Genoveva de Brabante
Christoph von Schmid
Genoveva de Brabante
Genoveva de Brabante se dice que era la esposa de Siegfried de Tréveris, y que fue acusada falsamente por el mayordomo Golo. Condenada a muerte fue perdonada por sus verdugos, y vivió durante seis años con su hijo en una cueva en las Ardenas alimentada por una corza. Siegfried, que mientras tanto había descubierto la traición de Golo, estaba persiguiendo a las corzas, cuando la descubrió en su escondite y la restituyó a su antigua dignidad; y condenaron a Golo a la muerte.
Santa Genoveva de Brabante
Santa Genoveva de Brabante, condesa, ermitaña. 1, 2 de abril y 18 de enero.
La leyenda:
Genoveva vivió en el siglo VIII, y era hija de los condes de Brabante. Desde niña fue piadosa, caritativa y generosa con los pobres. Al llegar a la edad casadera, su padre le presentó a Sigfried de Offendick, en agradecimiento a este, que poco antes le había salvado la vida. Se casaron ante el obispo San Idulf (11 de julio) y fueron a vivir a Siegfriedsbourg, cerca del Rihn. Allí Genoveva continuó su vida de piedad, caridad y justicia para con los desfavorecidos. Poco duró la felicidad, pues Sigfried tuvo que ir a la guerra contra los musulmanes, bajo el mando de Carlos Martel. No sabían Sigfried ni Genoveva, que esta ya esperaba un hijo. Genoveva, en la ausencia de su marido, redobló su piedad y caridad, dedicándose a educar a las niñas del condado.
Antes de marcharse, Sigfrido había dejado al frente del condado a su mayordomo y fiel sirviente Golo. Este cumplió sus obligaciones fielmente hasta que el poder le corrompió, y, junto al espíritu de la impureza, se perdió pretendiendo tomar a Genoveva como amante. Esta escribió horrorizada a Sigfried contándole lo sucedido, pero Golo sorprendió a Dracon, el mensajero y lo apuñaló frente a Genoveva, que gritó pidiendo ayuda. Pero Golo la acusó a ella de impureza con el asesinado, y mandó encerrarla en una torre, mientras escribía a Sigfrido contándole su versión falsa de lo ocurrido.
Dio a luz Genoveva en la prisión a un niño, al que llamó Benoni. Un día la visitó la hija de Dracon, contándole que Sigfried sabía lo ocurrido, pero según la versión de Golo, decretando que Genoveva fuera decapitada junto al niño bastardo. Genoveva escribió a su marido:
"Adiós, esposo mío, adiós para siempre.
Cuando leas estas líneas que escribo en mi lóbrego calabozo, tu hijo y yo habremos sido decapitados, víctimas inocentes del pérfido Golo. Mi inocencia brillará tarde o temprano, pero cuando ese día llegue, no desesperes, Sigfredo; consuélate pensando que te perdono. Sí, te perdono aunque hayas dudado de mi amor y de mi fidelidad.
Cuando regreses se piadoso con todos, incluso con Golo, el causante de todo mi mal. Golo es el más necesitado de piedad, y aunque te confiese haberse vengado de mis desprecios calumniándome, castígale, pero no le mates. Debemos perdonar a los que delinquen, para que también nuestras propias culpas nos sean perdonadas en el cielo.
¡No puedo más!... ¡Las fuerzas me abandonan al pensar que no he de volver a verte! ¡Adiós, esposo mío! ¡Soy inocente, te amo y te perdono!...
¡Adiós!
Genoveva"
Golo, ajeno a esta carta, mandó a dos sirvientes que llevaran a Genoveva y al niño al bosque, y allí les mataran, pero estos se conmovieron por la dulzura de Genoveva, y la dejaron libre, a cambio de que jamás saldría del bosque. Mataron un perro y llevaron a Golo los ojos, diciéndole eran los de Genoveva. Ella y el niño se quedaron a vivir en el bosque, alimentándose de la leche de una cierva salvaje, que mansamente se quedó a vivir junto a ellos.
Al cabo de siete años, Genoveva enfermó para morir, y viendo que su hijo era ya fuerte, le enseñó el camino de salida del bosque, y le envió junto a su padre, pero él no quiso dejarla. En tanto, durante esos siete años, Sigfried ya había sabido la verdad por la carta de Genoveva, y había perdonado a Golo, que vivía arrepentido de su supuesto asesinato. Y resultó que un día salió Sigfried de cacería, vio una cierva hermosísima y quiso cazarla. Notó que la cierva, huía de él, pero no lo suficiente como para esperar se acercara y la siguiera. Así lo hizo y ¡voilá! llegó a la gruta donde Genoveva yacía enferma. Esta lo reconoció, le enseñó su anillo de bodas y Sigfried reconoció a su esposa y a su hijo. Los tomó y llevó al castillo, en medio de festejos y alegría populares. La cierva continuó visitando y alimentando a Genoveva hasta que esta, finalmente, falleció en casa; pero entonces comenzó a visitar su tumba hasta desfallecer en ella. Sigfrido levantó una ermita en el sitio de la cueva, donde comenzaría el culto a la inocente y paciente Santa Genoveva de Brabante. Muy bonito, ¿no? Pues todo faso. O casi todo...
La historia:
Con algunos matices, la "historia" de Genoveva fue publicada y dada a conocer a las masas en 1638, en la obra "La inocencia reconocida. Vida de Santa Genoveva de Brabante", del jesuita René de Cerisiers. Esta obra, traducida al español en el siglo XIX, tenía el precedente de una leyenda oral del siglo X, más o menos, que hablaba de una tal Genoveva, acusada de adulterio injustamente, fue castigada, y luego que se supo la verdad, restituida a su honor. De siglos posteriores se conocen otras obras menos importantes. Y ha sido llevada al cine varias veces, como buen pastelón romántico que es. También hay una ópera de Shumann sobre la "vida" de Genoveva.
También es histórica la capilla dedicada a Santa Genoveva (que podría ser a Genoveva de París, quien sabe), y la presencia de una sepultura, que se tomó como la de nuestra Genoveva. Los Bolandistas, que no creen en nadie que les huela a leyenda, han dado carpetazo negando la historicidad de estos relatos del vulgo. Sinceramente, ha sido el arte pictórico del romanticismo decimonónico quien más ha dado a reconocer a Genoveva y su leyenda.
Nunca ha sido inscrita en calendarios, martirologios, ni ha recibido culto oficial por parte de la Iglesia. Popularmente se le recordaba el 18 de enero, y el 1 ó 2 de abril, una procesión tenía (¿tiene?) lugar en su supuesto sepulcro.
Christoph von Schmid, cuyo nombre completo era Johann Christoph Friedrich von Schmid, nacido el 15 de agosto de 1768 en Dinkelsbühl, y fallecido el 3 de septiembre de 1854 en Augsbourg, fue un escritor alemán de libros para niños y de escritos religiosos, quien también se desempeñó como sacerdote católico.
Este escritor en lengua alemana es reconocido como un precursor en lo que se refiere a la literatura infantil, ya que sus obras reflejan el vocabulario y el modo de expresión espontáneo y verbal de los niños, alejándose del lenguaje utilizado hasta ese momento en los libros orientados a los más pequeños, una época en la que además, pocos autores se dedicaban a escribir para niños y jóvenes. Sus obras sin duda fueron exitosas, pues entre otras cosas fueron traducidas a varias diferentes lenguas. Particularmente en Francia, sus escritos comenzaron a difundirse a partir de 1816, y fueron reeditados varias veces, y en el año 2013 fue publicada una recopilación de sus cuentos.
Sus obras pronto alcanzaron gran popularidad en Alemania, donde es considerado como el príncipe de los escritores de historias para niños y jóvenes. Corresponde destacar también que en el ámbito religioso, unas cuantas diócesis todavía usan sus libros sobre temas religiosos, incluidas algunas diócesis católicas de América del Norte.
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