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Transcurrió una semana desde que renací en este mundo y me convertí en Zenón Baskerville, pero mi determinación de superar a mi padre ardía como el primer día. Durante ese tiempo, la vida en la academia transcurrió sin incidentes graves, aunque León continuaba mirándome con extremo desagrado cada vez que nuestros ojos se encontraban. Pero como yo no tenía intención de involucrarme en su vida, aquello no representaba un problema para mí. De hecho, ni siquiera me dirigió la palabra, así que su actitud no me afectó en lo más mínimo.
El resto de mis compañeros también mantenían cierta distancia, y de vez en cuando sentía sus miradas asustadas. En esencia, mi día a día era una constante repetición de lo vivido durante la ceremonia de ingreso.
Afortunadamente, todo lo que no implicaba socializar resultaba relativamente sencillo. Las clases, por ejemplo, no eran especialmente difíciles. Las matemáticas estaban al nivel de un estudiante de secundaria promedio, y ni siquiera era necesario aprender funciones trigonométricas. Mi mayor preocupación al principio era que el curso de historia se convirtiese en un obstáculo insuperable, pero, curiosamente, mi mente absorbía la información de los libros como una esponja secando agua.
La teoría mágica también resultó sorprendentemente sencilla. Quizás se debía a que el Zenón que era dueño original de este cuerpo siempre había hecho un esfuerzo considerable por dominar sus habilidades, dejando todo ese conocimiento profundamente grabado en su memoria.
Mientras disfrutaba de la sensación nostálgica de haber regresado a mis días de estudiante, avancé sin mayores dificultades por las clases, hasta que finalmente llegó el momento de la lección que más esperaba. Se trataba de una materia práctica en la escuela: Exploración de Laberintos.
En este mundo, los Laberintos son guaridas de innumerables monstruos y lugares llenos de misterios. En ellos, los monstruos y los tesoros parecen surgir de manera natural, como si obedecieran leyes distintas a las del resto del mundo. Una de ellas, llamada El Patio de Juegos del Sabio, se encuentra dentro de la Academia y es en dónde ocurre lo que sería el Tutorial del Juego.
- Ahora comenzaremos la lección de Exploración de Laberintos. Por favor, todos divídanse en los grupos que hayan acordado previamente. - Anunció tranquilamente Wanko-sensei a los estudiantes cuando todos nos reunimos frente a la entrada.
Ya desde la primera clase nos informaron que eventualmente tendríamos que realizar esta misión, un tiempo más que suficiente para mentalizarnos, prepararnos y elegir cuidadosamente a los integrantes de nuestros grupos. El número máximo permitido era de cuatro personas. Para entonces, casi toda la clase había tenido la oportunidad de conocerse y formar varios equipos de cuatro integrantes.
Casi todos... salvo unas pocas excepciones.
- A continuación, cada grupo entrará por turnos dentro del Laberinto. Um, aquellos que no están en ningún grupo… -
Wanko-sensei me miró inmediatamente.
Yo era el solitario de la clase, además de provenir de la familia con la peor reputación entre los aristócratas. Así que, naturalmente, nadie hacía fila para incluirme en su grupo. Mejor dicho, cerraron filas desde el principio para dejarme claro que no me querían cerca. Bueno, no es que eso me preocupe especialmente, porque con mis habilidades y conocimientos del juego, puedo pasar fácilmente el Laberinto del Tutorial yo solo. Más bien, me alegra no tener a personas inútiles que puedan retrasarme. Así es. Esa sensación de vacío en mi estómago seguramente no tiene nada que ver con ser dejado de lado.
- No me importa. - Dije de inmediato a la profesora: - Estoy bien con ir por mi cuenta. -
- A mi tampoco me supone ningún problema. -
Sorprendentemente, no fui el único solitario. Nagisa Seikai, una de las tres heroínas principales, tampoco se había unido a ningún grupo.
Rápidamente recordé su trasfondo: Nagisa es la típica chica espadachín. Viajó muy lejos desde su tierra natal, muy parecido a un Japón alternativo, por un motivo bastante trágico y tenía la firme determinación de lograr sus objetivos. Por eso, al principio, no confiaba en las personas y apenas interactuaba con sus compañeros de clase.
Más adelante, León le salvará la vida. Entonces ella se convierte en su amiga, gracias a lo cual puedo comenzar a abrir gradualmente su corazón a otros... pero eso aún falta bastante para que suceda.
- Bueno, no es en contra de las reglas… Pero creo que es demasiado arriesgado que exploren en solitario. - Dijo Wanko-sensei, con preocupación: - Este es su primer Laberinto y, dado que ambos no están en un grupo, ¿por qué no exploran juntos? -
- No gracias. -
- Es innecesario. -
Nagisa y yo lo rechazamos al mismo tiempo. Yo ya sabía por qué ella se negaba. Por mi parte, deseaba minimizar cualquier contacto con las heroínas principales para asegurarme de no interferir con León. Aunque estoy convencido de que puedo interactuar con ellas sin activar ninguna bandera, prefiero evitar cualquier riesgo.
Wanko-sensei llevó un dedo a su sien, como si intentara reprimir un dolor de cabeza, e intentó advertirnos con tono serio:
- No hay monstruos peligrosos en este Laberinto, pero recuerdan que estarán por su cuenta. Según las leyes del reino Slayer, la Academia no se hará responsable de cualquier herida que sufran o incluso si pierden la vida. Aun así, ¿están seguros de ir solos? -
Ambos asentimos sin dudar. La profesora sacudió la cabeza con exasperación, pero acto seguido aplaudió para recuperar la compostura.
- Muy bien, entonces. Por favor, comiencen su primera aventura por turnos. Una vez que el primer grupo ingrese, el resto los irá siguiendo en intervalos de diez minutos. Asegúrense de traer de vuelta todos los objetos o materiales que consigan recolectar de los monstruos que derroten. El gremio no los comprará como en otros Laberintos, pero su puntaje dependerá de lo que consigan. -
- ¡Excelente! ¡Comencemos nosotros! -
- ¡Espera un minuto! ¿Quién te dio derecho a adelantarte? -
- ¡Cálmense todos, hay que decidir un orden! -
Tan pronto como terminó la explicación, mis compañeros comenzaron a discutir acaloradamente sobre el orden en que debían entrar. Esto era algo que no ocurriría en el juego. A pesar de que el desafío aún no comenzaba, ya se había desatado un escándalo por algo tan trivial. Uno pensaría que los profesores decidirían quién entraba primero, pero Wanko-sensei permanecía en silencio, observándolos desde cierta distancia, como si estuviera esperando precisamente esta reacción. Quizás, de cierto modo, esta era la primera prueba que los estudiantes debían superar.
“Son como niños escandalosos antes de subirse a un juego de feria.” Pensé mientras soltaba un suspiro.
- Te ves bastante relajado. Sabes que estamos a punto de ingresar a un lugar peligroso, ¿verdad? - Me dijo alguien con tono cortante.
- ¿Oh? - Respondí, sorprendido.
Mientras observaba la discusión, Nagisa Seikai comenzó a dirigirse a mí por algún motivo. No pude evitar arquear una ceja al ver el rostro de aquella hermosa chica de cabello negro, cuyo semblante frío reflejaba una mezcla de desdén y seriedad.
- Qué sorpresa, es la primera vez que un compañero de clase me dirige la palabra. -
- No puedes culparlos. Tienes una mirada extremadamente malvada. Estoy segura de que casi todos te tienen miedo. -
- Lamento mucho escuchar eso. - Respondí lacónicamente, desviando la mirada hacia la multitud para dejar claro que ella no me importaba: - Y bien, ¿hay algo que quieras de mí? Porque uno de los motivos por los que prefiero ir solo es que no necesito que alguien me esté diciendo obviedades. -
No quería ser grosero, pero esta actitud formaba parte de mi política de evitar cualquier interacción con las heroínas principales. Seguramente no me molesté porque me hablase como un niño tonto. Después de todo, soy mentalmente mucho mayor que ella y conozco los peligros del Laberinto mejor que nadie. No tengo por qué dejar que algo tan trivial me afecte. Sí, eso es todo. No es que me irritase la condescendencia de nadie, mucho menos la de una mocosa grosera que, apenas habla conmigo por primera vez, y ya actúa como si me conociera de toda la vida. Claro que no estoy molesto. Estoy completamente seguro de ello.
- Parecía ser el único que no estaba ocupado. - Respondió Nagisa, resoplando con frialdad. - Por favor, dile a los demás que, si nadie quiere ser el primero, entonces yo tomaré la iniciativa. -
- Si alguien me pregunta, le daré tu mensaje. - Respondí con ironía.
- Bueno, entonces, voy a entrar. -
Sin escuchar realmente mi respuesta, Nagisa me dio la espalda e ingresó al Laberinto con paso firme y decidido, sin titubear.
- ¡O… Oye! ¡Espera un minuto! -
- ¡Eso no es justo! ¡Todavía no hemos…! -
- … -
Resultó que Nagisa no era especialmente grosera conmigo. Ignoró por completo las palabras de los demás, como si fueran polvo arrastrado por el viento, y desapareció en el umbral del Laberinto.
“¿Quién diría que hay alguien más antisocial que yo?” Pensé mientras me encogía de hombros y giraba hacia mis compañeros.
- ¡Ya dejen de perder el tiempo! - vociferé, alzando la voz para llamar su atención: - ¡¿Qué importa quién entre primero?! ¡Lo único que tienen que hacer es matar monstruos y avanzar en el Laberinto para ser calificados! Hagan piedra, papel o tijera. Qué se yo. ¡Pero acaben con esto antes de que se haga de noche! -
- Oh… -
Mi cara de villano surtió efecto. Al principio parecieron asustados, pero pronto entendieron que estaban perdiendo el tiempo y se apresuraron a sortear su turno. Así, diez minutos después, el grupo de León Brave y Ciel Uranus, que ganaron el piedra, papel o tijera, fue el primero en ingresar al Laberinto, mientras los demás grupos formaban fila para esperar su turno.
Aunque yo mismo lo había sugerido, no tenía interés en participar en el sorteo. Decidí esperar y ser el último en entrar. No tenía prisa. Además, así reduciría las probabilidades de cruzarme con León o las heroínas.
- Me has sorprendido. - Comentó Wanko-sensei repentinamente, acercándose a mí con una ligera sonrisa: - Parece que tienes habilidades de liderazgo, Baskerville. Estoy impresionada. -
- Discúlpeme si soy grosero, pero para sorprenderse uno primero tiene que conocer a alguien y esperar algo de esa persona. - Respondí con más brusquedad de la que pretendía: - Tú no sabes nada acerca de mí, profesora. Creo que esta es la primera vez que me hablas. -
- Ummm… Parece que todos en la clase se han distanciado de ti por los rumores sobre la familia Baskerville y tu expresión de villano. Creo que yo también me dejé llevar por esos prejuicios. No he sido una buena profesora contigo. -
Sorprendentemente, Wanko-sensei no intentó excusarse ni negar lo evidente. Incluso se disculpó. Era más de lo que jamás hubiera esperado. Tenía que darle crédito por ello. Pensé en responder, pero ella continuó hablando:
- Pero, Baskerville, ¿por qué ha decidido ser el último en salir? Es como si no te importara el orden. -
- Porque no es importante - Respondí con un tono más mesurado. - Caminante, no hay camino; se hace camino al andar. Incluso si entramos primero, si las habilidades son insuficientes, seremos derrotados antes de llegar a los niveles inferiores, donde están los monstruos más complejos y las mejores recompensas. -
- Parece que confías mucho en tus habilidades. - Comentó la profesora con una leve sonrisa al principio, pero luego un destello de preocupación apareció en su mirada y preguntó con voz temblorosa: - ¿Has estado antes en algún Laberinto? -
Parecía que temía que mi familia me hubiera llevado a un lugar así a una edad temprana. No era una idea descabellada; podía imaginar perfectamente a Garondolf Baskerville abandonándome en lo profundo de un Laberinto con la excusa de "entrenamiento".
- No, pero en casa tengo muchos libros al respecto. - Le aclaré rápidamente para tranquilizarla.
- Ya veo. - Respondió, visiblemente aliviada.
En ese momento decidí aprovechar que nadie nos escuchaba para preguntarle algo.
- Profesora, los objetos y tesoros que se obtienen en los Laberintos están sujetos a impuestos por parte del gobierno. Además, entiendo que generalmente hay que pagar una cuota al gremio para conservarlos. ¿Aquí también es igual? -
- No, este Laberinto le pertenece a la Academia y es una parte importante de la formación. Por eso no hay impuestos. - Respondió Wanko-sensei rápidamente, ajustándose las gafas con un dedo de un modo bastante genial mientras sonreía: - Sin embargo, me temo que los tesoros que puedes encontrar aquí no son particularmente valiosos. No te pagarán mucho por ellos. Lo importante de este lugar es tener una primera experiencia recolectando. Además, como los monstruos no son muy fuertes, es muy raro que ocurra alguna muerte. -
- Me alegra escuchar eso. Supongo que tendré que esforzarme para encontrar algún tesoro adecuado. -
- Aprecio que estés motivado, pero recuerda que esta lección no es una competencia. Si en algún momento sientes que estás en peligro, por favor, da media vuelta y regresa. -
- Yo… Agradezco su preocupación, profesora. -
¿Quién lo diría? Parece que Wanko-sensei realmente se preocupa por mí a pesar de que soy el paria de la Academia. Ahora estoy convencido de que es una buena profesora. Esto me hace sentir aún más molesto con los desarrolladores de la secuela, que decidieron encerrarla en un sótano para que fuese degradada sexualmente hasta convertirla en una perra con collar y todo.
Finalmente, el último grupo se internó en el Laberinto. Así que me despedí de la profesora por la que sentía un renovado respeto y descendí por la oscura escalera.
Zenón descendiendo por la escalera
Saludos, estimados lectores, soy Acabcor de Perú.
En estas fiestas navideñas, quiero expresar mi gratitud por vuestro constante apoyo y entusiasmo. Cada uno de ustedes hace que esta travesía literaria valga la pena. Es un honor compartir esta aventura con personas tan apasionadas.
Como muestra de mi agradecimiento, he publicado un nuevo capítulo. Consideren esto mi regalo de Navidad para ustedes, con la esperanza de que disfruten cada palabra tanto como yo disfruté escribiéndola.
Deseo que esta Navidad esté llena de momentos memorables y que el Año Nuevo nos traiga más capítulos emocionantes y desafíos literarios.
Gracias por estar siempre ahí.