215 Una matanza frenética

Cada etapa en la magia demoníaca venía con una terrible trampa incluida y ahora Bryan lo sabía. En el caso del Reino de la Sed de Sangre, el mago debía sumergirse en la euforia de la masacre para poder fortalecerse; pero como en las primeras etapas no tendría la capacidad de mantenerse consciente, lo usual era que terminase matando a sus familiares, amigos y demás seres queridos sin darse cuenta. De hecho, la propia Esencia Mágica lo impulsaba a hacerlo.

Esto había sido diseñado a propósito para dejar al mago demoníaco completamente solo y aislado, carcomido con la culpa y, sobre todo, sin deseo de volver a entrabar ningún tipo de relación verdadera en el futuro. El objetivo era volverlos seres insensibles, ensimismados, con una naturaleza despiadada y únicamente concentrados en obtener más poder.

Lo que Chu Can Lan nunca hubiera podido predecir era que Bryan tendría de su lado a la Magia Necromántica. La Fuerza Mental también aumentaba su capacidad de concentración a un grado que superaba a los seres humanos y le permitía mantenerse seminconsciente incluso en ese estado de frenesí homicida.

También recibió algo de ayuda externa, pero en ese momento todavía no lo comprendía del todo.

Aun así, el impulso por matar era increíblemente intenso. Y pese a sus defensas mentales, no era imposible que Bryan se perdiese por completo en el deseo por matar, quizá incluso hasta el punto de volverse completamente loco.

Para mantenerse cuerdo, Bryan enfocó toda su ira, odio y agresividad en un solo pensamiento: Vengarse de Sorin. Su corazón comenzó a latir con fuerza y finalmente el Infante Sanguinario despertó en su interior, controlando la Esencia Mágica por él y aumentando aún más sus poderes. Además, decidió que era el momento de desatar todo el poder de su Magia Necromántica por primera vez.

Bryan sonrió mientras caminaba con aparente tranquilidad. Pero había algo en su manera de moverse casi inenarrable, que trasmitía una sensación de peligro, como si fuese un monstruo enjaulado que finalmente ha encontrado el modo de soltarse.

- ¡Dominio Necromántico! -

Y la bestia se liberó.

****

Como mercenarios, los miembros de Falce Segador habían tenido que enfrentarse con muchas cosas extrañas durante su vida. Por eso, cuando vieron al gigante de metal que arremetía contra el torreón, se sorprendieron, sí, pero no estaban cerca de desesperarse.

De inmediato dispararon rondas de flechas y magia, luego de lo cual descubrieron que los ataques contundentes eran los únicos que afectaban a este extraño coloso. Así que sacaron las ballestas especiales que disparaban proyectiles pesados para apoyar a los magos, quienes a su vez comenzaron a conjurar rocas, estalactitas y otros tipos de magia con efectos físicos. Sin embargo, aunque consiguieron ralentizar su avance, el Gólem Blindado no sufrió daños reales y al poco tiempo comenzó a aporrear los muros exteriores.

Los defensores entonces redoblaron sus ataques y esta vez el Gólem tuvo que sufrir ráfagas ofensivas de dos murallas, la exterior y la interior, además de los poderes de los magos en la cima del torreón. La rampa de acceso, que era lo bastante grande para que las personas la utilizasen, resultaba un poco estrecha para un ser tan grande y limitaba sus movimientos.

Sin embargo, aunque estuvo cerca de perder el equilibrio un par de veces, el Gólem Blindado continuó usando sus poderosos brazos para golpear los muros con su enorme escudo y de vez en cuando balanceaba su terrible gancho con cadena por encima de las almenas, arrastrando hacia el vacío a los defensores que no alcanzaban a cubrirse a tiempo.

Entonces los mercenarios en el muro tocaron los cuernos para llamar a sus refuerzos y los veteranos de Falce Segador reemplazaron a los guerreros más cansados. Los ataques se redoblaron con mayor intensidad y por un momento pareció que el Gólem Blindado tenía verdaderas dificultades, pues a pesar de su terrible fuerza, no era capaz de hacer un daño decisivo a los muros reforzados con encantamientos mágicos, aunque cada uno de sus golpes los hacía temblar terriblemente.

De pronto el Gólem Blindado pareció retroceder unos pasos y se apoyó con una rodilla en el suelo. Los mercenarios vitorearon porque creyeron que habían ganado, pero entonces el escudo de metal del coloso resplandeció un momento y arrojó un rayo de luz que cayó sobre las puertas. Se escuchó un sonido chirriante y los casi cincuenta encantamientos defensivos de rango medio que protegían la puerta fueron temporalmente desactivados.

Todo el ataque anterior había sido una distracción para que los mercenarios se concentrasen más en defender los muros que la puerta. Este artilugio destructor de barreras mágicas, que Belinda había agregado al escudo del Gólem Blindado, nunca hubiera funcionado en una fortaleza tan poderosa como la de Kerlan, pero era más que suficiente para abrirse paso en el bastión de unos mercenarios.

Para cuando los defensores entendieron lo que ocurría ya era tarde. Una enormes Garras Sombrías aparecieron de la nada y clavaron sus alargados dedos en los gozones de la puerta, para luego arrancarla de cuajo, provocando un estruendo espantoso.

Sonaron nuevas alarmas y esta vez todos en el bastión entendieron que los enemigos habían conseguido superar las defensas externas.

****

Una buena cantidad de guerreros se encontraba en el fondo del desfiladero meridional preparándose para luchar, pero no tenían mucha prisa porque lo más seguro era que su presencia no llegase a ser requerida. Pero cuando escucharon los sonidos que indicaban intrusos en el interior de la Muralla Externa del Torreón, supieron que todos los combatientes disponibles tenían que unir fuerzas para expulsar a esta amenaza.

En cuanto estuvieron listos, decenas de mercenarios comenzaron a marchar hacia la muralla, pero algunos de ellos se quedaron parados sin moverse, mientras observaban el cielo en dirección al sur. Eso era extraño porque los enemigos estaban atacando el muro, así que cualquier cosa digna de atención estaría en el norte.

Todos los que corrían se detuvieron y voltearon a ver.

Hasta hacía solo unos momentos, el cielo nocturno estaba despejado y las estrellas se podían ver con claridad, pero de repente una enorme cantidad de nubarrones tormentosos se habían reunido entorno a la cordillera y parecían avanzar hacia ellos. Este fenómeno climatológico era extremadamente raro, porque, aunque las nubes provocaban relámpagos ominosos, los truenos que deberían producirse no resonaban.

Tampoco había lluvia o vientos involucrados.

- ¿Qué carajo? - Dijo uno de los que tenía mejor vista: - ¡¿Hay un hombre debajo de la tormenta?! -

El mercenario tenía razón. Conforme las nubes se aproximaban, los relámpagos se hacían cada vez más evidentes y de vez en cuando su luz dejaba ver a una figura encapuchada que caminaba hacia ellos.

Y era como si la tormenta lo estuviese siguiendo.

Repentinamente los cúmulos oscuros cubrieron el cielo por encima de los mercenarios. No había viento, lluvia o nieve, pero la temperatura del ambiente comenzó a descender hasta el punto en que el aliento de estos hombres se volvió visible como vahos de vapor.

Los mercenarios no acababan de entender lo que sucedía, cuando la extraña figura estuvo bastante cerca como para que pudieran verlo con claridad. Y era una visión aterradora, porque sus ojos resplandecían como carbones al rojo vivo y una sonrisa macabra volvía aterradores los rasgos atractivos de su rostro.

Era como una maldita manifestación de la más pura maldad.

Los mercenarios se quedaron en silencio sin saber que hacer. Estos curtidos hombres, veteranos de cientos de batallas, de repente se sentían como niños que se han encontrado repentinamente con un depredador y cuyos instintos los obligan a guardar silencio. Era casi risible: De un lado había por lo menos trescientos mercenarios. Del otro, una sola persona.

Aunque solo durante unos segundos.

Los relámpagos se detuvieron un instante y la oscuridad no los dejó ver nada a pesar de sus antorchas. Pero cuando los rayos volvieron, los mercenarios descubrieron con horror que había aparecido una multitud entera detrás del hombre encapuchado.

Eran Guerreros Zombis.

Normalmente las Criaturas Oscuras eran consideradas más como estorbos que otra cosa. Un Guerrero Zombi solamente podía representar algún tipo de amenaza para un guerrero cuando su necromante lo controlaba directamente, pues entonces sus movimientos se volvían más precisos y ágiles. En cambio, cuando eran controlados en grupo, las Criaturas Oscuras se movían como sonámbulos, sobre todo cuando eran invocados en gran cantidad.

Frente a los mercenarios había cien de estos Guerreros Zombis, pero ni siquiera aquellos que tenían el poder equivalente al de un Sargento Caballero suspiraron aliviados. El motivo era que todos los Guerreros Zombis trasmitían un sentimiento de amenaza que ninguno de ellos había visto jamás en una Criatura Oscura. Sus ojos resplandecían con una luz pálida, sus músculos estaban tensionados y uno casi podía sentir la agresividad que venía de cada uno de ellos.

El hombre encapuchado sonrió aún más y entonces señaló a los mercenarios con un gesto de su mano. Entonces los Guerreros Zombis se precipitaron hacia ellos como en una estampida. La velocidad con la que corrían era tal que el suelo se estremeció a su paso.

- ¡Nos atacan! - Gritó uno de los mercenarios desenvainando su espada y activando su Aura de Batalla. Esto despertó al resto de su estupor, que de inmediato prepararon sus armas para recibir la embestida de Criaturas Oscuras.

Más cuando parecía que estaba a punto de ocurrir un choque frontal, las primera tres filas de Guerreros Zombis dieron un fuerte pisotón y saltaron casi dos metros con su asombrosa fuerza física para caer encima de los mercenarios mientras golpeaban con sus garrotes. Casi todos terminaron ensartados cuando los mercenarios alzaron sus armas para recibirlos, pero al hacerlo descuidaron la defensa frontal y el resto de Zombis se abrió paso en el muro de escudos que los mercenarios habían tratado de formar.

Los mercenarios comenzaron a luchar contra los Guerreros Zombis, pero para su sorpresa descubrieron que estos reaccionaban ágilmente a cada uno de sus ataques con movimientos ágiles y precisos. ¡Estos zombis parecían despiertos a pesar de que nadie los estaba controlando personalmente!

Además, aunque no tenían Aura de Batalla, su fuerza era considerable y no eran vulnerables al dolor como los seres vivos. Tampoco se cansaban y seguían peleando incluso si perdían sus extremidades.

La forma en la que peleaban también era muy diferente. Un guerrero lucharía con precaución para ahorrar sus fuerzas, buscando golpear certeramente y cuidando siempre de no lastimarse. En cambio, los Guerreros Zombis luchaban como auténticos poseídos; golpeaban, pateaban y mordían salvajemente. Más que guerreros era como luchar contra una horda de animales enfurecidos que no tenían miedo ni tampoco se cansaban.

Uno de los mercenarios alcanzó a golpear con su hacha el pecho desnudo de uno de los Zombis. Y lo primero que notó fue que la sensación era muy diferente a la habitual.

Cuando alguien con Aura de Batalla golpeaba a un ser que no la poseía, usualmente lo atravesaba con absurda facilidad a no ser que llevase algún tipo de armadura o hechizo defensivo. Pero el cuerpo de Zombi se sentía como tratar de cortar un grueso bloque de arcilla húmeda. Le hizo daño a la Criatura, pero lo costó mucho más de lo esperado.

El mercenario retrocedió para posicionarse mejor antes de volver a atacar. Ahí fue cuando se dio cuenta (con horror) de que la herida que acababa de causarle a la Criatura Oscura estaba regenerándose lentamente. Y su grito de alarma fue el primero que puso al resto sobre aviso acerca de este extraño fenómeno.

Pero no pudo volver a gritar, porque cuando respiró para tomar aliento le pareció que el aire frío circundante se metía en sus pulmones casi a la fuerza, provocándole un fuerte dolor. Cuando el mercenario finalmente exhaló, sintió claramente que el calor de su cuerpo lo abandonaba de un modo demasiado veloz para ser natural. El hacha de guerra comenzó a sentirse muy pesada en sus manos. También la armadura en sus hombros. Incluso su visión pareció obnubilarse.

El Guerrero Zombi volvió a atacarlo y el mercenario quiso saltar hacia atrás, pero descubrió que sus pies le pesaban como si estuviesen hechos de plomo. Era como si llevase varios días sin dormir. La cabeza le dolía, se sentía mareado, respirar era doloroso y su pulso fallaba.

En tales condiciones no consiguió evitar el golpe del garrote, que le atinó directamente en la cabeza. Aunque tenía un casco protector, el impacto lo dejó un poco mareado y no vio venir a otro Zombi, armado con una espada, que le atravesó el estómago a pesar de que el Aura de Batalla tendría que haberlo protegido.

Situaciones similares comenzaron a ocurrir en todas partes y el pánico comenzó a ganarle a los mercenarios, que sentían cómo su energía se agotaba con cada segundo que pasaba, mientras que los Guerreros Zombis se fortalecían. La oscuridad que los envolvía no les permitía ver ni a un metro de distancia, incluso con las antorchas y hasta respirar les provocaba un auténtico dolor.

- ¡Cálmense! ¡Tranquilos! - Gritó entonces uno de los más veteranos: - ¡Formen Manípulos Defensivos ahora! ¡Combatiremos de forma rotativa hasta que lleguen refuerzos! ¡No cedan! -

Esas instrucciones ayudaron a que los mercenarios se liberaran temporalmente del miedo y pensaran en sobrevivir. Un manípulo era una formación defensiva semejante a una pequeña Falange, pero más versátil, que les permitía luchar tan sólo a unos pocos, mientras que el resto descansaba para recuperar energías. Rápidamente comenzaron a maniobrar para colocarse en posición, pero en ese momento…

- ¡Cuidado! -

Justo cuando todos estaban luchando por construir la formación, una figura oscura cayó sobre el veterano que acababa de gritar, igual que un águila sobre su presa. Se trataba del hombre encapuchado. Su ataque repentino dejó inconsciente al mercenario y ahora estaba acuchillándolo en el cuello de una forma tan violenta y sanguinaria, que su cabeza se desprendió de su cuello.

Antes de que ninguno pudiese hacer algo, el encapuchado extendió ambas manos y de sus palmas brotaron dos enormes llamaradas de fuego púrpura que congelaron a los mercenarios a su alrededor. Sus cuerpos perdieron el equilibrio y se partieron en pedazos al golpear el suelo.

Pero aún no habían terminado de quebrarse, cuando el encapuchado saltó nuevamente y capturó con una llave a otro desafortunado. Entonces dio un pisotón y se alejó volando hacia las nubes tormentosas, llevándose al mercenario consigo, y perdiéndose de vista en un segundo. Poco después se escucharon gritos desesperados, mientras que trozos de carne sanguinolenta comenzaron a caer encima de la multitud.

De algún modo su compañero estaba siendo descuartizado en el aire.

Aterrados, los mercenarios trataron de buscar a la figura oscura con la mirada, pero naturalmente todo lo acontecido acabó impidiendo cualquier intento por crear una formación defensiva y comenzaron a ser barridos por los Guerreros Zombis.

- ¡Retirada! -

Finalmente, el pánico les ganó a los mercenarios, que dieron media vuelta y corrieron hacia el Torreón o el Muro Bajo, en busca de la seguridad de la fortaleza. Los miembros más poderosos de Falce Segador estaban ahí, junto con los poderosos visitantes que los acompañaban. Llegar ahí era, sin lugar a dudas, su mejor esperanza de sobrevivir.

Pero naturalmente, la horda de Guerreros Zombis comenzó a perseguirlos a toda prisa. Y ellos no se cansaban ni necesitaban detenerse a recuperar el aliento.

Las nubes negras que los cubrían a todos comenzaron a extenderse todavía más, abarcando casi todo el desfiladero. Cuando los mercenarios se dieron la vuelta vieron con horror que el hombre encapuchado había vuelto a descender de las alturas y ahora estaba parado en un peñasco. A su alrededor comenzaron a aparecer más Guerreros Zombis, algunas Abominaciones y un enjambre de Gárgolas voladoras.

Fue entonces cuando realmente comenzaron a desesperar.

*****

En el Muro Bajo, los centinelas iban de un lado a otro intercambiando información. En medio de aquella oscuridad les era imposible saber lo que estaba pasando realmente, pero les llegaban los ecos de los golpes que el Gólem Blindado había estado dando contra las paredes del Torreón y el canto de las trompetas de los defensores.

Detrás del Muro Bajo había una gran cantidad de tiendas y en medio de ellas, afanosos como hormigas, estaban varias tropas de Falce Segador preparándose para defender su bastión. Si el ataque del gigante de metal resultaba ser una distracción para encubrir a un ejército enemigo, ellos estarían listos para recibir a los invasores.

Más allá del muro, al este y junto a las montañas, se encontraban varias filas de galpones o depósitos de madera, llenos de diferentes cosas: armas, repuestos, armaduras, comida y también productos valiosos.

Muchos de estos bienes habían sido traídos recientemente por el ilustre visitante que ahora estaba reunido con su capitán Sorin, en preparación para la segunda fase del gran plan que los haría los amos indiscutibles del Valle del Sol.

Y no debían ser descubiertos por la Banda de Drakar.

El problema era que no había lugar para guardar semejante cantidad de paquetes en el Torreón y el agua en el sistema de cavernas al fondo del desfiladero echaría a perder gran parte del contenido. Por eso improvisaron los galpones disfrazándolos como viviendas para los soldados, mientras que los hombres soportaban temporalmente la incomodidad de dormir en las húmedas cuevas donde las pulgas y los zancudos pululaban.

Era por eso que los mercenarios apostados en el Muro Bajo eran bastante reacios a moverse, pues tenían que proteger esos depósitos a toda costa. Pero no les quedó más remedio que prepararse para correr hacia el Torreón cuando escucharon un cambio en el redoble de las trompetas, anunciando que la puerta principal había sido atravesada

Fue en ese momento que algunos mercenarios creyeron oír un sonido agudo. Luego sintieron una brisa que parecía venir del Este, lo cual no tenía sentido porque ahí estaban las montañas, las cuales siempre bloqueaban el viento desde esa dirección. Los más veteranos entre ellos fruncieron el ceño y se pusieron a buscar algo sospechoso en las laderas, cerca del muro o en la llanura; pero no encontraron nada. Siguiendo su instinto, algunos comenzaron a observar el cielo, aunque la gran masa de la cordillera les impedía distinguir nada con claridad, sólo negrura. Aun así, creyeron ver, por una fracción de segundo, el contorno de algo que se movía.

- ¡Ahora! - Gritó de pronto la hermosa voz de una mujer desconocida.

De súbito, unas fauces espantosas se abrieron unos metros por encima de los mercenarios y la luz de las antorchas se reflejó en la superficie resplandeciente de unos enormes colmillos. Para esos hombres fue como parpadear y descubrir que a la propia noche le había brotado una boca que ahora caía sobre ellos a una velocidad inconcebible. Entonces un vapor nauseabundo brotó de la garganta de este ser, antes de que sus mentes tuvieran tiempo de asimilar lo que veían.

Los mercenarios sintieron que cada centímetro de su piel expuesta era atravesado por millones de agujas al rojo vivo. El aliento ácido se metió rápidamente por las pequeñas grietas de sus armaduras y para cuando quisieron reaccionar ya era tarde.

El Aura de Batalla podría haber defendido sus cuerpos de ese ataque si la hubiesen activado antes, pero ahora sus pieles se estaban quemando y también sus armaduras se deshacían. Los mercenarios sobre el muro comenzaron a sacudirse por el dolor, se golpeaban entre ellos sin darse cuenta, muchos se cayeron de las almenas al perder el equilibrio.

Fue precisamente entonces que la bestia volvió a atacarlos.

Esta vez no utilizó su aliento, sino que simplemente voló casi al ras de las almenas, usando sus poderosas patas para aferrar a media docena de mercenarios. Luego utilizó la propia inercia junto con la masa enorme de su cuerpo, para literalmente barrer a casi todos los mercenarios sobre el muro, quienes fueron incapaces de reaccionar debido a sus heridas.

- ¡Dragón! -

Los demás miembros de Falce Segador que esperaban abajo vieron lo que ocurría y de inmediato trataron de auxiliar a sus camaradas. Los Magos junto con los Arqueros lanzaron ataques contra la criatura, pero esta volaba demasiado rápido y además se mimetizaba casi perfectamente con la oscuridad de la noche. Antes de que las saetas hubiesen recorrido la mitad de la distancia que los separaba del dragón, este ya se había elevado más de veinte metros en el aire, soltado el agarre de los mercenarios que todavía sujetaba con sus garras, (los cuales gritaron al precipitarse hacia el vacío) y desapareció en la oscuridad.

- ¡Atención! ¡Vigilen los cielos! ¡Que los magos creen una barrera defensiva contra su aliento! ¡Cornetas, toquen alarma! -

Rápidamente los mercenarios formaron grupos en torno a los magos, quienes a su vez erigieron una serie de barreras defensivas en forma de domo para detener el aliento del dragón. Mientras tanto los arqueros, que poseían la mejor vista, observaban atentamente el cielo en busca de la menor señal de la criatura.

Pero el ataque que esperaban no parecía estar por llegar.

- ¿En dónde rayos está? - Pregunto uno de ellos.

- Silencio, creo que es un Dragon Negro. - Respondió uno de los más veteranos: - La noche es su ambiente natural. Puede atacar en cualquier momento. -

- ¿Cómo lo sabes? ¿Has visto a uno? -

- No, pero el aliento ácido es su marca característica. Alégrate, porque parece ser que no se trata de un adulto. De otro modo, no necesitaría ocultarse de nosotros. -

- ¡¿Qué hacemos entonces?! -

- Nuestra mejor opción es resistir aquí hasta que lleguen los refuerzos. -

En ese mismo momento se escuchó un estruendo. Pero no sobre los mercenarios, sino en los depósitos al Este. El Dragón había aprovechado que todos estaban concentrados en un posible ataque cerca del muro, para volar sobre los edificios de madera y les había arrojado su aliento de lava. Ahora un incendio terrible se estaba esparciendo rápidamente.

- ¡Nooo! ¡Tenemos que apagar ese fuego ahora! -

- ¡No podemos! ¡El Dragón ha vuelto a desaparecer! ¡Nos podría atacar a medio camino! ¡Mantengan la posición! -

- ¡¿Por qué paso esto?! ¡Maldita sea! -

Los depósitos que ahora ardían contenían la valiosa carga que los mercenarios de Falce Segador habían estado metiendo en secreto durante meses al Valle del Sol. Algunos no pudieron soportar ver como se perdían tantos recursos y se arriesgaron a salir de las barreras mágicas para tratar de apagar el incendio. Pero muy a su pesar confirmaron que el Dragón estaba sobrevolando los cielos entre los depósitos y el muro bajo. No le costó matar a los pobres desafortunados con su aliento ácido.

Los magos le arrojaron conjuros ofensivos, pero la bestia nuevamente aprovechó las sombras para desaparecer. Y la siguiente vez también atacó a los que intentaron apagar el fuego, solo que esta vez lo hizo desde la tierra, serpenteando como una enorme víbora, que luego desapareció rápidamente en la oscuridad después de matar a sus víctimas.

Los mercenarios no entendían lo que estaba sucediendo. Simplemente no tenía sentido.  Cada vez que un Dragón atacaba un asentamiento humano era para alimentarse de las personas, matar a los sobrevivientes y robar su botín. En ese orden.

Lo normal hubiese sido que la bestia se concentrase en matarlos a ellos antes de hacer cualquier otra cosa. Pero este Dragón había atacado primero el muro, provocando que todos los mercenarios se agrupasen ahí. Luego prendió fuego a los depósitos que quedaron sin protección. Y ahora estaba esperando tranquilamente mientras las llamas se extendían, atacando únicamente a quienes se atreviesen a salir de las barreras para intentar salvar el contenido de los galpones. Además, en lugar de volar se estaba arrastrando por el suelo, como si supiese que de ese modo era más difícil atinarle con ataques mágicos, porque sólo los magos en el exterior del perímetro podían ver lo que ocurría.

Simplemente era demasiado extraño para ser el ataque de una bestia. Casi parecía planeado por un estratega militar. Era como si…

- ¡Maldita sea! ¡Tiene un jinete! ¡Ese Dragón está sometido a alguien! - Grito uno de los mercenarios, expresando el pensamiento de todos.

*****

A varios metros, en frente del Torreón principal, el Gran Mago Egon del Culto de Caelos contemplaba la batalla que se estaba desarrollando con una expresión insatisfecha, porque no se estaba desarrollando como esperaba.

Al principio todo salió de maravillas y el Gólem Blindado consiguió atravesar las puertas con pocas dificultades. El siguiente paso era utilizar una de las habilidades especiales del gigante de metal, junto con los conjuros del Gran Mago, para derrumbar el Torreón, matando a todos en su interior.

Pero entonces descubrió que existía una segunda muralla defensiva en su camino, la cual no podía ser vista desde el exterior. Además, el patio estaba lleno a rebosar de mercenarios veteranos y un grupo de casi trescientos combatientes del Templo de Idramón, entre los cuales había casi cincuenta Caballeros Veteranos, de cuya presencia no tenía conocimiento alguno.

Egon maldijo en cuanto los vio, pues entendió que los planes de sus enemigos estaban mucho más adelantados de lo que originalmente creía. Y su deseo por matar a Sorin se amplificó.

El problema era que los hombres del Templo de Idramón eran excelentes combatientes, tanto con Aura de Batalla como con la magia. Todos juntos combinaron esfuerzos junto con los mercenarios de Falce segador y consiguieron rechazar los ataques del Gólem Blindado.

Peor aún, comenzaron a dañarlo.

Por lo menos no son miembros del Batallón Sagrado.” Pensó Egon al recordar a las tropas más poderosas del Templo de Idramón, la fuerza de élites cuya especialidad era el trabajo en equipo. Si ellos estuviesen aquí, ni siquiera Egon estaba 100 % seguro de que pudiese vencerlos o incluso escapar sin sacrificar bastante.

Aun así, la batalla había entrado en un punto muerto. Ni siquiera las ocasionales ayudas del Gran Mago eran suficientes para lograr que el Gólem Blindado prevaleciese contra los defensores. Estaban en una situación en la que cualquier cosa podía terminar inclinando la balanza en una u otra dirección.

En ese momento lo que más temía el Gran Mago y lo que más esperaban los defensores, era que el resto de miembros de Falce Segador que esperaban en el Muro Bajo o en lo profundo del desfiladero finalmente llegasen. Estos refuerzos finalmente pondrían fin a la batalla, a no ser que el propio Egon decidiese intervenir y revelase por completo su presencia. En ese caso definitivamente ganaría, sin embargo, revelaría demasiadas de sus habilidades y aún no sabía quiénes podían estar escondiéndose en el interior del Torreón.

Una parte de Egon quería retirarse por seguridad.  Pero si el misterioso invitado de Sorin no era realmente alguien poderoso, estaría perdiendo una gran oportunidad para librarse de este Archimago que, si continuaba creciendo, podía llegar a convertirse en una auténtica amenaza para el Culto de Caelos.

Y los refuerzos de Falce Segador no estaban viniendo por algún motivo.

Egon detestaba la indecisión en otras personas, pero sobre todo la detestaba en sí mismo. Y ahora estaba ahí, vacilando entre continuar o retroceder, en un empate que ya se había prolongado demasiado para su gusto.

Mientras cavilaba en estos asuntos, sus sentidos mágicos percibieron que algo extraño ocurría en el Sur, así que se enfocó en esa dirección y entonces abrió los ojos con sorpresa.

- Belinda. - Susurró el Gran Mago tratando de controlar su voz: - A parte de Fausto… ¿Hemos movilizado a algún otro necromante para esta misión? -

La alquimista había estado todo el tiempo a su lado, con los ojos cerrados y concentrada en la información que su Gólem Blindado le trasmitía, pero al escuchar la pregunta se volvió hacia el terrible anciano con una expresión perpleja: - No enviamos ningún otro necromante, Maestro Egon. -

- Concéntrate en el Sur. ¿Puedes sentir el poder de la muerte que se aproxima en esa dirección? -

Belinda lo miró confundida por un instante, pero inmediatamente asintió y se concentró. Al poco tiempo se estremeció por la sorpresa: - ¡Es como una avalancha de poder! -

- Y a parte de Fausto no puede haber muchos que sean capaces de algo como esto. ¿Estás segura de que murió? -

- Su asesino lo confirmó y tenía en su poder el Cetro que yo diseñé para él. Además, si Fausto estuviese vivo se habría puesto en contacto con nosotros inmediatamente. No tiene sentido que venga aquí y ataque por su propia cuenta, sin ningún tipo de autorización. -

Egon se quedó en silencio mientras meditaba en las palabras de Belinda y al final concluyó que la alquimista tenía razón: - Entonces, quizá nuestros superiores han movilizado a más miembros para apoyarnos en secreto. No sé demasiado sobre la necromancia y confieso que jamás había sentido un poderío semejante de esta clase… ¡Pero estoy seguro de que nadie a parte de nosotros podría comandar poderes malignos tan grandes! -

- Tiene razón, Maestro Egon. - Dijo Belinda sonriendo con confianza debajo de su velo.

Egon entonces utilizó un arte secreto que sólo conocían los altos miembros del Culto para llevar su voz hacia la persona desconocida quién, si también era miembro, recibiría la trasmisión de sonido y le respondería de vuelta.

- Yo soy el Maestro Egon, por favor identifícate camarada. - Dijo el Gran Mago Oscuro con un tono casi amistoso, pues tal era su seguridad en la creencia de que sólo el Culto de Caelos podría tener semejante poder.

Pero nadie respondió a su llamado.

*****

- ¡Ayuda! - Gritó uno de los mercenarios justo antes de que Bryan le diese una terrible patada en el pecho, que lo envió volando a tres metros.

Antes de que su presa pudiese levantarse, Bryan ya estaba a su lado, aplastándole lentamente el cuello bajo su bota, mientras que usaba el Desgarrador Sombrío para interceptar el tajo de otro enemigo, desviarlo a un lado y luego acuchillarlo en el estómago. El atacante se alejó herido de muerte, entonces Bryan usó más fuerza en su pie para terminar de matar al desafortunado, disfrutando de la sensación de pisotearle la tráquea hasta finalmente romper el cuello de su víctima.

Una sonrisa salvaje hacía aún más aterradora la expresión sanguinaria de su rostro. En ese momento los Guerreros Zombis y las Gárgolas estaban desatando una matanza espantosa, sin que él tuviese que hacer nada para dirigirlos, sus enemigos estaban escapando desesperados y el Dominio Necromántico funcionaba mucho mejor de lo que creía inicialmente.

El enemigo natural de las Criaturas Oscuras era la luz. El sol en particular era una fuerza completamente opuesta a la naturaleza de la muerte, de ahí que el primer paso de este terrible hechizo fuese provocar unas nubes negras que bloqueasen cualquier iluminación del cielo. Los ejércitos de no muertos podían marchar cómodamente y se veían bastante fortalecidos; sus enemigos en cambio, apenas podían mantenerse vivos en ese entorno que se parecía cada vez más al mismísimo inframundo.

Bryan no tenía que dirigir ni planear nada. Bastaba con que repusiera una cantidad determinada de Guerreros Zombis cada cierto tiempo. Así que era libre para dedicarse a otras cosas.

El Reino de la Sed de Sangre lo sumergía en un estado de frenesí muy similar al del Estado Mental Tenebroso en su variante Agresiva. Cuando sus seres queridos estaban cerca, la Esencia Mágica trataría de provocarlo para que los matase y por eso tenía que tener mucho cuidado. Pero en ese momento sólo había enemigos en frente suyo, así que no había motivo para que siguiera reprimiendo ese deseo de matar que parecía capaz de volverlo loco…

No había necesidad de contenerse.

Bryan arrojó el Desgarrador Sombrío hacia adelante y su arma mágica perforó fácilmente las espaldas de dos mercenarios que huían. En frente suyo había un cadáver que todavía sostenía a duras penas un hacha de guerra, así que la recogió sin miramientos, mientras corría a toda velocidad.

Un mercenario que corría fue alcanzado en el hombro. El borde cortante del hacha atravesó la armadura de cuero y se hundió profundamente en la carne. El hombre gritó de dolor y Bryan jaló hacia atrás con su fuerza sobrehumana, llevando el cuerpo hasta sus pies.

Antes de que su víctima pudiera moverse, Bryan comenzó a golpearlo rápidamente con el hacha, una y otra vez, dejando el cuerpo irreconocible en menos de unos minutos. Luego se levantó con la mano extendida y el Desgarrador Sombrío regresó volando a su mano.

De inmediato buscó una nueva víctima. Había un guerrero con un escudo, que seguramente ocultaba detrás una espada corta o una maza. Seguramente su técnica de combate tendría algo que ver con ello, pero no le sirvió de nada, porque Bryan golpeó el escudo con el hacha y usó tanta fuerza que le rompió el brazo a la primera.

El hacha se quedó clavada en el escudo y Bryan la soltó. Luego se abrió paso con el Desgarrador Sombrío para apuñalar al aterrado mercenario en el ojo. Como sus brazos quedaron parcialmente atrapados en el escudo, el pobre no pudo hacer mucho para defenderse. La punta de la espada de Bryan siguió entrando en el cráneo hasta que llegó al cerebro y eso fue todo.

Varios mercenarios vieron lo que ocurría con expresiones desencajadas de miedo, pánico y verdadero pavor. Pero estaban siendo perseguidos por la horda de Guerreros Zombis, Gárgolas y Abominaciones. Ninguno hizo algún intento de detenerlo.

Bryan siguió sonriendo y esta vez avanzó volando parcialmente con el Arte del Noveno Diagrama Celeste, impactando contra las espaldas de varios enemigos como si fuese un ariete. Muchos murieron aplastados por sus propios compañeros que no se detuvieron a ayudarlos en su desesperación por escapar.

Ahora Bryan había conseguido colocarse al frente de un gran grupo, bloqueando su camino. Los mercenarios intentaron abrirse paso. Pero Bryan avanzó a gran velocidad mientras desataba una oleada de llamas congelantes para distraerlos, luego hizo un doble giro y cortó con su espada mágica.

Seis personas fueron heridas de gravedad o perdieron extremidades. El resto de sus compañeros entendieron que nunca sobrevivirían si no se unían, así que lo atacaron con todas sus fuerzas, pero cada golpe que recibían de Bryan llevaba consigo la fuerza veinte hombres y ninguno de los suyos parecía atinarle debido a su velocidad.

Lo más espantoso era que Bryan parecía estar divirtiéndose con su sufrimiento, porque todos sus cortes eran dolorosos, pero no decisivos. Era evidente que no quería que muriesen demasiado rápido y más bien prefería rematarlos con sus propias manos, demorándose lo suficiente como para sentir como la vida escapaba de sus cuerpos.

Finalmente, uno de ellos tomo la decisión de abalanzarse contra Bryan, sabiendo que sólo podía terminar atravesado en el estómago por su arma, cosa que efectivamente sucedió. El Desgarrador Sombrío se introdujo con facilidad en su armadura y llegó hasta sus intestinos, pero en lugar de retirarse, el mercenario se aferró con todas sus fuerzas al brazo de Bryan y lo sujetó firmemente.

Era un sacrificio heroico para darles a sus compañeros una oportunidad de contraatacar, aunque nunca hubiese tenido éxito si Bryan estuviese plenamente consciente. Pero funcionó y los mercenarios no se detuvieron a preocuparse por su camarada, sino que aprovecharon la oportunidad.

Tres lanceros reaccionaron de inmediato y clavaron las puntas de sus armas en las piernas de Bryan para inmovilizarlo. Luego sus compañeros lo apuñalaron con sus espadas una y otra vez sin detenerse para respirar. Uno incluso alcanzó a golpearlo en la cabeza con una masa. Sintieron que estaban aporreando una roca en lugar de un ser humano, pero no se detuvieron a dudar, sino que continuaron atacando empleando toda su Aura de Batalla, sin guardarse nada.

Por primera vez desde comenzó esta masacre, la sangre de Bryan brotó de su cuerpo. Las heridas se veían bastante severas y demostraba cuan desesperados estaban realmente los mercenarios. Parecía que entendían instintivamente que su vida dependía de una sola cosa: Bryan tenía que estar en el suelo cuando terminasen de atacar. Porque si no sucedía así, es decir, si Bryan seguía vivo después de que las fuerzas de sus brazos fallasen…

Cuando finalmente retiraron sus armas del cuerpo de Bryan todos habían agotado hasta lo último de su espíritu, llegando al punto de no sentir el dolor que el aire helado les provocó cuando necesariamente abrieron sus bocas para respirar. Pero cualquier esperanza dentro de sus corazones murió inmediatamente en cuanto se dieron cuenta de un hecho espantoso.

Bryan estaba herido, sangrando, con la cabeza rota… pero su cuerpo no caía. En lugar de eso continuaba atravesando el estómago del mercenario que se había sacrificado para sujetarlo. En realidad, las tornas se habían invertido, porque ahora era Bryan quien no dejaba que el pobre hombre agonizante se desplomase.

Cuando los mercenarios creían que nada podía ser peor, contemplaron algo tan espantoso, que les terminó por congelar la sangre.

Bryan levanto un brazo lleno de cortes por los ataques de los mercenarios y lo llevó lentamente hacia la mejilla del mercenario apuñalado, en un gesto que casi parecía amable. Pero en cuento sus dedos quebrados tocaron su piel, unas intensas corrientes de luz roja comenzaron a brotar del pobre desafortunado, mientras que todas las heridas visibles en el cuerpo de Bryan se regeneraban tan rápido que parecía un sueño.

O mejor dicho una pesadilla.

La horrorosa visión culminó con el cuerpo de su camarada deshaciéndose en partículas de luz. Y Bryan estaba de pie, sin ningún daño, aparentemente lleno a rebosar de energía. Entonces se volvió lentamente hacia los demás y los miró sonriendo, no como un enemigo o como un adversario… sino como un depredador que está a punto de devorar su próxima comida.

Bryan saltó hacia ellos con el Desgarrador Sombrío en la mano y comenzó a matarlos con la misma facilidad que un granjero siega el trigo. Ninguno de ellos tenía ya alguna fuerza para resistir, gritar o suplicar. Simplemente se dejaron matar, conscientes de que no había nada que pudiesen hacer al respecto.

Pero la Asimilación Vital despertó un nuevo tipo de hambre en el interior de Bryan, que comenzó a matar a más mercenarios, atacándolos de un modo espantoso, disfrutando de su sufrimiento, pero consumiendo su energía antes de que fallecieran. Tres, cinco, diez… todos esos guerreros terminaron desapareciendo sin dejar un cadáver, al mismo tiempo que Bryan se volvía más poderoso. Otros sufrieron un destino diferente y fueron descuartizados como animales.

Bryan se había trasformado en un auténtico demonio. Por donde quiera que pasara dejaba cadáveres en el suelo o los convertía en partículas luego de asimilarlos. Era una bestia insaciable que no dejaba de perseguir a sus presas. Una auténtica máquina de carnicería. Después de unos minutos, su cuerpo quedó casi completamente cubierto de sangre humana, como si se hubiese bañado en ella, y también estaba lleno a rebosar de energía vital absorbida.

Pero cuando estaba a punto de abalanzarse contra otro grupo de mercenarios, un terrible dolor de cabeza lo devolvió a la realidad. Finalmente, la energía de su cuerpo había comenzado a superar incluso su sobrehumana capacidad y ahora sufría una gran cantidad de heridas internas, que se regeneraban automáticamente, pero volvían a abrirse en un ciclo tortuoso de autodestrucción debido al mismo poder que había devorado.

Tan grande fue su sufrimiento, que Bryan recuperó la cordura, recordó todo lo que acababa de hacer y supo que se había excedido. Pero detener su Sed de Sangre luego de darle rienda suelta no era algo fácil de hacer. La Esencia Mágica quería seguir matando, pero Bryan utilizó toda su voluntad para resistir. De otro modo, destruiría sus propios circuitos mágicos e incluso podría quedar completamente inválido de por vida.

El problema era que el Dominio Necromántico había consumido una gran cantidad de sus reservas de Fuerza Mental. La misma que utilizaba para oponerse a los efectos negativos de su Magia Demoníaca.

A duras penas, Bryan logró guardar el Desgarrador Sombrío dentro de su Anillo Espacial. Entonces se sentó con las piernas cruzadas y los ojos cerrados, empleando toda su voluntad para mantener la Esencia Mágica bajo control, mientras que el Infante Sanguinario lo ayudaba a digerir rápidamente toda la energía que estaba sobrecargando su cuerpo.

No era consciente de que, a su alrededor, un fenómeno se producía. Porque, así como las hormigas echan a andar sin meta ni propósito cuando la despótica criatura que las controla a muerto, todas las Criaturas Oscuras se detuvieron de repente, pues se vieron privadas de la voluntad de su maestro, que ahora estaba completamente concentrado en resistir a sus propios impulsos. Los Guerreros Zombis se quedaron de pie sin hacer nada y el brillo intenso en sus ojos se apagó. Al mismo tiempo las Gárgolas comenzaron a descender para luego cubrirse el cuerpo con sus alas, cual si fuesen murciélagos durmiendo de pie. Las Abominaciones simplemente se sentaron en donde estaban, como si no supiesen qué hacer

Los pocos mercenarios que habían sobrevivido consiguieron aumentar la distancia a pesar de lo fatigados que estaban y finalmente fueron detectados por sus aliados. Así fue como una compañía de jinetes comenzó a galopar directamente hacia las Criaturas Oscuras para auxiliar a sus compañeros.

La compañía tuvo que detenerse a mitad de camino porque sus caballos se negaron a avanzar al sentir el poder del Dominio Necromántico y no les quedó otro remedio que continuar a pie.

Pero eventualmente llegaron. Entonces un pequeño grupo se puso a conducir a los debilitados sobrevivientes hacia dónde estaban los animales, para que se marchasen en ellos a la fortaleza; mientras que el resto se dirigió hacia dónde estaban Bryan y sus invocaciones para vengar a sus compañeros caídos, formando un sólido muro de escudos, a pesar del efecto debilitador en el ambiente.

Como las Criaturas Oscuras se habían detenido, parecía que la suerte estaba echada. Pero cuando los mercenarios ya se encontraban a pocos metros, una figura llegó casi volando a gran velocidad y aterrizó justo en frente de Bryan, provocando que se detuviesen.

Era el Pequeño Esqueleto.

Después de sufrir tantas trasformaciones, la pequeña criatura parecía cualquier cosa menos indefensa, incluso si uno no notaba que estaba casi tan cubierto de sangre humana igual que su maestro; prueba de que también había estado desatando su propia carnicería sobre los enemigos de Bryan.

De hecho, a pesar de su tamaño, era claro que el Pequeño Esqueleto estaba conteniendo una inconcebible cantidad de poder y de algún modo todos los mercenarios podían sentir la aterradora fiereza que parecía emanar hacia ellos desde cada parte de su huesudo cuerpo.

La gema púrpura de su cuenca ocular comenzó a brillar con intensidad segadora y el Pequeño Esqueleto abrió la boca para dejar salir un terrible chillido, a pesar de no poseer cuerdas vocales. El sonido era ronco, pero al mismo tiempo agudo. Y tan intenso, que parecía provenir desde un abismo insondable.

Un miedo desconocido embargó a los mercenarios. Ya estaban asustados por el frío, los efectos debilitantes y la visión de tantos cadáveres de sus compañeros a los pies de las Criaturas Oscuras, pero esta vez se quedaron congelados en sus posiciones, sin atreverse a avanzar o retroceder.

Fue en ese momento que el Pequeño Esqueleto se dio media vuelta. Pero no miraba a Bryan, sino a las Criaturas Oscuras. Entonces volvió a abrir la boca y volvió a chillar aterradoramente a la vez que movía su mano horizontalmente, señalándolos a todos.

Los ojos de los Guerreros Zombis volvieron a iluminarse, las Gárgolas despertaron de su sueño y las Abominaciones se levantaron. El ojo purpura del Pequeño Esqueleto comenzó a emitir destellos más fuertes, mientras que de su cuerpo brotaban ondas de poder que llenaban de energía a todo el ejército de Criaturas Oscuras y las ponía bajo su control. De repente comenzaron a formar alrededor de Bryan para protegerlo de cualquier ataque, mientras que se organizaban como soldados a las órdenes de su nuevo comandante.

La actitud de las Criaturas Oscuras también era diferente a la que tenían cuando Bryan las controlaba. Entonces eran agresivos con sus enemigos y obedientes con su invocador. Con el Pequeño Esqueleto también lo eran, pero parecía haber algo más. Era como si tuviesen un especial cuidado en no perturbarlo, casi como si le tuviesen miedo o incluso respeto. Se podía ver una cierta familiaridad en sus movimientos, del mismo tipo que uno tendría hacia una persona que conoce desde hace mucho tiempo.

¡Parecían sirvientes frente a su señor!

¿Qué tipo de hazañas habría realizado el Pequeño Esqueleto en el vasto Inframundo, como para despertar los mismos sentimientos de admiración que los soldados tienen hacia los héroes de guerra en estas Criaturas Oscuras aparentemente insensibles?

Solo los dioses podrían decirlo.

Mapa de la Fortaleza y la posición de todos en el momento del ataque

Nota del Traductor

Hola a todos, soy acabcor de Perú. Es 2 de noviembre del 2021 y seguimos con un gobierno ilegítimo e ilegal. Por suerte la corte suprema ya aprobó el juicio a las elecciones, lo cual es un milagro dado que casi todos los jueces son corruptos.

En este capítulo y el anterior me basé mucho en “El Señor de los Anillos, las Dos Torres” para la descripción de todos los escenarios. Primero modifiqué el mapa y decidí donde estaría cada personaje, luego narré la acción.

Además, me inspiré en un Vampiro para retratar todas las batallas en las que Bryan interviene. Me esforcé particularmente en hacer las escenas de Bryan lo más sangrientas posibles, casi de terror, para evidenciar el lado más maligno de sus podres. Espero no haberme pasado.

En el original toda la acción es mucho menor. Básicamente el protagonista arroja su arma mágica, que vuela y mata a muchas personas… eso es todo. Yo lo dividí en 4 partes, con diferentes perspectivas y sobre todo con una lógica distinta, con una narración más realista.

Otro problema es que en este capítulo el autor se pone a explicar un montón de eventos que son evidentes de un modo innecesario, como si estuviese escribiendo para un niño de 5 años. Yo decidí quitar todas esas partes y reemplazarlas por completo.

Además, enriquecí todo este capítulo con muchas imágenes que espero les hayan gustado.

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Nos vemos en el siguiente capítulo.