212 El Escenario de una Masacre

- ¡Ayúdenme, no puedo ver nada! -

- ¡Algo nos está atacando! ¡Formación defensiva! -

- ¡Son fantasmas! ¡Nos atacan unos fantasmas! -

- ¡Es la maldición! ¡Cuidado con la maldición de la taberna! -

Por todas partes resonaron los gritos asustados de los mercenarios al ser atacados por el enjambre de espectros vengativos, los cuales arrastraban una niebla sombría a su paso, que no dejaba ver a más de un metro de distancia. Esto facilitaba mucho el ataque de los fantasmas, que aprovecharon la ventaja para desatar terribles zarpazos sobre los invasores, provocándoles un sinfín de heridas severas.

Pero poco después… se hizo el silencio.

El ataque inicial de los fantasmas era más una distracción que otra cosa. El verdadero objetivo de estos seres era leer el corazón de los invasores en busca de sus miedos más profundos y las debilidades de su mente. Conforme la información regresaba a la Matriz, dio inicio la segunda fase de su terrorífico poder, el cual comenzó a trabajar sobre el cerebro de sus víctimas, paralizándolas al principio, mientras rompía las cadenas de su cordura.

Solo necesitó un minuto.

- ¡AAAAAAAAH…! -

Todos comenzaron a gritar al unísono y la masacre comenzó.

De repente la mayoría de los mercenarios se volvieron cada uno hacia su compañero más cercano y comenzaron a apuñalarlos, cortarlos o golpearlos de una forma extremadamente salvaje. Ninguno de ellos dijo la menor frase, de hecho, parecían haber perdido la capacidad de articular palabras y solamente emitían quejidos o gruñidos de esfuerzo que parecían más propios de las bestias agonizantes que de seres humanos. La desesperación se veía en cada uno de sus rostros, mientras luchaban por matar a la persona contraria con todas sus fuerzas, sin pensar en cubrirse o protegerse de algún modo.

Lo peor de todo era que no se veía odio, ira o intención homicida en sus intentos… sino el más puro terror. Era como si algo espantoso fuese a sucederles si no mataban a todos a su alrededor. Algunos estaban tan atormentados, que sin querer soltaron sus armas, así que comenzaron a luchar con sus compañeros usando piedras, sus manos denudas o incluso sus propios dientes. Ninguna muerte era suficiente para tranquilizarlos. Cada uno de ellos continuó con ese frenesí espantoso, hasta que llegaban al límite de sus fuerzas y entonces eran víctimas de otro de sus compañeros.

Quienes estaban más lejos en el momento en que la matriz se activó y no podían ver a nadie cerca suyo a quien matar… sufrían un destino peor.

Uno de ellos comenzó a sacarse desesperadamente la armadura, como si le quemara. Luego se quitó la camisa y finalmente procedió a abrirse el estómago a toda prisa utilizando su propia espada, como si necesitase sacar algo de su interior desesperadamente. Continuó haciendo esto a pesar del dolor que debía sentir por estar extrayendo sus propios intestinos, hasta que finalmente los dioses tuvieron piedad y lo dejaron morir.

Otro caso particularmente espantoso fue el de un mercenario que comenzó arrancarse trozos de la cara con un cuchillo afilado, particularmente de sus mejillas, para comenzar a comérselos ahí mismo, hasta que finalmente murió ahogado con su propia carne y sangre.

Un tercero se puso a rascarse la base del cuello con todas sus fuerzas, como estuviese siendo atacado por algún tipo de infestación. El desafortunado era tan fuerte físicamente, que consiguió atravesar su piel únicamente con sus uñas y finalmente murió desangrado.

Eventos similares sucedían por todo el patio. Había algunos guerreros con suficiente fuerza de voluntad como para resistir el ataque mental, pero estaban tan concentrados en evitar perder su cordura, que eran víctimas fáciles para sus enloquecidos compañeros.

Aquellos que fueron lo bastante poderosos como para sobreponerse al segundo ataque de la Matriz, descubrieron que se sentían completamente agotados, temblorosos, sin ningún espíritu de lucha, como si la vida les hubiese sido succionada. En ese preciso momento, cada uno vio una figura humana con ojos rojos, que se fue trasformando en una réplica exacta suya, sólo que putrefacta, corrompida, que los miraba con una sonrisa cruel y despiadada. Se trataba del tercer ataque de la Matriz, que concentraba todos sus miedos para crear un espejo de sus víctimas, que poseía todas sus habilidades potenciadas, mientras que ellos se veían bastante debilitadas por el ataque mental.

No había forma de salir victorioso contra semejante enemigo, sobre todo porque cada cierto tiempo la Matriz enviaba una nueva onda de ataques psíquicos para romper la cordura de los invasores, quienes no podían concentrarse en resistir y al mismo tiempo combatir con su doble.

En menos de unos minutos, los orgullosos mercenarios de Falce Segador habían entrado en un estado de auténtica carnicería, donde solo podían resignarse a morir o volverse locos y luego morir.

*****

Emily y los demás se encontraban en las zonas seguras dentro de la Matriz, incapaces de ver nada de lo que les ocurría a los mercenarios debido a la neblina. Pero el sonido de su agonía era suficiente para que se hiciesen un abuena idea del terrible destino que estaban sufriendo los invasores.

Justo en el borde de la Matriz, los Archimagos observaban el patio de la tienda. Cuando escucharon el grito de Emily tuvieron un presentimiento, así que escaparon levitando rápidamente con todas las fuerzas que les quedaban y apenas consiguieron abandonar el perímetro defensivo por unos centímetros, antes de que las defensas entrasen en funcionamiento.

Se reunieron afuera de la taberna junto con una docena de mercenarios, los únicos que no habían llegado a atravesar la puerta por falta de tiempo, pero que ahora daban gracias a todos los dioses que conocían por haberse quedado rezagados.

Ninguno podía ver lo que ocurría realmente en el interior de la Matriz, pero no era necesario para adivinarlo, pues jamás en sus vidas habían escuchado tantos sonidos enloquecidos de dolor y sintieron que nunca dejarían de escuchar esos gritos en sus pesadillas.

Eventualmente los dos Archimagos acabaron dándose cuenta de que estaban frente a una matriz defensiva, pero por más que combinaron sus conocimientos no consiguieron encontrar ninguna debilidad o algún método para desactivarla. Solo podían mirar impotentes junto con el resto de mercenarios.

De repente, una voz se escuchó por encima de los gritos de agonía, a pesar de que la persona se encontraba aún bastante lejos.

- ¡¿Quién se atreve a causar problemas aquí?! -

- ¡Mierda! ¡Es Dálibor! ¡Tenemos que retirarnos! - Exclamó el Archimago de Trueno

- ¡Pero mis hombres aún están ahí! - Objetó Igor desesperado.

- ¡Tus hombres ya están muertos! - Respondió secamente el Archimago de Trueno: - Si te quedas aquí sólo te espera el mismo destino! -

- ¡Marcus también está ahí! ¡¿Acaso vas a dejarlo?! -

- Haz lo que quieras. Yo me voy ahora mismo porque no quiero morir. -

El Archimago de Trueno volvió a levitar y se alejó rápidamente sin mirar atrás.

Igor miró con furia a la figura que se alejaba volando durante unos segundos, pero luego maldijo y masculló una orden de retirada a los mercenarios que le quedaban.

Ninguno se dio cuenta de que Egon y Belinda los estaban observando y también se pusieron en movimiento, siguiéndolos a una distancia prudencial.

******

Con el tiempo, los ruidos comenzaron a disminuir conforme sus enemigos morían. Y los vahos de las almas fluyeron con más fuerza hacia los Pilares de Hueso que alimentaban la Matriz, potenciando sus poderes e incrementando su capacidad.

Y este solo era el resultado de su funcionamiento predeterminado. Si Bryan hubiese estado presente para controlar directamente la Matriz del Escenario de Masacre, quizá los resultados hubiesen sido todavía más devastadores.

Había sin embargo un individuo que se movía alegremente en medio de la repugnante devastación en el interior del patio. O mejor dicho una criatura. El Pequeño Esqueleto caminaba casi con alegría en medio de los cadáveres de los mercenarios, completamente inmune a los efectos de la Matriz. Todos podrían haberlo visto fácilmente por el resplandor púrpura de su ojo, de no haber estado ocupados en su locura. De vez en cuando utilizaba sus púas para rematar a alguno de los mercenarios enloquecidos que se estuviese demorando en morir, ya fuese degollándolos con su daga o simplemente los empujaba uno contra otro para que se matasen más rápido entre ellos.

En lugar de personas, parecía como si estuviese tratando con pollos en un matadero.

Pero también existía otro que había conseguido soportar el poder de la Matriz. Se trataba de Marcus, el Gran Maestro de Espadas.

Él siempre había tenido unos instintos excelentes. Por eso, cuando notó el poder mágico a su alrededor, inmediatamente dejó escapar toda su Aura de Batalla para formar un capullo protector y esto lo salvó del ataque mental. Claro que este movimiento venía con un gran precio, pues la cantidad de energía que estaba emitiendo su cuerpo en ese momento era demasiado para soportarlo y lo lastimaba casi tanto como si se estuviese golpeando a sí mismo. Además, dar un simple paso en semejantes condiciones era tan difícil como mover una montaña.

Por suerte había dado un gran salto hacia el muro antes de que todo el horror comenzase. Y a pesar de la niebla oscura que lo rodeaba, su memoria le decía que se encontraba a solo cinco pasos de la puerta.

Cinco pasos para llegar a la salida.

Podía sonar fácil, pero en ese momento el cuerpo de Marcus estaba tan estresado por mantener su defensa, que sentía como si esos cinco pasos fuesen más pesados que una maratón de 42 kilómetros.

Cuando el Pequeño Esqueleto notó la presencia de Marcus, de inmediato dejó lo que estaba haciendo y se concentró en matarlo. Pero a pesar de que sus Púas de Hueso habían sido reforzadas por el poder de los Sanguisuga, no fueron capaces de penetrar el capullo de Aura de Batalla concentrada de un Gran Maestro de Espadas. Entonces el Pequeño Esqueleto se quedó mirando a Marcus, mientras se frotaba la cabeza con una mano, como si estuviese tratando de descubrir el modo de atravesar las defensas de su enemigo.

Un paso, dos pasos, tres pasos, cuatro pasos…

Finalmente, Marcus logró dar el último paso para salir del perímetro defensivo. Para entonces todos los invasores en el interior ya habían muerto y la Matriz interpretó que ya no quedaban seres vivos en su interior, de modo que los Fantasmas Vengadores regresaron a los Pilares de Hueso y toda la energía mágica desapareció.

Nuevamente el patio estaba silencioso y las estrellas brillaban en el cielo.

Marcus suspiró con alivio mientras trataba de recuperarse del enrome gasto de energía que acababa de realizar. Si se hubiera demorado unos segundos más, probablemente su cuerpo habría colapsad. Pero todavía estaba vivo y estaba a punto de soltar un suspiro de alivio… cuando se dio cuenta de que no podía ver a ningún aliado suyo en los alrededores.

- Hijos de puta. - Murmuró al comprender que lo habían abandonado. Sin embargo, no tuvo mucho tiempo de enojarse con ellos, porque sintió un peligro detrás suyo.

El Pequeño Esqueleto lo atacó usando sus púas voladoras, pero Marcus reaccionó desviando todos los ataques con rápidos movimientos de su espada. Luego realizó un corte rápido con su Aura de Batalla y envió volando varios metros al Pequeño Esqueleto, a pesar de que este alcanzó a esquivar, evitando la mayor parte del daño.

De repente Phoebe emergió de la oscuridad. Había estado contemplando el horrible estado de los cadáveres, pero llegó a notar el brillo del Aura de Batalla de Marcus y supo que su enemigo aún estaba vivo. De modo que entró en acción a toda prisa, seguida de cerca por Trunks y Gilberto.

Cuando la espadachina vio que el Pequeño Esqueleto de su amado Bryan estaba en peligro, no lo pensó dos veces e inmediatamente cargó realizando una estocada mortal bastante arriesgada con la intención de apuñalar a Marcus directamente en el corazón. El Gran Maestro estaba tan afectado por la Matriz que casi no logra reaccionar esta vez, pero alcanzó a agacharse mientras desviaba el estoque de Phoebe y le arrojó una terrible patada baja para alejarla.

Marcus se enderezó inmediatamente con la intención de rematar a Phoebe antes de que sus compañeros la ayudaran, cuando el agotamiento de su Aura de Batalla finalmente se hizo sentir. Sus percepciones comenzaron a nublarse, hasta que sintió como sus sentidos volvían a ser los de un ser humano ordinario. Y supo que no faltaba mucho para que la energía que daba a su cuerpo fuerza sobrehumana se agotase también.

Así que el Gran Maestro trató de fingir que no le pasaba nada, mientras retrocedía lentamente como si estuviese aburrido de la pelea y no desease perder más tiempo con ellos. Sin embargo, un destello de temor alcanzó a brillar en su mirada. Fue apenas un instante, pero tanto Phoebe como Trunks se dieron cuenta.

- ¡Está agotado! ¡Matémoslo ahora! - Gritaron al unísono.

Gilberto rugió de alegría y cargó inmediatamente contra Marcus. Ahora que el Aura de Batalla ya no lo protegía, el Dragón quería sentir el placer de desgarrar con sus propias manos a este enemigo que había estado a punto de herirlo con anterioridad. Detrás del Dragón corrían los espadachines.

Entonces el miedo (esa emoción que Marcus creía haber olvidado desde que se convirtió en Gran Maestro de Espadas) finalmente se apoderó del espadachín, quien dio media vuelta y decidió escapar con todas sus fuerzas, sin importarle la humillación que esto representaba.

Pero apenas había dado dos pasos fuera de la taberna, cuando sintió que un grupo de personas venía en esa dirección. No sabía si eran amigos o enemigos, pero no podía arriesgarse. Así que usó gran parte de las escasas fuerzas que le quedaban para dar un gran salto y caer encima del muro, luego corrió por el borde en dirección al tejado de la taberna. Su plan era saltar al otro lado del edificio y buscar una ruta de escape.

Por el silbido del viento supo que algo venía hacia él, así que se agachó justo a tiempo para esquivar un hacha que Gilberto le había arrojado. Pero no tuvo tiempo de relajarse, porque la pequeña Daga de Hueso del Pequeño Esqueleto venía volando hacia su garganta.

Normalmente Marcus lo habría bloqueado, pero hacerlo significaría detenerse y no podía arriesgarse a que Phoebe o Trunks lo alcanzaran en ese momento, así que eligió agacharse y consiguió esquivar por poco. Sin embargo, por culpa de eso no vio la sombra que lo sobrevolaba y casi muere cuando la enorme Mantícora cayó desde el cielo dando un terrible zarpazo.

Marcus tuvo que saltar hacia tras para salvarse de la muerte, pero Trunks ya estaba listo y esperando para darle un terrible mandoble. El Gran Maestro logró salvar su vida con un medio giro… pero el tajo travesó su armadura, llegó hasta su piel y lo hirió de gravedad. Además, la fuerza del golpe lo mandó volando varios metros hacia adelante.

Con un rápido salto, Marcus volvió a ponerse de pie para seguir corriendo, pero sus pasos se volvían cada vez más erráticos y vomitaba sangre por la boca. Estaba a punto de resignarse, cuando notó que el golpe de Trunks lo había empujado en una dirección conveniente, así que sacó fuerzas de su desesperación y volvió a saltar para caer en un pequeño patio trasero. Desde ahí podía llegar a la puerta de servicio, que se habría hacia un camino montañoso y llevaba al laberinto de edificios que era el Valle del Sol.

Marcus se levantó con dificultad y consiguió dar un paso, pero la cabeza comenzó a darle vueltas ahí mismo. Su Aura de Batalla estaba completamente agotada, la sangre que brotaba de su herida lo estaba debilitando aún más y en ese momento hasta el más mínimo ataque podría matarlo.

Nuevamente consiguió estabilizarse, pero cuando trataba de orientarse para escapar, vio descender levitando a Emily.

Cada vez que Marcus saltaba o se movía, cubría grandes distancias gracias a su enorme velocidad y fuerza. Tanto era así que ni siquiera el dos Maestros de Espadas podían alcanzarlo cuando huía. Por eso Emily decidió elevarse en el aire y simplemente descender en el momento en que lo viese detenerse.

La Archimaga era tan hermosa como la mismísima noche estrellada. El propio Marcus se habría sentido cautivado de verla, si no fuera por la absoluta frialdad con la que lo miraba. Emily también estaba enojada con el Gran Maestro por haber herido a Bryan, así que sonrió con crueldad mientras levantaba una mano para desatar una maldición asesina.

Marcus soltó un quejido desesperado. Ya no tenía fuerzas para volver a saltar, pero incluso si por algún milagro lograba esquivar la magia de Emily, Trunks y Phoebe ya estaban en pos suyo y no tardarían en alcanzarlo. Además, el Pequeño Esqueleto también estaba persiguiéndolo y esta vez no podría ver el ataque de sus púas voladoras.

- ¡Cuidado, dama Emily! -

Un grito que parecía fuera de lugar brotó de los labios de Phoebe quien, al ser la más rápida del grupo, había llegado primero a lo alto del techo y desde ahí se dio cuenta de la amenaza que se aproximaba.

Emily reconoció la voz de la espadachina, así que inmediatamente desvió el poder mágico con el que pensaba matar a Marcus, para construir una barrera alrededor de su cuerpo. Poco después una flecha encantada impactó directamente contra ella, produciendo una terrible explosión seguida por un destello cegador, que tomó a todos por sorpresa.

Como no sabía la naturaleza del peligro, Emily había construido una defensa poderosa, pero la fuerza detrás de esa flecha resultó ser tan intensa, que la mandó volando varios metros, hasta que cayó en el suelo.

El arquero oculto se encontraba a una distancia increíble de más de cuatrocientos metros, pero se había posicionado en lo alto de la montaña rocosa contra la que estaba construida la Taberna, así que podía ver perfectamente a su objetivo mientras permanecía oculta en las sombras que le brindaba el terreno. Por supuesto que a semejante distancia era mucho más probable que sus objetivos esquivasen a tiempo sus dardos, pero las flechas encantadas servían para compensar esa desventaja.

Cuando la Archimaga se levantó, no podía ver claramente por culpa del destello. Aun así, automáticamente construyó una pantalla de oscuridad frente a ella, que era más fuerte que el acero, para protegerse del siguiente ataque del arquero.

Pero para su sorpresa, la siguiente flecha no era como la primera, pues su punta había sido especialmente forjada como una larga espiral puntiaguda o un tornillo afilado, y poseía un encantamiento para atravesar barreras mágicas.

El disparo destrozó la defensa de Emily y el contragolpe resultante la dejó completamente mareada e incapaz de reaccionar al tercer disparo, que seguramente llegaría.

En efecto, más que verlo, la Archimaga sintió que el Arquero volvía a disparar y escuchó el silbido del viento que causaba la pluma, mientras el letal dardo se dirigía directamente hacia su cabeza.

¿Voy a morir así?

Justo en ese momento, unos enormes huesos brotaron de la tierra para formar una poderosa coraza alrededor de Emily, en menos de un segundo. La Flecha Mágica impactó con el Escudo de Hueso y lo resquebrajó, pero no alcanzó a destruirlo por completo, porque no poseía tanta fuerza contundente.

Emily soltó una exclamación de alivio por haber escapado de la muerte y también emoción, pues solo existía un necromante capaz de conjurar tan rápido. Su corazón de enamorada se puso a latir a toda prisa, mientras buscaba al hombre que amaba con su mirada, pero su sonrisa se congeló de inmediato.

La puerta trasera se había abierto y Bryan emergió de las sombras como un Señor Oscuro, expulsando una enorme cantidad de energía mágica carmesí. Sus ojos se veían tan rojos como la sangre, sin pupilas o iris distinguible. Y su expresión parecía increíblemente cruel.

Trunks, Phoebe y Gilberto saltaron del techo hacia el patio trasero en ese momento, pero también se quedaron congelados al observar la terrible apariencia de Bryan. Nadie dijo una palabra durante unos segundos, pues sentían que no estaban viendo a su amigo, sino a alguna clase de monstruo.

Emily era la más sensible a su cambio, pues como Archimaga podía percibir parcialmente las emociones de otros magos cuando utilizaban sus poderes. En ese momento sentía que Bryan estaba terriblemente angustiado debido a su inmensa ira, la cual irradiaba como un torbellino, pero de algún modo parecía… desenfocada.

No, no desenfocada, sino contenida” Comprendió Emily de pronto: “¡Bryan está luchando con todas sus fuerzas para no desatar su ira sobre nosotros! Pero ¿por qué? ¿Por qué de pronto parece tener el impulso de matarnos a todos?!

Bryan estaba terriblemente angustiado debido a su inmensa ira, la cual irradiaba como un torbellino...

Nota del Traductor

Hola a todos, soy acabcor de Perú. Hoy es 11 de octubre del 2021 y la vida continúa con constante inseguridad debido al loco comunista que tenemos en el poder.

Este capítulo es la tercera parte de esta serie de combates en los que Bryan no ha intervenido, lo cual permitió que otros personajes se luciesen. En este caso me enfoqué en representar la desesperación de Marcus y el sentimiento de “me he quedado sin energía”.

Luego hay una escena en la que el arquero, bueno, al Arquera Elfa, grita algo así como “La próxima vez te mataré” antes de escapar, pero me pareció que era demasiado infantil y sobre todo inapropiado para un asesino francotirador, así que eliminé todo ese segmento.

En el original, Bryan salva a Emily arrojando el Desgarrador Sombrío, siguiendo el criterio de “Bala contra Bala” que tanto le gusta a Ni Can Tian, pero yo decidí cambiarlo porque me parecía un movimiento demasiado arriesgado del protagonista, sobre todo cuando la vida de su amada está en juego.

En fin, espero que les hay gustado. De ser así, por favor dejen su opinión en los comentarios, ya sea aquí o en la página da Facebook. Si es posible, por favor patrocínenme para que pueda continuar con este proyecto y compártanlo con sus amigos para que nos hagamos más conocidos.

Nos vemos en el siguiente capítulo.