344 La Caída de Elena Teia

Elena Teia recorrió la distancia entre el Monte Ida y el Campo de Sangre en muy poco tiempo, dejando tras de sí una estela de fuego similar a la de una estrella fugaz. Cuando aterrizó, automáticamente expulsó una llama dorada como contramedida para cualquier trampa que Bryan pudiese haber dejado en el suelo y por eso la tierra a su alrededor tembló. Pero eso no era todo, la Archimaga ya venía con ambas manos extendidas y dos grandes bolas de fuego dorado concentrado con intensidad, listas para dispararlas al primer instante

De modo que cuando vio a Bryan sentado con aparente tranquilidad, sobre un grupo de piedras amontonadas y sonriéndole de un modo descarado, Elena no dijo nada y disparó directamente, sin pensar en otra cosa que destruir a su enemigo. Las bolas de fuego estaban a mitad de camino, cuando de pronto fueron partidas por la mitad por lo que parecían ser ráfagas cortantes de energía purpúrea. En realidad, se trataba del conjuro de Fuego Glacial Místico, pero esta vez Bryan lo había reforzado con la energía que reunida utilizando Deimos, de manera que su velocidad aumentó considerablemente.

Aunque divididas, las esferas de fuego alcanzaron su destino, pero con un poder reducido. Bryan ya se había movido a un lado tras lanzar sus cortes y ahora blandía la espada de Ilo Tros, lanzando tajos llenos de energía contra Elena. Sorprendida, Elena tuvo que usar sus alas de Fénix para esquivar rápidamente. Bryan se movía demasiado rápido alrededor suyo, así que la Archimaga de Fuego utilizó su visión térmica para seguirlo. Sin embargo, su enemigo era un borrón anaranjado, circundándola como un tiburón hambriento, arrojando tajos letales a gran velocidad. Elena tenía que emplear toda su concentración solo para no perderlo de vista y bloquear sus ataques, sin darse cuenta de que Bryan la estaba conduciendo hacia un determinado lugar, en donde no vería el peligro hasta que fuese demasiado tarde

- ¡Cuidado, hermana menor! -

Elena sintió cómo varias entidades se acercaban a toda prisa. La sensación era helada y opresiva, como una marea oscura que invadía su espacio. No podía verlas porque ninguno de ellos emitía calor corporal, así que tuvo que desactivar su hechizo de Clarividencia Ígnea, lo cual le hizo perder preciosos segundos en reaccionar.

Cuando finalmente recuperó la visión normal, se encontró con una visión aterradora: estaba rodeada por cientos de cadáveres vestidos como guerreros hoplitas. La luz del fuego que el propio cuerpo de la Archimaga proyectaba arrojaba sombras grotescas sobre sus figuras destrozadas, producto del cruento combate de aquel día. A medida que se acercaban, la sensación de terror no dejaba de incrementarse. Muchos de los escudos que los muertos vivientes portaban llevaban los emblemas de su propia ciudad, e incluso creyó reconocer a algunos conocidos entre las caras desfiguradas y los cuerpos mutilados. La muerte les había despojado de su humanidad, pero sus rostros conservaban una expresión de dolor y rencor, como si el sufrimiento del momento de su muerte aún los atormentara.

Elena descubre que está rodeada de Muertos Vivientes

Elena sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Era como si los soldados caídos durante la batalla hubiesen regresado desde el inframundo para vengarse de ella y reclamar su alma como pago por la derrota y sus propias muertes. Los cadáveres avanzaban lentamente, con movimientos torpes pero decididos, sus ojos resplandecientes fijos en ella, llenos de una ira espectral.

- ¿Crees que el fuego puede protegerte de la muerte? - Dijo entonces Bryan, que estaba escondido entre los grupos de cadáveres que acababan de levantarse: - Tal vez tu Fénix pueda… ¿Pero tú? -

Bryan había controlado el hechizo de Resurrección de Cadáveres para que los muertos no se levantaran hasta que él diera la orden. Si Elena no hubiese estado tan concentrada en él, tal vez habría notado algo extraño en los cuerpos esparcidos por el campo de batalla. Bryan incluso reveló deliberadamente parte de la energía que había acumulado con Deimos desde el principio, para que la Archimaga asumiera que ese era el resultado del remolino de energía mágica que se introdujo en los cadáveres. Afortunadamente, tuvo éxito. Luego, simplemente se ocupó de llevarla hacia un lugar donde hubiese más muertos reunidos, principalmente del bando de la ciudad de Helénica, todo para maximizar el impacto psicológico.

Funcionó de maravilla.

Elena comenzó a gritar asustada e inmediatamente arrojó conjuros de fuego a su alrededor para destruir a los Muertos Vivientes. Pero estaban demasiado cerca, y muchos de ellos habían sido Caballeros de la Tierra en vida, con cuerpos más resistentes que las personas normales incluso sin Aura de Batalla. Además, llevaban sus armaduras de lujo, especialmente el poderoso Hoplón.

Bryan, oculto entre los cadáveres, disfrutaba del caos que había desatado. Elena estaba en un frenesí tan profundo que casi no podía pensar, atacando en múltiples direcciones sin siquiera considerar la posibilidad de alejarse volando. El sonido de la voz del Fénix llegaba a sus oídos, pero apenas podía distinguir lo que decía entre las explosiones que provocaba.

- Míralos bien, Elena. No, mejor dicho, Arconte Teia. - Susurró, aunque sabía que ella no podía escucharlo: - Ellos eran tus compañeros, tus protectores. Ahora, son mis soldados. ¿Y por qué? Porque fracasaste. Cada cadáver aquí es un testimonio de tu fracaso. -

Sonrió con una extraña mezcla de tristeza y burla, una burla dirigida tanto hacia ella como hacia sí mismo.

- Esa es precisamente la debilidad de una genio como tú. Los genios no están acostumbrados a fracasar. Por eso viniste directamente a por mí, un enemigo al que no conocías, en lugar de quedarte con tus soldados para asegurar la retirada. ¡No había ni una pizca de miedo en tus ojos cuando me atacaste! - Observó cómo Elena lanzaba llamaradas frenéticas contra los muertos, que avanzaban implacablemente, impulsados por la voluntad de Bryan: - ¿Y por qué ibas a tener miedo? ¡Todavía no habías perdido lo suficiente como para tener miedo! -

Los ataques de Elena eran poderosos y convertían muchos cadáveres en cenizas, pero no era ni de lejos tan efectiva como había sido hasta ese momento. De haber estado calmada, la Archimaga podría haberlos destruido todos en dos o tres ataques, más aún porque poseía las llamas purificadoras de la Fénix. En lugar de eso, arrojaba llamaradas en línea recta como el aliento de un dragón. Sin embargo, los muertos vivientes recibían todos los beneficios del Dominio Necromántico y podían emular algunas tácticas de batalla de cuando estaban vivos, aunque de manera inferior. Aun así, era suficiente para esquivar este tipo de conjuros.

La lucha continuaba, pero Bryan sabía que ya había ganado. No importaba cuántos cadáveres destruyera Elena; siempre llegaban más. Y con cada momento que pasaba, su espíritu se quebraba un poco más bajo el peso del horror y la desesperación.

"Es hora de terminar con esto." Pensó Bryan mientras examinaba la Espada de los Reyes Alados en sus manos. El mithril de la hoja era un material que repelía la magia de forma natural, por lo que Bryan normalmente preferiría utilizarlo en una armadura antes que en una espada. Los espadachines mágicos, como Candice o él mismo, eran bastante raros, así que los armeros casi nunca se planteaban diseñar espadas compatibles con la magia.

Sin embargo, la energía reunida por Deimos no era mágica en sí misma, sino el resultado del conjuro, por lo que el metal encantado no la rechazaba. Lo que Bryan estaba haciendo era imbuir primero el mithril con energía pura y luego rodeaba la superficie de la hoja con Fuego Glacial Místico antes de lanzar una ráfaga, sin que la llama llegara a tocarla. Aun así, la forma en que estaba usando aquella espada ya había provocado que varias de las piedras preciosas se cayesen y las decoraciones doradas añadidas ahora estaban arruinadas. Por suerte, el cuerpo del arma parecía capaz de aguantar un poco más.

Bryan preparándose para dar el golpe final

En el centro de un círculo de llamaradas y explosiones se encontraba Elena Teia, atacando frenéticamente en todas las direcciones, cuando repentinamente, Bryan desató todo el poder de su Esencia Mágica junto con la energía acumulada por Deimos. Su apariencia se volvió aterradora y el área a su alrededor adquirió una tonalidad carmesí como la sangre. Con un terrible rugido, Bryan saltó con todas sus fuerzas y descargó una ráfaga de fuego púrpura que cayó sobre Elena como una ola de energía congelante.

Elena reaccionó instintivamente, conjurando un poderoso fuego que se elevó contra Bryan. El choque de energías opuestas provocó una explosión de luz y sonido, que desapareció rápidamente cuando ambos poderes se neutralizaron mutuamente. Sin embargo, Bryan no había terminado. Acto seguido, utilizó la terrible magia de Alecto, un hechizo demoníaco que provocaba un intenso sentimiento de terror en su objetivo.

Ahora bien, sin el Desgarrador Sombrío como medio, Bryan solo podía usar todo el poder de esta magia en una sola persona. Además, tenía que tener un cierto conocimiento psicológico del individuo al cual iba a atacar para poder utilizar al máximo este hechizo. Debido a esto, desde que perdió su arma mágica, había usado este poder a plena potencia en contadas ocasiones, como sucedió con aquel inútil Pretor que se atrevió a desafiarlo. En cambio, con la mayoría de sus oponentes, se limitaba a enviar pulsaciones de miedo, suficientes para desestabilizarlos y hacerlos vacilar. Eso había hecho con Elena al principio de la batalla.

Pero ahora que se estaba jugando la vida, Bryan no se contuvo y desató el poder de Alecto a su máxima capacidad. El hechizo resultó muy efectivo porque después de tanto tiempo combatiendo, Bryan había deducido algunos aspectos cruciales de la mente de Elena Teia. Esta comprensión hacía su magia mucho más letal, especialmente porque su adversaria estaba en un estado mental alterado. Además, Elena se había obsesionado con los aspectos destructivos de la magia de fuego, descuidando otras áreas más sutiles pero igualmente esenciales, como las defensas mentales.

Elena soltó un grito espantoso, lleno de miedo y desesperación, llevándose las manos a la cabeza como si intentara arrancar de su mente los sentimientos de horror y desesperación que la consumían. En ese instante, varios de sus conjuros se desvanecieron, dispersándose en el aire debido a la abrumadora pérdida de concentración.

Sin embargo, Elena aún se mantenía en un estado superior como Cuasi Suprema. Incluso en ese estado, las llamas respondieron a su voluntad, envolviendo su cuerpo para defenderla del ataque inminente de Bryan, quien luego de aterrizar cerca suyo se aproximaba con determinación. Aunque las llamas no podían protegerla de un ataque mental, sí podían infligir daño al conjurador. Si Bryan no hubiera rodeado su cuerpo con energía pura, habría sufrido graves heridas. Afortunadamente, no fue el caso. Aun mientras consumía gran parte de su Esencia Mágica para mantener los efectos de Deimos y Alecto a su máxima capacidad, también tuvo tiempo de utilizar un último conjuro.

- ¡Agonía del Alma! -

Llamas negras surgieron en la mano de Bryan, creciendo rápidamente hasta envolver todo el cuerpo de Elena Teia, aumentando su intensidad con cada segundo. La Archimaga no mostró signos de daño físico, pues este era un ataque puramente espiritual, una de las magias ofensivas más básicas que aprendían los necromantes. Sin embargo, contrariamente a lo que cualquiera esperaría, el grito de terror de Elena se transformó en uno de dolor intenso, como el aullido de una bestia mortalmente herida. Era un sonido que helaría la sangre de cualquier Helénico que la conociese. Nunca en su vida había gritado con tanta fuerza, y el eco de su agonía resonó como una maldición en la atmósfera.

Una regla fundamental de la magia era que incluso los conjuros más elementales, propios de los Aprendices, podían adquirir una intensidad mucho mayor cuando los usaban magos con niveles más altos. El poder de una Bola de Fuego lanzada por un Gran Mago siempre sería superior al de un Licenciado. Sin embargo, debido a su amplio repertorio de magias avanzadas, no era común que los magos de rango superior recurrieran a hechizos elementales, salvo cuando estaban instruyendo a otros.

Además, para Bryan, el conjuro de "Agonía del Alma" tenía un significado muy especial. Fue la primera magia que experimentó en carne propia desde que transmigró a este mundo, y debido a un inesperado resultado del choque de este poder con su Esencia Mágica, obtuvo la capacidad de utilizar Necromancia. Por esto, había desarrollado una maestría particular con este hechizo, que resultaba perfecto para lo que necesitaba en ese momento: atacar directamente el alma de Elena Teia, porque estaba seguro de que ahí radicaba el nexo de su fusión con el Fénix.

Su apuesta funcionó. Después de unos segundos de gritos desgarradores, el cuerpo de la Archimaga se desplomó en el suelo, completamente inconsciente. Bryan tomó la espada de Ilo Tros con ambas manos y dirigió la punta justo al centro de su pecho, donde su visión espiritual le revelaba el núcleo de la criatura. De esta manera finalmente acabaría con su enemiga.

- ¡No! - Gritó una voz desde el interior de Elena.

Repentinamente, intensas llamas brotaron del cuerpo inerte de la Archimaga. Por un instante, Bryan temió que Elena se hubiese recuperado, pero pronto se dio cuenta de que era la criatura en el interior de su cuerpo, resistiendo desesperadamente en un último intento por salvarla. Bryan maldijo y soportó el calor abrasador de las llamas doradas mientras ponía todas sus fuerzas en empujar la espada hacia su víctima.

A pesar de que su cuerpo estaba protegido por la energía reunida por Deimos, los guantes que llevaba se convirtieron en cenizas al instante y la piel de sus manos comenzó a arder en llamas. El dolor era agónico, pero la determinación en los ojos de Bryan no menguaba. Con cada paso hacia adelante, la punta de su espada avanzaba lentamente, acercándose inexorablemente a atravesar a Elena Teia.

- ¡Detente ahora mismo! ¡Te lo ordeno! - Gritó la voz del Fénix.

Pero Bryan ignoró por completo la orden y siguió empujando la espada, hasta que la punta estuvo a centímetros de la piel de Elena.

En ese momento, ocurrió una reacción mágica y unas garras doradas se cerraron alrededor de la Espada de los Reyes Alados, deteniéndola en su lugar. Ante este inesperado desarrollo, Bryan soltó la espada y retrocedió rápidamente, preparándose para un inminente ataque. Sin embargo, pronto sonrió al darse cuenta de que había triunfado.

La Fénix se había separado de Elena Teia.

Ahora la temible criatura de nivel I no presentaba heridas visibles, pero el brillo sobrenatural de sus plumas estaba notablemente apagado. Era evidente que experimentaba un intenso malestar; su cabeza caía pesadamente y sus alas eran su único sostén, pues sus patas habían perdido la fuerza para mantener su propio peso. Naturalmente, tampoco podía sostener la Espada de los Reyes Alados, la cual acabó rodando por el suelo a su lado.

Era muy triste ver a una criatura tan majestuosa en semejante estado, así que Bryan pensó en matarla inmediatamente para aprovechar su núcleo, pero entonces recordó la leyenda del Ave Fénix y su capacidad para renacer inmediatamente después de la muerte.

Quizás le haga un favor si la mato ahora. No puedo arriesgarme.

- Te ves bastante mal, pajarraco. Así que estas son las consecuencias de esa extraña fusión, al menos para ti. Dime, ¿siempre quedas en tan mal estado después de combinarte con Elena Teia, o el motivo de que ahora te parezcas a una gallina a la parrilla se debe a que las he obligado a separarse a la fuerza? - Comentó Bryan con una sonrisa, acercándose lentamente con aparente calma. Sin embargo, su verdadera intención era posicionarse mejor para lanzar un ataque contra el cuerpo inconsciente de Elena, que ahora yacía a unos cinco metros del fénix.

La criatura apretó los ojos con fuerza por un momento, intentando recordar sin éxito cuándo fue la última vez en los últimos milenios que alguien le había hablado de manera tan irrespetuosa. Sin embargo, tantos años de experiencia no eran en vano. Rápidamente se dio cuenta de los planes de Bryan y soltó un terrible graznido.

- ¡No te atrevas a matar a mi hermana menor! -

- Creo que no estás en posición de decirme qué puedo o no puedo hacer, pollo asado. - Respondió Bryan de inmediato, señalando a Elena con su espada: - Esa mujer allí ha enviado tropas para invadir el territorio del Imperio Itálico muchas veces, así que no tengo ninguna intención de dejarla vivir. Puedes llamarlo Justicia Divina. -

- ¡Ustedes fueron los que invadieron primero Odisea! -

- Bueno, podemos llamarlo Diferencias Irreconciliables, si lo prefieres. - Se corrigió Bryan, cancelando la Resurrección de Cadáveres para no gastar tanta magia, aunque mantuvo el Dominio Necromántico por si acaso, no fuera que el poder del sol ayudase a la Fénix a recuperarse o a atacarlo de alguna manera: - El caso es que ustedes dos son mis enemigas y yo siempre mato a los enemigos que tengo a mi merced. Bueno, supongo que eres una excepción porque es imposible quitarte la vida, pero la preciosa cabeza de esa mujer mortal será un lindo adorno en la puerta de mi fortaleza. -

- ¡Eres un maldito! -

- O quizá simplemente la capture y la envíe a Itálica, cargada de cadenas. -

- ¡Si le haces daño, te juro que te perseguiré a ti y a todos tus familiares, amigos y descendientes para siempre! - Gritó la Fénix desesperada.

Pero esas palabras fueron un grave error. Bryan ya era bastante sensible a las amenazas contra las personas que quería, y su primer pensamiento siempre era cómo eliminar en el menor tiempo posible a quienes representasen un peligro para sus seres queridos. Sin embargo, ese ultimátum en particular, proveniente de una criatura inmortal para quien no se trataba de una figura retórica sino de una posibilidad muy concreta, provocó que la intención asesina de Bryan se disparase.

- ¿Te atreves a amenazarme? - Susurró con un tono helado, y la Fénix percibió que aquel joven se había vuelto mucho más peligroso repentinamente: - Ahora me pregunto si es verdad eso de que no puedes morir. ¿Debería intentar matarte cientos o miles de veces para ver si en alguna de esas te quedas muerta? En cualquier caso, primero voy a destripar a tu hermana mortal justo en frente de tus ojos. De ese modo, si no tengo éxito en destruirte, al menos habré conseguido que recuerdes para siempre como la maté dolorosamente por tu culpa. -

Aunque ya lo sospechaba por sus habilidades, por primera vez la Fénix se dio cuenta hasta qué punto Bryan no era un hombre ordinario. Ya había demostrado ser despiadado y astuto durante su enfrentamiento con Elena, pero incluso entonces no había sido algo personal; simplemente cumplía su deber como comandante de una nación enemiga en tiempos de guerra. De hecho, ese era el primer día en que se encontraban en persona.

¿Qué clase de enemigo tan temible sería este hombre para aquellos que han incurrido en su odio visceral? ¡Debo elegir mis palabras con cautela si quiero tener alguna esperanza de salvar a mi hermana!

- Bryan el Necromante, ¿verdad? - Dijo la Fénix, esforzándose por adoptar un tono tranquilo y calmado: - Seguramente entiendes que todo lo que he dicho hasta ahora son palabras nacidas de mi desesperación por preservar la vida de mi hermana menor. Aunque he vivido muchos siglos, son pocas las veces que me he arriesgado a hacer una conexión con uno de los mortales. Para mí, la relación de hermandad que tengo con Elena Teia marcará apenas un instante de mi vida, pero valoro profundamente esos breves momentos y haré cualquier cosa por evitar que termine de un modo sangriento. -

La Fénix hizo una pausa antes de continuar.

- Una vez dicho eso… ¿Qué debo ofrecerte para que nos perdones la vida? -

- Bueno, ahora esto se ha vuelto interesante. - Respondió Bryan, reprimiendo su furia homicida y sonriendo: - ¿Qué exactamente puedes ofrecerme para que los perdone? -

La Fénix soltó un suspiro y un resplandor dorado brilló brevemente sobre su cuerpo, transformándose luego en algo similar a un pequeño remolino de luz. Cuando este desapareció, una majestuosa pluma de oro reposaba en el suelo frente a ella.

- Todo mi cuerpo está vinculado a mi ciclo de muerte y renacimiento. Pero una sola vez cada cien años puedo desprenderme de una de mis plumas, la cual no se desvanecerá. - Explicó la Fénix: - ¡Es un tesoro invaluable para los alquimistas, tanto para pociones como para la creación de armas mágicas! -

Bryan estaba francamente impresionado. Conocía el valor inmenso de esas plumas y casi saltó de alegría mientras se apresuraba a guardarla en su Anillo Espacial. De paso también aprovechó recoger la espada que pertenecía a Ilo Tros, pensando que podría serle útil en el futuro. Una vez que se sintió seguro, asintió amablemente.

- ¡Muchas gracias por esto! -

La Fénix asintió y estaba a punto de moverse para llevarse a Elena, cuando repentinamente una Lanza de Hueso llegó volando para clavarse firmemente en la tierra, cortándole el paso e indicándole claramente que se detuviera.

- ¿A dónde crees que vas? -

La Fénix volteó la cabeza para mirarlo como si no comprendiera, luego respondió:

- Me estoy llevando a mi hermana menor... -

- No seas ridícula, aún no has pagado por ella. - La interrumpió Bryan.

- ¿Qué? -

- Me diste una Pluma de Fénix, un recurso invaluable. Pero eso solo paga el precio por perdonarte a ti. - Dijo Bryan como si estuviera explicando algo obvio: - Aún no me has pagado el precio por tu hermana menor. -

- ¿De qué estás hablando? ¡Yo no necesito que me dejes ir! ¡Incluso si me matas, simplemente reviviré! -

- Lo que has pagado es mi perdón por la amenaza que me hiciste antes. Y únicamente lo acepté porque te has retractado inmediatamente. - Puntualizó Bryan con una expresión aparentemente amable, pero que ocultaba claramente una gran hostilidad: - Y en realidad, te salió bastante barato, así que deberías estar feliz. ¡Ahora paga el precio por tu hermana menor! -

- ¡Ya no tengo nada más que darte! - Exclamó la Fénix.

- Pues qué pena. Liberar a Elena Teia me costaría muchísimo: es la líder de una ciudad enemiga, una Archimaga poderosísima y una belleza excepcional... ¡Ella es en sí misma un gran trofeo de guerra al que me estás pidiendo que renuncie! - Continuó Bryan.

- ¡Eso no…! -

- Además, todavía tengo que tener en cuenta todos los crímenes que tu hermana menor ha cometido contra la Provincia de Valderán durante todos estos años de saqueos. - La volvió a Interrumpir Bryan.

- ¡Ella nunca dirigió un saqueo en tu territorio! - Objetó la Fénix.

- Pero sus soldados lo hicieron en su nombre, así que el crimen es finalmente suyo. - Respondió Bryan encogiéndose de hombros: - Si las cosas fueran al revés y yo estuviera indefenso, ¿me dejaría ir tu hermana? -

La Fénix pensó: "¡Por supuesto que no! ¡Ella ni siquiera dejaría un cuerpo para enterrar y te convertiría en cenizas!", aunque no lo expresó en voz alta.

- Oye, no soy irracional. No pienso culparla por todos los saqueos que Helénica ha cometido en mi provincia desde el principio. - Añadió Bryan con una expresión digna del más despiadado estafador, comenzando a enumerar: - Pero sí espero que primero me pague con intereses por todos los saqueos que sus hombres han cometido desde que ella asumió el control de la ciudad. En segundo lugar, quiero las compensaciones de guerra por mi victoria de hoy. Y por supuesto, un tercer pago que sea el equivalente al valor de la vida de Elena Teia… ¿Cuánto crees que vale últimamente en el mercado una genio Archimaga con habilidades de liderazgo, miembro de la clase superior de su ciudad estado y que es capaz de convertirse temporalmente en una Cuasi Suprema? -

- ¡Estás aprovechándote de nosotras! - Lloró prácticamente la Fénix, bajando la cabeza.

- Es algo fundamental en los negocios… No, mejor dicho, es el simple derecho que tiene el vencedor de exigir lo que quiere al vencido. - Respondió Bryan despiadadamente, haciendo algunos cálculos rápidamente: - Creo que tres millones de monedas de oro está dentro de lo razonable. -

- ¿Qué? ¿Lo que quieres es oro? - Preguntó la Fénix levantándose repentinamente, como si estuviera animada: - ¡Entonces no hay problema! Pensé que me pedirías otra pluma o un tesoro semejante, lo que es casi imposible de conseguir. Pero si lo que quieres es oro, entonces es muy sencillo. -

Bryan levantó una ceja. La suma que le estaban pidiendo equivalía a lo que el Imperio Itálico gastaría para movilizar y mantener activas diez legiones durante un año. Era, básicamente, el equivalente a cinco años de sueldos para las Legiones Malditas, incluyendo comida, equipamiento como tiendas de campaña, ropa, frazadas, calzado, herramientas de construcción, armas y armaduras, además del salario. Sin embargo, esta fénix aseguraba que no tendría problema en reunir ese dinero.

Sé que Helénica es muy rica… ¿Pero puede realmente una Ciudad Estado permitirse soltar esa cantidad de dinero de una sola vez?” Pensó incrédulo Bryan, y preguntó:

- ¿No es un problema entonces? ¿Puedes hablar por tu ciudad? -

- ¡Por supuesto! Soy su bestia sagrada. Mi palabra tiene mucho peso en la ciudad, y estoy segura de que no me tomará mucho tiempo reunir el oro. - Respondió la Fénix alegremente: - Después de todo, los sacerdotes del templo siempre me regalan cada año algunas vasijas o copas doradas para mostrarme respeto. Y las monedas son esos discos más pequeños hechos del mismo metal, ¿verdad? Seguramente te las darán si yo se los pido. -

En pocas palabras, este pajarraco no tiene ni la más mínima idea del valor del dinero.” Dedujo Bryan asintiendo.

- Ya veo. ¿Entonces tenemos un trato? - Propuso Bryan de todos modos.

- ¡Trato hecho! - Respondió la Fénix: - Espera… ¿Qué estás haciendo? -

La Fénix había bajado la guardia al sentir alivio por haber llegado a un acuerdo. Bryan aprovechó ese momento para acercarse rápidamente y levantar a Elena Teia entre sus brazos.

- Me la quedaré como garantía. - Explicó Bryan rápidamente, al mismo tiempo que finalmente cancelaba el Dominio Necromántico para permitir que la luz del atardecer volviera.

- ¡¿Qué?! ¡Pero te di mi palabra! - Exclamó la Fénix, incapaz de creer lo que escuchaba.

- No hemos acordado cuándo ni dónde me darás el dinero, ¿verdad? No podremos hacerlo hasta que hables con tu gente - Dijo Bryan con tono práctico: - El día que me pagues, la devolveré. Mientras tanto, la mantendré como mi invitada para evitar negociaciones tediosas. -

- ¡Pero…! -

- No temas, no le haré daño - Dijo Bryan, sonriendo: - Aparte de sellar sus poderes mágicos, ella no sufrirá ningún inconveniente. Y será libre cuando reciba el dinero. -

- ¿Cómo sé que dices la verdad? -

Bryan suspiró y luego declaró solemnemente: - Juro por todos los dioses ser fiel a este pacto, mientras la tierra no se hunda en el mar, el mar no se sumerja en la tierra y el cielo no caiga sobre nuestras cabezas. -

- ¿Qué juramento es ese? - Preguntó la Fénix, mirándolo confundida.

- El más solemne que conozco. - Respondió Bryan, aunque se estaba riendo por dentro mientras recordaba la última vez que lo pronunció: - Ahora usa esos ojos mágicos que tienes y dime: ¿Acaso he dicho alguna mentira? -

Los ojos de la Fénix poseían el don de detectar las mentiras, y naturalmente vio que Bryan tenía toda la intención de cumplir su palabra. De manera que, después de algunas vacilaciones y más preguntas, finalmente se mostró convencida. Mientras tanto, tal como sospechaba Bryan, el cuerpo de la criatura se revitalizó con los rayos del sol lentamente hasta que estuvo en mejores condiciones.

- ¡Me voy rápidamente para reunir el dinero! - Declaró la fénix, batiendo sus alas con cierta dificultad: - Por favor, recuerda tu promesa.

- Lo juré por mis dioses. - Respondió Bryan: - En cuanto sea satisfecho, la liberaré. -

La Fénix se lo quedó mirando una última vez con algo de reticencia, pero por fin batió sus alas y desapareció rápidamente como una estrella fugaz en dirección a Helénica.

 “Habrá vivido miles de años, pero al final esta Fénix sigue siendo un animal.” Se dijo Bryan moviendo la cabeza con ironía: “¡No puedo creer que sea tan ingenua! Obviamente no será capaz de cumplir su palabra y más adelante eso me servirá como Casus Belli para atacar Helénica dentro de unos años. Aunque claro, primero voy a esperar a que esta se desangre en una lucha interna por la desaparición de su lideresa. Eso también me dará tiempo para pensar en alguna contramedida para lidiar con esa molesta Fénix.

Bryan contemplando el atardecer en el Campo de Sangre

Nota del Traductor

Hola amigos, soy acabcor de Perú y hoy es miércoles 19 de Junio del 2024

¡Por fin terminó la batalla! Para mí, eso es un gran alivio, porque escribir combates fantasiosos es tres o hasta cuatro veces más agotador que cualquier otro tipo de evento. Literalmente escribo un grupo de párrafos, los examino y, a veces, necesito hasta tres días para pensar cómo continuar de manera coherente, seguir la continuidad y, sobre todo, mantener un sentido de realismo. Y es que, contrario a lo que uno podría esperar, la buena fantasía lo es precisamente porque, dentro de su propio mundo, las cosas tienen sentido. Es parecido a cómo la buena ciencia ficción debe tener su base en buena ciencia.

Esta dificultad en escribir se extiende incluso a esta Nota del Autor. Quisiera hablar sobre todo lo que hice en el capítulo y las referencias que hice a otras obras, pero el tiempo transcurrido y el agotamiento hacen que se me olviden, como en el anterior capítulo, donde claramente estaba haciendo una referencia a "God of War" en las palabras que Bryan se dice a sí mismo, y también en todo el combate. Quería que el lector se sintiese como un espectador de una batalla contra un jefe, con errores y aciertos constantes, siguiendo el ritmo del combate hasta que finalmente el protagonista gana.

Ahora, como ya saben, soy alguien que ha disfrutado mucho de franquicias como Star Wars, Jurassic Park, Dragon Ball Z, Neon Genesis Evangelion, Caballeros del Zodiaco, Batman: la Serie Animada, etc. Toda esa representación de los 90. Precisamente porque me gustan tanto, también critiqué esos programas en su momento. Creo que es algo natural: cuando te gusta algo, piensas mucho en ello e inevitablemente encuentras cosas que podrían mejorar. Errores que, de no haberse cometido, habrían hecho la serie un poco mejor. Claro que esto es generalmente un proceso subjetivo y, al final de cuentas, sin importar cuánto discuta uno con los amigos sobre si Jar Jar Binks fue una buena idea, el animalismo en Jurassic Park II, el exceso de complicaciones en Evangelion o la repetición de formato en DBZ, todo esto prueba cuánto nos gustaron esas películas y series.

Sin embargo, en los últimos años, parece que las empresas se han puesto de acuerdo para literalmente destrozar las franquicias que amaba de niño, empeorándolas cada vez más y cometiendo lo que yo no califico como “errores” sino como desastres. No voy a hablar de "The Acolyte" porque el planeta entero ya está cantando los muy merecidos insultos que Disney se merece por lo que el episodio 3 ha significado para la aniquilación de Star Wars, que comenzó a morir oficialmente con la serie Rebels con esos sables de luz estilo espagueti y una trama digna del especial de Navidad que hicieron una vez. Y todos sabemos lo que pasó con Jurassic World e Indiana Jones en los últimos años.

Simplemente, ya no podía soportar ver como destruían mis preciados recuerdos de juventud.

En mi desesperación, recurrí al mundo japonés para refugiarme de los desastres narrativos. Sin embargo, aunque en la última década encontré maravillas como Overlord, One Punch Man y Jujutsu Kaisen entre muchos otros, cuando se trata de antiguas franquicias siendo traídas de vuelta, el resultado parece ser el mismo.

No me atreví a ver Dragon Ball Super porque necesitaba oírla doblada; la voz original de Gokú en japonés es insoportable para mí. Pero, en lo que esperaba, los rumores que escuché me desanimaron por completo de verla. Luego salió Rebuild of Evangelion… y aún no puedo creer lo malo que fue. Reconozco que, a diferencia de "The Acolyte", no TODO su contenido es basura, pero el propósito principal y la esencia de la historia se perdieron por completo, y espero que Hideaki Anno lo sepa y se arrepienta de ello.

Para escapar de la depresión de tantas decepciones, muchas de las referencias que escribo están inspiradas en estas grandes franquicias de los 90 y también en cosas que a mí me hubiese gustado que pasaran. Me refiero a esa época maravillosa en que todavía podíamos hablar con amigos durante horas sobre las series que nos gustaban.

En este caso, tenemos a Elena Teia lista para la batalla. Ella no desea perder el tiempo y simplemente está ahí para aniquilar a su adversario que se ha burlado de ella tres veces y no piensa dejar que lo vuelva a hacer. Pero de repente descubre que está rodeada de muertos vivientes, no cualquier tipo de muertos vivientes, sino soldados de su propia ciudad, todos muertos debido a que han perdido la batalla que ella misma había orquestado. Es como si le restregaran su fracaso y ella todavía no es capaz de procesarlo. No deben olvidar que esta es la primera batalla a gran escala en la que Elena Teia se involucra personalmente. Naturalmente, ha luchado por su vida y ha matado gente antes. También ha ordenado incursiones y otras batallas, aunque no era ella quien las dirigía, sino Patros. Elena es el tipo de persona que se siente mejor luchando ella misma que dirigiendo un ejército. Puede hacerlo porque es una genio y hay pocas cosas que no pueda realizar si se lo propone, pero claramente disfruta mucho más el combate mágico que estar sentada dando instrucciones a otros.

Bryan, por su parte, es todo lo contrario. Ahora mismo tiene habilidades y capacidades mentales sobrehumanas, pero eso es gracias a un desarrollo tormentoso y doloroso. Aun así, fracasó muchas veces y sus errores provocaron la muerte de sus hombres cuando luchaba contra Sigrid Bazán y más recientemente la vergonzosa derrota de sus legiones frente a los bandidos. También hay que agregar su crecimiento personal al enfrentarse a la misión del Jötunn y los cinco demonios que intentaron poseerlo.

Todas estas experiencias, combinadas con su entendimiento del carácter de Elena, le hacen deducir que la mejor opción para derrotarla es destruir su estado mental con una serie de ataques directos a su psicología. Recordemos que, para los antiguos griegos, la mente y el alma son básicamente lo mismo. "Psique", la palabra base de la psicología, significa alma en griego, aunque actualmente muchos psicólogos han perdido completamente el enfoque espiritual en sus tratamientos y se centran solo en los aspectos biológicos. Pero para los efectos de esta historia, Alma y Mente son básicamente lo mismo: el nexo entre el Cuerpo Físico y el Espíritu, así como el pensamiento. El alma es aquello que “anima” los cuerpos y los diferencia de las cosas sin vida.

Por eso, la estrategia de Bryan funciona tanto para desestabilizar a su enemiga como para debilitar su nexo con el fénix y hacer que pierda su poder de Cuasi Suprema: primero la confronta directamente con su fracaso, algo que ella no había tenido tiempo de asimilar porque se marchó inmediatamente a vengarse de Bryan. Además, no es lo mismo escuchar informes de una derrota que ver directamente los cadáveres de tus hombres reclamándote aparentemente por sus muertes. El ver levantarse esos cuerpos debe haber sido realmente espantoso para ella. Luego sufrió el ataque de Alecto, que terminó de destruir cualquier tipo de seguridad mental falsa o imaginaria que aún tuviese para aferrarse a la razón. Esto la dejó en un estado tan debilitado que no encontró formas de defenderse del conjuro de Agonía de Alma reforzado que tenía Bryan, el cual pudo atacar directamente su alma y también su nexo con el ave fénix.

Naturalmente, todo esto es un homenaje a la forma en que el personaje de Asuka de Evangelion fue derrotada cuando sufrió el ataque psíquico de uno de los monstruos y la obligó a revivir los peores recuerdos de su infancia.

Dudé en usar la espada de Ilo Tros en este momento, pero me pareció importante darle una ventaja final a Bryan y quería que el combate final tuviese algunos elementos del protagonista combatiendo. También hay una carga simbólica en que la espada de Ilo Tros fuese la que estuvo a punto de acabar con la vida de Elena, y que esta fuese salvada en el último momento por el Fénix en su interior. Es una alegoría de lo que estaba destinada a ser su vida.

La siguiente parte es básicamente el diálogo entre nuestro protagonista y el ave fénix hembra. Es bastante cómico porque tenemos a una persona experimentada en muchos caminos de la vida y un estafador consumado, enfrentándose a un ser inmortal que posee mucho conocimiento, pero como se ha dicho: una cosa es tener conocimiento y otra muy distinta es tener sabiduría. Pues bueno, uno no puede ser sabio en todos los campos y aunque la fénix conoce mucho, es como una niña cuando se trata de negociar tratados.

Consideren el punto de vista del ave fénix, un ser inmortal que ni siquiera puede ser asesinado. Tal vez incluso podría estar sin comer y no le pasaría nada. Si vieran una criatura así, ¿esperarían que supiese los pormenores de cómo se mueve la economía? No, este fénix puede ser muy versado en magia del fuego y seguramente conoce mucho acerca de los principios de la vida y los valores, pero no necesariamente sobre los asuntos más mundanos. La clave para entender esta realidad comienza a revelarse en el capítulo anterior, donde vemos que tiene suficiente conocimiento sobre la magia para reconocer un conjuro del tipo Dominio, pero no las características del Dominio Necromántico en sí, como si esta fuera la primera vez que lo ve. Todo esto demuestra que, aunque esta ave fénix ha vivido mucho tiempo, seguramente no ha salido de su hogar o de su nido en milenios. La otra prueba está en que la Orden del Manto Oscuro no conocía de la existencia de este fénix, así que podemos deducir que es la primera vez que se le ve fuera de la ciudad en muchísimo tiempo.

En capítulos anteriores, Phoebe afirmó que el imperio gasta trescientas mil monedas de oro en movilizar una Legión. Eso incluye sueldos, comida y todo el equipamiento de los soldados: tiendas de campaña, herramientas, armas y armaduras. El ejército base del Imperio Itálico es de dos legiones. Espero que las matemáticas estén bien hechas porque soy pésimo con eso y le pedí a una IA que las hiciera.

En cuanto a la extorsión, está basada en una escena de un anime llamado Kaze no Stigma, uno de los primeros que vi en japonés cuando todavía usábamos el formato DVD. Lo recuerdo especialmente porque el autor se murió y dejó la historia incompleta, así que nunca sabré cómo se supone que terminaba. Naturalmente, la modifiqué bastante y agregué algunas experiencias personales. Siempre recordaré mi infancia cuando estábamos comiendo pollo frito y quedaba una sola pieza; yo movía sutilmente la mano para tomarla e inmediatamente alguien más colocaba su tenedor encima y me preguntaba sarcásticamente “¿a dónde crees que vas?”. Pensé que sería divertido poner algo parecido y por eso se me ocurrió que Bryan disparase una lanza de hueso justo frente al fénix en el momento en que la pobre se sintiese a salvo.

Estos han sido los aspectos más destacados que valía la pena comentar de este capítulo. Por favor, déjame saber tu opinión en los comentarios: ¿Qué te pareció la forma en que Bryan derrotó a Elena Teia? ¿Hubo alguna parte que te resultara confusa o difícil de seguir? ¿Qué opinas de la interacción entre Bryan y la Fénix en este capítulo? ¿Te pareció bien manejada la tensión? ¿Qué opinas sobre la decisión de Bryan de mantener a Elena como garantía? ¿Hubo algún momento que destacara como tu favorito o menos favorito? ¿Tienes alguna sugerencia para mejorar futuros capítulos?

¡Por cierto! Si este capítulo te ha dejado con ganas de más aventuras y te gustaría apoyar mi labor de escritor (y ayudarme a comprar café para seguir escribiendo), considera patrocinarme a través de mi cuenta en Patreon, Banco BCP o YAPE. Y si encuentras algún error en la trama o alguna falta de ortografía, ¡no dudes en mencionarlo! Prometo que los arreglaré en el menor tiempo posible.

¡Nos vemos en el siguiente capítulo!