261 La noche de la Locura

Había pasado ya la medianoche. El cielo era un espeso manto de negrura y la quietud del aire pesado anunciaba una tormenta, quizá no tan fuerte como la anterior, pero aun así bastante atemorizante. De pronto un relámpago enceguecedor rasgó las nubes y sus ramas luminosas cayeron sobre las colinas. Por un instante los vigías apostados en el campamento de Falce Segador vieron iluminado por una luz blanquísima todo el espacio anteriormente vacío que los separaba de la empalizada, pero ahora estaba hirviendo, pululando de formas negras, algunas burdas y achaparradas, otras gigantescas y amenazadoras, con cascos altos y escudos negros.

Centenares de mercenarios enfurecidos de la banda de Drakar habían abandonado repentinamente su refugio y ahora cargaban enloquecidos en busca de sangre fresca.

Los ataques nocturnos siempre eran peligrosos porque los hombres no pueden ver en la oscuridad y hay una alta probabilidad de perderse o terminar luchando contra los de un mismo bando por accidente. Sin embargo, la Banda de Drakar había elegido arriesgarse a esto porque ahora todos ellos entendían que solamente tenían una opción: Pelear o morir.

Anteriormente estaban convencidos de que la lucha sería principalmente por la posesión de la Mina o del propio metal. Pero el preciado Mithril había sido robado y sin embargo sus enemigos seguían esperando en sus posiciones, sin levantar el cercado. ¿Se necesitaba alguna otra prueba de que los traidores habían confesado la verdad?

De modo que cargaron como enloquecidos en busca de sangre enemiga, peleando sin esperar sobrevivir, confiando en que únicamente así quizá aparecería alguna oportunidad de victoria. Pues ahora todos ellos comprendían que solamente encontrarían la aniquilación si esperaban a la llegada del amanecer.

Y la apuesta funcionó maravillosamente, porque la mayoría de mercenarios de Drakar consiguió alcanzar los límites de los campamentos de Falce Segador y de la Casa de Menlo, que precisamente eran los que bloqueaban su ruta de escape.

Originalmente las tres fuerzas habían aceptado ayudar a Sorin en un plan razonable de ataque, que incluía asaltar una empalizada en pleno día y cuyos muros estaban secretamente debilitados por el sabotaje de traidores, los mismos que en un momento determinado se volverían en contra de Dalibor. Naturalmente la peor parte del ataque lo tendría que llevar la Casa de Menlo, porque era una familia de antiguos aristócratas exiliados que poseían cierta experiencia en combate cerrado; aunque el que estuviesen dispuestos a aceptar este rol tan peligroso fue un logro considerable, fruto de muchas negociaciones secretas entre el Templo de Idramón y la Casa de Menlo.

Sin embargo, como proscritos que eran, los hombres de la Casa de Menlo se habían acostumbrado a desconfiar. Y si bien habían aceptado el trato, esto definitivamente no era lo mismo que entregar su lealtad, incluso si esto significaba perder lo poco que les quedaba de honor. Así que cuando vieron que la mina colapsaba, algo que no entraba para nada en los planes que Falce Segador les había compartido originalmente, inmediatamente sospecharon de alguna traición, la cual pareció confirmada cuando la Banda de Drakar cargó también contra su campamento.

*****

Adam Menlo era un hombre de casi sesenta años, tuerto y con cabellos canosos. De joven alcanzó la fama al ser capaz de formar un Pacto con un Guiverno, una subespecie de dragón que era más pequeña y se caracterizaba por poseer únicamente dos patas y una afilada cola venenosa, así como un tamaño menor. Su inteligencia primitiva e instinto de manada hacía que fuesen muchísimo más fáciles de vencer y capturar en comparación con los Dragones originales, aunque apenas tenían poderes mágicos especiales, salvo el veneno de su cola. Pese a todo, seguían siendo Criaturas Mágicas de Nivel III bastante difíciles de vencer en solitario y Adam Menlo conquistó cierto prestigio merecido al someter a uno para volverlo su montura.

Guiverno, una subespecie de Dragón, mucho más pequeño, con cola venenosa y solamente 2 patas

Sin embargo, ese fue el último momento de gloria durante su vida. Porque una serie de pésimas decisiones y alianzas políticas hicieron que la ya escasa influencia de su familia en la corte real se desplomase por completo. Finalmente, en un arrebato estúpido que lamentaría para siempre, Adam Menlo intentó tomar el poder mediante un golpe de estado y coludiéndose con enemigos de su propio país, los cuales lo abandonaron a su suerte casi de inmediato en el momento en que se hizo evidente que la rebelión estaba condenada al fracaso.

Ahora, mientras contemplaba como comenzaban a arder las primeras tiendas donde sus hombres habían estado descasando y escuchaba los gritos frenéticos de los enemigos aproximándose, Adam Menlo recordó la antigua traición que sufrió y no pudo evitar que las dudas lo embargasen. ¿Quizá el Templo de Idramón lo había abandonado por la Banda de Drakar? ¿Quizá fue una conjura en contra suya desde un principio?

La combinación de indecisión y duda provocaron que Adam Menlo vacilase en dar las siguientes ordenes, impidiendo así que pudiese poner algo de orden en el caos nocturno de gritos y combates a muerte que comenzaba a desatarse. Y para cuando finalmente intentó hacer algo, el ruido del enfrentamiento era tan alto que nadie podía escuchar o prestar atención alguna a sus instrucciones.

*****

Originalmente la Tribu de Katar eran los remanentes de muchas otras tribus bárbaras que habían perdido en la lucha por el poder. Su tierra era estéril, sus conocimientos primitivos y no tenían grandes habilidades para la artesanía o cualquier forma de manufactura; así que al llegar el invierno siempre estallaban terribles luchas por el control de los escasos recursos alimenticios, que terminaban en espantosos derramamientos de sangre. Además, los bárbaros eran seguidores de dioses de la naturaleza bastante violentos, que aprobaban la muerte en combate como la única forma digna de acceder a la eternidad. También creían que cualquier falta cometida hacia un padre debía ser vengada por sus hijos, sin importar el costo.

Si a esto se le sumaba que practicaban el sacrificio humano de niños de un modo regular… pues no era extraño que una tribu fuese completamente exterminada si llegaba a perder una guerra, ya fuese para evitar venganzas futuras o como piezas de ofrenda para las sanguinarias deidades de la naturaleza.

Ante escapar o morir, los bárbaros preferían escapar. Pero incluso ahora seguían manteniendo la mayor parte de su naturaleza primitiva. Ninguno de ellos sabía leer o escribir, tampoco entendían de tácticas complicadas y su principal fortaleza era el combate individual a la antigua usanza con escudos y espadas largas.

No sabían pelear como grupo. De hecho, ni siquiera tenían algo parecido a un líder o comandante: Simplemente eran los retazos de algunas tribus que se unían hasta alcanzar un número que bordeaba los trescientos y luego luchaban tratando de mantenerse relativamente dirigidos por un caudillo seleccionado al azar, en uno de sus rituales religiosos. Naturalmente perdían a muchos cuando se involucraban en grandes enfrentamientos y por eso practicaban la poligamia junto con el incesto, asegurándose así de reponer y mantener un cierto número de hombres, porque también creían que no debían mezclar su sangre con los “pueblos sureños” que consideraban inferiores.

La tribu de Katar valoraba las relaciones personales y las riquezas que podían tocar. Incluso desconfiaban del dinero, prefiriendo que su pago fuese en especies, comida o equipamiento. Sorin les había cedido la mina precisamente por eso, pues sabía que recelarían si les ofrecía algo menos tangible.

Y la Tribu de Katar aceptó emocionada, pensando que de ese modo podían ser “menos bárbaros” al volverse los dueños de un territorio tan lejano de su propia zona de influencia, una mina nada menos. No tenían ni idea de la cantidad de trabajo, logística y esfuerzo que les costaría controlarla o hacerla producir. En su imaginación, muy pronto estarían nadando en el metal brillante que tan bonito les parecía y que podrían intercambiar por más armas, comida y mucha aguardiente.

Sorin sonrió para sí mismo cuando los bárbaros aceptaron el acuerdo, ya que tenía bien claro que era un mal negocio para ellos. Pasaría mucho tiempo antes de que se dieran cuenta de lo difícil que era mantener la mina y menos aún hacerla rendir, sobre todo porque para entonces la Banda de Drakar ya habría excavado casi el 90 % del escaso metal. Luego, cuando la Tribu de Katar estuviese débil y agotada, Falce Segador los aniquilaría con relativa facilidad, luego de que Adam Menlo se regresase a su propio país y Dálibor estuviese muerto.

Pero lo que nadie pudo haber imaginado fue que repentinamente la entrada de la mina se derrumbaría. Y así, esa misma manzana tentadora con la Sorin había engañado a la Tribu de Katar para que lo ayudasen… desapareció de repente.

Lo cual provocó su ira.

En las mentes simples de estos bárbaros, demasiadas palabras significaban mentira, engaño y traición. Y en el mundo civilizado casi todos usaban más palabras que ellos. De modo que, al ver la mina colapsar, ni siquiera intentaron preguntarse por el motivo o las razones detrás del derrumbe: Para ellos su recompensa había desaparecido y ahora no tendrían nada.

Para la trampa que Sorin había ideado, la Tribu de Katar tenía que permanecer alrededor y encargarse a los pequeños grupos de la Banda de Drakar que consiguiesen romper el cerco. Eso era lo máximo que se podía esperar de este tipo de combatientes en cuanto a estrategia de guerra. Y en ese mismo momento se comprobó el por qué.

Lo más lógico durante un ataque nocturno era mantener una posición firme en contra del atacante hasta que terminase la oscuridad, pues de otro modo uno caía en el riesgo de incrementar los daños propios innecesariamente. Cualquier comandante medianamente preparado habría reusado intervenir en ese mismo momento… Pero la Tribu de Katar obedecía principalmente a sus instintos y corrieron a unirse a la batalla caótica a pesar de que esta ni siquiera había llegado hasta su campamento.

Así terminaron desatando un desorden violento mucho peor del que originalmente había comenzado. En el frente luchaban unos doscientos hombres con grandes barbas y melenas rubias, cuya única protección eran pantalones y unos escudos pequeños, pues reusaban usar armadura para demostrar su desprecio al enemigo. Pero aún peores eran un grupo de cien bárbaros que luchaban completamente desnudos, salvo por las joyas de oro con que adornaban sus cuerpos.

Y si bien todos los bárbaros eran terribles cuando cargaban enloquecidos al combate, su capacidad para pelear de un modo eficiente se reducía considerablemente a la hora en que tenían que detenerse. Sobre todo, en el caso de los guerreros desnudos, que sufrieron bastante cuando las lluvias de saetas y jabalinas los alcanzaron, haciendo estragos en su filas y forzándolos a retroceder. De este modo, acabaron chocando accidentalmente contra el frente de la Casa de Menlo y como no pudieron reconocerlos en la oscuridad de la noche, comenzaron a desatar una auténtica carnicería entre todos, sin que ya nadie pudiese distinguir entre amigo o enemigo.

*****

Sorin observaba horrorizado el desastre que se estaba desarrollando ante sus ojos. Lo que originalmente era un grupo de campamentos bien posicionados, con una estrategia determinada que se tenía que desarrollar al amanecer, ahora se había convertido en una marea caótica de guerreros que combatían, en la que no se podía distinguir quién era quien.

Siendo un Mago de la Luz, Sorin tenía los medios para iluminar temporalmente el entorno, pero cuando lo hizo descubrió que la situación era tan desordenada, que podía resultar desastrosa para cualquiera, independientemente de quién tuviese la superioridad numérica.

Por todas partes había personas siendo acuchilladas, golpeadas o malheridas. Y para empeorar las cosas comenzó a llover, ensuciándolo todo de un confuso lodazal de sangre y agua en el que era aún más difícil reconocer quiénes eran sus aliados.

- ¡Maldita sea! - Gritaba Sorin desesperado, pues ni siquiera era libre de unirse a la batalla porque sus ataques a distancia podrían terminar hiriendo a sus propios compañeros y en cambio la luminosidad de sus poderes lo convertirían en un blanco fácilmente reconocible.

La misma situación tenía en jaque a los Archimagos Igor y Dolón, cuyos poderes de fuego y relámpago no podían controlarse fácilmente de por sí. En una situación tan caótica era imposible que pudiesen hacer otra cosa que empeorarlo todo. La única que había conseguido hacer algún tipo de daño era la asesina Miriel gracias a sus sentidos superiores, pero incluso sus flechas encontraban pocos blancos que pudiese reconocer.

En ese momento una figura oscura emergió en medio del caos frenético del combate y era lo bastante grande como para que pudiesen distinguir su gran silueta iluminada por el color de sus tatuajes resplandecientes. En una mano llevaba una gran hacha de guerra que ya tenía rastros de sangre y en la otra sostenía una cabeza decapitada.

- ¡Te encontré, ratita! - Dijo Dálibor sonriendo.

- ¡Bruto maldito! - Espetó Sorin enfadado: - ¿No entiendes que estás perdido? ¡¿De verdad crees que puedes sobrevivir en cuanto salga la luz y podamos ver el campo de batalla?! -

- Ni idea. - Confesó Dalibor con sorna: - Pero nosotros solo podemos vencer o morir. En cambio, tus hombres… tienen otras opciones. ¿Verdad? ¡¿Cuánto tiempo crees que seguirán peleando cuando muestre tu cabeza como trofeo?! -

Y sin decir algo más cargó hacia el mago de la luz.

Inmediatamente el arco de Miriel resonó y una letal flecha mágica se dirigió hacia la garganta del Berserker con una puntería letal, pero fue interceptada por una barrera mágica. Y es que cada uno de los tótems que cargaba Dalibor poseían un encantamiento protector de magia salvaje para defenderlo de un ataque de ese tipo. Sin embargo, no era infalibles y realmente lo único que hacían era desviar los golpes de su curso original. Además, no funcionarían contra ataques más contundentes o poderosos.

Por ese mismo motivo Dalibor hizo una señal y Blaz, seguido por cinco combatientes de élite de la Banda de Drakar vinieron detrás suyo. Cada uno de ellos estaba protegido por un amplio escudo y llevaban espadas cortas que sabían blandir con habilidad. Sin embargo, su especialidad era luchar en equipo, defendiendo al Vicecapitán que utilizaba el mandoble corrugado, ayudándolo a que pudiese atacar con cierto grado de seguridad.

No obstante, su objetivo no era el propio Sorin, sino los Archimagos Igor y Dolón, a quienes atacaron con la determinación de impedirles actuar contra su líder mientras que este asesinaba al Mago de la Luz.

- Vete a la mierda. - Maldijo Sorin escupiendo en el suelo y luego activó su poder mágico pese a que esto lo haría un blanco fácil en medio de la oscuridad, pues el peligro que representaba Dalibor superaba con creces a cualquier otro.

- ¡Amparo Conflagrante! -

Cuando Sorin ya se encontraba a pocos metros del hacha de Dalibor, el Archimago invocó la barrera esférica con el que había rechazado incluso los ataques del Gran Mago Egon, pero frente a un luchador de poder físico como el Berserker no tuvo el mismo efecto de “enviarlo a volar” y apenas puedo hacerle retroceder unos pocos pasos. Sin embargo, Dalibor tuvo que usar sus dos brazos junto con su hacha para conseguir mantenerse firme frente a esta barrera, evitando que su torso desnudo sufriese las quemaduras. El Archimago de la Luz ya se esperaba esto y tenía listo su siguiente ataque.

- ¡Diezmo Radiante! -

El conjuro de Sorin no tenía nada que ver con la palabra diezmo o con algún tipo de donación, sino con la expresión “diezmar”, concretamente su sentido original. Cuando un general quería castigar a un grupo de soldados por no haber luchado con valor, ordenaba ejecutar a uno de cada diez hombres. Diezmo Radiante era un versión avanzada de Corte Radiante, solo que, en lugar de materializar una espada de luz, materializaba diez al mismo tiempo y las mantenía levitando a su alrededor durante un corto periodo de tiempo, al igual que las aspas de un molino.

Y todas ellas trataron de cortar a Dalibor en ese mismo momento como un enjambre.

Pero los ataques que habrían causado laceraciones mortales en cualquier individuo que no llevase armadura pesada, rebotaron sobre el cuerpo del Berserker sin apenas arañar su piel, aunque a cambio varios de los tótems que Dalibor cargaba atados al cinto o en sus trenzas dejaron de brillar y ya no lo protegerían.

La magia salvaje había conseguido salvar al berserker de nuevo y además le dieron una ventaja, porque al atacar Sorin tuvo que bajar la intensidad de su protección, permitiendo que Dálibor pudiese romper la barrera con su hacha de guerra. Sin embargo, Sorin era un combatiente experimentado y sabía lo importante que era mantener la distancia al combatir con un guerrero que lo superaba ampliamente cuando se trataba de ataques físicos. Así que arrojó instintivamente varios rayos de luz letales hacia el cuerpo de Dalibor al mismo tiempo que activaba su hechizo de levitación.

El Berserker desvió la mayoría de los ataques hacia sus puntos vitales y recibió el resto aguantando el dolor para no dejar que presa se alejase, pero en ese momento cuatro flechas mágicas bien disparadas enviadas por Miriel estuvieron a punto de matarlo y se vio forzado a cambiar de dirección.

El Berserker miró hacia Blaz y notó que este tenía las manos llenas defendiéndose de los dos Archimagos, pese a que estos no podían pelear con todo su poder por miedo a dañar a sus propios hombres, que podían estar peleando a pocos metros suyos o empeorar los incendios de su campamento. Pero, aun así, eran Archimagos, y para entonces habían conseguido matar a dos de los defensores de élite que protegían a Blaz. El resto tenía muchos problemas resistiendo.

Sin embargo, nuevos miembros de la Banda de Drakar, entre los que había un Archimago de tierra con habilidades decentes, ya los estaban alcanzando y muchos arqueros disparaban sus saetas para mantener el combate del vicecapitán.

A pesar de todos los esfuerzos de sus hombres, la elfa Miriel consiguió evadirse y reunirse con Sorin, complicando mucho las cosas para Dálibor, que quería acabar con el combate lo más pronto posible antes de que el día llegase y la diferencia numérica volviese a imponerse.

De modo que decidió usar su carta de triunfo.

Transformación Berserker

En el momento de activar su magia, todos los tatuajes de Dalibor comenzaron a brillar intensamente y al mismo tiempo su sangre se calentó hasta el punto de hervir. Pero al mismo tiempo una increíble capacidad de regeneración se activó y comenzó a restaurar todo el líquido perdida e incrementó la masa muscular del Berserker, convirtiéndolo en una especie de enorme coloso cuya piel parecía estar al rojo vivo y rodeado de vahos sanguinolentos.

Era la terrible Transformación de Berserker, que convertía al usuario en una bestia invulnerable durante un corto tiempo, durante el cual se convertía en un ser frenético y sediento de sangre que podía atacar tanto a amigos como enemigos. En realidad, no se trataba propiamente de invulnerabilidad sino de una regeneración forzada como ya se ha mencionado. Además, el frenesí sangriento se debía a que mantener esta transformación era increíblemente doloroso, tanto que cualquier herida hecha por un enemigo era fácil de ignorar en comparación.

Sin embargo, los detalles exactos carecían de importancia para las personas que lo observaban, porque el resultado era el mismo: Durante un corto tiempo, Dalibor sería prácticamente invulnerable.

- Maldición. - Gritó Sorin asustado por primera vez mientras trataba de retroceder todo lo posible, pero el gigante saltó contra él moviéndose como si utilizase las cuatro extremidades, al igual que algún tipo extraño de simio o un oso espantoso. Siete flechas mágicas impactaron contra su cuerpo, atravesaron sus músculos y un par incluso estallaron destrozando uno de sus brazos. Pero el Berserker siguió avanzando sin reducir su velocidad en nada y para cuando llegó junto a Sorin el brazo perdido ya se había regenerado.

Desesperado, Sorin no le quedó más remedio que utilizar la Ejecución Difractaria, pues incluso la regeneración de la Transformación Berserker necesitaría un poco de tiempo para restaurar un cuerpo si sufría demasiados ataques en poco tiempo. Pero este movimiento de tan amplio rango inevitablemente alcanzó a muchos de los hombres que luchaban cerca suyo, fuesen amigos o enemigos.

Aun así, el ataque de Sorin funcionó para darle el rango que necesitaba y desató una poderosa barrera para encerrar a Dalibor. Su plan era mantenerlo quieto hasta que su Transformación Berserker terminase y volviese a ser vulnerable, pero el domo de luz que construyó a su alrededor comenzó a agrietarse cuando Dalibor comenzó a golpear salvajemente con su hacha de guerra con la fuerza de varios arietes.

- Maldición. ¡¿Qué magia utiliza esa hacha?! ¡Si suelto la barrera ahora mismo me alcanzará! ¡Pero si la mantengo no puedo moverme! - Exclamó Sorin exasperado porque necesitaba toda su concentración para mantener al Berserker confinado y sin embargo parecía que sus propios poderes se acabarían antes de que la transformación del Berserker.

Finalmente, Dálibor golpeó con fuerza usando su hacha mientras dejaba salir un rugido bestial y la barrera de Sorin se resquebrajó por completo, provocando un terrible contragolpe mágico que lo dejó aturdido. La Arquera Miriel reaccionó inmediatamente disparando varias flechas mágicas que impactaron en las piernas del Berserker, pero, aunque consiguió detenerlo un instante, solamente estaba retrasando lo inevitable.

Más cuando el gigante estaba a punto de arrojarse sobre el Archimago, una sombra oscura descendió de los cielos y arrojó un terrible golpe que mandó a volar lejos al Berserker hasta que se estrelló contra unas rocas.

- ¡Maldición, Adam Menlo! ¡¿Dónde estabas hasta ahora?! - Gritó Sorin alegre y enojado al mismo tiempo.

- ¡Cierra la boca maldito idiota! - Le espetó el viejo caballero desde los lomos de su Guiverno.

- ¡No me hables así, ahora trabajamos juntos! -

- ¡Dije que te calles, rata bastarda! ¡Yo trabajo para el Templo de Idramón, no contigo! De hecho, dado que nada está saliendo como se suponía que debía ocurrir… ¿Por qué debería seguir trabajando con ustedes? ¡Esta maldita batalla nocturna ya me ha costado muchos hombres! -

- Nada ha cambiado. El desplome de la mina es irrelevante para ti y para mí, porque se las prometí a los de la Tribu de Katar. - Objetó Sorin de inmediato: - Matar a Dalibor es lo único que debería importarte ahora, porque mientras me ayudes mi abuelo te garantiza un salvoconducto y ayuda para recuperar la posición de tu familia. ¡Pero si me muero, el trato se cancela y no obtendrás nada! -

Adam Menlo miró con odio a Sorin, pero había duda y vacilación en su mirada, donde combatían al mismo tiempo la repulsión que sentía por el líder de Falce Segador con los deseos de venganza que estaba guardando desde hacía tanto tiempo.

En ese momento se escuchó el sonido de escombros cayendo y Dalibor se levantó de entre las piedras que habían amortiguado su caída. No tenía heridas visibles, pero su Transformación Berserker parecía haberse terminado.

- ¡Así que realmente estabas confabulado con esta basura! - Rugió indignado mirando a Adam Menlo: - ¡Pero que bajo ha caído la Casa de Menlo para ponerse a ser espada de alquiler de un simple bastardo! -

- No es nada personal, Dalibor. - Dijo Adam Menlo: - Perdí mi honor hace mucho tiempo, desde que viene arrastrándome hasta este maldito chiquero olvidado por los dioses para volverme un asqueroso mercenario en aras de sobrevivir, pero tu muerte contribuirá a recuperar mi dignidad. Por eso, bien puedo ensuciarme las manos un poco más. ¡Por favor muérete sin darme más problemas! -

- ¡¿Crees que puedes matarme?! - Preguntó Dalibor mirándolo con sorna: - Sorin agotó buena parte de su magia y ha sufrido un contragolpe. Además, las flechas de su Elfa ramera parecen haberse terminado y mis hombres pronto se concentrarán aquí. ¿Cómo esperas vencer? -

- Solo te queda una transformación, Dalibor. - Respondió Adam Menlo con una mirada llena de astucia: - Y ambos sabemos que tienes que guardarla hasta el final si quieres tener alguna esperanza de escapar con tu vida de esta trampa. ¡Mientras tanto, creo que mis posibilidades son bastante buenas! -

Y tras decir eso espoleó a su Guiverno, el cual avanzó serpenteando por el suelo como un reptil, mientras que Adam Menlo se bajaba la visera del casco y apuntaba con su lanza.

Adam Menlo en su Guiverno

- ¡Ya lo veremos! - Respondió Dalibor rugiendo y cargando hacia adelante contra la cabeza del Guiverno, evitando las fauces de la bestia a último momento, para tratar de cortar la lanza de Adam Menlo.

Una nueva batalla había iniciado entre un guerrero y una bestia montada. Los movimientos del Guiverno eran tan difíciles de reconocer en esas condiciones y al principio no se podía saber exactamente qué estaba pasando o quién estaba ganando, aunque el sonido de gritos, rugidos y estruendos daban buena fe de cuán terrible era este enfrentamiento.

Pero el poder del Pacto entre jinete y montura de los Caballeros multiplica los poderes de ambos y no pasó mucho tiempo para que el líder de la Casa de Menlo comenzase a obtener la ventaja gracias a su bestia. Lo peor para Dalibor era que sus hombres no podían ayudarlo disparando flechas o conjuros porque la oscuridad aún imperaba y era difícil ver bien la silueta oscura del Guiverno. 

Y es que Adam Menlo lo controlaba bien y se aseguraba de no volar demasiado alto para no destacar contra el cielo.

- ¡Maldición! - Gritó Dálibor enfadado al sentir una herida en su pierna.

No era profunda, pero provenía del aguijón que poseía el Guiverno en la cola y desprendía una toxina paralizante bastante peligrosa. La magia salvaje de sus Tótems podía ayudarlo a resistir durante un tiempo, pero eventualmente el veneno se terminaría esparciendo.

Sin embargo, en ese momento sucedió algo inesperado. Adam Menlo estaba a punto de espolear a su bestia para lanzar otra carga mortal, cuando de repente un grupo de la Tribu de Katar llegó repentinamente y chocaron contra el Guiverno mientras trataban de orientarse inútilmente. El miedo hizo que los bárbaros atacaran a la bestia por accidente y el Guiverno comenzó a morder a los bárbaros en venganza, provocando que su jinete perdiese el control por un momento.

- ¡Ahí está mi oportunidad! - Dijo Dálibor sonriendo y activó por segunda vez su Transformación Berserker.

Nuevamente el coloso bestial se manifestó y sus poderes regenerativos destruyeron por completo todo el veneno que el veneno paralizante que se había inoculado en su sistema. Luego Dalibor cargó a toda prisa para desatar un terrible golpe son su hombro sobre el costado de la bestia de Adam Menlo y consiguió expulsarla varios metros contra los grupos de guerreros que peleaban en la oscuridad.

Esto provocó una gran oleada de gritos de agonía y muertes por la confusión de la bestia furiosa que arremetía contra todos los que se encontraba, por más que su amo trataba de ordenarle que se detuviese.

Naturalmente esto no le causaría heridas graves a Adam Menlo o su montura, pero serviría para alejarlo del combate por unos preciosos segundos.

Y Dalibor pensaba aprovecharlos.

Normalmente un Berserker transformado combatía salvajemente sin considerar amigos o enemigos, pero en una muestra impresionante de autodominio, Dalibor consiguió desentenderse del Guiverno para concentrar su atención en un único objetivo: Sorin.

Sabía que, si lo mataba, la Alianza de la Casa de Menlo y Falce Segador se vendría abajo, lo que aumentaría sus posibilidades de escapar.

Por supuesto que Sorin había aprovechado el respiro que le dio Adam Menlo para alejarse lo más posible y rodearse de alguno de sus hombres, entre ellos la elfa Miriel. Aun así, Dálibor decidió que era hora de jugarse el todo por el todo y cargó enloquecidamente como una bestia furibunda.

Uno de los espadachines se acercó para detenerlo con un gran escudo, pero, aunque consiguió bloquear el hacha, la fuerza del golpe no pudo ser neutralizada y fue expulsado volando varios metros. Normalmente Dalibor lo habría perseguido para rematarlo, pero ya había otros guerreros hostigándolo y no podía permitir que Sorin escapase.

Volviendo a rugir, Dalibor comenzó a blandir su gran hacha como si fuese una extensión de su propio cuerpo. Y con cada corte amputada miembros o hería de gravedad a los que intentaban detenerlo, mientras que su cuerpo ignoraba las flechas de Miriel como si no existiesen. El problema era que cada movimiento agotaba aún más el tiempo que podía mantener su transformación y si se terminaba antes de matar a su presa tendría un grave problema.

En ese momento algunos de sus mercenarios finalmente llegaron por detrás suyo y comenzaron a unirse a la batalla. Un mago de tierra levantó varias piedras grandes para arrojarlas a gran velocidad en contra de Sorin y Miriel, quienes a duras penas pudieron esquivar. Dalibor aprovechó para saltar, pero Sorin se forzó a conjurar una serie de rayos de luz que lo impactaron en el aire y por eso pudieron hacerlo retroceder.

Aun en su estado bestial, Dalibor podía darse cuenta de que su enemigo no estaba tan debilitado como le había dado a entender y eso hizo que se preocupase, pero se entregó a la fuerza bestial que la Magia Salvaje le otorgaba para descargar un terrible golpe en el suelo, que provocó una auténtica onda de choque lo bastante fuerte como desestabilizar a todos en frente suyo.

Entonces, en un movimiento que nadie hubiese podido esperar de un oponente sumido en un estado de locura, Dalibor arrojó su hacha contra Sorin con gran precisión.

El Archimago casi no consigue esquivarlo, pero la Elfa Miriel lo sujetó por una manga para forzarlo a moverse justo a tiempo y lo salvó de una muerte segura. Sorin se levantó con una sonrisa eufórica porque pensaba que Dalibor ahora estaba desarmado y quizá podría volver a confinarlo con una barrera, la cual ya no lo sería tan fácil de romper sin su arma mágica.

Pero para su sorpresa, vio que el Berserker saltaba sobre él mientras extendía un amano… y entonces el hacha regresó volando a sus garras como un bumerang.

Fue como si el tiempo se hubiese detenido. Dalibor estaba cayendo sobre un Sorin sorprendido, en el suelo y que aún no había reunido magia para desatar algún hechizo. Era la victoria del Berserker contra todo pronóstico.

O al menos eso parecía.

De repente un pilar de luz dorada descendió de los cielos y cayó sobre Dalibor como si fuese la ira de un dios, provocando un cráter en la zona de impacto que resplandecía incandescentemente. Y sin embargo no provocó ningún daño fuera de su área de efecto.

Poco después una barrera luminosa se materializó alrededor del Berserker, que había sido aturdido por el ataque repentino.

- Maldita sea la voz de la sangre. - Dijo Costel con un tono resignado mientras descendía levitando del sitio en el que había estado observándolo todo: - Es el único motivo por el que he intervenido ahora. ¡Si no fueras la semilla de tu padre! -

- ¡Abuelo! - Gritó Sorin eufórico.

- ¡No me digas nada! - Lo cortó Costel irritado: - No pronuncies ni una sola palabra. Estoy cansado de tus fracasos. ¡No puedo creer que hayas provocado semejante desastre! -

- ¡Esto no es mi culpa, abuelo! ¡¿Cómo iba saber que la mina se derrumbaría o que…?! -

- ¡¿Crees que los reyes saben cuándo el invierno se prologa o llega la sequía?! ¡¿O que un general siempre conoce el número exacto de genios estrategas hay entre las filas del enemigo?! ¡Eso a nadie le importa e igual el pueblo culpará al que los dirige por todos sus sufrimientos! - Le espetó Costel iracundo: - Te eduqué para que seas un líder, así que asume la responsabilidad cuando las cosas no funcionan… ¡Da igual si es tu culpa o no, mocoso! ¡Lo único que importa es el objetivo! ¡No lo lograste! ¡Fracasaste! ¡Y ahora tengo que volver a limpiar tu desorden a costa de mi dignidad! -

Después de regañar a su nieto, Costel apuntó uno de sus dedos hacia Dálibor y arrojó su propia versión de Ejecución Difractaria, que era infinitamente más poderosa que la de Sorin y la lluvia de rayos luminosos cayó sobre el Berserker como una red ineludible que comenzó a destrozar su cuerpo mucho más rápido de lo que su transformación podía regenerarlo.

Los gritos de Dalibor eran espantosos y parecía que estaba sufriendo por el daño que su enemigo le causaba, el cual por primera vez era mayor que el de su propia Transformación. Pero el ataque de Costel no se detuvo y continuó pulverizándolo sin piedad, forzando a Dalibor a caer de rodillas.

El ataque del Gran Mago era terrible de ver y sorprendió tanto que los hombres dejaron de luchar. Además, la luz que provocaba era tan intensa que deslumbraba al principio, pero después los ojos de todos comenzaron a acostumbrarse y finalmente pudieron ver el entorno. Entonces los todos los mercenarios comenzaron a moverse de forma instintiva para buscar la protección de sus respectivos grupos, poniendo fin de este modo a la caótica carnicería que se había desatado hasta ese momento.

Tal era el poder que poseía un Gran Mago, que era capaz de influenciar por si solo el resultado completo de una batalla.

Finalmente, Costel retrajo su poder y la oscuridad volvió a imperar por unos momentos. Sin embargo, esto duró poco tiempo porque el Gran Mago materializó varias luces mágicas en el cielo para iluminar el entorno y todos pudieron ver que Dalibor estaba de rodillas en el suelo en ese mismo momento. Su transformación acababa de terminarse.

Y esto significaba el fin de cualquier oportunidad de supervivencia para la Banda de Drakar.

- ¡Cuan justo eres Costel! ¡Cuán justo es el Templo de Idramón! - Exclamó Dálibor con dificultad mientras luchaba por levantarse sin éxito: - Te atreves a intervenir en un conflicto de mercenarios, tramas un asesinato… ¡Y encima me atacas por sorpresa para salvar a tu bastardo! ¡Gran Victoria! ¡Cuánta virtud! -

- Todo es por el Bien Mayor. - Respondió Costel sin ninguna emoción en el rostro: - ¿A cuántas personas has traicionado tú, Dalibor? ¿Cuántos maridos vieron a sus mujeres ultrajadas? ¿Cuántas esposas quedaron viudas por tu ambición? ¿Cuántos esclavos, muertos o huérfanos han costado tus ridículas pretensiones de dominar este patético territorio? ¿Crees que no conozco cómo funcionan los tótems que protegen tu cuerpo y cuál es el precio que muchos inocentes han tenido que pagar por la Magia Salvaje que empleas regularmente? ¡No tienes ningún derecho a reclamar justicia! -

- Quizá, pero al menos nunca pretendí ser otra cosa que una basura, señor moralista. - Se burló Dálibor: - Tú en cambio… solo eres un maldito hipócrita. -

- ¿Ya dijiste tus últimas palabras? - Preguntó Costel indiferente mientras apuntaba con su mano al Berserker para darle el golpe final: - Entonces puedes morir ahora. -

Una luz intensa comenzó a reunirse en la palma de Costel y todos supieron que ese iba a ser el final de todo.

Pero en ese momento una terrible oscuridad, tan intensa que incluso opacaba la penumbra natural de la noche, se desató alrededor de la montaña. Y con ella la temperatura comenzó a descender rápidamente, hasta el punto en que todos podían sentir los vahos del propio aliento en frente de sus rostros.

Costel miró alrededor alarmado pero un nuevo fenómeno llamó su atención: El cielo se había convertido en una auténtica marea de nubes que giraban como si de un remolino se tratase y relámpagos sobrenaturales comenzaron a surcarlas, aunque sin provocar el más mínimo sonido.

- ¡Que la desesperación comience! - Exclamó Bryan sonriendo malignamente desde su escondite y desatando su magia.

Bryan invocando su necromancia

Nota del Traductor

Hola amigos, soy acabcor de Perú donde el presidente Castillo ya tiene más de 10 carpetas fiscales con acusaciones constitucionales… ¡Todo un récord!

Hoy es 12 de Oct. de 22

Este capítulo puede parecerles corto. Pero recuerden que el anterior era una especie de compensación y por eso lo hice bastante largo. Y aunque no lo crean el original era aún más corto, porque se trataba de uno de esos fragmentos “eslabón” que en realidad podrían ser una sola historia, pero que el autor decide dividir en 3 capítulos independientes.

Algo como la trilogía de películas del Hobbit, si lo pienso un poco.

De más está decir que yo he reescrito completamente todo lo que sucede, desde la forma en que se da la batalla nocturna, sus descripciones y vicisitudes, hasta los diálogos y eventos que suceden.

En el original la transformación berserker no es una auténtica “transformación”, sino una especie de buff, pero yo quise colocarle un mayor énfasis y hacer a Dalibor el protagonista. Para su descripción me inspiré un poco en la transformación de Naruto en su forma de 4 colas (es cierto que el anime tenía algunas ideas buenas por más que acabase tan desencantado con esa historia) y la imagen del villano de Prince of Persia 2, el Dahaka. La misma que retoqué en Photoshop para representarlo.

Y es que al principio casi caigo en el error de describir un ser parecido a la transformación demoniaca de Bryan, pero lo corregí a tiempo.

La Tribu de Katar está basada en un 70 % de descripciones históricas de los pueblos galos, particularmente las tributos de los Boyos, Tauriscos y Gesatas. Estos últimos eran los que peleaban desnudos.

Además, es verdad que practican el sacrificio de niños en todo el norte de Europa el 31 de octubre, que era el Solsticio de invierno para ellos, con el objetivo de congraciarse con los espíritus de la naturaleza y que el invierno durase menos. Cuando los niños se disfrazan de monstruos y fantasmas en Halloween eso es lo que están recreando simbólicamente: una antigua ceremonia pagana en la que los pueblos ofrecían a sus propios hijos a los espíritus del bosque, para que estos viniesen y les trajesen buenas cosechas el próximo años.

Por cierto, que los cadáveres de estos niños sacrificados se han conservado muy bien gracias a un curioso fenómeno del suelo europeo, que contenía bastante más ácido de lo normal, en lo que se conoce como “Las momias del pantano”.

Así que… sí, mejor no celebren Halloween. Da muy mala espina.

Lo del incesto ritual es más propio de algunos pueblos germanos que de los galos. En resumen, mezclé un poco de todo para crear a un grupo de verdaderos salvajes de fantasía.

En el original Adam Menlo monta un Roc, una especie de pájaro gigantesco de la mitología persa que se supone puede cargar elefantes. Pero me pareció un animal demasiado fantástico y espectacular para un caballero proscrito. Digo: ¡¿Por qué no funda su propio reino si tiene una de esas cosas?! Y encima le decían Roc Dorado, así que supongo que tendría una clase especial.

Y es que el autor trata las criaturas mitológicas como si fuesen Pokemones que uno puede encontrar con absurda facilidad.

En cambio, el Guiverno, también conocido como Wyvern, es una especie de dragón heráldico que suele parecer en muchos blasones, pero es una criatura bastante genérica de la fantasía moderna, así que no debería quedar demasiado mal que tenga uno de esos.

En el original Costel interviene casi desde el principio y tiene muchos diálogos con Dalibor bastante ridículos, pero decidí guardarlo para el final y reducir sus líneas, para así darle un mayor impacto a su entrada, al igual que su poder.

También decidí arriesgarme y sacar a Bryan casi completamente de esta parte de la historia porque en el original está observando todo junto con Trunks y comentando lo que sucede, sin que todavía fabriqué el túnel para ir a la mina hasta el final del capítulo. Además, la forma en que provoca el combate es usando los poderes del Zombi Élite de Tierra para arrojar piedras a todas las partes… Es un poco infantil y no tiene sentido que nos vuelvan a narrar con diálogos todo lo que está sucediendo. Me parece que el lector puede comprenderlo sin ese recurso.

Yo creí que tendría más impacto hacer que apareciese justo en el último párrafo y con una frase que dejase bien en claro que algo espantoso está por suceder.

Pero déjame saber tu opinión en los comentarios. ¿Qué te pareció la batalla? ¿Te gustaron los eventos? ¿Lo habrías hecho de otro modo? ¿Te esperabas que Dalibor pelease así? ¿Hubiese preferido otro tipo de poderes? ¿Qué te tal los diálogos?

Tengo que agradecer a Jaime Beltrán y Gabriel Morffes por darme una mano revisando el Beta de este capítulo.

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