encuentre apropiado. -

- Dime, joven amigo. ¿Hay algún modo particular en que pueda devolverte este gran gesto que has tenido conmigo? - Preguntó el Maestro Cyrano levantando una ceja para dar a entender que entendía claramente que Bryan querría algo a cambio.

- Hace poco tuve muchos problemas enfrentándome con un Maestro Espadachín. Desde entonces he intentado aprender algo de esgrima para saber cómo defenderme adecuadamente en combate cercano contra oponentes que usen Aura de Batalla. - Explicó Bryan: - Phoebe me ayudó a aprender mucho sobre cómo pelean los guerreros experimentados, pero dejó muy en claro que eso solamente era la base. -

- Es cierto, cualquiera puede dominar la Destreza Vulgar, pero ante la Verdadera Destreza es completamente inútil. - Asintió el Maestro Cyrano.

- Siendo así… -

- Quieres que te enseñe. -

- Exacto. -

Cyrano Constantino permaneció en silencio por unos momentos, pero luego lo miró con los ojos entrecerrados: - Claro que comprendes que mi técnica personal está reservada para mi sucesor predilecto, que en este caso es Phoebe. ¿Verdad? -

- Por supuesto. - Asintió Bryan.

- Bueno, salvo esa excepción… - Dijo el Maestro Cyrano acariciando su barba mientras pensaba, hasta que finalmente sonrió: - Muy bien. Considerando que eres el novio de Phoebe y que fui descortés contigo al principio, sumado al regalo que me has dado… Estoy dispuesto a enseñarte las bases durante un mes. Es lo máximo que puedo ofrecerte. -

Bryan abrió los ojos sorprendido porque no se esperaba un resultado tan bueno. Su mayor aspiración era recibir unos cuantos consejos generales, pero un auténtico entrenamiento de nada menos que un Supremo… ¡Era un regalo invaluable!

“Realmente este hombre es generoso.” Concluyó Bryan finalmente y sonrió antes de responder:

- ¡Acepto! -

*****

- Adopta la posición en ángulo recto. - Indicó el Maestro Cyrano mirando con cuidado como se posicionaba.

- Entendido. - Respondió Bryan extendiendo el brazo derecho y apuntando el arma de frente, mientras se cuidaba de mantener la guardia protegiendo sus dedos. En ese momento estaba utilizando una espada larga que le habían prestado, pero ya había aprendido a sujetarla bien al mismo tiempo que alineaba correctamente los pies para poder avanzar o retirarse según fuese necesario.

- Excelente. ¿Cuál es el punto de esta postura? -

- El rival no puede medir apropiadamente el rango de mi espada. - Respondió Bryan que estaba dirigiendo la punta directamente hacia dónde estaría el centro de los ojos de su enemigo.

- Exacto. - Respondió Cyrano y entonces añadió: - Tienes una memoria eidética. ¿cierto? -

No era realmente una pregunta y Bryan lo sabía, por lo que decidió ser honesto: - Así es, Maestro Cyrano. ¿Es demasiado obvio? -

- Nunca había visto a nadie que pudiese recordar tan rápido las 44 posiciones y las replicase perfectamente en menos de 3 días. - Explicó el Maestro con una sonrisa irónica: - Pero escuché que existen algunos capaces de hacerlo porque poseen una memoria anormal, que les permite recordar todo como si lo estuviesen viendo en el mismo momento. Es una pena que no tengas Aura de Batalla porque podrías ser un excelente esgrimista. -

- Me siento honrado. -

- Sin embargo, dependes demasiado de esta memoria. - Añadió el Maestro: - Aunque recuerdes la posición debes repetirla hasta que la asimiles a un nivel superior, de manera que tu reacción sea más instintiva que mecánica.

Recuerda, el mejor esgrimista no necesariamente es el más habilidoso. -

- ¿Y cuál es el factor más importante? -

- Es la velocidad. - Contestó el Maestro Cyrano: - Tanto de la mano como de la mente, que se traduce en precisión y destreza. Verdadera Destreza. -

Entonces el Maestro le indicó que lo siguiera con un gesto y llevó a Bryan hasta un lugar dentro de la gruta, donde caían constantemente tres hileras de gotas desde el techo a partir de alguna desconocida fuente subterránea. La luz era muy escasa y por eso era bastante difícil ver y el sonido del agua golpeando demostraban que estas caían bastante rápido.

- A partir de ahora pasarás ambas manos por aquí, donde las gotas golpean. - Explicó el Maestro Cyrano y lo demostró cortando con su mano desnuda como si fuese un espada por el lugar donde las gotas caían: - ¿Ves que mi mano está seca? Deberás practicas hasta que puedas pasar ambas palmas sin que el agua te toque. -

- Honestamente, Maestro Cyrano. Este ejercicio me parece estúpido. - Dijo Bryan.

Para entonces ya habían pasado bastante tiempo practicando y se habían familiarizado bastante. Bryan descubrió que la personalidad del Maestro Cyrano era bastante agradable y que podía ser franco en su presencia sin ofenderlo.

En efecto, el Maestro Cyrano simplemente se río del comentario despectivo y repitió la frase: - ¡Velocidad de mano y mente! -

De modo que Bryan se puso a ello. Pero a pesar suyo descubrió que el ejercicio no era tan fácil como creía a pesar de tener sentidos y una velocidad de reacción sobrehumana. Le tomo un buen tiempo entender que había muchos factores además de la gravedad que decidían la velocidad y ritmo con que caían las gotas de agua, como por ejemplo el viento, así que tenía que literalmente sentir el entorno para poder pasar su mano sin mojarla.

Cuando lo consiguió pasaron al siguiente ejercicio.

- La llamada Destreza Vulgar incluye todo tipo de trucos que son muy útiles para la supervivencia. - Explicaba el Maestro Cyrano: - Para obtener la Maestría y la Verdadera Destreza, tienes que dominar una cosa: Las matemáticas.

La auténtica esgrima es cálculo, geometría y danza.

Comenzaremos con la Espada Larga, quiero que la extiendas frente a ti. -

Bryan obedeció y colocó la espada rectamente frente al Maestro, que utilizó su propia espada para rozar la suya mientras le decía: - Intenta evitar que yo desvíe tu espada. -

De modo que Bryan se posicionó firmemente e intentó resistir los golpes del Maestro, pero descubrió en que había momentos en que no podía oponer ninguna oposición, mientras que otras veces podía resistir.

- No importa que tanto entrenes o cuan hábil seas. - Explicó Cyrano Constantino: - Las articulaciones no se pueden hacer más fuertes de lo que son. Por lo tanto, la simple geometría y ley de la palanca dictan que el lado más débil de una espada siempre estará en la punta, mientras que el más fuerte estará cerca de tu mano. Pero ahí es donde está el peligro: Para poder resistir o desviar adecuadamente tienes que oponer la base de tu espada contra la punta de la mía, de ese modo hasta una pequeña mujer débil podría desviar una estocada. Pero al hacerlo expondrás tu mano y las partes de tu cuerpo que son más vulnerables inevitablemente. -

- ¿Cómo evito esto? -

- Debes conocer al detalle cuales son las puntos de la espada que son naturalmente débiles y las que son fuertes. Y, sobre todo, en qué circunstancias se presentan estas fortalezas y debilidades. Por ejemplo, los Tercios. -

Durante los siguientes días el Maestro Cyrano Constantino le explicó a Bryan una serie de principios de la esgrima, los cuales eran mucho más complejos y fascinantes de lo que jamás había pensado. Había 3 partes principales o Tercios en las espadas, las cuales eran la Débil, la Media y la Fuerte. La primera era la más fácil de bloquear, pero también la más letal, pues era donde estaba la punta con la cual se realizaba la letal estocada. La media era la que se tenía que utilizar para realizar un corte ideal, el cual hacía daño, pero no necesariamente era mortal. Finalmente, el Tercio Fuerte era el lugar ideal para bloquear o desviar otros ataques, pero las posibilidades de atacar se reducían bastante.

Los Tercios de la Espada

Como esgrimista, Bryan tenía que entender perfectamente dónde estaban estas secciones de la espada y cuándo utilizarlas para poder maximizar sus capacidades ofensivas. Y lo más increíble es que esto era independiente de cuán fuerte fuese, pues la física siempre era la misma, así que un oponente más débil físicamente o incluso sin Aura de Batalla podía desarmar a uno más poderoso siempre y cuando usase la técnica correcta en el momento correcto.

Pero esto no era más que el principio. De las tres secciones iniciales de la espada un esgrimista podía encontrar entre 10 y 18 subsecciones, dependiendo del largo que tuviese la hoja. Y cada una de estas podía servir para una combinación de intercambios que destruyesen las defensas de un enemigo y matarlo.

Después el Maestro Cyrano lo volvió a sorprender cuando ordenó que les trajeran cadáveres de personas que habían muerto sin ser reclamadas por ninguna familia. Tal situación era muy común en Itálica, donde nunca faltaba un muerto desconocido que acababa en un callejón oscuro o incluso en las cloacas de la ciudad. El Maestro Cyrano consiguió algunos y procedió a diseccionarlos en frente Bryan, pero en lugar de interesarse por su biología, el Maestro quería que comprendiese bien cuáles eran los límites de los cartílagos humanos, el máximo en que podían girar las articulaciones y por supuesto cuales eran los mejores lugares para golpear con una estocada mortal.

Había tanto que aprender, tantas posturas que dominar y tanta teoría que comprender… ¡Y todavía no habían empezado a practicar! Pero el momento finalmente llegó al comenzar la tercera semana, cuando finalmente dominó todas las posturas y movimientos con los pies que le habían enseñado. Entonces el Maestro Cyrano condujo a Bryan hacia la base de piedra con los misteriosos círculos gravados.

- Este es el círculo de entrenamiento. - Explicó Cyrano Constantino: - La Rueda del Maestro. El lugar donde se separa al combatiente… del auténtico Caballero.  -

- ¿Qué significan los círculos? - Preguntó Bryan intrigado.

- Son tu mundo, joven. Toda tu vida. - Respondió el Maestro mirándolo muy seriamente y puntualizando cada palabra: - Y hasta que te diga otra cosa no existe absolutamente nada fuera de estos círculos. -

- Pero el enemigo… -

- ¡No existe nada! - Vociferó coléricamente Cyrano de un modo repentino para recalcar lo importante que era lo que estaba por decir: - ¡Amigos o Enemigos! ¡Nadie existe hasta que yo te digo que existan! -

Bryan quería replicar, pero se entendió que era el momento de escuchar, así que asintió en silencio.

- Como decía. - Continuó Cyrano: - Estos Círculos son tu Mundo ahora y no existe nada fuera de ellos. Si tu control de la espada mejora, entonces progresarás a un círculo más pequeño. Y con cada nuevo círculo, tu mundo se contrae… ¡Acercándote cada vez más a tu enemigo y la satisfacción de la victoria! -

- Entiendo. - Dijo Bryan sonriendo: - Es el dominio del territorio. -

- Exactamente. - Confirmó el Maestro Cyrano bastante satisfecho: - Cuando dos enemigos pelean, automáticamente se crea un espacio imaginario entre ellos, justo antes de comenzar el combate. Y el primero que domine el punto medio de este espacio sin perder el control, dominará también el combate y finalmente vencerá. -

La Rueda del Maestro

- Comprendo. - Asintió Bryan.

- Entonces ¿Comenzamos? - Preguntó el Maestro entregándole una de las dos espadas sin filo que había traído consigo.

- ¡Estoy listo! - Respondió Bryan emocionado.

- ¡Entonces atácame! -

Eso hizo Bryan e intentó replicar toda la teoría, movimientos y técnicas que había estado entrenando. Pero Cyrano desviaba sus golpes con una absurda facilidad, o se hacía a un lado para que Bryan perdiera el equilibrio por el impulso de sus propios mandobles. Mientras tanto, su maestro temporal no paraba de hablar.

- No uses ataques tan evidentes. ¡Hazlo inesperado! -

Bryan entonces procedió a realizar fintas mientras trataba de abrirse paso en la defensa del Maestro, pero este simplemente atajaba cualquier golpe suyo sin importar la velocidad o la fuerza que empelase y ni siquiera necesitaba utilizar Aura de Batalla.

Y así continuaron las lecciones, acción física con un monólogo incesante, y todas las lecciones explicadas, demostradas y vueltas a explicar. En eso consistieron los siguientes días de entrenamiento.

- El mejor ataque es una buena defenza y la mejor defenza es el ataque. El significado de ese aforismo es que, cuando has llegado a dominar realmente la Verdadera Destreza, las acciones de Atacar y Defender son esencialmente lo mismo: Cada estocada puede volverse un bloqueo y cada bloqueo puede volverse un contraataque. -

Cuando cometía errores, Cyrano no le reprochaba. Si Bryan no bloqueaba correctamente, ya recibía su merecido cuando la espada de su instructor lo alcanzaba en la pantorrilla. Si no recordaba algún movimiento o lo ejecutaba mal, el Maestro se aseguraba de que sufriese las consecuencias. Todo era ecuánime. Todo era justo, pero aun así Bryan no bajó la guardia. Si cometía un error, Cyrano podría matarlo con mucha facilidad. Le bastaría con dejar de contener cualquiera de los golpes. Bryan ni siquiera sabría que había fallado hasta que se viese morir.

- ¡Cuantas veces tengo que decírtelo! ¡Controla mi línea central! - Exclamó el Maestro mientras desviaba un golpe y conseguía darle a Bryan en la clavícula. Para entonces ya estaban al final de la última semana de entrenamiento y finalmente Cyrano Constantino estaba alternando alguno de sus golpes con su Aura de Batalla de color Dorado de un modo muy mesurado para desestabilizarlo.

Pero Bryan ya se estaba acostumbrando a este ritmo e inmediatamente usó sus poderes para moverse rápidamente y girar sobre sí mismo mientras golpeaba el Tercio Débil de la espada del Maestro e intentaba darle una estocada.

- ¡Bien! - Dijo Cyrano evadiendo el golpe de Bryan con facilidad.

Bryan jadeó por el agotamiento, pero volvió a atacar. Entonces el Maestro Cyrano hizo un barrido con su espada, pero Bryan lo evitó retrocediendo, lo cual terminó siendo un error, porque una oleada de Aura de Batalla que casi lo saca del círculo en donde estaban combatiendo.

- Recuerda cómo luchar contra un Caballero. ¡Tienes que romper mi concentración! - Lo corrigió el Maestro Cyrano: - El Aura de Batalla es más rápida que la magia, así que si me das tiempo siempre te golpearé primero. ¡En un combate con espadas no puedes mantener la distancia! -

Bryan asintió y volvió a atacar con una serie de estocadas a gran velocidad, mientras luchaba por abrirse paso en la defenza del Maestro, pero se sentía casi igual que intentar golpear el agua con un martillo.

- ¡No aprietes tanto la espada! - Dijo el Maestro Cyrano al mismo tiempo que contratacaba, pero Bryan inmediatamente esquivó y trató de hacer un barrido. Sin embargo, Cyrano hizo un bloqueo rápido y la espada de Bryan cruzó la sala rebotando por el suelo.

- Ni tampoco la sueltes. - Se burló el Maestro.

Bryan suspiró frustrado, porque sentía que la distancia que lo separaba del Maestro Cyrano solamente se incrementaba en lugar de reducirse a pesar de todo lo que había aprendido hasta el momento.

Algo de ese sentimiento debió reflejarse en su expresión, porque Cyrano Constantino soltó una carcajada y dijo: - Vamos chico. Debes estar orgulloso. Si tuvieses Aura de Batalla definitivamente te reclutaría como un discípulo, pero sin ella no puedes aprender mis técnicas más avanzadas. Y sin embargo has logrado progresar hasta el antepenúltimo círculo de la Rueda Maestra. ¡Muy pocos podrían igualarte en este momento! Después de todo, el que un mago tenga una fuerza física y destreza como la tuya es algo que estoy seguro nunca se ha visto en ningún margen del continente Vathýs. -

- Lo sé, a veces olvido que mi objetivo al aprender no es convertirme en un Caballero sino aprender cómo luchan. - Respondió Bryan meditabundo: - Ahora solo necesito descubrir el mejor modo de combinar sus enseñanzas con mis otros poderes para derrotar a cualquier enemigo con seguridad. -

- Eso está bien. - Asintió el Maestro Cyrano: - Solamente no dejes que la soberbia obnubile tu juicio. Te he enseñado lo mejor posible y has aprendido bien, pero si quieres vencer a los mejores Caballeros de Élite en un combate directo, entonces debes tener el Temor, la Sorpresa y la Intimidación de tu lado. Porque si te falta tan sólo uno de esos elementos, lo mejor es que retrocedas. Tu estrategia óptima es debilitarlos antes de enfrentarlos. ¡Solo así asegurarás una victoria! -

- Tendré en cuenta sus palabras, Maestro Cyrano. - Respondió Bryan muy serio.

- Joven Bryan el tiempo que habíamos acordado ha concluido y hoy has terminado tu entrenamiento. - Dijo el Maestro Cyrano.

Bryan miró al Caballero Supremo con auténtica gratitud. Esos 30 días habían sido increíblemente valiosos, pues obtuvo una inmensa cantidad de experiencia en combate y técnicas que podía combinar con su Necromancia y su Magia Demoníaca para lograr resultados devastadores. Además, sus habilidades físicas se habían refinado a un grado que nunca habría creído posible y sentía que ni siquiera alguien como Marcus podía intimidarlo.

Le debía a este Caballero Supremo un favor muy grande.

- ¡Estoy muy agradecido! - Exclamó Bryan haciendo una reverencia: - No olvidaré esta gracia, Maestro Cyrano Constantino. -

- Entonces puedes irte. ¡Que los dioses te guarden en tus batallas! -

*****

Las lecciones con el Maestro Cyrano eran tan fascinantes que Bryan se pasó el mes entero dentro de la caverna entrenando y ni si quiera se dio cuenta de que pasaba el tiempo. Algo que no ayudó mucho a que apreciase este cambio, fue que al salir se encontró nuevamente con el hombre llamado Davon, que parecía estar parado esperándolo en el mismo lugar donde lo dejó treinta días atrás.

Para entonces Davon estaba volviendo a emanar esa violenta aura asesina que había tenido en un principio.

- ¿Puedes decirme cómo es posible que puedas controlar la energía de la masacre? - Preguntó sin miramientos ni saludos previos.

Normalmente Bryan lo habría despedido inmediatamente, pero estaba de muy buen humor por todas las habilidades que consiguió obtener, así que le respondió: - Es una habilidad que solo pueden obtener quienes practican una magia muy particular. Lamento decir que no puedo explicártelo. -

Davon lo miró con una expresión llena de frustración, pero permaneció en silencio y se hizo a un lado para dejarlo pasar. Bryan comenzó a caminar, pero cuando estaba punto de dejar la antesala, escuchó la voz rasposa de Davon que le preguntaba: - ¿Puedo saber tu nombre, joven señor? -

Bryan dudo un momento, pero finalmente respondió: - Soy Bryan el Necromante. -

Y sin esperar respuesta cruzó el umbral para salir.

Cuando estaba caminando por el pasillo de piedra escuchó unos pasos que se aproximaban y poco tiempo después vio que Lawrence se aproximaba caminando hacia él.

- Sabía que muy pronto saldrías. - Dijo el joven aristócrata extendiéndole la mano: - Disculpa por no esperarte en la antesala, pero realmente me cuesta mucho respirar cuando estoy cerca de Maese Davon. No entiendo como mi maestro y tú pueden soportarlo. -

- Gajes del oficio. - Respondió Bryan riendo mientras correspondía al saludo: - ¿Hay alguna novedad? -

- Tus medidas funcionaron bien y el Gremio Mercante de Bootz ha estado muy tranquilo y prosperando. Parece que el Gran Duque Tiberio Claudio ha estado moviéndose bastante pero no se atreve a realizar movimientos descuidados por temor a provocar la ira de mi maestro. Yo estuvo aquí todo el tiempo vigilando toda la situación.

- Ya veo. - Contestó Bryan: - ¿Y que hay sobre el problema con Lisa y mi Escuela? -

- Mi padre ya hizo las investigaciones con la información que me diste. - Respondió Lawrence mientras lo invitaba caminar: - Debería hacer un movimiento dentro de muy poco tiempo. -

- Eso es excelente. -

- ¿Y? ¿Qué tal estuvo este mes con mi Maestro? - Preguntó Lawrence con una sonrisa.

- Fue toda una experiencia. -

Lawrence soltó una carcajada con ganas: - Él siempre ha sido un individuo fascinante. Su familia es descendiente de los Quintos, pero estuvo a punto de extinguirse y tuvieron que emparentar con plebeyos ricos para no desaparecer. Sin embargo, a pesar de estas medidas al final el destino quiso que la rama Constantina prácticamente se extinguiese por diversos motivos, así que el Maestro prácticamente tuvo que salir desde muy abajo y hacer su carrera en el ejército para poder avanzar.

Sin embargo, resultó tener un talento casi divino para la esgrima y antes de que fuese nombrado Tribuno Militar ya era un temible Caballero de la Tierra cuando se retiró de la vida militar.

Entonces se dedicó a viajar por el mundo refinando sus técnicas de combate, derrotando personalmente a varias figuras famosas en el mundo, tanto dentro como fuera del Imperio. Cuando regresó resultó que se había convertido en un Gran Caballero, así que se le pidió que fuese profesor en la Academia Babilonia, donde su fama heroica atajo a muchos estudiantes que fueron formados por él y que actualmente son famosos Caballeros.

Entonces un día dejó la docencia y se fue al Bosque Oscuro. No hubo noticias sobre él durante muchos años, hasta que un día regresó repentinamente y anunció que se había convertido en un Caballero Supremo. Naturalmente el Emperador le otorgó la dignidad de Copríncipe y actualmente es una de las potencias fundamentales del imperio. -

- ¡Vaya, su vida parece una sucesión ininterrumpida de aventuras! - Exclamó Bryan impresionado: - Aunque no me extraña, porque durante este mes realmente aprendí demasiado y puedo dar fe de que Cyrano Constantino es un genio del combate. -

- Así es, su presencia es uno de los motivos por los que muy pocos pueblos se atreven a desafiarnos. Y aunque oficialmente no tiene un cargo militar, su influencia es tan grande que una palabra suya puede alterar las decisiones de todos los altos mandos, muchos de los cuales han sido ex estudiantes suyos. - Dijo Lawrence con orgullo por poder decir que él también era discípulo de semejante héroe: - Y es que el Maestro sabe muchas cosas, no solamente sobre combate. Primero me enseñó los fundamentos de la Verdadera Destreza, pero luego me enseñó sobre política, economía, estrategia militar y muchas cosas parecidas. Aunque jamás me ha ayudado con ninguno de mis proyectos porque quiere que lo consiga todo por mis propios medios. -

- Tiene sentido. - Agregó Bryan: - A mí no me dejó de golpear con ganas hasta el último momento. ¡Prácticamente tenía que arriesgar mi vida solamente para permanecer en el círculo! -

- ¿El círculo? - Preguntó Lawrence mirándolo extrañado, pero luego abrió los ojos asombrado: - Espera… ¡¿Llegaste a la Rueda Maestra?! -

- Si… claro. - Respondió Bryan un poco curioso por la reacción de Lawrence, que no solía dejar que sus emociones afloraran.

De hecho, el joven aristócrata trató rápidamente de recuperar su temple, pero parecía estar luchando en su interior con algún tipo de emoción y finalmente le preguntó: - ¿Hasta qué círculo llegaste? -

- Oh, no lo hice tan bien. - Contestó Bryan encogiéndose de hombros: - Apenas llegué al antepenúltimo y jamás logré mantenerme mucho tiempo. -

- ¡¿Que?! - Exclamó Lawrence mirándolo boquiabierto.

Naturalmente a Bryan le extrañó esto y lo interrogó con la mirada, hasta que finalmente Lawrence le explicó: - Bryan, la única que ha conseguido llegar al último círculo hasta el momento ha sido Phoebe, después de 4 años de esfuerzo y solamente durante tres segundos. Fue por eso que se convirtió en la heredera de su estilo… Los estudiantes tienen suerte de poder permanecer en la plataforma y solo los mejores pasan al segundo. ¡Tú llegaste al Tercero en menos de un mes! ¡Nunca escuché de nada parecido! -

- ¡¿Qué?! - Exclamó Bryan, que ahora era el sorprendido, pero entonces comprendió que Cyrano Constantino no lo había estado educando a medias, sino que realmente le enseñó todo lo que podía enseñarle sin convertirse en un discípulo directo e incluso mucho más.

Naturalmente estaba bastante eufórico y tuvo muchos problemas para evitar sonreír por lo ufano que se sentía por dentro, así como por la expresión pasmada de Lawrence, que no desapareció fácilmente y solamente recuperó la compostura cuando salieron al Jardín de las Delicias.

- Por cierto, las chicas que decidiste rescatar… - Dijo Lawrence repentinamente.

- ¿Qué fue de ellas? -

- La más pequeña ahora es aprendiz de comadrona. Las dos morenas se han unido al templo venéreo y viven en el campo donde se dedican a fabricar quesos que se venden por buen precio. Mientras que la última… ¿Egeria? -

- Si, ese era su nombre. -

- Aunque no lo creas conseguimos a alguien decente dispuesto a casarse con ella. -

- ¿En serio? - Preguntó Bryan verdaderamente sorprendido, porque las prostitutas casi nunca eran elegidas como esposas por ningún hombre que se apreciase: - ¿Quién fue? -

- Un panadero que hasta hace poco estaba viudo, así que no era tan quisquilloso. - Explicó Lawrence: - Es bastante honesto y tiene buena reputación. Aunque es bastante cascarrabias, pero definitivamente la tratará mucho mejor de lo que cualquier otro haría en su caso. Quién sabe, quizá realmente llegue a quererla-

- Ya veo. - Dijo Bryan suspirando aliviado: - Me alegra. -

Ambos continuaron caminando con buen humor y entonces Lawrence comenzó a sugerirle que quizá podría divertirse con otras chicas para celebrar el fin de su entrenamiento. Bryan lo estaba considerando, pero entontes llegaron al vestíbulo y se encontraron con la señora Melka, que estaba esperándolos con una pálida expresión.

- ¿Qué pasó? - Preguntó Lawrence adoptando una actitud seria.

- Señor… el primer príncipe vino… y las chicas que lo atendieron… - Comenzó a tartamudear Melka, pero no pudo mantener la compostura y comenzó a llorar.

- ¡Antonio! - Rugió Lawrence y comenzó a correr hacia las habitaciones superiores.

Bryan inmediatamente lo siguió, hasta que llegaron a un sitio donde había una multitud putas reunidas, que lloraban desconsoladamente. Cuando ingresaron, descubrieron que una de las mujeres estaba con una cuerda amarrada al cuello y parecía que la habían sofocado mientras la violaban. Pero la peor de todas era una jovencita a la que le habían quemado la cara contra una estufa hasta matarla y cuyo cuerpo desnudo evidenciaba una gran cantidad de hematomas por los golpes y puñetazos que había recibido antes de morir.

- Maldita sea ese desgraciado hermanastro mío. - Susurró Lawrence con odio: - Juro que algún día haré que paguen por todo el sufrimiento que ha causado a los demás. -

Bryan también estaba asqueado por lo que veía y no podía entender cómo era posible que algo así hubiese sucedido.

- Lawrence, tus hermanos entran aquí donde están completamente a tu merced… ¿Por qué simplemente no los matas? -

El joven aristócrata suspiró sin dejar de mirar los cuerpos de las mujeres muertas: - El primer motivo es que si mueren cuando el sucesor imperial no ha sido designado, se convertirá en una excusa para que las fuerzas detrás de ellos comiencen una Guerra Civil sin cuartel que desangrará al Imperio Itálico por dentro. Decenas de miles de plebeyos serían los que terminarían pagando con sus vidas si eso sucediera y ni siquiera estoy considerando las consecuencias de una invasión de nuestros enemigos, los cuales seguramente aprovecharán ese momento de debilidad para atacar.

El segundo motivo… es mi padre. Solamente él tiene el derecho dado por los dioses de disciplinar a los príncipes, sus hijos. Hasta el día en que muera, yo no voy a tocar a ninguno. No por ellos, sino por respeto a mi padre. -

- ¿Crees que es lo correcto? - Preguntó Bryan con algo de desdén.

- ¿Puede un hijo que no es filial con su propio padre ser un emperador fiel a su compromiso de proteger a su pueblo? - Respondió Lawrence con un tono vacío: - Si yo mismo no respeto la voluntad del emperador ¿puedo esperar que alguien respeta la mía si llego a obtener el trono? -

Bryan guardó silencio, por unos momentos mientras meditaba en las palabras de Lawrence, mientras trataba de evitar que los sentimientos de asco e ira contra el príncipe heredero que había hecho esto arraigaran en lo profundo de su interior. Después de todo este era un asunto personal de Lawrence.

Sin embargo, no podía dejar de notar que el joven aristócrata no estaba apartando la mirada de los cuerpos de las mujeres muertas, como si quisiese asegurarse de grabar en su memoria todo lo que había sucedido. A Lawrence definitivamente le dolía, pero los llantos de las mujeres se incrementaban y muy pronto los ojos de Bryan percibieron el sonido de voces de los otros clientes del burdel, que se preguntaban lo que ocurría. Algunos incluso estaban dirigiéndose hacia el sitio con andar vacilante.

- Lawrence, tenemos que irnos. - Dijo Bryan inclinándose para sujetar el brazo de Lawrence e instarlo a retirarse: - Si alguien te ve aquí podrían sospechar que eres el jefe de este lugar y entonces tu imagen estará arruinada ante los Censores. ¡Vamos! -

- Quiero matarlos con mis propias manos, Bryan. - Le dijo repentinamente Lawrence al oído, casi en un susurro: - Cuando el emperador muera y ya no le deba nada, entonces personalmente los mataré lenta y dolorosamente. Eso te lo juro, amigo mío. -

Cyrano Constantino

Nota del Traductor

Hola a todos, soy acabcor de Perú. Es 24 de Agosto de 2022 y lamento mucho no haber publicado el miércoles anterior, pero estuve realmente mal con todo el asunto del fallecimiento de mi abuela y todos los problemas que vinieron después.

Resulta que su seguro médico no cubría el 100% y a los diez minutos una persona vino y me entregó una cuenta de 10,000 soles. Eso sin contar el funeral y la apertura de tumba, la cual ningún seguro cubre. Me cobraron 3,000 soles solamente por abrir un agujero en el suelo. Naturalmente no tengo como pagar eso y al final toda la familia y amigos tuvieron que apoyar, pero durante muchos días estuve subiéndome por las paredes debido al estrés.

Comprenderán que no estaba de ánimo para hacer nada, pero también necesitaba distraer mi mente de pensamientos tristes. Además, les debía un capítulo así que quería comenzar esta semana dándoles un capítulo especialmente largo y bueno. Espero haberlo conseguido, porque realmente era muy difícil mantener la concentración.

Los primeros cambios aquí fueron los nombres. En el original el sujeto de las cicatrices se llama Bolland… En serio, igual que un gato casero. Me pareció tan ridículo que tenía que cambiarlo, pero al final no me decidía por un nombre. Finalmente encontré el eslavo Davon que no tienen un significado en especial y por eso lo elegí.

En el original se afirma que esta persona es un asesino y que fue maestro de Fortunato (Lucky en el original) pero esto no tiene sentido porque tendría que ser demasiado mayor y además su forma de pelear no pasaría desapercibida. Parecía más lógico que fuese alguna clase de bárbaro, como el secuas de un mafioso. Además, ya hay un personaje en el futuro que puede asumir el papel de asesino.

En cuanto al Caballero Supremo… Su nombre original era Karel Ascot y no era un caballero sino un espadachín. Pero en ese mundo se supone que los caballeros son la élite, así que tiene sentido que uno de sus Supremos lo sea. El nombre de Karel me parecía muy simple para el de un aristócrata así que lo cambié por el de Cyrano, que pertenece al protagonista de una famosa opera francesa y era famoso por ser el mejor duelista de su tiempo. En cambio, el nombre Constantino es una referencia al Emperador Constantino el Grande, que fue un gran guerrero y reunificó al Imperio Romano.

En el original, todo transcurre en una serie de pasadizos secretos debajo del burdel, pero yo decidí hacerlo un templo subterráneo para darle a todo una sensación más solemne y épica. De hecho, pensaba en las caras de la película Prometeo cuando imaginé el rostro tallado en la puerta de bronce.

En el original Bryan rompe la energía violenta de Davon en su segundo encuentro y no en el primero, pero decidí cambiar el orden para justificar que este estuviese esperándolo ahí incluso después de 30 días. Además, me parecía que el final del capítulo se sentiría más balanceado de este modo.

Las conversaciones fueron modificadas para ser un poco más series y menos infantiles. Además, en el original Bryan no es entrenado por el Caballero Supremo.

El motivo por el cual puse esta secuencia de entrenamiento es para extender la duración de los acontecimientos y también para justificar el fortalecimiento de Bryan, porque hasta este momento es puro poder, pero debería adquirir destreza para controlarlo bien. No todo puede ser razonado o pre calculado.

Todo el entrenamiento esta muy basado en la Película La Mascara del Zorro e incluso adapté una imagen en Photoshop para que se pareciese a su base de entrenamiento. Hay algunos detalles que son verdaderos, como los Tercios de la Espada, que pertenecen a la auténtica esgrima española. Sin embargo, esta información no es realmente para espadas largas, sino para espadas roperas, aunque sus principios generales no deberían ser tan diferentes.

La segunda influencia para los diálogos de Cyrano durante el entrenamiento fue la serie Clone Wars de Genndy Tartakovsky, cuando el Conde Dooku entrena al general Greevos. Y también de la saga Angel de la Noche de Breent weeks.

Al final me faltaron círculos en la imagen que trabajé y tendría que haber agregado más, pero la estética se habría arruinado y por eso no especifiqué exactamente cuántos círculos tiene la Rueda Maestra.

En la parte final se suponía que tenía que haber un encuentro entre Lawrence y el primer príncipe, pero yo decidí quitarlo porque parecería demasiado a lo que sucedió en el capítulo anterior. En cambio, pongo a las prostitutas asesinadas para demostrar lo enfermo que es.

El que Lawrence quiera matar a sus hermano “solo después de que su padre muera” es una referencia a la película El Padrino II cuando Michel Corleone decide esperar a la muerte de su madre antes de matar a Fredo.

Esos son los cabios más importantes hasta el momento, definitivamente me estoy apartando mucho del material original, pero espero que les haya gustado.

Por favor no dejen de apoyar este proyecto compartiéndolo con más personas y por supuesto se agradecerá mucho cualquier donación económica por medio de los enlaces a la cuenta Patreon, pues realmente necesito la ayuda. También quiero agradecer a Gabriel Morffes por ser el Beta Tester del capítulo e invitar a cualquiera a señalar cualquier error ortográfico o de otro tipo que se me pudiera haber pasado.

Nos vemos en el siguiente capítulo.