225 Tesoros Invaluables

La raza de los orcos. Se decía que, más que habitar, pululaban en el mundo subterráneo como las cucarachas y eran considerados universalmente una maldición para el mundo. Un error de la naturaleza. La prueba de lo que el mal podía hacer para retorcer lo correcto.

Y lo peor… era que todo eso era cierto.

No había nada más sencillo para un rastreador que seguir a una columna de orcos, porque parecía que, incluso caminando, buscaban hacer todo el daño posible y no dejar ni siquiera al césped crecer tranquilo. Los pocos eruditos que habían tenido estómago suficiente como para estudiarlos estaban de acuerdo en que se trataba de seres escasamente inteligentes, pero capaces de ser increíblemente astutos cuando era necesario. Sin embargo, no eran muchos los que se atrevían a acercarse a estos seres deformes y miserables con otro objetivo que no fuese el de exterminarlos.

La terrible verdad era que no existía otro modo de relacionarse con esta especie en su estado natural que el de buscar su aniquilación. Y es que un destino mucho peor les esperaba a todos aquellos que les mostrasen algún grado de piedad. Porque los orcos por naturaleza aborrecen todo lo que existe, incluso a ellos mismos y a sus caudillos, a quienes únicamente seguían por puro temor cuando estos se imponían sobre el resto.

El propio Bryan sintió un escalofrío cuando los ojos del viejo orco lo siguieron en su recorrido hacia la puerta de la trastienda. Podía sentir que la criatura lo odiaba por el simple hecho de ser otro ser viviente. También supo que, de no ser porque el cuerpo de este orco estaba quebrado, mutilado y maldito más allá de cualquier oportunidad de curarse, ya habría saltado a tratar de matarlo con todas sus fuerzas, incluso a mordiscos de ser necesario.

Era bien sabido que los orcos no eran capaces de hacer nada hermoso o artístico, aunque tenían una cierta capacidad tecnológica que únicamente empleaban cuando se trataba de hacer daño o destruir a otras criaturas. Por eso Bryan no se sorprendió al ver que la habitación del interior era aún más espantosa, oscura, húmeda tétrica y destartalada que la principal. Tampoco había nada parecido a una organización, porque los productos estaban dispersos por todos lados, sin ningún sentido de coherencia que ayudase a distinguirlos.

Sin embargo, para Bryan estos eran el espectáculo más hermoso que podría haber visto. Porque los Orcos habitaban las partes más profundas del mundo subterráneo, mucho más abajo que los lugares en donde vivían los Elfos Oscuros o los Dragones Negros. Ahí se encontraban minerales y plantas únicas que únicamente aparecían en sitios donde el poder de las tinieblas fuese casi palpable y la luz del sol nunca brillase. Los pocos orcos arruinados que conseguían escapar de sus tribus a tiempo para no convertirse en comida de sus pares, se traían consigo muchos de estos tesoros invaluables, que para ellos no eran más que basura. Por fortuna para Bryan, parecía que de algún modo estos seres habían aprendido que los habitantes de la superficie los podían encontrar valiosos.

Lo primero que Bryan notó fue un bulbo púrpura que descansaba sobre un montón de tierra y que parecía resplandecer con una luz propia. Su piel era semejante a la textura del vidrio, con pequeñas gotas de rocío condensado que brillaban en la superficie cual si fuesen diamantes. Cuando se acercó para verlo más de cerca… ¡El bulbo se sacudió y saltó rápidamente hacia su cara con suficiente fuerza como para romper huesos humanos!

¡En verdad es un Bulbo Saltador!” Se dijo Bryan emocionado mientras lo atrapaba hábilmente con una mano. Para una persona normal esta planta sería peligrosa, pero para alguien con sus reflejos sobrehumanos era apenas un juego de niños atraparlo. La planta también podía defenderse secretando una sustancia muy irritante para la piel, pero la de Bryan era demasiado gruesa como para que pudiese afectarle incluso si no llevase sus guantes de cuero.

El Bulbo Saltador era un ingrediente mágico que aparecía en las memorias de Chu Can Lan y servía para la fabricación de píldoras. En el mundo del que provenía ese maldito vejestorio los magos, sin importar la clase, podían fabricar una serie de medicinas que se consumían en trozos con forma más o menos redonda y provocaban reacciones increíbles en el cuerpo.

El problema era que la mayoría no podían ser consumidos por aquellas personas que no poseyesen un cierto grado de fuerza, porque la cantidad de poder contenido en el medicamento haría estallasen sus venas junto con los circuitos mágicos. Además, incluso si llegaban a funcionar, las píldoras siempre provocaban efectos secundarios terribles tales como dolor intenso, náuseas, perdida temporal de la movilidad, perdida temporal de la vista, locura o amnesia, etc. En cierto sentido era como consumir un veneno, así que el cuerpo necesitaba bastante tiempo para digerirlo y absorber las propiedades medicinales.

Sin embargo, los magos del mundo de Chu Can Lan consideraban que valía la pena el sufrimiento si con ello conseguían los fabulosos efectos que provocaban estas píldoras. Algunas de ellas literalmente reemplazaban todos los del cuerpo, dejándolos limpios de cualquier impureza y notablemente más fuertes. Otras medicinas aumentaban el diámetro de los circuitos mágicos, prolongaban la juventud, curaban ciertos defectos congénitos o incluso podían aumentar la capacidad mágica del mago de forma permanente, siempre y cuando se consumiesen en el momento y modo adecuados.

Consumir píldoras siempre implicaba un gran riesgo, pero las recompensas valían la pena.

El principal problema es que para fabricarlas se necesitaban dos cosas: Un Horno Refinador Yin/Yang (que poseyese fuego espiritual) e ingredientes diversos de gran valor, los cuales normalmente eren muy difíciles de conseguir.

Al principio Bryan descartó definitivamente la idea de preparar estos medicamentos porque no poseía el Horno Refinador y no parecían existir en el mundo en que se encontraba. Pero cuando estudiaba en el Cementerio de la Muerte descubrió muchos conocimientos sobre la fabricación de pociones mágicas que pudo asimilar por sus experiencias previas cuando aún era un esclavo y limpiaba los laboratorios. Entonces se le ocurrió que hasta ese momento su Necromancia se había combinado perfectamente con la Magia Demoníaca, fortaleciéndose mutuamente y produciendo resultados mucho mejores que los originales. ¿Y si en lugar de usar el Horno Refinador de Chu Can Lan buscaba una forma de adaptar los métodos de este mundo para hacer sus medicinas mágicas? ¿No existía la posibilidad de que el resultado fuese mucho mejor?

Por ese motivo Bryan dedicó un poco de su tiempo a estudiar estos conocimientos e incluso logró tener éxito en su primera poción mágica oficial, que fue la marca de rastreo usada sobre las cajas de Odón Ascher cuando Phoebe las trajo. En ese momento había seguido las instrucciones al pie de la letra y no tuvo ningún problema. Incluso sintió que el arte de destilar pociones era en muchas formas superior al tosco método de refinación de píldoras del mundo de Chu Can Lan, porque las pastas no retenían las propiedades puras de los ingredientes como sí lo hacía un elixir.

Y ahora el destino había querido entregarle un lote entero de varios ingredientes que conocía y que podía usar para experimentar en la fabricación de pociones únicas.

De inmediato Bryan se puso a recolectar mientras se concentraba con todas sus fuerzas en los recuerdos que tenía ese viejo maldito sobre la apariencia y cualidades de los ingredientes: Caparazón de Agortut, un parásito atraído por la magia que servía como antídoto para venenos muy únicos; una Centinodia Sombría con más de un siglo de antigüedad, que podía ayudar a trasformar la carne humana; la Cicuta Viriosa, increíblemente venenosa por si sola, pero que también servía para expulsar cualquier otra toxina del cuerpo a la fuerza; Citoforiana de Fuego o mejor dicho sus frutos, pequeños como perlas, pero resplandecientes como rubíes, que anulaban todo tipo de maldiciones; Díctamo Fulgurante, una flor que con propiedades reconstituyentes y vigorizantes, perfectos para conservar la energía de un modo casi ilimitado temporalmente; Semillas Lunares, un ingrediente que era capaz de afectar la mente del que lo consumía, haciendo que perdiese cualquier defensa psicológica; Bayas de Sopóforo, que dormían durante meses al que comiese en estado puro; Hongos de la Muerte, cuyas propiedades eran evidentes sólo por el nombre; Sal Etérea, un mineral muy extraño que podía sacar la conciencia del cuerpo de una persona durante 24 horas; Nux Mística, una raíz que invertía temporalmente la dirección en que la magia fluía dentro de los circuitos mágico; y tantos otros tesoros semejantes.

Bryan regresó con los brazos cargados de estos ingredientes y los puso cuidadosamente sobre el mostrador, mientras miraba fijamente al orco: - ¡Dime el precio! -

Pero el orco no respondió de inmediato ni miró las plantas que Bryan había escogido. Simplemente se le quedó mirando a los ojos durante un minuto entero hasta que finalmente preguntó con una voz rasposa: - ¿Acaso tú sabes para qué sirven? -

- Yo no, pero el amo al que sirvo, sí. - Respondió Bryan mintiendo inmediatamente, porque no quería que esta criatura supiese o imaginase lo que pretendía hacer: - O por lo menos espero que lo sepa. Quizá los encuentre útiles. -

- No sé qué uso podrán darle los hombres… pero muchos de ellos son venenosos. - Le advirtió el orco, aunque por algún motivo sonrió de un modo asqueroso, como si la idea le encantase. Un pútrido y espantoso aliento comenzó a brotar de su boca entreabierta.

- Dime cuanto quieres. - Lo cortó Bryan tajante.

- Cien de oro. - Contestó el Orco mirándolo aún con su sonrisa desagradable.

- Te daré trescientas. - Le respondió Bryan: - Pero a cambio quiero encontrar otras plantas raras del inframundo cuando regrese. ¿Puedes conseguirme más? -

- Puedo, claro que sí.  Aunque tendré que despellejar a algunos de mis viejos conocidos. Pero por tan buen cliente, bien vale la pena. - Respondió el Orco de forma malévola.

- Trato hecho, entonces. - Dijo Bryan que ya había decidido interactuar lo menos posible con este ser. De modo que le entregó el dinero, guardó todo en su Anillo Espacial y estaba a punto de dar media vuelta para irse, cuando de pronto…

- Tengo una hierba más que puedo darte ahora mismo. Por si te interesa. - Dijo de pronto el Orco, sacando una flor de algún lado.

Cuando la vio, Bryan necesitó de todo su autocontrol para mantener su expresión calmada. Era una flor perfectamente oscura, tanto que parecía absorber toda la luz a su alrededor para luego expulsarla como pequeños arroyuelos de líquido multicolor que caían de la base de sus pétalos.

¡Flor de Umbara!” Se dijo Bryan: “¡Nacida de la oscuridad absoluta y capaz de intervenir con la mismísima fuerza del tiempo!¡Guarda el secreto de la juventud eterna! ¡Pensar que este asqueroso orco la tenía ahí, en uno de sus sucios bolsillos!

- ¿Cuánto quieres por ella? - Preguntó Bryan fingiendo desconocimiento.

- No lo sé… - Respondió el Orco como si dudase: - La verdad es que no tengo idea de lo que hace. Pero me imagino que es muy valiosa. Tal vez incluso demasiado valiosa como para venderla por simple dinero. -

Al escuchar su respuesta, Bryan entornó los ojos de un modo peligroso, pues estaba considerando seriamente si matar ahí mismo a ese orco para quedarse con la flor. Trunks se dio cuenta y llevó su mano disimuladamente hacia la empuñadura espada corta de su cintura. El Dragón también comenzó a apretar sus propios nudillos, como si estuviese relajándose antes de comenzar a golpear.

El orco debió sentir algo, porque inmediatamente se acomodó en la silla y relajó la postura mientras exclamaba: - ¡Calma! ¡Calma, estimado cliente! ¡No tengo problemas en dártela por un precio justo! -

- ¿Qué quieres sino dinero? - Preguntó Bryan un poco incómodo. La última vez que habló tanto con un orco fue en la ciudad de Droll, cuando asesino a un par de saqueadores que montaban Wargos. En ese momento le parecieron seres incapaces de pensamientos complejos y por eso estaba sorprendido de que este orco ventero le estuviese insinuando otra forma de pago.

- Jejeje. ¡Entiendes muy rápido! - Respondió el orco levantándose de pronto y arrastrando su cuerpo herido de forma grotesca, pero con sorprendente habilidad, hasta una ventana. Entonces le hizo señas imperiosas a Bryan para que viniese a su lado: - ¿Ves a ese gordo maloliente? -

Bryan, Trunks y Gilberto se acercaron a mirar. La ventana dejaba ver una estrecha calle lodosa, tras la cual había una casa de madera más o menos vieja, pero en comparación a la tienda del orco era casi lujosa. En el interior de ella había un hombre algo subido de peso que parecía ocupado en desollar algún tipo de animal, juzgando por lo que podían ver a través de la puerta entreabierta de su casa.

- Ese maldito saco de carne no deja de fastidiarme la vida. A veces me insulta para divertirse, a veces se caga en mi propiedad. Lo peor son los chillidos de las putas que invita. ¡Todas las malditas tardes tengo que escucharlas haciendo ruido! - Dijo el Orco con el mismo tono de fastidio que usaría alguien para quejarse de que el perro del vecino ladra demasiado.

- Entonces, ¿qué quieres que haga con él? - Preguntó Bryan confuso.

- Ese cerdo siempre se está burlando porque me falta un brazo. - Respondió El Orco levantado la extremidad con el garfio: - ¡Como si no pudiese matarlo fácilmente incluso si me faltasen ambos! Pero hacerlo sin que nadie lo sepa es un problema. Es patrocinador de unos mercenarios, ¿sabes? -

- ¿Pretendes que lo mate? - Preguntó Bryan ceñudo, porque no pensaba cometer un asesinato simplemente para complacer el capricho de un orco.

- ¿Matarlo? ¡No! ¡Sería lo mismo que enviarlo a descansar! - Respondió el Orco sonriendo nuevamente de ese modo asqueroso: - En algún momento lo mataré yo mismo. Pero lo que ahora mismo quiero es que le rompas el brazo. Quiero verlo sufriendo durante muchos días y que todos los demás lo vean sufrir. ¿Qué dices? ¿No es cierto que es muy fácil? Tú me ayudas con este pequeño deseo y yo te ayudo entregándote esta hierba. -

Nuevamente Bryan sintió el impulso por matarlo, pero la posibilidad de que este orco pudiese traerle más tesoros era demasiado buena como para dejarla pasar. Así que suspiró y le hizo un gesto a sus compañeros para que lo esperasen un momento. Luego saltó hábilmente por la ventana para cruzar la lodosa callejuela en dirección a la casa del vecino, cuidando de no ser visto.

En el camino recogió una piedra y la arrojó hábilmente, de modo que voló por encima de la cabeza del hombre para terminar en lo que debía ser la cocina, porque se escuchó el sonido de unas ollas de barro rompiéndose. El sujeto escuchó el estruendo y se dirigió a ver lo que ocurría, descuidando la puerta por la que Bryan entró poco después en completo silencio.

Una vez en el interior Bryan se dirigió tranquilamente en pos del hombre, que no lo escuchó venir distraído como estaba. Bryan sólo necesitó un golpe certero para dejarlo inconsciente. Luego miró a su alrededor en busca de algo contundente para romperle el brazo y entonces se dio cuenta de que esta casa era algo extraña. No parecía ser una tienda, taberna, un depósito, menos aún un burdel, ni ninguno de los establecimientos habituales que abundaban en el valle del sol. El sujeto inconsciente tampoco parecía ser algún tipo de vendedor después de examinarlo mejor.

Es alguna clase de guardia.” Concluyó Bryan, pero no lo pensó demasiado. Después de todo, un guardia tan descuidado jamás sería empleado para vigilar nada importante.

Luego de buscar un rato encontró una porra de madera, que confirmó su sospecha inicial sobre la identidad del dueño de la casa.

Bryan tomó el garrote y con mucho cuidado dio un golpe certero al brazo derecho del hombre, el cual aún inconsciente soltó un quejido de dolor. Si Bryan le hubiese aplastado la extremidad con un pie usando un poco de su fuerza sobrehumana, también se le habría roto. Pero en ese caso algunos fragmentos de hueso podrían haber roto alguna de las venas del hombre o causado heridas internas, provocando una muerte por desangre o incluso una gangrena. En cambio, al usar la porra, Bryan acaba de romperle el brazo de tal modo que no demoraría demasiado en sanar. Este desconocido no le había hecho nada personalmente, así que no quería que muriese por accidente.

- Hecho. - Dijo Bryan en cuanto regresó.

- ¡Excelente! - Respondió el orco entregándole la Flor de Umbara: - Aquí tienes mi parte del trato. ¡Y tendré más cosas para ofrecerte la próxima vez que vengas! -

No tan valiosas como esta, eso te lo aseguro.” Pensó Bryan para sí mismo mientras recibía con mucho cuidado este tesoro increíblemente valioso. Estaba punto de guardarla en su Anillo Espacial cuando de repente alguien les dirigió la palabra.

- Espera por favor, joven noble. ¡Realmente necesito esa flor! -

Todos se estremecieron como si los hubiese golpeado una corriente eléctrica. En esa pequeña habitación estaban Bryan el Necromante y Mago Demoníaco, el legendario Cazador de Monstruos del Bosque Oscuro, un Dragón Negro disfrazado de humano que era el depredador supremo del Mundo Subterráneo y nada menos que un Orco proveniente de los abismos más profundos de la tierra… Pero una persona había podido aproximarse a todos ellos por la espalda sin ser detectada.

Bryan, Trunks y Gilberto se dieron la vuelta con un movimiento violento, listos para desenvainar las armas o atacar a quien fuese… Pero lo que vieron los dejó a todos sin aliento.

Frente a sus ojos había una diosa.

Era una mujer perfecta en todos los sentidos. Tenía un cuerpo esbelto y bien formado. Una cascada de cabello castaño oscuro reflejaba los rayos del sol como si fuese el ámbar más puro. Sus ojos verdes brillaban como hermosas joyas. Su nariz era perfecta. Sus labios sensuales. Toda ella era un conjunto inigualable de hermosura.

Lo más increíble de todo eran las intensas emociones contradictorias que despertaba en los hombres que la miraban. Por un lado, un deseo de lujuria intenso por poseer ese cuerpo perfecto, cuya belleza parecía magnificarse por momentos con el más mínimo de sus movimientos. Pero al mismo tiempo su mirada y su voz llevan consigo tal inocencia, dulzura y ternura, que todos sentían una extraña predisposición paternal de mimarla, cuidarla y protegerla.

Estas dos poderosas fuerzas de virtud y vicio se enfrentaron al mismo tiempo las mentes de todos los hombres presentes, dejándolas en blanco. Ni siquiera el Dragón Negro resultó inmune a efecto pese a ser un notorio depravado. En semejante estado, lo único que cualquiera de ellos podía hacer era aceptar la propuesta de esta hermosa doncella.

Pero en el caso de Bryan existía una tercera fuerza: La Esencia Mágica. La sustancia negra despertó de inmediato para intentar influenciarlo, potenciando aún más su deseo lujurioso e intentando que dejase de lado cualquier pensamiento honorable de proteger la mujer. Y es que la Esencia Mágica siempre estaba tratando de que perdiese su razón.

Bryan ya se había acostumbrado a estar en guardia de forma inconsciente contra cualquier intento de la sustancia por manipularlo y naturalmente se resistió. Este combate interno tuvo el curioso efecto secundario de acelerar los procesos mentales de Bryan, de modo que su mente se puso a trabajar mucho más rápido que la Trunks o Gilberto, que seguían mirando a la mujer con la boca abierta. Gracias a esto pudo volver a respirar, calmar sus latidos y pensar.

Fue entonces que comprendió algo: Esta mujer simplemente era demasiado hermosa y perfecta para ser real.

Sin embargo, no podía tratarse de una simple ilusión, porque cualquiera de ellos habría notado el flujo de magia. E incluso si por algún motivo alguien fuese capaz de hechizar a los tres, la Esencia Mágica habría detectado la invasión de un poder externo y habría defendido a Bryan como de costumbre, porque su propósito era apoderarse de la voluntad de su usuario, no dejar que este muriese o fuese poseído por un tercero.

No era un simple hechizo, pero definitivamente no podía ser algo natural. Bryan ahora era muy consciente de ello y enfocó sus sentidos en la joven en busca del origen de este extraño fenómeno. Notó entonces los pequeños destellos de poder mágico que provenían de muchos lugares y entendió el truco.

- Yo también necesito mucho esta flor, así que no pienso dártela. - Le respondió finalmente Bryan sonriendo. Para él todo el proceso mental había sido largo, pero para una persona ordinaria apenas habrían sido unos segundos.

- ¿Qué dijiste? - Preguntó la joven sin dejar de sonreír, aunque un no pudo ocultar del todo un pequeño destello de sorpresa.

Trunks y Gilberto también se volvieron hacia Bryan con expresión de sorpresa. Era evidente que seguían influenciados por la “sorprendente belleza” de la misteriosa joven y por eso asumieron que entregaría la flor como una certeza lógica. En ese estado su negativa se sentía tan fuera de lugar como alguien gritando en una biblioteca.

- Dije que no pienso darte nada. - Exclamó Bryan impertérrito: - Para empezar si vas a pedirle algo a alguien lo que al menos podrías hacer es decirlo con tu verdadero rostro. -

- No comprendo… -

- Claro que comprendes. - La cortó Bryan guardando la Flor de Umbara en su Anillo Espacial para después cruzarse de brazos: - Eres hermosa, dulce e inteligente. Pero demasiado perfecta para ser de verdad. Eso fue lo primero que te delató. -

- ¿Dices que te estoy engañando? -

- Más bien hechizado. - Respondió Bryan con seriedad: - Has colocado encantamientos muy sutiles en tus joyas y también creo que emites magia con tus ojos. Detecto que son al menos diez o quizá más. Ninguno de estos hechizos es poderoso por sí solo, por eso no los detectamos al principio. Tu verdadera maestría radica en conseguir que todos ellos se combinen perfectamente y lleguen hasta nosotros casi al mismo tiempo.

El tiempo y el espacio son factores muy importantes a la hora de hacer magia, pero tú lo llevas a un nivel completamente diferente. No me imagino los cálculos que habrás tenido que hacer para conseguir este efecto. ¡Verdaderamente impresionante! Aunque también inútil, como todas las compulsiones mágicas cuando has descubierto cómo funcionan. -

En efecto, después de escuchar la explicación de Bryan las expresiones de Trunks, Gilberto y hasta el orco comenzaron a volver a la normalidad. De hecho, la expresión del Cazador de Monstruos comenzó a ensombrecerse como siempre ocurría antes de atacar.

- Bueno, no tiene sentido que mantengas la fachada. - Dijo Bryan sonriendo: - ¿No es hora de que nos muestres quién eres? -

La joven dejó entonces de sonreír y cuando lo hizo, la magia se terminó.

Todo resulto ser tal como lo había dicho Bryan. Varios hechizos dejaron de funcionar en ese momento, de modo que el cambio fue sutil, pero al mismo tiempo aterrador. La joven realmente era hermosa, pero no deslumbrante. Adorable, pero definitivamente no era tierna ni inocente. Su mirada lejos de ser risueña, era fría y amenazadora.

- Diez años han pasado, desde que dominé esta habilidad única. - Dijo de pronto con una voz desprovista por completo de su dulzura original: - Nadie nunca pudo descubrir mi truco hasta ahora. Nadie lo hizo. ¿Por qué tú pudiste? -

- Quizá no me habría dado cuenta si no lo hubiese visto anteriormente. Hace poco me crucé con unas Elfas Oscuras que hacían lo mismo que tú. Se trata de una compulsión mágica. - Respondió Bryan.

- Cualquiera puede lanzar un hechizo. - Afirmó la joven con frialdad: - Pero el verdadero desafío es que la víctima nunca llegue a darse cuenta de que fue hechizado. -

- Admito que tu versión es muy superior. - Le concedió Bryan asintiendo: - La compulsión que esas elfas usaron es una magia que poseen de forma natural. En cambio, la tuya es producto de un cálculo milimétrico y un continuo perfeccionamiento.

Me han llamado prodigio en la magia debido a los logros que he conseguido a pesar de mi edad. Usted señorita es mucho más joven, pero reconozco que soy muy inferior a ti controlando tantas magias al mismo tiempo. ¡Realmente te felicito! -

- Esas palabras carecen de sentido cuando vienen de la persona que consiguió romper mi perfecta ilusión por primera vez. - Respondió la joven con frialdad, aunque Bryan creyó notar un leve temblor en su pronunciación: - En cualquier caso, no necesito tus cumplidos. Lo que deseo es la Flor de Umbara. -

- Pues no puedes tenerla. -

- ¡Te daré mil monedas de oro por ella! -

- Yo pagaría dos mil monedas para que no volvieras a mencionar este asunto. -

Finalmente, la expresión de la joven comenzó a volverse agresiva cuando bramó: - ¡Ya tuve suficiente, miserable plebeyo! ¡Me entregarás esa flor inmediatamente! -

Tanto Gilberto como Trunks estaban muy enojados por haber sido víctimas del hechizo de la joven, sobre todo este último. Esas palabras casi provocan que desenvainase su espada ahí mismo. De hecho, llegó a rosar la empuñadura con los dedos, pero en ese momento la señorita lo miró con una frialdad inconcebible para una persona de su edad y todos sintieron que una intensión asesina los golpeaba.

Finalmente ella susurró: - ¿Quieres atacarme, Cazador de Monstruos? ¡Adelante! ¡Mira lo que ocurre! ¿O quizá lo hará el Dragón con forma humana? -

La joven finalmente miró a Bryan directamente y dijo: - ¿En serio quieres desafiarme, Necromante? -

Que la joven supiese exactamente quiénes eran despertó nuevas alarmas en el corazón de Trunks y Gilberto. Esta persona tenía que ser alguien increíblemente influyente y sobre todo peligrosa para haberlos identificado con tanta facilidad.

Sin embargo, contrario a lo que todos esperaban, Bryan simplemente sonrió y se encogió de hombros antes de responder: - ¿Enfrentarme a ti? ¿Para qué? No veo ninguna necesidad. Pero tampoco pienso entregarte nada y menos aún ahora que acabas de amenazarme. -

- ¿Sabes con quién estás tratando? - Preguntó la joven mientras su mirada se volvía aún más peligrosa.

- Se exactamente con quién estoy tratando. - Respondió Bryan sin dejar de sonreír: - Y es por eso que también sé que no vas a hacerme absolutamente nada. -

- ¿En serio lo crees? -

- No lo creo, estoy seguro. - Dijo Bryan y luego sorprendió aún más a todos los presentes cuando realizó una respetuosa reverencia: - Yo te saludo, noble Dama Cecilia. -

La expresión furiosa de la joven se trasformó inmediatamente en una de estupefacción. Pero rápidamente se recuperó y colocó un conjuro insonorizador sobre ambos, para que nadie más pudiera escucharlos hablar. Finalmente abrió la boca para decir algo, pero Bryan la interrumpió:

- No te molestes en negarlo, es obvio que eres tú. ¿Cuántas personas existen que sean tan talentosas para manipular, tengan la habilidad de llegar tan cerca de nosotros sin que los veamos y además conozcan perfectamente mi identidad junto con la de mis compañeros? ¡Supe quién eras en el momento en que entendí tu disfraz! -

- Pero… - Tartamudeó Cecilia por un instante: - Si sabías quién era… ¿por qué…? -

- ¿Por qué no te doy la Flor de Umbara? - Dijo Bryan terminando la pregunta por ella con un tono irónico: - ¡Porque es mía y no me apetece regalarla! -

- ¡Soy tu superior! -

- ¡No, eres UNA de mis superiores! - Enfatizó Bryan: - De hecho, solo serías mi superior directo si estuviésemos fuera del Imperio. Pero el Valle del Sol está técnicamente dentro de las fronteras, así que necesitas el permiso del Maestro Cándido para movilizarme. -

- ¡¿Crees que no me atrevo a matarte?! - Exclamó Cecilia iracunda.

- No sé para qué necesites la flor, pero dudo que valga todos esos problemas. - Respondió Bryan de un modo casi perezoso: - Seguramente no te faltarán medios para hacerme daño… ¿Pero puedes realmente puedes hacerlo sin que el Maestro Cándido se entere? ¿Cómo piensas explicarle que ordenaste asesinar a uno de sus mejores agentes? En el Manto Oscuro solo importan los resultados, después de todo. Y últimamente no he hecho más que conseguir resultados. -

Cecilia estaba tan sorprendida por la respuesta que por un instante se quedó sin palabras. En ese momento la ira y la indecisión combatieron en su mirada, pero finalmente suspiró mientas decía: - “Valiente, pero no estúpido”. Eres exactamente como Emily te describe. Es cierto que no pienso matarte porque tus talentos han servido mucho al Imperio y seguramente harás mucho más en el futuro. ¡Pero eso no significa que puedas ser tan imprudente! -

- ¿Imprudente? Mi querida Dama, yo no he sido quien ha provocado al Cazador de Monstruos y un Dragón Oscuro sabiendo quienes eran. - Se burló Bryan y dio unos pasos atrás para salir del área de efecto del hechizo insonorizante. Entonces se volvió hacia Trunks que esperaba impacientemente a que terminasen de hablar y le dijo con una expresión conciliadora: - Amigo, conozco a esta Dama. Se que te ha ofendido, pero te pido que por favor no tengamos hostilidades con ella. -

Trunks dudó por unos momentos, pero al final asintió: - Como quieras. -

La Dama Cecilia, uno de los 3 Grandes Maestres del Manto Oscuro, no iba dejar que las cosas terminaran de ese modo y aún hizo un último intento:

- Realmente necesito esa Flor de Umbara. ¿Qué quieres a cambio de ella? -

Bryan respondió negando con la cabeza: - Agradezco el ofrecimiento, pero conservaré mi propiedad. -

- ¿De verdad piensas que te dejaré ir? -

- Si, porque si realmente quisieras atacarme no me habrías hablado desde un principio. Todos saben que tu especialidad es el elemento sorpresa. -

- No me conoces. - Respondió Cecilia enfadada: - ¡Y tú tampoco te atreverías a enojar a Cándido resistiéndote si decido quitártela por la fuerza! -

- Me temo que ahora eres tú quien no me conoce, mi estimada Dama. - Respondió Bryan mientras su sonrisa pasaba de ser “peligrosamente entretenida” a “peligrosa sin más”.

- Pero si quieres, puedes intentar atacarme. ¡Ve lo que ocurre! -

Y tras decir esas palabras, Bryan se dio media vuelta y abandonó de la tienda del orco sin mirar atrás.

La Dama Cecilia miró su espalda por un momento, incapaz de creer que Bryan realmente la había dejado de lado sin siquiera considerar cumplir su petición. Pero finalmente dejó de lado su flema aristocrática y comenzó a soltarle insultos y maldiciones a la distancia.

- ¡Insolente! ¡Tonto maleducado! ¡¿No sabes lo que son modales?! ¡¿Nadie te enseñó a tratar a las mujeres?! ¡Hombre malintencionado y ruin! ¡¿En serio te atreves a hablarme así?! ¡Que ser tan protervo eres! ¡En serio! ¡Qué repelente! ¡Bestia salvaje! ¡Eres una bestia salvaje! ¡Le voy a contar todo a Emily! ¡Eres una bestia salvaje! -

Minerales y plantas únicas que únicamente aparecían en sitios donde el poder de las tinieblas fuese casi palpable y la luz del sol nunca brillase.

Nota del Traductor

Hola a todos, soy acabcor de Perú, hoy es 12 de enero del 2022 y seguimos con un gobierno fraudulento e ilegal.

El capítulo de hoy se dividía en dos secciones principales, la parte de la obtención de los ingredientes y el encuentro con la Dama Cecilia. Explicaré en forma resumida como abordé ambos.

Lo primero que hice fue cambiar por completo el nombre de los ingredientes y su contexto. El original era el típico compilado de nombres chinos para las plantas mágicas “Hierba de jade, hierba de sangre, hierba de algo, raíz de algo, etcétera.” Además, tengo que aclarar que los orcos no son presentados como monstruos terribles en la historia, sino como habitantes de ese mundo que te puedes encontrar por accidente. Este en particular tenía una camisa.

Finalmente, el artículo legendario que Bryan obtiene al final es “una flor con pétalos de oro que parecía un sol” … en pocas palabras, es una Margarita Amarilla.

Quizá las margaritas sean raras en China, no lo sé. Pero aquí en Perú casi todos los jardines tienen alguna. Es casi una planta común. Lo que uno siembra cuando no tiene dinero para flores más caras.  Naturalmente tenía que cambiar eso, así que lo hice y de pasada cambié el nombre de todos los ingredientes.

Para eso me base mucho en Harry Potter. Y es que resulta inesperadamente complicado inventar nombres de plantas o animales fantásticos que suenen creíbles, pero no lo bastante como para que los recordemos demasiado. Así que literalmente puse “Ingredientes de pociones en Harry Potter” y parafraseé algunos de ellos. El resto son simples anagramas.

Sin embargo, la Flor de Umbara fue un caso especial. Ya tenía la imagen de esa flor con ríos de tinta de colores, así que simplemente la describí y luego le puse nombre en honor a un mundo de cierto episodio de Guerras Clónicas.

Las píldoras refinadoras son algo típico de los llamados “Cultivadores Inmortales” de la fantasía China, aunque los nombres que usan son muy poco ingeniosos si me preguntan. Dejé la explicación que Ni Can tian puso, pero la modifiqué usando otros términos de modo que fuese más fácil de entender.

Luego quise hacer la interacción con el orco más interesante de lo que era, porque originalmente no pasaba de un par de líneas. Me basé un poco en el personaje de Ratbag el Cobarde del videojuego Shadow of Mordor, uno de mis favoritos y finalmente hize que el protagonista tuviese que “Completar una Misión” para recibir la flor.

La segunda parte fue describir el personaje de la Dama Cecilia, que en el original es presentado como una tsundere muy bonita y fastidiosa, lo cual es bastante decepcionante considerando que se trata de uno de los 3 Grandes Maestres. Además, cabe agregar que ella NO será parte del Harem del protagonista.

Como yo sé lo que el público quiere (LOL) decidí replantear por completo toda la escena e incluso parte del personaje.

Teniendo en cuenta que se supone que es una espía, al principio quise ponerla como el personaje de Black Widow o Nikita, una maestra del espionaje bastante atractiva y con grandes habilidades para el asesinato. Pero entonces sería demasiado atractiva y muchos lamentarían que no se sumase a las filas de acompañantes del prota.

El problema al que me enfrentaba era que el concepto original del personaje era muy patético, pero mi propuesta producía el efecto opuesto. Tampoco podía hacerla mediocre.

Ya se darán cuenta de que era todo un dolor de cabeza. Hasta que hace unos días estaba viendo una serie de asesinos seriales muy buena de Netflix, llamada Mind Hunter. Ahí precisamente hablaban sobre la habilidad de ciertos criminales para fingir ser normales y crear máscaras sin realmente disfrazarse. Entonces se me ocurrió que Cecilia podría ser algo así, con la excepción de la locura, claro está.

Decidí que fuese un genio en el arte de los hechizos ilusorios, porque de ese modo podía ser todo lo hermosa que necesitaba para ser el estereotipo de asesina y al mismo tiempo no “demasiado hermosa” como para rivalizar con las damas del protagonista. También sería una alquimista, aunque más orientada a las pociones mágicas, otorgándole así una serie de talentos útiles para su oficio de espía, pero sin llegar a darle habilidades claramente ofensivas.

Al final si dejé entrever un poco de la verdadera personalidad que el autor pensó para Cecilia al hacerla gritar insultos de un modo un poco Cliché. Aunque la excusa es que la forma en Bryan la trata finalmente la saca de quicio. Pero ustedes serán los que decidirán si fue un acierto o un error.

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Nos vemos en el siguiente capítulo.