314 Masacre calculada

Todo estaba preparado para el combate. Atíl desfilaba por delante de sus tropas dispuestas en formación de ataque a mil pasos de la fortaleza itálica. A su lado estaba Orlaf, de muy mal humor, pues su padre lo había regañado en frente de todos por “fracasar” en la misión de conseguir suficiente madera para los arietes y escalas que debían construir, algo que consideraba muy injusto.

Orlaf envió las partidas, pero tan solo unas semanas atrás Bryan había usado a su ejército de Zombis para talar todos los árboles buenos cercanos, con el objetivo de reconstruir el interior de la fortaleza. Por eso los bárbaros tuvieron que viajar mucho más lejos para encontrar buenos árboles, lo que hizo que demorasen más en conseguir el material necesarios y todavía no tenían suficiente.

Atíl, quien no estaba de ánimos para escuchar razones, se puso a gritarle de un modo bastante vituperante por fracasar en lo que tendría que haber sido una misión sencilla. Esto a pesar de que los jinetes de Orlaf sí consiguieron recuperar suficiente material con el que ya habían conseguido hacer unas cuantas escaleras. Pero al jefe no le importaba nada de esto y continuó ensañándose con su hijo.

Por su parte la guerrera Astrid, que en esta ocasión estaba determinada a no jugar un papel protagónico en la batalla, disfrutaba el espectáculo de ver a su desagradable y lascivo hermanastro siendo insultado. Lamentablemente (para Astrid) los primeros rayos del sol comenzaron a iluminar la fortaleza y todos pudieron ver el estado de las puertas, las cuales evidentemente estaban tan dañadas que no se necesitaban arietes para destruirla. Eso libró a Orlaf de la avalancha de críticas de su padre y finalizó el entretenimiento de Astrid.

Atíl entonces organizó una avanzadilla de trescientos bárbaros para que ascendiera directo hacia la puerta, cargados con más dardos incendiarios, lanzas y otras armas arrojadizas. En poco tiempo las llamas consumirían el endeble portalón de madera que daba acceso a la fortaleza. Entonces, por el agujero que se abriría, el resto de bárbaros “invitados” entrarían en tropel, sembrando el caos y el desorden, atrayendo la atención de todos los legionarios que correrían a toda prisa para defender la entrada, dejando los muros desprotegidos.

Solo en ese momento, luego de que sus aliados atrajeran la mayor cantidad de daño, los Uñó y Vándala se lanzarían al ataque con todo el ejército y usarían sus escaleras para asaltar unos muros vacíos de defensores.

Luego vendría la matanza.

La avanzadilla comenzó a marchar a paso ligero. En poco tiempo estaban a doscientos pasos, ciento cincuenta pasos, cien pasos de las puertas… cuando de prontos estas fueron completamente destrozadas por una fuerza desconocida. Poco después una figura solitaria, vestido con un conjunto de armadura oscura emergió del umbral, seguido por legionarios en el interior de la fortaleza. Y seguían saliendo más y más, hasta el punto en que la avanzadilla de trescientos se detuvo en seco y luego comenzaron a retroceder, por temor a terminar siendo rodeados.

Atíl lo contemplaba todo desde la distancia. Bryan salió con los últimos manípulos y a paso de marchas forzadas se puso al frente de sus tropas. Junto a él, sus Tribunos Marcio y Silano, con los dos centuriones detrás suyo, encaraban al ejército bárbaro.

- Hay que reconocerle agallas a ese general itálico. - Dijo Atíl no sin cierta sorpresa.

- No tiene nada que hacer. - Respondió Orlaf, que montaba a su costado: - Ha sacado todas sus tropas y ha conseguido sorprendernos, pero ahora es evidente hasta qué punto los superamos en número. En cuanto empiece la batalla les masacraremos. -

- Así es. - Dijo Atíl, pero de pronto una duda le recorrió el cuerpo como si de un escalofrío se tratase: - ¿Sabemos si hay movimiento de tropas de la Liga Etolia? -

Orlaf comprendió lo que preocupaba a su padre.

- Ningún ejército de hoplitas está en movimiento, así que lo más seguro es que todavía no sepan que estamos aquí. Incluso si saliesen ahora mismo, les tomaría dos días de marcha ponerse al día con nosotros, porque casi todo su ejército tiene que desplazarse a pie. Eso decían los últimos exploradores. -

Atíl asintió más tranquilo.

- Entonces no entiendo qué espera ese general. - Añadió mirando hacia la posición de Bryan y sus oficiales.

- ¿Atacamos? - Preguntó Orlaf con apremio, aunque intentó señalar hacia los líderes de las tribus bárbaras invitadas, fingiendo que se sentía presionado por sus miradas impacientes para ocultar sus auténticos motivos: - Nuestros aliados están deseosos de vengar a los suyos, quienes cayeron anoche al tratar de abrir las puertas. Es un buen momento para dejarlos que se resarzan cortando cabezas itálicas. -

Atíl quería asentir, pero seguía firme, rígido y tenso. Algo no estaba bien. Su instinto se lo decía. Eso y también lo extraño de la maniobra que el comandante de los itálicos estaba ejecutando. Porque incluso si la puerta no tenía salvación, seguía siendo mucho mejor que peleasen dentro de la fortaleza, donde su caballería no podía ser aprovechada. Pero en cambio salir así, en campo abierto, exhibiendo cuan inferiores eran en número. ¿Qué sentido tenía aquello?

Pero entonces, vio como el general de los legionarios se adelantaba de pronto, dejando atrás a sus hombres, sus guardaespaldas y hasta sus oficiales para adelantarse él solo hasta aproximadamente la mitad de la distancia que separaba a las legiones del ejército bárbaro. Justo cuando Atíl se preguntaba lo que sucedía, vio que el general de los itálicos sacaba una especie de báculo y un misterioso sudor frío bajó por su espalda. Atíl no sabía exactamente de qué se trataba, pero sentía que algo había cambiado.

Entonces un par de enormes pilares brotaron del suelo, como si fuesen algún tipo de entrada y la voz amplificada de Bryan, desprovista de miedo y más bien cargada de desprecio, resonó en aquel silencioso amanecer.

- ¡Basura bárbara! ¡Vengan a enfrentarme si tienen el coraje! ¡Pero aquellos que se atrevan a cruzar esos pilares, que abandonen toda esperanza de sobrevivir! -

- Bueno, eso resuelve el misterio. - Dijo Orlaf con una carcajada: - Ese general es un completo demente. ¿Me permitirías matarlo, padre? -

Atíl no respondió. Se sentía confundido. Por un lado, todo lo que veía le decía que su hijo tenía razón, pues su enemigo no tenía ningún modo de voltear la situación. Pero sus instintos le gritaban ¡PELIGRO!

Y no estaba seguro de a qué lado escuchar.

- ¿Padre? -

Atíl seguía preguntándose si había algo que no estaba viendo.

- ¡Padre! - Gritó Orlaf sin poder contenerse.

- ¡¿Qué?! - Preguntó Atíl saliendo de su estado de confusión.

- ¿Puedo ir a matarlo? ¡Déjame traerte su cabeza! -

- ¡No! - Ordenó Atíl finalmente y se volvió hacia la persona que tocaba un gran tambor o a veces soplaba un cuerno de guerra para transmitir sus órdenes al resto del ejército bárbaro: - ¡Que la avanzadilla de trescientos acepte el reto! ¡Podrán vengar a sus caídos con la sangre del general enemigo! - Luego se volvió hacia su hijo y le explicó: - Algo no está bien. Lo siento en mis huesos. Deja que nuestros aliados sean los que ataquen. Si algo sale mal, serán ellos los que sufran. -

- Pero padre… es una sola persona. -

- ¡Te digo que te quedes aquí! -

Los cuernos sonaron y la avanzadilla volvió a ponerse en movimiento, esta vez teniendo a Bryan como objetivo. Mientras tanto Orlaf maldecía por lo bajo, pensando interiormente que su padre era un cobarde e imaginando cómo cambiarían las cosas cuando finalmente se deshiciese de él y obtuviese el control de la tribu. Sin embargo, consiguió consolar un poco su resentimiento diciéndose a sí mismo que ese general itálico ya estaba prácticamente muerto.

Entonces el joven guerrero se volvió para ver a su hermana, quien se encontraba unas filas atrás, montando junto a su unidad de caballería. Imaginarla desnuda y completamente sometida mientras la espiaba en secreto era el pasatiempo favorito de Orlaf, tanto que no podía evitar tener una fuerte erección cada vez que la observaba de reojo. Pero todo el fuego en su interior se apagó como si le hubiesen echado un baldazo de agua helada cuando descubrió que en ese momento Astrid estaba mirando hacia Bryan con una sonrisa seductora, mientras decía con una voz que pretendía ser baja, pero que era claramente audible: - ¡Ése sí es un verdadero hombre que no tiene que esconderse detrás de sus soldados! -

Otra mujer guerrera que estaba a su costado le preguntó: - ¿Te gusta ese itálico, Astrid? -

- ¡Por supuesto! ¿A quién no le gusta un guerrero que no teme a nadie? -

- Admito que es muy valiente. - Dijo otra: - Pero es un enemigo. -

- ¿Tal vez debería pedirle a padre que me lo entregue si sobrevive lo suficiente? - Añadió Astrid como si no hubiese escuchado la réplica de su compañera: - ¡Realmente quisiera tener hijos con un hombre como ese Procónsul!¡Seguro que serían tan fuertes y valientes como él. -

La furia homicida de Orlaf había escalado con cada sílaba que Astrid pronunciaba, pero la última frase provocó que su raciocinio se rompiese por completo y su vista se tornó roja como la sangre. En ese momento ya no era capaz de escuchar a nadie o pensar en las consecuencias.

Orlaf soltó un grito espantoso que sorprendió a todos, mientras su Aura de Batalla de color verde oscuro se encendía. Después espoleó a su caballo para unirse a la avanzadilla, ignorando los gritos de su padre o el resto de líderes que intentaron detenerlo. Nada le importaba excepto cortarle la cabeza al tal Bryan y luego exhibirla como un trofeo en frente de Astrid, para que supiese que nunca debía querer estar con otro que no fuese él.

Por su parte, Astrid soltó un suspiro de alivio. Toda esa campaña había sido extraña, pero sobre todo decepcionante. En su momento sintió que Bryan era un líder peligroso, sin embargo, viendo lo que estaba haciendo, pensaba que al final solo era otro estúpido que deseaba inmolarse en frente de sus tropas, igual que tantos en su propia tribu. ¿Qué sentido tenía sacar a sus soldados de ese modo? ¿Por qué se veía tan seguro durante su encuentro con los embajadores cuando realmente no tenía ninguna carta de triunfo? Si al menos hubiese negociado podría haber demorado el avance de su padre un par de días, pero en lugar de eso se jactó como si lo tuviese todo controlado. Típico de los hombres presumidos.

Astrid maliciosa

Pero lo que más lamentaba era el hecho de que su asqueroso y libidinoso hermano estaba completamente ileso hasta ese momento. Astrid esperaba que el tonto muriese en uno de los fosos, tratando de escalar la muralla o por las rocas que arrojaban los defensores de la puerta. No importaba lo fuerte que uno fuese, en la guerra uno siempre podía terminar muriendo accidentalmente o por un ataque afortunado en un punto ciego, sobre todo durante un asedio. Pero su padre mantuvo a Orlaf lejos del combate, controlando las partidas de forrajeadores para buscar madera. Y al final el único daño que llegó a sufrir había sido el de su autoestima, por no conseguir suficiente madera.

Más cuando ya estaba dando todo por perdido, Astrid escuchó las palabras de desafío que Bryan gritaba y la subsecuente discusión entre su vacilante padre y su impaciente hermano. Pensó entonces que quizá habría una oportunidad para deshacerse de esa sanguijuela tan molesta, así que se adelantó junto con sus dos amigas y tuvo la suerte de darse cuenta de ese instante en que su hermano se volvía para observarla.

Ojalá que el Procónsul no me vuelva a decepcionar.” Pensaba la mujer guerrera: “¡Por lo menos espero que consiga tirar a mi hermano del caballo, y que este se rompa una pierna!

Mientras tanto Orlaf, pese al ataque de furia que sentía, estaba haciendo gala de su habilidad como jinete y consiguió superar rápidamente a los trescientos hombres que corrían a pie, pues al principio estos se habían preparado para asaltar la puerta de la fortaleza y no habían tenido tiempo de regresar por sus caballos.

Así fue como Orlaf atravesó los Pilares de Hueso antes que nadie y se dirigió directamente hacia Bryan, mientras preparaba su jabalina. Su cuerpo sabía lo que tenía que hacer sin necesidad de que su mente lo dirigiese. Cabalgaría directamente hasta llegar a veinte pasos de su víctima y luego ejecutaría la maniobra por la cual la tribu Uñó era tan temida. Ellos no eran Caballeros, así que su estilo no era la carga frontal. En el último momento haría virar a su caballo para pasar al costado de su oponente, arrojándole el dardo con todas sus fuerzas y desde una distancia en la cual este no podría contraatacar. Lo ideal para Orlaf sería que le atinase al cuello de Bryan o a una pierna en su defecto, para inmovilizarlo. Luego el joven bárbaro daría la vuelta, desenvainaría su hacha y lo decapitaría por la espalda.

Una ejecución perfecta.

Más en el momento en que estaba a punto de hacer el viraje ocurrió algo completamente inesperado. La mano del Procónsul resplandeció y el báculo que sostenía desapareció. Instantes después Bryan dio un pisotón tan fuerte que provocó grietas en el suelo, al mismo tiempo que su cuerpo expulsaba una espantosa energía, la cual provocaba destellos de corriente carmesíes. Y en ese estado salió despedido directamente hacia Orlaf, más rápido que una centella.

Antes incluso de que el cerebro del joven jinete pudiese procesar lo que sucedía o tuviese tiempo de permitirse una respiración, le pareció que veía la sombra de una bota oscura, cuya punta se dirigía directamente a su cara.

Después Orlaf sintió que su cuello crujía, a la vez que su visión retrocedía rápidamente, mientras el mundo entero daba vueltas vertiginosamente, como si estuviese en medio de un remolino en el que el cielo y la tierra intercambiaban lugares de un modo casi instantáneo. Poco después su cabeza arrancada de cuajo impactó contra los guerreros de la avanzadilla, golpeando a muchos de ellos y rebotando en sus escudos hasta que finalmente su cráneo se reventó.

Y luego no supo nada más.

*****

Bryan observaba al ejército de bárbaros que se había detenido. Podía sentir desde esa distancia una cierta indecisión en su forma de proceder. Olía su inseguridad. El hecho de haber destruido él mismo la puerta, el que sacase a sus tropas al campo abierto pese a su inferioridad numérica y finalmente el desafío que les lanzó… Todo eso estaba sembrando dudas en los corazones de los bárbaros.

Hasta el momento eso iba de acuerdo al plan.

Sin embargo, ese estado de confusión en el enemigo no podía durar mucho. Y al poco tiempo escuchó tambores de guerra, tras lo cual la primera avanzadilla de trescientos bárbaros, que había retrocedido momentáneamente, ahora volvía a avanzar.

Es el momento.” Se dijo Bryan aferrando su Báculo Necromántico: “Tengo que mantenerlos nerviosos y para eso necesito hacer algo vistoso, que los devuelva a ese estado de inseguridad.

Bryan frente a los pilares de hueso

Pero justo cuando estaba pensando en cuál conjuro utilizar para iniciar el combate, vio de pronto que un jinete solitario alcanzaba a los hombres a pie y los sobrepasaba para atacarlo de manera individual, como si de un duelo se tratase. El idiota incluso estaba usando el poder de su Aura de Batalla desde el principio, consumiendo sus reservas inútilmente y revelándole su grado de poder. Verde Oscuro. Si fuese un Caballero sería un Veterano. Sin embargo, como se trataba de un guerrero bárbaro, que no tenía sus técnicas ni su formación, su poder seguramente era bastante inferior. Incluso desde esa distancia podía ver que aquel tipo estaba concentrando toda su Aura en el brazo con el que aferraba la jabalina, dejando al descubierto sus puntos vitales, como por ejemplo su cuello.

El tipo llevaba puesta una armadura de pieles y placas de bronce. Ni siquiera tenía una protección decente. Encima, el sujeto era lo bastante loco como para haberse lanzado al ataque sin un casco… gracias a lo cual Bryan pudo reconocer sus facciones con su visión sobrenatural, incluso cuando los separaban más de cien metros.

¿No es ese el tal Orlaf?” Pensó Bryan confuso: “¿Por qué el hijo del jefe de los Uñó cargaría de un modo tan estúpido? Por lo menos cuando lo vi no me pareció alguien con tendencias suicidas. ¿Acaso consumió alguna droga?

Y es que todo lo que Bryan sabía de lo acontecido en el campamento bárbaro provenía de lo que experimentó el poseído Erick en aquel momento, quien no vio ni llegó a escuchar el intercambio privado entre Astrid y su hermano. Por eso Bryan no podía imaginar que Orlaf tuviese una obsesión enfermiza por su hermana o que esta le hubiese provocado celos.

A pesar de todas sus dudas, Bryan no era el tipo de persona que le mira el diente a caballo regalado. Y ya que este joven había tenido la gentileza de ofrecerse como voluntario, decidió que no podía rechazar su amabilidad. De modo que modificó su estrategia y guardó temporalmente el Báculo Necromántico para tener más libertad de movimiento. Luego se inclinó un poco hacia adelante y desató su poder para usar el Paso Sombrío.

Como no tenía un entorno rocoso que conociese bien, con el cual luego pudiese ayudarse para cambiar de dirección, Paso Sombrío no era una técnica que Bryan pensase usar en esta batalla, salvo en el caso de que tuviese que escapar a toda prisa. Afortunadamente Orlaf estaba dirigiéndose directamente hacia él a toda velocidad, sin siquiera intentar zigzaguear un poco para evitar un posible contraataque.

Quizá el joven bárbaro intentaba demostrar su valor como guerrero esperando al último momento antes de hacer un viraje o algo así, pero este comportamiento arrogante era un absurdo cuando uno se enfrentaba a un enemigo cuyas capacidades eran desconocidas. Y ahora Bryan pensaba darle a este joven una lección al respecto. Sin embargo, como a él no le gustaba dar cosas gratuitamente, el precio de la lección sería la vida del propio Orlaf.

Pensando en esto, Bryan sonrió malévolamente. Y justo antes de avanzar tomó la decisión de patear la cabeza desprotegida del joven, en lugar de atacarlo con su espada.

Y Bryan sonrió... lo cual nunca es bueno para la otra parte.

En ese momento casi podía escuchar la voz de Cyrano Constantino diciéndole con tono severo: “En una pelea real contra un oponente experimentado, nunca debes usar una patada voladora. Sólo un estúpido haría eso, porque incluso con Aura de Batalla o Levitación es muy difícil cambiar de dirección en el aire y te volverías un blanco fácil. La patada voladora solo sirve para el propósito que le dio el que la inventó: Para derribar del caballo a un jinete cuando no te queda de otra.

Bueno, es un jinete y está poniéndome su vida en bandeja.” Pensó Bryan irónicamente mientras sus Espectros Oscuros se ponían en la posición correcta para ayudarlo a compensar la deformación visual y luego se propulsó hacia adelante con un pisotón.

En tan solo un instante Bryan ya estaba en el aire en frente de Orlaf y levantó su pierna para patearlo en plena cara. El propio impulso del jinete, que avanzaba en dirección contraria, sirvió como palanca, de manera que su cuello se partió con una facilidad absurda. Esto fue así hasta el punto en que el cuerpo decapitado de Orlaf continuó cabalgando durante unos segundos más, con todo y aferrando su jabalina, antes de que finalmente se desplomase en el suelo. Por otra parte, la cabeza acabó saliendo disparada hacia los guerreros de a pie que se aproximaban y terminó causando graves daños en algunos, antes incluso de que cruzasen los pilares.

Naturalmente esto les hizo detenerse con asombro y terror ante lo que acababan de ver.

Éxito.” Pensó Bryan sonriendo mientras aterrizaba en el suelo y volvió a sacar su Báculo Necromántico, para después hacer un gesto hacia los bárbaros, instándolos a continuar y les repitió: - ¡Vengan a enfrentarme si tienen el coraje! ¡Pero aquellos que se atrevan a cruzar esos pilares, que abandonen toda esperanza de sobrevivir! -

*****

Atíl estaba boquiabierto y todavía era incapaz de procesar lo que acababa de suceder.  Era la primera vez que veía la cabeza de alguien siendo pateada como una pelota con tanta fuerza como para que esta se desprendiese de una sola vez. Encima la víctima de esta hazaña había sido su propio hijo. Y aunque tenía varios para reemplazarlo, lo que realmente le dolía era que este había sido el elegido para ser su heredero. Finalmente, Atíl recuperó el sentido y soltó un rugido de rabia que resonó largamente entre las montañas de la cordillera de Etolia.

Un poco más atrás, Astrid también se encontraba estupefacta, aunque la emoción que sentía era completamente opuesta a la de su padre. Tanto tiempo que había esperado una oportunidad para librarse de ese asqueroso y libidinoso hermanastro suyo… ¡Pero nunca pensó que este se moriría de un modo tan increíble como ridículo! Estaba feliz, quería saltar de alegría y agradecerle a ese comandante itálico por librarla de la cucaracha que la acosaba, pero mostrarse exultante en ese momento no habría sido prudente, así que se giró para que su padre no viese la sonrisa de oreja a oreja que estaba pugnando por mostrarse en su semblante.

- ¡¿Qué están esperando?! ¡Que ataquen! ¡Quiero que ese maldito muera! - Gritó Atíl volviéndose hacia los que soplaban los cuernos para que diesen la señal a la avanzadilla. Si esperaban más podría ser que Bryan decidiese regresar con sus hombres o esconderse en la fortaleza. Entonces no sería tan sencillo matarlo. Ahora entendía que ese individuo era muy peligroso y quería aprovechar que estaba solo para asegurarse de terminar con él.

*****

A lo lejos resonaron cuernos y los trescientos hombres que se habían quedado momentáneamente estáticos, inmediatamente reemprendieron la marcha armas en ristre. Era la primera vez que Bryan se encontraba en una situación en la que debía matar a tantos enemigos sin contar con el factor sorpresa. Además, tenía que hacerlo en campo abierto y frente a todos sus legionarios, lo que significaba que no podría utilizar todas sus cartas de triunfo, ya que algunas de ellas eran obviamente ajenas a los poderes de este mundo.

Sin embargo, había prometido claramente que mataría a todos los que cruzasen los pilares y Bryan se consideraba a sí mismo un hombre de palabra.

Entornando los ojos, Bryan enfocó su sexto sentido en sus enemigos, mientras que al mismo tiempo sus Espectros Oscuros le trasmitían información. Así dedujo rápidamente quienes entre ellos tenían un Aura de Batalla poderosa o poderes mágicos. Y lo que era más importante, quienes eran presas fáciles.

- ¡Lanza de Hueso! - Exclamó Bryan al mismo tiempo que activaba su Anillo Espacial para volver a tomar su báculo.

Más de un centenar de jabalinas hechas de hueso aparecieron en frente de Bryan, dejando sorprendidos a todos los que contemplaban la batalla.

Cuando se trataba de proyectiles mágicos generalmente los magos preferían invocar uno solo o hasta un máximo de cinco, dependiendo de la habilidad que este tuviese. Esto se debía a que apuntar al objetivo era un proceso complicado y consumía bastante Fuerza Mental, lo cual era aún más difícil de hacer si se incrementaba el número de dardos, incluso para alguien con la asombrosa cantidad y velocidad de recuperación de energía mágica que Bryan poseía.

Afortunadamente…

¡Son tantos y están tan juntos que no es necesario apuntar!” Pensó Bryan sonriendo mientras comenzaba a arrojar ráfaga tras ráfaga de Lanzas de Hueso.

Al principio consiguió provocar un gran daño en los atacantes con sus conjuros, porque los bárbaros habían asumido que Bryan era algún tipo de Caballero, quizá uno de la Tierra o un Gran Caballero, debido al modo en que había decapitado a Orlaf. Así que eligieron aproximarse a paso ligero, aunque pausado, con la idea de rodearlo antes de comenzar el combate cuerpo a cuerpo. Y tampoco arrojaron sus jabalinas porque estas no eran efectivas contra un oponente que poseyese armadura y un Aura de Batalla poderosa.

Pero ahora lo veían arrojar una serie de ataques que eran evidentemente mágicos, porque las Lanzas de Hueso aparecían de la nada. Esto hizo que su estrategia inicial no sirviese para nada y, mientras los bárbaros se replanteaban qué hacer, varios dardos los alcanzaron, matando a algunos e hiriendo de gravedad a otros. Finalmente se recuperaron de la impresión y levantaron sus escudos mientras aceleraban la marcha, a la vez que algunos comenzaban a arrojar sus propias jabalinas hacia Bryan, tratando de herirlo u obligarlo a levantar una barrera mágica para defenderse, interrumpiendo sus conjuros. Esta era la táctica estándar contra los magos regulares.

Pero Bryan no era un mago regular. Con mucha facilidad este podía esquivar las jabalinas empleando un mínimo de movimientos y demostrando una velocidad impresionante. Encima conseguía todo esto sin dejar de conjurar en ningún momento, enviando más y más ráfagas de púas afiladas contra sus enemigos. Por supuesto que las Lanzas de Hueso ya no podían hacer mucho daño a los bárbaros gracias a sus escudos, pero los golpes seguían doliendo, molestando y dificultando su avance, así como su cohesión.

Más finalmente los guerreros comenzaron a reducir la distancia, hasta que uno de ellos, seguramente uno de los más fuertes y poderosos, llegó corriendo en frente de Bryan y le arrojó un poderoso golpe de mandoble con su espada larga.

Pero, aunque ciertamente los bárbaros eran fieros combatientes, carecían de técnicas avanzadas. Tampoco sabían proyectar el Aura de Batalla en los lugares correctos. Así que Bryan aplicó de inmediato las enseñanzas de Cyrano Constantino y opuso el tercio fuerte de su propia espada para bloquear el ataque, desviando de este modo el tajo del bárbaro hacia abajo, desestabilizando al oponente. Bryan entonces levantó la espada y con un veloz corte desgarró mortalmente el cuello del que fue el primero en atacarlo.

Acto seguido le dio una terrible patada al cuerpo, haciendo que este saliese disparado hacia atrás y golpease a los guerreros que venían, lo cual le dio espacio para retroceder, mientras blandía su Báculo Necromántico para arrojar una oleada de llamas de Agonía del Alma. Algunos de los bárbaros poseían resistencias mágicas o amuletos, pero otros sufrieron el impacto de dolor en su cabeza, así que no pudieron cubrirse de la siguiente oleada de Lanzas de Hueso.

Pero a pesar de haber causado daños, los bárbaros ya estaban rodeándolo. Y Bryan sabía que su gran desventaja era que él mismo no poseía un Aura de Batalla que defendiese su cuerpo. Incluso con su físico sobrehumano y la armadura de Ejecutor, eventualmente sería abrumado por la superioridad numérica de sus enemigos. Porque, aunque ninguno de ellos tuviese ni un décimo de la fuerza de Vlad Cerrón, el daño acumulado era algo que no podía dejar de tener en cuenta.

De modo que Bryan se convenció de que no podía seguir con el enfoque directo y pasó a la siguiente fase de su plan. Acto seguido desvió dos tajos, esquivó un golpe de hacha y dio un gran salto para alejarse, mientras arrojaba su conjuro de Niebla Negra.

Una nube oscura se extendió alrededor de un amplio rango, dejándolos ciegos a todos y al mismo tiempo ocultando la vista de ambos ejércitos, legionarios y bárbaros, que observaban a la distancia. Aprovechando el momento de confusión inicial, Bryan invocó al Pequeño Esqueleto y el Zombi Élite de Tierra, dándoles a ambos unas rápidas instrucciones.

El Zombi de Tierra asintió e inmediatamente se enterró en el suelo. El Pequeño Esqueleto comenzó a saltar entre los bárbaros, usando su daga de hueso para desgarrar sus cuellos y apuñalándolos con sus afiladas púas voladoras.

Por su parte Bryan desató el conjuro de Prisión Ósea, invocando varios pilares más, de los cuales brotaban púas afiladas. De ese modo comenzó una espantosa masacre, en la que Bryan se acercaba para cortar o simplemente patear a los bárbaros, haciendo que estos se estrellasen contra los pilares llenos de espinas afiladas, mientras zigzagueaba entre los mismos para usarlos como obstáculos contra sus adversarios, cada vez que estos trataban de contratacar.

Al mismo tiempo el Pequeño Esqueleto aprovechaba al máximo sus habilidades para desplazarse en el aire. Primero trepó por uno de los Pilares de Hueso como una extraña araña y luego fue desplazándose entre ellos, usándolos como apoyo, para caer sobre la cabeza de cualquier bárbaro desprevenido que expusiese un ángulo mortal.

Para mantener irritados a sus oponentes Bryan constantemente arrojaba conjuros de Agonías del Alma y Flechas de Hueso, que eran más efectivas para el combate a corta distancia. Mientras tanto mantenía a sus enemigos cegados mediante el conjuro de Niebla Negra y así consiguió matar a muchos de ellos usando su espada. Este estilo le permitía economizar mucho poder, pues lo que estaba usando no eran conjuros complicados, y con su poder de Gran Mago y su dominio de la quintaescencia, el efecto destructivo de cada una de sus magias se incrementaba considerablemente.

Sin embargo, el verdadero motivo por el que tenía tanto éxito era que su físico superaba en gran medida al de un humano común. Además, aunque en ese momento no quería arriesgarse a usar el Desgarrador Sombrío, seguía siendo capaz de usar Deimos para aprovechar la propia furia de los bárbaros y absorber energía, mientras que de tanto en tanto empleaba Alecto contra sus oponentes más habilidosos para provocarles ataques de terror que los desestabilizaban, aunque su radio de acción era un poco limitado cuando usaba estos hechizos directamente.

Lamentablemente, la pérdida de su arma mágica no dejaba de representar un problema. En ese momento estaba usando una espada corta de legionario para pelear, pero esta no era capaz de soportar la enorme fuerza de su portador y luego de matar a diez hombres, Bryan se dio cuenta de que el filo ya estaba prácticamente romo.

Además, incluso cegados por la Niebla Negra y obstaculizados por los pilares de la Prisión Ósea, los bárbaros seguían siendo peligrosos. Ciertamente no tenían tantas habilidades, pero eran supervivientes por naturaleza y su espíritu de lucha no era nada despreciable. Incluso cuando Bryan les atravesaba el estómago con su espada, estos seguían tratando de golpearlo, pues en ese momento podían adivinar su posición exacta.

Por fin uno de ellos consiguió ponerse detrás suyo y de algún modo intuyó en dónde se encontraba, así que lo atacó con un corte vertical de su poderosa falcata, un sable de filo curvado similar a un machete que seguramente habrían robado a los Hoplitas de Etolia.

Bryan sabía que su espada no soportaría el impacto por lo dañada que estaba, así que rápidamente arrojó su Báculo necromántico hacia el cielo, para disponer de ambas manos libres. Después bloqueó el golpe, solo que en lugar de oponer el filo presentó la parte plana de la hoja, usando su mano libre sobre el cuerpo, como si esta fuese una barra.

Naturalmente la espada que tenía se dobló por el gran impulso que llevaba consigo el ataque del bárbaro, pero antes de que la espada se rompiese, Bryan utilizó su terrible fuerza para doblar su propia arma alrededor de la falcata de su rival, atrapándola de ese modo y arrancándola de sus manos.

Luego pateó al bárbaro en el estómago, quitándole el aire y provocando que se estrellase contra el pilar de hueso. Acto seguido levantó su mano izquierda para atrapar hábilmente al Báculo Necromántico, que ya volvía a caer, y consiguió sujetarlo justo antes de que este tocase el suelo. Finalmente, mientras su oponente trataba inútilmente de recuperarse por haberse estrellado contra las púas del pilar, Bryan simplemente recogió el arma de uno de los muertos para proceder a decapitarlo.

Inmediatamente después tuvo una idea y golpeó el suelo con su báculo Necromántico mientras que al mismo tiempo se agachaba un poco. El fuego de la Agonía del Alma emergió como una serie de oleadas por encima de su cabeza, afectando a varios enemigos al mismo tiempo. Estos inmediatamente sufrieron una terrible descarga de dolor mental, que se incrementaba o reducía según sus respectivas resistencias. Generalmente esta no era una magia que pudiese atacar a más de un objetivo por vez, pero gracias al nivel de Bryan y el control que le daba el artefacto divino, era posible llevar este hechizo de grado Principiante a un grado inconcebible para un necromante normal.

El Pequeño Esqueleto aprovechó para caer sobre uno de los bárbaros más grandes y acuchillarlo repetidamente en el cuello en ese momento en que todos ellos se encontraban confundidos por el dolor. Al mismo tiempo comandó a las púas de su espalda para que saliesen disparadas en todas direcciones, hiriendo de gravedad a muchos bárbaros y matando a otros.

Debajo de todos ellos, el Zombi Élite de Tierra se había estado dedicando a excavar trampas por todo el suelo como una hormiga león y eligió ese instante para activarlas todas, provocando que varias decenas de hombres acabasen enterrados muchos metros bajo tierra.

Ya es el momento.” Pensó Bryan esquivando un ataque y saltando hacia atrás para salir del perímetro de la nube de humo. Había juzgado que los guerreros más poderosos de la avanzadilla estaban muertos y también bastantes de sus integrantes. Lo más importante en ese tipo de lucha era economizar su poder, así que mantener su estrategia de usar la Niebla Negra sería lo mejor, pero también tenía que dar un espectáculo a sus legionarios y el resto de bárbaros, que no podían ver nada de lo que sucedía.

Con una orden mental, el Pequeño Esqueleto corrió a esconderse en un agujero que el Zombi de Tierra ya había preparado, de modo que las dos criaturas desaparecieron de la vista. Una vez que estuvo seguro de esto, Bryan canceló su conjuro.

La niebla desapareció y los bárbaros finalmente pudieron ver. Cuando notaron que Bryan se había alejado varios metros, asumieron erróneamente que este se estaba retirando por haber agotado su magia. Pero al mismo tiempo fueron capaces de ver los cuerpos de sus compañeros caídos y se sintieron invadidos por el deseo de vengarlos.

De modo que soltaron gritos de guerra y cargaron contra Bryan salvajemente, sin tener en cuenta que los mismos pilares de hueso que les dificultaban el avance también les impedían ver claramente cuántos de ellos habían muerto hasta el momento.

Bryan entonces despertó al Infante Sanguinario para utilizar su Esencia mágica con toda su capacidad. No quería demostrar su conjuro de Fuego Glacial o sus otras Artes Demoníacas frente a tantos de sus legionarios, pero sí quería fortalecer su fuerza física al máximo. Por lo demás, no necesitaba usar más que Deimos y Alecto para la siguiente fase, cuya activación mágica no era evidente a simple vista.

El primer enemigo que llegó hacia Bryan portaba una pesada hacha de guerra que tenía que blandir con dos manos, pero luchaba usando el pecho al descubierto, quizá como una forma de probar su valor para demostrar que no temía luchar sin armadura. O tal vez fuese simplemente que no tenía los medios para procurarse una. Fuese como fuese, Bryan sonrió complacido por la imprudencia de este y rápidamente le arrojó la espada que tenía. Y lo hizo con tanta fuerza, que le atravesó limpiamente el pectoral izquierdo. Luego se apresuró para tomar su arma, la cual era pesada para una persona normal, pero él solo necesitaba una mano para blandirla.

De inmediato atacó lanzando una serie de cortes verticales a gran velocidad, cortando las manos, torsos y cuellos de todos los enemigos que se aproximaban, aprovechando sus capacidades físicas superiores al máximo. En el estado que se encontraba, su concentración era tal que el tiempo parecía detenerse y los enemigos se veían casi estáticos para él. Y en cuanto Bryan ganaba distancia, usaba el Báculo Necromántico para arrojar oleadas de Agonías del Alma y ráfagas veloces de Lanzas de Hueso, las cuales provocaban bastantes daños a todos los que no alcanzaban a reaccionar a tiempo. Los bárbaros se dieron cuenta demasiado tarde de que Bryan no estaba escapando de ellos, sino más bien los estaba presionando, avanzando rápidamente entre sus líneas como un torbellino que cortaba a todo aquel que se acercaba demasiado o esquivaba fácilmente los ataques de los enemigos como si tuviese ojos en la espalda, mientras que al mismo tiempo no dejaba de arrojar ataques mágicos, tanto físicos como psíquicos.

*****

- ¡¿Cómo es posible?! - Exclamó finalmente uno de los legionarios de la VI legión, rompiendo el silencio abrumador que reinaba entre sus filas. Hablar sin permiso era una falta a la disciplina, pero nadie lo reprendió, pues solamente estaba expresando lo que todos pensaban en ese momento.

Al principió vieron cómo su general decapitaba a un jinete de una sola patada. Eso les sorprendió, pero aún era algo que podían entender si uno asumía que este era un Gran Caballero que ocultaba su Aura de Batalla por algún motivo. Sin embargo, después lo vieron arrojando ráfagas casi interminables e incontables de jabalinas mágicas a sus enemigos, y se quedaron boquiabiertos porque ninguno de ellos había visto u oído de un mago que fuese capaz de disparar tantos proyectiles o controlar tanta magia.

Para ese momento todos ya estaban asumiendo que Bryan era un mago, tal como este les había dejado claro siempre, pero supusieron que este tenía algún tipo de artefacto que le sirvió para potenciar su fuerza física temporalmente y que así consiguió ejecutar esa patada inicial. Entonces lo vieron luchando contra los primeros bárbaros que llegaron, al mismo tiempo que intercalaba estocadas precisas con más ráfagas de ataques mágicos y su teoría del “artefacto” se cayó por los suelos.

Luego vieron que su general invocaba una espesa nube oscura que envolvió a todo su entorno durante unos minutos. Poco después pudieron distinguir la cima de unos misteriosos pilares hechos de hueso que aparecieron repentinamente y escucharon sonidos de golpes, gritos y maldiciones de los bárbaros, que claramente estaban peleando de un modo frenético contra un enemigo al que no podían ver.

Repentinamente Bryan salió retrocediendo a toda prisa de esa extraña bruma, la cual desapareció para revelar que el suelo estaba lleno de cuerpos muertos. ¿Quizá esa nube negra era algún tipo de magia venenosa? Se preguntaban todos. ¡En cualquier caso, casi cien bárbaros habían muerto en un corto periodo de tiempo!

Aún no salían de su asombro, cuando descubrieron que su general ni siquiera había peleado con toda su fuerza todavía. Porque repentinamente Bryan comenzó a luchar con cuatro o cinco adversarios al mismo tiempo. Y encima lo hacía con mucha facilidad, a una velocidad vertiginosa… ¡y sin dejar de arrojar ráfagas de ataques mágicos!

- Había escuchado los rumores… ¡Más nunca imaginé que el Procónsul fuese tan fuerte! - Exclamó un legionario asombrado: - ¡Yo nunca había visto a un mago peleando así! -

- Dijeron que derrotó a Vlad Cerrón… ¡pero recién ahora comprendo hasta qué punto es poderoso el Procónsul! - Dijo anonadado otro legionario que se encontraba cerca del que había hablado.

- ¡Después de todo, es un Ejecutor Imperial! -

- Dicen que es el genio Archimago más joven de los últimos siglos, pero ¿has visto como usa las armas? ¡Creo que podría vencer fácilmente a un Caballero de la Tierra en un combate con espadas! -

- ¡Qué dices! ¡Es mucho más fuerte! ¡Creo que hasta podría cruzar espadas con un Gran Caballero! - Añadió un decurión negando con la cabeza sin poder creer lo que veía, cuando Bryan partió por la mitad a dos bárbaros con un solo movimiento de su hacha y luego se volvió justo a tiempo para ensartar con cuatro Lanzas de Hueso a otro que estaba tratando de atacarlo por la espalda: - No entendía el por qué nos dejó aquí y se fue sólo a pelear. Pero… -

- Te entiendo. - Dijo otro suspirando asombrado cuando vio que Bryan pateaba a uno de sus adversarios y lo mandaba a volar casi cinco metros por el aire, hasta que se quedó ensartado en las púas de uno de los pilares de la Prisión Ósea: - ¡Es obvio que ahora mismo el Procónsul no necesita que nadie lo ayude! -

Frente a ellos, dos bárbaros combinaron esfuerzos para atacar a Bryan al mismo tiempo por el frente y la retaguardia, aprovechando que este estaba usando el Báculo Necromántico para disparar a otros enemigos. Sin embargo, Bryan no tenía puntos ciegos con dos Espectros Oscuros vigilando lo que ocurría desde el cielo. Así que fingió que no se daba cuenta y luego, en el último segundo, dio un rápido salto hacia atrás mientras cambiaba el agarre de su hacha a uno invertido para asestar una puñalada, tomando completamente por sorpresa al bárbaro que pretendía atacarlo por la espalda, el cual terminó ensartado en el estómago por las puntas de las esquirlas, como si se tratase de un golpe de tridente.

Después el Procónsul soltó un instante el mango para volver a cambiar la forma de sujetarlo a una velocidad pasmosa y luego blandió el arma hacia su oponente que venía por el frente, llevándose consigo el cuerpo del enemigo ensartado y golpeando con este a su nuevo adversario. Seguramente ambos debían ser familiares o amigos cercanos, porque el bárbaro que venía hacia Bryan soltó un grito desgarrador al ser golpeado por el cadáver de su compañero, provocando que fuese más sencillo matarlo luego.

La escena seguramente era triste para los involucrados. Pero para estos legionarios, que unos días antes se morían de miedo ante la sola mención de la palabra “bárbaro”, la cual en sus mentes evocaban recuerdos traumáticos de muerte y destrucción, el ver ahora como uno de ellos era ensartado por un hacha como si fuese una brocheta humana, para después ser usado como arma contra su compañero, era algo simplemente… hilarante.

- ¡Nuestro general los está destrozando como si fuese a preparar una parrillada con bárbaros! - Dijo entonces uno de los legionarios sonriendo de oreja a oreja.

Y soltó una carcajada.

Cuando esto sucedió, las risas se extendieron como el fuego sobre una pradera seca. Los temblores que los legionarios sentían por el miedo habían sido reemplazados por el deseo de contener la algarabía. Todos contemplaban la espectacular batalla que se desarrollaba ante sus ojos como si fuese una obra de teatro de la cual no deseaban perderse ni siquiera el menor de los detalles.

La una excepción eran cuatro personas. Por un lado, estaban Jaime Luccar y César Germánico, que tan solo instantes atrás habían estado a punto de convertirse en desertores, pero que ahora estaban congelados en el piso, sin saber muy bien qué hacer. Después estaban Marcio y Silano, que tenían un mejor entendimiento del gran poder de su general y por eso eran mejores manteniendo la reserva a pesar del asombro que sentían.

Pero repentinamente algo ocurrió y las risas de todos se silenciaron de golpe.

*****

- Quiero que nuestro mejor escuadrón de caballería ataque. - Dijo Atíl con voz entrecortada por la rabia a uno de los bárbaros que acababa de asumir como segundo al mando ahora que su hijo estaba muerto: - ¡Envía a los Lobos Aulladores ahora! -

- Pero… - Respondió este dudando: - Eso sería lo mismo que admitir la derrota de esos trescientos guerreros aliados ante un solo hombre. ¡El honor de nuestros…! -

- ¡Ya están derrotados, imbécil! - Exclamó Atíl furioso, pero consiguió a duras penas moderar su tono de voz: - Ese hombre está cerca de acabar con más de la mitad de la avanzadilla. Ellos todavía no se han dado cuenta, pero no falta mucho para que eso suceda. En ese momento, incluso si todavía pueden vencer con los números que les quedan, se sentirán derrotados psicológicamente y comenzarán a escapar. ¡Y existe la posibilidad de que algunos de nuestros “aliados” decidan irse con ellos!

¿Te imaginas cómo se sentirá todo nuestro ejército si ven a varios batallones retirándose por miedo a un solo mago de Itálica? ¡Hay que matar a ese hombre antes de que esto suceda! ¡Y la única forma de asegurarnos de ello es enviando ahora mismo a nuestros mejores combatientes para aplastarlo antes de que sus legionarios decidan unirse a él! -

- Entendido. - Respondió el bárbaro, pero entonces una idea aterradora hizo que se demorase un poco y preguntase: - ¿Y si los Lobos Aulladores también son derrotados? -

- Eso es… Imposible. Si, es imposible. - Afirmó Atíl con vehemencia, como si quisiese convencerse a sí mismo: - Son ciento cincuenta de nuestros mejores guerreros. ¡Nuestra élite! Además… cansado, sí…. ¡ese hombre debe estar cansado! ¡Tiene que estar cansado! Cuando vea que los jinetes se aproximan, entenderá que está perdido. Y cuando muera o intente escapar atacaremos con todas nuestras fuerzas al resto de las tropas itálicas. -

El bárbaro asintió y corrió a dar las instrucciones.

Un poco más atrás, Astrid suspiró mientras miraba con desdén la espalda de su padre mientras que pensaba: “Estás demasiado afectado por el inesperado poder del Procónsul Bryan y la muerte de mi pervertido hermano Orlaf. Has permitido que juegue con tu mente. ¡Ahora estás totalmente concentrado en matarlo a él e incluso estás enviando a nuestros mejores guerreros a luchar sin ningún motivo táctico! ¡¿Acaso te has olvidado de que esto no es un duelo, sino una guerra?! Lo correcto en esta situación es atacar inmediatamente con todo el ejército.” Sus ojos se volvieron a fijar en Bryan, que en ese momento estaba masacrando a un guerrero tras otro: “Aunque supongo que este era su plan desde el comienzo… o por lo menos una parte.

Y si esto es así… ¡ese hombre es más aterrador de lo que esperaba! Yo solo puedo ver su estrategia porque mi hermano me repugnaba y al final todo esto es una campaña de mi estúpido padre. Pero si yo fuese la líder de esta tribu… ¿no caería también en la trampa?” Lo pensó por un momento y luego sonrió: “Por supuesto que sí. Detesto perder y ese hombre se aprovecharía de esto.” Sus ojos brillaron con admiración mientras observaba como Bryan luchaba: “Al final fui yo la que lo subestimó enormemente. Tengo que agradecerle, porque me ha enseñado una debilidad que no sabía que tenía.

En ese momento sonó un cuerno de guerra y una partida de ciento cincuenta jinetes de la tribu Vándala, conocidos como los Lobos Aulladores por su habilidad para coordinarse a gran velocidad y no rendirse hasta matar a su objetivo, tal como una jauría, salieron al galope para reforzar al a avanzadilla.

Me pregunto si alguno de ellos regresará con vida.” Pensó Astrid riendo por lo bajo: “¡Me alegro tanto de haber elegido mantenerme lejos de la primera línea para esta batalla!

Bryan después de la masacre

Nota del Traductor

Hola amigos, soy acabcor de Perú. Hoy es miércoles 25 de Octubre del 2023 y sigo sufriendo los estragos económicos del paso de Pedro Castillo por la presidencia.

¿Sabían que en la Edad Media se inventaron los primeros criterios de salubridad e higiene en la gastronomía? De hecho, la palabra Gastronomía, si bien viene del griego, es en sí un invento medieval francés. Y también fue en ese periodo donde se crearon muchas reglas básicas como el de no mezclar carnes y vegetales o evitar la contaminación cruzada evitando poner crudos y cocidos en el mismo depósito, lavarse las manos antes de comer, los modales en la mesa, etc. Todo eso es de la Edad Media.

El motivo por el que en las películas se asume que la gente era sucia en el periodo medieval es un libro escrito durante la Era Victoriana en Oxford, cuando en Inglaterra se puso de moda insultar todo lo que venía del medioevo y ensalzar en su lugar lo greco latino.

Para finalizar el libro terminaba diciendo que la pandemia de la Peste Negra era la prueba de las malas condiciones sanitarias, porque sino esta enfermedad no se hubiese extendido tan rápido. Pero esto ya ha sido refutado por muchos historiadores serios.

Y si lo piensan bien ¿no son los últimos acontecimientos una prueba de que esa conclusión es falsa? Piensen en la pandemia del Covid 19 y luego recuerden toda la tecnología sanitaria moderna, la influencia de las Naciones Unidas y todas las reglas sanitarias, así como el conocimiento que tenemos acerca de las bacterias, virus y enfermedades… Pero ¿acaso evitaron el desastre? No, la pandemia de todos modos se extendió y murieron millones de personas.

No, la Peste Negra se extendió como lo hizo porque era una enfermedad muy virulenta, no porque las condiciones sanitarias de los Medievales fuesen malas. Naturalmente tampoco digo que fuesen excelentes, porque usando la misma lógica, hoy en día hay sitios en donde las condiciones sanitarias son muy malas y de hecho esta es una de las principales causas de muerte en la actualidad. Así que no sería extraño que hubiese muchos sitios en la Edad Media donde (como hoy en día) no había mucha salubridad. Lo que sí es falso es que las condiciones medievales fuesen especialmente malas en comparación a otros periodos, que es lo que el libro intenta demostrar con argumentos falsos.

Hasta aquí la nota histórica, ahora hablemos de los cambios.

¿Qué les pareció este capítulo? Quería que la primera parte fuese desde el punto de vista bárbaro para que no se entendiese exactamente cómo fue que Orlaf murió. Admito que lo maté rápidamente en gran parte porque el personaje en sí me desagradaba bastante (y eso que yo fui el que lo escribí). En cuanto a su forma de morir, pues se me ocurrió luego de ver The Eminence of Shadw S2, cuando en un capítulo el personaje de Claire Kageno decapita a un gul vampírico de una patada. Me pareció muy chistoso y una forma apropiada para lidiar con el enfermito incestuoso. Y para aumentar más su humillación hice que en el punto de vista de Bryan se remarcase lo estúpido que parecía.

Espero que les haya gustado.

Para la primera batalla de Bryan contra los 300 bárbaros de la avanzadilla me inspiré mucho en una escena de la película Drácula Untould, donde el protagonista masacra a un ejército de soldados turcos.

Para la parte en que los legionarios se divierten al ver como Bryan mascara a los bárbaros por su cuenta, me inspiré en el primer episodio de Clone Wars la serie, en donde cinco clones heridos observan asombrados como el Maestro Yoda por sí solo destruye a un escuadrón de droides. Quería representar adecuadamente el cambio de humor que los hombres sienten en contraste con el capítulo anterior, pero de forma paulatina.

Finalmente, para la sección en que Atíl se frustra originalmente iba a enviar un escuadrón más grande, pero al final me decidí por una pequeña Fuerza de Élite, porque si se enviasen más se conseguiría el efecto contrario al objetivo, que es evitar que los hombres se desmoralicen. Después de todo, si un solo hombre puede con 300 y luego se envían a mil… uno se siente bastante mal.

En cuanto a las imágenes, si bien son pocas, me costó bastante encontrarlas y espero que les hayan gustado. Sobre todo, tuve que editar la de Bryan frente a los pilares de hueso y también la del final. Me hubiese gustado poner más, pero fue muy difícil.

Pero déjame saber tu opinión en los comentarios: ¿Qué les pareció la astucia con que Astrid manipuló a su hermano para que muriese? ¿Qué les pareció la forma en que Bryan eligió pelear? ¿Les gustó como se desarrollaron los acontecimientos?

Si les gustó esta adaptación por favor no dejen de ayudarme con donaciones a mi cuenta Patreon o compartiendo esta historia en sus redes sociales para encontrar a más lectores. También señalen cualquier error ortográfico o de concepto se me haya escapado. ¡Nos vemos en el siguiente capítulo!