Arte y Liturgia

El sermón de la montaña

Henrik Olrik

13 febrero 2022: Domingo VI tiempo ordinario

por Javier Agra Rodríguez

Evangelio Lucas 6, 17. 20-26

En aquel tiempo, bajó Jesús del monte con los Doce y se paró en un llano con un grupo grande de discípulos y de pueblo, procedente de toda Judea, de Jerusalén y de la costa de Tiro y de Sidón.

Él, levantando los ojos hacia sus discípulos, le dijo:

– Dichosos los pobres, porque vuestro es el Reino de Dios.

– Dichosos los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.

– Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis.

– Dichosos vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del Hombre.

Alegraos ese día y saltad de gozo: porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas.

Pero, ¡ay de vosotros, los ricos, porque ya tenéis vuestro consuelo!

¡Ay de vosotros, los que estáis saciados, porque tendréis hambre!

¡Ay de los que ahora reís, porque haréis duelo y lloraréis!

¡Ay si todo el mundo habla bien de vosotros! Eso es lo que hacían vuestros padres con los falsos profetas.

Reflexión sobre el Evangelio

En el VI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO, la Iglesia nos ofrece como lectura del evangelio el texto de Las Bienaventuranzas del Sermón de la Montaña según la versión de Lucas 6, 17. 20 – 26. También podemos leer Las Bienaventuranzas en el evangelio de Mateo 5, 1 -12.

Estamos ante un texto que compendia todo el magisterio y la vida toda de Jesús, el Cristo. Las bienaventuranzas son los caminos que conducen a la felicidad, son los puntos de igualdad, justicia, libertad, PAZ a los que Jesús nos llama a toda la humanidad. Con las bienaventuranzas, Jesús nos indica que se suprimen las necesidades y las aflicciones, que se otorga en Dios la misericordia y la vida. Las bienaventuranzas son un SÍ pronunciado por Dios en Jesús a favor de la humanidad, de cada persona concreta. Jesús es carne viviendo nuestra vida de forma perfecta para actualizar la bienaventuranza del Reino de Dios.

El cuadro

De ese amplio Discurso del Sermón de la Montaña, se han ocupado muchos pintores y otros creadores de arte. Yo he elegido el mural “SERMÓN DE LA MONTAÑA” que pintó el danés HENRIK OLRIK en 1880 como parte central del retablo-mural de la iglesia de San Mateo en Copenhague. Nuestro pintor, tal vez poco conocido en nuestro entorno, nació en Copenhague el 24 de mayo de 1830, murió en la misma ciudad el 2 de enero de 1890, después de viajar y pintar por diferentes naciones europeas. Es un autor prolífico que abarcó muy diversa temática y destacó también en otras artes plásticas.

Muestra a Jesucristo, rodado de numerosos discípulos. Destaca también la presencia de los doce apóstoles. El abigarrado número de personas nos permite fijar la atención en la variedad de reacciones que se dieron en torno a Jesús a lo largo de su vida pública: atención, rechazo, murmuración, admiración; así como la presencia de diferentes estamentos sociales…

En el primer plano podemos observar un jovencito con su muleta, seguramente en alusión a las curaciones; destaca también el detalle del niño abrazando a un cordero que recuerda los cuadros de Murillo de “El Buen Pastor”, seguramente Henrik Olrik quiere tener presente toda la tradición del arte en torno a la figura de Jesús Buen Pastor, anticipo también del Cordero llevado al matadero como recuerdo permanente de la Cruz y la Resurrección.

Domina el ocre color de la tierra que comienza a teñirse de la luz del amanecer y se va expandiendo con suavidad por toda la comarca que alcanza a ver el espectador. Jesús, iluminado con el nimbo de luz en su cabeza, habla del Padre hacia el que dirige su mano derecha mientras con la izquierda tiende su mano abierta hacia los presentes, hacia lo espectadores, hacia toda la humanidad.

A todos nosotros, a todas las personas de todos los tiempos entrega su palabra y su programa de BIENAVENTURANZAS para que caminemos en la ilusión, en la esperanza, en el sosiego, en la fortaleza, en la paz, en la fe, en la construcción del REINO DE DIÓS.

Javier Agra Rodríguez

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