231 Orquídea Vital

Una hermosa flor roja como la sangre resplandecía cual gloriosa corona sobre una roca en el medio de un pequeño claro. La energía mágica a su alrededor era tan grande, que literalmente teñía de carmesí a todas las plantas que crecían alrededor, que parecían crecer inclinándose como si estuviesen en presencia de una reina.

¡No puedo creerlo! ¡Gracias diosa Fortuna, te juro que antes de que termine el mes haré que sacrifiquen diez toros como mínimo en tu honor!” Pensó Bryan eufórico mientras se asomaba detrás de una gran raíz que usaba para mantenerse oculto: “¡No puedo creer que una Orquídea Vital Centenaria esté ahí mismo! ¡Y completamente desprotegida! ¡Soy el tipo con más suerte del…!” Pero en ese momento sus Espectros Oscuros lo alcanzaron y pudo ver la totalidad del claro.

- Pero por supuesto… celebré demasiado pronto. - Murmuró Bryan suspirando apesadumbrado.

Oculta dentro del claro, había una criatura que medía tres metros de alto y cinco de largo. Tenía tres cabezas en total: La primera era similar a la de un león y nacía directamente de lo que debería ser su cuello. Pero inmediatamente encima de esta, como si creciese de su lomo, estaba lo que parecía ser la cabeza de un macho cabrío. Finalmente, la criatura tenía una larga cola que a su vez terminaba en una tercera cabeza con la forma de una serpiente.

Mierda, es esa Quimera.” Maldijo Bryan en su interior mientras luchaba por contener la respiración para que su sonido no alertase a la criatura: “Ahora entiendo por qué desapareció después de matar a esos Centauros. No estaba cazando, sino defendiendo este lugar.

- ¿Qué sucede Maestro? - Dijo Gilberto apareciendo de repente a su lado y hablando sin ninguna precaución.

Bryan casi se atragantó por la sorpresa, pero rápidamente saltó para derribar a Gilberto al mismo tiempo que le cubría la boca con las manos. Mientras tanto, en el pequeño valle de la Orquídea Vital Centenaria, la Quimera se despertó de su letargo y comenzó a buscar la presencia de alguien usando sus tres cabezas.

- ¡Cállate, ahí hay una Quimera! - Susurró Bryan: - ¡No hagas ruido o nos escuchará! -

- ¿Una qué? -

- Es un monstruo de tres cabezas. -

- Ah… ¿Y por qué importa? -

- ¡Esta custodiando una flor mágica que necesito tener! -

- Pero entonces tomémosla. No sé qué será esa Quimera de la que hablas, pero si lo deseas puedo matarla ahora mismo y traerte la planta que quieres. -

- Sus garras y cuernos son indestructibles. Su piel es inmune a las armas. La cabeza de león arroja fuego mágico capaz de derretir lo que sea. La cabeza de macho cabrío puede arrojar una nube de ácido que no puede ser contrarrestado. La cabeza de la serpiente escupe un veneno que mata al instante. - Masculló Bryan rápidamente: - Y a diferencia de ti… ¡La Quimera puede arrojar las tres cosas al mismo tiempo! -

Al oír esto, Gilberto finalmente se mostró preocupado: - ¡Qué dices, Maestro! ¡Es esa bestia de la que me habló padre! ¡La única criatura con un veneno y un ácido más terribles que el nuestro! Pero escuché que esas cosas viven en desiertos… ¡No! ¡Que convierten en desiertos todos los lugares en que habitan! ¿Cómo es posible que este bosque no se haya convertido en un erial si ese monstruo está viviendo aquí? -

- Es por la Orquídea Vital. Sus poderes mágicos son tan grandes que ni siquiera la presencia de la Quimera puede dañarla. En realidad, creo que la bestia la está custodiando para consumirla. ¡¿Entiendes ahora por qué la quiero?! -

- Pero entonces, ¿qué hacemos? -

Bryan lo pensó por unos momentos y luego sonrió: - Por suerte no falté a todas las clases del curso de mitología. ¡Tengo un plan! -

*****

Gilberto adoptó su forma de Dragón Negro y comenzó a deslizarse por el suelo como una serpiente, teniendo cuidado de no hacer ruido. Parecía que la habilidad de “serpentear” en silencio a pesar de sus enormes cuerpos era una característica común de todos los dragones, ya fuesen los Grandes Gusanos que no tenían alas o los Dragones Voladores.

En cualquier caso, siendo un Dragón Negro, Gilberto no solamente podía moverse casi sin hacer ruido, sino que además su piel se mimetizaba perfectamente con cada sombra que proyectasen los árboles, volviéndose muy difícil de detectar en la espesura   mientras que él lo desease. Y de este modo consiguió acercarse a la espalda de la Quimera sin ser detectado.

Entonces abrió sus fauces y le arrojó un chorro de aliento venenoso.

Pero la cola de la Quimera terminaba en una cabeza de serpiente y siempre estaba vigilando el punto ciego de su espalda. De inmediato la bestia se hizo a un lado con gran velocidad y se volvió hacia el Dragón Negro.

Claro que “se volvió” era un decir, porque la criatura no se dio realmente la vuelta. En lugar de eso su espalda se arqueó de un modo antinatural, mientras sus articulaciones se desencajaban con el perturbador sonido de huesos siendo dislocados. La Quimera había girado 180 ° sobre sí misma.

Con otro espantoso sonido los huesos de la bestia se reacomodaron. La piel, músculos y órganos siguieron el ritmo del movimiento poco después. Entonces la cabeza de león soltó un rugido espantoso mientras que su cola de serpiente se erguía como lo haría la de un escorpión. Inmediatamente después la bestia comenzó a correr por el claro a gran velocidad con sus cuatro patas en busca del origen del ataque.

Gilberto no se quedó a esperar a la bestia y comenzó a deslizarse a toda velocidad entre la maleza. La Quimera abrió sus fauces de cabra para arrojar un chorro de ácido, pero el Dragón Negro aprovechó para dejar varios árboles entre ellos conforme se alejaba. Estos lograron detener el aliento corrosivo el tiempo suficiente para que Gilberto escapase, aunque poco después los troncos se deshicieron y colapsaron estruendosamente.

Aun así, al moverse el Dragón Negro tuvo que exponerse y ahora la Quimera comenzó a perseguirlo como si estuviese poseída por un auténtico frenesí. Las fauces de la bestia se abrieron y arrojó chorros de fuego, veneno y ácido, los cuales que destruían cualquier cosa en su camino. Gilberto consiguió salir indemne únicamente gracias a su habilidad para esquivar en el último momento, pero la distancia entre ambos no se reducía.

En ese momento la Quimera volvió a demostrar lo extrañamente flexible que era su cuerpo, porque aún mientras corría desencajó varias de sus articulaciones. Pero estas no volvieron a encajar en su lugar, sino que de algún modo la criatura aprovechó esto para modificar la forma de su esqueleto, de modo que ahora estaba corriendo sobre dos patas, como si fuese un ser humanoide y sin que su velocidad se redujese en lo más mínimo. De este modo tuvo mayor facilidad para esquivar los árboles y la distancia que la separaba del Dragón Negro comenzó a reducirse.

Era evidente que la Quimera entendía la dificultad de atacar a Gilberto con sus ataques de aliento y más bien había optado por acercarse para desgarrarlo con sus garras.

La Quimera estaba cada vez más cerca. Gilberto ya no intentaba mimetizarse y más bien ponía todo su esfuerzo en aumentar su velocidad al deslizarse, destrozando el entorno a su paso con su tremenda fuerza. Sin embargo, ahora que la Quimera estaba corriendo erguida, podía usar sus extremidades superiores como brazos, para apartar de su camino cualquier escombro que el Dragón Negro dejase a su paso.

Si, en efecto Gilberto con su enorme cuerpo serpenteando a toda velocidad entre los árboles era el objetivo de la Quimera, que no parecía pensar en otra cosa que no fuese matarlo. Era en efecto un blanco bastante llamativo. Tanto como para que esos seis pares de ojos se mantuviesen completamente fijos en él.

Lo bastante como para que no viese venir a Bryan.

Durante todo ese tiempo había tenido los ojos cerrados, no porque fuese su preferencia, sino porque sabía bien que si veía directamente a la Quimera que ahora era su presa no podría evitar dejar escapar un poco de su Sed de Sangre, que aún no controlaba del todo. Y esta era la única forma de mantenerse oculto de una criatura tan poderosa, pues sus instintos detectarían a Bryan en el momento en que atacase. De eso estaba muy seguro.

Pero todo lo que había ocurrido hasta el momento le había sido trasmitido perfectamente gracias a la constante vigilancia de sus Espectros Oscuros. Y también fue por su ayuda que pudo conseguir la hazaña de mantenerse volando detrás de la Quimera con el Arte del Noveno Diagrama Celeste, justo por encima de su rango de visión.

Fue increíblemente complicado volar con los ojos cerrados, esquivando los árboles en su camino, manteniendo la velocidad de la Quimera y adaptándose a sus cambios de dirección. Tampoco ayudó que estuviese sujetando algo tan pesado en una de sus manos durante todo su recorrido.

Antes de iniciar su emboscada, Bryan envió a sus espectros a explorar el terreno circundante, para asegurarse de no toparse repentinamente con alguna otra criatura poderosa mientras escapaban de la Quimera. Fue entonces que memorizó la ruta en general, pero aun así necesitó de toda su habilidad para conseguirlo.

Esta bestia mitológica poseía una serie de ataques de aliento demasiado temibles, incluso para la increíble defensa de un Dragón. Gilberto era demasiado joven todavía y quizá sufriese heridas gravísimas si combatía con la Quimera directamente. Por eso Bryan lo había instruido severamente para que se mantuviese huyendo en todo momento después de su ataque inicial. Naturalmente el orgulloso Dragón Negro quiso protestar, pero su Maestro no se lo permitió.

Finalmente.” Pensó Bryan cuando sus criaturas le indicaron que habían llegado al punto elegido: Un pequeño espacio despejado de maleza, por donde se filtraban los rayos del sol.

Gilberto ingresó deslizándose primero. Poco después la Quimera lo siguió, modificando nuevamente la estructura de su cuerpo para correr de nuevo con cuatro patas y así finalmente cerrar la última distancia que la separaba del Dragón Negro. La cabeza de macho cabrío se preparó para arrojar su terrible ácido contra su presa y también lo hizo la cabeza de serpiente en la cola, alzándose como un escorpión espantoso.

Parecía que quería asegurarse de atinarle a Gilberto esta vez.

En ese mismo momento Bryan aceleró con toda su capacidad, descendiendo como una flecha hacia la espalda de la Quimera. En el último momento abrió sus ojos y adoptó una postura de ataque.

La Quimera sintió inmediatamente su presencia y con perversa velocidad volvió a doblar antinaturalmente su columna vertebral hacia atrás para reacomodar su cuerpo, exactamente como hizo la primera vez que Gilberto la atacó por sorpresa. Además, como si quisiera asegurarse la bestia atacó sin mirar abriendo sus terribles fauces, arrojando sus terribles alientos con sus tres cabezas hacia su espalda, como si fuese un aspersor que diese muerte en lugar de agua. Pero Bryan ya había visto ese movimiento y no lo tomó desprevenido.

Aún en el aire, Bryan blandió horizontalmente la espada que tenía en su mano. Al mismo tiempo hizo fuerza con una de sus rodillas como si estuviese golpeando a alguien. Ambos movimientos le dieron una fuerza centrífuga lo bastante intensa como para permitirle girar en pleno vuelo como si fuera una peonza. De ese modo consiguió esquivar el chorro oscuro de veneno, luego la nube letal de ácido. Finalmente, la cabeza de león abrió su boca y arrojó sus terribles llamas.

Ese era el momento que Bryan esperaba.

Sin dejar de esquivar, Bryan cambió el agarre de su espada y la arrojó directamente con certera puntería hacia las fauces abiertas de la cabeza de león. La Quimera no hizo un intento de esquivar, pues sabía que su aliento podía derretir cualquier cosa y no tenía miedo.

Y de hecho así sucedió. La espada arrojada se fundió exitosamente y con facilidad… pero el metal líquido entró directamente en las fauces de la Quimera.

La bestia rugió, pero esta vez de agonía. Mientras sus bocas trataban de morder inútilmente y sus garras destrozaban el entorno.

- ¡Juego, set y partido! - Exclamó Bryan eufórico mientras aterrizaba esquivando hábilmente los últimos zarpazos desesperados de la Quimera.

- ¡Lo hiciste Maestro Malvado! ¡Todo salió de acuerdo con tu plan! - Dijo Gilberto, que había vuelto a asumir su forma humana y ahora sonreía de oreja a oreja: - ¿Cómo lo lograste? -

- El Plomo y Belerofonte. - Respondió Bryan encogiéndose de hombros, sin entrar en detalles.

Lo cierto era que no recordaba demasiado el mito del héroe griego Belerofonte, matador de la Quimera legendaria. Sin embargo, sí tenía claros sus aspectos más generales. La Quimera era un monstruo antinatural que no podía ser ejecutado excepto con un ataque desde el aire. Es por eso que sólo Belerofonte, el único héroe que fue capaz de domar al caballo divino Pegaso, tuvo la oportunidad de conseguirlo.

Belerofonte poseía el poder devastador del caballo y la habilidad de volar, pero el otro motivo de su victoria fue el embadurnar la punta de su lanza con plomo. De modo que cuando arrojó su arma a la boca de la bestia, el metal se fundió. Así fue como consiguió matar a la Quimera en su mito.

Bryan no tenía una lanza con punta de plomo, pero en su lugar tenía algo más. La espada que había sostenido todo este tiempo y que había arrojado a la boca de la bestia, no era realmente un arma, sino una herramienta de entrenamiento militar que los enanos le habían dado en su última visita como una muestra.

Esta servía para entrenar la fuerza del brazo porque pesaba tres veces más que cualquier espada normal debido a que estaba hecha parcialmente con plomo.

Lo cierto que es que la estrategia funcionó principalmente gracias a Gilberto. Si no fuera porque el Dragón Negro atrajo toda la atención de la Quimera, Bryan no habría podido acercarse tanto sin ser detectado ni tomarla desprevenida.

- No comprendo muy bien qué es ese Belofo… -

- Belerofonte. -

- En cualquier caso, ahora que está muerta ¿puedo comérmela? -

- Supongo, aunque dudo que quede algo de ella. -

En ese momento la Quimera seguía resistiéndose a morir. En su agonía la bestia no dejaba de destruir todo a su alrededor, pero el plomo había provocado que la energía en su interior se desbordase, mezclase y finalmente se saliese de control. De manera que la Quimera se estaba autodestruyendo por culpa de su propio veneno, ácido y fuego.

El método es efectivo, pero realmente es una pena que no pueda obtener ningún material de ella. ¡Ni siquiera su núcleo!” Pensó Bryan lamentando la pérdida de tantos posibles materiales, mientras veía como la Quimera quedaba reducida a un montón carbonizado de material desechable.

Sin embargo, cuando Gilberto se acercó para buscar cualquier trozo de carne que hubiese quedado, encontró los cuernos ennegrecidos de la cabeza de macho cabrío. Parecían ser de un material extremadamente duro y no sabía si podría usarlos para algo, pero aun así Bryan decidió conservarlos.

- Regresemos de inmediato. Quiero tomar esa Orquídea antes que algo malo pase. - Dijo Bryan y comenzó a liderar la marcha de regreso al claro de la Quimera.

La flor crecía hermosa encima de una formación rocosa que también había adquirido una tonalidad rojiza. El poder de esta extraña flor era tan intenso, que prácticamente se sentía como si fuese un pequeño sol en miniatura, bañando los alrededores con sus rayos. De vez en cuando caían gotas color rubí de sus pétalos, los cuales se derramaban como estrellas fugases sobre el suelo, desatando suaves oleadas de energía mágica.

- ¿Qué es esta cosa? - Preguntó Gilberto curioso.

- La Orquídea Vital Centenaria. - Dijo Bryan mirando la flor con intensidad: - Como su nombre lo indica, solamente florecen una vez después de madurar durante un siglo y únicamente durante un mes. Es la prueba de que ocurrió una terrible maldición, pues tan sólo crece en lugares donde se cometen los peores crímenes antinaturales. -

- ¿Antinaturales? -

- Hibridaciones, canibalismo, todo tipo de perversiones sexuales como la necrofilia, la sodomía o (lo que es más probable dado que estamos en el Bosque Oscuro) alguna espantosa clase de zoofilia… - Enumeró Bryan: - Los crímenes contra la naturaleza desatan la ira del mundo y esto es precisamente lo que provoca el nacimiento de monstruos como la Quimera. Es una venganza de los cielos. Acción y reacción en su estado más puro. -

- Ya veo. - Dijo Gilberto y entonces preguntó: - ¿Qué crimen se cometió aquí? -

- Ni idea. - Respondió Bryan encogiéndose de hombros: - Imagino que tú tendrás más experiencia en estos temas. ¿No es tu raza la más pervertida de todas? -

- ¡Es cierto que nos gusta mucho hacer el delicioso, pero eso no quiere decir que…! -

- Recuerdo que una vez estuviste mirando hasta un grupo de ciervas. -

- Eso… -

- ¿Y acaso no dijiste que tu padre te habló sobre las Quimeras? -

- Yo… no puedo negarlo. -

Bryan soltó una carcajada antes de continuar: - Bueno, no tiene sentido preguntarnos al respecto. La Orquídea Vital Centenaria solo brota después de que los culpables han sido correctamente asesinados. Lo que haya sucedido ocurrió hace más de un siglo. -

- Ya veo. -

- Desde el momento en que la Orquídea Centenaria florece… - Dijo Bryan mientras se adelantaba para arrodillarse junto a la flor, donde comenzó a recoger la sustancia que brotaba de sus pétalos en un vial de cristal: - Deja escapar estas gotas color rubí, que en realidad es pura energía vital condensada. Estas gotas son reabsorbidas por sus propias raíces, provocando un incremento de la energía vital a su alrededor.

Cuando el mes termina, la Orquídea se marchita, dejando en la tierra todo este poder mágico. Podríamos decir que es una especie de regalo a la tierra para renovarla después del crimen cometido. -

- Lo comprendo Maestro Malvado. Pero no entiendo por qué pasamos tantos problemas para obtenerla. ¿No podrías haber buscado una que estuviese protegida por un guardián diferente? Resultó muy molesto tener que huir de esa bestia. -

- ¿Acaso no me has escuchado? Ya te dije que esta flor es un tesoro único que solamente florece después de un siglo y únicamente durante un mes. -

- Te escuché, Maestro Malvado. Pero no es la gran cosa. En este mundo se cometen muchos crímenes como esos… seguramente encontrarás más. -

- ¿Sabes cuánto dura un siglo? - Preguntó Bryan un poco irritado de que el dragón no apreciase lo increíblemente raro que era encontrar una Orquídea Vital Centenaria floreciendo.

- Sí, con cien veces el paso de las estaciones. ¿Verdad? - Respondió Gilberto con una expresión orgullosa, como si estuviese feliz de poder contestar.

- ¿Y eso te parece poco? -

- Podríamos encontrar una de estas y luego dormir a su lado tranquilamente mientras esperamos que florezca. -

- ¿Qué?... - Dijo Bryan confundido, pero entonces recordó algo: - Ah, olvidaba que los dragones eran inmortales. Para ustedes cien años no es mucho tiempo ¿verdad? -

- ¿Acaso lo es para los humanos? -

- El promedio de vida de una persona es de 70 años y casi nadie llega a vivir un siglo. -

- ¡¿Que?! ¡¿Cómo han construido tantas cosas si viven tan poco tiempo?! - Exclamó Gilberto anonadado.

- Con puras agallas, disciplina y mucha perseverancia. - Respondió Bryan encogiéndose de hombros, pero sin dejar de recolectar la sustancia.

- ¡Por el abismo! ¡Ahora entiendo por qué te alegraste tanto de encontrar esta planta! ¡Debe ser una oportunidad única en la vida para un humano! -

- Exactamente. - Exclamó Bryan sonriendo irónicamente por la ingenuidad del dragón.

- Pero eso es muy triste, Maestro Malvado. - Dijo Gilberto de pronto: - Realmente me he divertido mucho viajando contigo y esperaba que continuásemos viviendo aventuras. ¡Qué lástima que vayas a irte tan pronto de este mundo! -

- No te preocupes tanto, Dragón. - Le respondió Bryan medio conmovido a su pesar por las palabras de Gilberto y medio en broma por la forma en que reflexionaba: - Por cómo van las cosas lo más probable es que alguien me mate antes de que llegue a viejo. Pero aún no me entierres demasiado pronto, porque desarrollar mis poderes pueden incrementar mi esperanza de vida. Y quién sabe… ¡Tal vez incluso adquiera la inmortalidad! -

- Eso sería genial, Maestro Malvado. - Celebró Gilberto con cierto alivio: - Ah, pero recuerdo que mi padre dijo una vez: Solo hay una manera de que un mortal se vuelva inmortal… ¡Tiene que convertirse en un dios! ¿Acaso tienes un modo de lograrlo? -

- Ya veremos. - Respondió Bryan misteriosamente.

Para entonces había reunido casi todo el líquido carmesí dentro de su vial, entonces lo levanto a la altura de sus ojos para observarlo y dijo: - He aquí nada menos que pura energía vital en estado líquido. Un regalo de los mismísimos cielos para renovar esta tierra… Pues que pena por el suelo. ¡Salud Gilberto! -

Y sin ningún reparo, Bryan se bebió toda la sustancia cuasi divina que había recolectado, cual si se tratase de un simple brebaje. Poco después el resplandor de la Orquídea desapareció y la flor legendaria murió como si hubiese cumplido su ciclo vital.

Los ojos de Bryan se tornaron carmesí, luego lo hizo el resto de su cuerpo. Por un instante pareció como si fuese una criatura hecha únicamente de sangre, pero segundos después la sustancia fue asimilada y su piel recuperó poco a poco su pigmentación natural.

- Ahora he incrementado mi expectativa de vida. También la velocidad con la que mis heridas se regeneran y gastaré menos Esencia Mágica cuando use mis conjuros. Es una lástima que no haya estado aquí antes o podría haberme apoderado de más líquido vital y entonces mis poderes se incrementarían aún más. -

- ¿Cuánto aumentará tu tiempo de vida? -

- Bastante. - Respondió Bryan sin entrar en demasiados detalles.

En realidad, el efecto más valioso de la Orquídea Vital Centenaria era que se trataba de una de las poquísimas formas de incrementar la cantidad de Esencia de Sangre que poseía un mago poseía naturalmente. Esta Esencia de Sangre no era un poder desarrollado como la Esencia Mágica, sino que se trataba de un fluido muy especial que existía en el corazón. Todos los Magos Demoníacos podían consumir algunas gotas de esta sustancia para fortalecerse temporalmente a un grado increíble, lo que les permitía derrotar oponentes aparentemente invencibles.

También podían usarla durante la fabricación de sus armas mágicas. De hecho, había algunos encantamientos poderosísimos de magia demoníaca que requerían el uso de esta valiosa sustancia. La matriz para crear a los Zombis Élites Elementales también debería haber necesitado que Bryan gastase una gota, pero como podía usar la Necromancia para canalizar la energía de la muerte, no tuvo necesidad de usarla.

El problema radicaba en que la Esencia de Sangre era una sustancia muy escasa, que además estaba directamente vinculada con el tiempo de vida del usuario y no se regeneraba de forma natural. Durante la trasmutación de su Desgarrador Sombrío, Bryan tuvo que utilizar algunas gotas de esta sustancia y de inmediato notó que un poco de su tiempo de vida se reducía por varios meses.

Bryan no le había mentido a Gilberto: Cada vez que dominaba uno de los Reinos de la Magia Demoniaca, su tiempo de vida se incrementaba y naturalmente esto significaba que la cantidad de Esencia de Sangre en su corazón también lo hacía. Hasta ese día el Dominio de un Reino eran la única forma que tenía para reponer esta sustancia y por eso se había cuidado mucho de no gastarla.

 “Es nada menos que otra trampa de la Magia Demoníaca. Usar la Esencia de Sangre nos permite derrotar fácilmente a enemigos mucho más fuertes y al principio no parece costar mucho. Pero la mayoría de magos demoníacos se hacen dependientes de este incremento repentino de poder debido a la vida conflictiva que tienen que llevar.” Dedujo Bryan: “Los más ilusos gastan sus años de vida antes de darse cuenta. Entonces se desesperan por recuperarlos con otra transformación y por eso no suelen ver el peligro de que la Esencia Mágica termine por poseerlos. Tal vez yo estaría en esa misma situación ahora mismo si no fuese por el poder de la Necromancia, que me da esa ayuda extra.

El líquido carmesí de la Orquídea Vital Centenaria era vida pura condensada. Al beberlo, Bryan había incrementado la cantidad de Esencia de Sangre que tenía, lo cual le daría un margen de maniobra que otros magos demoníacos no tenían. Pero como sabía que probablemente tendría que gastarla, no podía decir con exactitud cuántos años de vida había ganado al consumir el líquido.

En verdad es una pena que no hubiese estado aquí el primer día que la Orquídea Vital Centenaria floreció o habría ganado muchos años más de vida.” Pensó Bryan suspirando, pero decidió que lo mejor era alegrarse por lo que ya tenía. Después se arrodilló y comenzó a extraer la roca sobre la cual crecía la orquídea originalmente.

- ¿Para qué te sirve esa piedra? - Preguntó Gilberto con curiosidad.

- Esta roca fue bañada por el líquido vital de forma constante y seguramente habrá adquirido muchas propiedades mágicas interesantes. ¡Estoy seguro de que será muy valiosa! - Respondió Bryan mientras guardaba todo en su Anillo Espacial. Luego miró a su alrededor en busca de otros tesoros, pero no encontró nada más.

- Es hora de que nos vayamos. -

*****

Bryan y Gilberto continuaron su marcha a través del Bosque Oscuro. En su camino vieron todo tipo de criaturas aterradoras, pero supieron evitarlas y después de unos días ya no se sentían tan intimidados por viajar en este territorio.

El único momento tenso que tuvieron fue cuando se acercaron a lo que parecía ser un lago con una isla en el centro, la cual parecía llena de invaluables tesoros a juzgar por la gran cantidad de energía mágica que emanaba. Gilberto quiso cruzar de inmediato, pero Bryan distinguió a lo lejos una figura que parecía ser una persona… petrificada. Y sabiendo lo que eso podía significar, ordenó dar media vuelta inmediatamente y por muchos días caminó en la dirección contraria, alejándose lo más posible de ese lugar.

Después de un tiempo y muchas peripecias, Bryan volvió a sentir que la misma presencia amenazante que originalmente los hizo aterrizar estaba nuevamente detrás de ellos. Rápidamente corrió junto con Gilberto para adentrarse en la maleza, pero esta vez podía sentir que los ojos de la extraña criatura estaban fijos en su espalda y no se apartaban sin importar lo mucho que intentase escapar.

Lo más aterrador de este ser era que continuaba oculto, aparentemente inmune a los ojos de los Espectros Oscuros.

- Esa criatura nos vuelve a seguir. - Dijo Gilberto cayendo en cuenta.

- Si y no puedo detectarla. Solo sé que está mirándonos desde algún lugar. - Respondió Bryan enojado: - Ya he utilizado todos los trucos que conozco para perdernos, pero sigue detrás nuestro, como si tuviese demasiados ojos como para que podamos escapar. -

- ¿Qué haremos entonces? - Preguntó Gilberto.

- Luchar. - Decidió Bryan con determinación: - No tengo idea de lo que es y en otras circunstancias preferiría evitar cualquier confrontación. Pero dado que no podemos perder a esa cosa ni escapar de ella, solo nos queda luchar. De otro modo gastaremos demasiada fuerza huyendo inútilmente y finalmente tendríamos que pelear debilitados. ¡Es mejor enfrentar a esa criatura ahora mismo! -

- Estoy de acuerdo Maestro Malvado. - Respondió Gilberto con una sonrisa salvaje.

- Muy bien. - Dijo Bryan llamando a su Desgarrador Sombrío: - Podemos asumir que se mantiene oculta porque no cree poder vencernos a ambos con seguridad y seguramente intentará enfrentarnos por separado. ¡Pero no vayas a confiarte por ningún motivo! ¡No hay nada peor que un enemigo desconocido! -

- Entendido. -

Bryan realmente estaba más irritado que preocupado. Lo más probable era que esa criatura los estuviese siguiendo con la esperanza de que se toparan con otro monstruo y perdiesen mucha fuerza antes de atacarlos. La estrategia que usaron con la Quimera les permitió retirarse sin heridas y seguramente por eso la criatura todavía no se mostraba.

Las horas pasaron, pero los dos se quedaron tan quietos como estatuas.

El atardecer dio paso a la noche y poco después una suave llovizna comenzó a caer sobre el Bosque Oscuro, aunque de vez en cuando la luz de la luna conseguía imperar sobre las nubes. Los árboles altísimos proyectaban sombras terroríficas en los alrededores y el sonido de sus hojas eran como murmullos de entidades sempiternas que los rodeaban como un ejército.

En ese momento sucedió. Tal vez fuese porque la oscuridad de la noche hizo pensar a la criatura que ya no necesitaba mantener su camuflaje tan estrictamente. Tal vez finalmente se decidía a mostrarse. El caso es que los Espectros Oscuros detectaron la presencia de un enorme monstruo cuya piel parecía ser casi trasparente en ciertos lugares.

- Mierda. - Susurró Bryan alarmado y entornando la mirada con preocupación: - Ahora todo tiene sentido. ¡Nunca íbamos a poder evadir su mirada! -

- ¿De qué se trata? - Preguntó Gilberto mirándolo nervioso.

- Es una Hidra. - Respondió Bryan: - Una enorme serpiente de múltiples cabezas. Normalmente debería habitar en pantanos, pero por algún motivo esta decidió hacernos su presa. -

- ¡Una Hidra! ¡Cada una de sus bocas es increíblemente tóxica! -

- Si y además viene hacia nosotros. - Dijo Bryan: - La buena noticia es que, ahora que ya le he detectado, le resultará más difícil esconderse de mí. El problema es que se trata de una criatura de Nivel I, aunque bastante joven si la juzgamos por su tamaño y la forma tan cautelosa en que ha elegido acecharnos. Quizá sea parecida a ti, que solamente tienes una evolución. ¡En ese caso tenemos una oportunidad! -

- ¿Cuál es el plan, Maestro Malvado? - Preguntó Gilberto emocionado.

- No hay tiempo de hacer un plan… ¡Vamos a atacarla ahora! - Bramó Bryan en respuesta.

La Hidra

Nota del Traductor

Hola a todos, soy acabcor de Perú, es miércoles 23 de febrero y hace una semana que Rusia invadió Ucrania y por eso, aunque no entiendo por qué, el precio de la Soya ha subido; lo cual se traduce en un incremento de precios en Perú en artículos como el aceite y el pollo, que es vital para nosotros. ¡Muchos sufriremos terriblemente por esto! Pero yo no me preocupo… ¡Porque estoy seguro de que nuestro flamante presidente Castillo, un erudito de su generación, que ha sido educado por las más altas mentes eruditas del socialismo y la izquierda, seguramente ya tomó cartas en el asunto! Para él la macroeconomía internacional es tan sencillo como darle la vuelta a una servilleta y seguramente ya realizó los procedimientos necesarios para solucionar el problema. (En realidad creo que lo único que podría hacer ese analfabeto funcional es algo estúpido como bailar la “Danza de la lluvia” o algo así en Palacio de Gobierno, con la esperanza de que alguna deidad pagana del incanato lo ayude de algún modo. Aunque quizá le esté dando demasiado crédito, porque para bailar se necesita inteligencia motriz y ese imbécil ha demostrado muchas veces que una roca tiene mayor coeficiente. Bien podría estar gobernando una cabra o un ganzo, por lo menos sería divertido.)

Bromas a parte.

¡Realmente sufrí con este capítulo! Originalmente no había un combate, pero desde que apareció la Gorgona y la Mantícora, realmente quería que Bryan pelease con una Quimera, pues siempre fue uno de mis monstruos favoritos de la mitología griega. Lo cierto es que hay muchas variantes sobre su combate épico contra Belerofonte, pero en lugar de concentrarme en ella decidí hacer una narración que tomase en cuenta lo que este monstruo en particular significaba: El horror de lo antinatural.

La Quimera es un enemigo recurrente en el videojuego de God of War y precisamente tiene dos modos, uno a cuatro patas y uno a dos, siendo el segundo más poderoso. Me inspiré un poco en esto. Pero también en películas de terror como El Aro o El Exorcista, donde el monstruo se contorsiona de una forma espantosamente grotesca. Ese es el sentimiento que quería provocar en el lector y espero haberlo conseguido en parte.

El momento del ataque de Bryan está inspirado en el personaje Levi del anime Shingeki no Kyojin, pues, aunque la historia no me gustaba particularmente, si me fascinaba la estética que tenían algunos de los combates, donde precisamente hay un contraste fascinante entre la fragilidad del humano que lucha y el terrible coloso aparentemente indestructible.

La espada de plomo es en realidad medio ficción y medio verdad. Es cierto que para entrenar los romanos utilizaban una espada que era el doble o triple de pesada que la Gladios empleada en batalla para desarrollar los músculos, pero esta estaba hecha de madera. Las únicas armas hechas empleando plomo que conozco son de fuego. Pero necesitaba una excusa para que Bryan tuviese este metal consigo y pensé: “Bueno, es una novela de fantasía.”

Originalmente la planta que Bryan descubre se llama “Hierba de Sangre”, no está custodiada por nadie, pero tiene casi mil años. Me pareció que el tiempo, sobre todo en el Bosque Oscuro, era poco creíble. Además, el único efecto que provocaba era reducir el consumo de Esencia Mágica y eso no parecía justificar un capítulo completo.

De modo que decidí cambiar el tipo de planta y la descripción. Para ello me inspiré en una película infantil de hace mucho tiempo, Daniel el Travieso. No recuerdo mucho la trama, pero ahí se hace mención de una flor que únicamente florece de noche, una vez y solo en completo silencio. Seguramente no existe, pero algo de esa narración se me quedó gravado en la memoria y ahora sirvió para describir esta orquídea.

La Esencia de Sangre se menciona en esta novela y en muchas historias de fantasía china, pero aquí se la suele emplear constantemente. Por ejemplo, Bryan usa Esencia de Sangre para la poción que le da a Phoebe con el objetivo de rastrear las cajas con armas de Odón Ascher. En realidad, no es una poción, sino simplemente su Esencia de Sangre en una botella, algo que en su momento me pareció francamente desagradable y por eso lo cambié a la elaboración de una compleja poción rastreadora que usaba sangre ordinaria.

También me pareció que el uso constante del término “Esencia de Sangre” podía confundir a algunos lectores, por cruzarse con el término “Esencia Mágica”. De hecho, al principio pensé en cambiarlo por “Síntesis de Sangre”, pero sonaba demasiado “Artificial”. De modo que elegí conformarme con reducir las veces que se usaba.

Espero haber tomado la decisión correcta con estos cambios.

La discusión entre Bryan y Gilberto cuando este recolecta el líquido vital es un agregado mío para fortalecer el vínculo entre ambos.

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¡Nos vemos en el siguiente capítulo!