234 Una multitud muy singular

El Cíclope avanzaba de modo inexorable, sin que ninguna planta o formación rocosa pudiese oponer obstáculo alguno. Con cada paso suyo la tierra temblaba, desenterrando arboles antiguos y provocando la huida de muchas bestias. Pues ni siquiera en el Bosque Oscuro, donde abundaban los seres más peligrosos, existían muchas razas capaces de plantar cara o resistir a un ser tan poderoso.

Bryan y Gilberto se desplazaban siguiendo las huellas del gigante y no les costó mucho encontrarlo, pero muy pronto descubrieron que no eran los únicos siguiéndolo. Porque el instinto les dijo que había otros seres ocultándose en las inmediaciones.

Habiendo aprendido de su anterior error, esta vez Bryan decidió tomar precauciones e hizo que Gilberto asumiese su verdadera forma, con la que podía utilizar todas sus habilidades raciales de camuflaje para mimetizarse con las sombras. Mientras tanto él se ubicó en el lugar donde el cuello y la cabeza del dragón se unían, el sitio perfecto para que un ser humano se ocultase. Así ambos comenzaron a desplazarse silenciosos como serpientes.

Cuando terminaron sus preparativos, Bryan envió a sus Espectros Oscuros para buscar a los que acechaban en la espesura. Como no sabía exactamente cuál era la identidad de estos seres, tenía que tener mucho cuidado, pues alguno podría tener la habilidad de detectar o destruir a sus criaturas. Además, si bien estaba viajando sobre Gilberto, era difícil concentrarse bien en controlar a sus fantasmas cuando él mismo estaba en movimiento.

Después de unas cuantas horas el Cíclope pareció llegar a su destino. Se trataba de un pequeño valle al pie de una cordillera de montañas cubiertas todas de vegetación y tan altas que las nubes ocultaban sus cimas. Alrededor de su base se habían formado una serie de lagunas, de las cuales emanaba un cierto vapor, como si fuesen aguas termales, de hecho, eso era exactamente lo que eran.

Bryan volvió a mirar hacia las montañas altas y pensó que quizá se había confundido. Tal vez no eran nubes las que coronaban las cimas, sino humo blanco de un volcán en actividad. El problema era que la vegetación, el ruido de los animales y los temblores de los pasos del Cíclope evitaban que pudiese fijarse bien el entorno.

Mierda, solo espero que esto no termine conmigo teniendo que esquivar un montón de lava.” Pensó Bryan con desconfianza mientras observaba las montañas e inconscientemente quiso sacar una de las joyas mágicas que había fabricado en el laboratorio de Alquimia.

Mientras tanto el enorme Cíclope se adentró en la más grande de las lagunas, que tenía una hermosísima tonalidad turquesa. Pero debido al calor del agua no tenía peces o anfibios en su interior. Tampoco había plantas o insectos cerca de la orilla. Sin embargo, no es que esta llegase a hervir. De hecho, muchos pájaros, monos y hasta algunos monstruos solían mojarse en la orilla para disfrutar de su calor, sobre todo en invierno. Pero la llegada del gigante de un solo ojo los hizo escapar despavoridos.

El Cíclope llegó al centro de la laguna. No le tomó mucho tiempo, pues con cada paso cubría aproximadamente 5 o 6 metros.

Además, el agua solamente le cubría hasta la rodilla. Esto fue más evidente debido a que, al ingresar a la laguna, los movimientos del cíclope se volvieron mucho más cautelosos, casi como los de un leopardo que ha capturado una presa y teme que un depredador rival venga a robársela.

Pero de repente toda la sutileza desapareció. El Cíclope descargó la enorme roca que todo este tiempo había llevado en su hombro derecho, usándola como una especie de ariete contra el suelo de la laguna. Las aguas se rebalsaron, la tierra se estremeció y una corriente de aire azotó los alrededores. Sin embargo, todavía no había terminado, porque el gigante volvió a golpear una y otra vez, usando la gran roca como si fuese una herramienta para excavar. Con cada golpe se desataban fuertes temblores y estruendos que parecían anunciar el final de los tiempos. Bryan recién pudo hacer un estimado del poder físico del gigante y agradeció haber tenido la prudencia de no intentar atacarlo.

De repente el Cíclope se detuvo. La superficie de la laguna se había convertido en una caótica mezcla aguas turbias, pero de algún modo el gigante se las arregló para ver algo que se encontraba debajo, porque se agacho para recoger lo que parecía ser gran trozo de cuarzo color amarillo. El Cíclope pareció convencido de su valor y lo arrojó hacia la orilla, como si fuese a llevárselo después. Y en verdad, cuando Bryan entornó la mirada, pudo sentir que este brillante mineral tenía grandes propiedades mágicas, a pesar de estar tan lejos de su ubicación.

¡Quisiera poder examinarlo de cerca para saber qué es!

Los estruendos de la excavación se reanudaron. Bryan sentía que los tímpanos le molestaban, pero estaba admirado por la cantidad de importantes minerales que poco a poco fueron amontonándose en la orilla hasta formar una pequeña montaña. ¡Como le encantaría apoderarse de tan solo uno de ellos para usarlos en su Alquimia!

Sin embargo, había otras cosas que le preocupaban. Bryan dejó de mirar los tesoros para concentrarse en la búsqueda de aquellas entidades poderosas que también habían seguido al Cíclope, pues ahora que estaban quietos debería ser más fácil descubrirlos a pesar de la vegetación. Por supuesto que Bryan tenía que ser extremadamente cuidadoso para asegurarse de que nadie lo detectase a él.

Por suerte, el terreno alrededor de las termas era bastante húmedo. Algunos arroyuelos fríos habían encontrado su camino en las inmediaciones, pero debido a los golpes del Cíclope también se estaban desbordando, convirtiendo la tierra en un barral. Gilberto aprovechó esto para semi enterrar su cuerpo sin hacer ruido, volviéndose aún más difícil de encontrar.

Gracias a esto Bryan pudo continuar su búsqueda con mayor seguridad y finalmente encontró a alguien.

Sorprendentemente se trataba de una mujer anciana de rostro arrugado pero que todavía tenía bastante vitalidad en su mirada y postura. Lucía ropas lujosas de colores rojos con bordados de hilo dorados, que se combinaban con piezas de armadura ligera. Portaba un cetro de color negro ébano claramente valioso.

Tiene que ser una maga de fuego y una bastante peligrosa.” Bryan no estaba totalmente seguro porque la anciana había colocado una barrera alrededor suyo para bloquear cualquier energía mágica, pero el solo hecho de que poseyese defensas semejantes era suficiente para demostrar que tenía grandes habilidades.

A su lado había varios asistentes suyos, bastante más jóvenes y con expresiones asustadas. No era para menos, pues el grupo de la anciana estaba mucho más cerca del Cíclope que Bryan, así que seguramente sentían los impactos de sus golpes con mayor intensidad. Todos ellos también parecían ser magos, aunque su apariencia sugería que eran más académicos que prácticos. Algunos incluso sostenían instrumentos muy curiosos cuya función Bryan no conocía, pero cada cierto tiempo señalaban hacia dónde estaba el Cíclope y gesticulaban algo. Sin embargo, Bryan sintió que ni los magos ni la anciana estaban tan interesados en el gigante o los minerales que extraía, sino que parecían esperar algo más.

Movido por la curiosidad, Bryan acercó uno de sus Espectro Oscuro lo más cerca posible de la barrera sin que llegase a tocarla. Los Magos de Fuego no eran buenos ocultándose como los Magos Oscuros y aunque sus defensas eran suficientes para esconderlos bien de un gigante como el Cíclope no podían hacerlo del todo con una criatura especializada en ser furtiva. Gracias a esto, Bryan consiguió escuchar algo de su conversación por encima de los estruendos de la excavación.

- Es… seguro que lo…. Todos nuestros cálculos… -

- Gran Maga… han pasado casi… Si cometimos un error podría no… esta generación. -

- Invertí mucho…. En esto… Estoy segura de que este lugar es la…. Lo encontraremos. -

- Si ese Ifrit toma forma… no habrá modo… podría matarnos a todos… -

- Pero aún no puede… le tomará más tiempo asumir un estado físico… por completo. -

- Las vidas perdidas… tiempo… no me importan. ¡Obtendré…! Simplemente dejaremos… luche contra el Cíclope. Ustedes… irse apenas se manifieste. Yo me ocuparé del resto. -

Bryan alejó a su criatura porque la conversación se detuvo. Por lo que llegó a escuchar parecía que la anciana era una Gran Maga, lo que la volvía un equivalente a Costel, aunque su naturaleza parecía menos predispuesta para el combate. A pesar de su vitalidad y atuendos, ella daba la impresión de ser algún tipo de intelectual en lugar de una guerrera.

Además, todo indicaba que había llegado con esos pupilos para encontrar algo que no alcanzó a escuchar. Quizá un tesoro mucho más valioso que esos minerales, por lo menos para un Mago de Fuego.

Finalmente estaba el nombre de algo que no conocía: El Ifrit. Bryan nunca había escuchado el término antes ni tampoco lo vio en los libros de la Academia Babilonia, aunque lo cierto era que todavía le faltaban muchos tomos por revisar.

¿Qué cosa será un Ifrit? Suena como algo que normalmente no es tangible, pero que está asumiendo una forma física. ¿Quizá algún tipo de fantasma? Pero entonces yo debería conocerlo. ¿De qué estarán hablando?

Bryan suspiró y alejó a su criatura del grupo de la Gran Maga de Fuego. Mientras tanto los otros Espectros Oscuros habían estado buscando por los alrededores y rápidamente encontraron a un segundo individuo.

Se traba de un ser con forma humana. Fue relativamente fácil de encontrar (a pesar de que estaba solo y encaramado sobre la rama de un árbol particularmente tupido) debido a la cantidad de poder mágico que emanaba su cuerpo, hasta el punto en que Bryan tuvo ganas de entrecerrar los ojos como si estuviese viendo los rayos del sol. Esta energía quizá sería invisible para una persona normal, pero un mago o un caballero con un mínimo de habilidad lo sentirían de inmediato. 

Sin embargo, nada de eso importaba. Porque este hombre sería conspicuo incluso entre una multitud de personas regulares: Cabello largo de color dorado que le llegaba hasta la cintura, cuerpo musculoso algo desproporcionado y con un vigor que no parecía corresponder a la edad que su rostro de mediana edad daba a entender, vestía un par de prendas aparentemente elegidas al azar porque no tenían coherencia entre ellas y ni siquiera llevaba algún tipo de calzado, traía las uñas largas y mugrientas, tenía rastros de escamas en algunas partes de su cuello, torso desnudo, pupilas con forma de rendija…

Este tipo parece que, como mucho, ha escuchado una descripción de cómo se vería un humano. Prácticamente está gritando: ¡Soy un Dragón Dorado!” Pensó Bryan irónicamente.

Los Dragones Dorados eran, junto con los Rojos, los más poderosos entre los de su especie cuando se trataba de luchar. Pero los Dragones rojos eran más irascibles, violentos y famosos por el destructivo poder de su aliento. En cambio, los Dorados eran conocidos por tener el mayor poder defensivo, así como varias habilidades mágicas y por poseer una mayor inteligencia.

Aunque este no parece haber heredado ese rasgo particular, porque debería saber que no está engañando a nadie.” Se dijo Bryan sonriendo para sí mismo, pero luego lo pensó mejor y decidió que estaba siendo algo injusto.

Sin querer miró a Gilberto, que se estaba mimetizando casi perfectamente con las sombras a su alrededor. Había leído sobre las diferentes características de los dragones, pero recién ahora las comprendía. Gilberto sólo tenía una evolución, pero por sus habilidades raciales ya era muy superior a la hora de ocultarse usando las sombras y su disfraz humano sería perfecto si no fuese por su comportamiento singular e incluso así no tuvo problemas para engañar a casi todos en el Valle del Sol. En cambio, el Dragon Dorado no parecía tener ningún talento para pasar desapercibido y quizá incluso él mismo fuese consciente de ello, porque se mantenía bastante lejos del Cíclope.

Pero aún en su forma humana era evidente que su poder excedía por mucho al de Gilberto y Bryan supo al instante que lo mejor era evitar un combate con este Dragón a toda costa.

La tercera criatura que se ocultaba en los alrededores era un gorila gigantesco con colmillos largos y pelaje color plateado, casi como si fuese de metal. Apoyado en sus cuatro extremidades medía unos 5 metros de alto, pero Bryan creía que si se parase fácilmente alcanzaría los 15. Además, en una de sus manos sujetaba lo que parecía ser el hueso de una quijada perteneciente a alguna enorme criatura desconocida. El sol había blanqueado el hueso, así que su dueño debió haber muerto hacía mucho tiempo y ahora el Gorila Plateado debía utilizarla como un arma, pues tenía restos de sangre fresca en algunas partes.

Bryan estaba preguntándose si este gorila sería el tipo de combatiente que confiaba en su velocidad o en su fuerza… cuando sucedió algo inesperado. Los ojos del Espectro Oscuro que tenía explorando el Este sintieron peligro y una extraña energía comenzó a afectar el ambiente a su alrededor. Inmediatamente Bryan hizo que su fantasma retrocediese unos veinte metros a toda prisa, gracias a lo cual se salvó de ser destruido.

Un glorioso resplandor iluminó el entorno vigilado y se manifestó en la aparición de un majestuoso corcel blanco con grandes alas resplandecientes. La magnífica bestia parecía hecha de la propia luz y de su cuerpo emanaba un aura prácticamente divina.

Pero esta visión casi apoteósica solo duró un segundo, porque en el instante en que el caballo alado se posó sobre la gruesa rama de un árbol, toda su aura poderosa se retrajo y la luz desapareció, como si alguien hubiese escondido el brillo de una linterna para no ser visto. No se trataba propiamente de un camuflaje, porque el Corcel Alado seguía siendo visible, sino de algún tipo de restricción que suprimía la presencia de la bestia. Ahora Bryan podía observar la imagen del Corcel a través de su criatura, pero todos los otros sentidos del Espectro Oscuro no lo estaban registrando, como si no emitiese poder alguno.

De no ser porque el Espectro Oscuro estaba en ese preciso lugar cuando el Corcel Alado descendió, quizá no lo habría detectado. De hecho, ni el Cíclope, ni el Dragón o incluso la Gran Maga de Fuego parecieron conscientes de su llegada.

El único animal que he visto con semejante velocidad fue ese Unicornio… ¡Pero estoy seguro de que él no podía volar!” Pensó Bryan asombrado: “Ese corcel me recuerda al legendario Caballo Alado de la mitología, el Pegaso que utilizó Belerofonte.

 El resplandor del Corcel Alado había desaparecido, así que Bryan pudo examinarlo mejor y entonces se dio cuenda del jinete que lo montaba.

Se trataba de una doncella vestida con una armadura resplandeciente como la plata, con muchas decoraciones finamente talladas sobre las placas y bastante ceñida, como si estuviese diseñada para permitirle una gran movilidad a su usuaria. Pero este ajustado conjunto también volvía sencillo imaginar lo esbelto, sensual y curvilíneo que era su cuerpo.

Su casco lucía unos adornos con plumas, además de un digno penacho de crin de caballo. Tenía una visera que ocultaba sus ojos y la parte superior de su nariz, dándole una apariencia misteriosa, adulta y fascinante; pero que dejaba ver unos hermosos labios rojos, bastante juveniles, así como un adorable mentón delicado. Tan solo este fragmento expuesto era suficiente para adivinar cuan hermosos debían eran sus rasgos en general, pues su piel parecía haber sido cincelada por los mejores artistas usando el mármol más fino y poseía el color blanco puro de las perlas.

Detrás del casco había un artilugio que permitía caer naturalmente al largo cabello liso de la doncella cual si fuese una cascada de color cobre que contrastaba maravillosamente con todo su conjunto. Cuando ella se movía, su cabellera ondeaba al viento de un modo que parecía etéreo, sobrenatural y más de uno podría jurar que se trataba de una joven diosa que acababa de descender en el mundo. Además, sujetaba unas riendas doradas que seguramente eran una herramienta mágica para controlar al Corcel Alado, pero que la hacían parecer una auténtica princesa guerrera con autoridad divina.

Entonces, aquí tenemos al Dragón Dorado peor disfrazado del mundo. Un King Kong de metal. La reencarnación de Atenea sobre un Pegaso. Y una vieja bruja rodeada de cerebritos… ¡Qué multitud tan singular se ha reunido a mirar la excavación de este Cíclope!” Pensó Bryan sorprendido. “No tengo idea de lo que podría hacerme ese dragón o el mono. A la vieja tal vez pueda matarla si la ataco por sorpresa, aunque si fallo tendría que escaparme a toda prisa antes de que use su Dominio. El problema es esa hermosa doncella. Me da la impresión de que ella es más poderosa que Clark Ascher… Aunque no tanto como Odón Ascher. Si fuese en un uno contra uno quizá podría darle pelea. ¡Pero el verdadero problema es la bestia que monta!

Hasta el momento el mejor combatiente individual con el que se había enfrentado Bryan era el Espadachín Marcus. En cambio, el Archimago Sorin y Clark habían sido peligrosos, pero no tuvo que luchar contra ellos en solitario. Duke estaba distraído luchando contra Emily cuando lo mató. Y con Odón Ascher realmente no fue una pelea sino una distracción. Por eso no eran un referente perfecto.

Aun así, seguía siendo experiencia, suficiente como para que confirmase algunos principios generales sobre los combatientes de este mundo.

Si un Caballero y un Espadachín de igual rango luchaban a muerte, el resultado de la batalla generalmente se inclinaría a favor del primero, debido a que los Aristócratas tenían una crianza militar desde muy temprana edad, un desarrollo y entrenamientos especializados, así como técnicas desarrolladas por las generaciones anteriores de su familia. Sin embargo, la brecha no era insalvable y no sería extraño que un Espadachín pudiese acabar ganando, si tenía más talento o los dioses estaban de su lado.

Pero en el instante en que a esta ecuación le agregabas una montura… La distancia entre ambos se incrementaba enormemente. Las bestias hacían que los Caballeros multiplicasen su efectividad a un grado aterrador y un simple caballo regular era suficiente para darles la ventaja sobre cualquier otro tipo de combatiente con Aura de Batalla. Pero si además el animal que controlaban tenía propiedades mágicas, entonces el caballero obtenía acceso a todo un espectro de habilidades que no tendría de otro modo y que le darían una superioridad absoluta.

En pocas palabras, un Odón Ascher montado sobre un Corcel de Batalla perdería ante el mismo Odón Ascher montado sobre su Grifo. Y si tuviese que enfrentarse contra una versión de sí mismo a pie, este sería derrotado con relativa facilidad. Esta era la diferencia que marcaba el tipo de bestia montada.

Pero, así como no había muchos Archimagos o Grandes Magos, no eran muchos los Caballeros que superaban el rango de Caballero de la Tierra, que era el mínimo necesario para poder controlar a una Bestia Mágica. Había formas de forzar esta relación, pero entonces el jinete no podría acceder a muchas de las habilidades raciales de la criatura.

Un ejemplo de ello era Trunks quien, si bien había conseguido domesticar a una mantícora gracias al gran conocimiento que tenía sobre la psicología de las bestias, no era capaz de combinar sus poderes con los de su montura. Ambos trabajaban juntos como si fuesen compañeros, pero nada más. Lo mismo ocurría con Bryan y Gilberto, a pesar de que el dragón se le había sometido voluntariamente con un Juramento Inquebrantable. O con la mayoría de Jinetes en Grifos que había visto en la Ciudad de Valen.

Para realmente domar una montura, el Caballero de la Tierra (o superior) tenía que formar un pacto de sangre. La naturaleza de este pacto, así como el ceremonial necesario, podía variar dependiendo de la bestia y el propio jinete. Era algo muy misterioso y casi instintivo, limitado a una élite selecta.

En definitiva, no había muchos que consiguiesen hacer un pacto con una bestia de tipo legendario, de modo que la mayoría de los Caballeros se contentaba con formar pactos con Corceles de Batalla, que eran más simples de realizar porque ya eran animales domésticos, aunque esto no les daba acceso a poderes tan extraordinarios.

Y es que otro aspecto a considerar era que las habilidades que el Caballero obtendría de su montura también eran diferentes dependiendo de su Nivel. Sin embargo, ya fuesen bestias mágicas o animales domésticos, el pacto seguiría dándole a los Caballeros muchas ventajas sobre otros tipos de combatientes.

Bryan no era un experto en estos temas, pero tenía un buen juicio y un excelente instinto. Algo le decía que esa doncella era mucho más débil individualmente que Odón Ascher pero que, con las habilidades de su Corcel Alado, podría darle una buena pelea y quizá incluso vencer si tenía la suerte de su lado. Esa bestia tenía que ser un animal de naturaleza divina.

Seguramente es una Bestia Guardiana.” Dedujo Bryan: “Escuché que durante la Primera Edad del Mundo las primeras familias Aristócratas recibieron el derecho de formar un pacto especial con criaturas de naturaleza divina como un regalo otorgado por los dioses para aquellos que les prestaron grandes servicios. Y que este pacto no solamente se limitaba a un caballero, sino a todos sus descendientes.

Ese Pegaso debe ser el guardián familiar de esa doncella, aunque quizá (por su juventud) no sea capaz de manifestar todo el poder de su montura o de otro modo no tendría que estar ocultándose ni siquiera de un Dragón Dorado o del Cíclope. Pero eso significa que ella es alguien de una familia muy antigua y de abolengo. ¡Tal vez una princesa!

En efecto, el Caballo Alado era un ser casi divino que no debería temer a un Ciclope a no ser que fuese del primer tipo e incluso podría enfrentarse con un Dragón Dorado completamente desarrollado. Pero naturalmente esta tipo de bestias no aparecían fácilmente en el mundo mortal y cuando lo hacían sus poderes debían ser limitados inicialmente de acuerdo con las reglas impuestas por los primeros dioses.

Para que el Caballo Alado pudiese desatar todo su poder libremente, el jinete debía ser bastante poderoso, al grado de un Caballero Supremo. La hermosa doncella era humana y por su apariencia debía ser demasiado joven para alcanzar ese rango. Seguramente no podría utilizar las habilidades de esa bestia divina durante demasiado tiempo.

Sin embargo, con la velocidad de un Pegaso, medio minuto era más que suficiente para provocar un daño devastador e incluso matar a un Gran Caballero con una bestia inferior.

Si, mejor no me peleo con ella.” Concluyó Bryan negando con la cabeza: “Toda esta multitud es demasiado peligrosa. Los minerales serían geniales, pero es muy probable que muera si me meto en este baile al que de todos modos no he sido invitado. Así que es tiempo de que me retire.

Bryan estaba a punto de decirle a Gilberto que comenzase a desplazarse lejos del Cíclope… Cuando de repente ocurrió una catástrofe.

Todo este tiempo el gigante de un solo ojo había estado golpeando el suelo de la laguna termal con su enorme roca, haciendo un agujero más y más profundo para llegar a los minerales en el interior. Pero de pronto se escuchó una terrible explosión que excedía por mucho al ruido de sus golpes y luego una espantosa nube de vapor salió disparada, quemando los alrededores e impidiendo que ninguno pudiese ver.

Bryan ordenó a sus Espectros Oscuros que se elevasen por fuera de los gases calientes, pero esta niebla ya se había extendido bastante y por un instante no pudo ver nada más que blancura. Sin embargo, sí pudo escuchar el sonido de rocas desprendiéndose, sintió la tierra temblar y escuchó los bramidos furiosos del Cíclope.

Por fin el vapor desapareció, pero antes de que pudiese observar la situación un rugido desconocido resonó como si viniese de las profundidades de la tierra. Fue tal su intensidad que ahogó cualquier otro sonido y Bryan tuvo que taparse los oídos con sus manos para que sus tímpanos no se rompiesen. A través de sus Espectros Oscuros, pudo ver desde lejos que las expresiones de todos los poderosos individuos que observaban al cíclope se habían vuelto muy serias de distinto modo.

El Dragón Dorado y la doncella del Caballo Alado se veían bastante sorprendidos, como si no entendiesen que pasaba. Los ojos de ambos estaban fijos en el Cíclope, que en ese momento estaba cubriendo su único ojo con sus manos para protegerlo, mientras trataba de levantarse porque el temblor lo hizo resbalar y caer en el suelo. En cambio, la Gran Maga de Fuego sonreía con una satisfacción que contrastaba con las expresiones de terror de sus acompañantes. Por su parte el Gorila Plateado observaba todo con ojos hambrientos, como si estuviese viendo una comida tras mucho tiempo de inanición.

Antes de que Bryan pudiese deducir algo más, sintió que la temperatura alrededor del valle se disparaba a gran velocidad. El agua de todas las termas se evaporó en un instante y las plantas comenzaron a morir. El Cíclope pareció entender lo que estaba por suceder, porque se arrastró rápidamente fuera de la laguna vacía hasta llegar donde estaban los mineras que había recolectado y los agarró todos con sus grandes brazos. Pero cuando parecía a punto de echar a correr hubo otro terrible terremoto, seguido de un segundo incremento del calor.

Finalmente, un enorme chorro de lava ardiendo emergió disparado de la tierra y lo hizo con tanta fuerza, que el enorme cuerpo del Cíclope acabó cubierto por sustancia resplandeciente. El gigante gritó de dolor, pero utilizó sus manos para cubrir su ojo justo a tiempo, luego demostró lo ciertas que eran las leyendas sobre la fortaleza de sus cuerpos, porque se sacudió la lava del cuerpo y se alejó sin demasiadas complicaciones. El calor que habría matado instantáneamente a cualquier ser viviente ordinario únicamente le había provocado algunas llagas dolorosas.

Mientras tanto Gilberto estaba teniendo problemas. Al ser un dragón tenía una resistencia natural a la magia y el calor, pero temperatura estaba subiendo rápidamente, sin darle tiempo para adaptarse. Podía solucionarlo rápidamente utilizando sus poderes, pero revelaría su presencia.

Bryan entonces utilizó el Arte del Noveno diagrama Celeste para levitar, evitando así las llamas que comenzaban a propagarse, mientras le susurraba instrucciones a Gilberto para que se alejase sutilmente. El Dragón Negro dio entonces la vuelta y comenzó a serpentear en silencio.

El propio Bryan también quería alejarse, pero hacerlo sin estar seguro de la naturaleza del peligro al que se enfrentaban podía ser fatal. Así que aguantó el calor y esperó en silencio. Poco después sintió que una sed de sangre muy superior a la suya se expandía por todo el terreno, cubriéndolos a todos.

Gilberto se detuvo de pronto, como si quisiese quedarse a su lado, pero Bryan le hizo señales para que en lugar de eso acelerase su marcha. No quería que el Dragón Negro se convirtiese en el primer objetivo de lo que fuese aquello. Gilberto aún parecía dudar, pero finalmente volvió a deslizarse silenciosamente hasta llegar a unos cien metros de la lava, que ya se había desbordado de la laguna y ahora avanzaba hacia ellos, quemándolo todo a su paso.

Sin embargo, había algo más en el interior de esa roca fundida. Un poder desconocido se expandía lentamente, pero debido al calor intenso los sentidos mágicos de Bryan no conseguían identificarlo. Le tomó tiempo darse cuenta de que se trataba de un fenómeno parecido al que los Sanguisuga habían provocado cuando lo atraparon en otra dimensión.

Interferencia dimensional… ¡Esa cosa es un demonio!

En el instante en que llegó a esa conclusión Bryan supo que tenía que prepararse para lo peor. Y casi inmediatamente después vio como unos diez criaturas gigantes comenzaron a crecer desde la lava, como si estuviesen hechos de fuego y rocas. Ninguno tenía pies, sino que parecían brotar el suelo igual que una erupción, pero si poseían brazos casi tan largos como su cuerpo, armados con garras letales.

Estos gigantes de fuego elevaron sus brazos y una masa de lava comenzó a concentrarse rápidamente entre ellos, hasta convertirse en una especie de bola. Cuando llegó el momento, los gigantes arrojaron sus bolas de lava en contra del Cíclope, provocándole golpes terribles y quemaduras.

Sin embargo, el Cíclope no se quedó mirando. Hasta el momento su intención había sido la de retirarse, pero en cuanto lo atacaron su actitud dio un giro de 180° y soltó de golpe todos los minerales que estaba sujetando. Luego corrió como enloquecido contra los gigantes de fuego, quienes le arrojaron más bolas de lava. Pero estos ataques no pudieron detener al Cíclope que, aunque anteriormente había gritado por el dolor, ahora parecía completamente inmune al sufrimiento que le provocaban las quemaduras y no dejó de avanzar. Únicamente se detuvo cuando llegó a la altura de la gran piedra con la que estuvo excavando y que había dejado de lado al intentar escapar, pero ahora la recogió para asirla firmemente con sus dos manos y la utilizó para golpear salvajemente a los gigantes de lava. 

Estos se defendieron usando sus garras y consiguieron hacerle algunos cortes a la piel del Cíclope, pero en comparación con el veloz, fuerte y extremadamente brutal ataque del coloso, los movimientos de los gigantes de lava se veían algo torpes.

 El Cíclope golpeó y golpeó a las criaturas de fuego rápidamente, como si estuviese chancando ajos o moliendo carne. Tan grande era la fuerza que llevaba en cada una de sus arremetidas, que los gigantes fueron completamente machacados hasta convertirse en una especie de masa ardiente que se parecía a la lava de la que nacieron. Sin embargo, al poco tiempo sus enormes cuerpos volvieron a reformarse y continuaron enfrentándose al Cíclope como si no fuesen capaces de sentir miedo ni dolor.

El Cíclope sin embargo no se inmutó en lo más mínimo por esto y reanudó sus ataques como poseyese una energía ilimitada. El aterrador combate era para Bryan como un espantoso enfrentamiento entre fuerzas de la naturaleza. Era la primera vez que se sentía tan pequeño y agradecía haber tenido la prudencia de volar, pues la tierra se estaba resquebrajando por todos los impactos, los últimos árboles grandes colapsaron y finalmente hasta las montañas parecían resquebrajarse. Bryan tuvo que descender varios metros para encontrar obstáculos capaces de ocultarlo.

- ¡Los Arcontes Ígneos realmente se han manifestado! - Exclamó la anciana maga con un rostro emocionado. Su barrera de algún modo había protegido a todos sus ayudantes de las ondas expansivas, pero no podía hacerlos levitar como a ella, así que se habían desparramado por el suelo junto con sus instrumentos y parecían gritar aterrorizados. Pese a todo, nada de esto parecía importarle la Gran Maga.

El Gorila Plateado continuaba al acecho, pues al ser él mismo una especie gigante, no le impactaba tanto ver este tipo de combate. Aun así, la terrible fuerza que tenía el Cíclope despertó su sentido de alerta, aunque de momento parecía estar esperando algo más.

El Dragón Dorado y la joven en el Caballo Alado eran los más alarmados. Claramente habían venido únicamente para cazar al Cíclope, pero el repentino desarrollo los tomó completamente por sorpresa y ahora continuaban a la espera. Al igual que Bryan, no estaban seguros de sí convenía atacar, esperar o retroceder.

Mientras tanto el combate del Cíclope con los extraños gigantes de fuego o “Arcontes Ígneos”, continuaba sin que ninguno diese muestras de retroceder, aunque claramente el Cíclope llevaba las de ganar y no parecía que fuese a agotarse pronto. Pero cuando parecía que la situación se estancaba, algo nuevo sucedió.

Bryan sintió que la temperatura bajaba por unos instantes, pero luego volvió a incrementarse brutalmente. A pesar de su físico y poderes, Bryan tuvo que llamar a la Esencia Mágica para aumentar su resistencia por primera vez para defenderse de esta nueva oleada de calor y supo que algo terrible estaba a punto de suceder.

El Cíclope también pareció sentirlo, porque de repente dejó de luchar contra los Arcontes Ígneos y más bien comenzó a correr lejos de ellos, como si algo lo hubiese asustado.

“Eso no puede ser bueno.” Dedujo Bryan: “Ya vi suficiente, prefiero arriesgarme a correr que quedarme más tiempo.”

Mas cuando estaba a punto de hachar a volar con todas sus fuerzas… sus sentidos mágicos detectaron algo gracias a que los temblores de la lucha se habían detenido. Dudó por un instante, pero finalmente cerró los ojos para concentrarse por completo en lo que había encontrado y entonces una expresión de codicia se sobrepuso a la de cautela, que todo este tiempo había tenido.

- ¡Fuego! ¡Ahí debajo hay un Emplazamiento Extremo de Fuego! -

La Doncella y el Pegaso

Nota del Traductor

Hola a todos, soy acabcor de Perú, hoy es miércoles 16 de marzo y casi no logro completar el capítulo a tiempo.

La verdad es que este me costó mucho más de lo que creí al principio y al final terminé agregando muchas más cosas de las que pretendía para dar algunas explicaciones que servirán más adelante. Aumenté mucho el contenido, cambié la forma en que se dan ciertas cosas y sobre todo me enfoqué en darle a todo una perspectiva “desde el punto de vista del protagonista” que en el original no ocurre, pues los eventos son narrados en sucesión.

En comentarios anteriores he mencionado que ha quien dice que los Caballeros Medievales eran los mejores guerreros a caballo, pero eso no es cierto: Los Caballeros Medievales eran los mejores guerreros… punto. Da igual si peleaban en tierra, en el mar, a pie, en grupo o a caballo; ellos siempre eran los mejores. De su fuerza dependía no solamente la victoria militar de su nación, sino la protección de los lugares sagrados, el orden social e incluso la supervivencia de sus comunidades. Además, se enfrentaban a los peores enemigos posibles: Innumerables guerreros islámicos, crueles vikingos, bárbaros orientales e incluso a conflictos internos y externos en las naciones. No podían darse el lujo de no ser los mejores.

Sin embargo, hay todo un romance con el ideal del “guerrero montado” que hasta el día de hoy perdura y en esta oportunidad me aproveché un poco de ello para describir el vínculo entre los Caballeros y sus monturas.

Pero la inspiración para este capítulo no viene tanto del imaginario medieval sino del Mundo Antiguo: Grecia, Roma e incluso China (Dinastía Zhou). Muchos de estos mitos se basan en una creencia bastante arraigada: Que hay clases de personas que son superiores a otras por su nacimiento. Se que suena mal en tiempos modernos, pero lo cierto es que la lógica de muchos mitos solamente se sostiene bajo la premisa de que los protagonistas son genéticamente superiores. El mejor ejemplo de ellos es el de los “Semidioses” o héroes que poseen la sangre de un dios y por eso son capaces de cosas o tienen destinos únicos que los “mortales comunes” no poseen. Esta creencia ha sido la imperante durante más de 7 mil años de historia, o sea, durante la mayor parte de la existencia humana. Y de hecho todavía perdura en algunos lugares, sobre todo en oriente.

Esta creencia solo comienza a cambiar (y no de inmediato) cuando llega el cristianismo y se propone que “todos somos iguales” ante Dios y que el Emperador no es de por sí un ser divino, sino el “Primus inter pares” o el Primero entre sus iguales. El “Derecho divino para gobernar” que tenían los reyes se consideraba un don de Dios y no un privilegio como las películas suelen mostrar. Pero la idea de que ay personas “divinas” perduró bastante en Oriente. Por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial el Emperador de Japón era legalmente un “dios viviente” y solo renunció a esa condición después de que terminó el conflicto.

Piénsenlo, hace sólo 70 años todavía adoraban a “reyes dioses” en oriente y quizá todavía quede alguno escondido por ahí.

En fin, el caso es que en esta historia estoy usando el concepto. Los Caballeros son Aristócratas, así que son de una raza diferente. Por eso los Espadachines, que son muggles, no pueden formar un pacto con las bestias ni tendrán dragones. Qué pena por ellos, pero es necesario para que el orden social sea creíble. Por supuesto que no todos deberían serlo, porque si no la escala de poderes se dispararía, pero en general esa es la lógica que manejo.

En el original no hay pelea con los Arcontes Ígneos, que son el nombre que les puse a esas cosas de fuego. Pero me pareció ridículo que el Cíclope se quedase como un cobarde que únicamente intenta escapar, así que lo cambié. También modifiqué todas las descripciones de los personajes recién llegados, para que fuesen más emocionantes.

La Jinete del Pegaso no es muy descrita, simplemente nos dicen que llevaba una armadura, pero que sus pechos eran tan grandes que parecían evidentes a pesar de ello y que los lucía con orgullo… En serio, así de poco elaborado. Naturalmente tenía que cambiar eso, así que intenté un enfoque más sutil y me concentré en escribir la armadura y la apariencia. Para ello sufrí más de lo esperado, porque pensaba que encontraría muchas imágenes de doncellas caballero montando pegasos en internet, pero resulta que no fue así.

Al final me imaginé a Rider de Fate, pero con armadura y un distinto color de pelo.

Cabe mencionar que, en el original, el Gorila es simplemente un mono grande con garras. Tal vez eso sirve para los chinos, porque en su cultura tienen el mito del “Rey mono, Sun Wukong” y todo eso. Pero era bastante triste que un simple mono pudiese estar ahí, con criaturas tan poderosas, únicamente por ser grande. Entonces pensé en volverlo un gorila como tributo a King Kong y darle pelaje metálico para justificar que no tenga miedo del fuego.

Disculpen si el comentario me queda largo o algo incoherente, pero la verdad es que estoy super cansado, pues han sido días bastante duros. Sin embargo, espero haberles podido presentar un buen capítulo, mis estimados amigos.

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¡Nos vemos en el siguiente capítulo!