274 Los Planos robados (+18)

Este capítulo tiene contenido de naturaleza erótica que puede no ser del agrado de todos los lectores. Se recomienda discreción.

Las Mil Cavernas del Monte Ordaz eran la sede principal del Manto Oscuro y el primer destino de Bryan en aquel día. Inmediatamente solicitó una audiencia con el Maestro Cándido, pero tuvo que esperar casi dos horas y media antes de que finalmente le anunciasen que sería recibido en su despacho.

Cuando finalmente ingresó, encontró que el Gran Mago estaba con un humor extraño.

- ¡Aburrido! -

Cándido estaba sentado en un sofá. Enfrente suyo, sobre una mesa, había una pila de documentos bien ordenada. De repente lo vio tomar uno, ojearlo rápidamente, para después arrojarlo contra la pared de su despacho mientras soltaba un bufido.

- ¡Estupideces! -

Por cierto, que varios de estos documentos estaban esparcidos por el suelo, prueba de que hacía mucho que llevaba haciendo esto.

- ¿Mi señor Cándido? -

- Dime. - Respondió el Gran Mago sin mirarlo.

- ¿Sucede algo? -

- Estoy bastante aburrido y esos estúpidos guardias imperiales me siguen mandando informes inútiles de supuestos actos de espionaje, que en realidad no sirven para nada. Pero como tienen el sello imperial sí o sí tengo que darles un vistazo y ni siquiera puedo derivárselo a un secretario. ¡Qué pérdida de tiempo! -

Bryan avanzó unos pasos dudando y recogió uno de los informes, luego miró a Cándido y este asintió dando su consentimiento, así que leyó el contenido.

- Aquí dice que un misterioso grupo guerrillero está planeando un ataque sorpresa en la ciudad de Zajoski. -

- ¿Ves? ¡Aburrido! -

- No comprendo. - Dijo Bryan mirándolo extrañado: - ¿No esta información bastante importante? -

- Por supuesto que no. -

- ¡Pero dice que dos soldados sacrificaron su vida para conseguirla! -

Cándido estaba arrojando pergaminos

- ¡Pues no tendrían que haberlo hecho, porque es una información completamente inútil! - Exclamó Cándido irritado y como vio que Bryan seguía mirándolo sin comprender, decidió añadir: - “Un misterioso grupo guerrillero planeando un ataque” … ¡¿No es eso lo que TODOS los grupos guerrilleros hacen?! ¡Es su versión de un almuerzo en la taberna! ¡Una información tan genérica no me sirve de nada, porque hay como cien grupos guerrilleros diferentes desperdigados por ahí planeando ataques que en muy pocas ocasiones deciden realmente llevar a cabo! -

- Ya veo… si la información no es específica entonces no sirve. -

- Pero me alegra que estés aquí. - Dijo Cándido levantándose del sofá: - Quizá puedas sacarme de este insufrible aburrimiento. A ver, pues. ¿Para qué has venido? -

- Vengo de Lumbardéa. - Comenzó a explicar Bryan: - El Prefecto Voreno de la decimonovena legión ha reportado que… -

- Oh, los planos robados. - Lo interrumpió Cándido: - No es problema, ya puse a unos agentes excelentes a cargo de recuperarlos cuando los ladrones intenten atravesar la frontera y deberían tenerlos dentro de un par de meses a más tardar. -

- El Prefecto Voreno de la Legión 19 me ha pedido que los recupere en menos de una semana. De otro modo el escándalo hará que lo degraden. -

- Eso es bastante curioso. -

- Su carrera está en juego. - Insistió Bryan: - Tiene sentido que desee salvarla. -

- No me refiero a Voreno, sino a ti. - Explicó Cándido sonriendo astutamente: - ¿Por qué tienes un interés repentino en la carrera de ese Prefecto? -

- Es uno de los hombres de Lawrence en el ejército y… -

- ¡Bryan! - Lo interrumpió Cándido mirándolo con severidad: - ¿Qué crees que haces? ¿No te dejé claro que el Manto Oscuro no puede intervenir en la lucha por la sucesión? Una cosa es que lo apoyes a cuenta personal, usando tu identidad pública, pero otra muy distinta es que uses nuestros recursos para asegurar su triunfo. -

Bryan se quedó sin palabras durante unos segundos por la impresión, pero su mente sobrehumana rápidamente encontró una serie de argumentos: - Usted en persona me pidio que fuese su guardaespaldas. -

 - Es diferente. ¡El Emperador lo ordenó! -

- Pero no deja de ser cierto que lo más sencillo para la competencia por el trono sería que uno de los príncipes lo asesinase. Eso significa que el propio soberano está apoyando a Lawrence y deberíamos asumir que sus órdenes son ayudarlo. -

- A nosotros no nos corresponde decidir eso. - Objetó Cándido: - Sólo el soberano puede decidir a quién se ayuda y por qué… -

- Puede hacerlo tácitamente, aunque no pronuncie la orden. - Respondió Bryan: - Estar listos para cumplir los deseos de nuestro soberano también es nuestro deber como vasallos. Además, el Manto Oscuro ya ha decido actuar para recuperar el plano robado, de modo que no estoy pidiendo una desviación o alteración de los objetivos de la orden… ¡Solo pido que me ayuden a recuperarlos más rápido! -

Cándido lo miró durante un largo minuto antes de asentir: - Bueno, técnicamente fue Tiberio Claudio quien comenzó a romper las reglas cuando tomó partido por uno de los príncipes y comenzó a atacar. ¡De acuerdo! Por lo menos te señalaré la dirección correcta. Ahora mira esto, te enseñaré como localizar a los ladrones ocultos. -

Cándido condujo a Bryan hasta una gran mesa sobre la cual había un mapa increíblemente detallado de la ciudad de Itálica que estaba tallado en la propia madera. Ahí estaban minuciosamente registradas las ubicaciones de las casas, palacios, calles, avenidas principales, plazas, fuentes públicas, mercados y hasta la ubicación de los drenajes. En su superficie se habían clavado varias agujas en vertical, cada una de las cuales parecía estar codificada con un número y además tenían hilos que partían de su centro hacia otras ubicaciones, como si quisiesen señalar un área.

- Elige un número. - Le pidió Cándido sonriendo.

Bryan tenía curiosidad, pero decidió abstenerse de preguntar por el momento y señaló una: - Esa, la número 65. -

- En ese gabinete debería estar. - Dijo Cándido señalando un armario lleno de cajones, los cuales estaban numerados.

Bryan se acercó y abrió el número 65, donde había una serie de documentos que comenzó a leer. Sin embargo, pronto frunció el ceño, porque simplemente describían a una persona llamada Alberto Doliente, que era panadero en el mercado Este de Itálica. Todo el cajón estaba lleno de testimonios donde los espías relataban cómo Alberto se dedicaba a jugar por las noches a los dados o engañar a su esposa con la asistente de un carnicero. Nada más que actividades cotidianas, aunque algo curiosas.

- No entiendo esto. - Confesó Bryan finalmente: - Aquí no hay nada sospechoso. -

- Exactamente. - Dijo Cándido: - Mira el mapa de esta ciudad. ¿No es inmensa? Aquí viven más de un millón de personas, Bryan. Itálica es, como todas las capitales del mundo, algo que se parece mucho a la desembocadura de un río: Un lugar donde llega todo lo bueno, pero también todo lo malo de nuestra sociedad. -

Bryan asintió para dar a entender que había comprendido.

- Si buscas a alguien sospechoso en Itálica lo que descubrirás es un gran pozo de criminales, espías y vagabundos que irresistiblemente terminan arrastrados aquí. Ponerte a seguir cualquier actividad potencialmente delictiva para intentar encontrar a los ladrones es una pérdida de tiempo, porque lo más seguro es que termines extraviado durante años en un laberinto de porquería humana que nunca se acaba realmente. -

Itálica es un gran pozo de criminales, espías y vagabundos que irresistiblemente terminan arrastrados aquí

Cándido le explicó esto mirándolo seriamente y Bryan abrió los ojos prestando mucha atención, porque sentía que lo que estaba a punto de aprender le serviría para toda la vida.

- Para encontrar lo que buscas en esta ciudad muchas veces no es cuestión de saber “quién lo hizo”, sino “Quién lo sabe”. El panadero que viste no es nadie importante para la política, el ejército o los templos… ¡Pero es famoso por ser una persona increíblemente social que se lleva bien con todo el mundo y todos lo conocen desde que nació! Vive en la misma casa, en la misma calles y habla con la misma gente. Siempre lo hace.

La aguja representa su domicilio y los hilos representan la panadería, el burdel y la casa de apuestas donde juega. En otras palabras, el área donde suele habitar.

Ahora bien, si esta persona repentinamente desaparece sin avisarle a nadie… Es que algo sucede y tengo que saberlo. -

Cándido comenzó a sacar documentos metódicamente y explicó sus identidades a Bryan.

- Este viejo trabaja en la Biblioteca Imperial copiando pergaminos desde hace más de cuarenta años, no habla mucho, pero tiene un oído aterrador y siempre se entera de las cosas. De modo que, si repentinamente decide cambiar de trabajo… es porque algo sucede y tengo que saberlo.

Esta anciana es costurera, solterona y una legendaria chismosa. Si un día comienza a dejar de hablar en las reuniones con sus amigas… es porque algo sucede y tengo que saberlo.

Esta estudiante de tu Academia Babilonia suele viajar para ver a sus padres que viven en una de las provincias colindantes y lo hace siempre, cada fin de semana. Es inteligente, tímida y ama excesivamente a su mascota. Por eso, si un día sale de viaje sin dejar a su perro con la amiga que siempre lo cuida… es porque algo sucede y tengo que saberlo.

Ninguno de ellos son criminales o personas peligrosas. Fueron elegidos porque tienen la capacidad de enterarse de las cosas, muchas veces de forma involuntaria. Ellos no saben que los vigilamos ni lo sabrán nunca. Estas personas son “marcadores” y si alguno de ellos comienza a actuar o moverse de forma extraña yo sabré que algo extraño sucede dentro de su entorno. Igual que ratas abandonando un barco que se hunde. -

Bryan abrió los ojos con asombro y observó las agujas que representaban a las “ratas” de Cándido, miles de personas estratégicamente seleccionadas que cubrían toda la ciudad. ¿Cuánto tiempo se habría tardado en identificar y seleccionar a cada una? ¿Cuánto esfuerzo meticuloso tuvo que invertir Cándido en estudiar a cada uno de ellos? ¡Ahora entendía un poco mejor todo lo que implicaba ser el Gran Maestre del Manto Oscuro especializado en contraespionaje!

- ¡Impresionante! - Admitió Bryan finalmente: - ¿Y tiene agentes vigilando a cada uno? -

- No, eso consumiría demasiados recursos. - Respondió Cándido riendo de buena gana, como un artista que rara vez tiene oportunidad de que aprecien su trabajo: - Tengo una red de vagabundos y mendigos, a quienes pago para que vigilen a esas personas. -

- ¿No es peligroso? ¿Qué pasa si les revelan la información a otros? -

- Eso no me preocupa porque ni siquiera ellos saben interpretarla. - Respondió el Gran Mago encogiéndose de hombros: - Después de todo las pistas serán siempre cosas aparentemente simples: Una frase fuera de lugar en una conversación, un repentino viaje a la provincia o el rompimiento de una pareja de enamorados. ¿Crees que el emperador de Kasi podría hacer mucho por esa información? Además, no tengo a todos mis vagabundos vigilando a la misma “rata” ni uso a un solo grupo, sino a varios, muchos de los cuales no se conocen entre sí.

Y por encima de todo, no mando a las tropas por el movimiento de una sola “rata”, sino que tan solo investigo levemente. Pero dos “ratas” moviéndose de forma extraña si es una señal de potencial peligro y tres “ratas” … Bueno, es en ese momento cuando hay que tener mucho cuidado. -

- ¡Ya entiendo! - Respondió Bryan asintiendo con profundo respeto: - ¿Y alguna de las “ratas” nos revela algo? -

- Justo aquí. - Respondió Cándido sonriendo astutamente: - El panadero Alberto estuvo discutiendo largo tiempo con su esposa, pero luego no visitó el burdel que visita regularmente. Ahora, eso por sí solo no revelaría nada, pero la anciana chismosa ha estado llegando tarde al té de la tarde con sus amigas y un carnicero que siempre almuerza en el mismo sitio repentinamente cambió de taberna. Todas esas personas cubren un área bastante grande, pero los tres solamente convergen o tienen en común un solo lugar…. -

-  El Gran Mercado Este. - Completó Bryan.

- Si hay algo que valga la pena descubrir, se oculta ahí. -  Confirmó Cándido: - Pero tendrás que encontrarlo por tu cuenta. Indicarte el camino es todo lo que el Manto Oscuro puede hacer sin violar nuestra neutralidad. -

- Lo haré, mi señor. - Contestó Bryan asintiendo.

*****

El Emperador Avarus hizo honor a su nombre y construyó lo que actualmente era el Palacio Imperial, lleno de mármoles y techos decorados con tejados de oro y plata. Pero era bien consciente de que se había excedido con sus lujos, provocando que el pueblo lo viese con malos ojos, así que decidió hacer una obra pública para congraciarse con ellos.

¡Y vaya que lo consiguió!

Para poder construir su palacio fue necesario excavar la ladera de una loma cercana, que luego amenazaba con derrumbarse en caso de sismo. El emperador decidió cazar dos linces en el mismo bosque y ordenó la construcción de un mercado de planta semicircular que tenía tres niveles diferentes, los cuales se apoyaban contra la parte excavada de la montaña, estabilizándola por completo.

El Mercado de Avarus, conocido más popularmente como el Mercado Este, estaba lleno de al menos ciento cincuenta tiendas que comerciaban con aceite, vino, pescados, mariscos, frutas, verduras y otros alimentos. Los niveles superiores del mercado albergaban oficinas y una biblioteca. Finalmente había un nivel inferior que servía como una serie de enormes almacenes para guardar los productos perecibles.

Mercado Este

Este era el destino de Bryan.

Generalmente el Mercado Este estaba lleno de multitudes de personas que entraban y salían con productos, así que para evitarlos Bryan se aseguró de acercarse durante la noche con la esperanza de encontrarlo vacío, pero a pesar de todo descubrió que había muchos trabajadores llevando o preparando diversas cosas a la luz de antorchas.

Para mantener el orden, la guardia de la ciudad mantenía un destacamento de cincuenta legionarios urbanos, dedicados exclusivamente a proteger este importante lugar. Sin embargo, a esas horas era poco probable que ocurriese un incidente mayor y quizá por eso los legionarios montaban guardia tranquilamente en las puertas. Uno de ellos incluso se permitió silbar una canción mientras observaba pasar a las personas en el exterior o contemplaba la luz de las farolas a lo lejos.

Al principio Bryan tenía la intención de infiltrarse en silencio, pero justo acababa de terminar su instrucción militar y tenía muy fresca en su memoria la importancia de la disciplina. De modo que al ver a los legionarios tan relajados no pudo soportarlo y avanzó directamente hacia ellos, luciendo en el pecho de su túnica el emblema que lo identificaba como Centurión.

- ¡Soldados! - Bramó inmediatamente con un tono autoritario: - ¡Están de guardia, imbéciles! ¡¿Qué mierda es eso de estar silbando como si fuesen basura civil?! ¡Quiero que se pongan en atención ahora mismo! -

Inmediatamente los legionarios se pararon rectos como postes mientras golpeaban sus talones con fuerza. No habían tenido tiempo de ver claramente a la persona que les hablaba o reconocer la insignia que llevaba. Pero no lo necesitaron, porque tan solo el tono de la voz y postura de Bryan fueron suficientes para que comprendiesen que estaban frente un superior del ejército.

- ¡¿Quién es su superior?! -

- ¡El Decurión Astolfo, mi Centurión! -

- ¡Ve a llamarlo! -

Uno de los guardias salió corriendo de inmediato a traer al superior mientras su compañero, que fue un poco más lento, tuvo que quedarse sufriendo la mirada severa de Bryan, que parecía la de un auténtico demonio sanguinario, mientras maldecía su mala suerte.

Al poco tiempo llegó un soldado con una armadura un poco más elegante con un emblema pintado que lo identificaba como decurión.

- ¡Mi Centurión, el Decurión Astolfo se presenta para servirle! -

- ¿Y así piensas servir al Imperio? - Repuso Bryan mirándolos con desprecio: - Sus armas están en mal estado, las armaduras sucias… ¡Hay prostitutas que tienen mejor pinta de soldados que ustedes! -

- ¡Sí, mi Centurión! ¡No hay excusas, mi Centurión! - Respondió el pobre Decurión.

De hecho, había una clara diferencia entre las legiones principales y las auxiliares en comparación con las legiones urbanas, quienes raramente estaban involucradas en una batalla y más bien se ocupaban de mantener el orden asegurando la limpieza de las calles, deteniendo peleas entre borrachos, atrapando ladrones y previniendo incendios. Todo eso tenía como consecuencia que relajasen su disciplina, sobre todo en sitios como el Mercado Este donde básicamente los vendedores se cuidaban solos, porque cada tienda tenía sus propios guardias personales.

Así que el destacamento de legionarios estaba básicamente para hacer acto de presencia.

Pero nada de esto le importó a Bryan, que se aseguró de acordarse en sus insultos de todo el árbol genealógico del pobre Decurión. Este tuvo la suficiente inteligencia como para aceptar todo sin protestar y por eso Bryan simplemente ordenó que castigasen a los legionarios perezosos. Después mandó que no lo molestasen mientras realizaba una inspección no oficial en el mercado.

Luego de esa breve pausa, Bryan ingresó al laberinto de tiendas y rápidamente desplegó a sus Espectros Oscuros gracias a los cuales pudo evitar fácilmente a todos los vigilantes y trabajadores, desplazándose entre las sombras sin que nadie lo viese. Rápidamente llegó al nivel inferior donde estaban los almacenes, seguro de que encontraría alguna pista eventualmente. El problema era que el espacio que tenía que explorar era bastante extenso, así que le tomó mucho tiempo.

Pasó el plenilunio cuando finalmente encontró una pista: Un enorme tonel de vino que estaba cerrado pese a que no era la época de fermentación. Bryan sonrió y envió al Espectro Oscuro a través de la madera, confirmando que el recipiente en realidad era una puerta secreta a una habitación de contrabando.

Bodega Nocturna

En el interior había diez personas durmiendo y dos montando guardia a la luz de un candil.

- ¡Es demasiado arriesgado! - Decía uno de ellos, visiblemente nervioso.

- Tranquilo, saldremos de esta como siempre salimos de estos problemas. -

- ¡Hemos perdido a siete! ¡Siete! -

- ¡Cállate! ¡Ya estamos aquí! ¡Es demasiado tarde! ¡Solo tenemos que irnos cuando todo se haya calmado! ¡Un par de días más, quizá tres! -

- ¡¿Y cómo vamos a salir sin que nos detengan?! -

- ¿Y por qué nos detendrían? -

- ¡Podrían averiguar que robamos los planos! -

- ¿Cómo lo harían? - Preguntó el hombre sonriendo: - Hace mucho que los planos salieron de la ciudad. ¡Los sacamos el mismo día que llegamos! Aunque nos registren no encontrarán nada sospechoso entre nuestras pertenencias. -

¿No tienen los planos?” Se dijo Bryan frunciendo el ceño: “¿A qué se refiere con qué los sacaron el mismo día?

- ¿Y si alguien los encuentra? Han pasado varios días. - Insistió el segundo hombre: - Peor aún… ¿Y si se dañan con el agua? ¡¿Qué nos harán si fallamos en llevarlos de regreso? -

- Entonces no tengo ni la más puta idea. - Respondió el primer hombre con una mueca que dio a entender que ya había perdido toda la paciencia: - ¡Por los divinos, te quejas como una mujer histérica! No es la primera vez que hago esto, ¿sabes? Recogeremos los planos dentro de unos días y luego regresaremos a casa por cualquier camino. Ya relájate ¿quieres? -

- Lo siento, es que no puedo dejar de sentir que alguien nos vigila. -

- Ahora estás siendo estúpido u orate. Solo hay una entrada y estamos en frente de ella. ¿Cómo podría vigilarnos alguien? -

Después de decir esas palabras, ambos cayeron inconscientes y sus cabezas rebotaron en la mesa antes de derrumbarse sobre el suelo.

- Posesión Espectral… - Susurró Bryan abriendo la puerta para ingresar en perfecto silencio con una sonrisa de suficiencia: - Es la primera vez que la pruebo y funciona de maravilla. -

Los Espectros Oscuros tenían el poder de invadir el cuerpo de otros y transmitir todo lo que veían y escuchaban sus anfitriones, siempre y cuando estos no fuesen demasiado poderosos. Y estos dos ladrones, aunque hábiles para el subterfugio, no tenían grandes poderes Mágicos o Aura de Batalla que los protegiese. Aun así, estaban vigilando, pero Bryan sospechaba que seguramente tenían algún artefacto defensivo o habían preparado una matriz de algún tipo para activarla en el momento en que alguien ingresase.

Después de asegurarse de que no representaban un peligro, Bryan ordenó a sus Espectros Oscuros comenzar la posesión y luego desmayó a sus víctimas con un pulso de magia. Tras ingresar confirmó que en efecto había una matriz de relámpagos en el suelo, pero como nadie la activó, no tuvo problemas con ella, así que decidió ignorarla por el momento.

Una vez en el interior de la habitación secreta, sacó el Desgarrador Sombrío y comenzó a trabajar: Uno por uno apretaba con dedos de hierro los cuellos de los hombres que dormían en el interior, para que no emitiesen el más mínimo sonido, y luego les atravesaba el corazón con la punta de su espada. Fue particularmente sencillo porque ninguno de ellos llevaba puesta alguna armadura mientras dormía.

Ahora solo le quedaba un problema.

Bryan revisó todo el lugar y en efecto confirmó que los planos no se encontraban ahí. Tampoco parecía haber algún indicio del lugar en dónde los habían llevado. Los Espectros Oscuros podían leer las mentes de los poseídos, pero solo a partir del momento en que realizaban la invasión de sus cuerpos y no podían investigar los recuerdos.

- Oh bueno. - Dijo Bryan suspirando: - Supongo que es hora de ensuciarse las manos. -

*****

- Decurión Astolfo, usted es una auténtica desgracia humana. Estoy seguro de que su incompetencia no solo es inmensa, sino que es antigua, genética… ¡De muchas generaciones atrás! - Gritó Bryan mirando al desafortunado suboficial.

Después de tomar una decisión, Bryan sacó a los dos hombres que seguían inconscientes por seguridad y se fue a buscar a la Guardia Urbana. El Decurión había mirado atontado la puerta secreta que él nunca había notado en el barril, la cual bloqueaba una habitación de contrabando de la que él nada sabía y luego los cuerpos de más de una docena de hombres buscados por el imperio que habían conseguido colarse en el mercado que vigilaba y vivir ahí durante quién sabe cuánto sin que él se diese cuenta. Lo peor de todo era que varios de los trabajadores y guardias privados de las tiendas del mercado ya se habían enterado de lo que estaba pasando y ahora desviaban la mirada por pena o hacían esfuerzos para contener la risa ante la desgracia del pobre Astolfo.

Esto borraba por completo cualquier posibilidad de ocultar el asunto.

- Entonces, no es una cuestión de si vas a ser ejecutado por incompetente o no… sino de cómo. - Continuó Bryan de forma pragmática: - ¿Crucifixión? ¿Empalamiento? ¿La horca? ¿Quizá te condenen a morir peleando con bestias en la Arena? ¿Cuál crees que te toque, Decurión?... ¡¿Cuál creen que será la sentencia que les tocará a todos ustedes! -

- ¡Misericordia! - Exclamó el Decurión arrojándose a los pies de Bryan y lo mismo hicieron todos los legionarios que lo seguían: - ¡Por favor, Centurión! ¡Perdónanos la vida! -

- No me corresponde a mí decidirlo, sino al Tribuno Militar de Itálica. - Respondió Bryan sin mirarlos, como si sus ruegos no le importasen: - Bueno, quizá pueda decir unas palabras a su favor si cooperan conmigo ahora mismo. -

En realidad, podía hacer que el Tribuno Militar le obedeciese usando su autoridad del Manto Oscuro, pero no era necesario que ellos lo supiesen.

De inmediato las miradas de los soldados se llenaron de esperanza y comenzaron a agradecerle mientras juraban que cooperarían. Bryan no quería realmente que muriesen, ni los culpaba demasiado por este incidente, porque los ladrones eran claramente profesionales, y era mucho esperar que unos legionarios de ciudad se diesen cuenta de su presencia.

- Necesito información de estos hombres y la necesitó ya mismo. - Dijo Bryan señalando a los dos sobrevivientes que seguían inconscientes: - ¿Quién de ustedes puede torturarlos? -

- ¿Torturarlos? -

- Cortarles los dedos servirá por ahora, pero tiene que ser bien hecho porque no quiero que se desangren y mueran antes de contar todo lo que saben. - Explicó Bryan.

Los legionarios se miraron consternados por un momento y luego el Decurión Astolfo dijo con una voz timorata: - Eh… mi Centurión… nunca he torturado realmente a nadie… ninguno de nosotros sabe hacerlo. Hay especialistas que se encargan de hacerlo. -

- ¡Esta bien! - Respondió Bryan impaciente: - ¡Entonces tráiganme a alguien del destacamento de tortura o vamos a donde se encuentran! -

Todos volvieron a mirarse sin responder.

- ¿No tienen destacamento de tortura en las Legiones Urbanas? - Preguntó Bryan mirándolos exasperado: - ¿Acaso no hay cortes? ¡¿Me están diciendo que con tantos tribunales y jueces en esta ciudad no hay nadie que necesite torturadores para los interrogatorios?! -

- ¡Hay torturadores! - Se apresuró a decir el Decurión: - Pero no viven en la ciudad, sino que vienen cuando hay un juicio programado. ¡Lo mismo ocurre con los verdugos! Generalmente los mandan de las Legiones Principales o las Auxiliares… porque… en nuestras Legiones Urbanas… no solemos usarlos… -

- ¡No! ¡Pero si ustedes son la crema y nata del ejército imperial! - Exclamó Bryan con un tono despectivo. Durante el entrenamiento escuchó a muchos oficiales que no ocultaban su desprecio por las Legiones Urbanas, tachándolas de estar llenas de incompetentes. Y ahora sentía que ese juicio no estaba del todo equivocado.

Pero a pesar de todo tenía sentido que tanto los verdugos o los torturadores evitasen vivir en las ciudades donde trabajaban, pues podrían terminar entrándose con familiares o amigos de sus “víctimas”. También había rumores o supersticiones absurdas alrededor de las personas que elegían este tipo de trabajo, así que no era extraño que prefiriesen guardar el anonimato.

- ¡Muy bien, tendremos que improvisar! - Dijo finalmente Bryan después de suspirar para calmarse, entonces les arrojó a los dos ladrones y ordenó: - ¡Síganme! -

Luego se puso a caminar entre las tiendas tratando de encontrar algo que le sirviese, mientras los legionarios lo seguían a tropel y cargando en sus espaldas a los ladrones. Bryan sabía que podía golpearlos como hicieron sus mercenarios con el sirviente de False Segador, pero acababa de sufrir un incremento de fuerza y podría terminar matándolos por accidente, así que quería encontrar otro método. Porque la tortura no era algo que simplemente se pudiese hacer… sino que era, en efecto, un arte.

Entonces llegó a una tienda donde se vendían sogas y tuvo una idea.

- ¡Hey tú! ¡Traer al Cordelero! - Ordenó al guardia privado que vigilaba la puerta.

- Mi pa… el señor está durmiendo. - Respondió el guardia con un tono bastante más cortes del que se esperaría en un simple guardia.

- ¿Eres su hijo? - Preguntó Bryan mirando al hombre de reojo.

- Así es, Centurión. -

- Entonces es lo mismo. Dime, ¿Qué tipo de cuerda tienen que sea elástica y pueda soportar hasta cien kilos? -

El joven que hacía tanto de guardia como de asistente de su padre se quedó pensándolo por un momento antes de responder.

- Necesitaría una de cáñamo de dieciséis hilos. - Respondió finalmente: - Si la han corchado y tensado recientemente, será aún más elástica. -

- Excelente… Necesito una de veinte a treinta metros. - Dijo Bryan después de un momento.

El joven soguero se quedó mirándolo asustado, pensando seguramente que Bryan iba a robarle, pero este sacó cinco monedas de plata y las dejó caer en su mano.

- La necesito ahora. -

- Está bien. Pero son siete monedas y ni una menos. - Dijo el joven de repente.

-…-

- Es muy buena cuerda y sé que ese es su valor porque ayudé a hacerla. Lo juro en nombre de mi padre. - Añadió el hijo del cordelero.

Bryan no pudo evitar soltar una carcajada ante la honestidad y el valor del joven, que claramente le tenía miedo, pero no vacilaba en defender el precio del trabajo de su familia. Así que le dio diez monedas de plata en total. Y viendo que el joven duda en aceptar el dinero sobrante, decidió añadir: - El extra es por las molestias de venir a comprar por la noche. -

El joven asintió y abrió la tienda de su padre, para después sacar un rollo de cuerda que en efecto parecía bastante elástica y de buena calidad. Bryan le agradeció y luego se dirigió junto con los guaridas hacia el tercer nivel del mercado, a lo alto de los techos, que se encontraban a unos veinte metros de altura, por colindar con la cima de la montaña contra la cual estaban construidos todos los niveles.

Una vez ahí, tomó al hombre nervioso y lo ató con mucho cuidado, asegurando sus manos, la cintura y sobre todo los talones. Después extrajo al Espectro Oscuro de su cuerpo y esperó uno segundos para que despertase.

El sujeto nervioso parpadeó mientras salía del trance profundo en que se encontraba. Su mente seguía un poco confundida y le costaba entender que se encontraba en el exterior. Entonces Bryan se aproximó y lo saludó con una sonrisa:

- Buenas noches. -

- ¿Eh? -

Pero antes de que el pobre pudiese recuperarse, Bryan usó su fuerza sobrehumana para levantarlo del cuello y lo arrojó hacia borde del tejado, donde se precipitó al vacío.

- ¡AAAAAAHHHH! -

El hombre sintió que el mundo se ponía boca arriba, el estómago le dio un vuelco y sus ojos se desenfocaron por un instante. Cuando recuperó la vista, pudo ver como el suelo se acercaba rápidamente hacia su cabeza sin que pudiese hacer nada para evitarla.

De repente algo lo sujetó por los tobillos y lo levantó hacia arriba, provocando que su cabeza se sacudiese violentamente. Luego volvió a caer y subir tres veces, hasta que finalmente se detuvo un poco. Y entonces comprobó la horrible verdad.

Estaba atado y colgando de los tobillos a tan solo tres metros del suelo. Y una multitud de curiosos estaba acercándose para verlo.

- ¡Ayúdenme! ¡Ayúdenme! ¡Por favor! - Gritó desesperado.

Pero antes de que nadie pudiese hacer o decir algo, los que sujetaban la cuerda en lo alto comenzaron a subirlo rápidamente y al poco tiempo estaba viendo nuevamente al joven de ojos oscuros que ahora le parecía el ser más aterrador del mundo.

- ¿Estás listo para hablar? -

- ¡¿Qué?! ¡¿Quién eres?! -

- Respuesta equivocada. -

- ¡AAAAAAHHHH! -

Bryan observó atentamente al hombre que caía y lo detuvo hábilmente como antes. Luego miró a los legionarios, que se apresuraron a subir al hombre de vuelta.

- ¿Listo para contarme lo que sabes? -

- ¡¿Qué es lo que quieres saber?! ¡Por favor dime! -

- Error otra vez. -

- ¡AAAAAAHHHH! -

El hombre fue arrojado y detenido al último momento a vista y paciencia de todos los espectadores. Por suerte no era de día, así que solamente estaban los vigilantes nocturnos. Además, todos sabían ya que esto lo estaba haciendo un Centurión con apoyo del Decurión Astolfo, así que se limitaron a ver el espectáculo de este sujeto desconocido, deteniéndose una y otra vez a tan solo unos metros del suelo.

- ¿Cuándo creen que acabará rompiéndose? - Preguntó alguien.

- No lo hará. - Dijo el joven hijo del cordelero con absoluta seguridad la quinta vez que el sujeto cayó: - Les dije que es una buena cuerda. ¡Solo morirá si lo sueltan! -

- Apuesto diez de cobres a que la cuerda se rompe. -

- No, yo pongo las manos al fuego por esa cuerda. - Dijo el joven tajantemente y luego añadió: - Pero si apuesto a que primero lo sueltan y entonces lo dejan caer. Creo que ese Centurión es capaz hacerlo. -

- Concuerdo contigo, pero yo creo que lo subirán y luego lo ejecutarán arriba. -

- Yo creo que se lo llevarán vivo y lo ejecutarán luego en público. -

- ¡Muy bien, hay una apuesta! - Dijo uno sacando un sombrero: - Pongan su dinero aquí y ganará la persona que tenga razón. -

Mientras tanto los legionarios en el tejado ya estaban sudando por el esfuerzo de subir entre todos al tipo después de que Bryan lo arrojase, pese a que no había pasado mucho tiempo desde que comenzaron.

- Mi Centurión… por qué… ¿Por qué no le pregunta directamente lo que quiere saber? - Preguntó el Decurión finalmente.

- No, si lo hago intentará mentirme. - Respondió Bryan negando con la cabeza: - En cambio, si no sabe lo que quiero saber, eventualmente me dirá todo lo que sabe. ¡Quiero acabar con esto esta misma noche! -

El hombre nervioso volvió a ser subido y Bryan lo levantó para arrojarlo por sexta vez.

- ¡Nosotros robamos los planos de la fortaleza! - Grito el hombre desesperadamente antes de que lo volviesen a lanzar: - ¡Somos del Imperio Kasi y un noble llamado Giles nos pagó para que nos infiltrásemos en la Fortaleza de Lumbardéa con las identidades de doce legionarios muertos por disentería! -

- Ajá… ¿Algo más? -

- ¿Eh? -

- Respuesta equivocada. -

- ¡AAAAAAHHHH! -

Bryan volvió a detenerlo antes de que se estrellase y se divirtió viendo a las personas que vitoreaban mientras apostaban sobre lo que ocurriría. Entonces los legionarios volvieron a tirar de la cuerda para subirlo rápidamente y cuando el hombre subió, Bryan le dijo con cierta ironía: - ¿Sabes algo? Eventualmente tu cabeza se va a desprender. -

- ¡Los planos no están aquí! ¡Pero sé en dónde están! ¡Apenas llegamos, embadurnamos un pequeño barril con brea para volverlo impermeable y colocamos los planos en el interior! ¡Entonces lo arrojamos a uno de los drenajes que van al río, porque sabíamos que se detendría en el enrejado justo afuera del muro! ¡Así podríamos irnos, aunque nos revisasen y luego simplemente buscaríamos el paquete! ¡Es el número catorce! ¡Ahora mismo el barril debe estar en la salida del drenaje número catorce! -

- ¡Eso es bastante ingenioso! - Dijo Bryan impresionado y alejó al hombre fuera del borde para librarlo de sus ataduras.

Pero cuando el ladrón suspiró con alivio, Bryan lo arrojó hacia el vacío nuevamente y comenzó a enrollar la cuerda mientras ignoraba el último grito que el desdichado soltó antes de estrellarse contra el suelo. Tampoco prestó atención a las miradas aterradas de los legionarios. Curiosamente le pareció escuchar algo parecido a un grito de triunfo de alguien con una voz muy similar a la del joven que le vendió el rollo de soga.

- Realmente esta es una buena soga… - Dijo Bryan observando el rollo y luego preguntó a los legionarios: - ¿Dónde termina el drenaje número catorce? -

- Este… Creo que no se trata de un drenaje para lluvias sino de uno privado, así que dudo que llegue hasta la cloaca principal… ¡Ya recuerdo! ¡En el distrito de los aristócratas! ¡Por ahí es donde corre! ¡Así que la salida estará cerca del muro en el Sector Norte! - Respondió finalmente el Decurión Astolfo luego de recuperarse de la impresión y luego preguntó tímidamente: - Centurión ¿por qué lo mataste a pesar de que te dijo lo que sabía? -

- ¿No escuchaste que era un espía enemigo y un ladrón? - Contestó Bryan sin darle mucha importancia: - Como ya dijo todo lo que sabe no había utilidad en dejarlo vivo. -

- Ya veo… - Dijo el Decurión asintiendo, entonces recordó algo y abrió los ojos: - ¡Mi Centurión! Le hemos sido útiles ¿verdad? ¿Puede hacer algo por nuestra situación? -

Bryan guardó silencio por un momento, pero finalmente arrojó el rollo de cuerda a los pies del Decurión y señaló al último hombre inconsciente: - Sé de buena fuente que este tipo sabe más que el anterior. Pero se despertará pronto y además es más hábil que su compañero. Así que te recomiendo que lo ates muy bien mientras puedes.

Si le llevas este prisionero al Tribuno Militar para apaciguarlo un poco y le cuentas que colaboraste con un miembro del Manto Oscuro… quizá muestre misericordia. -

- ¡El Manto Oscuro! -

Bryan sacó su insignia y le las enseñó a los asombrados legionarios por un momento. Luego les dijo: - Díganles que soy el mismo hombre que le pidió vigilar el Gremio Mercante de Bootz. Eso debería ser suficiente para que él les crea. -

Y después de esas palabras, desapareció en la oscuridad de la noche.

*****

Todo el mundo quiere agua limpia para beber, cocinar y limpiar. Pero es muy importante que esta agua se vaya rápidamente luego de ensuciarse, porque de otro modo se convierte en un espantoso y fétido caldo de cultivo de plagas, enfermedades e insectos peligrosos.

En los meses lluviosos las ciudades podían sufrir inundaciones si las precipitaciones duraban mucho o si el río se desbordaba. Por ese motivo Itálica estaba llena de drenajes que terminaban en una inmensa cloaca principal, la cual se llevaba todo el exceso de agua. Esta cloaca era de vital importancia para la supervivencia de la ciudad y por eso un pequeño ejército de trabajadores y esclavos se ocupaba de mantenerla en buen estado, así que seguramente alguno de ellos habría notado incluso un pequeño barril flotante.

Sin embargo, existían algunos drenajes, como el número 14, que no estaban destinados al agua natural, sino a las piscinas, termas y fuentes privadas de las casas de los aristócratas. Esta agua no traía el nivel de suciedad que las de la cloaca principal, así que los arquitectos decidieron sacarla directamente al río para ahorrarse varios tramos, construyendo un drenaje que pasaba debajo de la muralla principal.

Se trataba de un túnel estrecho por el que apenas cabría un niño pequeño, pero por seguridad los constructores colocaron una rejilla metálica justo al final, la cual era reemplazada cada año. Esta reja estaba destinada a asegurar que nadie pudiese entrar por ahí, pero también había conseguido atrapar un pequeño barril de setenta centímetros de altura, que apenas flotaba por el peso de su contenido, y lo mantuvo ahí hasta que Bryan llegó volando por el exterior del muro.

- Veo que alguien estuvo trabajando en debilitar esto. ¡Realmente eran profesionales! - Comentó Bryan mientras examinaba la rejilla, donde notó algunas incisiones destinadas a facilitar que un tercero retirase las barras de metal.

Bryan hizo eso mismo y de un tirón arrancó de cuajo toda la rejilla. Entonces atrapó el barril y regresó volando hacia el interior de la ciudad para examinar el contenido lejos del agua.

Afortunadamente el interior estaba tan sellado por la brea, que Bryan necesitó romper la tapa sellada para poder abrir el barril. En su interior vio varios rollos de pergamino grueso bastante pesados, donde claramente estaban dibujados los planos y esquemas complejos que indicaban como armar los nuevos Carro-Balistas. Bryan suspiró aliviado por haber cumplido su misión, mientras guardaba todo el contenido en su Anillo Espacial.

Ya que estoy en el distrito de los Aristócratas, bien podría ir a ver si Emily ha regresado.” Pensó de repente.

De modo que comenzó a buscar entre las diferentes mansiones.

La Familia Asturias era antigua y hasta el momento ya emparentaba con al menos catorce emperadores, así pues, no tenían una sola residencia, sino varias y repartidas por todo el imperio. Por supuesto que tenían una residencia ancestral que databa desde los tiempos de la fundación de su clan, pero estaba bastante lejos de la capital y del senado, por lo cual hacía muchas generaciones que no vivían en ella, aunque las mantenían en buen estado y las visitaban en los tiempos en que debían rendir homenaje a los muertos.

En Itálica el espacio no era tan generoso como en el campo, pero aun así los Asturias poseían una residencia señorial con un gran jardín, donde se destacaba una frondosa isla de vegetación que se levantaba en medio del patio para ocultar parte de la fachada. Alrededor de esta isla, como dos brazos se abrían dos avenidas exclusivas para los Asturias y sus invitados que, prolongándose a derecha e izquierda, conducían a los vehículos desde la verja hasta una doble escalinata que tenía en cada escalón un jarrón de porcelana lleno de flores. Aquella casa, aislada en el centro de un gran espacio, tenía además de la entrada principal otra que daba a la calle que conducía directamente hacia el Foro.

El soberbio edificio ocupaba unos mil seiscientos metros cuadrados y contendría al menos catorce habitaciones sin contar con las cocinas, el estudio, la biblioteca con tomos invaluables, un gran baño de mármol y el Salón Principal.

Bryan se quedó mirando la impresionante casa de Emily desde fuera de la verja dorada y no pudo evitar tragar saliva involuntariamente al ser consciente por primera vez de la diferencia que había entre el estatus social de ambos.

Estaba preguntándose cómo podría entrar sin llamar la atención, cuando escuchó el sonido del casco de caballos y se sorprendió viendo que un carruaje acaba de llegar a esa hora, aunque no tanto como la identidad de la persona que viajaba sentado junto al conductor.

- ¡Chester! -

Bryan había hablado bajo, pero los finos oídos del ladrón percibieron el sonido y lo localizaron de inmediato. Entonces vio al ladrón gesticular alguna excusa para bajarse del carro justo antes de que este atravesase la verja.

- Maestro Bryan. -

- Te veo bien, ahora vistes levita y tienes un sombrero. ¿Cómo fue que cambió tu suerte? - Preguntó Bryan mirándolo de arriba abajo.

- ¡Es gracias a ti, Maestro! - Respondió el ladrón luciendo sus nuevas prendas: - Nunca hubiese podido servir junto a la Noble Dama de los Asturias si no me hubieses recomendado. -

- ¿Estás trabajando aquí? - Preguntó Bryan mientras que ambos se dirigían hacia una esquina para que los sirvientes de la mansión no lo viesen.

- Como empelado provisional. - Confirmó Chester: - En realidad mis deberes son principalmente averiguar y obtener algunas cosas, como por ejemplo los caballos para los carruajes del Duque. Por supuesto que a los Asturias no les falta dinero ni personas dispuestas a venderles cosas, pero a veces aparece un ejemplar valiosísimo en venta y son varias las familias patricias que desean obtenerlo. Yo me encargo de enterarme antes de que los productos lleguen y de iniciar las negociaciones. ¡Hace poco conseguí una pareja que valía cien mil monedas de plata cada uno! -

- ¡Vaya! - Dijo Bryan silbando:  - ¿Y piensas quedarte aquí a trabajar? -

- Para nada. - Respondió Chester sin dudar: - Ya le he dicho que mi lealtad está con usted, Maestro Bryan. Es solo un trabajo temporal hasta que pueda servirle como corresponde. -

- ¿Estás seguro de eso? - Preguntó Bryan mirándolo divertido: - Servir a los Asturias te asegurará el futuro. -

- Ciertamente, pero lo máximo que podría aspirar a ser es el recadero de alguien. - Dijo Chester sonriendo: - Las buenas posiciones hace mucho que fueron ocupadas por criados mucho más antiguos, experimentados y que ya tienen historia con la familia.

En cambio, con usted (una estrella en ascenso) seguramente habrá más de un nicho en el que pueda acomodarme. ¡Por favor esfuércese por el bien de la prosperidad de sus futuros vasallos, mi señor Bryan! -

- Eso te lo prometo. - Le dijo Bryan a Chester, mirándolo seriamente: - No sé si podré darte los medios para que seas feliz ni tampoco estoy seguro de que asegurarte una larga vida. Pero puedo prometer prosperidad, victoria y poder a todos los que me sirvan. -

- Yo vivo para servir. - Respondió Chester arrodillándose ante Bryan.

- Entonces ahora sírveme y comunica a la Dama Emily que deseo verla en privado. -

Chester se marchó con una reverencia y corrió hacia la mansión. Pasaron un par de horas y Bryan escuchó el trote de unos caballos. Entonces la verja principal de la mansión Asturias se abrió y un carruaje salió, solo que esta vez estaba conducido únicamente por Chester.

Era evidente quién era el pasajero.

Bryan se apeó rápidamente cuando el carruaje pasó junto a él, sin esperar que se detuviese siquiera e ingresó en el interior. Allí estaba Emily sonriéndole amorosamente, con un hermoso vestido de noche. A primera vista era evidente que se había arreglado especialmente para lucir lo más hermosa posible antes de su encuentro y Bryan quería decir algo al respecto, pero sus instintos pudieron más que él en ese momento.

Emily se arregló especialmente para verlo

Antes de darse cuenta su cabeza estaba enterrada entre los pechos de Emily, aspirando el dulce aroma de su perfume natural. La Archimaga trató de resistirse, pero el brillo salvaje en los ojos de Bryan eran como los de una bestia salvaje y ella supo que las palabras no lo detendrían, así que apenas alcanzó a colocar un conjuro insonorizador antes de que sus prendas fuesen retiradas.

- Te extrañé tanto. - Dijo Bryan mientras la contemplaba su espalda desnuda y aferraba firmemente esas hermosas caderas femeninas.

- Yo también, querido. - Dijo Emily mientras se acomodaba de espaldas a su amante, con las manos apoyadas en los asientos del carruaje.

Bryan no dijo nada más e introdujo su miembro que se sentía como una barra de hierro al rojo vivo en el interior de su vientre femenino con una intensidad que le sorprendió de sobremanera. Había subestimado hasta qué punto necesitaba la carne de una hermosa amante después de haber pasado tantos meses aislado durante su entrenamiento militar. Por supuesto que siempre tuvo putas a la mano, pues estas acampaban cerca de donde estaban los legionarios y todos sus compañeros las visitaban de forma regular. Pero Bryan encontraba repugnantes a esas mujeres porque podía oler el aroma de todos los hombres con los que habían estado ese día y también era más consciente de los defectos de su físico. Honestamente, no se veía visitando cualquier otro burdel que no fuese el Jardín de las Delicias, donde por lo menos las meretrices eran cuidadosamente escogidas y se bañaban de forma regular.

Pasión en el carruaje

Además, después de tener a Emily, eran muy pocas las mujeres que podían ser consideradas de su gusto. Y en ese momento lo reconfirmó con cada embestida, mientras se aferraba su cuerpo sensual y observaba su rostro de diosa contrayéndose de placer con cada movimiento de Bryan y soltando gritos de dulce agonía. Supo entonces cuanto la deseaba, de un modo que era tanto primitivo como espiritual y la sujetó por los cabellos firmemente, aunque con cuidado, para besarla mientras que ella sacudía sus caderas para llevarlo más adentro suyo. Bryan aferró sus pechos con fuerza para sentir el corazón galopante de la hermosa Archimaga y tuvo que recurrir a toda su fuerza de voluntad para no hacerle daño con su fuerza sobrehumana en medio del frenesí amoroso en que se encontraban.

Trascurrió una hora y Bryan soltó un rugido triunfal cuando derramó su simiente en el vientre de su amada. Emily apenas podía sostenerse con sus propias fuerzas, así que Bryan tuvo que ayudarla e incluso darle algo de vino. Entonces notó que había dejado algunos moretones con la forma de sus dedos sobre el cuerpo de la hermosa Archimaga debido a la fuerza que había empleado y se sintió un poco culpable, pero Emily le sonrió mientras se acurrucaba a su lado con una expresión satisfecha.

- Eso fue maravilloso, querido. - Dijo finalmente.

- ¿No te lastimé? - Preguntó Bryan preocupado e insertando su Esencia Mágica de forma disimulada para comenzar a tratar sus moretones.

- Un poco, pero sentí que se debía a lo mucho que me deseabas. Y te confieso que eso me hace sentir muy feliz. -

- La próxima vez tendré más cuidado. -

- Procura que no pase tanto tiempo entre esta y la “próxima vez” -

Al escucharla, Bryan volvió a sentirse mal de no haber podido verla hasta este momento y sintió que debía disculparse: - Lo lamento, estuve fuera mucho tiempo y luego tuve que… -

- Sé lo que hiciste, yo también estuve preguntando. Me contaron sobre tu hallazgo en el Bosque Oscuro y que has comenzado tu carrera militar. Precisamente por eso me contuve de enviarte mensajes para no distraerte. - Respondió Emily sonriendo: - Soy una aristócrata, Bryan. Nos entrenamos para muchas cosas, sobre todo para nunca ser una carga en la carrera de nuestros maridos y siempre apoyarlos, ya sea en silencio o activamente. -

- Me alegra que me consideres tu marido. -

- En mi corazón lo eres. No deseo estar con nadie más. -

- Eres una magnífica mujer. - Dijo Bryan sonriendo y acariciando su cuerpo desnudo cuando la Esencia Mágica terminó de curarla: - Cumples con tu deber de estar a mi lado como esposa, así que es justo que yo cumpla mi deber como tu esposo. ¿No es verdad? -

- ¿Qué quieres decir? - Preguntó ella mirándolo divertida.

Bryan no dijo nada y extrajo el Báculo de Ascanio del interior de su Anillo Espacial. Cuando Emily lo miró, sus ojos se fijaron en este objeto mágico con una intensidad sorprendente.

- ¡¿De dónde sacaste esto?! - Preguntó casi sin voz.

- ¿No dijiste que habías oído sobre mi última aventura? -

Emily tragó saliva y necesitó respirar profundamente antes de continuar: - ¡¿Quieres decir que esto lo obtuviste en ese monumento a Ascanio Ítalo, el semidiós?! -

- Y parece que él mismo lo hizo, a juzgar por su manifactura. - Respondió Bryan sonriendo mientras se lo entregaba: - Pero ahora te pertenece a ti. ¡Y eso no es todo! -

Bryan entonces le entregó un códice escrito por él mismo, donde registraba toda la información que estaba en el documento entregado a Cándido. Como poseía una memoria eidética y tenía el original a su lado cuando hizo, era una copia excelente.

Cuando Emily comenzó a leer el contenido, abrió la boca sin darse cuenta mientras sus ojos bailaban de derecha a izquierda, siguiendo las líneas del texto y devorando el contenido. Porque el conocimiento mágico del Mago Oscuro, considerado por todos como el más poderoso del mundo conocido, era como encontrar un oasis después de viajar por meses en el desierto.

Y, sin embargo, Bryan todavía no había terminado de sorprenderla.

- Toma esta poción. - Dijo entregándole un frasco con un líquido dorado.

- ¿Esto es…? -

- Elixir de Juventud. - Respondió Bryan mirándola seriamente: - Regenerará tu cuerpo e incluso aumentará considerablemente tus poderes mágicos. Pero lo mejor es que no solamente restaura la juventud, sino que evita el envejecimiento… permanentemente. -

Cuando Emily escuchó esto último, las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos. Y es que uno de sus mayores temores siempre había sido la diferencia de edad que existía entre ambos. No importa lo que ella hiciese, era un hecho que era mayor que Bryan y eso era algo que eventualmente se convertiría en un grave problema.

Una de las primeras cosas que les enseñaban a las mujeres aristócratas era como prevenir los embarazos mediante el uso de matrices mágicas que se inscribían en su propio cuerpo y servían para evitar completamente la concepción cuando esta no era deseaba. Esto no se debía a motivos pasionales, sino al riesgo, pues en el mundo entero se morían más mujeres dando a luz que hombres en las guerras. Y es que ni siquiera la magia de sanación era capaz de hacer algo cuando el niño en el interior de la madre estaba en una mala posición.

Ese era el motivo por el cual la mayoría de mujeres se comprometían a los doce años y se casaban a los catorce, para así tener un margen de tiempo suficiente y dejar decendencia, pues tener hijos después de los veinticinco años era demasiado arriesgado. Ningún matrimonio se realizaba después de eso, a no ser que fuese político y que la pareja estuviese dispuesta a adoptar un heredero, ya fuese el hijo de un matrimonio anterior o uno proveniente de otra familia aristócrata que hubiese perdido a sus padres.

Los magos no tenían que apresurarse tanto, pero aun así había una fuerte presión social y se veía mal que un hombre fuese menor que su esposa, porque era lo mismo que condenarse a no tener descendientes.

Emily sabía que Bryan se preocupaba muy poco por las convenciones sociales, pero no podía dejar de asustarse ante la posibilidad de que un día él quisiese tener hijos, pero ella no fuese capaz de dárselos por haber superado los veintiséis años o que un día él la dejase cuando su belleza física desapareciese.

Y es que la pobre no podía saber que, debido a su transmigración, Bryan era en realidad cinco años mayor que ella.

Sin embargo, nada de eso importaba ya. Con el Elixir de juventud no solamente recuperaría la belleza y la fertilidad que tenía en su plenitud, sino que la conservaría para siempre. Era casi demasiado bueno para ser verdad y Emily estaba tan emocionada, que dejó el precioso báculo junto con las invaluables notas a un lado para saltar sobre Bryan, le rodeó la espalda con los brazos y comenzó a besarlo con tanta fuerza que lo tomó completamente desprevenido, aunque poco después sintió que volvía a tener una erección furiosa. Pero Emily volvió a sorprenderlo aferrando su miembro con su mano por un momento para introducirlo ella misma dentro de su vientre y entonces comenzó a cabalgarlo mientras gemía como una auténtica fierecilla en celo.

Bryan no estaba acostumbrado a que ella tomase la iniciativa, pero rápidamente se dispuso a ayudarla agarrando sus nalgas con fuerza, levantando y rebotando. Mientras tanto se complació besando los pechos de su amada, lamiendo el sudor de su piel cremosa y disfrutando de la sensación de su hombría latiendo dentro de ella, mientras sus cuerpos se convertían en uno solo y sus almas se entrelazaban.

******

Después de una segunda e intensa sesión de sexo, Bryan le explicó a Emily todos los efectos que tenía el Elixir de Juventud, así como las precauciones que tendría que tener durante los siguientes diez días. Entonces la ayudó a absorber la poción mágica y se despidió de ella con un último beso que pareció durar siglos.

Cuando se bajó del carro quiso volverse para mirar a Chester y ordenarle que regresase a Emily a su casa, pero se tomó un instante para disimular la expresión de satisfacción en su rostro. Entonces notó que se encontraban en un lugar extraño, muy lejos del distrito aristocrático, nada menos que en un parque bastante lejano y con tan pocas casas alrededor que parecía casi un descampado.

- Pero ¡¿qué?!... -

- ¡Felicidades, Maestro! - Dijo de pronto Chester bajándose del carruaje y ofreciéndole una botella de vino con una sonrisa de complicidad: - ¡Casi tres horas! ¡Es usted el hombre que más admiro en el mundo! -

Bryan abrió los ojos y se dio cuenta de lo que el ladrón quería decir, así que abrió rápidamente la boca para soltar una excusa, pero antes de que pudiese decir algo, Chester se adelantó.

- Le ruego me disculpe. - Dijo el ladrón con una expresión condescendiente: - Pero, aunque la magia pueda evitar que salga ningún sonido, no disimula las sacudidas del carruaje. ¡Y vaya que se sacudió! Honestamente no me esperaba que fuese así, porque sus ejes son excelentes. ¡Supongo que mi maestro es un hombre entre los hombres! Pero debido a eso tuve que apresurarme a este sitio, eso sí, bastante lejos de las miradas indiscretas. -

Bryan sintió que se ponía rojo de vergüenza e intentó argumentar, pero el joven ladrón lo volvió a interrumpir.

- Chester, yo… -

- Mi Señor Bryan, yo soy su sirviente. Y si hay algo que no quiera que sepa, simplemente no me lo diga. De ese modo, si alguien me pregunta, no tendré que mentir. - Le dijo el ladrón con una expresión seria y luego añadió: - Pero por favor le ruego que no insulte mi inteligencia ni me tome por tonto. -

Bryan dudó por un momento, pero al ver que Chester sostenía su mirada sin vacilación, decidió que valía la pena confiar en el ladrón y le extendió una mano para sellar su acuerdo mientras decía: - Me parece justo… Entonces, Chester, te ordeno que lleves a la Dama Emily a su casa en la mayor brevedad posible. Nadie necesita saber qué hicimos o de qué hablamos. -

- Como ordene, Maestro Bryan. - Dijo el ladrón despidiéndose con una reverencia.

Y en muy poco tiempo volvió a subir al asiento del conductor, arreó los caballos y partió. Mientras tanto, Bryan liberó a sus Espectros Oscuros para asegurarse de que nadie los estuviese viendo y envió uno de ellos a seguir el carruaje hasta que llegó a su destino. Luego emprendió el vuelo aprovechando que seguía siendo de noche y se dirigió hacia la casa de Lawrence.

Una vez ahí fue recibido por un criado que ya tenía ordenes de darle siempre la bienvenida y encontró al joven aristócrata revisando varios documentos.

- ¡Bryan, no te esperaba a esta hora! -

- Ni yo que estuvieses despierto. ¡Ya casi amanece! -

- ¿Estás aquí por lo de los planos robados? ¡Bien hecho! Estuve juntando información para ayudarte a localizarlos y he encontrado varios sitios donde se reúnen inmigrantes de las provincias o extranjeros, que podrían servir de refugio a los ladrones… -

Contrario a su costumbre, Lawrence estaba hablando a toda prisa y sin detenerse. Además, tenía ojeras profundas y era evidente que había estado muy preocupado por este asunto, porque su escritorio estaba lleno de dibujos de sectores de la ciudad, nombres y direcciones de posibles bandidos, inmigrantes o trabajadores ilegales.

- Lawrence… -

- Se que es tedioso, pero tenemos que recuperarlos rápidamente o la carrera de Lucio Voreno estará terminada y perderé una importante carta en el ejército imperial. -

- Oye Lawrence… -

- No podemos depender de tu identidad en el Manto Oscuro para esto, porque podría ser visto como intervenir en la lucha de los príncipes herederos, pero si tú y yo trabajamos juntos, seguro que podemos hacerlo. Para empezar, reuniré mañana a hombres de confianza para revisar los lugares donde se comenten crímenes… -

- ¡Lawrence, escúchame! - Exclamó finalmente Bryan para interrumpirlo, mientras depositaba un fajo de pergaminos pesados sobre el escritorio: - Acá están los planos robados. ¿Tienes como enviarlos con seguridad a la fortaleza? -

Lawrence miró sin comprender, parpadeando de un modo divertido por un instante, antes de que se apresurase a revisar los documentos. Entonces dijo sin poder creerlo: - ¡Por todos los dioses! ¡Sí son estos! ¡Los has encontrado tan pronto! ¡¿Cómo es posible?! -

- Siguiendo el rastro de las ratas. -

- ¿Ratas? -

- Yo me entiendo. - Dijo Bryan encogiéndose de hombros para descartar el asunto: - Por ahora dime si tienes cómo llevarlos a donde pertenecen sin que los vuelvan a robar. -

- ¡Si! Tengo un modo de enviarlos a Lucio Voreno con seguridad. - Confirmó Lawrence.

- Entonces dejaré que te encargues de eso y aprovecharé que me dieron una semana de permiso para dedicarme a unos asuntos pendientes. - Dijo Bryan con una sonrisa ufana, mientras luchaba para no soltar una carcajada ante la expresión divertida que Lawrence estaba haciendo mientras examinaba los planos, como si todavía no creyese que ya estuviesen en sus manos: - También necesito un descanso. ¿Puedes prestarme una habitación? -

- ¿Eh?... ¡Ah! ¡Claro! ¡Debes estar agotado! - Exclamó Lawrence finalmente, al recuperarse de la impresión: - ¿Quieres que te mande hacer algo de comer? -

- No es necesario, solo necesito una cama sobre la que pueda derrumbarme. Y quizá un baño antes de dormir. -

- Las puertas de mi casa y las habitaciones de invitados están siempre abiertas cuando desees. - Dijo Lawrence alegremente mientras le daba órdenes a su mayordomo usando gestos de sus manos: - Me has hecho un gran servicio esta vez, amigo. ¡Te estoy muy agradecido! Dime… ¿Quieres que envíe una esclava a tu habitación para que te caliente por la noche? ¡Me han llegado unas chicas bastante bonitas de la última captura que hizo el Cónsul Esteban! ¿No quieres un bocado de eso? -

- No gracias. - Respondió Bryan despreocupadamente mientras se daba vuelta, soltaba un bostezo y se dirigía al pasillo donde ya estaba esperándolo un sirviente listo para indicarle el camino a la habitación de invitado: - Ya comí suficiente esta noche. -

Cuando llegó se encontró con una cama lista, la chimenea encendida y un baño donde lo esperaban tres sirvientas con agua caliente. Bryan dejó que lo desvistiesen y limpiasen a conciencia, para después cumplir su promesa de derrumbarse sobre el colchón de plumas, donde por fin se durmió cómodamente.

Una noche de descanzo

Nota del Traductor

Hola amigos, soy acabcor de Perú, donde por culpa del terrorismo de izquierda ya hay más de 40 muertos. Y, sin embargo, seguimos resistiendo con valor a sus intentos de dominar nuestro país usando la violencia.

Bueno, primero que nada, este capítulo también es completamente diferente y no guarda ninguna relación con el original. La escena con Cándido está basada en varios episodios de la serie Sherlock, de donde obtuve casi todos los diálogos, así como el concepto de las “ratas”. El mercado que describo es en realidad el Mercado de Trajano, que se construyó después que el legendario Foro Romano, el cual es una obra pública. En realidad, Trajano fue un buen emperador para el pueblo, así que lo combiné un poco con su antecesor, Domiciano, para crear la falsa figura de Avarus. Las escenas de Bryan molestando a los soldados son una mezcla de mis experiencias personales en el ejército en combinación con series como Rome de HBO.

La idea del barril y los planos se basa en una anécdota muy interesante. Cuando los conquistadores de Centroamérica perdieron completamente el control y desataron un sufrimiento terrible sobre los pueblos mexicas, se llegó a un punto en que era desesperado pedir la ayuda del Rey de España, pero todos los correos estaban completamente prohibidos. Así que un sacerdote heroico escribió una carta detallada y luego hizo lo que narré: la metió en un barril protegido con brea y de noche se acercó nadando a un barco que partiría a España, para amarrarla y que se fuese flotando.

Pues, aunque cueste creerlo… ¡La Carta llegó! Y eso probablemente salvó muchas vidas a largo plazo.

Esa historia siempre me gustó y por eso quería hacer algo similar.

La tortura estilo “Puentismo” está inspirada en una escena de Blade III, donde ocurre prácticamente lo mismo. El asunto de la cuerda y el joven que la vende lo imaginé después de ver un documental sobre cómo se hacían las sogas y otros objetos hechos de forma artesanal, como lo hacían nuestros ancestros.

La cloaca máxima era en efecto considerada por los propios romanos como la máxima obra que construyeron. De hecho, hasta tenía una diosa, la diosa Cloacina. Y es que gracias a esa cloaca se pudo construir el Foro y el Coliseo Romano, porque antes todo eso se convertía en un pantano cuando el río se desbordaba por las lluvias.

La escena de pasión con Emily se agregó porque me parecía justa: Él estuvo meses en el ejército y a ella le acaban de regalar 3 tesoros celestiales, después de todo.

Alguien mencionó en un comentario que no entendía por qué Bryan todavía no embarazaba a Emily, así que la excusa es que todas las aristócratas se colocan una matriz anticonceptiva. Esto está inspirado en el Anime Isekai no Seikishi, donde a las mujeres les colocaban esto precisamente para permitirles tener amantes sin riesgo, aunque yo preferí que fuese algo voluntario.

Las estadísticas de las muertes de las mujeres en la antigüedad son tristemente ciertas. Hoy en día es casi imposible que una mujer muera dando a luz, pero hace solo doscientos años era la principal causa de muerte para el ser humano, sólo por debajo de las pandemias. Es por eso que los matrimonios ocurrían cuando eran muy jóvenes y el riesgo era un poco más reducido. Incluso ahora las mujeres tienen un reloj biológico que los hombres no tenemos, así que tienen que decidir cómo será su vida antes de los 30, sobre todo si quieren o no tener familias, porque pasado ese margen se hace mucho más difícil que tengan hijos. De ahí que sean más maduras.

Pero déjame saber tu opinión en los comentarios: ¿Te gustó lo de las “ratas” de Cándido? ¿Qué opinas de cómo Bryan trató a los legionarios? ¿Te pareció coherente el modo en que se desarrollaron los eventos? ¿Te gustó la forma en que extrajo la información? ¿Estás de acuerdo con la escena pasional? ¿Qué opinas del barril y la táctica de los ladrones para sacar los planos? ¿Y la escena final con Lawrence?

Si deseas colaborar con este pobre adaptador, por favor usa los enlaces de mi cuenta Patreon, porque cada donación, incluso un dólar, es de gran ayuda para mí. También puedes señalar cualquier error ortográfico que se me haya pasado o alguna incoherencia argumental. Pero sobre todo comparte esta historia con más personas para conseguir más lectores y potenciales patrocinadores.

¡Nos vemos en el siguiente capítulo!