286 La mano perdida

Luego de memorizar todos los posibles terrenos de combate, Bryan y Emily abandonaron el Gran Anfiteatro usando una de las rutas señaladas en el mapa del difunto Bestiario. Gracias a esto pudieron retirarse sin ser vistos por la guardia y con relativa seguridad.

Después de eso regresaron al refugio frente al río, donde compartieron un baño juntos y Bryan consiguió quitarse todo rastro de la sangre de Soros. Ambos estaban demasiado agotados como para hacer el amor, así que se quedaron durmiendo juntos, abrazándose hasta la mañana siguiente. Al amanecer se pusieron de acuerdo acerca de varias cosas. Entonces Emily se dirigió hacia el Manto Oscuro para reportar todo lo que había sucedido y entregarles la información sobre Soros el Bestiario y sus espantosos experimentos. Según palabras de ella, muy pronto habría escuadrones de legionarios explorando los túneles del Gran Anfiteatro, así que no era conveniente que ninguno de ellos se acercase a ese lugar.

Bryan por su parte se reunió con Chéster en su carruaje y ambos se dirigieron hacia la mansión privada del Segundo Príncipe Imperial.

- Ahí es donde vive Antonio Augusto, mi señor Bryan. - Dijo el ladrón señalando hacia una gran casa señorial de cuatro pisos que abarcaba un área de 1,100 metros cuadrados: - Pero está más protegido que el nido de un dragón. -

Mansión del Príncipe Antonio

- Si, tiene muchas barreras mágicas. - Respondió Bryan ceñudo: - Por ahora observaremos desde aquí a todos los que entran y salen. -

A primera vista no parecía sencillo infiltrarse.

El edificio tenía varias fachadas, torres y distintos tipos de jardines. Desde donde estaba Bryan podía ver alrededor de dieciséis chimeneas, las cuales le daban una idea de la disposición de los cuartos principales, aunque según lo que Chéster había averiguado la mansión del príncipe tenía un total de sesenta y cinco habitaciones lujosamente decoradas.

 Bryan realmente quería enviar a sus Espectros Oscuros a explorar en su lugar, pero el elevado número de barreras mágicas le hacía dudar. ¿Y si alguna de ellas era capaz de detectarlos? Después de pensarlo bien decidió que era más seguro atravesar él mismo las barreras del perímetro antes de liberar a sus criaturas, solo así podría asegurarse de que no lo viesen.

Lo que sí se permitió hacer fue tener a sus Espectros Oscuros vigilando la periferia y con ellos encontró un punto de acceso perfecto: un trozo de muro que colindaba con un canal de agua que desembocaba en el río. La forma en que estaba construido creaba varias sombras, que dificultaban la vigilia durante la noche.

En cuanto oscureció, Chéster lo ayudó a encontrar y robar un pequeño esquife, apenas lo bastante grande para trasportarlos. Aunque pequeña, la embarcación era increíblemente rápida, y así pudo eludir al único barco que patrullaba. Una vez frente al muro, Bryan despidió a Chéster para ponerse a reptar por la pared silenciosamente, cobijándose bajo las sombras de las rocas cada vez que pasaba el barco patrulla. Podría haber volado, pero no quería arriesgarse a activar alguna de las defensas mágicas.

Afortunadamente tenía una ropa bastante ajustada, un conjunto de camuflaje que Emily había mandado a buscar para él en lugar de su túnica de Archimago, y gracias a esto no tuvo problemas en alcanzar lo alto del muro sin que nadie lo viese. Ahí se encontró con una torre a la que se ingresaba a través de una puerta hundida y no había centinelas.

Bryan probó el pasador. No estaba cerrado, pero eso era precisamente lo que no le gustaba. Daba muy mala espina. Pero no era posible que el Príncipe Antonio supiera que él venía y le hubiese preparado una emboscada. ¿O sí? Finalmente avanzó para abrir la puerta, pero entonces reparó en los gozones oxidados, lo bastante como para despertar a medio palacio con sus chirridos. Afortunadamente aún le quedaban ciertos ingredientes que usaba para cocinar dentro de su Anillo Espacial, entre ellos un pellejo de chancho que usó para engrasar minuciosamente cada una de las bisagras antes de abrir la puerta con sumo cuidado.

De pronto se encontró en un pasadizo de piedra que terminaba en una escalera de caracol. Cuando llegó al final sonrió aliviado, pues había pasado las defensas mágicas y ahora podía liberar a sus Espectros Oscuros.

Ahora Bryan avanzaba rápidamente y con seguridad por los jardines, porque tenía cuatro pares de ojos sobrenaturales explorando el entorno por él. Esto lo ayudó a esquivar a los escasos guardias con facilidad. Después llegó frente al palacio, donde había una puerta de servicio por la que entraban y salían los sirvientes a intervalos. Bryan envió a un Espectro Oscuro a observar adelante y así supo cuando era el mejor momento para entrar.

Una vez dentro de la mansión era mucho más complicado avanzar sin ser visto, pero Bryan ya era un experto en desplazarse en completo silencio y sus criaturas encontraron fácilmente los pasadizos secundarios, los falsos muros, las mirillas y las puertas secretas. No tuvo problemas en avanzar sin ser visto por encima de las cabezas y por detrás de las espaldas de decenas de soldados que en ningún momento notaron que estaba ahí.

Incluso los sirvientes son muy pocos.” Pensaba Bryan preocupado mientras avanzaba muy atento a todo lo que le transmitían sus criaturas: “Para un palacio como este se necesitará al menos trescientos criados, pero no veo ni la mitad de eso. ¿Qué está pasando?

Los aposentos privados del príncipe estaban en el ala oeste, donde seguramente también se encontraba la persona que estaba buscando. Bryan salió de los pasadizos y entró en una habitación de servicio vacía en la base del último tramo de escalones previo a las dependencias reales. Entonces asomó la cabeza al pasillo.

Al final de un largo y ancho corredor había una hermosa puerta enchapada con oro que parecía ser el salón donde el príncipe entretenía a sus invitados, pero dos bárbaros mercenarios armados con lanzas montaban guardia frente a ella. Esa era buena señal porque significaba que Antonio se encontraba en ese lugar. El problema era que, salvo las numerosas puertas y habitaciones de la servidumbre, no había en donde esconderse.

Podría matarlos rápidamente y en silencio.” Pensó Bryan preocupado: “Pero sería como voltear mi propio reloj de arena, porque alguien eventualmente se dará cuenta de que faltan o quizá encuentren los cuerpos…. Mejor buscaré otra ruta.

De modo que retrocedió y volvió a desplazarse por varios pasillos tratando de dar un rodeo, hasta que encontró una segunda puerta con adornos dorados. Ahora se encontraba en una especie de antecámara y las paredes estaban llenas con frescos de mujeres desnudas en posiciones eróticas, así que lo más seguro era que se trataba del harem del príncipe. Sin embargo, los Espectros Oscuros no detectaban ningún movimiento en el interior, así que Bryan avanzó hasta el final sin miramientos y estaba a punto de abrir la segunda puerta, cuando notó algo extraño que le hizo poner una expresión descompuesta.

Después de unos momentos abrió la puerta poco a poco sin hacer ruido, y luego entró.

La habitación estaba llena de mujeres en diversas posturas e inmóviles como estatuas. Una de ellas, desnuda a cuatro patas, sostenía sobre la espalda una tabla de cristal a modo de mesa. Otra, una noble alta a la que Bryan reconocía, pero no lograba asignar un nombre, se erguía de puntillas, estirándose en ademán seductor, con un brazo y una pierna envolviendo un poste de los cuatro que tenía la colosal cama del harem del Príncipe Antonio, la cual estaba en el centro de la habitación, de modo que era posible imaginarlo echándose a dormir todas las noches, mirando ese siniestro espectáculo.

Una joven que Bryan había visto en la fiesta del padre de Lawrence se sentaba en un sillón de orejas con las piernas cruzadas y en camisón. Bryan no sabía nada de ella salvo que cuando la conoció le pareció que era una mujer de mal genio. Su expresión lo demostraba, al igual que su melena desgreñada y la tensión de sus músculos esbeltos.

La mayoría de las mujeres estaban desnudas, y el resto llevaba poca ropa. Dos, de rodillas, sostenían una palangana. Otras dos aguantaban un espejo. Había una esposada a la pared, con un pañuelo al cuello. A Bryan se le cortó la respiración cuando su mente finalmente asimiló que ninguna estaba quieta como una estatua: Sus cuerpos habían sido convertidos en siniestras estatuas.

Esas mujeres habían sido convertidas en siniestras estatuas

Bryan respiró profundamente antes de acercarse y tocar la cara de la joven en la pared. Su piel estaba blanda como la carne viviente, pero su cuerpo estaba frío y no había vida en sus ojos, abiertos y brillantes. Su carne, como la carne de todas aquellas mujeres, había sido inmovilizada mediante algún tipo de magia, para después colocarla en aquella habitación. Como obras de arte.

Al retirar el pañuelo del cuello de la joven, Bryan distinguió las magulladuras que rodeaban su cuello. Apartó la vista. Había dos maneras de morir ahorcado: si uno caía lo bastante, se partía el cuello y fallecía enseguida; si no, se estrangulaba poco a poco. Esta joven había sufrido la variante difícil.

Retrocedió, pero allá adonde mirara encontraba detalles macabros. Las mujeres que llevaban pulseras ocultaban sus muñecas rajadas; los camisones escondían corazones atravesados; las que llevaban más ropa la tenían para disimular las imperfecciones de su taxidermia: eran las que se habían tirado de un balcón y tenían bultos donde no debería haberlos.

Finalmente, Bryan no pudo soportar más esta visión y se tambaleó como un borracho. Comenzó a tener ligeras reminiscencias de los horrores del palacio de Nécora el Putrefacto. Solo que este maldito espectáculo había sido concebido por una mente humana. Necesitaba aire. Iba a vomitar. De modo que avanzó como una exhalación hacia el único lugar que parecía libre de estas horripilantes esculturas.

En ese sitio había cuatro nichos vacíos de tres metros de altura, cada uno con una placa de bronce correspondiente cerca de la base, como lugares reservados para futuras obras de este espantoso arte. El bronce de cada placa estaba limpio salvo el primero, en donde se leía escrito: MI HERMOSÍSIMA GLORIA.

¿Quién será Gloria y a qué deidad del mal habrá ofendido para que este malnacido se fijase en ella?” Pensó Bryan luchando para mantener la calma: “Había escuchado rumores, pero el príncipe Antonio está mucho más enfermo de lo que creí. Quizá debería matarlo ahora mismo. Si, es lo mejor. Le haré un favor al mundo librándonos a todos de este monstruo con piel humana. Lawrence lo entenderá y si no lo hace… ¡que se joda!

Su objetivo original había sido espiar a Vlad Cerrón que se refugiaba en el palacio del príncipe, pero la visión de esas mujeres había desatado la cólera en Bryan. Su primer impulso fue prender fuego a todo ese maldito lugar para que las muertas finalmente descansasen en paz y que sus cuerpos dejasen de ser macabros adornos de ese príncipe degenerado. Pero a pesar de su ira Bryan no perdió la conciencia. Sabía que un incendio llamaría la atención de todos en el palacio mucho más que una docena de muertos. De modo que invocó su Desgarrador Sombrío y lo imbuyó con todo el poder de su conjuro de Fuego Glacial Místico carmesí. Después lo enterró profundamente en el suelo, justo en el centro de la habitación. Ahí lo dejó antes de irse, listo para desatar su poder en el momento en que se lo ordenase, como una bomba cuya explosión él podía controlar.

Después encontró un balcón que daba a un jardín privado, tras el cual podía ver una gran ventana que daba a otra estancia iluminada. Bryan salió y comenzó a flotar entre las sombras de los árboles, avanzando muy lentamente, hasta que estuvo lo más cerca posible. Entonces envió a uno de sus Espectros Oscuros a explorar el interior.

Dos hombres estaban hablando. Uno de ellos era el príncipe Antonio a quien Bryan ahora deseaba matar, el otro debía ser Vlad Cerrón, pues se veía claramente como una persona muy peligrosa y llevaba una espada larga en el cinto. Sin embargo, el antiguo Caballero estaba sentado cómodamente pese a estar en presencia del príncipe, lo cual era una flagrante violación a todos los códigos de etiqueta y se veía bastante discordante.

Vlad Cerrón y el Príncipe Antonio

- ¡Tienes que hacer lo que te digo! - Gritaba Antonio: - ¡Yo te permití regresar aquí para que me sirvieses! -

- Cierra la boca, mocoso engreído. - Respondió Vlad con indiferencia: - Trabajo con tu Tío Abuelo, no para ti. E incluso eso tiene límites. -

- ¡Si te atreves a desafiarme yo voy a… -

- ¿A qué? - Lo interrumpió Vlad Cerrón soltando una carcajada: - Principito, estás en el peligroso territorio en donde sólo te quedan dos potenciales aliados, que somos tu tío y yo. Tu hermano Lucio acaba de despachar a los dos senadores que eran líderes de tu facción, el resto son las ovejas obedientes de tu tío Tiberio. ¿A quién tienes realmente de tu lado? ¿O piensas enviar a esas muñecas cadáveres con las que duermes? -

- Solo necesito matar a Lawrence. - Masculló Antonio: - Entonces podré concentrar mis esfuerzos en Lucio. Pero no puedo llegar hasta Lawrence sin pasar primero por sus perros guardianes, sobre todo el último que ha conseguido. ¡Tienes que matar a Bryan ahora mismo! -

- Por eso digo que eres un estúpido. - Dijo Vlad Cerrón levantándose por fin y abriendo las ventanas: - No tienes empatía, así que no entiendes la naturaleza humana. Pero déjame darte una clase al respecto, principito. -

Entonces dio un aplauso.

Una puerta en el patio se abrió repentinamente y Bryan se agachó entre los arbustos, temiendo haber sido descubierto. Pero resultaron ser sirvientes llevando mesas, comidas y otros enseres apresuradamente, que colocaron en el medio del jardín. Luego se retiraron a toda prisa, como si los persiguieran las furias.

- ¡Deja de darle órdenes a mis sirvientes sin mi permiso! -

- Se han vuelto obedientes. ¿Qué quieres que haga? -

­- ¡Eso es porque no dejas de matarlos! ¡Ya nadie quiere venir a servir aquí, aunque los amenacen, porque creen que igual van a morir! -

- Cierra la boca y mira el espectáculo. - Dijo Vlad con una sonrisa sádica.

Así que por eso hay tan pocos guardias y sirvientes.” Dedujo Bryan, pero Vlad Cerrón continuó hablando y se concentró en escucharlo.

- Tú y yo somos hombres crueles, principito. Quitar una vida es… - Vlad Cerrón se estremeció de éxtasis al rememorarlo: - Mejor. Mejor que cualquiera de los placeres. Pero la principal diferencia entre nosotros es que yo controlo mis apetitos. Y eso es lo que nos hace humanos en vez de esclavos, ¿o no? -

Mientras hablaba, Vlad se estaba poniendo un grueso guante de cuero y al mismo tiempo el rastrillo de la entrada principal iba subiendo. Bryan vio que fuera se habían congregado docenas de andrajosos campesinos. Claramente se trataba de un ritual diario.

- ¿Qué es lo que has estado haciendo en mi casa mientras yo no estaba? - Se quejó Antonio, aunque evidentemente estaba más curiosos que enojado.

Era como un gato degenerado y monstruoso que no podía contener la curiosidad.

- Estos desgraciados son esclavos de sus apetitos. - Respondió Vlad y señaló a los campesinos: - Ten presente lo que digo, principito. Son esclavos, no hombres. -

Los famélicos campesinos de detrás empujaron y los que ocupaban las primeras filas entraron forzados por la presión. Contemplaron el rastrillo con pinchos que tenían encima y luego a al Príncipe Antonio y a Vlad Cerrón, que los observaban desde la ventana. Pero más que nada observaban la comida. Parecían animales, asilvestrados por el hambre.

Una joven fue la primera en atreverse y salió corriendo hacia delante. Cuando hubo dado unos pasos, otros finalmente la siguieron. Había viejos y jóvenes, mujeres y niños; lo único que parecían tener en común era la desesperación.

Sin embargo, Bryan no veía el motivo de su frenesí. Llegaron a la comida y se abalanzaron sobre ella, se llenaron los bolsillos de salchichas y atiborraron sus bocas de exquisiteces tan sabrosas que probablemente les sentarían mal.

Fue entonces cuando uno de los criados ingresó a la habitación y le entregó a Vlad Cerrón una Arbalesta, que es una versión más poderosa de una ballesta, la cual ya estaba tensada y cargada.

- ¿Qué estás haciendo? - Preguntó el Príncipe Antonio.

- Esperar aquí sin hacer nada es aburrido y necesitaba entretenimiento luego de que tus guardias dejaron de desobedecerme. - Se burló Vlad apuntando el arma: - Nunca fui muy bueno con otras armas a parte de mi espada, así que resultó divertido aprender a usar esta. Y ahora me sirve para explicar el punto que deseo aclararte. -

Afuera, los campesinos lo vieron y se dispersaron.

- Verás, principito. Yo mato siguiendo un patrón muy sencillo. - Explicó Vlad mientras pulsaba el disparador y un joven cayó con un virote clavado en la columna vertebral.

Vlad bajó la punta de la Arbalesta, pero en vez de girar la manivela para tensar la cuerda, la agarró con el guante y tiró de ella con su propia fuerza. Por un momento fugaz, el brillo de su Aura de Batalla resplandeció bajo el guante, pero debido al grosor del cuero no se podía apreciar el color. Entonces Vlad volvió a disparar y la joven que había corrido en primer lugar cayó como un fardo.

- Doy de comer a mi pequeño rebaño todos los días. Pero la primera semana del mes, mato el primer día. La segunda semana, el segundo día. Etcétera. - Hizo una pausa mientras alzaba de nuevo la Arbalesta cargada. Disparó y otra mujer cayó cuando un virote le atravesó la cabeza.

- Pero nunca mato a más de cuatro. -

- ¿Y qué tiene eso de especial? - Preguntó Antonio con expresión aburrida. Había disfrutado la primera muerte, pero después dejó de importarle. Era evidente que era un psicópata al que no le importaba el sufrimiento y estaba acostumbrado a cometer actos mucho más terribles como para que este espectáculo le interesase.

- Si deseas ver algo de verdad divertido te llevaré a conocer a mi amigo Soros. - Añadió el Príncipe con un brillo en su mirada: - ¡Eso siempre y cuando prometas obedecerme! -

- Calma, me harás errar el tiro. - Respondió Vlad riendo: - Ahora te explicaré mi punto. -

La mayoría de los campesinos ya había desaparecido, salvo por un anciano que retrocedía muy despacio hacia la puerta, que tenía todavía a treinta pasos. El disparo le alcanzó en la rodilla. Cayó con un grito y empezó a arrastrarse.

- A pesar de que siempre sigo el mismo patrón, los esclavos nunca lo adivinan. Se rigen por sus estómagos, no por sus cerebros. - Vlad esperó a que el anciano llegase a la puerta, erró un tiro, volvió a intentarlo y lo mató: - Ahora presta atención, principito. ¿Ves a ese? -

Bryan vio entrar a un campesino por debajo del rastrillo. Todos los demás habían huido.

- Ese es mi favorito. - Siguió diciendo Vlad: - Es el único que ha descubierto el patrón. -

El hombre entró confiado, saludó a Vlad con la cabeza y después se acercó a la mesa y empezó a comer sin prisas. Al verlo, el Príncipe Antonio levantó una ceja, pero parecía interesado y miró a Vlad en silencio esperando que continuase.

- Por supuesto, podría contárselo a los demás y salvar un puñado de vidas. Pero entonces yo podría cambiar el patrón, y él perdería su ventaja. Es un superviviente, principito. Los supervivientes están dispuestos a hacer sacrificios. - Terminó Vlad mientras le entregaba la Arbalesta y el guante al criado.

Entonces Vlad Cerrón observó al Príncipe Antonio.

- Así pues, la pregunta es: ¿eres tú un superviviente o un esclavo? -

- Entiendo tu punto, no obedecerás solo por ofrecerte cosas. - Respondió Antonio resoplando con desdén: - No quieres ser como esas ovejas. -

- Parece que hay esperanza para ti. - Dijo Vlad sonriendo y volviendo a sentarse.

- ¿Y qué es lo que quiere un sobreviviente como tú para servirme? - Preguntó el Segundo Príncipe sonriendo.

- Quiero muchas cosas. Y las conseguiré con tu ayuda o sin ti. - Respondió Vlad Cerrón riendo: - Puedes ayudarme o puedes ponerte en mi camino. Tú eliges. -

- Elijo ayudarte a cambio de que me ayudes. -

- Muy bien, entonces podemos hablar de negocios. - Dijo Vlad acomodándose cruzando las piernas: - Primero que nada, no te preocupes por Bryan. No tengo que ir a buscarlo porque él vendrá a buscarme a mí. -

- ¿Qué dices? -

- Estuve en el Manto Oscuro y fui Ejecutor, idiota. Sé cómo operan. Es evidente que lo han estado preparando, aumentando su fama, con el fin de enfrentarlo finalmente contra mí. Así que vendrá de todos modos. -

- Ya… veo. -

- Tampoco tienes que negociar conmigo para matarlo, porque de todos modos lo haría, aunque él no me buscase. -

El Príncipe Antonio lo miró curioso. En su escondite Bryan, que observaba todo lo que sucedía con su Espectro Oscuro, también se extrañó de oírlo hablar de ese modo.

- ¿Tienes algo en contra de Bryan? -

- No, nunca lo he visto. - Respondió Vlad Cerrón con tono pragmático: - Pero matarlo es un paso necesario para lograr mi objetivo. -

- ¡¿Podrías decirme de una maldita vez qué es lo que quieres?! -

- Quiero vengarme de Cyrano Constantino. - Confesó finalmente Cerrón: - Es por eso que estuve entrenando durante todos estos años. -

- ¿Eso es todo? Creí que dabas tantas vueltas porque ibas a decirme algo interesante. ¡Todo el mundo sabe que quieres matarlo! -

- Yo no quiero matar a Cyrano Constantino. - Objetó Cerrón.

- ¿Qué? No entiendo. ¿No dijiste que vas a vengarte? -

- Lo haré, pero matarlo no es suficiente para satisfacerme. Yo mataría por una falta de respeto, por un insulto, por una bofetada, por una burla. Pero… él. - Dijo Vlad con una voz cargada de odio: - Debe sufrir la más profunda de las desesperaciones por haberme humillando de ese modo en el Anfiteatro, en frente de media ciudad. Quiero verlo completamente destruido, sin reparación alguna posible.

Y sabemos que sólo hay una forma de lograrlo. -

- ¿Cuál? - Preguntó Antonio con una sonrisa que parecía casi infantil, lo cual lo hacía ver todavía más asqueroso de lo que era.

- Necesito a su discípula. La única heredera de su estilo. A quien quiere como si fuese su propia hija. - Explicó Vlad Cerrón: - Quiero romperla por completo, violar su cuerpo y su espíritu. La torturaré hasta que no sea nada más que un caparazón vacío de lo que alguna vez fue un ser humano.

Y haré que Cyrano Constantino observe todo el proceso.

Entonces, y solamente entonces, lo mataré.

¿Vez por qué no tienes que preocuparte? De todos modos, yo ya iba a matar a Bryan, aunque no me lo pidieras. Porque es el novio de esa jovencita y quitarle a su enamorado es un requisito para mi plan de venganza. -

- Espera… ¡Estas hablando de Phoebe! ¡No puedes tenerla! Ella es el juguete que me prometió mi Tío Tiberio. ¡Me la prometió! Ya tengo listo el lugar donde la pondré cuando finalmente la guarde en mi harem. -

- Si tanto quieres convertirla en una de tus muñecas puedes tener su cuerpo luego de que yo termine con ella. - Dijo Vlad Cerrón: - Pero la necesito para mi plan de venganza. -

- ¡No puedes…! -

- ¡El sobreviviente hace sacrificios! - Lo cortó Vlad Cerrón de golpe: - Mientras Cyrano esté vivo nunca podrás tenerla de todos modos y tú no puedes matarlo. Tampoco podrás gobernar libremente mientras tu Tío esté vivo. ¿Qué es lo que más quieres? ¿Tu juguete o el poder? -

- ¡…! - El príncipe se quedó sin palabras durante un tiempo y miró de lado a lado, como un perro desesperado por la comida que alguien acaba de robarle. De repente alzó la vista y objetó: - ¡Tú no puedes hacer lo que quieres tampoco! Tendrías que atrapar a Cyrano Constantino, pero él es un Supremo. ¡Y todos saben que los Supremos solo pueden ser vencidos por otros Supremos! -

Al escucharlo, Vlad Cerrón soltó una carcajada misteriosa y respondió: - Puedo vencer a Cyrano Constantino. -

- ¡Mentira! -

- No estoy mintiendo. - Insistió Vlad: - Si trabajas conmigo para conseguir mi venganza, es posible hacerlo. También mataré a Tiberio Claudio, a tu hermano mayor, a tu padre o incluso al Senado entero. Luego me iré sin que me lo pidas, porque no me interesa cuál culo real se siente en el trono imperial. Sólo me interesa una cosa y es vengarme. ¡Sabes que digo la verdad, porque soy un sobreviviente! -

- ¡…! -

- Si haces lo que te pido comenzaré a trabajar apenas estalle la Guerra Civil.  Cuando todo acabe te garantizo que estarás en el trono y tus enemigos habrán muerto. Podrás hacer todo lo que quieras. Piénsalo, principito. ¿Qué otra opción tienes? -

- ¡Tengo opciones! ¡Más de las que imaginas! ¡Pronto comandaré una fuerza de monstruos invencible que nadie más tiene! ¡Te doy la oportunidad de unirte a mi ahora que…! –

Pero justo en ese momento un criado entró corriendo con un mensaje.

- ¡Mi príncipe! ¡Un mensaje del Anfiteatro…! -

- ¡Habla! ¡¿Qué sucedió?! - Le espetó Antonio, aguantando a duras penas las ganas de matar al criado insolente que lo había interrumpido.

Pero la palabra <<Anfiteatro>> llamó su atención.

- Soros… El Bestiario… ¡Esta desaparecido! ¡Y hay una legión entera revisando todos los túneles del Hipogeo! -

- ¡¿Qué dijiste?! -

- Vaya. - Se burló Vlad Cerrón: - Parece que alguien acaba de quedarse sin opciones. -

Al mismo tiempo, los ojos de Bryan en su escondite se volvieron fríos como el hielo. Espiar a Vlad Cerrón carecía ya de sentido. Lo único que le interesaba era matar a los hombres en ese cuarto. Cada respiración y latido de su corazón era insulto. Los dos debían morir de forma horrible, pero sobre todo lo más pronto posible. Porque cualquiera que se atreviese a hablar de hacerle daño a una de sus mujeres…

Bryan respiró profundamente para calmarse un poco. Entonces sintió dolor y se dio cuenta de que sus manos estaban sangrando. Tenía tantas ganas de romperles el cuello, que necesitó apretar los puños para contenerse y sin querer se clavó las uñas en la palma. Pero no era el momento. Vlad Cerrón era un Gran Caballero, demasiado poderoso como para que Bryan pudiese asesinarlo con absoluta seguridad. Incluso si el Príncipe Antonio moría, Vlad Cerrón podría escaparse. Y eso no podía suceder.

Pero entonces ese sirviente entró y la atención de ambos se fijó en sus noticias. Era perfecto. Bryan se levantó muy lentamente, dispuesto a arrojar la bola de Fuego Glacial más grande que nunca hubiese disparado. El cuarto entero se llenaría de llamas en cuestión de segundos y todos quedarían atrapados. Solo tenía que asegurarse de darle primero a Vlad Cerrón para asegurar su muerte. Así que lo miró un instante a través de la ventana, usando sus propios ojos en lugar de los de su Espectro Oscuro, para poder apuntar mejor. Apenas fue un segundo en el que dirigió su ira homicida hacia Cerrón.

De repente una voz brotó de su interior.

¡Bryan, esquívalo ahora!

En cualquier otra circunstancia, su reacción habría sido diferente. Pero reconoció esa voz. Era el niño que siempre le hablaba en sueños para aconsejarle y más de una vez le había salvado la vida. La confianza en sus advertencias provocó que su cuerpo obedeciese, moviéndose de una forma casi instintiva a un costado.

Mientras tanto, a través de su Espectro Oscuro, vio como Vlad Cerrón repentinamente se daba la vuelta con una velocidad inconcebible mientras su cuerpo entero resplandecía con una intensa luz dorada.

¿Dorado?

Vlad Cerrón desenvainó la espada y la energía cortante se dirigió directamente hacia Bryan. Su poder era tan grande que lo habría partido en dos si aún estuviese en la posición agazapada del principio. Pero como Bryan había comenzado a moverse consiguió saltar a penas a tiempo para salvar su vida, aunque no lo suficiente para proteger su mano derecha, que fue cortada limpiamente por encima de la muñeca a pesar de su físico superior.

¡Su mano fue cortada limpiamente por encima de la muñeca...!

Pero Bryan no tuvo tiempo de sorprenderse o gritar de dolor, porque el poder del corte también había dispersado el aire en su camino y ahora este deseaba rellenar el vacío dejado. El resultado fue que un vendaval arrastró el cuerpo de Bryan junto a trozos del suelo, árboles y arbustos, hasta llegar a lo que quedaba del muro exterior frente al canal de agua, el cual afortunadamente también había sido destruido por la onda cortante inicial, al igual que las barreras mágicas.

Bryan se estrelló de lleno contra el muro, quedando medio enterrado entre un montón de escombros y a pesar de lo mucho que intentó resistir, terminó perdiendo la conciencia.

*****

Bryan atravesó la niebla con prisas, plantado una vez más ante el Niño Misterioso.

“Subestimaste a tu oponente.”

“No subestimé a nadie.” Objetó Bryan: “¡La inteligencia del Manto Oscuro lo arruinó! ¡Ese tipo es un Supremo! ¡Un Supremo! Se suponía que era un Gran Caballero.”

“La Primera vez con la Fuerza del Caos fue por ambición, con Sigrid Bazán fue soberbia y ahora te dejaste controlar por la ira. ¡Deja de poner excusas!”

“¿Querías que me quedase quieto mientras planeaban violar y asesinar a mi novia? ¿Acaso entiendes lo que es el amor? ¡¿Qué carajo esperas de mí?!”

¡Autocontrol, Bryan! Eso es lo que espero. Lo único que espero.” Le respondió el Niño subiendo el tono de su voz y dejando escapar un aura de poder terrible que hizo sentir a Bryan diminuto y lo obligó a callarse: “De eso se trata el auténtico amor.

El amor de la mujer es diferente al del hombre. Ellas aman dando forma a un milagro viviente. El propio amor es convertido en un hijo dentro de sus vientres.

Pero el hombre ama entregándose a sí mismo. Entrega su libertad, su tiempo, su vigilia, los frutos de su trabajo, su propia vida si es necesario. Pero te pregunto: ¿cómo puedes entregarte cuando ni siquiera eres dueño de ti mismo? Si tus auténticos amos son tus pasiones y vicios… ¡¿Cómo puedes amar a alguien en realidad?! ¡No me hables con ese tono insolente cuando eres tú el que no tiene idea de lo que es el amor!

Bryan sintió que le estaban diciendo algo muy importante, pero la angustia en su interior le impedía escuchar. Por suerte sabía que el tiempo no funcionaba igual en ese lugar, así que consiguió calmarse al concentrarse en eso.

“Por favor explícame: ¿Cómo es posible que Vlad sea un Supremo? ¡Será imposible que lo derrote de este modo!”

“Vlad Cerrón es un ejemplo de voluntad pura. Una voluntad retorcida, pero definitivamente formidable. Pese a no tener muchos talentos consiguió desarrollar al máximo una única técnica que alcanzó un nivel increíble, hasta el punto de rivalizar con un hechizo de magia divina.”

“¡No lo entiendo, pero suena como una locura!”

“En cierto sentido ese tipo es parecido a ti, pero él está podrido hasta la médula y no tiene salvación. Le encanta hablar sobre esclavos y sobrevivientes, pero es el principal esclavo de su odio y su orgullo. ¡Si no tienes cuidado algún día te convertirás en un ser parecido a él!”

“No lo haré” Afirmó Bryan con determinación.

“Ya veremos.” Le dijo el niño: “En cualquier caso, esa técnica le permitió alcanzar el grado de Supremo cuando vivió en la Alianza Mercante de Tiro, pero precisamente por eso hay algunas particularidades con su poder que lo vuelven inestable y por lo tanto no es imposible que lo derrotes si te empleas a fondo.”

“¡Por favor dime como vencerlo!”

“Vlad Cerrón es un especialista… demasiado especialista. Fuera de su Sesgo Dimensional el resto de sus poderes está en la cima del grado Gran Caballero. Aun así, sigue siendo un oponente formidable, pero hay una pequeña posibilidad de que puedas vencerlo… siempre y cuando estés dispuesto a pelear poniendo tu vida al límite.”

“Lo estoy. Ese tipo matará a Phoebe si no lo mato primero.”

“¿Estás seguro? todavía puedes esconderte hasta que comience la Guerra Civil y luego asesinar a Cerrón cuando esté peleando con Cyrano Constantino. Ese será el mejor momento para matarlo.”

“No puedo arriesgarme. Demasiadas cosas inesperadas pueden suceder. ¡Podrían hacerle algo a Phoebe si piensan que ya no tiene mi protección o la de Lawrence!”

“Esa chica puede cuidarse sola, no necesariamente la atraparán.”

“Antes dijiste que viste el futuro en donde yo muero y en ese futuro Phoebe no sobrevivía.”

“Así es.”

“Si no hago nada y espero… ¿No es lo mismo que estar muerto?”

“¿Aunque corras el riesgo de perderlo todo? Incluso si te empleas a fondo y revelas todas tus invocaciones, hay un 80 % de posibilidades de que Vlad Cerrón te mate.”

Bryan permaneció en silencio por un momento, pero luego sonrió: “Antes me dijiste que no sé lo que es el amor. Creo que tienes razón. Pero si sé que no quiero que Phoebe muera, aunque salvarla me cueste la vida.”

“Me parece excelente, Bryan.” Le dijo el niño sonriendo: “Por esa respuesta tan heroica puede que te diga la gran debilidad que hay en la técnica de Vlad Cerrón. Saber eso te ayudará a aumentar tus posibilidades de superviviente hasta un 40 %.”

“¡Por favor dímela!”

“Pero no se si debería decírtelo. No realmente. ¿Hay algún caso en decírtelo cuando estás a punto de morir?”

“¡¿Qué?!”

“Estas inconsciente y te estás desangrando por la mano perdida Bryan” Le explicó el niño: “La Esencia Mágica está curándote lo mejor que puede, pero aun así te tomara unos dos días despertarte y Vlad Cerrón está a punto de encontrar tu cuerpo.”

“¡No puede ser!”

“Además, los cálculos que he hecho sobre tus posibilidades de victoria no cuentan si has perdido una extremidad. Y aunque la Esencia Mágica es poderosa, en este momento no tiene el poder para regenerar tu mano perdida.” Continuó el niño sonriendo tristemente: “Me temo que tus posibilidades de vencer en ese caso no superan los dos dígitos. ¡Perderás definitivamente!”

“¡Pero tú puedes hacerlo! ¡Regeneraste todo mi cuerpo anteriormente!”

“¿Qué fue lo que dijiste hace poco cuando tus novias te pidieron Elíxir de Juventud? Creo que fue algo así como: ¡Seguro, ahora mismo iré a visitar esa tienda donde hay sustancias legendarias y puedo contratar grupos de varias deidades que combinen esfuerzos conmigo para doblar las reglas que rigen el espacio/tiempo y regenerar tu extremidad perdida.” Le dijo el niño con sarcasmo: “Por si no lo dejé claro, esa fue la única vez que te ayudé de ese modo y me costó bastante. Además, tenía asistencia. Regenerar tu mano no es muy difícil en sí mismo, pero sí lo es el hacer llegar mis poderes hasta ese lugar e intervenir de ese modo en el mundo mortal.”

“¡…!”

Bryan sentía que su angustia aumentaba por momentos. Dejando de lado su mano perdida, todo estaría terminado en el instante que encontrasen su cuerpo inconsciente. ¡Tenía que despertar inmediatamente!

“No puede ser dos días” Dijo Bryan: “¡Necesito volver ya!”

“Impertinencia la última vez, y ahora exigencias.” Canturreó el niño con una sonrisa, pero entonces ladeó la cabeza, como si escuchara a alguien, y Bryan volvió a cobrar conciencia de los otros. Eran invisibles cuando los miraba directamente, pero sin duda estaban allí. ¿Los veía un poco mejor esa vez?

“¿Quiénes son ellos?” Preguntó Bryan.

“La inmortalidad puede ser solitaria, Bryan. Pero no necesariamente tiene que serlo. Saluda a la magnífica compañía de mi imaginación, destilada a partir de las almas profundas que he conocido a lo largo de los años. No son fantasmas, sino meros facsímiles, me temo.”

“¿No son deidades?”

“Son recuerdos de deidades.”

“¿Entonces no son reales? ¿Sólo existen en tu mente?”

“Por supuesto que sólo existen en mi mente, Bryan.” Respondió el niño, aunque luego agregó riéndose: “¿Pero porque eso significaría que no son reales?”

“No entiendo, pero por favor ayúdame. ¡Tengo que volver ahora mismo!”

“Descubrirás que es difícil conservar el sentido de urgencia a medida que pasen los siglos...”

“¡No podré descubrirlo nunca si Vlad Cerrón me mata!”

“Son las consecuencias de tus propias decisiones y de haberte dejado poseer por la ira.”

“¡Todos los guerreros necesitan la ira!” Objetó Bryan

“La ira puede ser un arma, si puedes controlarla.” Replicó el niño: “Tu claramente no pudiste y este es el resultado. ¡Asúmelo!”

“¡…!”

El niño lo miró sonriendo, pero finalmente asintió.

“Intervenir en el mundo mortal por segunda vez en un año me costará un castigo de…” el niño miró hacia arriba: “Por lo menos tres años y veintisiete días. Creo que es justo que te pida una pequeña compensación por ello. ¿No te parece?” Levantó su mano antes de que Bryan pudiese decirle algo: “Te enviaré de vuelta si me haces un juramento. Hay una espada. Se llama Adelvard, y mentiría si no te dijese que la desean con locura una serie de facciones poderosas. ¿Conoces el pueblo de Cannas?”

“¿Cannas?”

“El mismo. Adelvard estará ahí exactamente dentro de tres días. Consigue la espada y llévala al Bosque Oscuro. Pregúntale al viejo Chamán de los troles en dónde está el <<Bosque Viejo>>. Dirígete ahí. Encontrarás un robledal. Cuando lo cruces reconocerás inmediatamente el lugar. Detente a cuarenta o cincuenta pasos del borde del Bosque Viejo y lanza a Adelvard dentro.”

“¿Me encontraré contigo ahí?”

“Conmigo no, más bien con otra cosa.” Respondió el niño: “Algo que protegerá a Adelvard y la mantendrá lejos del mundo del hombre. Si me prometes hacer esto, te enviaré de vuelta ahora y, cuando entregues la espada, haré que te vuelva a crecer el brazo.”

“¿Quién eres tú?” Preguntó Bryan.

“Tú ya sabes quién soy, pero te niegas a escuchar.” Dijo el niño sonriendo: “Pero al menos te diré esto: Soy uno de los buenos. Por lo menos tanto como puedo serlo.”

“Entonces acepto el trato.”

“Antes de que aceptes, primero déjame advertirte: Regla número uno. ¡No saques la espada de su vaina! Es demasiado poderosa para que la porte un mortal y te succionará la vida de golpe si intentas usarla. Incluso si no la usas, Adelvard tratará de alimentarse de tu energía vital, pero si tienes bastante Fuerza Mental puedes darle magia en lugar de tu vida. Igual te sentirás débil, pero el efecto será más tolerable.

Recuerda: ¡No intentes usarla!

Sin embargo, como ustedes siempre hacen precisamente lo que se les pide que no hagan, entonces te diré que quizá puedas sobrevivir si empleas toda tu Fuerza Mental mientras sujetas la empuñadura de la espada. Pero tendrías que usarla toda, sin guardarte nada. Creo que en este momento tu umbral más alto está apenas un poco por encima que su límite más bajo, así que tal vez, repito <<tal vez>>, sobrevivas si la blandes una sola vez.

Una sola vez. ¿Has entendido?”

“Creo que sí, no debo usar el arma. Y si por casualidad sale de su vaina debo darle toda mi Fuerza Mental sin guardarme nada, para que no me quite la vida.” Repitió Bryan.

“Muy bien.” Asintió el niño: “Regla numero dos: No dialogues con el Jötunn.”

“¿El Jötunn?”

“Es la cosa que recibirá la espada.” Explicó el niño: “Por ningún motivo contestes a nada de lo que te diga. De otro modo, se apoderará de tu alma y nadie podrá salvarte.”

“¡¿Qué?!”

“Intentará hablarte, pero tú no le debes contestar.” Enfatizó el niño: “Solo arroja la espada y vete sin mirar atrás. Eso es lo ideal. Sin embargo, si no puedes resistir tu condición humana de mirar lo que no deberías, por lo menos no vayas a decirle nada. ¡Ni una palabra! ¿Has entendido?”

“No le daré ni los buenos días.”

“Más te vale.” Dijo el niño: “Ahora que lo sabes todo. ¿Tenemos un trato?”

“Acepto.” Respondió Bryan suspirando.

“Entonces te diré el punto débil de Vlad Cerrón. En realidad, son dos: Primero, tiene un sentido especial que le hace darse cuenta inmediatamente si alguien lo mira con malas intenciones y puede localizar su posición exacta a trescientos metros de distancia.”

“¡¿Es en serio?!”

“Afortunadamente este don no funciona si tienes los ojos cerrados o si usas a tus Espectros Oscuros para verlo, aunque sentirá que lo están vigilando y se pondrá alerta.”

“Por eso pudo reaccionar tan rápido cuando lo miré con ganas de atacarlo.”

“Exacto. Vlad Cerrón sintió la mirada de tu fantasma y ya estaba prevenido de tu presencia. Pero no supo en dónde estabas hasta que lo miraste directamente.”

“¡Es un maldito psíquico!”

“Algo así” Dijo el niño sonriendo: Su segunda debilidad es…”

*****

- Qué raro. - Dijo Vlad Cerrón saltando fuera de la ventana: - Estoy seguro de que alguien estaba aquí y debería haberlo cortado. ¿Acaso su cuerpo se desintegró? -

- ¡Maldito loco! ¡Destruiste mi palacio! - Gritó histérico el Príncipe Antonio mirando la ventana destruida y el enorme surco que llegaba hasta la pared derruida.

- Principito, eres la última persona que tiene derecho a llamar loco a alguien. - Le espetó Vlad Cerrón mientras comenzaba a avanzar hacia los escombros del muro para revisarlos.

En ese momento una terrible explosión se desató en una de las habitaciones cercanas y un fuego que dentro de pocas horas consumiría todo el palacio se alzó como una columna hacia el cielo, reclamando la atención de todos.

El príncipe Antonio soltó un aullido de ira y mezclada con lágrimas de desesperación al comprobar que se trataba del cuarto donde guardaba sus espantosas muñecas, pero Vlad Cerrón solamente veía a una figura encapuchada que levitaba por encima del humo. Entonces por un instante experimentó nuevamente la sensación de incomodidad que lo estuvo molestando desde antes de comenzar con su cacería en el jardín.

La figura se dio media vuelta y escapó volando.

- ¡Detente ahí! - Exclamó Vlad Cerrón y arrojó otro terrible Sesgo Dimensional hacia el cielo. El rayo de energía cortante atravesó las paredes y el techo de la habitación del Harem del príncipe, haciendo que esta colapsase definitivamente. Pero la figura continuaba alejándose a toda prisa, aparentemente inmune.

- ¡Mierda! ¡Fallé! - Gruñó Vlad y todo su cuerpo se iluminó con una luz que esta vez no era dorada, sino la plateada de un Gran Caballero. Era cierto que fuera de su Sesgo Dimensional no podía recurrir al poder de un Supremo.

Vlad Cerrón emprendió la persecución de la figura a toda prisa y se movió rápidamente, atravesando en poco tiempo los jardines, sin consideración alguna por la multitud de criados que gritaban o las alarmas de los guardias. Este molesto asesino se había acercado más que ningún otro enemigo sin que él lo notase y eso no le gustaba, por eso estaba totalmente concentrado en atraparlo.

Ni él ni el príncipe Antonio, que estaba lloriqueando en medio de un grupo de criados que le impedían que acercarse a las llamas para salvar a sus “muñecas”, se dieron cuenta de que unos escombros se movían y Bryan salía corriendo a toda prisa en la dirección contraria.

Su muñón le dolía, pero por lo menos ya no se estaba desangrando gracias a la Esencia Mágica que fluía furiosamente tratando de sanarlo. En la orilla finalmente se encontró unos guardias, cuyas voces se unieron al confuso coro de pitidos y alarmas. Bryan invocó al Desgarrador Sombrío de los restos del palacio incendiado, con el cual consiguió abrirse paso. Era un alivio que su arma mágica todavía pudiese volar para ayudarlo, porque con una sola mano, matar incluso a uno simples guardias estaba volviendo a suponer un desafío. Finalmente consiguió arrojarse a las aguas del canal y comenzó a alejarse nadando.

Frente a Vlad Cerrón, el Espectro Oscuro que imitaba la forma de Bryan desapareció repentinamente.

*****

Bryan emergió de las aguas frías en un lugar oscuro y desolado. Los Espectros Oscuros lo estuvieron ayudando a ver el entorno constantemente, gracias a lo cual pudo bucear durante largo tiempo sin perderse y sólo salió a respirar cuando sabía que nadie estaba viendo en su dirección. Así escapó siguiendo la corriente del río hasta llegar a un pequeño muelle, desde donde se arrastró hasta la orilla. Luego comenzó a caminar rápidamente sin importarle el dolor de su cuerpo por la sangre perdida.

- ¡Chéster! - Llamó en el instante que llegó al lugar donde ambos acordaron reunirse de antemano. El carruaje del ladrón ya lo estaba esperando.

- ¡Aquí estoy, mi Señor Bryan! ¿Qué ha pasado? La ciudad parece un caos y… ¡Tu mano! ¡Mi señor Bryan ¿qué te sucedió?! -

- ¡Luego! - Respondió Bryan abriendo la puertezuela lo más rápido que pudo usando la izquierda e ingresó de un salto: - ¡Sácame de Aquí! ¡Llévame a la Academia Babilonia! -

Chéster asintió y espoleó a los caballos. El carro atravesó las calles a toda velocidad al principio, pero Bryan le pidió que redujesen la velocidad para no llamar la atención.

- ¿No necesitas vendas o visitar un sanador? - Preguntó Chéster tratando de disimular su preocupación mientras conducía.

- Estoy bien, no tienes que preocuparte. - Respondió Bryan envolviendo su muñón amputado lo mejor posible para no llamar la atención: - Necesito que regreses con Emily y le expliques que tengo que marcharme por unos días. Espero que sean unas semanas, pero podría tardar más tiempo. Mientras tanto debe buscar por todos los medios que mi enfrentamiento con Vlad Cerrón en el Gran Anfiteatro se retrase lo más posible. ¡Tampoco vayas a contarle que perdí una mano! -

- Pero, mi señor Bryan. -

- Haz lo que te digo Chéster. - Le dijo Bryan de forma cortante y abrió la puerta del carruaje porque ya estaban cerca de la Academia: - Si todo sale bien te habrás ganado mi confianza. Ahora tengo que irme. -

Vlad Cerrón en su juventud

Nota del Traductor

Hola amigos, soy acabcor de Perú, es miércoles 05 de Abril de 2023.

Este capítulo es 100 % nuevo y se inspira principalmente en los eventos de la Trilogía del Ángel de la Noche de Brent Weeks, igual que los anteriores. Estuve esperando bastante para relatar estos eventos. En el original Vlad, llamado Caín por Ni Can Tian, solo conversa con el príncipe sobre los eventos en general, no hay ataque, no hay matanza, no hay diálogos interesantes. Por eso les digo que todo lo que pongo es agregado.

Y es el momento de decirles la mayor diferencia con el original: Ni Can Tian hace que Bryan pelee con Vlad… ¡En el jardín de una casa! Toda la ciudad acude a verlos ocupando las calles, así que solo las primeras filas son capaces de enterarse de lo que sucede. Además, en el original Vlad tiene poderes de hielo… nada más. Ni siquiera en un Gran Caballero, sino un Gran Maestro de Espadas.

En cambio (música de tambores) yo les presento un combate en el coliseo romano frente a toda la ciudad, dos subtramas relacionada con el Príncipe y a un Vlad Cerrón que es básicamente Shura de Capricornio, pero con una espada de verdad.

Y ahora una importante aventura de fortalecimiento al límite para Bryan con el objetivo de derrotar a un cuasi supremo y recuperar su mano perdida al obtener una espada mágica.

¡MOLTO GRAZIE! (Acabcor se inclina como en un teatro)

Esto tiene que conseguirme más donaciones… ¿verdad?

Lo cierto es que las imágenes para este capítulo fueron difíciles de conseguir. Siempre hay cosas bastante gore en el internet, pero esta vez no vi nadie que representase “esculturas de carne humana”. No sé si alegrarme o no por esto. Por suerte recordé la película de la “Casa de Cera” que era un tiro al aire, porque las imágenes del 2006 para abajo suelen tener mala resolución, pero encontré una muy buena.

Y hablando de imágenes, les comento que esta novela tiene un Instagram donde coloco por adelantado las imágenes que usaré en los capítulos una semana antes. Pueden ser como una especie de Tráiler. También tengo un Twitter, pero todavía no sé qué tipo de información poner ahí. Acepto sugerencias.

Que Vlad Cerrón fuese un Cuasi Supremo se me ocurrió desde la pelea con Sigrid Bazán, porque este tenía que ser el oponente más poderoso. Sus habilidades me tomaron mucho tiempo, porque como mencioné, el original tiene poderes mágicos y al principio pensé en seguir esa línea de trama, pero luego decidí volverlo como Shura.

Por supuesto que el Sesgo Dimensional tenía que ser el centro de este capítulo, pero tampoco quería hacerlo demasiado complejo. Espero que les haya gustado.

Pero déjame saber tu opinión en los comentarios: ¿Qué te pareció la infiltración de Bryan? ¿Qué opinas del espectáculo horripilante de la muñecas? ¿Te diste cuenta de quién es Gloria? ¿Qué opinas de Vlad Cerrón? ¿Te esperabas que le cortase la mano a Bryan? ¿Qué te pareció el modo en que Bryan aprovechó su Desgarrador Sombrío para Escapar? ¿Qué piensas de la conversación y el trato con el Niño?

Si deseas apoyarme por favor usa los enlaces de mi cuenta Patreon porque realmente necesito todas las donaciones posibles. ¡Me han cortado el agua! ¡En pleno verano! ¡Incluso un dólar sería de gran ayuda! También puedes señalar cualquier error ortográfico que se me haya pasado. Y sobre todo compartir esto con más personas, en tus redes sociales, para conseguir más lectores. ¡Nos vemos en el siguiente capítulo!