Arte y Liturgia

Vocación de San Mateo

Michelangelo Merisi da Caravaggio

18 septiembre 2022: XXV Tiempo ordinario

por Javier Agra Rodríguez

Evangelio Lucas 16, 1-13

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: “¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante no podrás seguir administrando».

El administrador se puso a decir para sí: “¿Qué voy a hacer, pues mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa”.

Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: “¿Cuánto debes a mi amo?”. Este respondió: “Cien barriles de aceite”.

Él le dijo: “Toma tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta”. Luego dijo a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?”. Él contestó: “Cien fanegas de trigo”. Le dice: “Toma tu recibo y escribe ochenta”.

Y el amo alabó al administrador injusto, porque había actuado con astucia. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz. Y yo os digo: ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel; el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto. Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quién os lo dará?

Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero.

Reflexión sobre el Evangelio

Caminamos con sosiego por el largo periodo de los Domingos del Tiempo Ordinario. En este veinticinco domingo, el evangelio de Lucas nos plantea la honestidad en el trabajo y en la vida en general; recuerda que es muy difícil no hacer trampas cuando se trata de conseguir riquezas y concluye con una frase rotunda, diáfana y clara: no podemos servir a Dios y al dinero.

El cuadro

El próximo miércoles celebraremos la fiesta de San Mateo, el que abandonó el dinero para servir al Señor. El cuadro que acompaña al evangelio de hoy, “LA VOCACIÓN DE SAN MATEO” lo pintó “CARAVAGGIO” el año 1599, está en Roma en el templo de SAN LUIS DE LOS FRANCESES. Pertenece a un conjunto de tres cuadros sobre la vida del evangelista, apóstol de Jesús, Mateo: Los otros dos cuadros son “La inspiración de San Mateo” y “Martirio de San Mateo”.

Este es, sin duda, el más conocido de los tres y uno de los que más nombre han dado al pintor Michelangelo Merisi da CARAVAGGIO (Milán 29 septiembre 1571 – Porto Ercole 18 julio 1610) quien vivió y trabajó durante el final del Renacimiento y los primeros años del Barroco. De él se asegura, aquí lo he comentado alguna otra vez, que fue uno de los principales maestros de los grandes pintores del Barroco español. A propósito de este pintor podemos estudiar sobre el “claroscuro” en pintura, pero será en otro momento.

Mateo con su barba ocupa el centro de la mesa que contemplamos, es el único que mira a Jesús desde el asombro y la conmoción. ¿Es a mí? –se pregunta –. Está acompañado por otras cuatro personas que miran hacia diferentes lugares sin comprender ni participar de la profundidad del momento en el que Jesús se dirige a Mateo el cambista; los cuatro están ausentes al profundo cambio que se producirá en el recaudador de impuestos, Mateo; solamente él, mantiene la mirada absorta más allá de las monedas que están sobre la mesa, ocupando la otra llamada. Mateo ha comprendido que es más importante el Señor que su mesa de trabajo. Seguir a Jesús ha pasado a sustituir los apuntes todos de su agenda. Desde ahora Jesús lo acompañará siempre, porque él acompaña y sigue al maestro, no vaya a ser que con tantas actividades lo vaya a dejar aparcado en “el templo” y no forme parte de su vida.

Visten estos personajes citados al modo de la época de Caravaggio, mientras Jesús y Pedro están de pie a la derecha del cuadro con túnicas más atemporales. Jesús y el apóstol Pedro están con los pies descalzos frente al lujo de los sentados a la mesa, porque están siempre en camino hacia la voluntad del Padre, porque la tierra que pisan es sagrada. La mano de Jesús llama a Mateo, la mano de Pedro indica que esta llamada es para todas las personas, es la llamada de la Iglesia a participar en la LUZ del Señor Jesús.

Jesús está iluminado, trae la luz de la verdad a este cuarto de tinieblas; un rayo de luz cruza la estancia hasta iluminar el espacio de la mesa que ocupa Mateo. La acción se detiene, hasta el aire de la habitación se paraliza y se parte en la mitad alta de la ventana con la iluminación y la pared vacía y la mitad baja del cuadro donde sucede el instante de la llamada de Jesús a Mateo. La mano del Maestro recuerda a la mano de Dios Padre en la creación de Adán de Miguel Ángel, como expresando que Jesús hace de Mateo el publicado una persona nueva para transformarlo en Mateo el apóstol y evangelista. Mateo está enfrascado en el mundo oscuro del dinero y hasta la misma entraña del recaudador quedará iluminada por la luz de la fe que le entrega el Señor Jesús.

La LUZ que es llamada y gracia, se dirige a cada persona, como a Mateo nos rescata de la oscuridad, nos rescata y nos salva. La luz es la voz de Dios Padre que llega desde el exterior en las palmas del Espíritu Santo para llamarnos a la existencia. La respuesta es la elección entre el Señor o el dinero.

El final de escena lo conocemos, y será el comienzo de la vida de Mateo como discípulo, desde ahora vivirá en la LUZ.

Javier Agra Rodríguez

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