105 Desoyendo los consejos de otros

Los seis aventureros estaban listos para celebrar cuando el grito alarmado de Bryan resonó en sus oídos. Para entonces nadie cuestionaba sus habilidades localizando a los enemigos o su capacidad para combatir y tomar decisiones acertadas. Así que, frente a este peligro desconocido, aceptaron su liderazgo e incluso Odiseo parecía bien dispuesto a obedecer sus indicaciones. En un instante se habían reagrupado a su alrededor.


Dos soles no pueden brillar en un mismo cielo, y cuando un grupo decide emprender una aventura potencialmente peligrosa, tiene que tener un buen líder si desean sobrevivir. Aquel cuyo juicio, fuerza, experiencia y prudencia excedieran al de los demás, siempre era el más indicado para ese rol. Todos los aventureros aceptaban esto de forma tácita y reconocían instintivamente a quien tuviese esas características.


Bryan solo tuvo que ver la mirada en los ojos de estos seis jóvenes para entender que ya habían aceptado seguirlo. Así que no perdió tiempo con introducciones o palabras innecesarias y dio una instrucción directa: - ¡Síganme! -


En un instante abandonaron la orilla del río para adentrarse entre la maleza. Ninguno cuestionó su decisión o hizo ademán alguno para recoger las tiendas, el equipaje o algo del cuerpo del Dragón Bicéfalo. Abandonaron todo y comenzaron a zigzaguear entre los árboles hasta que vieron a un par que eran particularmente altos, con un follaje bastante tupido y ramas retorcidas, pero muy resistentes. Parecían monstruos aterradores en medio de la oscuridad de la noche y la luz de la luna apenas conseguía filtrarse entre sus hojas, pero en sus circunstancias actuales eran un escondite acogedor.


Bryan eligió uno a toda velocidad, se apresuró a llegar al tronco y comenzó a escalar rápidamente si decir una palabra, perdiéndose de vista entre las ramas en cuestión de segundos. Odiseo estaba tan sólo cinco segundos detrás y los otros lo seguían de cerca, en especial los guerreros, que tenían experiencia escalando y eran bastante ágiles. Tan pronto como llegaron a una cierta altura, se detuvieron para ayudar al resto. Los magos tenían problemas para subir con sus báculos y túnicas, e incluso la arquera elfa necesitó arrojar su arco a uno de sus compañeros, antes de poder trepar con la agilidad propia de su raza.


Mientras se internaban entre las ramas, el grupo descubrió un gran agujero excavado en el sólido tronco. Parecía haber sido el refugio de una criatura mágica, pero como el árbol era tan grande, no lo afectaba en lo más mínimo. Por suerte estaba actualmente deshabitado y todo parecía indicar que hacía mucho tiempo que su ocupante lo había abandonado.


El agujero era lo bastante espacioso como para que los siete se apretujaran en su interior. Los guerreros ingresaron primero para confirmar que era seguro, luego dejaron entrar al resto. Bryan, Odiseo, Nía y Afrodita se mantuvieron en abertura para vigilar el exterior, pues eran los más poderosos y experimentados del grupo.


Una vez refugiados, finalmente pudieron tomarse un momento para recuperar el aliento. Después Odiseo le susurró alarmado: - ¡¿Qué cosa es?! -


Bryan frunció el ceño mientras explicaba con seriedad: - Es un Unicornio, una criatura tan antigua y poderosa que prácticamente no tiene enemigos naturales. Ya me parecía raro que el Dragón Bicéfalo estuviera huyendo tan desesperadamente. Me imagino que se topó con él por accidente, porque no creo que exista una bestia tan estúpida como para pelear con uno de esos voluntariamente. -


El Unicornio era una de las criatura más peligrosas y terribles de entre las que habitaban el Bosque Oscuro. Físicamente se asemejaba a un gigantesco caballo plateado con un cuerno puntiagudo característico en la frente y patas de antílope. Su apariencia era hermosa, pero su poder era devastador. Su fuerza era muy superior a la de un Dragón Terrestre y los ataques físicos casi no lo dañaban. A máxima velocidad podía superar a un relámpago, de modo que alcanzarlo era impensable y tampoco lo era escapar si se ensañaba en matar a alguien. Pero lo más terrible era que su cuerpo tenía una misteriosa defensa natural que los volvía inmunes a prácticamente todas las formas de magia, causando que fuesen virtualmente invencibles.


Aun así, el Unicornio era una bestia muy codiciada por todos. Su pelaje tenía extraordinarias propiedades para canalizar la magia, sus huesos podían refinarse para convertirse en poderosas armas, su sangre era perfecta para crear una serie poderosos instrumentos mágicos y encantamiento increíblemente complejos. Pero lo más sorprendente era el poder de su cuerno.


El polvo del cuerno de Unicornio era un antídoto sobrenatural, capaz de neutralizar todos los venenos existentes y era un medicamento definitivo contra más de cien enfermedades mortales consideradas incurables. ¡Incluso podía revivir a una persona que acabase de morir muy recientemente!


Para obtener tan solo unos gramos de esta medicina milagrosa, emperadores, reyes y tiranos en todo el mundo estarían dispuestos a gastar la fortuna entera de sus familias; pero con la velocidad, fuerza e invulnerabilidad de los Unicornios, el número de personas que habían conseguido adquirirlo podían contarse con los dedos de una mano.

Además, se creía que los Unicornios eran tan poderosos porque habían sido bendecidos por los dioses y eran amados especialmente por ellos. Así que matar a uno era considerado un acto abominable por la mayoría de los cultos, quienes afirmaban que tan solo dañar al Unicornio desataría una maldición sobre la familia del perpetrador, una que se heredaría de padres a hijos por más de trece generaciones.


Eran pues muy pocos los que se atrevían a correr el riesgo de enfrentarse a estas criaturas, a pesar de los tesoros invaluables que podrían obtener, y menos aun los que sobrevivían al enfrentamiento.


Las leyendas también decían que los Unicornios odiaban naturalmente a los hombres y encontraban gran placer en matarlos. En cambio, eran cariñosos con las doncellas jóvenes, a no ser que hubieran perdido su virginidad, en cuyo caso las atacaban con más ensañamiento que a los varones. Pero en general era de conocimiento común que los Unicornios no buscaban enfrentamientos con otras criaturas por iniciativa propia y su comportamiento era pacífico, cuando no indiferente.


Sin embargo, los Espectros Originales de Bryan eran criaturas con sentidos sobrenaturales y extremadamente sensibles a las emociones negativas. A través de ellos podía sentir que este Unicornio estaba furioso y bastante sediento de sangre, hasta el punto que él mismo sentía miedo. Le costaba imaginar lo que habría hecho el Dragón Bicéfalo para provocarlo de ese modo.


En cualquier caso, era consciente de que ni él ni los aventureros tenían suficiente poder para darle pelea a esta criatura y menos aún derrotarla. Incluso si usaba de golpe toda la energía de su Esencia Mágica e invocaba de una sola vez a todas las Criaturas Oscuras que podía, junto con su Pequeño Esqueleto… cuando mucho podría durar unos cuantos segundos y eso si tenía suerte. Tampoco podrían escapar del Unicornio si llegaba a verlos, así que su mejor opción era esconderse y rezar para que no los detectase.


Odiseo, Nía y Afrodita inhalaron bruscamente cuando escucharon la palabra “Unicornio”. Casi no podían creer lo cerca que habían estado todos de morir. Si no hubieran escapado a tiempo hubieran sufrido un trágico final, así que tenían motivos de sobra para sentirse muy afortunados.


Mientras el grupo asimilaba su situación y se regocijaban por seguir vivos, un Unicornio de color blanco como la nieve y ojos azules emergió de la espesura trotando de forma elegante hasta llegar junto al cadáver del Dragón Bicéfalo. Era una visión hermosa, pero la criatura despedía una sensación ominosa que dejaba entrever la cólera fría que ocultaba tras esa apariencia de ensueño.


Desde su escondite, Bryan y los demás se apresuraron a reducir el ritmo de sus respiraciones para ocultar su presciencia. Dada la distancia de su escondite, la ubicación y el hecho de que se encontraban contra el viento, realmente era poco probable que los descubrieran. Pero toda precaución parecía bien poca frente a una criatura tan peligrosa.


Desde que llegó, el Unicornio había lanzado unos cuantos resoplidos furiosos, pero se calmó de repente en cuanto notó que el Dragón Bicéfalo ya no se movía. Rodeó el cadáver con un andar suave y elegante, e incluso extendió una de sus pezuñas blancas como la nieve para patear suavemente el cuerpo, asegurándose de que estaba muerto. Entonces alzó la cabeza con una expresión de sorpresa tan intensa que casi parecía humana.


Luego comenzó a mirar de un lado a otro, como si quisiera descubrir a quienes habían matado al Dragón Bicéfalo y permaneció alerta en ese lugar durante un buen rato.


Al final no detectó nada extraño ni pudo descubrir a Bryan o a los aventureros. Entonces negó con la cabeza y sacudió su cuerpo por completo antes de dar media vuelta para regresar por donde vino. A pesar de su poder, no era carnívoro, así que el cadáver del Dragón Bicéfalo no le atraía y además ya estaba muerto. No importaba lo que hubiera hecho para ganarse su odio porque el Unicornio estaba satisfecho.


Uno de los Espectros Originales siguió de cerca al Unicornio mientras se alejaba tranquilamente, hasta que de pronto aceleró y desapareció sin dejar rastro con pasmosa velocidad. Entonces Bryan suspiró tranquilo y llamó de vuelta al Espectro Original, mientras decía con un suspiro de alivio: - ¡Ya se fue! El Unicornio se fue. Creo no hay problema si vamos ahora por el núcleo del Dragón Bicéfalo. -


Todos los aventureros sonrieron y hubo quienes comenzaron a reír de felicidad por haberse librado de semejante peligro. Uno por uno le agradeció a Bryan, por quien ahora sentían un profundo respeto. Incluso Gordon, quien más desconfiaba de él inicialmente, le dio la mano con mucha efusividad. Vitorearon por un momento, luego se apresuraron a salir de su escondite para regresar rápidamente junto al Dragón Bicéfalo y reclamar los trofeos.


Mas cuando estaban a punto de llegar a las proximidades de la orilla del río, escucharon un sonido muy extraño. Entonces una criatura terrorífica descendió rápidamente de los cielos junto al cadáver del dragón.


Era una Mantícora, una bestia mágica con cuerpo de león, alas de murciélago y cola de escorpión. Pero lo más sorpréndete es que esta terrible bestia llevaba sobre su lomo a un joven de rostro inflexible.

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Las mantícoras eran criaturas terriblemente agresivas, solitarias y muy peligrosas. Poseían una tremenda fuerza, garras capaces de cortar huesos de un zarpazo y un veneno paralizante que actuaba de forma casi inmediata.


Si a eso se le añadía su inteligencia, velocidad, junto con los poderosos saltos que podía realizar y la capacidad de volar tan rápido como cualquier criatura otra bestia con alas… Resultaba ser una Criatura Mágica mucho más complicada de manejar que el Dragón Bicéfalo.


Pero, aunque pareciese impensable, esta Mantícora había sido domada por un ser humano. 

El jinete era un joven que bordeaba los treinta años. Su rostro era extraño, curtido por la intemperie, pero sus facciones eran resueltas y angulosas. La vestimenta que llevaba era una mezcla confusa de pieles o cueros, junto con un manto pesado y ajustado, manchado por muchos viajes. En sus piernas llevaba dos botas de cuero blando, que le calzaban bien, pero que habían sido muy usadas y ahora estaban cubiertas de barro. En su mano izquierda portaba un Anillo Espacial y con la otra aferraba la funda de una Espada de Hoja Ancha que no era muy larga, pero si perfecta para descargar golpes pesados, igual que para apuñalar.


Por su expresión y ademanes, era evidente que había vivido demasiados inviernos especialmente cruentos durante su vida. Pero, aunque no era ningún hombre deslumbrante, tenía ese no “yo no sé qué”, tan deseado por muchas mujeres y terrorífico para los hombres casados.


- Bueno, qué tenemos aquí. Un cadáver de Bicéfalo recién muerto, a juzgar por el olor de la sangre, que todavía está fresca. Parece que la fortuna me sonríe. - Murmuró el joven para sí mismo, pero era perfectamente audible a los sensibles oídos de Bryan. De inmediato instó a la Mantícora para que se acercase al cadáver, con la clara intención de reclamar el botín que tanto trabajo les había costado conseguir.


Cuando Bryan vio que el desconocido estaba a punto de llevarse alegremente a su presa, sintió que una cólera peligrosa nacía en su interior, pero luchó para contenerla. En cambio, dio un salto fuera de la espesura del Bosque, seguido de cerca por Odiseo y los demás. El ruido alertó de inmediato al joven misterioso, que se volvió hacia él y ambos se quedaron mirándose por unos segundos, evaluándose. Entonces Bryan sonrió y decidió intentar hablarle primero con cortesía: - Salve, señor desconocido. Este Bicéfalo es nuestra presa. Los cielos y la tierra han sido testigos de cuanto nos costó matarlo. Estoy seguro de que un hombre habilidoso hasta el punto de haber domado a una criatura tan feroz no pretenderá llevarse un botín sin pedir permiso a su propietario, ¿verdad? -


El joven lo miró en silencio por unos instantes, pero luego replicó con una expresión de desdén burlesco: - Estamos en el Bosque Oscuro, donde ninguna criatura tiene dueño a amo alguno, ya sea que estén vivos o muertos. Puedo devolverte el saludo, pero no el botín, pues la ley de estos lares es que todo pertenece a quien lo encuentra primero. Este Bicéfalo es mío. -


Luego de decir esas palabras, el desconocido no se dignó a dirigirle otra mirada. En cambio, sacó una daga que llevaba atada junto a su pantorrilla y comenzó a extraer los colmillos venenos de una de las cabezas, como si ni siquiera le importase la opinión del resto.


Otros se habrían intimidado debido su apariencia terrible o por la bestia que montaba. Pero Bryan ya no era alguien que poseyese un temperamento pacífico. En un instante sacó su ballesta y la cargó con un movimiento fuerte para que el joven escuchase el sonido con claridad.


- Si ya no vamos a ser corteses… ¡Sigue moviéndote y te mataré ahí mismo, igual que a una rata ladrona! -


Lejos de asustarse, el joven sonrió y puso una expresión divertida: - ¡Oh! Entonces me seguiré moviendo para ver cómo piensas matarme con ese juguete. ¡Luego te desollaré como haría con un perro demasiado ruidoso! -


Bryan no dijo nada más, pero su expresión serena se volvió increíblemente peligrosa a pesar de que no había movido un solo músculo de su cara. En un segundo alzó su ballesta y apuntó directamente al cuello de ese extraño joven descortés, dispuesto a matarlo con un solo tiro.

Pero entonces Odiseo movió su mano para detenerlo, mientras gritaba: - ¡No! -


Bryan se volvió, desconcertado. Pero el brillo asesino de sus ojos no varió en lo más mínimo. Era claro que si Odiseo no le daba pronto una buena excusa no dudaría en volver a tratar de matar al desconocido, así que el espadachín se acercó y le explicó con ansiedad:  - ¡He escuchado de este tipo en las tabernas donde los aventureros nos reunimos! Su nombre es Trunks, y es un hombre extremadamente peligroso. Ha cazado a la mitad de los monstruos más peligrosos que conocemos y a veces incluso se dedica a matar aventureros.


Pocos lo han visto, pero quienes lo hacen jamás lo olvidan, así que conocemos bien su aspecto incluso cuando no está con esa Mantícora que sólo él puede dominar. Vive viajando de un lado a otro en el Bosque Oscuro, a veces caza durante meses o incluso años. Nadie sabe por qué lo hace o cuáles son sus objetivos, pues rara vez habla, aunque sabe contar una buena historia cuando tiene ganas. ¡Es bien sabido que, cuando se irrita incluso un poco, es un enemigo formidable! Si quiere el Dragón Bicéfalo, entonces deja que se lo quede. Es mejor que arriesgarnos a perder la vida por nada. -


La mirada de Bryan cambio bruscamente, luego miró al joven con sorpresa y comenzó a recordar lo que había escuchado en Drol. El nombre de Trunks, el Cazador de Monstruos, estaba entre las leyendas que los aventureros contaban con entusiasmo. Nadie conocía su origen, pero todos sabían que era un poderoso combatiente, virtuoso con la espada, pero de temperamento irritable, carácter excéntrico y personalidad muy distante. También era conocido por ser un asesino de sangre fría que despreciaba el peligro, pues no solamente cazaba criaturas mágicas, sino que aceptaba contratos para matar a algunos aventureros o mercenarios dentro del Bosque Oscuro. Sus habilidades para combatir, mientras se aprovechaba del terreno, eran temidas universalmente y más de un Maestro de Espadas había encontrado la muerte en sus manos.


- Tu amigo parece inteligente. Deberías escuchar su buen consejo. - Dijo Trunks, mientras se guardaba uno de los colmillos del Dragón Bicéfalo. Luego fue inmediatamente a retirar otro, sin molestarse por darle la espada a Bryan. Parecía haber llegado a la conclusión de que nadie iba a atreverse a seguir molestándolo.


Bryan lo miró con curiosidad, luego se volvió hacia Odiseo y habló con una sonrisa llena de amabilidad: - ¡Así que este el legendario Trunks! ¡Gracias por decírmelo! ¡Pensar que iba a dispararle sin saber quién era! - Entonces volvió a mirar a hacia el renombrado “Cazador de Monstruos” y la sonrisa murió por completo de su rostro para ser remplazada por una frialdad asesina, mientras que susurraba: - Pues bien, ahora puedo matarte sabiendo quién eres. -


Y antes de que nadie tuviese tiempo suficiente para terminar de entender lo que había dicho, Bryan volvió a alzar su ballesta y disparó apuntando directamente hacia el corazón de Trunks.


El sonido de la ballesta alertó al joven, quien se movió por instinto y consiguió esquivar el tiro dando un salto rápido como el de un felino. El virote quedó clavado en el suelo, temblando silenciosamente. Sólo por su trayectoria era evidente que había sido un disparo preciso y despiadado hacia sus órganos vitales. Aun así, la expresión de Trunks revelaba sorpresa en extremo. No había esperado que lo atacaran después de saber quién era.


¡Y si se hubiese movido un segundo después, estaría muerto antes de comprender exactamente lo que había sucedido! 

La Mantícora es un terrible monstruo de la mitología griega

Nota del Traductor

¡Qué tal mis amigos! Soy acabcor de Perú, donde está el cañón más profundo del mundo, en el valle del Colca.  Hoy es 02 de noviembre del 2017


Estimados, les entrego está capítulo rápido, porque sufrí una enfermedad ligera que me obligó a guardar cama, pero no era lo bastante como para no escribir. Tuve tiempo libre para teclear un rato y sabía que muchos querrían saber cómo terminaba el capítulo anterior.


Los cambios que hice esta vez se enfocaron en trasformar la imagen de los unicornios universalmente extendida de forma cursi. La verdad, si les interesa saberlo, es que eran terribles bestias del legendario de las culturas escandinavas, famosos por su letalidad.

¡Y la imagen! Jajá. Me considero tan afortunado de haberla encontrado. ¡Y casi no hubo necesidad de trabajarla en Photoshop! Lo mismo pasó con la Mantícora del final del capítulo. Creo que el destino me ha pagado por las grandes dificultades que pasé anteriormente.


Hace poco alguien comentó que una de las descripciones anteriores, la de los elementales de agua supongo, era extraída de Dota 2. Es casi cierto, pero quiero recordarles a todos que muchas de las descripciones de Ni Can Tiang ya parecen venir de videojuegos, mi objetivo es disfrazar estos detalles para que no sean demasiado evidentes. Tampoco es que mi especialidad sea la mitología propiamente dicha, ni tampoco el esoterismo (Que me parece risible cuando leo algo al respecto). Yo soy un historiador, sobre todo, así que no profundizo mucho en esos temas, que ya de por sí pueden ser controversiales e imprecisos.


Otro detalle que quise enfatizar o “retocar” son las descripciones de los combates. Creo que el capítulo anterior me salió bastante bien en ese aspecto. ¿Ustedes están de acuerdo? ¿o fue algo confuso?


Aquí modifiqué la descripción de Trunks para darle un aire más realista que reflejara su personalidad de “lobo solitario”. Para eso añadí detalles sobre la ropa, que extraje del Señor de los Anillo o metáforas de su personalidad extraídas de la Ilíada. Los diálogos también tuvieron que ser alterados, pues inicialmente eran demasiado violentos, aunque infantiles, y no reflejaban la actitud normalmente prudente de Bryan, que debía estar en guardia nada más por aparición de la mantícora.


Al final alteré un poco la forma en que dispara su ballesta y hasta agregué un diálogo, porque la versión en inglés daba un poco la sensación de que Han Shuo le dispara un poco traidoramente, como si le tuviera miedo, el extremo opuesto de lo que anteriormente ocurría. Esto no cuadra mucho con su carácter.

Por supuesto que esto es lo de menos, porque los principales cambios que siempre hago… ¡son contra la maldita reiteración de frases!


El siguiente capítulo es más largo y me va a tomar tiempo. Les ruego por su paciencia, pero para aquellos que disfrutan de esta traducción tan particular, espero que comprendan que uno necesita ser minucioso para hacer algo que todos puedan disfrutar.


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Nos vemos en el siguiente capítulo