La Divina comedia
Dante Alighieri
Sus reflexiones, impulsadas por su amarga experiencia vital, se alimentan de un amplísimo conocimiento de la cultura antigua y de la historia, así como de una vida de fe profunda, acrisolada en la reflexión teológica y en la pertenencia a una Iglesia a la vez pecadora y santa.
Retrato de Dante por Andrea Boticelli
¡Oh vosotros, que gozáis de sano entendimiento; descubrid la doctrina que se oculta bajo el velo de tan extraños versos! Infierno, IX: 61-63
La Divina Comedia, escrita entre 1308 y 1321 en lengua vulgar, en versos endecasílabos, obra cumbre del poeta italiano Dante Alighieri (ca. 1265–1321) es, además, una de las más importantes de la literatura universal.
Se trata de un poema organizado en tres grandes cantos: Infierno, Purgatorio y Paraíso, que su autor lo calificó como comedia por la variedad de escenas y tonos empleados; de esta manera lo distinguió de la tragedia y de la elegía. El epíteto “divina” se lo dio Giovanni Boccaccio y quedó fijado a partir de la edición veneciana de 1555.
Este tesoro poético conformado por más de 800 hojas manuscritas, está organizado en más de catorce mil versos redactados en lengua vernácula florentina donde cada cántico finaliza con la palabra “estrellas”, con la esperanza que ellas dan.
Se trata de un viaje sobrenatural en el cual Dante, guiado por el poeta latino Virgilio (la Razón), haya el sendero correcto que antes había extraviado, en marcha al encuentro con Beatriz, la encarnación del Amor.
En esta alegoría Dante se propone instruir a los seres humanos para la salvación de sus almas. Para lograr este objetivo el autor da a conocer el pensamiento de “regeneración moral” que deseaba para Florencia –su patria–, razón por la cual describe los daños que se habían propagado, además por toda Italia, manifestados por medio de discordias civiles, vicios y corrupción social. A lo largo del relato repleto de simbolismos y metáforas, el poeta encubre sus ideas y sentimientos.
La trama la constituye un viaje imaginario que Dante realiza a los señalados tres reinos de ultratumba. En los dos primeros –Infierno y Purgatorio– es guiado por Virgilio; en el último –el Paraíso– por Beatrice –el gran amor de su vida–, a quien glorifica y simboliza como la Gracia –para algunos– o como la Teología –para otros–.
Al inicio del relato, luego de cruzar y abandonar el bosque oscuro, Dante arriba al lugar donde “La gloria de Aquel que todo lo mueve por el universo penetra y vuelve, en una parte más y en otra parte menos” (Paraíso, Canto I, 1-3).
A lo largo del recorrido el autor y sus acompañantes se encuentran con numerosos personajes míticos e históricos de todas las épocas de la humanidad con quienes conversa; estas almas les narran episodios de su vida terrena y de sus culpas –por lo general relacionados con su vida política y privada, de su patria y de su época.
Dante Alighieri (1265-1321) fue un poeta de origen florentino, representante del llamado Dolce stil nuovo (Dulce estilo nuevo). Su primera obra literaria fue Vida nueva (1293), inspirada en sus sentimientos amorosos por Beatriz Portinari, fallecida en 1290.
Dante incursionó en la vida política en Florencia desde 1295. Participó en el partido de los güelfos en la confrontación contra los gibelinos. Fue alto magistrado de Florencia y miembro del Consejo Especial del Pueblo y del Consejo de los Cien. Sufrió el exilio tras ser acusado por sus “amigos/enemigos” de oponerse al papa, y de corrupción y deslealtad. Murió en la ciudad de Ravenna a los 56 años de edad. Los últimos años de su vida se ven endurecidos por el fracaso y la decepción, el destierro y las condenas de los que un día fueron los suyos, el desarraigo forzoso y la ansiedad por un mundo que se desmorona a sus ojos por los extravíos de la libertad humana y sus consecuencias.
Su obra es la culminación artística e intelectual de la aventura cultural de un medievo que asoma al mundo nuevo que va engendrando.
Dante escribió La Divina comedia entre 1304 y 1321, el año de su muerte. Originalmente, el poema se llamó Comedia, nombre que designaba las obras con finales felices, por oposición al concepto clásico de la tragedia. Cuando Giovanni Bocaccio recibió el encargo de comentar la obra, la llamó “Divina” para evidenciar la centralidad de los valores cristianos.
Este gran poema viene a ser como la narración de la peregrinación y el horizonte del ser humano a lo largo del camino de su vida, iniciándose en un momento de crisis en la edad mediana (35-40 años), asediado por el sinsentido y las tentaciones que le amenazan peligrosamente, y que transita por medio de la razón, la belleza y la fe pasando por el conocimiento de los tres grandes destinos posibles para el hombre: la desesperación del infierno, la pesadumbre purificadora del purgatorio y la amorosa luz definitiva del Paraíso.
Sus reflexiones, impulsadas por su amarga experiencia vital, se alimentan de un amplísimo conocimiento de la cultura antigua y de la historia, así como de una vida de fe profunda, acrisolada en la reflexión teológica y en la pertenencia a una Iglesia a la vez pecadora y santa.
“Escribo estas cosas en pro de un mundo que vive mal” (Purgatorio XXXII, v 103), para “apartar a los mortales, mientras viven aquí abajo, del estado de miseria y llevarlos al estado de felicidad, ayudarles a ser felices.” (Carta a Cangrande) La finalidad de este gran poema es práctico, transformador. Dante busca convertirse en guía para los humanos que han de atravesar las zozobras de la vida.
Escribe desde el exilio, y esta experiencia le sirve para comprender la vida de todo ser humano como un viaje que arranca del destierro y el desfallecimiento y ansía llegar a la patria, a la felicidad presentida y ansiada por medio de un proceso de transformación (transhumanare).
"A la mitad del camino de nuestra vida, me hallé perdido en una selva oscura, porque me extravié del buen camino". Así empieza la Divina Comedia, en un bosque oscuro y misterioso -el pecado, el error, la decepción- justo antes del amanecer del Viernes Santo de 1300. En esos momentos se hallaba en el esplendor de una vida triunfante que, no obstante, empezó a parecerle precaria, insuficiente, vacía…
Dante Alighieri, profeta de esperanza y testigo de la sed de infinito ínsita en el corazón del hombre. Por Santiago Arellano
Dante es un escritor para nuestro tiempo. Los setecientos años que nos separan de su muerte (1265-1321) cuando tenía 56 años, sobre todo en su gran obra La Divina Comedia -la admirable epopeya de la cristiandad- encontramos respuestas a las grandes inquietudes del hombre contemporáneo. Dios no es una palabra vacía de sentido. Existe. Y sigue muy de cerca las vicisitudes del ser humano. Sin duda es la obra cumbre de la literatura cristiana medieval, en la que se expone la vida como una peregrinación cuyo destino es la eternidad. Pero no solo recoge las esperanzas del corazón creyente, sino el anhelo de infinito que se encuentra en todo ser humano. Frente al nihilismo y a la visión de la humanidad como especie animal sin otro destino que la muerte, en los más diversos personajes aparece una sed de infinito, una nostalgia de Alguien que colme los anhelos más profundos del corazón.
Toda la Divina comedia está sustentada en una concepción del ser humano, antítesis de la que se ha hecho dominante en nuestro tiempo. El ser humano es responsable porque es la única criatura que goza del privilegio de ser libre. Con contundencia lo afirma Beatriz en el comienzo del canto V del Paraíso:
Así Beatriz principio dio a este canto;
y como el que el discurso no interrumpe,
prosiguió así sus santas enseñanzas:18
«El don mayor que Dios en su largueza
hizo al crearnos, y el que más conforme
está con su bondad, y él más lo estima,21
tal fue la libertad del albedrío;
del cual, a los que dio la inteligencia,
fueron y son dotados solamente.24
La obra está llena de citas semejantes en los tres cantos. O hemos venido a este mundo para “bienestar”, o para “bienser”. Dante nos lo cuenta como experiencia vivida. La vida es una selva oscura en que resulta fácil perderse. En el camino surgen fieras que pretenden desviarnos de la ruta, extraviarnos. La alegoría narrativa las presenta acechantes en nuestro entorno; pero las llevamos dentro. Lo estudiaremos más adelante. Más aún, lo primero que debemos tener claro es que hay camino: caminante, sí hay camino. Y segundo que en la travesía no estamos solos: Virgilio, desde la razón, Beatriz desde la fe, Bernardo desde el amor (otra manera de hablar de Ítaca) son las ayudas para encontrar ruta y sentido.
Toda la obra está sustentada en este principio universal. Es verdad que por el pecado original nuestra naturaleza quedó debilitada. Necesita de la ayuda de un Redentor. Sin duda. Pero con luz suficiente para discernir entre el bien y el mal, sustentada en la práctica de la virtud hasta hacer del bien hábito ordinario de nuestro obrar. Todos los personajes que aparecen en cada uno de los cantos confirman en el premio o en el castigo el buen uso o el mal uso de la libertad. Y sin embargo toda la obra está impregnada de una mirada, crítica sí -no se libran ni Papas ni Emperadores, etc.-, pero plena de misericordia y de amor, reflejo de un Dios trinitario cuya naturaleza es Amor.
Selecciono estas palabras del artículo publicado en Nueva Revista: Una proyección del autor de la "Divina Comedia" en el mundo moderno. Por Jorge Wiesse Rebagliati. 25 agosto, 2021.
“La Divina Comedia es un gran edificio narrativo que acoge múltiples mininarraciones escritas por un poeta: Lope vivía enamorado del verso «Amor, ch’a nullo amato amar perdona» («Amor, que a nadie amado amar perdona»), pronunciado por Francesca da Rímini en el canto V del Infierno, y el último viaje de Ulises, tal como lo narra Dante en el canto XXVI, también del Infierno, tiene el aliento épico de una epopeya y el inmutable destino de una tragedia. La Comedia apela a una gran audiencia y se lee sin dificultad, pero, a la vez, propone interpretaciones múltiples y remisiones internas que fascinan a críticos y a creadores. Todo ello ha generado un conjunto de obras artísticas, cultas y populares, que abarca desde las miniaturas medievales hasta los videojuegos, los cómics y los mangas. Miguel Ángel, que se sabía de memoria la Divina Comedia, representó a Caronte, el barquero del Infierno, y a Minos –el juez infernal- en la Capilla Sixtina, y según Pierluigi Lia, la famosa Pietà Rondanini, actualmente en el Castello Sforzesco de Milán, es un comentario a la oración de san Bernardo a la Virgen María que abre el último canto del Paraíso (Par. XXXIII, 1-39).”
Lo primero que me llama la atención es que obra de asunto tan elevado no esté escrita en latín, sino en toscano, en lengua vulgar. Por muchos motivos Dante está considerado precursor del Renacimiento; así, su admiración por Virgilio, a quien tuvo como modelo máximo en el arte de narrar, poeta máximo, su maestro y guía; pero no es de menor valor que prefiriera la lengua romance a la lengua oficial de la cultura. La confusión se produce por la visión distorsionada que se hizo intencionadamente del término Edad Media y que sigue vigente en nuestros manuales.
La Divina Comedia no es una visión idealizada de la vida humana. Hay un derroche de realismo, por eso la tituló Comedia, porque era un espejo de la vida cotidiana. Sí habló en su obra de “Poema sacro”. Pero lo de “divina” fue un adjetivo ponderativo que usó por primera vez Boccaccio y más adelante se impuso como título. Realmente es la “comedia humana” que inspiró como contratítulo a Balzac, pero vista desde la mirada católica que espera y cree en la vida eterna y en un Juez, Padre, que por habernos hecho libres para poder amar en verdad, premia y castiga a cada persona según el fruto de nuestros actos.
La Divina Comedia tiene tal dominio formal que perfectamente puede compararse a una catedral gótica. Toda su forma está sometida a la precisión de la maquinaria de un reloj. Todo el poema está regido por el número tres: tres son los cantares o partes (Infierno, Purgatorio y Paraíso), la estrofa es el terceto encadenado compuesto de versos endecasílabos; y cada parte consta de treinta y tres cantos (33,33,33) precedido por uno más que sirve de prólogo: en total cien cantos, de extensión muy semejante. Tres son las fieras que amenazan al peregrino. Tres las mujeres que le protegen: Beatriz, Lucía y María, la Virgen. El número nueve está presente en los tres cantares: El infierno está dividido en nueve círculos; el Purgatorio en nueve partes y el Paraíso en nueve cielos. Nueve son las jerarquías angélicas reagrupadas de tres en tres. Números claves son el siete -virtudes, sacramentos, obras de misericordia corporales y espirituales-, y el seis como número del ángel rebelde.
Termino con otra cita de Jorge Wiesse Rebagliati arriba mencionado:
“Todos podemos reconocernos en esta historia de caída, redención y apoyo solidario. No obstante, hay más: el viaje no es solo el viaje de Dante de Florencia; es el viaje de la humanidad.”
Santiago Arellano
"Reanima tu abatido espíritu y alimenta una grata esperanza, que yo no te dejaré en este bajo mundo".
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