6 noviembre 2022: XXXII Tiempo ordinario
por Javier Agra Rodríguez
En aquel tiempo, se acercaron algunos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y preguntaron a Jesús: Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, que tome la mujer como esposa y de descendencia a su hermano”.
Pues bien, había siete hermanos; el primero se casó y murió sin hijos. El segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete, y murieron todos sin dejar hijos. Por último, también murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete la tuvieron como mujer.
Jesús les dijo: En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio. Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección.
Y que los muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos.
Reflexión sobre el Evangelio
Domingo XXXII, avanzamos hacia la conclusión del Tiempo Ordinario. La liturgia nos plantea unas reflexiones sobre la vida, que nosotros los seguidores de Jesús consideramos una vida sin término más allá de este tiempo de peleas y construcción de un mundo cada vez mejor, más libre y con más paz.
Porque planteamos la vida desde la perspectiva de eternidad podemos edificar desde la serenidad este mundo, en los cimientos del Señor Jesús con la fortaleza del Espíritu que nos lleva hasta el Padre Dios.
La obra
Para ilustrar las lecturas de este Domingo aporto la “PUERTA DEL SARMENTAL” de la CATEDRAL DE BURGOS. Finalizada en torno al año 1240 es la primera de las cuatro portaladas de la catedral. Bien podemos observarla como los inicios de la escultura monumental del estilo gótico. También se la conoce como Puerta del Sacramental.
Está compuesta por un arco apuntado, formado por cuatro arquivoltas sobre sus jamabas. Un gran tímpano sostenido por dintel y parteluz; todo sobre basamento decorado con arquerías ciegas. El tímpano presenta la iconografía más representativa del románico: el pantocrátor o Cristo en Majestad, de rostro juvenil sereno y sosegado que transmite confianza y cercanía, flanqueado por el Tetramorfos, los apóstoles a los que parece estar dictando el evangelio. Estos son los símbolos de los cuatro evangelistas: Mateo, el humano; Marcos, el león; Lucas, el toro; Juan, el águila.
El dintel tiene la representación de los doce apóstoles.
La portada cuenta con cuatro arquivoltas: la exterior y más estrecha adornada con motivos vegetales donde sobresalen cardinas, imitación de diversidad de cardos, y otras plantas fundamentalmente trepadoras. Las tres restantes están ocupadas por motivos celestes en forma de coros de ángeles, los ancianos del Apocalipsis y, seguramente, una alegoría de las diversas artes. Las figuras de serena mirada y sosegada presencia, parece que conversan entre ellos y miran directamente al espectador, de modo que nos hacen cómplices de su vida, de su enseñanza, de su caminar en esta tierra.
La puerta del Sarmental, como ocurre con frecuencia en el gótico, está dividida por un parteluz con la escultura de un obispo con báculo y mitra que la crítica quiere identificar con el obispo Mauricio que mandó edificar la catedral el año 1221. Sobre él, la imagen del Cordero Místico.
Sobre la portada del Sacramental destaca un grandioso rosetón, que es la decoración más característica del gótico, con las vidrieras más antiguas de la catedral de Burgos.
Javier Agra Rodríguez
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