288 El encuentro

- No puedo retrasarlo más tiempo. - Dijo Cándido muy seriamente.

- Podemos inventar una excusa. - Objetó Emily: - Hay que darle más tiempo. -

Habían estado discutiendo en el despacho de Cándido durante muchas horas.

Desde hacía varios días el Gran Anfiteatro Imperial fue cerrado por el Manto Oscuro para llevar a cabo la investigación sobre las actividades de Soros el Bestiario, porque eran los únicos con bastante autoridad como para anular la prohibición que el Segundo Príncipe Antonio colocó sobre el edificio, impidiendo la entrada de la guardia.

Naturalmente esto significaba que la orden se estaba enfrentando directamente con la familia imperial, algo que siempre resultaba incómodo, incluso cuando era inevitable como en este caso. Pero este no era el principal problema.

La población de Itálica amaba los fines de semana en el Gran Anfiteatro Imperial. Ellos no sabían nada sobre lo que había estado sucediendo en el Hipogeo o sobre las Quimeras Ferales. Y aunque lo supieran no les importaría en lo más mínimo. El pueblo tenía hambre de juegos, entretenimiento, sangre y violencia. Todos los días aumentaba el número de la multitud que gritaba con viva voz, reclamando la reapertura del edificio. Por fin, incluso el Emperador Juliano expresó sutilmente su incomodidad al respecto en una reunión de la corte en la que Cándido participó. Y ese día el Gran Maestre tuvo que soportar la mirada de todos los funcionarios sobre su persona, testigos silenciosos, pero increíblemente significativos.

- Al emperador de itálica no se le hace esperar, Emily Asturias. - Respondió Cándido ligeramente enojado: - El Anfiteatro no puede seguir clausurado por más tiempo, porque el pueblo se resentirá. Y con la situación política actual este es el peor momento para enemistarse con la plebe. -

- ¡Pero…! -

Emily trató de argumentar, pero Cándido la interrumpió.

- ¡Estás dejando que tus sentimientos personales obnubilen tu juicio! -

- No entiendo de que hablas. - Respondió Emily desviando la vista a un lado.

- Lo entiendes perfectamente. - Se burló Cándido con una mirada afilada, pero después suspiró como si estuviese agotado y dijo: - A mí también me cae bien ese joven. Pero Bryan ya ha desaparecido durante un mes, así que es evidente que se ha escapado. Lo que significa que es un desertor y merece la muerte. -

- Eso que dices es falso. - Objetó Emily levantándose enfadada: - No diré nada sobre mis sentimientos personales, porque ese asunto no le compete a nadie excepto a mi familia. Pero calificar de desertor a alguien como Bryan, que ha dado tantas muestras de lealtad y conseguido hazañas heroicas por el bien del Imperio… ¡Eso sí ya es demasiado, Maestre Cándido! -

- Veo que el amor no solo te ha vuelto voluble sino también insolente. - Respondió Cándido mirándola impasible: - Primero que nada, Emily Asturias, tú eres una aristócrata, así que tus sentimientos personales son “razón de estado” y nos importan a todos. No digo que tenga que gustarte a ti o a nadie, pero esa es la realidad. A cambio de todos los privilegios que tenemos por nuestro nacimiento en cuna de oro, los patricios estamos atados como esclavos a lo que sea conveniente para el Imperio. Amamos a quienes debemos para servir a la patria y odiamos a quienes son un peligro por el bien de la patria. Es así de simple.

En segundo lugar, yo soy uno de los Grandes Maestres del Manto Oscuro. Así que mi opinión es la única que importa. Si digo que alguien es un desertor, lo será y punto. Esta vez lo dejaré pasar porque te aprecio y también por los grandes servicios que nos has prestado en el pasado. Pero no toleraré que vuelvas a cuestionar mi juicio, Maestra Emily. -

Emily quería seguir argumentando, pero se daba cuenta de que Cándido ya estaba demasiado tenso y si seguía presionándolo conseguiría el efecto contrario. Aunque tampoco podía retirarse ahora o Bryan sería condenado como desertor.

Justo en ese momento, uno de los asistentes de Cándido se presentó a través de la matriz de transporte.

- Habla. - Le dijo Cándido al mensajero antes de que este pudiese abrir la boca.

- Gran Maestre… Bryan el Necromante está aquí. -

- ¡¿Qué dices?! -

- Bryan el Necromante está en las Mil Cavernas y solicita verlo. - Repitió el asistente.

- Dile que pase. ¡Ya mismo! - Ordenó Cándido.

El mensajero asintió una vez y se retiró.

- Bueno, Gran Maestre. - Dijo Emily mirándolo burlonamente: - ¿Has reconsiderado tu juicio? No recuerdo cuándo fue la última vez que vi a un desertor regresando a su base. -

- Eso dependerá de cómo haya regresado. - Respondió Cándido secamente.

Como si el destino quisiera darle la razón, en ese momento se activó la matriz y Bryan se presentó en la oficina… con una apariencia terrible. El traje de infiltración que usó para entrar sin ser visto en la mansión del príncipe Antonio ahora estaba prácticamente hecho jirones y tenía tierra por todos lados. Era evidente que ni siquiera se había detenido a limpiarse antes de llegar al Manto Oscuro.

Emily inmediatamente se acercó a él preocupada, temiendo que estuviese herido. Cuando confirmó que no lo estaba, rápidamente sacó un pañuelo para ayudarlo a quitarse la tierra de la cara con un gesto muy tierno y amoroso. Bryan estaba un poco sorprendido por esto e instintivamente retrocedió un paso porque no quería ensuciar a Emily, que se veía tan hermosa y sensual incluso envuelta en su túnica de maga. Pero el profundo cariño en su mirada lo conmovió. Por eso, aunque detuvo sus manos, no la apartó de él, sino que se quedó viéndola a los ojos con una sonrisa dulce, para transmitirle su agradecimiento.

Cándido los miró a ambos con una expresión tan amarga, que parecía capaz de agriar la leche fresca y finalmente resopló: - ¡Al menos pretendan, por todos los dioses! -

Bryan y Emily se separaron inmediatamente cuando se dieron cuenta de lo evidentes que estaban siendo. Fue un curioso momento en el que no supieron si tratar de mantener el acto, principalmente porque era evidente que Cándido ya lo sabía todo. Pero el propio Gran Maestre fue quien les pidió que fingiesen, así que no estaban seguros de cómo proceder.

- Ahh. - Suspiró Cándido: - Ya basta. Tenemos cosas importantes que tratar. Yo pienso desentenderme de esto y hacer como que no me di cuenta de nada. Si luego Amyes quiere cortarte los testículos es problema tuyo, Bryan. -

El nombre del Censor del Emperador se sintió como un balde de agua helada cayendo sobre la cabeza de Bryan, pero antes de que pudiese decir algo, Emily le susurró.

- No te preocupes por eso. Yo misma lidiaré con mi hermano, -

- ¿Dejarte sola? - Respondió Bryan mirándola por un momento, pero luego negó con la cabeza: - Eso ni pensarlo. No me importa quien sea, yo no voy a dejar que enfrentes tú sola cualquier problema que salga de nuestra relación. -

- No te preocupes por eso ahora mismo. - Le dijo Emily, pero no pudo evitar sonrojarse profundamente al sentir la sincera preocupación que Bryan tenía por ella.

- Así que se ponen de acuerdo. Qué bonito. Me recuerda cuando mi esposa y yo éramos jóvenes. Dime una cosa, Bryan. ¿Ustedes tienen otro tipo de conversaciones? - Canturreó Cándido sonriendo sarcásticamente mientras una vena de rabia se insinuaba en su frente y entonces comenzó a fingir que los imitaba: - Por ejemplo, en el desayuno: “Buenos días, Bryan” “¿Cómo estás, Emily?” “¡Muy bien!” “Entonces… ¿Cómo le vamos a fastidiar la vida al Maestre Cándido esta vez?” “¡Ya sé! ¿Por qué no incendiamos la mansión del Segundo Príncipe Imperial, de tal modo que muera la totalidad de su harem? ¡Además, después podemos desaparecer por casi todo un mes, justo antes del duelo que el emperador Juliano quiere!” -

Ese comentario le reveló a Bryan todo lo que necesitaba saber sobre el estado de ánimo de Cándido y también sobre lo que ya sabía. Así que decidió ser sincero.

- Maestro Cándido, esas mujeres en el harem del príncipe ya estaban muertas antes de que yo llegase…. - Comenzó a decir Bryan.

Pero lo interrumpieron de inmediato.

- Por el trueno. ¡¿Crees que me importa cómo estaban antes de que llegaras?! ¡Cada vez que un agente del Manto Oscuro deja un cadáver expuesto, YO tengo que movilizar una marea de funcionarios. Luego a un pequeño ejército de Inspectores Imperiales para que investiguen. Después hay que llevar los cuerpos donde los Pretores y Tribunos con el fin de que se registre qué carajo fue lo que sucedió. ¡Todo eso solamente para colocar esos muertos en una maldita fosa! - Gritó Cándido dando un puñetazo en el escritorio: - ¡¿Tienes idea de cuantos recursos, agentes e informantes tuve que movilizar para que nadie supiese que fuiste tú quién lo hizo?! -

- Cariño… quiero decir, Maestro Bryan. - Dijo Emily corrigiéndose un poco tarde y luego le susurró: - ¡Tienes que admitir que exageraste bastante! ¿Recuerdas los problemas que pasamos cuando te escapaste con esa chica e incendiaste media Ciudad de Valen? No puedo evitar solidarizarme con el Maestre Cándido en esta ocasión. ¡Por favor discúlpate con él! -

- Ustedes no comprenden, esas mujeres no eran muertas “normales”. - Objetó Bryan.

- Si yo te dejara en medio de un torbellino de fuego y luego desplomase un techo encima tuyo… tú tampoco estarías muy “normal”. - Se burló Cándido cruzando los brazos.

Bryan suspiró y comenzó a explicarles con lujo de detalles todo lo que vio en el espantoso cuarto del harem del príncipe, así como las mujeres asesinadas y convertidas en horripilantes muñecas de pesadilla.

Diez minutos después, tanto Cándido como Emily tenían expresiones descompuestas.

- ¿Estatuas? ¿Dices que hizo estatuas con mujeres? - Masculló Cándido como si se hubiese atragantado: - Sabía que Antonio estaba loco, pero… ¡¿Cómo es posible que algo así sucediese sin que yo me enterase?! -

- Ese sujeto no es un ser humano sino un monstruo. - Murmuró Emily asqueada: - Tiberio Claudio ha perdido el juicio. ¡No creo que él no supiese nada de esto! ¡¿Y aun así quiere sentar a ese animal en el trono?! -

- ¿Ninguno de ustedes lo sabía? - Preguntó Bryan extrañado y entonces comenzó a recitar los nombres de las únicas mujeres que llegó a reconocer: - No es posible que estas aristócratas desaparecieran sin que el Manto Oscuro se enterase. ¿Verdad? -

Cándido y Emily permanecieron en silencio, pero era evidente que todos estaban pensando lo mismo: Tiberio Claudio tenía personas del Manto Oscuro informándole y bloqueando información.

- Hay algo más… - Dijo Bryan invitando a todos a sentarse: - La razón por la que causé ese incendio no fue por gusto, sino para escapar a salvo. Verán, Vlad Cerrón no es un Gran Caballero, sino un cuasi Supremo. ¡Su Sesgo Dimensional ha llegado al grado en que realmente puede asesinar incluso a Cyrano Constantino si no tiene cuidado! -

- ¡¿Qué dices?! -

- ¡¿Cómo dices?! -

- Lo vi con mis propios ojos. - Contestó Bryan: - Vlad Cerrón se divierte matando a los sirvientes del Segundo Príncipe y juega una especie de cacería sádica con los más pobres, a quienes alimenta todos los días solamente para dispararles con una Arbalesta. Yo sé bien que el Manto Oscuro tiene reglas, pero no podía dejar a esos tipo sin castigo y realmente consideré asesinarlos ahí mismo. Sin embargo, ese maldito tiene una forma de saber cuándo alguien lo está mirando con intensión asesina y también en dónde se encuentra. Esa noche me atacó con su Sesgo Dimensional y por un instante pude ver el resplandor dorado de un Supremo. - Hizo una pausa antes de continuar: - Por eso tuve que detonar un conjuro que dejé preparado como distracción y únicamente así pude escapar. -

Cándido se dejó caer en el asiento. Era evidente que estaba bastante atribulado. Pero seguía siendo un Gran Maestre del Manto Oscuro y se recuperó con increíble velocidad.

- Si lo que dices es verdad, entonces tenemos un grave problema… - Susurró Cándido cruzando los dedos de las manos y entonces se volvió hacia Emily: - Maestra Emily, tienes que hablar con tu hermano inmediatamente. Si Tiberio Claudio puede bloquear tanta información eso significa que tenemos traidores en nuestras filas. El Censor del Emperador es quien debe encontrarlos. -

- Iré a verlo de inmediato. - Respondió Emily y luego miró hacia Bryan: - Aprovecharé para discutir ese asunto personal. -

- No lo hagas todavía. - La detuvo Cándido con un gesto: - Ahora lo importante es encontrar a los traidores y necesito que Amyes ponga toda su atención en esto. Lo que sí quiero es que hables con tu suegro, el general Aurelio. La facción neutral debe saber que Tiberio Claudio ha conseguido introducir en la capital a un cuasi Supremo. Si no hacen algo, la devastación que se desatará cuando ocurra la Guerra Civil se extenderá sin control. ¡Solo un voto abrumador en el Senado puede conseguir que el Gran Duque retroceda! -

- Entendido. -

- Bryan, tú permanecerás en espera. - Dijo Cándido volviéndose hacia él: - Cuando llegue el momento formarás parte del escuadrón de Ejecutores que enviaremos para asesinar a Vlad Cerrón. -

- Ya veo… pero entonces: ¿Qué pasará con el duelo en el Anfiteatro? - Preguntó Bryan extrañado.

- Eso está descartado. - Respondió Cándido: - Un Archimago no puede vencer a un Supremo. Tenemos que neutralizarlo con un grupo numeroso y hacerlo de tal modo que Vlad Cerrón no pueda escapar. Lo ideal sería convencer a Cyrano Constantino de liderar él mismo el ataque, pero entonces el Supremo se vería involucrado durante la Guerra Civil y eso agravaría mucho el conflicto. ¡Tendremos que hacerlo nosotros!  -

- Espere, Maestro Cándido. - Objetó Bryan rápidamente: - Si un grupo de Ejecutores del Manto Oscuro ataca a Vlad Cerrón ahora que está bajo la protección del Príncipe Antonio… ¿No será lo mismo que desatar la Guerra Civil? Tiberio Claudio podrá alegar en el Senado que se está interviniendo a uno de los suyos sin juicio. ¡El Manto Oscuro podría ser culpado de todo al final del conflicto! ¡Ni siquiera tú podrás librarte de una condena! -

- Si, pero eso ahora es inevitable. - Suspiró Cándido: - Es cierto que el Manto Oscuro nunca toma partido durante la sucesión, pero Tiberio Claudio tiene entre sus filas a un desertor que es lo bastante poderoso como para alterar el equilibrio de poder en el imperio. Aunque la posibilidad es baja, si Vlad Cerrón llega a asesinar a Cyrano Constantino, nuestro poder militar nacional se sacudirá demasiado y la nación será vulnerable a una invasión de fuerzas extranjeras. Es preferible atacarlo primero. Después… el próximo emperador puede acusarme a mí de traición y ejecutarme para mantener la paz. -

Bryan contuvo un instante la respiración al sentir la poderosa voluntad de Cándido para proteger al Imperio, incluso si terminaba costándole la vida, pero luego pensó en algo y añadió una pregunta: - ¿Y si Tiberio Claudio tiene otra carta bajo la manga? -

- ¿A qué te refieres? -

- Fue lo bastante astuto como para introducir a Vlad Cerrón sin que lo detectasen y consiguió ocultar al Manto Oscuro que es un cuasi Supremo. - Explicó Bryan: - ¿Está mal asumir que ha tenido años para introducir armas, personas y otros tipos de elementos peligrosos en la capital? -

- Hemos cortado la ruta de ingreso por las alcantarillas. Pero tienes razón, no hay forma de saber qué otros secretos pueden estar ocultos o dónde. Atacarlo sin saber exactamente con cuáles recursos cuenta puede ser muy peligroso. - Admitió Cándido.

- En ese caso la mejor opción es que me dejes llevar a cabo el duelo. - Propuso Bryan de inmediato: - Así puedo matar a Vlad Cerrón sin que sea un crimen, Tiberio Claudio perderá una de sus cartas más poderosas y el Manto Oscuro no tendrá que abandonar su política de neutralidad. ¡Incluso ganaremos tiempo para limpiar la orden de traidores y obtener información! -

- No puedo aprobar eso. - Contestó Cándido inmediatamente y lo miró sonriendo: - Eres uno de mis agentes, pero también el Archimago más prometedor de esta generación. Podría enviarte a una misión con bajas probabilidades de supervivencia… ¡Pero nunca aceptaré un plan sin ninguna posibilidad de éxito! -

- Eso te honra Maestre Cándido. - Dijo Bryan con admiración, pero luego añadió con un tono desafiante: - Sin embargo. ¿Estás seguro que no tengo posibilidad de éxito? -

Inmediatamente después dejó salir de golpe toda su Fuerza Mental.

Como quería pretender estar en el límite de un Archimago, generalmente Bryan contenía la energía que emitía para no levantar sospechas. Por eso ahora su poder se derramó por toda la habitación como un auténtico maremoto que remeció incluso los cimientos.

- Gran… ¡Gran Mago! - Exclamó Cándido al darse cuenta de que ese poder se equiparaba con el suyo, aunque todavía no estuviese del todo desarrollado.

Emily permaneció en silencio, pero inconscientemente estaba sonriendo y sus ojos reflejaban un intenso brillo en el que se combinaba tanto el amor como la admiración. Porque todas sus entrañas estaban gritando de emoción por Bryan en ese momento. Y es que ninguna mujer puede resistir el encanto de un hombre poderoso, aunque este poder no debe ser entendido como la habilidad de tiranizar a otros. Tal cosa es simple corrupción.

Poder, en el auténtico sentido, es pura competencia. Las mujeres instintivamente saben que necesitan hombres competentes. Bryan una vez le había jurado que algún día tendría la capacidad de mantenerla a su lado y reclamarla como suya en frente de todo el mundo, sin importar lo que el imperio, la política o la noblesse oblige tuviesen que decir al respecto.

Y ahora mismo estaba demostrando que tenía el poder para cumplir esa promesa.

Cándido suspiró de asombro, pero la cabeza fría del Gran Maestre volvió a sobreponerse e intentó objetar: - Tu poder es impresionante… Pero un Gran Mago no puede vencer a un Supremo sin importar cuán hábil sea. -

- Pues seré la excepción que confirma la regla. -

- Mocoso, sé que tienes la disposición… -

- No es disposición, sino la constatación de un hecho. - Puntualizó Bryan sonriendo mientras volvía a esconder su poder: - Vlad Cerrón debe morir por el bien de todos, es preciso y sucederá. Así que lo mataré y lo haré en frente de toda Itálica, en el Gran Anfiteatro Imperial. -

- Cuanta confianza. - Se burló Cándido también sonriendo con cierta ironía: - Algunos podrían llamarlo soberbia. -

- Solo es soberbia si pierdo. - Respondió Bryan sin ninguna duda: - Si gano, no lo es. -

Sus ropas estaban deshechas, tenía tierra por todos lados y llevaba los cabellos alborotados. Pero sus palabras parecían llevar el peso de una declaración imperial.

- Del dicho al hecho, hay mucho trecho…- Canturreó Cándido, pero finalmente asintió y dijo con un suspiro: - A ver, dime exactamente cómo podrías lograr ese milagro. Si me convences, prometo que permitiré el duelo. -

- Primero que nada. - Comenzó a explicar Bryan: - Vlad Cerrón no es un auténtico Supremo, así que por momentos es vulnerable. Segundo, yo ya sé cómo funcionan sus poderes y comprendo sus habilidades; en cambio, él no sabe nada acerca de mí. Tercero, durante todo este tiempo he aprovechado para desarrollar una estrategia de combate específicamente para derrotarlo, que aprovecha al máximo mis ventajas y explota todas sus debilidades.

Para asegurar mi victoria, solo necesito tres cosas. Ayúdeme con esto, Maestro Cándido, y le prometo que exterminaré a Vlad Cerrón. -

- ¿Oh? ¿Qué sería eso? - Preguntó Cándido intrigado.

- Necesito un conjunto de combate para enfrentamientos de velocidad. - Respondió Bryan señalando sus ropas: - De ser posible de Mithril, porque absorbe bien la energía de poderes mágicos o del Aura de Batalla. -

­- Tiene sentido. -

- Después necesito una espada larga que ponga énfasis en la resistencia. No me importa tanto el filo, porque principalmente la usaré para desviar los ataques de Vlad. -

- Ya veo, como no puedes usar Aura de Batalla piensas compensarlo con tu armamento. - Dedujo Cándido: - Pero… ¿acaso estás buscando un enfrentamiento a corta distancia? -

- Así es. -

- Eso es una locura. -

- O un movimiento brillante. - Argumentó Bryan sonriendo: - Cerrón está esperando pelear con un Archimago que siempre mantiene la distancia. -

- Supongo que esto también lo sabremos si tienes éxito. - Dijo Cándido suspirando, pero luego preguntó: - ¿Y la última cosa? -

- Necesito que el Manto Oscuro use a sus agentes encubiertos para asegurarse de algo. - Explicó Bryan mirándolo muy serio: - Quiero que cuando nos toque luchar, la Arena de Combate adopte la forma del terreno número 35. -

Cándido parpadeó un momento: - ¿Dijiste el terreno 35? -

- Exactamente. -

- ¿Por qué ese terreno en particular? -

- Ese es el que me daría las mejores posibilidades de ganar. - Contestó Bryan

Cándido cerró los ojos por unos segundos mientras se esforzaba por recordar y luego los abrió con sorpresa: - Espera… el terreno número 35 es una doble caverna subterránea. Estarías encerrado con él en un espacio reducido de no más de… ¡25 o 30 metros! Además, ese escenario es uno de los favoritos de Vlad Cerrón y lo conoce al detalle. ¡No te ofrece ninguna ventaja! -

- He memorizado todos los terrenos del Anfiteatro. - Explicó Bryan: - Vlad Cerrón se sentirá confiado pensando que está peleando con ventaja, pero en realidad ese escenario cuenta con ciertas sorpresas que me darán la victoria. -

- De verdad que no lo entiendo. -

- Le pido que confíe en mí. - Insistió Bryan.

- Maestre Cándido. - Dijo Emily interviniendo finalmente: - Yo también se lo solicito. Bryan no es la clase de hombre que dice algo como esto sin estar absolutamente seguro. -

- Realmente te has vuelto voluble… - Comentó Cándido mirándola irritado, luego se volvió hacia Bryan y examinó atentamente su rostro en busca de la más mínima señal de vacilación, pero este le devolvió una mirada impasible.

De modo que al final Cándido suspiró y tocó una campanilla para llamar a uno de sus asistentes a quien le pidió: - Tráeme un equipo de alto nivel Alfa 37 y el cofre número 81 de la Bóveda de Armamentos. -

- Entendido. - Respondió lacónicamente el asistente.

Al poco tiempo había regresado con otros tres hombres que lo ayudaban a transportar dos artículos. El primero era una caja grande que contenía un conjunto de armadura de placas hechas con Mithril ennegrecido, que también poseían encantamientos para volver livianas las piezas más pesadas. Se notaba que eran un trabajo sumamente minucioso.

- Es una armadura élite de infiltración diseñada especialmente para combates de alta velocidad. Sus encantamientos incluyen conjuros que le permiten romper mejor cualquier resistencia al aire. - Explicó Cándido: - Naturalmente debe ajustarse a medida, así que tendrás que ir con un buen armero antes de ponértela. -

- Gracias Maestro Cándido. -

- Ahora, sobre la espada que pediste. - Dijo Cándido abriendo el cofre más pequeño: - Hace mucho tiempo una gran roca cayó de los cielos trayendo consigo este material. Es un metal extremadamente duro, que solamente puede ser trabajado en estado bruto mediante complejos procesos alquímicos. Y cuando finalmente consigues refinarlo es necesario mantenerlo constantemente en estado líquido, pues una vez que se endurece no hay forma de volver a trabajarlo. Bueno, se dice que el fuego de algunos dragones podría ser capaz de volver a fundirlo, pero nunca tuvimos ocasión de intentarlo.

Esta espada fue un experimento fallido que obtuvimos antes de saber todo lo que anteriormente te he explicado. Cuando la terminamos descubrimos que no se le podía dar filo ni inscribirle matrices. Tampoco es que sea indestructible, pero definitivamente es inmune a casi todas las formas de fuego y quizá incluso pueda soportar el Sesgo Dimensional sin romperse. -

Bryan examinó la espada. Era tan pesada como una de práctica y medía aproximadamente un metro de largo. Toda la hoja era de color gris oscuro y tal como había dicho Cándido, no parecía tener un borde afilado. Sin embargo, con suficiente velocidad al blandirla esto no importaría.

- ¿Qué pasa si la rompo? - Preguntó con ciertas dudas.

- No importará. - Respondió Cándido encogiéndose de hombros: - Como dije, es un experimento fallido y ya aprendimos todo lo que nos podía enseñar. Pero cumple con el requisito que pediste. Aunque es bastante pesada, así que no sé si te servirá… -

- Es perfecta. - Confirmó Bryan y la blandió con suma facilidad con su fuerza mejorada y provocando una ráfaga de viento que los sorprendió a todos.

- ¡Vaya! - Exclamó involuntariamente Cándido: - ¡Es tan raro que seas un mago, pero aun así tengas semejante fuerza física, muchacho! -

- Ahora tengo las mejores posibilidades de vencer. - Le dijo Bryan sonriendo.

- En cuanto a tu última petición… también me aseguraré de cumplirla. - Añadió Cándido y cruzó los dedos antes de preguntar: - ¿Seguro que no necesitas nada más? -

- Nada más. -

- Entonces el duelo será dentro de cinco días. - Declaró Cándido y luego añadió: - No mueras, Bryan. Aun tienes que compensarme por todos los problemas que me has causado. -

- Escucho y obedezco. - Respondió Bryan.

Y tras guardar todos estos objetos en su Anillo Espacial, abandonó el despacho de Cándido junto con Emily.

******

En cuanto estuvieron solos, la Archimaga se arrojó a los brazos de Bryan. Mientras Chéster manejaba el carruaje hacia el armero personal de la Familia Asturias, la pareja se fusionó en un intercambio de besos apasionados, caricias y palabras de amor.

- Dime la verdad, querido. - Dijo Emily cuando se separaron para respirar: - ¿Cuánta confianza tienes realmente en derrotar a Vlad Cerrón? -

- No tienes que preocuparte, ese tipo… - Comenzó a responder Bryan sonriendo.

Pero repentinamente Emily colocó un dedo sobre sus labios mientras lo miraba con ternura y una sonrisa triste.

- ¿Sabes que cuándo mientes siempre miras ligeramente a la izquierda? - Le susurró Emily con un tono resuelto: - No necesitas fingir o endulzar las cosas para que no me preocupe.

Primero porque no puedes. Soy tu mujer Bryan y además una espía del Manto Oscuro. No hay forma de que no me dé cuenta cuando algo te pasa.

Segundo porque soy una mujer de la aristocracia, así que sé cuál es mi deber. No pienso cargarte con el peso de mis lágrimas justo cuando estás a punto de luchar por tu vida, sino que compartiré todo el peso contigo y te ayudaré con aquello que pueda ser una distracción o que te impida concentrarte en lo que tienes que hacer. Puedes partir tranquilo a la cruenta guerra, esposo mío. Porque sabes que cuando regreses encontrarás tu castillo bien defendido, el pueblo adecuadamente gobernado, a los soldados en sus posiciones y a tu leal esposa que te espera con los brazos abiertos.

Finalmente, aunque por adopción, soy una Asturias. Así que no tienes ante ti a una mujer débil que cederá a la desesperación cuando las cosas son difíciles. Incluso si los cielos se caen, estaré contigo apoyándote hasta el final, dulce o amargo.

Así que dime honestamente. ¿Puedes vencerlo? -

- Puedo… pero es cierto que será muy difícil. - Admitió Bryan finalmente y luego agregó con un tono mesurado: - Tengo un plan que me dará el mejor resultado, aunque tendré que jugarme la vida. -

- ¿Tanto así? -

- Si fuese libre de usar todos mis poderes no estaría tan presionado. Pero con la ciudad entera mirando cada uno de mis movimientos, no me atrevo a revelar todas mis cartas desde el principio. ¡De nada valdría que gane ahora si dentro de poco un enemigo desconocido o algún lacayo de Tiberio Claudio tiene éxito en quitarme la vida porque pudo anticiparse a todo lo que puedo hacer! -

Emily lo miró en silencio durante un tiempo y finalmente asintió sonriendo. Era muy buena adoptando un semblante aparentemente despreocupado, pero Bryan también la conocía y sabía que estaba afectada.

- En el peor de los caso revelaré todo, lo mataré y luego escaparé por un tiempo al Cementerio de la Muerte. - Añadió Bryan.

Emily le dio un abrazo y luego lo acompañó a todos sus destinos. El Armero de los Asturias en particular fue sumamente importante, pues tenía que ajustar la armadura de Mithril para que se ciñese perfectamente al cuerpo de Bryan y esto les tomó casi todo el día. Luego se dirigieron a su cuarto privado frente al río y ahí Emily lo ayudó a bañarse.

- ¿Te gustaría ir a la cama conmigo? - Propuso Emily con las mejillas enrojecidas cuando terminó de limpiarlo: - Ya es de noche y estas horas le pertenecen a la diosa del amor, no al cruel dios de la guerra. -

Bryan la miró por un instante y respondió: - Siempre quiero ir a la cama contigo. Pero si lo hago ahora sería lo mismo que utilizar tu cuerpo para desahogar mi tensión. Y no pienso faltarte el respeto de esa manera. Antes bien, prefiero dedicar cada segundo a prepararme para el enfrentamiento que tengo por delante. Después, cuando haya obtenido la victoria, lo celebraremos a lo grande durante toda la noche. -

Emily asintió y se retiró. Entonces Bryan terminó de vestirse, se sentó en el suelo con las piernas cruzadas mientras cerraba los ojos, concentrándose por completo en cada gesto o movimiento que recordaba de Vlad Cerrón. Su memoria eidética le permitía volver a ver lo que le había sucedido en el pasado con una exactitud impresionante, casi como si estuviese viviéndolo nuevamente, aunque el lado malo de esto era que también recordaba cosas desagradables, como el malestar por ver a esas mujeres convertidas en estatuas o el dolor de perder su mano izquierda. Sin embargo, a Bryan esto no le importaba porque quería maximizar sus posibilidades. También aprovechaba para repetir los consejos que le había dado el niño misterioso como si fuesen un mantra, tratando de encontrar hasta la última pisca de significado en sus palabras.

Durante días estuvo en este estado de meditación, que se interrumpía brevemente en los momentos que Emily le traía alimentos. Así permanecería hasta el día del enfrentamiento.

******

En las calles de itálica el pueblo se estremecía por un acontecimiento insólito. Ya fuese en los mercados, las termas, las fuentes, plazas o incluso en los lugares de gran renombre, como los pasillos del Senado, el Palacio Imperial o las mansiones de los patricios; hombres y mujeres, ricos y pobres, nobles y plebeyos… todos hablaban de lo mismo.

Tan solo un par de horas antes un hombre algo obeso, pero conocido en toda la ciudad por poseer una voz poderosa, se había parado en el Foro de Itálica, el centro mismo de la ciudad, para proclamar un anuncio oficial. Y es que incluso con magia para amplificar el sonido era muy difícil que una sola persona pudiese ser escuchada en ese lugar donde cabían 125,000 ciudadanos. Pero el Anunciante, título con el que todos se referían a él, tenía un vozarrón privilegiado. Debido a esto tanto la corte como los grupos más acaudalados solicitaban su servicio cuando querían dar a conocer algo.

- ¡Atención ciudadanos! - Comenzó a vociferar el Anunciante a la décima hora de la mañana y como era su costumbre inició dando los avisos regulares: - Una buena recompensa se ofrece por el regreso de una esclava, robada o fugada, de la casa de Mario Dolabela. -

Al reconocer su voz tan distintiva, las personas dejaron un momento las mil cosas que estaban haciendo para escuchar.

- Bajo la protección de los Cónsules Esteban apodado “La Espada” y Fabio Alexandro, y con la bendición del Emperador Juliano Augusto Máximo, el Senado tendrá sesión el día de mañana. ¡Estén prevenidos! ¡Ningún desorden será tolerado! -

Las personas comenzaron a asentir y muchos tomaron nota. La guardia tenía permiso de azotar hasta dejar en carne viva a cualquiera que hiciese demasiado ruido cuando el Senado se reunía. Otros querían estar cerca para enterarse antes que nadie de las decisiones que se tomasen.

Pero el siguiente anuncio desterró por completo la política de la mente de las personas y provocó una ovación en todos los reunidos.

- ¡Por orden de su Alteza Imperial, dentro de tres días el Gran Anfiteatro será oficialmente reabierto! -

La gente aplaudió con algarabía y podrían haberse puesto a bailar ahí mismo si no fuese porque el Anunciante, con ese talento dado por los dioses, consiguió hacerse oír por encima de todos para continuar su mensaje.

- ¡Para celebrar este feliz acontecimiento habrá un festín público pagado por el propio emperador! Se dispondrá de mesas para 5,000 hombres en el Foro de la ciudad. A los esclavos y libertos no se les permite participar. ¡Cualquier ciudadano que no pueda encontrar un asiento propio, deberá irse inmediatamente cuando se lo ordene alguno de los oficiales cívicos! -

Hubo más aplausos, pero todos se dieron cuenta por el lenguaje corporal del Anunciante, que este no había terminado y la mayoría comenzó a callar con gestos a todos para poder escuchar el resto.

- En Tributo a su Virtud, el Emperador Juliano Augusto Máximo ha organizado un COMBATE MORTAL como principal espectáculo en el Gran Anfiteatro Imperial en el día de la reapertura. Los combatientes serán Vlad Cerrón, trigésimo séptimo campeón de la Arena; enfrentado a Bryan el Necromante, Archimago y Ejecutor Imperial. Ese día, los templos estarán cerrados, y no se celebrarán bodas. -

Esta vez las personas no se quedaron mudas por necesidad sino por el asombro.

Un Combate Mortal era exactamente como sonaba. En todas las demás luchas que se daban en el Gran Anfiteatro e incluso cuando se tratada de ejecuciones públicas, siempre existía la minúscula posibilidad de que el Emperador o la multitud se conmoviesen por los luchadores y pidiesen su vida, como ocurrió con Cassius y Arezco. Pero en este extraño y único espectáculo se usaba una barrera mágica especial que mantenía atrapados a los que estuviesen dentro hasta que uno de los dos muriese. Daba igual que se negasen a pelear o cambiasen de opinión.

- El Festín Público será a la quinta hora de la tarde, después del enfrentamiento entre estos dos héroes. El Gremio Mercante de Bootz proveerá el vino y el Gremio de Molineros, los emparedados. Nuestro Gremio de Molineros sólo usa los mejores granos. ¡Verdadero Pan de Itálica para verdaderos itálicos! -

El Anunciante terminó su última publicidad y se retiró del podio que usaba para dirigirse al pueblo. Solo entonces estallaron las conversaciones emocionadas que muy pronto se convirtieron en un hervidero de rumores que se esparció por toda la ciudad. Algunos explicaban a los más jóvenes acerca de la leyenda de Vlad Cerrón, la cual terminaba en su legendaria derrota frente a Cyrano Constantino. Otros, sobre todo los que venían de las provincias, contaban emocionados todo lo que habían escuchado sobre Bryan el Necromante, el implacable Ejecutor que impartía justicia sin importar su oponente con una sangre fría que no vacilaba nunca.

Una pregunta flotaba en el aire: ¿Quién sería el ganador?

- Por supuesto que será Vlad Cerrón. - Dijo el Barón Cameron en frente de todos.

Estaban en el edificio de la Gran Cámara de Comercio donde se reunían los representantes de cada entidad comercial importante en la ciudad de Itálica. Se trataba de una sala porticada y cubierta con una cúpula resplandeciente. Ahí era donde escuchaban las disposiciones de los Tribunos Civiles el primer día de la semana. También era donde se cerraban los acuerdos comerciales más importantes en presencia de aquellos mismos Tribunos, que servían como testigos legales y notarios.

Cameron estaba ahí, imponiendo su presencia como siempre a pesar de que su grupo mercantil realmente no tendría por qué estar participando en esta reunión. Por fin se había liberado de la maldición que Bryan le colocó, pero su odio por el joven ardía como el primer día y cuando supo que era uno de los duelistas se apresuró a decir mil calumnias sobre él y sus habilidades.

Y sus palabras comenzaron a tener efecto en los comerciantes reunidos. Esto era una desgracia para los corredores de apuestas que vieron en este enfrentamiento una buena oportunidad de hacer negocios y se acercaron ilusionados, pensando que podrían organizar un gran evento. Pero las palabras del Barón consiguieron que casi todos apostasen por la victoria de Vlad Cerrón. En cambio, Bryan apenas recibió unos cuantos cientos de monedas de bronce de algunos apostadores que simplemente participaban por cumplir.

-  Es más, estoy dispuesto a apostar 25,000 monedas de oro ahora mismo por el campeón Vlad Cerrón. - Dijo Cameron finalizando su ronda de insultos y arrojando una bolsa llena sobre el mostrador de las apuestas.

Los corredores recibieron el dinero con una sonrisa amable, pero por dentro maldecían a Cameron por su mezquindad, ya que esa suma arruinaría sus planes por completo. Si nadie apostaba por Bryan, no tendrían con qué establecer nada, porque no podrían pagar cuando este perdiese. No les quedaba más remedio que cancelar su jugada, aunque su reputación sufriría bastante por esto.

Pero en ese momento la multitud de mercaderes se hizo a un lado de forma apresurada, mientras adoptaban expresiones respetuosas que no mostrarían ni siquiera ante los aristócratas. Solo había una persona capaz de hacer esto en la Cámara de Comercio, la lideresa del Gremio Mercante de Bootz, el grupo que dominaba los negocios en Itálica desde hacía tres generaciones. Phoebe apareció al frente de una cuña de personas compuestas por varios de los miembros ejecutivos de su gremio, sus consejeros legales e incluso varios guardias que siempre la acompañaban, pues desde que se había vuelto sobrenaturalmente hermosa nunca faltaban los locos que intentaban arrojarse a sus pies para gritarle palabras de amor.

La Maestra del Gremio llevaba un hermoso vestido y sujetaba en una de sus manos una máscara elaborada que últimamente llevaba cuando salía al exterior por los problemas anteriormente mencionados. La perfección de su rostro era casi dolorosa para las demás mujeres presentes, que bajaban a mirada en su presencia como si supiesen instintivamente que se encontraban ante alguien superior.

Phoebe con un vestido sensual y la máscara que oculta sus facciones

- ¡Maestra del Gremio! ¡Es un honor poder verla! - Dijo uno de los comerciantes que unos instantes atrás aplaudía cada una de las declaraciones de Cameron, acercándose a la recién llegada con sonrisa empalagosa y servil: - Justo estábamos conversando acerca del próximo enfrentamiento. ¿Quién crees usted que…? -

Pero Phoebe ni siquiera le dirigió una mirada o detuvo sus pasos, sino que caminó directamente hacia los corredores de apuestas y se detuvo frente a ellos. Los hombres se quedaron con la boca abierta, incapaces de saber si estaban viendo a una mujer mortal o una diosa descendida de las alturas. Pero lo que sucedió después los convenció de que se trataba de ambas.

Phoebe chasqueó los dedos y un grupo de esclavos llegó trayendo consigo una carreta con cuatro cofres… ¡Los cuales estaban llenos con monedas de oro a rebosar! Y no era oro normal, se notaba que las monedas acababan de ser acuñadas y eran de la mejor calidad.

- Apuesto medio millón de monedas de oro por la victoria de Bryan el Necromante. - Proclamó Phoebe con voz viva para que todos, hasta los Tribunos Civiles, escuchasen.

La Cámara de Comercio se quedó en silencio.

- ¿Medio?... ¿Dijo usted medio...?... - Balbuceo uno de los corredores.

- Si, aquí hay 500,000 monedas de oro a favor de Bryan el Necromante. ¿Tengo que repetirlo? - Respondió Phoebe con una sonrisa ufana: - ¿O acaso dudas de mi caudal económico? Si lo deseas puedes contar el dinero y darme el recibo cuando termines… -

- ¡Eso no será necesario, Señorita Phoebe! - Se apresuró a gritar el corredor de apuestas al darse cuenta de que su silencio podría interpretarse como desconfianza: - Es solo que no esperábamos… No era necesario que viniese personalmente. ¡Si nos lo hubiese ordenado habríamos ido a su residencia para recoger el dinero! También podría haber apostado usando Letras de Cambio para evitar tener que juntar tantas monedas. -

- Pero entonces quizá te faltase cambio. - Respondió Phoebe sonriendo dulcemente y el sol pareció brillar con más fuerza para todos los presentes: - Además, creo que el oro es mucho más significativo visualmente que unas firmas, por más valiosas que sean. La apuesta está establecida ahora. ¿Verdad? -

- ¡C-Con esto sí que podemos proseguir! -

- ¡Tenemos que hacer esto público! -

- ¡La gente se emocionará! -

Los corredores de apuestas vitorearon emocionados y se dirigieron a los Tribunos Civiles, que formalmente reconocieron las sumas que se estaban poniendo en juego. Cameron tenía una mueca desagradable, pues no solamente Phoebe estaba contrariando directamente sus afirmaciones sobre la segura victoria de Vlad Cerrón, sino que también le estaba haciendo perder dinero. Porque cuando apostó estaba seguro de que nadie lo haría en su contra y pensaba recuperar la suma de los corredores. Pero ahora la apuesta estaba establecida, de modo que no tendría su oro hasta que Vlad Cerrón ganase. Claro que todo estaría bien si Bryan perdía, pero en el caso de que consiguiese vencer…

Con Phoebe siendo la única que apostó una suma fuerte por la victoria de Bryan, le correspondería ganar cincuenta veces lo apostado o sea veinticinco millones.

Algunos de los comerciantes más jóvenes e ingenuos también celebraban lo ocurrido, porque creían en la victoria de Vlad Cerrón y pensaban que la Maestra del Gremio Mercante de Bootz solamente quería despilfarrar su fortuna. Ahora, gracias a ella, la apuesta estaba legalizada y podrían ganar el doble de lo que habían arriesgado. Pero otros más veteranos conocían bien el carácter prudente de Phoebe y sabían que, si ella estaba apostando tan fuerte por Bryan, significaba que el joven Necromante Archimago tenía serias posibilidades de ganar. Así que en su mente comenzaban a arrepentirse y también maldecían a Cameron por haberlos influenciado con sus palabras virulentas.

 Cameron se dio cuenta de cómo lo miraban y no pudo soportarlo más, así que se apresuró a decir de un modo bastante audible: - ¡Veo que no tiene reparos en apostar por ese advenedizo! ¡Debe ser bastante rica para desperdiciar su dinero de esa manera! -

- Buenos días, Noble Cameron. - Respondió Phoebe saludándolo como correspondía a su título, pero al mismo tiempo señalando tácitamente la falta de educación del barón por dirigirse a ella sin siquiera saludarla: - Ciertamente soy lo bastante rica para permitirme apostar. Pero no creo estar desperdiciando mi dinero. -

- ¿No lo cree? ¿De verdad piensa que está bien apostar por un recién llegado cuando en el otro extremo tenemos a un campeón? ¿Dónde está la lógica en ello? - Espetó Cameron volviéndose rojo de ira por ser cuestionado en frente de tanta gente y usando toda su fuerza de voluntad para no soltar un insulto u ordenar a sus hombres que atrapasen a Phoebe.

Después de todo, la Cámara de Comercio era prácticamente el jardín trasero del Gremio Mercante de Bootz. Ahí no tendría ningún aliado dispuesto a mirar a otro lado si decidía ignorar la ley.

- Por principio jamás apostaría un centavo de mi dinero por la victoria de un maldito desertor que escapó con la cola entre las piernas hacia la Alianza Mercante de Tiro. Y todo porque tenía demasiado miedo de mi Maestro, Cyrano Constantino. - Respondió Phoebe con una expresión de materia de hecho: - Pero además usted sabe tan bien como yo sobre las notables habilidades del Necromante Bryan, Noble Cameron. Por eso me sorprende que desapruebe mi apuesta. En fin… que tenga un buen día, Barón. -

Tras decir esto Phoebe hizo una reverencia y se retiró.

Cameron se quedó de pie con una expresión desagradable mientras sentía cómo cambiaba todo el ánimo de las personas en la Cámara de Comercio. Las palabras de Phoebe habían convertido el apostar por Bryan en algo que era casi patriótico, mientras que su recomendación de apoyar a Vlad Cerrón ahora se veía como una bajeza. Incluso si el ex caballero ganaba, quienes cobrasen el dinero serían mirados por encima del hombro por todos los demás.

Pero además había otra cosa. Phoebe había revelado que Cameron conocía las habilidades de Bryan, y aunque el rencoroso Barón solo había dicho lo que dijo para burlarse de su enemigo por despecho, los demás no sabían esto y ahora muchos comenzaban a sospechar que Cameron los había estafado a todos. Después de todo, no sería la primera vez que alguien apostaba una suma para pretender apoyar a un competidor, pero luego en secreto apostaba un monto mayor por el rival. Nada de esto era ilegal, aunque si estaba mal visto.

Por supuesto que esta no había sido la intensión de Cameron y su apuesta realmente era considerable, pero el monto que Phoebe depositó era simplemente demasiado grande y alcanzaba para cubrir a todos los demás. En sus mentes ahora la apuesta del Barón no era significativa y si acaso Bryan conseguía ganar… ese día el Barón Cameron descubriría que el número de sus enemigos se había incrementado bastante.

- ¡Maldita perra! - Masculló Cameron en un tono bajo para que nadie lo escuchase: - ¡Ya verás! ¡Voy a reírme cuando te vea llorando sobre el cadáver de tu noviecito! -

Inmediatamente se retiró a toda prisa para escapar de las miradas recelosas y se marchó hacia su mansión privada para desahogarse con una de sus amantes. Aunque antes se detuvo un momento en los templos para ofrecer una suma de dinero casi tan grande como la que acababa de apostar para suplicar a todos los dioses de la guerra que concediesen la victoria a Vlad Cerrón.

Pero los dioses decidieron no escuchar su petición.

******

Al mismo tiempo en la Academia Babilonia ocurría una discusión semejante. Alumnos y profesores no dejaban de conversar sobre las posibilidades de los combatientes e incluso llegaron al punto de desentenderse de las clases, aunque la mayoría apoyaba a Bryan de forma predeterminada por el simple hecho de haber sido un egresado de su Academia. Algunos incluso llegaron a sugerir que la Facultad Oscura debería pronunciarse de forma oficial a favor del Necromante.

Sin embargo, también existían alumnos que se oponían vehementemente a darle cualquier tipo de apoyo, real o simbólico. Y entre todos se destacaba Filipo Terencio, quien todavía conservaba una cierta influencia entre sus compañeros de curso. Aunque esta apenas se comparaba a la que tenía en un principio.

Y es que Filipo había perdido gran parte de su prestigio entre sus compañeros luego de que Bryan lo amenazase tan virulentamente en frente de todos.

En ese momento la mayoría de alumnos de la Facultad Oscura se encontraban reunidos en el comedor, terminando sus almuerzos tranquilamente, porque ya no tenían ninguna clase pendiente ese mismo día. Lo usual sería que en pocos minutos se retirasen a sus dormitorios. Pero entonces les llegó la noticia y todos prefirieron quedarse a conversar sobre el asunto. Entonces surgió la propuesta de mostrar apoyo oficial y Filipo Terencio inició la discusión que muy pronto se convirtió en una diatriba en toda regla.

 - ¡Ya es bastante humillante que la Academia haya aceptado educar a un asqueroso liberto! ¡¿Y ahora encima tenemos que hacerlo público?! - Vociferaba Filipo: - ¿Cómo podremos mostrar nuestra cara en público? -

- ¿No te parece que exageras, Filipo? -

- Es verdad, además es un Archimago… ¡El más joven de la historia! -

- Cierto, cierto. -

 Filipo casi soltó una maldición en ese momento. Tiempo atrás nadie se atrevía a cuestionarlo, pero ahora tenía que argumentar si quería salirse con la suya.

- Por eso les digo que tenemos que protestar. - Continuó Filipo: - Nuestra reputación sufrirá si la gente se entera de que un liberto estudió con nosotros. Además… ¿Qué tiene de extraordinario que sea un Archimago? Digo, si fuese de una auténtica rama de la magia lo aplaudiría. ¡Pero la Necromancia! ¡Esa magia inútil es solamente para personas inferiores! ¡No es extraño que lo consiguiese! -

- ¡Cállate Filipo! - Gritó Athena enojada: - ¡Ahora hablas así! ¡Pero antes te morías de miedo en frente de Bryan el Necromante? ¡¿O vas a negarlo?! -

Las cosas habían mejorado para la Escuela Necromántica desde que el Decano Deo comenzó a hacer su trabajo y la Maestra Fanny continuó dando sus interesantes conferencias de magia. Ahora incluso entrenaban junto con los alumnos de la Facultad Oscura. Pero si bien ya no eran insultados abiertamente, era evidente que los seguían considerando como una rama de la magia inferior, aunque nadie lo dijese en voz alta.

Filipo miró a Athena con la cara enrojecida por la ira y estaba a punto de abrir la boca para soltar una nueva ronda de ataques. Pero en ese momento el mar de túnicas se hizo a un lado y la Maestra Fanny hizo acto de presencia. La líder de la Escuela Necromántica se veía tan impactantemente hermosa que todos en el comedor se quedaron en silencio.

- ¡Alumnos! - Declaró Fanny muy seria: - Uno de los nuestros va a luchar en el Gran Anfiteatro Imperial. ¡Uno de los nuestros va poner su vida en peligro! Así que todos vamos a asistir. Ya hice las reservaciones y tengo permiso de la rectora. -

Luego, sin esperar respuesta, se dirigió directamente hacia Lisa, quien durante todo este tiempo la había estado evitando desde que se enteró de su relación con Bryan, fingiendo que se concentraba en sus estudios o libros de texto y así evitaba sostener el contacto visual con la profesora. Pero esta vez la joven bruja no desvió la mirada y esperó hasta que la Maestra Fanny se detuvo frente a ella. Por un instante todos creyeron ver la sombra de algo entre las dos y una tensión casi palpable se podía sentir a su alrededor.

- ¿Vendrás? - Preguntó en voz baja la Maestra mirándola directamente, sin sonreír, pero tampoco enojada. Luego añadió: - ¿O seguirás escondida como una niña? -

Lisa se dio cuenta de que la Maestra Fanny estaba enseñándole incluso en esos momentos. Ya habían pasado meses y no tenía permitido seguir actuando como una niña desconsolada. Tampoco quería hacerlo, aunque pudiese, porque se lo debía a su familia fallecida. Lisa tenía muy claro que su deber era salir adelante.

Y también se lo debía a Bryan. Porque, aunque le había roto el corazón, él la salvó de la esclavitud y encima la ayudó a vengarse. ¡No era justo que lo odiase de esa manera! Ella lo sabía, pero había necesitado que la Maestra Fanny la encarase de ese modo para finalmente tomar una decisión.

Con razón le gusta...” Pensó Lisa suspirando: “¡Pero aun así no pienso perder!

- Iré. - Respondió Lisa con un tono desafiante y luego añadió sonriendo: - No me estoy escondiendo, solo recupero fuerzas. ¡Voy a quitártelo al final, Maestra Fanny! -

- Ja, inténtalo si quieres. Acepto tu reto, chiquilla. - Dijo la Maestra Fanny devolviéndole la sonrisa y luego agregó muy seria: - Pero eso es en lo privado. Ahora tenemos un deber que cumplir. - Luego volvió a dirigirse a los estudiantes que la miraban confundidos. - ¡Vamos estudiantes! ¡Hagan sus preparativos! -

- Espere, profesora… Fanny. - Interrumpió Filipo: - Incluso si los necromantes son una escuela aparte, siguen siendo parte de la Facultad de Magia Oscura. Nuestra reputación entera se verá afectada si apoyamos a ese liberto y luego este pierde… -

- Filipo Terencio ¿Cuándo te hiciste tan poderoso como para atreverte a decirme lo que puedo o no puedo hacer? - Lo interrumpió Fanny fríamente: - ¿Ahora quieres enseñarle a una Maestra cómo hacer las cosas? -

- Y… yo… No, yo… - Balbuceó Filipo impactado.

La Maestra Fanny lo estaba mirando con auténtico desagrado. Que una mujer tan hermosa le demostrase su aversión de ese modo era mortal para el orgullo de cualquier hombre.

La mirada despiadada de la Mestra Fanny

- Hemos soportado tu insolencia por demasiado tiempo. - Continuó la Maestra Fanny mirando a todos los reunidos: - Pero eso se acabó. No pienso permitir que nadie se burle de nuestra escuela ni de ninguno de mis estudiantes.

Además, quiero dejar en claro algo. ¡Y dejárselos claro a todos!

Los Necromantes somos los heraldos de la mismísima muerte. ¡Y la muerte es inmisericorde! Así que no vamos a ver ningún enfrentamiento… ¡Lo que haremos es ser testigos de cómo Bryan el Necromante barre el piso con ese Vlad Cerrón! -

Tras decir esto la Maestra Fanny se dio media vuelta y abandonó el comedor, seguida por los alumnos de la Escuela Necromántica que ahora tenían expresiones llenas de un renovado orgullo, como jamás habían experimentado hasta entonces.

Mientras tanto el resto de estudiantes de Magia Oscura se miraron unos a otros y entonces una gran cantidad decidió seguirlos al Gran Anfiteatro Imperial

Filipo se quedó tan solo con algunos estudiantes que al igual que él rumiaban su descontento inútilmente.

******

Finalmente llegó el día prometido. Desde muy temprano las multitudes de personas se aglomeraron en el gigantesco Gran Anfiteatro Imperial y la guarda de la ciudad tuvo que movilizar un pelotón entero para mantener el orden. De modo que a primera hora 50,000 personas llenaban las gradas y hacían estremecer todo el edificio con sus aplausos emocionados. Un ejército de esclavos se dedicaba a repartir agua y pan a la emocionada multitud que aplaudía gritando por sangre.

En una cámara secreta, Vlad Cerrón estaba rodeado de sus asistentes que lo ayudaban a vestir la carísima armadura de cuerpo completo que el Segundo Príncipe le había conseguido como parte de su nueva “colaboración”.

- ¿Todo estará bien? - Preguntó Antonio que observaba como el ex caballero se preparaba.

- Lo estará. - Respondió Vlad Cerrón con un suspiro: - Pero sólo si te callas y me dejas concentrarme. -

Antonio era un príncipe imperial y siempre lo trataban con el mayor de los respetos. Inmediatamente quiso quejarse, pero se tuvo que morder la lengua. En ese momento estaba en serios problemas: Su tío Tiberio estaba cada vez más desencantado con él y su plan de controlar un ejército de Quimeras Artificiales había muerto con Soros el Bestiario.  Solamente si conseguía poner a este cuasi Supremo de su lado tendría una carta importante que oponer a sus enemigos, sobre todo a sus hermanos que también aspiraban al trono.

- ¿Entonces no tendrás ningún problema? - Insistió prácticamente masticando las palabras por contener la ira.

- ¿Sabes que te quejas como una mujer histérica? - Se burló Vlad Cerrón levantándose al sentir que su armadura estaba bien sujeta y colocándose su casco: - Ya deja de preocuparte. Dentro de un par de horas ese tal Bryan estará muerto y podremos disfrutar juntos de las lágrimas de Phoebe Bootz. Así que guarda silencio. ¿Por qué no vas a tu palco a observar el espectáculo? Disfruta un poco con la seguridad que YO te estoy proporcionando. -

Y tras decir esto marchó a la Arena de Combate dejando atrás a un Príncipe Antonio que sólo podía temblar en silencio por la humillación.

******

Bryan abrió los ojos.

Desde el día anterior había llegado al Anfiteatro y a propósito pidió una habitación bastante sencilla. Los oficiales no entendían por qué les pidió usar este lugar en vez de las cámaras de lujo que normalmente se reservaban para los competidores más importantes. Ellos no sabían que Bryan ahora tenía una comprensión bastante buena de la arquitectura del edificio, gracias a sus últimas aventuras. Tampoco se dieron cuenta de que ese lugar se encontraba justo encima de las celdas de los condenados a muerte. De ese modo, gracias al conjuro Deimos, el Desgarrador Sombrío había estado absorbiendo toda esa energía fruto del dolor, la furia y la desesperación acumulada por largo tiempo.

- Es el momento. - Susurró Bryan levantándose.

- Excelente. - Dijo una voz detrás suyo.

Bryan se dio la vuelta sonriendo porque sabía que era la voz de Emily.

El sensual vestido de Emily

En efecto, la hermosa Archimaga Oscura estaba ahí, vestida de un modo espectacularmente sensual y sonriéndole como solo ella podía hacer.

- ¿Qué haces aquí? -

- Vine a ver tu combate con mi suegro. - Explicó Emily acercándose: - Pero me escabullí para venir a ayudarte con tu armadura. -

- Muchas gracias querida. - Dijo Bryan levantándose para abrazarla.

Ambos se besaron apasionadamente, fue un momento muy tierno en el que sintió claramente lo mucho que Emily lo amaba, su preocupación por su bienestar, pero al mismo tiempo su resolución de no interponerse en su camino y apoyarlo.

Bryan se sentía muy agradecido y se lo transmitió en sus caricias. Luego se sentó mientras que Emily lo ayudaba a colocarse cada pieza de la armadura de Mithril ennegrecido que el Manto Oscuro le había dado. Emily besaba cada placa antes de sujetarla e incluso susurraba una oración a los dioses de la guerra, para que le dieran buena fortuna en la batalla.

Finalmente sacó un pañuelo que ocultaba en el escote de su vestido. Se trataba de un trabajo muy fino, tejido en seda y bordado con hilos de oro que representaba el símbolo de la casa Asturias.

- Lo hice personalmente. - Explicó Emily mientras lo amarraba con cuidado en su antebrazo derecho, oculto bajo la placa de armadura, donde nadie podría ver que lo llevaba: - Es para que te traiga buena fortuna. -

- Gracias, me encanta. - Respondió Bryan besando a Emily gracias a que el casco que llevaba era uno sin visera, pero entonces se fijó en que el vestido rojo que llevaba su amante tenía la espalda descubierta y no pudo evitar fruncir el ceño ligeramente preocupado.

- Eh… querida… No quiero sonar posesivo, pero me preocupa un poco… - Comenzó a decir Bryan, aunque luego suspiró: - Lo diré directamente: Me muero de celos al pensar que otros hombres estarán viendo tu espalda. Tal vez incluso mate a alguno si llegan a… -

- Jajaja, me gusta saber que sientes celos. Así sabrás un poco cómo me duele cuando tú estás con otras mujeres. - Se burló Emily por un segundo, pero luego sonrió de un modo tranquilizador: - No te preocupes, solamente dejo que tú me veas así. En cuanto salga me pondré una túnica y un velo. -

- Ya veo. - Dijo Bryan respirando aliviado.

- Estás listo. - Declaró Emily retrocediendo unos pasos y examinando a Bryan: - Te vez muy bien con esta armadura. Quizá deberías pedirle a Cándido que te la regale. -

- Tal vez lo haga. - Sonrió Bryan y en ese momento sonaron las trompetas preventivas que anunciaban el combate, así que la miró seriamente: - Tengo que irme. -

- Ve ahora y vuelve a mi lado con seguridad. - Dijo Emily inclinándose: - Que los dioses de la guerra estén de tu lado. -

Bryan asintió y abandonó la habitación.

Estaba caminando por los pasadizos que llevaban a la Arena de Combate, cuando una figura misteriosa que llevaba una capa con capucha le salió al paso. Se suponía que en ese lugar no debería haber nadie y por un instante pensó que podría ser un asesino enviado por Antonio, Tiberio Claudio o Vlad Cerrón; pero entonces sus sentidos desarrollados percibieron un aroma que reconoció.

- Phoebe - Dijo Bryan alegremente.

La Maestra del Gremio mercante de Bootz se quitó la capucha y la máscara con que cubría sus facciones. Inmediatamente después saltó a sus brazos para darle un beso.

- ¿Cómo supiste que era yo? - Preguntó curiosa.

- Reconocí el olor del jabón que usas. - Respondió Bryan: - Pero ¿cómo conseguiste entrar aquí? Se supone que está prohibido. -

- Le pagué a los guardias. - Contestó Phoebe sonrojándose intensamente al oír que Bryan podía recordar el olor de su cuerpo, pero no dijo nada al respecto y más bien lo miró seriamente antes de decirle: - Sé que nunca das puntada sin hilo, por eso asumo que no estás arriesgándote así por nada. Pero tengo que preguntarte, Bryan. Vlad Cerrón no es un oponente simple. ¿Por qué lo enfrentas?  -

- El emperador lo demanda, es necesario para iniciar mi carrera en la nobleza y porque es un enemigo del estado. - Respondió Bryan, aunque luego añadió: - Claro que todas esas son razones secundarias. - Entonces se acercó para sujetar la barbilla de Phoebe suavemente con sus dedos y atraer su rostro al suyo: - El principal motivo es que esa sabandija pretende lastimar a alguien que yo quiero demasiado, así que tengo que matarlo sin importar lo que me cueste. -

Phoebe lo miró sin comprender por un segundo, pero después adivinó muchas cosas por el comentario de Bryan. Sin embargo, todas sus dudas pasaron a un segundo plano cuando se dio cuenta de la intensidad de la mirada de su amado y antes de darse cuenta estaba completamente embelesada con sus ojos negros. Entonces Bryan cerro sus labios con los suyos y el mundo pareció dar vueltas.

- Entiendo, pelea cuanto quieras. - Dijo Phoebe con los ojos desenfocados y las mejillas coloradas: - Toma esto, yo lo bordé para ti. -

Y le entregó un pañuelo de encaje hecho con ganchillo e hilos de lana extremadamente finos, que sacó de un bolsillo oculto a la altura de sus caderas.

Antes de que Bryan pudiese hacer algo más, Phoebe lo amarró debajo de su armadura, por fortuna en el brazo izquierdo y lo acarició diciendo: - No tejía desde hace mucho y no tuve suficiente tiempo, pero quería hacerlo para ti. Esta prenda mía te traerá fortuna. ¡Que los dioses de la guerra te guarden en tus batallas! -

- Gracias querida. - Le dijo Bryan.

Pero en ese momento se dio cuenta de que había algo extraño en la sonrisa de Phoebe. Fue tan solo un instante, pero le pareció detectar un destello de frialdad en su mirada.

- ¿Pasó algo? -

- Nada. ¿Por qué lo preguntas? - Preguntó Phoebe mirándolo dulcemente y abrazándolo con mucha fuerza, mientras respiraba profundamente. Luego lo soltó para despedirse diciéndole risueña: - Ve, querido. ¡Consigue la cabeza de tu presa! ¡Estaré animándote junto con el abuelo Andrés! -

Bryan asintió y avanzó hacia la salida que se veía increíblemente brillante con la luz del sol.

- ¡Por la puerta Este ahora ingresa Bryan el Necromante, Ejecutor Imperial y el más joven en el Imperio Itálico que ha alcanzado el grado de Archimago! - Anunció una voz amplificada por medios mágicos.

Se abrió la rejilla y Bryan salió al exterior parpadeando por la luz del sol. En frente suyo podía ver las gradas llenas con miles de personas que aplaudían siguiendo cada uno de sus movimientos. Por un instante se sintió como un dios de la tormenta y disfruto de la sensación. Entonces Bryan escuchó el sonido de voces familiares detrás suyo, de modo que se volvió y descubrió que en aquellas gradas se encontraban todos los alumnos de la Escuela Necromántica que estaban animándolo.

Amy, Athena e incluso Bach y hasta la molesta Bella estaban aplaudiendo. Lisa se destacaba por su cabellera dorada que ondeaba al viento y lo miraba con una expresión en donde combatían tanto la pena como la admiración. Finalmente, en el palco principal se encontraban sentados el Maestro Gene y una mujer cubierta por un velo que apenas retiró un instante para dejar ver el color de sus ojos por una rendija.

Fanny le sonrió como si supiese que él podía verla. Entonces, en el momento preciso, arrojó un pañuelo blanco al viento, el cual voló directamente hacia sus manos. Se trataba de una tela hecha con algodón al que se le había agregado un hermoso bordado estrellado y también perfume femenino, uno que reconocía muy bien, porque era el aroma que la Maestra colocaba sobre su propio cuerpo todos los días mientras se bañaba y era su olor característico. También tenía un pequeño encantamiento que lo ayudó a volar directamente hacia sus manos.

Bryan tomó el pañuelo en el aire tan rápido que casi nadie lo notó e inmediatamente lo guardó cerca del cuello, debajo de su peto. Luego alzó el puño en una señal de victoria hacia sus compañeros, quienes aplaudieron con más emoción.

Pero en ese momento recordó algo y sintió que los antebrazos le quemaban. ¡Emily, Phoebe y Fanny estaban reunidas en el mismo lugar! El Gran Anfiteatro Imperial era colosal, pero no era imposible que se encontrasen. Además, como todas ellas habían consumido el elixir de Juventud, también conocían sus efectos. ¡¿Y si se reconocían?!

Bryan tragó saliva, quizá el combate a muerte de ese día no sería lo más peligroso que tendría que experimentar en esta jornada.

Nota del Traductor

Hola amigos, soy acabcor de Perú, es miércoles 19 de abril, lo que significa que mi cumpleaños será la próxima semana, el sábado 29. No les diré cuantos cumplo porque me deprime. Eso solamente les dará una idea sobre mi edad.

Bueno este capítulo se dividió en varias secciones y se modificaron por completo todos los hechos de la novela original para darle más realismo a todo. También quería que nos hiciésemos una idea de qué están haciendo el resto de personajes.

La primera parte fue la más complicada y humorística, pues es Bryan negociando con Cándido para llevar a cabo el duelo y recibiendo un nuevo equipo. También Emily se luce como mujer de la aristocracia, demostrando ese lado tan épico de las damas del pasado, que debían administrar todos los dominios en ausencia de sus maridos cuando estos estaban años en las guerras, sobre todo contra países lejanos. Porque, por si las dudas, en la Edad Media había muchas reinas guerreras e incluso combatientes entre las mujeres aristócratas. Era una cuestión de necesidad. Tenían que serlo. De hecho, las mujeres tenían muchos derechos, sobre todo en la Iglesia Católica, donde las Abadesas podían terminar gobernando territorios increíblemente extensos que superaban a algunos países, tanto en riqueza como en población.

La situación de las mujeres cambió para peor realmente en la Edad Moderna con el Renacimiento Italiano, donde no solamente se llevaron a cabo todas esas quemas de brujas que generalmente las películas quieren hacernos pensar que sucedieron antes, sino que además se adoptó el derecho Romano en muchos países como base para todas las leyes. Este derecho es genial en muchos aspectos, por su maestría lógica, pero es bastante patriarcal y no les da derechos a las mujeres, ese es uno de sus defectos.

La esclavitud es el otro.

Emily pues reacciona como una aristócrata que sabe que debe apoyar a su esposo para darle las mayores posibilidades de vencer. Y Bryan le corresponde, porque ese gesto de no querer “usarla” es una muestra de su madurez, fruto del desarrollo en el capítulo anterior, donde comenzó a resolver traumas pendientes que tenía con su madre.

Phoebe en cambio es un poco diferente. Su forma de amor es más agresiva y por eso quería ponerla apostando de ese modo, defendiendo a Bryan con sus actos públicos y sus demostraciones de confianza. La forma en la que voltea la opinión de todos en la cámara de comercio nos demuestra que entiende a Bryan incluso si este no le comparte sus planes.

Ahora bien, la parte de Fanny está ahí para demostrarnos un nuevo lado suyo: El despiadado. La forma en la que habla no solamente nos demuestra su carácter, sino su poder. Recuerden que no solamente ha rejuvenecido por el Elixir, sino que además trabajó con Bryan muchas de las teorías basadas en la información del Cementerio de la Muerte. No es extraño que sus propios poderes se hayan incrementado.

Finalmente quería un encuentro tragicómico de las 3 mujeres con Bryan. Todas ellas le entregan un pañuelo hecho a mano, que era una costumbre de los Caballeros de la Edad Moderna, como amuleto de buena suerte antes de partir a una justa o competencia de lanzas. Para entonces la caballería estaba en decadencia y se había reducido a ser meros espectáculos que el pueblo disfrutaba y tenían muchos rituales de galantería con las mujeres. Me pareció apropiado.

Pero déjame saber tu opinión en los comentarios: ¿Cuál fue tu parte favorita? ¿Te gustó la escena con Cándido? ¿Qué opinas de la forma en que Emily reaccionó a esto? ¿Te divertiste con la apuesta y el fracaso de Cameron? ¿Qué tal se sintió la amenaza de Fanny y su relación con Lisa? ¿Te divirtió el final? Cuéntame tus impresiones.

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¡Nos vemos en el siguiente capítulo!