197 Una cuestión de Dignidad

- ¿Por qué sólo me cruzo con imbéciles últimamente? - Murmuró Bryan enojado mientras se daba la vuelta para regresar a su habitación, pero entonces sintió peligro a su espalda y saltó rápidamente a un costado.

Un instante después se sintió un pulso resplandeciente de magia y la puerta principal salió disparada hacia el interior. Bryan hubiera sido golpeado con fuerza de no haberse movido. Entonces se volvió para mirar al Archimago Sorin que en ese momento atravesaba el umbral rodeado de su resplandeciente poder y mirándolo como lo haría con un insecto. En una mano todavía sostenía su ramo de flores, pero en la otra ahora tenía un gran báculo mágico con un enorme cristal de color dorado engarzado.

- Dije que quiero ver a Phoebe. ¿Acaso eres sordo, además de estúpido? - Le espetó Sorin a Bryan: - ¡Ahora apártate de mí vista, perro miserable, antes de que te borre como a una mancha en medio del camino! -

Los ojos de Bryan se crisparon cuando escuchó esas palabras, porque le recordaron demasiado a algo que le dijo el fallecido Clark Ascher. De hecho, este Archimago se parecía bastante al finado Caballero de la Tierra, solo que al menos Clark era consciente de que tenía que cuidar su reputación, y cuando asesinaba, lo hacía tratando de que nadie se diera cuenta. En cambio, este tipo llamado Sorin era mucho más descarado y desenfrenado, como si no le importase en dónde o con quién estaba.

 - ¿Sabes algo? Creo que el pasto ya debería haber crecido sobre la tumba del ultimo altanero que me habló así. - Dijo Bryan mientras llamaba disimuladamente a sus poderes mágicos y los concentraba en sus extremidades.

- ¡¿Qué dijiste?! - Preguntó Sorin con sorna.

- ¡Dije que te largues! - Exclamó Bryan dando un pisotón en el suelo para impulsarse y apareciendo frente a Sorin en menos de un segundo, para desatar un violento puñetazo hacia su cara. La Esencia Mágica reforzó el golpe, otorgándole suficiente fuerza como para aplastar una roca.

El joven Archimago abrió mucho los ojos ante la sobrehumana velocidad de Bryan, pero rápidamente reaccionó conjurando un escudo hecho de luz. Se escuchó un sonido similar al toque de una campana cuando el puñetazo de Bryan golpeó la barrera, pero increíblemente esta resistió, aunque el impacto destruyó el ramillete de flores que Sorin había traído y todos los pétalos acabaron desparramados por el suelo. Ambos entonces retrocedieron, mientras reevaluaban las habilidades del contrario.

- ¡Te atreviste a atacarme! - Exclamó Sorin mirando a Bryan con un odio profundo, como si fuese su enemigo mortal.

- ¡Te atreviste a romper mi puerta! - Contesto Bryan mirándolo furioso: - ¡He matado por menos! ¡Así que considérate afortunado, maldito pendejo! ¡Y lárgate ahora mismo! ¡O te sacaré de aquí por las malas! -

- Bien, Bien. - Respondió Sorin asintiendo con la cabeza mientras sonreía de un modo despiadado: - Tienes agallas, lo reconozco. ¡Pero veamos cuanto te duran después de que te desintegre la piel hasta dejarte en carne viva! -

- Tienes que estar bromeando. ¡Ésa es mi línea! - Dijo Bryan mientras invocaba al Desgarrador Sombrío y se preparaba para luchar a muerte. Con ese único puñetazo había podido estimar las habilidades de Sorin y entendió rápidamente que era un combatiente bastante experimentado. ¡Pocos Archimagos habrían podido defenderse tan bien de un ataque sorpresa suyo a una distancia tan corta! Ahora estaba en problemas, porque la Necromancia era inefectiva contra este tipo de enemigo. Y como distancia se había incrementado mucho entre ambos y eso le daba la ventaja a la Magia de la Luz.

Pero antes de que ninguno pudiese hacer un movimiento, se escuchó el estruendo de varios pasos que se apresuraban en esa dirección. Un instante después, Blaz irrumpió seguido por una veintena de sus hombres. Detrás de la multitud estaba la posadera, que seguramente fue quien dio la alarma.

- ¡Buenas noches, jefe Sorín! - Saludó Blaz con una falsa amabilidad y una voz cargada de sarcasmo, que evidenciaba el profundo desprecio que sentía por el Archimago: - ¿Qué hace metiéndose en problemas tan lejos de su territorio y estas horas de la noche? ¿Tengo que recordarte que nuestra banda de Drakar es quien mantiene el orden en el Valle del Sol? -

Sorín era un hombre muy impulsivo y cruel, pero no era estúpido. Sabía que tenía las de perder en ese momento, estando solo contra tantos. Así que guardó su cetro de mala gana y respondió con una actitud indiferente: - Estaba visitando a la Señorita Phoebe cuando este gusano se interpuso en mi camino. -

- Si estás aquí como invitado, te damos la bienvenida. - Respondió Blaz con frialdad, pero relajando su postura al ver que Sorín retrocedía: - Pero espero que no causes una pelea aquí o haremos lo que tengamos que hacer para mantener el orden. ¡Creo que hace tiempo conoces las reglas aquí, así que no te insultaré explicándotelas! -

- Esta vez has tenido suerte, bastardo. - Dijo Sorin insultando a Bryan una última vez y se dio la vuelta para retirarse. Pero antes de irse se detuvo un momento junto a Blaz para susurrarle: - Espero que estén disfrutando estar en la cima, porque muy pronto haré que vuelvan al fondo, que es dónde pertenecen. -

Sorín soltó una sonora carcajada luego de decir esto y salió con paso firme de la habitación. La expresión de Blaz se veía furiosa y sus nudillos crujieron de lo fuerte que apretaba los puños, como si fuese una bestia. Era evidente que al mercenario le habría encantado atacar ahí mismo al Archimago de la Luz y luchar con él hasta que uno de los dos muriese. Pero las consecuencias de ello y el daño al prestigio de su banda como protectores del orden serían demasiado como para permitírselo, así que consiguió mantener la calma.

Entonces se volvió hacia Bryan y le dijo con indiferencia: - El Falce Segador es un grupo muy poderoso en el Valle del Sol. Pero al menos, dentro del asentamiento, no pueden hacerte nada si tu primero no los provocas, porque entonces tendrán que enfrentarse a nosotros. Aun así, te recomiendo que no los ofendas en lo posible… ¡Ah! Y tendrás que pagar la puerta que han roto. -

Normalmente Bryan lo habría mandado a los cuervos. Después de todo, había sido Sorín quien rompió la puerta y no él. Pero con sus sentidos agudos pudo descubrir que había un cierto cambio en el tono con que Blaz le hablaba. Quizá se debía a que ahora ambos tenían un enemigo común, pero parecía que se había ganado una cierta aprobación por parte del mercenario.

Dinero no era algo que le faltase en ese momento. Además, ya había ofendido a un terrible enemigo y no valía la pena meterse en otra discusión por algo tan ridículo cuando podía ganar a un potencial aliado. Y todavía tenía que comprarles la tienda maldita a la Banda de Drakar. Así que Han Shuo se encogió de hombros y caminó hacia la posadera que esperaba en el umbral y ahí mismo le entregó un buen trozo de oro para que arreglase la puerta y le preparasen nuevos aposentos.

Blaz asintió y se marchó con sus hombres, mientras que la posadera se dirigía rápidamente a prepararles el nuevo alojamiento. En ese momento se abrió la puerta del cuarto de Phoebe, que durante todo ese tiempo había estado atenta y con la espada preparada por si debía salir a ayudar a Bryan. La espadachina estaba cubierta con una bata y sus cabellos estaban todavía húmedos, cual afrodita cuando emergió de la espuma.

- ¿Se han ido todos? - Preguntó Phoebe.

- Si, ya se fueron todos. - Respondió Bryan malhumorado: - Ahora por favor explícame quien ese tal Sorín y por qué viene a verte a estas horas de la noche. -

Phoebe sonrió entre dientes, se ajustó aún más la bata con la que envolvía su cuerpo y caminó lentamente hacia Bryan mirándolo como un gato que ha descubierto algo interesante: - ¿Acaso estás celoso? - Preguntó.

- Un cretino de cuarta viene a fastidiarme justo cuando estaba a punto de tomar un baño, para visitar a mi novia. - Respondió Bryan poniendo los ojos en blanco: - No contento con ello, tiene el descaro de interrogarme, me insulta, trata de deshacerse de mí y encima rompe la puerta e intenta matarme… ¡Claro que estoy celoso! ¡También estoy muy indignado y con ganas de matar a alguien! -

- ¡¿No confías en mí?! - Le preguntó Phoebe fingiendo que se sentía ofendida, pero se notaba que apenas podía contener las ganas de reír.

- No confío ni en mí mismo, querida. - Respondió Bryan pragmáticamente: - De hecho, yo no confío en nadie. Solo me importa la causa y el efecto. Es absurdo poner la fe en las personas, porque todos somos de carne y por lo tanto falibles. Pero es suficiente de filosofía. ¡Dime de una vez quién es ese aspirante a fiambre! -

Phoebe soltó una adorable carcajada y tomó suavemente de la mano a Bryan para llevárselo hasta una de las sillas, donde lo hizo acomodarse. Luego ella se sentó directamente en sus rodillas con un ágil movimiento y comenzó a acariciarle la barbilla con su mano, consiguiendo de este modo que gran parte de la ira de Bryan menguase temporalmente.

Después de haber amansado a la bestia con sus encantos, Phoebe comenzó a explicar: - La primera vez que vi a Sorin, fue cuando me detuve unos instantes a hacer un negocio con su antiguo líder. En ese entonces él todavía no era muy importante dentro del Falce Segador. Pero quedó prendado de mí. Nunca le he dado motivos para entender que podría haber algo entre nosotros, pero aun así siempre intenta perseguirme. Sé que está enamorado, pero como nunca me he quedado demasiado tiempo en el Valle del Sol, no le di la mayor importancia. Honestamente, estaba segura de que su imprudencia natural ya le habría causado la muerte hace años. Nunca esperé que se convirtiese en Archimago. -

- Las cucarachas no mueren con facilidad. - Respondió Bryan resoplando.

- Esta bien, no te enojes. - Dijo Phoebe tan dulce como la miel silvestre: - En la mañana encontraré algún momento para explicarle las cosas; así no te molestará en el futuro. -

- Sería inútil, querida. -  Respondió Bryan sin dejar de corresponder a sus caricias, pero mostrando con una expresión severa que no daba pie a réplica: - Tú estabas detrás de la puerta y no llegaste a ver la forma en que me miraba. Por eso no lo entiendes. Él intentará matarme sin importar lo que nadie le diga, porque es esa clase de persona. Su vanidad le importa más que cualquier otra cosa. Además, él te desea a ti y nunca me perdonará por haberme encontrado tan cerca.

¿Y yo? ¿Acaso crees que me estimo tan poco, como para permitir que alguien me insulte e intente matarme en frente de mi novia? ¿De verdad crees que voy a dejarlo irse así, riéndose en mi cara, como si estuviese teniendo compasión de mí? ¡¿Qué clase de hombre crees que soy?! -

Phoebe se dio cuenta entonces de que Bryan estaba hablando muy en serio. Y asustada por su seguridad intentó persuadirlo: - ¡Pero Sorin tiene a su disposición al segundo grupo mercenario del Valle del Sol! ¡Y está relacionado con el Templo de Idramón! ¡Sé que eres valeroso! ¡No necesitas probarle nada a nadie! -

- ¡Yo no soy ningún monigote pusilánime! - Exclamó Bryan y sus ojos parecieron relampaguear de ira: - ¡Si tú y yo vamos a estar juntos, por lo menos debo defender mi dignidad! ¡¿Acaso ese imbécil será el último pretendiente celoso que intentará deshacerse de mí para tenerte a su lado?! ¡¿Cómo puedo decir que soy tu hombre y que tú eres mi mujer, si ahora retrocedo ante el primero que intenta avasallarme para tenerte a ti?! -

- Pero… -

- ¡Las palabras están de más! - La cortó Bryan tajante: - Los dos ahora tenemos sangre en nuestras venas que deseamos ver derramada. ¡Y te garantizo que no me detendré hasta haber visto correr la suya! -

En ese momento Phoebe entendió que Bryan tenía razón. Si el conflicto entre ambos hubiese sido por cualquier otra cosa, Bryan podría haber retrocedido, buscado otra solución o incluso escapado. Pues, aunque era orgulloso, no llegaba al punto de ser tan terco como para meterse en una pelea a muerte sin necesidad. Pero ahora ella era su mujer. Y él era su hombre. Si insistía en que no pelease con Sorín, estaría pidiéndole que se humillase de un modo inconcebible. ¿Qué clase de hombre se oculta detrás de su novia, mientras que ella va a pedirle a su rival en el amor que por favor no lo lastime? ¡Ella ni siquiera podía ofrecerle su ayuda en la batalla, porque eso también sería un insulto para el honor de Bryan!

- ¡Perdóname! ¡Esto es mi culpa! - Dijo Phoebe mirándolo muy arrepentida: - ¡Debí haberle dejado claro que no me interesaba en el momento que supe de su interés! -

- Nada es tu culpa. No podías saber el futuro. - Respondió Bryan sin mirarla.

Mientras él proclamaba su venganza, había estado mostrando una expresión severa y determinada. Pero en ningún momento rechazó las caricias de Phoebe o hizo algún ademán para alejarla. De este modo quería decirle que no la responsabilizaba y que su enojo era exclusivamente para Sorin y nunca para ella. Aun así, seguía mirando hacia el frente, pero en realidad estaba pensando en todas las formas en las que podía proceder.

Phoebe era una espadachina, así que entendía bien sobre las cuestiones del honor, por eso decidió guardar silencio y se acurrucó contra el pecho de Bryan. Entonces cerró los ojos mientras lo abrazaba, como si intentase trasmitirle sin palabras lo mucho que lo quería y deseaba que estuviese a salvo. Ambos continuaron así, hasta que la posadera volvió para indicarles que sus nuevos alojamientos ya estaban listos.

Entonces Bryan se levantó cargando a Phoebe como si fuese una princesa. Así la llevó suavemente hasta unos aposentos que eran prácticamente iguales al anterior. Con mucho cuidado abrió la puerta de uno de los cuartos y depositó a la espadachina en la cama, deseándole buenas noches con un beso en la frente.

Esta vez Bryan no intentó seducirla en modo alguno, sino que se apresuró a retirarse. Esto era porque todos sus pensamientos estaban fijos en el desafío que tenía por delante. Era en esos momentos de profunda concentración, que Bryan se veía más atractivo. Y si lo hubiese pedido, seguramente Phoebe no habría opuesto a ninguno de sus avances. Ella incluso lo deseaba. Pero la espadachina sabía que en ese momento tenía que ser un apoyo para su novio y no una distracción. Así que permaneció en silencio, guardando en su corazón todas sus preocupaciones, anhelos y temores, para no perturbar sus pensamientos.

Pero para su sorpresa, fue Bryan mismo interrumpió su cadena de pensamientos, y se detuvo un momento en el umbral de la puerta para decirle unas palabras tranquilizadoras, que no tenían el menor atisbo de temor:

- No te preocupes por mí, querida Phoebe. Me ocupare de este asunto paso a paso y al final venceré. Eso tenlo por seguro. Porque sé que el premio será yacer a tu lado. -

Y tras decir esa última frase que hizo saltar de emoción al corazón de Phoebe, se retiró apresuradamente.

Phoebe era una espadachina, así que entendía bien sobre las cuestiones del honor, por eso decidió guardar silencio y se acurrucó contra el pecho de Bryan.

Nota del Traductor

Hola a todos, soy acabcor de Perú. Hoy es 29 de junio y el Fraude electoral a favor de Pedro Castillo continúa inexorable. Su candidata a vicepresidenta recibió ayer nade menos que 9,000 soles en sueldo por pertenecer a la Reniec, un organismo del estado, lo cual es chistoso, porque según nuestras leyes… ¡Es ilegal ser candidato en un partido político y al mismo tiempo ser miembro de ningún organismo estatal! Pero el Jurado Nacional de elecciones lo ignoró olímpicamente, sin embargo, sacaron candidatos de campaña porque su nombre no estaba bien escrito en un diploma de hace veinte años. Una raya más al tigre de corrupción que hay en el partido comunista que irónicamente se llama “Perú Libre”.

Bueno, en este episodio me inspiré muchísimo en el Conde de Montecristo de Alejandro Dumas y su icónico duelo con Alberto de Morcef. Las expresiones usadas por Bryan para razonar con Phoebe se parecen mucho a las empleadas en esos diálogos.

De hecho, a mitad siglo 17 se batían por cualquier cosa, porque no hacerlo implicaba que te desafiarían aún más. Si uno tenía fama de ser cobarde, ninguna chica quería casarse contigo, nadie quería hacer negocios con un cobarde, nadie quería ser amigo de un cobarde. De ahí la frase: “Nada atrae más duelos, que uno sin realizarse.”

Esta forma de darle una importancia al honor y la reputación, que casi rayaba en la obsesión, era típica de las sociedades antiguas. Quise reflejar algo de esta realidad en este capítulo: Phoebe podría unirse con Bryan para matar a Sorin, pudo hacerlo en ese mismo momento, pero eligió proteger primero la reputación de Bryan. Eso era algo evidente para todos los hombres y mujeres de esos tiempos.

De hecho, en Japón de ese mismo tiempo pasaba algo similar. Se decía que una buena mujer debía proteger por sobre todo el honor de sus maridos. Tanto así que muchas elegían suicidarse tras su muerte, para que ni siquiera pudiera existir la idea de una marcha en su reputación. Claro que en su caso era todavía más severo, porque los Orientales… bueno, en su mayoría son extremadamente machistas. Y lo son de verdad. No hablo de esa tontería ficticia del Patriarcado, que denuncian algunos movimientos feministas. ¡Quisiera verlas intentar protestar en China, Irak o Japón, como sí se atreven a hacerlo en Occidente!

Bueno eso es todo por el momento. Si les gustó este capítulo por favor compártanlo para que más personas lo conozcan, dejen su opinión en los comentarios y por favor patrocínenme en mi cuenta Patreon si es posible, porque el precio de todos los productos está subiendo por momentos.


Nos vemos en el siguiente capítulo.