342 Morder más de lo que puedes masticar

Inició una nueva fase de la batalla. Una que, debido a su dificultad, Bryan luego describiría como intentar galopar a toda velocidad con un caballo completamente desbocado mientras al mismo tiempo realizaba una cirugía cerebral.

Apostando a que la fusión de Elena con la Fénix tendría un límite de tiempo, Bryan comenzó a retroceder ágilmente, utilizando los árboles como cobertura visual. Sin embargo, ya no tenía Espectros Oscuros, así que no podía dejar de observar directamente a su enemiga ni descuidar sus alrededores por si ella conjuraba ataques desde diferentes direcciones. La adrenalina corría por sus venas mientras luchaba por mantener el equilibrio entre la velocidad y la precisión.

Ambos se lanzaban ataques mágicos de largo alcance mutuamente. Elena intentaba generar magia destructiva, pero Bryan la interceptaba constantemente. Ella trataba de reducir la distancia, mientras que Bryan se esforzaba por mantenerla. No quería alejarse demasiado para no arriesgarse a fallar sus propios disparos ni permitir que Elena se acercara lo suficiente como para que su aura de fuego lo destruyera.

Había aproximadamente seiscientos metros entre ambos.

Bryan, con una destreza impresionante, utilizaba ambas manos para lanzar bolas de fuego a gran velocidad y cada movimiento que realizaba reflejaba la intensidad de su concentración. Naturalmente, absorto en la tarea de neutralizar los ataques enemigos, la capacidad ofensiva de Bryan se veía muy reducida. Por otro lado, Elena, al percatarse de que podía mantener la presión sin esfuerzo, decidió dejar de lado su postura defensiva y se dedicó por completo al ataque.

Lo peor de todo era que Elena se estaba acostumbrando a la velocidad de contraataque de Bryan, lo que ampliaba la brecha original en poder de fuego por momentos.

En comparación con los ataques de Elena, que tenían el poder de terminar el enfrentamiento con un solo golpe, los de Bryan no lograban más que mantener ocupada a su oponente. Y en las pocas oportunidades en las que podía disparar directamente a la Archimaga, sus ataques no llegaban a conectar. El número de ataques también era abrumadoramente inferior.

Normalmente, Bryan contaba con una amplia variedad de trucos bajo la manga; sin embargo, en ese momento, se encontraba en desventaja en cuanto a habilidades técnicas puras. A pesar de ello, no solo resistía los ataques de su oponente, sino que también contrarrestaba cada ofensiva que se aproximaba a una distancia apenas perceptible para el ojo humano. Este hecho, por sí solo, resultaba tremendamente impresionante.

Sin embargo, con el paso del tiempo, la fusión de Elena con su Fénix no parecía debilitarse. Al contrario, Bryan se veía cada vez más acorralado, obligado a adoptar una postura defensiva que limitaba cada vez más sus posibilidades de contraataque y todo esto sin dejar de retroceder en un intento de utilizar el entorno a su favor. La frustración se pintaba en su rostro, surcado por el sudor frío que escurría por su frente, mientras que Elena había recuperado una expresión serena y confiada. Cada movimiento le costaba un esfuerzo titánico a Bryan, quien sentía cómo sus fuerzas se agotaban irremediablemente. Era evidente para ambos que la balanza de la batalla se inclinaba a favor de Elena.

*****

Una pequeña sección del bosque montañoso se iluminaba con los destellos de las armas y Auras de Batalla de los contendientes, haciendo danzar las sombras de los pinos alrededor de los seis Lictores y un número similar de hoplitas, todos ellos enzarzados en un cruento enfrentamiento. Los itálicos, envueltos en un resplandor verde oscuro, atacaban con disciplina implacable. Sus espadas desenvainadas reflejaban el sol del mediodía mientras se movían coordinadamente, como lobos hambrientos persiguiendo una presa herida. Los helénicos eran Caballeros de la Tierra, algo que normalmente bastaría para decidir el resultado del enfrentamiento. Sin embargo, estos hombres ya habían combatido primero en el Campo de Sangre y después se apresuraron a correr con todas sus fuerzas para llegar hasta aquí en busca de su señora. Además, estaban peleando cuesta arriba, y su equipamiento no era ideal para moverse entre coníferas, arbustos y terreno irregular.

Por otro lado, los escudos rectangulares y cóncavos de los legionarios, aunque no resultaban perfectos, eran mucho más manejables que el pesado Hoplón de doce kilos. Además, todos ellos estaban frescos y ninguno pertenecía a las descuidadas Legiones Malditas, sino que eran voluntarios seleccionados cuidadosamente por Cayo Silano, tanto por su lealtad como por su gran habilidad.

Los distintos armamentos

Otro problema para los helénicos era la presencia del joven Aphros, quien había llegado imprudentemente desafiando las órdenes de su padre. A pesar de ser un joven talentoso, esta era su primera batalla, y el esfuerzo para llegar hasta allí lo había dejado agotado. Desde el inicio, comenzó a cometer errores que el resto de los helénicos tuvieron que cubrir, pues no podían dejar morir al hijo del comandante de los ejércitos de la Arconte Teia.

A pesar de estos inconvenientes, los helénicos no pensaban ceder terreno, así que la lucha continuó con ambos grupos rugiendo como bestias encolerizadas. Cada vez que las espadas de los itálicos chocaban contra los escudos de los hoplitas, el sonido del metal resonaba como truenos en el bosque. Al mismo tiempo, la madera crujía cada vez que las lanzas de los hoplitas buscaban fisuras en la defensa de los Lictores, mientras las auras de batalla brillaban y parpadeaban con cada golpe.

Un Lictor particularmente feroz se lanzó hacia un Caballero de la Tierra, activando al máximo su Aura de Batalla verde oscuro que cubrió sus brazos como una armadura líquida. Su enemigo se defendió de inmediato, pero el resplandor blanco comenzó a desvanecerse al alcanzar el límite de sus fuerzas. Entonces, el Lictor, con un movimiento rápido y preciso, desvió la lanza del hoplita con su escudo y contraatacó con una estocada directa al pecho. Sin embargo, la barrera de Aura de Batalla blanca del hoplita aún consiguió absorber el impacto. Con un giro rápido, el Caballero de la Tierra lanzó un estruendoso golpe con el borde de su escudo, que envió al Lictor tambaleándose hacia atrás. No obstante, no tuvo tiempo de celebrar su hazaña, ya que al atacar, su protección quedó descubierta y otro Lictor aprovechó para hacerle un corte profundo en una pierna.

La batalla continuó desarrollándose con igual intensidad. Aunque los números de ambos grupos eran parejos, el agotamiento de los hoplitas era evidente, incluso si su voluntad parecía inquebrantable. Su poder y equipamiento superiores les permitían resistir los embates, pero los Lictores aprovechaban cada oportunidad para atacar con precisión. Lo peor era que su trabajo en equipo era mucho mejor que el de los helénicos, incluso sin comunicarse con palabras, usando solo gestos. Algunos Lictores comenzaron a recibir los ataques de lanza de los hoplitas con la intención de que las puntas se quedaran clavadas en la madera de sus escudos, mientras que el resto aprovechaba la oportunidad para acercarse y lanzar terribles puñaladas con toda la energía que podían antes de que estos pudiesen recuperar sus armas.

A pesar de todo, la determinación de los hoplitas, incluso agotados, era impresionante. Con gran valor mantenían su posición, y sus auras blancas, pese a estar debilitadas, seguían protegiéndolos de golpes letales.

Pero los Lictores eran plenamente conscientes de que el tiempo jugaba en su favor, así que redoblaron sus esfuerzos. Sus auras verde oscuro ahora cubrían sus cuerpos por completo, proyectando sombras danzantes mientras atacaban con renovada ferocidad. Finalmente, un Lictor, con un rugido, logró romper la defensa de un hoplita y su espada encontró la carne en el cuello del enemigo, matándolo rápidamente.

La balanza finalmente se inclinaba y los Lictores sabían que era el momento de darlo todo en este último enfrentamiento para asegurar su victoria. Ambos grupos se separaron por un momento para recuperar el aliento, pero estaban a punto de cargar cuando de pronto se escuchó una terrible explosión.

Unos segundos después, el cuerpo ensangrentado de Bryan cayó justo en medio de helénicos e itálicos, luego de haber sido lanzado por los aires y atravesar varios troncos en su camino.

*****

Hasta hacía poco, Bryan y Elena habían seguido combatiendo, pero conforme la ventaja de la Archimaga de fuego aumentaba, la situación se volvía mucho más complicada. Bryan había logrado cancelar todas las magias ofensivas de Elena, pero ella ya no se sentía intimidada por ello. De hecho, era todo lo contrario. Bryan podía ver con sus ojos espirituales que los conjuros que Elena intentaba construir eran cada vez más complejos a propósito y ya no parecía estar desesperada por ejecutarlos. En cambio, logró forzar a Bryan a una situación en la que estaba puramente a la defensiva.

Parecía que ambos tenían la misma idea de esperar a que el otro se quedara sin energía, y aún quedaba por ver quién ganaría la apuesta.

Sin embargo, repentinamente Bryan dejó de retroceder y, en su lugar, comenzó a correr hacia Elena para cerrar la distancia entre ambos. Ella no lo sabía, pero había conseguido llevarla muy cerca de donde se encontraba el Zombi Élite de Tierra y estaba pensando en realizar un ataque combinado. Su plan era acelerar sorpresivamente en el momento adecuado para colocarse encima de ella y obligarla a descender unos metros. Entonces, podría coordinarse con su criatura y quizá generar un golpe lo bastante contundente como para atravesar el aura de fuego que protegía el cuerpo de Elena.

Ígneo Concatenado, Bola de Fuego, Tornado de Fuego, Furia Llameante, Vorágine Abrasadora y Ejecución Ardiente.  Esos eran los conjuros con los que Bryan tenía que tener cuidado, especialmente el último, porque si quedaba atrapado en esa jaula de proyectiles explosivos, reforzada con el fuego del fénix, estaba seguro de que no sobreviviría. Afortunadamente, este escenario era muy poco probable, ya que esa magia parecía requerir que Elena formase primero las esferas de fuego y las arrojase a su alrededor.

Elena y la conjuración múltiple

Lo más probable es que ella intente conjurar Ígneo Concatenado, porque una vez que lo tenga listo, su velocidad de disparo será un problema.” Dedujo Bryan.

Así que centró su atención particularmente en los hombros de Elena, lo cual resultó ser un acierto, ya que vio cómo los Elementos Mágicos comenzaban a reunirse en grandes cantidades en ese lugar. Al mismo tiempo, pudo ver por el rabillo del ojo otros remolinos de magia más pequeños, que seguramente correspondían a conjuros menos complejos pero igualmente peligrosos, apareciendo a su alrededor.

Y seguramente hay uno en mi espalda también.” Dedujo Bryan sombríamente.

Inmediatamente disparó contra el hombro de Elena para cancelar Ígneo Concatenado, que era la mayor amenaza. Sin embargo, el tiempo que gastó en este disparo inicial limitó considerablemente su capacidad para adoptar nuevas maniobras evasivas. Así que, aún mientras corría, Bryan decidió disparar primero contra las masas de energía que se estaban materializando en el aire y que podía ver, dispersando los conjuros de Elena antes de que se concretaran. Luego se dio la vuelta y, efectivamente, encontró tres ataques a punto de formarse detrás suyo. Afortunadamente, como la distancia entre Bryan y la Archimaga se había reducido drásticamente, apuntar resultaba mucho más sencillo. En el mundo espiritual, muchas cosas podían tener reglas muy diferentes a las del mundo físico, pero en general, cuando el objetivo estaba cerca, era mucho más fácil percibir la existencia de un fenómeno, especialmente cuando el objetivo estaba en el aire.

Con habilidad magistral, Bryan arrojó tres bolas de fuego congelante hacia los conjuros de Elena para cancelarlos. Luego, aprovechando el mismo movimiento, intentó darse la vuelta para disparar contra Elena, pero la Archimaga ya había preparado cuatro ataques que venían desde distintas direcciones y un quinto que se estaba reuniendo en una de sus manos, el cual definitivamente acabaría formándose primero.

En una fracción de segundo, Bryan decidió abandonar su idea inicial de atacar con el Zombi Élite de Tierra, pues no estaba seguro de conseguir un golpe mortal en el poco tiempo que le quedaba y no quería que su enemiga fuera consciente de la existencia de su criatura hasta el último segundo. Por lo tanto, invocó una espada de su anillo espacial y la arrojó, cubierta de Fuego Glacial Místico, directamente contra Elena para sorprenderla e impedir que arrojase el conjuro en su mano. Inmediatamente después, Bryan dio un salto para girar en el aire mientras lanzaba ataques en las cuatro direcciones. En ese momento, dependía únicamente de sus cinco sentidos y de la vista espiritual para detectar dónde se formarían los conjuros ofensivos, mientras que al mismo tiempo trataba de formular una nueva estrategia.

Elena Teia se distrajo interceptando la espada que Bryan le arrojó, y las llamas en sus manos no llegaron a ejecutarse. Sin embargo, la joven genio no dejó de preparar sus otros conjuros ni siquiera por eso, e incluso se permitió invocar más. Finalmente, una sonrisa victoriosa apareció en sus labios, y solo en ese momento Bryan se dio cuenta de que todo este tiempo había estado atento a una de las manos de Elena, pero la Archimaga había estado ocultando la otra en su espalda, donde no podía ver los símbolos mágicos que realizaba.

¡Mierda!

Aunque no estaba segura de cómo lo conseguía, con el tiempo Elena Teia comenzó a darse cuenta de que Bryan era capaz de ver dónde se reunían los Elementos Mágicos de sus conjuros al formarse, y así los cancelaba. Entonces, formuló su propia estrategia para terminar con esta batalla, realizando símbolos complejos con la mano izquierda mientras atacaba con la derecha. Su habilidad natural para controlar distintos procesos mágicos al mismo tiempo quedó demostrada, ya que no solo ejecutó un poderoso conjuro ofensivo, sino que lo logró reduciendo el número de pasos necesarios. Esto generalmente sería imposible, pues en el mejor de los casos consumiría toda su Fuerza Mental y, en el peor, sufriría un espantoso contragolpe mágico. Sin embargo, Elena ahora contaba con el poder de su hermana mayor, lo que le permitía lograr esta proeza imposible para cualquier otro Archimago.

Antes de que Bryan pudiera reaccionar, Elena utilizó el poder de sus alas para alejarse rápidamente, en lugar de avanzar como había hecho hasta entonces. Al retirarse, todo el espacio alrededor se llenó de remolinos de Elementos Mágicos a punto de completarse, formando una auténtica jaula mortal alrededor de su presa.

Era la Ejecución Ardiente.

A Bryan le hubiese encantado soltar una palabrota, pero simplemente no tenía tiempo. Elena había logrado engañarlo porque él se había acostumbrado demasiado a pelear contando con la vigilancia de sus Espectros Oscuros. En ese momento, solo podía tomar nota para el futuro y concentrarse en sobrevivir, ya que si uno de esos ataques lo golpeaba directamente, podría ser su fin. Sabiendo que se jugaba la vida, Bryan activó al máximo el flujo de su Esencia Mágica para magnificar sus reflejos y comenzó a lanzar auténticas ráfagas de pequeñas Bolas de Fuego Glacial Místico, como nunca antes había hecho. Ya no le importaba la cantidad de poder que estaba consumiendo. Las espirales de Elementos Mágicos, invisibles para el ojo humano, eran destruidas a una velocidad impresionante. Por un instante, su figura se difuminó debido a la rapidez con la que se movía mientras no cesaba de lanzar ataques canceladores. Sin embargo, a pesar de la gran proeza que estaba realizando, su instinto le decía que esta vez no sería suficiente.

Necesitaba formular un plan y tenía que hacerlo rápido.

En medio de su desesperación, se le ocurrió una idea descabellada. No para evitar el daño, porque tal cosa sería imposible, pero quizá conseguir sobrevivir. Había muchas posibilidades de que algo saliera mal, y aun si funcionaba, le iba a doler bastante. Sin embargo, no tenía espacio para formular un plan mejor, así que decidió apostarlo todo y dio una rápida instrucción al Zombi Élite de Tierra, encomendándose a la protección de la diosa de la fortuna.

Fue entonces cuando finalmente ocurrió lo que tenía que suceder.

Una explosión aterradora

Bryan destruyó exitosamente la nueva serie de ataques mágicos que Elena estaba preparando, excepto por uno solo que se encontraba directamente sobre su cabeza, en el punto ciego universal. Afortunadamente, sus otros sentidos le ayudaron a detectar el calor antes de que fuera demasiado tarde, e inmediatamente giró sobre sí mismo en el aire mientras utilizaba al máximo el Arte del Noveno Diagrama Celeste para alejarse lo más rápido que pudo. Y cuando el conjuro detonó, utilizó la Magia de Levitación para no oponerse al impacto, sino más bien dejarse arrastrar completamente, mientras protegía su cuerpo lo mejor que podía.

De ese modo, logró salvar su vida, pero la explosión resultante fue tan intensa que destrozó su armadura superior, llenó su cuerpo de quemaduras y lo envió volando a gran velocidad, impactando violentamente contra rocas, troncos y arbustos en su camino. Durante el violento trayecto, se fracturaron varios de sus huesos y órganos internos hasta que quedó arrojado con el cuerpo destrozado justo en medio de donde la guardia de Helénica y sus Lictores estaban a punto de luchar.

*****

- Creo que finalmente lo acabamos. - Dijo Elena Teia, sonriendo con satisfacción.

- ¡Debemos asegurarnos! - Contestó la voz de la fénix, resonando desde el interior de su cuerpo: - Ese sujeto me da muy mala espina. ¡Solo podré estar tranquila cuando veamos su cadáver calcinado! -

Elena asintió con determinación y comenzó a descender hacia el cráter formado por la explosión. Afortunadamente, las llamas doradas no quemaban nada que no fuera su objetivo, así que no tenía que preocuparse por un incendio o por el humo. Sin embargo, los escombros dificultaban distinguir lo que había debajo. Por precaución, lanzó un hechizo sobre sí misma que le permitía ver las fuentes de calor en su entorno, similar a la forma en que ciertos animales pueden detectar a sus presas en la oscuridad.

El hechizo se llamaba Clarividencia Ígnea y le había permitido seguir el rastro de Bryan incluso cuando volaban a través del bosque de pinos. No obstante, esta magia tenía muchas limitaciones. La más evidente era que no podía usarla mientras atacaba, ya que el calor de sus propias llamas interfería con la detección. Además, su uso prolongado podía causar fatiga ocular y dolores de cabeza, especialmente si el mago no tenía suficiente habilidad.

Pese a todo, Elena había oído hablar de magos de fuego que se volvieron demasiado dependientes de la Clarividencia Ígnea y luego encontraron difícil confiar en su visión normal en situaciones de emergencia. Por eso, prefería no utilizarlo a menos que el oponente fuera verdaderamente peligroso.

Y Bryan lo era.

- Vamos a ver si de verdad te has quedado tieso. - Murmuró Elena, descendiendo con cautela, pero con esa mezcla de desafío y seguridad que la caracterizaba.

Elena enfocó sus ojos imbuidos con la magia de la Clarividencia Ígnea y comenzó a escanear el cráter donde había ocurrido la explosión. La visión de calor transformaba el paisaje en un mapa de colores, destacando las fuentes de calor contra el frío entorno. A medida que descendía, observó con atención cada rincón del cráter, buscando cualquier signo de vida o restos de su enemigo, pero no detectó nada que no fuesen escombros y fragmentos de roca.

Después la Archimaga levantó la vista y dirigió su atención hacia los árboles circundantes. Las siluetas de sus troncos y ramas, recortadas contra el cielo, parecían fantasmales en su visión especial. El viento movía las ramas, pero no había señales de Bryan. Los pocos animales en el bosque que no habían escapado, se escondían aterrorizados y sus cuerpos cálidos apenas eran visibles entre las sombras frías de los árboles.

Aún así, Elena no se confió y siguió mirando para encontrar cualquier indicio de Bryan. Lo había visto demostrar poderes increíbles, así que tenía miedo de que estuviese agazapado en algún lugar, esperando para emboscarla en cuando bajase la guardia. Pero por más que miraba, no había señales que sugirieran que su enemigo seguía con vida.

- Supongo que finalmente lo conseguí. - Murmuró para sí misma, aunque su voz tenía un matiz de duda.

Decidida a asegurarse, comenzó a buscar el cadáver de Bryan. Sus ojos recorrían cada rincón del cráter y los alrededores, pero no encontraba nada. Los restos de la batalla estaban por todas partes, pero no había ni rastro de él.

- ¿Lo habré desintegrado por completo? - Se preguntó en voz alta con una frustración palpable. Tenía la esperanza de encontrar su cadáver para poder diseccionarlo y descubrir los secretos de aquella misteriosa magia de fuego congelante que nunca había visto antes.

- No, eso es imposible. - Replicó la voz de la fénix desde su interior: - El cuerpo de ese hombre no era normal. Recuerda que resistió sin graves heridas la primera oleada de mi fuego purificador. Así que, incluso si está muerto, debería quedar algo de él. –

- Pues no está escondido por aquí y no hay rastros del cadáver. - Objetó Elena irritada: - Así que la única posibilidad... –

De repente, su semblante cambió.

- Espera, si su cuerpo es más resistente que el de un humano, quizá no fue despedazado por la explosión. ¿Y si a propósito eligió no resistirse...? -

No pudo completar la oración porque la idea sonaba demasiado descabellada en su mente, pero la fénix dedujo a lo que se refería.

- ¿Estás pensando que quizá esquivó el ataque pero se dejó llevar por la fuerza de la explosión para escapar? -

- ¡Entonces podría estar muy lejos de aquí! - Exclamó Elena: - ¡Por eso no puedo detectar su calor corporal!

- ¡Debemos encontrarlo ahora! -

- No tienes que decirlo. - Respondió Elena con furia, mientras batía sus alas para comenzar a volar a gran velocidad: - ¡No pienso dejarlo escapar! -

*****

El cuerpo de Bryan parecía un espectro de carne y huesos retorcidos. Grandes secciones de su piel estaban quemadas, dejando al descubierto la carne chamuscada y los músculos desgarrados. La visión era escalofriante: trozos de piel colgaban de su torso como jirones de un tapiz deshecho, mientras que sus huesos expuestos brillaban con un espeluznante tono blanco bajo la luz de aquella tarde.

El horror no terminaba allí. Sus extremidades, aunque milagrosamente intactas, estaban en un estado lamentable. Los huesos rotos sobresalían grotescamente a través de su piel, y cada pequeño movimiento provocaba un crujido siniestro que resonaba en la quietud del bosque. Sus manos, antes hábiles y precisas, ahora temblaban incontrolablemente, con los dedos doblados en ángulos imposibles. Sangre oscura y espesa se mezclaba con la tierra y las hojas caídas, formando un charco a su alrededor. Su rostro, desfigurado por las quemaduras, mostraba un dolor indecible, y para cualquiera que lo viera, era evidente que su muerte estaba cerca.

Al principio, tanto los Lictores como los Hoplitas no entendieron bien lo que estaban viendo. Pero entonces distinguieron la hebilla de plata en el cinturón de aquel hombre, donde se podía ver el grabado del águila bicéfala, símbolo del Imperio Itálico. Uno de los lictores no pudo evitar exclamar: "¡Procónsul!"

Fue como arrojar una chispa en un recipiente de combustible. De inmediato, se desató un nuevo y cruel combate entre los dos grupos de hombres, aunque este tenía una naturaleza distinta al original. Los itálicos querían recuperar el cuerpo de su general para llevarlo de regreso y rendirle un funeral de honor, el último servicio que podían ofrecerle. En cambio, los helénicos querían cortarle la cabeza para presentársela como ofrenda a su señora Elena y luego arrojar el resto del cuerpo para que lo devorasen los perros. Muchos de los hoplitas eran miembros de las clases aristocráticas y tenían información privilegiada. Aunque no conocían el nombre de Bryan, reconocían los títulos de los rangos militares del Imperio y dedujeron que aquella persona desfigurada era el comandante enemigo que había provocado la ruina de sus ejércitos ese día. Sería un gran consuelo para su honor perdido poder presumir de haber obtenido la cabeza del responsable de aquella emboscada.

Se intercambiaron una nueva serie de golpes de espada y lanza, pero esta vez los escudos de los hoplitas, que inicialmente fueron una desventaja, resultaron útiles para que unos cuantos cubrieran el cuerpo de Bryan y mantuvieran a raya a los legionarios, mientras un par de ellos lo jalaban de los talones para llevárselo.

Ese debió haber sido el desenlace final, pero entonces los helénicos sufrieron un conflicto interno en el momento más desastroso. Y todo fue culpa del comandante Aphros. El joven creyó ver una oportunidad única, no solo de obtener gloria para sí mismo, sino también de congraciarse con la mujer de la que se había enamorado. Sería él quien cortaría la cabeza del comandante enemigo y se la presentaría en persona. Ése debía ser el primer paso para demostrarle que no solamente era un buen oficial, sino también un compañero digno de estar a su lado como su hombre.

Lo cierto era que la fiebre del amor y la juventud lo habían cegado por completo. Desde el momento en que desobedeció las órdenes de su padre, cualquier esperanza de un futuro en el ejército helénico se había esfumado. No solo faltó a su deber filial, sino que además cometió desacato con el comandante supremo del ejército, el cual le dio una orden directa de regresar a su lado después de transmitir sus instrucciones. Eso era un doble crimen que generalmente se castigaba con la muerte, aunque seguramente Elena Teia le perdonaría la vida en consideración a Patros.

Lamentablemente Aphros se encontraba temporalmente poseído por un delirio pasional y por eso no era capaz de discernir lo bueno de lo malo.

Si el resto de hoplitas hubiese sabido en qué condiciones se encontraba Aphros, no se habrían sorprendido por lo que ocurrió después: el joven usó su escudo para empujar a sus propios compañeros en plena huida y se robó el cuerpo de Bryan para escapar en una dirección diferente.

Esta acción dejó atónitos tanto a helénicos como a itálicos, pero en cuanto se recuperaron de la impresión, interrumpieron su lucha para perseguirlo. Sin embargo, descubrieron que el joven había estado reservando parte de sus fuerzas en secreto y utilizó esta ventaja para distanciarse de sus perseguidores. Este descubrimiento fue muy doloroso para los hoplitas helénicos, quienes no podían creer que el hijo de su propio comandante, quien más debería haberlo dado todo en el combate junto a ellos, en realidad los estaba engañando y dejando que lo protegieran mientras escondía su poder. Pero en ese momento, nadie pudo hacer nada y la figura de Aphros se perdió temporalmente entre los árboles.

Al poco tiempo, el joven enamorado llegó a un claro lleno de grandes rocas que parecía un buen lugar para ocultarse, así que depositó el cuerpo en el suelo con cuidado. Entonces soltó tanto su escudo como su lanza y desenvainó su espada corta, que servía como arma auxiliar, pues resultaría una mejor herramienta para lo que pretendía hacer. Como el casco le dificultaba un poco la visión, decidió quitárselo también. Finalmente, con una mano agarró los cabellos chamuscados de Bryan y con la otra se preparó para cortarle el cuello mientras susurraba con una sonrisa emocionada:

- ¡Este es mi momento de gloria! - 

Apenas había pronunciado estas palabras cuando una enorme nube de polvo se desató repentinamente, colándose en sus pulmones a través de la boca y la nariz. Aphros comenzó a toser de forma desenfrenada y soltó su espada para cubrirse el rostro mientras intentaba comprender lo que sucedía. Descubrió que no podía ver nada, ni siquiera unos metros delante de él. Era como estar en medio de una de esas tormentas de arena que su padre le había contado que ocurrían en los lejanos territorios desérticos que se encontraban al Este, muy lejos de las fronteras imperiales.

En ese momento sintió un tirón en su otra mano y notó cómo los cabellos chamuscados del cuerpo que sujetaba se rompían. Aphros soltó una maldición y se arrodilló, tratando de sujetar con ambas manos el cadáver de Bryan. Aunque no entendía el motivo de este extraño fenómeno, no quería perder su trofeo. Pero una espantosa sacudida lo derribó al suelo, y entonces vio cómo el rostro desfigurado de quien consideraba muerto surgía de las nubes de polvo casi como un zombi, salvo por los ojos rojos que lo miraban con la furia de un depredador inteligente. Antes de que Aphros tuviera tiempo de preguntarse cómo era posible que un cuerpo con semejantes heridas y que parecía más muerto que vivo pudiera moverse, la boca de Bryan se abrió y le dio un espantoso mordisco en el cuello desprotegido, el cual comenzó a sangrar profusamente.

Bryan, llenó de heridas, surge de la nube de polvo

Aphros soltó un grito terrible e intentó defenderse, pero acababa de gastar casi todas las fuerzas que le quedaban en la carrera para escapar de sus propios compañeros y de sus perseguidores itálicos. Además, estúpidamente se había quitado el casco y dejado de lado sus armas, las cuales no podía encontrar en medio de la nube de polvo que no le dejaba ver nada. Naturalmente, trató de resistir físicamente, pero los dientes de Bryan simplemente no lo soltaban y al poco tiempo sintió cómo de su herida comenzaban a salir rayos de energía carmesí al mismo tiempo que su cuerpo se volvía rígido e incapaz de moverse.

Unos segundos después, los dientes se soltaron y Bryan se levantó con dificultad al principio, aunque rápidamente todas sus heridas comenzaron a regenerarse con una velocidad impresionante. La nube de polvo que los rodeaba se apartó un poco como si no desease incomodarlo, así que Aphros pudo observar claramente este proceso de curación anormal. En poco tiempo, el procónsul se encontraba en perfectas condiciones e incluso sonreía intrépidamente mientras palpaba su cuerpo para confirmar que todas sus heridas habían desaparecido.

- ¡Perfecto! ¡Eso es justo lo que necesitaba para deshacerme del poder purificador de ese fénix y sanar por completo! - Dijo Bryan sonriendo especialmente al mirar sus manos, donde las quemaduras se habían resistido a la curación de la Esencia Mágica. Luego, se volvió hacia el joven Aphros, como si recién reparase en su presencia, y le dijo con tono irónico: - Oye, muchas gracias por esta comida. Le diré a mis sacerdotes que sacrifiquen a un animal por ti como agradecimiento en cuanto restablezca los templos de Valderán. -

Aphros ya no podía moverse ni tampoco hablar. Lo único que pudo hacer fue soltar una última mirada aterrorizada en su dirección antes de que su cuerpo desapareciera en partículas de luz justo antes de que adoptase una apariencia envejecida.

Bryan, por su parte, no le dedicó otro pensamiento y dio una orden al Zombi Élite de Tierra para que extendiera un poco el vórtice de la tormenta de polvo. Luego, examinó su Anillo Espacial y, tras confirmar con gran alivio que todavía funcionaba, sacó una muda de ropa para reemplazar rápidamente sus prendas destrozadas.

Mientras se vestía, Bryan reflexionaba sobre cómo habían resultado las cosas en comparación con su plan original. Aunque no estaba seguro de que la palabra “plan” fuese la adecuada para describir su apresurado proceso de pensamiento, si bien podía excusarse con el hecho de que apenas tuvo tiempo para orquestarlo, tampoco podía negar que había sido algo alocado. En cualquier caso, su idea original había sido aprovechar la fuerza de la explosión para alejarse lo más posible, confiando en que su cuerpo sobrehumano resistiría los daños, y luego ocultarse en un agujero en el suelo con el poder del Zombi Élite de Tierra, al cual ya le había dado instrucciones de encontrarlo, eso sí, teniendo cuidado de no revelar en ningún momento su existencia. Su objetivo era ganar tiempo y permitir que la Esencia Mágica curara sus heridas, mientras pensaba en una nueva estrategia para vencer a Elena o, al menos, escapar.

Sin embargo, las cosas habían salido mal desde el principio. Primero, la fuerza de la explosión fue mucho peor de lo que había anticipado, y los daños a su cuerpo fueron mayores de lo esperado. Terminó en un estado desastroso, sufriendo un dolor tan espantoso que lo habría vuelto loco de no haber experimentado tormentos similares en el pasado. Y como si el destino quisiera frotar sal en sus (nada metafóricas) heridas, aterrizó justo donde su guardia de Lictores estaba luchando contra un grupo de hoplitas. Bryan no podía creer su mala fortuna. ¡De todos los lugares en esa maldita montaña, acabó justo en medio de un enfrentamiento en su momento de mayor debilidad!

Al final hizo lo único que podía: trató de no moverse y fingir estar muerto, algo que no resultaba nada fácil con su cuerpo sufriendo espasmos incontrolables cada cierto tiempo.

Para empeorar su desesperada situación, los hoplitas consiguieron rechazar a sus Lictores. Aún no entendía cómo no gritó de dolor cuando aquellos hoplitas lo arrastraron por los pies para llevárselo, y realmente comenzó a creer que ese sería su final, cuando aquel joven helénico enloqueció de repente y se lo llevó solo.

¡Diosa Fortuna! ¡Sabía que no me abandonarías!” Pensó en ese momento con lágrimas en los ojos. Tenía ante sí a un Caballero de la Tierra que había gastado casi toda su Aura de Batalla. ¡Una víctima perfecta para su Asimilación Vital! Esta técnica demoníaca consumía directamente la vida de su víctima, así que el estado de sus poderes era irrelevante. Bryan solo necesitaba el momento perfecto, y este llegó cuando sintió que su Zombi de Tierra finalmente lo había alcanzado. Además, aquel joven tuvo la gentileza de quitarse el casco y dejar sus armas. ¡Más fácil imposible!

Bryan no podía evitar sentirse aliviado de que su arriesgada jugada hubiese funcionado, aunque fuese de una manera diferente a la que había anticipado. Ahora, con sus heridas sanadas y parte de su energía restaurada, tenía una segunda oportunidad para enfrentarse a Elena. Su mente trabajaba frenéticamente, ideando posibles tácticas y estrategias. Sabía que no podía subestimar a su adversaria, pero también sabía que había aprendido mucho sobre ella durante su enfrentamiento.

El Zombi Élite de Tierra, oculto y siempre vigilante, seguía siendo su as bajo la manga. La criatura podía moverse silenciosamente bajo tierra, acechando y esperando el momento oportuno para atacar o defender. No quería utilizarlo directamente contra la Archimaga, porque temía que las llamas purificadoras del fénix le causaran un daño irreparable. Pero tenía otras alternativas.

- La Asimilación Vital ha restaurado el treinta por ciento de mi Esencia Mágica perdida, pero también me ha devuelto mi Fuerza Mental. - Se dijo Bryan, acariciándose las sienes, contento de que el dolor de cabeza que sentía por mantener durante tanto tiempo la Sincronización Paranormal finalmente se hubiese detenido: - Pero no es suficiente si quiero darle la vuelta a un enfrentamiento contra Elena Teia. Y no me cabe duda de que ella debe estar buscándome con ganas de vengarse, así que tengo que recuperarme en el menor tiempo posible. Afortunadamente... -

Giró la cabeza y pudo percibir varios pasos que se aproximaban.

 - ...aún quedan cuatro voluntarios más para consumir. -

Luego de sonreír con malicia, Bryan se arrodilló y recogió el escudo que había pertenecido a Aphros, el cual tenía dibujado el emblema de su familia en la superficie metálica.

- Estos escudos etolios son bastante buenos y sería una pena que este se desperdiciase. - Murmuró Bryan mientras se lo ceñía al brazo.

Después, se colocó el casco y también recogió la lanza. Estaba armado y listo, pero sabía que necesitaba algo más para asegurarse la victoria. De modo que murmuró un conjuro, y el Zombi Élite de Madera apareció a su lado, con una presencia imponente y aterradora. Luego, el suelo vibró cuando el Zombi Élite de Tierra emergió, colocándose en el otro extremo.

Con ambas criaturas flanqueándolo, Bryan declaró:

- ¡Vamos de cacería! -

Su voz resonó con una mezcla de determinación y crueldad, mientras se adentraba en el bosque, listo para encontrar a sus próximas víctimas.

*****

Los hoplitas y los legionarios, inconscientes de lo que acababa de suceder, continuaban buscando a Aphros. Ambos grupos iban en la misma dirección, pero se mantenían a una distancia prudencial unos de otros, porque no deseaban pelear hasta que no hubiese otra opción debido a lo agotados que se sentían. El ambiente en el bosque montañoso era tenso, cada sonido amplificado por el silencio expectante.

De repente, una gran nube de polvo los cubrió a todos, impidiéndoles ver claramente lo que sucedía. La repentina tormenta de arena en el corazón del bosque montañoso era algo demasiado surrealista y aterrador. Los hoplitas y los legionarios se cubrieron el rostro con los brazos, tosiendo y luchando por respirar.

- ¡¿Qué es esto, por los divinos?! - Gritó uno de los hoplitas, tratando de ver a través de la cortina de polvo.

El polvo se metía en sus ojos, nariz y boca, provocando una sensación de desesperación. La visibilidad se redujo a apenas unos metros, y el mundo a su alrededor se volvió un caos turbio y opresivo. Las siluetas de los árboles se desdibujaban, y los gritos y sonidos de confusión resonaban en el aire.

De repente, uno de los hoplitas divisó una figura que se aproximaba. A través del polvo, pudo ver que llevaba un Hoplón, el gran escudo que caracterizaba a los etolios. Al reconocer el emblema familiar, naturalmente pensó que era el compañero que buscaban.

- ¡Aphros! - Gritó el hoplita con la voz cargada de reproche: - ¡Maldito egoísta! ¿Acaso has perdido el juicio? ¡Nos has dejado a todos en peligro con tu comportamiento impulsivo! -

Sin embargo, cuando la figura se acercó más, el hoplita se dio cuenta de que algo no estaba bien. La postura, la forma de moverse, algo en esa figura le resultaba extraño, pero antes de que pudiera reaccionar, el recién llegado alzó su lanza y la hundió en su abdomen.

El hoplita ni siquiera tuvo tiempo de reaccionar. No solamente la velocidad de aquel ataque fue asombrosa, sino que la fuerza detrás del golpe lo impulsó hacia atrás como si lo hubiese arrancado del suelo. El hoplita quedó ensartado en el tronco de un árbol, y repentinamente las ramas del árbol cobraron vida, enroscándose en sus extremidades para atraparlo.

- ¡No! ¡Divinos, ayudadme! - Gritó el hoplita, luchando sin éxito por liberarse de las garras del árbol viviente.

Bryan, ahora claramente visible, se acercó con una fría determinación y tocó con sus manos desnudas la herida del hoplita, de la cual comenzó a emerger una especie de electricidad roja. El hoplita sintió cómo su fuerza vital era drenada y su cuerpo se debilitaba muy rápidamente mientras Bryan absorbía su energía.

- ¡Monstruo! ¿Qué me estás haciendo? - Gimió el hoplita, sintiendo la vida escapar de su cuerpo.

- Sólo estoy tomando lo que necesito. - Respondió Bryan, su voz gélida y sin una pizca de compasión. - Gracias por tu contribución. -

El hoplita soltó un último gemido antes de que sus ojos se vidriaran y su cuerpo se desintegrara en partículas de luz. Bryan se levantó, sintiendo la energía revitalizadora fluir por sus venas. Se dirigió hacia los otros dos soldados, uno de los cuales ya estaba medio enterrado en el suelo por el Zombi de Tierra, mientras que el otro había sido paralizado por las toxinas del Zombi de Madera y encima estaba enredado en una maraña de raíces.

- Si alguien me hubiese dicho que algún día me sería tan fácil matar a enemigos tan fuertes como Clark Ascher, confieso que habría dudado. - Comentó Bryan más bien para sí mismo, mientras repetía el proceso con aquellos dos: - Aunque, por supuesto, dudo que él alguna vez hubiese venido a enfrentarme de un modo tan imprudente. -

Cuando todo terminó, Bryan se detuvo un momento para concentrarse en cómo las corrientes de energía que fluían por sus venas le devolvían el poder a su Esencia Mágica. El Infante Sanguinario en su interior parecía retorcerse de alegría. No podía negar que, al menos físicamente, se sentía fenomenal: completo, poderoso, cargado de energía. Había robado cuatro vidas y las recibía con abundancia. Su salud era una burla para los que acababan de morir.

Afortunadamente ahora era mucho más maduro emocionalmente. Antes se habría deleitado en su propio poder, pero ahora sabía que cada acción tenía un precio, a veces incluso para su alma. Y que cada una de sus acciones tendría consecuencias. Su único consuelo eran las palabras del niño misterioso, que le habían asegurado que estaría bien, siempre y cuando solo usara esa habilidad en enemigos dispuestos a matarlo. Y esos cuatro cumplían claramente esas condiciones.

Pensando en el niño misterioso, recordó su último encuentro. Desde entonces, no había vuelto a ponerse en contacto con Bryan, y eso lo preocupaba. Pero en ese momento, necesitaba concentrarse. Se quitó rápidamente el casco para que sus Lictores lo reconocieran y soltó la lanza, una arma de madera que no le serviría de mucho contra Elena Teia, aunque decidió conservar el escudo por el momento.

Al final, fue completamente innecesario disfrazarme para sorprenderlos.” Pensó Bryan, mirando el casco en el suelo. Luego se volvió hacia los Zombis Elementales: “Con su ayuda, fue simplemente demasiado fácil. ¡Cómo me gustaría utilizarlos contra Elena Teia! Pero esas llamas purificadoras ya destruyeron a mis Espectros Oscuros y no quiero arriesgarme a perder más cartas de triunfo.

Suspirando, Bryan murmuró un conjuro y envió a ambos zombis de regreso al inframundo. Naturalmente, esto provocó que la nube de polvo que los envolvía desapareciera rápidamente. Al poco tiempo, los Lictores lo divisaron, pero algunos comenzaron a gritar que estaban viendo un fantasma.

- ¡Basta ya, imbéciles! ¿No ven que soy de carne y hueso? - Espetó Bryan para tranquilizarlos: - Puedo darle un puñetazo a cada uno si quieren, para demostrarlo. -

- ¡Pero, mi general, vimos claramente su cuerpo destruido! - Dijo uno de ellos con voz temblorosa: - ¿Cómo es posible que ahora esté bien? -

- Poder, así es “cómo”. - Respondió Bryan encogiéndose de hombros. Al ver que seguían confundidos, agregó: - Si realmente necesitan una explicación, pueden creer que utilicé una ilusión mágica para fingir estar muerto y deshacerme de esos helénicos. -

- ¿Una ilusión? -

- Sí, ¿acaso no saben que soy un Archimago? Utilicé un artefacto mágico para generar una ilusión. - Respondió Bryan rápidamente, pero viendo que seguían dudando, añadió: - Y ya dejen de perder mi valioso tiempo con preguntas. Más bien, díganme, ¿por qué en el nombre del cielo estaban peleando con unos hoplitas aquí? -

- Ellos llegaron poco después que usted se marchó a luchar con esa mujer. - Respondió inmediatamente otro lictor: - Creemos que eran la guardia personal de Elena Teia, pero ella debió dejarlos atrás para luchar con usted… - Y añadió con cierto reproche: - Algo que parece tener en común. -

Bryan sonrió y no dijo nada ante la audacia del lictor porque era verdad que los había abandonado cuando se suponía que ellos eran sus guardaespaldas. Pero desde su enfrentamiento con Sigrid Bazán, prefería que sus hombres no se arriesgaran inútilmente. Una cosa era enviarlos a una misión peligrosa, pero algo muy distinto era pedirles que lucharan cuando no existía ninguna posibilidad de éxito.

Con eso mente, decidió decirles: - Elena Teia resultó tener consigo un maldito fénix, nada menos que una Criatura de Nivel I. Además, de algún modo se han fusionado y ahora ella es casi una Suprema del Fuego. -

Naturalmente, sus palabras desataron una lluvia de exclamaciones y advertencias por parte de sus Lictores, pero Bryan los interrumpió antes de que pudieran terminar: - ¡Silencio todos, que no tengo tiempo para esto! ¡Por todos los dioses, esta no es mi primera vez lidiando con un Cuasi Supremo! ¿Acaso no saben que maté a Vlad Cerrón? Pero definitivamente ustedes van a ser una carga en nuestro enfrentamiento, así que les ordeno expresamente que se larguen de aquí ahora mismo para que pueda... -

No tuvo tiempo de terminar porque en ese momento sintió claramente una enorme cantidad de energía calórica aproximándose.

- Parece que la hermosa Archimaga ya está aquí para el segundo baile. – Dijo Bryan sonriendo con ironía. Luego se volvió hacia los Lictores, que también podían sentir aquella energía que parecía un segundo sol aproximándose: - ¡Ahora lárguense de aquí de una buena vez! -

Aquellos hombres asintieron e inmediatamente se alejaron a toda prisa.

Unos segundos después, Elena Teia llegó volando con una velocidad impresionante. Estaba bastante enojada por haber estado buscando a Bryan sin éxito por toda la montaña, hasta que el Zombi Élite de Tierra provocó la segunda nube de polvo, que se vio desde muy lejos. Así pudo encontrar dónde se encontraba su enemigo.

- ¡De modo que realmente sobreviviste! - Dijo Elena con una sonrisa llena de agresividad.

- Sí, pero no fue fácil. - Admitió Bryan sonriendo socarronamente: - Si quieres saberlo, esa última explosión me dolió muchísimo. -

- Pues ahora vas… - Elena comenzó a responder, pero repentinamente su expresión se congeló. Su mirada se volvió fría como el hielo, aunque el calor a su alrededor no dejaba de incrementarse, como un volcán a punto de entrar en erupción.

Naturalmente Bryan notó este cambio, pero no entendía lo que sucedía hasta que vio a Elena señalar el escudo que tenía en su brazo y preguntar: - ¿De dónde lo sacaste? -

Bryan miró el emblema del escudo y adivinó que debía pertenecer a alguien conocido. Entonces sonrió interiormente, sabiendo que tenía otra oportunidad de desestabilizar a su enemigo. ¿Y por qué no iba a utilizarla?

- ¿Esta baratija? - Respondió Bryan haciéndose el desentendido: - Se lo quité a un niño muy bonito, un joven apuesto que creo que vino hasta aquí para buscarte. -

- ¿Dónde está Aphros? - Preguntó Elena, fingiendo indiferencia, pero Bryan notó que ella tragaba saliva y estaba bastante nerviosa.

- ¿Así se llamaba? Tengo que recordar ese nombre para los sacerdotes… - Respondió Bryan primero hablando consigo mismo y luego dijo, mirando a Elena mientras sonreía de un modo malicioso: - Pues está muerto. Muy, muy muerto. - Enfatizó canturreando y luego añadió: - Te diría dónde recoger su cadáver, pero la verdad es que ni siquiera dejé uno. Desapareció. El pobre ni siquiera podrá convertirse en fertilizante para este bosque. -

Elena Teia bajó la mirada. Su cuerpo temblaba con furia contenida cuando finalmente intentó confirmar: - ¿Dices que has matado al hijo de Patros? -

- No sé quién es Patros, pero sí sé que maté al dueño de este escudo y además destrocé su cadáver hasta que se convirtió en nada. - Respondió Bryan con una mirada que pretendía ser seria, pero que claramente era una burla.

- Ya veo. - Dijo Elena, levantando la vista para mirarlo con una furia terrible, mientras gritaba: - ¡Entonces puedes acompañarlo! ¡Y esta vez me aseguraré de no dejar ni rastro de tu cadáver! -

- ¡Querida niña! - Respondió Bryan soltando una carcajada malvada, al mismo tiempo que expulsaba de golpe una enorme oleada de poder mágico: - ¡Creo que descubrirás que las cosas han cambiado bastante tras nuestra breve separación! -

Y entonces gritó:

- ¡Dominio Necromántico! -

Bryan con el Báculo Necromántico

Nota del Traductor

Hola amigos, soy acabcor de Perú y hoy es miércoles 29 de mayo del 2024.

¡Cómo ha cambiado el clima! Ahora mismo estamos en plena temporada helada y muchos de mis familiares están enfermos. Curiosamente, soy el más saludable de la familia en este momento. Pero, fuera de bromas, no ha sido fácil escribir este capítulo. La inspiración no llegaba como siempre y solo tenía una vaga idea de la sensación que quería transmitir a los lectores.

Aunque parezca increíble, una de mis intenciones era replicar la gama de emociones que siento cuando lucho contra un jefe en un videojuego: Te has preparado para derrotarlo, conoces el ritmo y la secuencia de sus ataques, y de repente, algo sale mal o cometes un error, y el monstruo te lanza un ataque que te quita la mitad de la vida. Me refiero a ese momento en el que sabes que estás en problemas y quizá te mate, pero aún tienes una oportunidad si no cometes ningún error más. Creo que todos hemos vivido esa experiencia si crecimos en la época de las consolas.

Esta pelea en particular fue muy difícil de escribir porque los eventos en sí no son tan vistosos como la situación que acabo de describir. Si esto se convierte en una película, la escena sería básicamente la de dos magos que se disparan hechizos sin que nada suceda, porque cada vez que Elena intenta algo, Bryan lo cancela.

¡Por suerte están los animes! Las auténticas joyas de la creatividad del siglo 21. Los japoneses son magníficos narradores de cuentos. Pueden hacer una historia emocionante sobre cualquier cosa. Estoy seguro de que si alguien decide escribir una historia sobre un peluquero que salva el mundo con peinados, los japoneses lo convertirían en un éxito mundial, con millones de dólares en ventas y más de 17 temporadas. Solo hay que ver Beyblade, la historia de unos niños que juegan con trompos para salvar el mundo, para apreciar esa habilidad nipona de hacer emocionante cualquier historia.

Pues toda la batalla con Elena está basada en una pelea del anime Mahouka Koukou no Rettousei, que en mi opinión es uno de esos animes raros, medio enfermizos y sin sentido, pero al final resulta ser el ejemplo típico de algo que "es tan malo que es bueno".

En cuanto al entreacto de los Lictores con los Hoplitas, sirve para aumentar el drama y establecer que es posible derrotar a personas de niveles superiores con las condiciones adecuadas. También quería generar expectativa al mostrar el cuerpo de Bryan, plagado de heridas mortales, cayendo repentinamente. ¡Espero que nadie se lo esperase!

Luego está el asunto del pobre Aphros. Recuerdo la conversación en el grupo de Facebook sobre lo miserable que podría terminar este joven al verse descorazonado, y yo asegurando que nunca iría por ese camino... Quizá crean que fui un poco hipócrita, porque al final le di un destino mucho peor. Y tienen razón. Desde el principio, Bryan iba a usar a Aphros como combustible de energía; el pobre estaba destinado a una muerte miserable desde el principio. Su nombre, que significa "ingenuo" y "desafortunado" en griego, ya lo presagiaba. Literalmente tuvo un final al estilo de The Walking Dead, cuando la serie todavía era buena.

¿Y qué me dicen de Bryan? Siempre mencioné en muchos capítulos que su cuerpo tiene una resistencia inhumana, casi sobrenatural. Incluso hice que aplastara una roca con los dedos, desmenuzándola como migajas de pan. Esta vez quería llevar esa capacidad al máximo. Quería una escena donde el protagonista mostrara hasta qué punto puede sobrevivir a heridas mortales. Creo que lo logré presentándolo básicamente como un cadáver apenas vivo, pero con la fuerza suficiente para someter a un joven adulto y morderle el cuello como un pitbull. Lamentablemente, las inteligencias artificiales tienen muchos filtros y moderación de contenido, por lo que no pude colocar el cadáver ensangrentado y quemado que realmente quería, pero creo que las imágenes generadas quedaron aceptables.

Gracias a la magia de Asimilación Vital, Bryan ha recuperado sus poderes demoníacos y su Fuerza Mental, listo para la batalla definitiva contra la cuasi suprema Elena Teia.

Déjame saber tu opinión en los comentarios: ¿Cuál fue tu parte favorita de este capítulo? ¿Te dio pena la muerte de Aphros o te hizo reír su imprudencia? ¿Sentiste la tensión constante en la primera parte del enfrentamiento entre Elena y Bryan? ¿Te gustó cómo Bryan se recuperó? ¿Qué te pareció la última provocación de Bryan a Elena? ¿Qué te tal les pareció las imágenes? ¿Crees que la diosa Fortuna está de su lado o se está haciendo la difícil? Y, sobre todo, ¿cómo crees que terminará el combate entre Elena y Bryan?

Si has disfrutado este capítulo, por favor considera patrocinarme usando los enlaces de mi cuenta de Patreon. También puedes utilizar los números de cuenta de BCP y YAPE que he dejado en el grupo de Facebook. Realmente necesito la ayuda económica en estos tiempos de crisis financiera, donde cada día todo está más caro. También puedes señalar cualquier error ortográfico o de contexto que se me haya pasado. Y por favor, comparte esta historia con todos tus amigos y en tus redes sociales para obtener más lectores.

¡Nos vemos en el siguiente capítulo!