9. Bondad

La bondad es “ la disposición permanente que nos inclina a hacer el bien de manera amable, generosa y firme, con una profunda comprensión de las personas y sus necesidades”.

Lo bueno tiene que estar ordenado al bien del otro. Muchas veces hay una tendencia natural hacia la bondad con más énfasis en algunas personas, pero la bondad para que sea virtud debe ordenarse al bien del otro. Nuestros actos serán buenos y haremos el bien siempre y cuando lo que hagamos con el prójimo sea bueno para él a los ojos de Dios.

LA VIRTUD DE LA BONDAD

La bondad es “ la disposición permanente que nos inclina a hacer el bien de manera amable, generosa y firme, con una profunda comprensión de las personas y sus necesidades”.

No es un sentimiento dulzarrón y flojo como se lo presenta generalmente, sino fuerte. El que ama bien quiere el bien de quien ama, por eso, si es necesario, sabe mostrarse duro.

Lo bueno tiene que estar ordenado al bien del otro. Muchas veces hay una tendencia natural hacia la bondad con más énfasis en algunas personas, pero la bondad para que sea virtud debe ordenarse al bien del otro. Nuestros actos serán buenos y haremos el bien siempre y cuando lo que hagamos con el prójimo sea bueno para él a los ojos de Dios.

El Bien a veces puede estar mal hecho. A veces, aún las personas “buenas” no hacen el bien. Sería el caso de los padres que no ponen límites a sus hijos y les permiten hacer de todo, (pensando que lo hacen por amor y que así les demuestran mas afecto), cuando en realidad es un mal para ellos. Para crecer seguro hacen falta los límites que contienen y marcan el camino a seguir. Si los padres creen que hacen un bien quitándolos, en realidad estarán haciendo un mal. Si una chica sabe que su hermano se droga y se cree que es “buena” con su hermano porque no se lo dice a los padres, en realidad lo que le está haciendo es un mal, ya que evita que sus padres sabiéndolo, tal vez lo puedan ayudar.

Otras veces el Mal tendrá apariencia de Bien. Este es el caso de las leyes de educación sexual obligatoria en los colegios. Se “presentan”, nos las “venden” y nos las “imponen” como buenas, cuando en realidad sabemos que son diabólicas. Lo que harán es arrasar con la virtud, la pureza, la inocencia y toda la ley de Dios desde la infancia y la adolescencia, lo cual indica que son un Mal. A decir verdad el mayor Mal que ha sufrido la Patria en toda su historia.

Podemos tener actitudes buenas o acciones bondadosas y hasta grandes sin por ello ser personas buenas. Para ser verdaderamente buenos, hay que actuar a través de nuestra vida y con naturalidad con esa tendencia constante de hacer el bien, desde el corazón y desde la mente. Todos conocemos personas quienes pareciera que naturalmente están dispuestas a ayudar a quienes necesitan, a quienes pareciera que jamás se les ocurre ningún acto de malicia y tienden naturalmente a comprender las circunstancias de las personas con una tendencia a ver lo bueno en los demás. A todos nos ha sucedido de conocer seres humanos así.

Bondad es además, la fortaleza que tiene quien sabe controlar su carácter, sus pasiones, y sus arranques para convertirlos en buenas acciones. Si no somos buenos naturalmente, siempre podremos ejercitarnos en esta virtud, empezando por no hacer el mal y siguiendo el ejercicio según lo decía Platón: “Buscando el bien en nuestros semejantes encontraremos el nuestro”, tratando de ver lo bueno en las personas, ponderando y exaltando sus virtudes públicamente (aunque nos cueste), tratando a los demás como quisiéramos que nos trataren a nosotros mismos, con amabilidad educación, respeto y justicia, correspondiendo a la confianza que los demás han depositado en nosotros, visitando y solidarizándonos con nuestros amigos, familiares o empleados mas necesitados o afectados por distintos problemas, explicándoles lo que les cuesta aprender y nosotros ya sabemos, sirviendo al prójimo desinteresadamente, etc.

San Agustín decía que: “Cuanto mejor es el bueno, tanto más molesto es para el malo”. Es por eso que la bondad de otros muchas veces es motivo de burla o de desprecio, porque genera malestar y reproche en nuestras conciencias. De ahí que se tienda, para quitarnos este reproche de encima, a descalificar a los buenos, confundiendo su bondad con debilidad y el ser personas manejables.

A nadie le gusta que lo ridiculicen por ser el “buenito” del aula, de la oficina, de quien todo el mundo se aprovecha y se presenta como el bobo. A nadie le cae bien que se aprovechen de su buena disposición y ser el continuo blanco de “vos que sos bueno andá a prender el fuego del asado” o “vos que sos bueno, tráeme un mate”, etc. No deberíamos entonces generar esta confusión. Deberíamos decir entonces: “Vos que sos siempre tan servicial. No me prepararías un mate?”.

El ser bueno no quiere decir ser condescendiente con la injusticia o indiferente con lo que está bien o mal en las actitudes o acciones de quienes nos rodean. El ser condescendiente con todas las actitudes y situaciones que nos rodean muchas veces es falta de compromiso, flojera o falta de carácter. Nuestro Señor fue tan bueno cuando le devolvía la vista a los ciegos como cuando echaba a los mercaderes del Templo. No dejó de ser bueno. Simplemente dentro de su bondad, la prioridad era la gloria de Su Padre.

Tampoco será bondad el vivir exaltando nuestras buenas acciones, porque la bondad, como la generosidad, no espera nada a cambio. Dijimos que la gratitud es la virtud que nos hace reconocer las deudas que hemos adquirido con el prójimo por el bien que nos ha hecho en determinadas circunstancias. Pero lo que nos obliga a reconocer como deuda hacia nuestro prójimo no nos exige a nosotros pregonar nuestras buenas acciones y gestos ante los demás. Serán los demás quienes estarán obligados en conciencia a reconocerlo. No necesitaremos hacernos propaganda porque entonces nuestras buenas acciones se verán empañadas y las echaremos a perder. Serán buenas acciones tal vez, pero se desmerecerán con nuestra falta de humildad.

El hacer el bien calladamente también tiene que ver con la modestia, que modera el accionar de las personas y frena la ostentación (lo suntuoso y aparatoso que quiere llamar la atención desmedida) y la jactancia (la alabanza propia desordenada y pretenciosa).

Lo contrario a la bondad es la maldad, la dureza de corazón.

Nuestro siglo XXI, tan alejado de Dios que es la suma Bondad, ha endurecido el corazón de las personas y se manifiesta en todo su accionar y hasta en el ámbito de las leyes. La industria del juicio, que despoja injustamente a las personas de sus bienes con falsas excusas o las hace vivir atemorizadas de perderlo todo. La legalidad de matar desde el vientre materno y en un futuro próximo hasta a los ancianos por descartables. El fomentar la corrupción de los niños y los adolescentes de manera obligatoria desde el ámbito de la educación, son todas manifestaciones diabólicas de la maldad llevadas hasta sus máximas consecuencias.

9.1. Historia de doña Anita

Dona Anita es una vieja viejísima, viuda viudísima que vive en una ciudad de cuyo nombre prefiero no acordarme. Porque esto que voy a contar es una historia absolutamente real, aun cuando tenga tanto olor a fábula como presenta.

Doña Anita tuvo la desgracia de enviudar a los cuatro días de casada, pues su marido («su Paco», dice aún) murió siendo, no se acuerda si teniente o capitán en una lejanísima guerra, que ya no está muy segura si fue en la África o la de Cuba. Lo que si sabe doña Anita es que su Paco la dejó con el cielo y la tierra. Que de él sólo queda una preciosa fotografía, ya amarillenta; unas viejas sábanas de seda, que sólo se usaron cuatro noches, y una pensión de 5.105 pesetas.

Con este fabuloso sueldo vive doña Anita, convertida ya en una gacela antediluviana, rodeada por un mundo de monstruos. Pero doña Anita se las arregla para que sus cinco billetes lleguen a fin de mes dando por supuesto que las primeras 105 se las gasta cada día 30, al cobrar, en una vela, que enciende en honor y recuerdo de su Paco.

Hace no muchos meses, un día 30 pagaron a doña Anita su pen¬sión con un solo billete de 5.000, un billete de 100 y una moneda de 5 pesetas. A doña Anita le alegró tener por primera vez en sus manos aquel billete, que le parecía un premio gordo, pero al mismo tiempo le entraron todos los temblores del infierno ante la hipótesis de que pudiera perderlo. No estaría segura hasta que, a la mañana siguiente, lo cambiara en la tienda.

Y los sudores del infierno llegaron cuando, al ir a pagar sus verduras, después de su misa, se encontró con que, a pesar de todas sus precauciones, o quizá a causa de ellas, el billete de 5.000 no aparecía. Doña Anita revolvió y volvió del revés su bolso. Pero nada. Hizo cinco veces el camino que iba de su casa a la iglesia y de la iglesia al mercado. Pero nada. Buscó debajo de todos los bancos del templo, corrió los muebles todos de su casa… Y nada.

La angustia se hizo dueña de su corazón. ¿Cómo podría vivir ahora los treinta horribles e interminables días del mes si no tenía un solo céntimo en el banco, si todas las personas a las que conociera en este mundo estaban ya en el otro? Volvió a recontar todas sus cosas y comprobó, una vez más, que no quedaba nada de valor por vender... salvo claro, aquellas sábanas de seda viejísimas, aquel juego de café de plata que le regalaron sus hermanos el día de su boda y aquel viejo medallón de su madre. ¡Pero vender eso sería como venderse a sí misma!

Malcomió aquel día con las sobras que quedaban en la vieja nevera y apenas durmió en la larga noche. “¡Eso es!—pensó entre dos sueños angustiados—, ¡el billete lo perdí en el ascensor, al bajar para ir a misa!» Se levantó temblando y, con un abrigo encima del camisón, salió a la escalera. ¡Pero ni en el ascensor ni en la escalera había nada! Y regresó a su lecho como una condenada a muerte.

A la mañana, cuando salió a misa — Dios era ya lo único que le quedaba— clavó en la cabina del ascensor una tarjetita en la que anunciaba que si alguien había encontrado un billete de 5.000 pese¬tas hiciera el favor de devolvérselo a... Pero lo clavó sin la menor de las confianzas.

Aquella misa fue la más triste en la vida de doña Anita. Cuando el sacerdote comenzó a rezar el “Yo pecador”, la viuda viudísima se acordó de que ayer, en una de sus idas y venidas, se había cruzado en la escalera con la otra viuda del cuarto — ésa a la que los vecinos llamaban, para distinguirla de ella, la viuda alegre, y no sin motivos, según decían — y había comprobado que acababa de estrenar un precioso bolso de cuero. ¡Ahí estaban fundidas sus 5.000 pesetas! ¡Era claro como la luz del día!

Pero mientras el sacerdote leía el Evangelio, doña Anita recordó que las dos chicas del tercero, ésas que volvían todas las noches a las tantas, con sus novios, en motos estruendosas, habían llegado ayer un mucho más tarde de lo ordinario. ¡Y doña Anita tembló ante el simple pensamiento de lo que aquellas dos perdidas hubieran podido hacer con sus 5.000 pesetas!

Cuando el sacerdote recitó el ofertorio vino al pensamiento de doña Anita su vecino del segundo, el carnicero, un comunista mal encarado, que ayer la miró, al cruzarse con ella en la escalera, con una mirada aviesa y repulsiva. ¡Dios santo, en qué habría podido invertir el comunista ese su dinero!

En la consagración fue don Fernando —ese que decían que vivía con una mujer que no era la suya— la víctima de las sospechas de doña Anita. Y como la misa aún duró diez minutos, fueron todos los vecinos, uno a uno, convirtiéndose en probabilísimos apropiadores de la sangre de doña Anita.

Sólo cuando al ir a entrar en su piso — rabia le dio entrar en aquel bloque de viviendas corrompidas — tropezó doña Anita, y, al caérsele el misal, salieron de él doce estampas y un billete de 5.000 pesetas, se dio cuenta la vieja de que era ella tonta tonta-tonta la culpable de sus sufrimientos.

Y cuando se disponía a salir jubilosa hacia el mercado, alguien llamó a su puerta. Era la viuda del cuarto, que, miren ustedes qué casualidad, había encontrado la víspera un billete de 5.000 mil pesetas en el ascensor. Cuando ella se fue, pidiendo mil disculpas y diciendo que sin duda era de algún otro vecino que lo había perdido, llamaron a la puerta las dos chicas del tercero, que también ellas —¡qué cosas!, ¡qué cosas!—habían encontrado en la escalera otro billete de 5.000 pesetas. Luego fue el carnicero, y éste había encontrado no un billete de 5.000 pesetas, pero si cinco billetes de 1.000 pesetas nuevecitos y juntos. Después subió don Fernando y una do¬cena de vecinos más, porque—¡hay que ver qué casualidades! — todos habían encontrado billetes de 5.000 pesetas en la escalera.

Y mientras doña Anita lloraba y lloraba de alegría, se dio cuenta de que el mundo era hermoso y la gente era buena, y que era ella quien ensuciaba el mundo con sus sucios temores.

FICHA DE TRABAJO

Temas: Bondad, generosidad, reflexión.

Pistas para la reflexión

  1. Resume brevemente la historia de doña Anita.

  2. ¿Qué pasó en la cabeza de doña Anita cuando le desapareció el dinero?

  3. ¿Cómo actuaron el resto de vecinos con ella? ¿Quién actuó bien?

  4. ¿Ves a tu alrededor personas que echan la culpa de sus males a los demás?

Vocabulario

  • Fábula: breve relato ficticio, en prosa o verso, con intención didáctica o crítica frecuentemente manifestada en una moraleja final, y en el que pueden intervenir personas, animales y otros seres animados o inanimados.

  • Lecho: cama.

9.2. La alforja

Un día Júpiter bajó a la tierra, convocó a todos los animales, incluido el hombre, y les dijo:

— Quiero que viváis en armonía y contentos. Así que, si alguien tiene alguna queja, que la diga sin temor y enseguida la pondré remedio.

Nadie expuso nada. Júpiter entonces se dirigió al mono: — ¿Qué, tú estás contento?—Claro, respondió el mono, tengo cuatro patitas que son un tesoro y tengo un tipillo que muchos envidian. Yo no tengo motivos para envidiar a nadie... Comparado con el oso, tan feo, soy una maravilla. El sí que tendrá de qué quejarse. Los otros animales pensaban como el mono y esperaban la queja del oso. No hubo tal queja. Al contrario, con tono de orgullo, dijo: — Yo me veo fuerte, bien proporcionado, con cierto aire señorial. Comparado con el elefante que es un monstruo, una masa de carne que parece que se cae a trozos, soy un encanto. No me quejo de nada.

El elefante tomó la palabra y dijo: — ¡Ah!, pues yo no me quejo ab¬solutamente de nada, me siento fuerte, sólido, como un rey con poder. Mucho peor es la ballena que parece una masa informe. La ballena no se quejó se veía mejor que la jirafa, larguirucha y desgarbada.

La jirafa se sentía esbelta, fina, señorial, no como la hormiga, insignificante y rastrera. La hormiga se veía una reina comparada con el mosquito. Y el mosquito se vio ágil, se defendía muy bien... Así todos hasta que llegó el hombre. Este se entretuvo en contar todas sus cualidades y encantos. Así estuvo un largo rato. Luego siguió hablando sobre los defectos de los otros. Y se reía de ellos. Júpiter, que había estado en silencio, se dirigió a todos de nuevo y les dijo: — Bien, veo que cada uno lleva dos bolsas, en la de atrás metéis vuestras faltas y en la de delante las faltas de los otros.

Alfonso Francia. Educar con parábolas

FICHA DE TRABAJO

Temas: Bondad, personalidad.

Pistas para la reflexión

  1. Resume brevemente la fábula.

  2. ¿Qué hacía cada animal con sus virtudes? ¿Y con sus defectos?

  3. ¿Conoces gente que se pase todo el día pavoneándose de las cosas que tiene?

  4. ¿Conoces gente que se pase todo el día lamentándose de las desgracias que le suceden? ¿Crees que actúan bien unos y otros?

Vocabulario

  • Desgarbado: falta de gallardía, gentileza, buen aire y disposición de cuerpo.

  • Pavonearse: hacer vana ostentación de su gallardía o de otras prendas.

9.3. Fábula del ratón y el gato

Un día un gato vio a un ratoncillo corriendo por una casa y se puso a perseguirlo. El ratón, que no estaba en sus cabales, en vez de huir, se volvió al amo de la casa, que dormía profundamente. El perro trató de calmar a los contendientes, pero no lo consiguió: mientras sujetaba a uno, el otro lo golpeaba, y viceversa. Entonces decidió pedir ayuda a los demás moradores del corral. Se dirigió al gallo y éste le respondió: — A mí me echan cada vez que entro allí; así es que se arreglen ellos.

Acudió al caballo. Este dijo: — No salgo nunca de aquí y no seré yo quien entre hoy en una casa para separar a dos locos.

Se dirigió a un chivo, que dijo: — Yo estoy en esta esquina y no pienso meterme en lo que pase fuera de aquí.

El perro salió de la finca y se dirigió a un buey, que le respondió: — Yo nunca entro en una finca, así es que no veo por qué voy a entrar en una casa. El perro, afligido, volvió a entrar y vio que, durante la lucha, se habían caído algunos objetos; uno de ellos, muy pesado, había matado al dueño de la casa.

A la mañana siguiente, se organizaron los funerales, y lo primero que hicieron fue ir a avisar al jefe. Pero como a éste no se debe uno presentar con las manos vacías, cogieron el gallo y se lo ofrecieron como regalo.

El perro quedó muy afectado al ver al gallo cabeza abajo, y éste le dijo:

— Esto es por la cuestión de la historia del gato y el ratón.

— Si me hubieses ayudado—contestó el perro—, no hubiera sucedido esto.

Luego hubo que avisar a la gente que vivía lejos y dieron el caballo a un joven que por poco lo mata a golpes. La costumbre exige que se mate a un chivo cuando muere un jefe de familia, y esta vez le tocó al chivo de marras hacer el gasto. Es tradición celebrar algún tiempo después unos funerales por un jefe de familia, y al buey le tocó ser sacrificado.

Cuando alguien con sus propios medios puede remediar los problemas de otro y no lo hace, más pronto o más tarde su egoísmo se volverá con¬tra él.

Burkina (Alfonso Francia. Educar con parábolas)

FICHA DE TRABAJO

Temas: Bondad, solidaridad, compromiso.

Pistas para la reflexión

  1. Resume brevemente el cuento.

  2. ¿Por qué pedía ayuda el perro? ¿Qué respuesta recibió de cada animal?

  3. ¿Por qué no se implicaron cada uno en resolver en problema? ¿Qué consecuencias tuvo después esa falta de compromiso?

  4. ¿Conoces algún caso de mal que por no arreglarse a tiempo se convirtió en más males?

Vocabulario

  • Cabal: Excelente en su clase.

  • Contendientes: que batallan o pelean.

9.4. El avaro y el envidioso

El soberano Júpiter envió al Sol a informarse sobre las voluntades dudosas de los hombres. En ese tiempo, acudieron ante el Sol dos individuos de muy distinta condición, pues uno era avaro y el otro envidioso. El Sol les dijo:

— ¿Qué queréis y qué pedís? Declaradlo en confianza, que os será otorgado cuanto solicitéis: el primero tendrá exactamente lo que pida y el segundo tendrá el doble:

Al oír esto, el avaro quería que el envidioso pidiese primero para obtener él el doble, creyendo que pediría alguna riqueza. Mas el envidioso, entendiéndolo así y considerando que al avaro le tocaría el doble de lo suyo no pudo encubrir su envidia. Y así pidió que le fuera quitado un ojo, para que al otro le quitaran los dos. Y el Sol, al oír esto, sonriéndose, subió a lo alto hacia el dios Júpiter y le contó hasta qué punto la envidia reina entre los hombres; actúan de tal modo que sus semejantes se vean en peores daños y desgracias.

Aviano (Alfonso Francia. Educar con parábolas)

FICHA DE TRABAJO

Temas: Bondad, austeridad, sencillez.

Pistas para la reflexión

  1. ¿Qué les sucede a los personajes de la historia?

  2. ¿Cómo actúan el avaro y el envidioso?

  3. ¿Crees que hay gente que actuando por envidia, desea el mal para los demás? ¿Cómo se puede evitar caer en este error?

Vocabulario

  • Avaricia: afán desmedido de poseer y adquirir riquezas para atesorarlas.

  • Envidia: tristeza o pesar del bien ajeno.

9.5. La serpiente y la abeja

Iba una abeja volando por un campo lleno de flores y arbustos, se paró en uno de ellos y extrajo miel. Pasaba por allí una serpiente y se acercó al mismo arbusto, mordió el tronco y sacó veneno. Esto me hizo pensar que, de un libro lleno de ciencia leído por dos personas, una mala y la otra buena, pueden sacar la buena la miel, es decir lo bueno del libro, y la mala, veneno.

De lo que se deduce que todo depende de las buenas o malas intenciones con que se miran y hacen las cosas. O dicho de otro modo: El malo lo malo ve, y el bueno ve lo bueno.

FICHA DE TRABAJO

Temas: Bondad, sabiduría.

Pistas para la reflexión

  1. ¿Qué obtuvo la abeja del arbusto? ¿Qué obtuvo la serpiente de él?

  2. ¿Dónde está la maldad en las cosas o en el uso que hacemos de ellas las personas humanas?

  3. ¿Un cuchillo es bueno o es malo? ¿La energía nuclear es buena o es mala?

9.6. Las ratas y el gato

Había una casa invadida de ratas. Lo supo un gato y se fue a ella, y poco a poco iba devorando las ratas. Pero ellas, viendo que rápidamente eran cazadas, decidieron guardarse en sus agujeros.

No pudiendo el gato alcanzarlas, ideó una trampa para que salieran. Trepó a lo alto de una viga, y colgado de ella se hizo el muerto. Pero una de las ratas se asomó, lo vio y le dijo:

— ¡Oye amiguito, aunque fueras un saco de harina, no me acercaría a ti!

Los malvados, cuando no pueden dañar a sus víctimas directamente, buscan un atrayente truco para lograrlo. Cuídate siempre de lo que te ofrecen como muy lindo y atrayente.

FICHA DE TRABAJO

Temas: Engaño, prudencia, bondad, sabiduría.

Pistas para la reflexión

  1. Resume brevemente la historia.

  2. ¿Qué estratagema empleó el gato para conseguir más ratones?

  3. ¿Qué consejo prudente nos da el ratón?

  4. ¿En qué momentos o con qué personas tomas tus precauciones?

9.7. Rayito de sol

Erase una vez una niña llamada Elsa. Tenía una abuela muy vieja, de cabello blanco, con arrugas en todo el rostro.

El padre de Elsa tenía una gran casa en una colina.

Todos los días el sol asomaba por las ventanas del sur. Todo lucía brillante y hermoso.

La abuela vivía en el lado norte de la casa. El sol nunca entraba en su habitación.

Un día Elsa dijo a su padre:

— ¿Por qué el sol no entra en la habitación de la abuela? Sé que a ella le gustaría recibirlo.

— No hay sol en las ventanas del norte — dijo su padre.

— Entonces giremos la casa, papá.

— Es demasiado grande para eso — dijo su padre.

— ¿La abuela nunca tendrá sol en su habitación? — preguntó Elsa.

— Claro que no, hija, a menos que tú puedas llevarle un poco.

Después de eso Elsa trató de pensar en modos de llevarle un rayo de sol a su abuela.

Cuando jugaba en los campos, veía la hierba y las flores ondulantes. Los pájaros cantaban dulcemente mientras volaban de árbol en árbol.

Todo parecía decir: Amamos el sol: Amamos el radiante y cálido sol.

“La abuela también lo amaría — pensaba la niña—. Debo llevarle un poco.”

Una mañana cuando estaba en el jardín sintió los cálidos rayos del sol en su cabello dorado. Se sentó y los vio en su regazo.

— Los juntaré en mi vestido —se dijo—, y los llevó a la habitación de la abuela. –Se levantó de un brinco y entró en la casa a la carrera.

— ¡Mira, abuela, mira! Aquí te traigo rayos de sol — exclamó. Y abrió el vestido, pero no había un rayo a la vista.

— Asoman por tus ojos, mi niña — dijo la abuela —, y brillan en tu cabello brillante y dorado. No necesito el sol cuando te tengo conmigo.

Elsa no entendía cómo el sol podía asomar por sus ojos, pero le alegró hacer feliz a su abuela. Todas las mañanas jugaba en el jardín. Luego corría a la habitación de su abuela para llevarle el sol en los ojos y el cabello.

Versión de Etta Austin Blaisdell. Libro de las virtudes.

FICHA DE TRABAJO

Temas: Bondad, servicialidad, compasión.

Pistas para la reflexión

  1. Resume brevemente la historia.

  2. ¿Qué quería Elsa? ¿Qué dificultades se encontraba?

  3. ¿De qué manera pudo conseguir su objetivo?

  4. ¿Cuidas a las personas mayores? ¿Les visitas, das conversación y cuentas con ellas en tu vida?

Vocabulario

  • Colina: elevación natural de terreno, menor que una montaña.

  • Ondulante: que hace ondas al moverse.

9.8. La comadreja y la lima

Se introdujo una comadreja en el taller de un herrero y se puso a lamer una lima que ahí se encontraba. Al cabo de un rato su lengua arrojaba sangre en abundancia, y la comadreja se puso muy feliz pensando que había arrancado algo al hierro, hasta que acabó por perder su propia lengua.

Piensa siempre que si haces un daño, tarde o temprano éste regresará contra ti.

FICHA DE TRABAJO

Temas: Bondad, felicidad.

Pistas para la reflexión

  1. ¿Qué le sucede a la comadreja de la fábula?

  2. Reflexiona en la expresión: “Si haces un daño, tarde o temprano éste regresará contra ti”.

  3. ¿Piensas que hay que devolver mal por mal? ¿Qué consecuencias tiene esta actitud?

9.9. Historia de dos ciudades

Un viajero se aproximaba a una gran ciudad y preguntó a una mujer que se encontraba a un lado del camino: "¿Cómo es la gente de esta ciudad?". "¿Cómo era la gente del lugar de dónde vienes?", le inquirió ella a su vez. "Terrible, mezquina, no se puede confiar en ella... detestable en todos los sentidos", respondió el viajero. "¡Ah! —exclamó la mujer—, encontrarás lo mismo en la ciudad a donde te diriges".

Apenas había partido el primer viajero cuando otro se detuvo y también preguntó acerca de la gente que habitaba en la ciudad cercana. De nuevo la mujer le preguntó al viajero por la gente de la ciudad de donde provenía. "Era gente maravillosa; honesta, trabajadora y extremadamente generosa. Lamento haber tenido que partir.", declaró el segundo viajero. La sabia mujer le respondió: "Lo mismo hallarás en la ciudad adonde te diriges".

En ocasiones no vemos las cosas como son, las vemos como somos nosotros.

FICHA DE TRABAJO

Temas: Bondad, sabiduría.

Pistas para la reflexión

  1. Resume brevemente la historia de los dos peregrinos.

  2. ¿Por qué cada uno recibe dos contestaciones distintas?

  3. ¿Hasta qué punto puede influir en las personas la visión y la actitud que tengamos de bondad o maldad hacia el mundo?

Vocabulario

  • Mezquino: falto de generosidad y nobleza de espíritu.

  • Detestable: abominable, execrable, aborrecible, pésimo.

9.10. Bueno y malo

Cuándo es "bueno" un hombre? Una cosa es buena cuando hace aquello para lo que fue hecha. Un reloj es bueno si da la hora correcta; si no, no es bueno como indicador del tiempo, que es el principal objeto para el que fue hecho, por tanto es malo.

¿Para qué fue hecho el hombre? Principal y esencialmente para una sola cosa — no para la riqueza, no para el poder, no para el placer, no para el honor ya que, con estas cosas o sin ellas, un hombre puede ser bueno.

¿Cuándo es buena una cosa? Cuando glorifica a su creador, por ejemplo, la piedad o el juicio final de Miguel Ángel.

¿Cuándo es bueno un hombre? Solo cuando glorifica a su creador, a su Dios. ¿Cuándo debe un hombre glorificar a Dios? Una pintura ensalza la gloria de su autor mientras existe, y un hombre, mientras exista, debe ensalzar la gloria de su creador. Esto es renovable, cualquier otra cosa es "inconcebible".

FICHA DE TRABAJO

Temas: Bondad, sentido.

Pistas para la reflexión

  1. ¿Cuándo es buena una cosa?

  2. ¿Para qué ha sido creado el hombre?

  3. ¿Por qué crees que Miguel Ángel esculpió la Piedad?

Vocabulario

  • Ensalzar: manifestar aprecio o admiración.

  • Inconcebible: que no puede concebirse o comprenderse.

CITAS, PROBERVIOS Y REFRANES

Bondad

“Varón bueno se llama, con razón, no al que conoce el bien, sino al que lo ama”. San Agustín

“El que es bueno, es libre aun cuando sea esclavo; el que es malo, es esclavo aunque sea rey”. San Agustín

“El mejor homenaje que puede tributarse a las personas buenas es imitarlas”. Concepción Arenal

“No conozco ningún otro signo de superioridad que la bondad”. Ludwing van Beethoven

“Donde puedo decir lo bueno, lo digo; y donde debería decir el mal, callo”. San Juan Bosco

“Basta un instante para forjar un héroe, pero es preciso toda una vida para hacer un hombre de bien”. Pierre Brulat

“El mejor camino para recordar las buenas acciones es refrescarlas con otras nuevas”. Catón

“Cuando mejor es una persona, más difícilmente sospecha de la maldad de los demás”. Cicerón

“Haced el bien a vuestros amigos y enemigos, porque así conservaréis los unos y os será posible atraer a los otros”. Cleóbulo

“Cuando veas un hombre bueno, piensa en imitarlo; cuando veas uno malo, examina tu propio corazón”. Confucio

“No todos los hombres pueden ser ilustres, pero pueden ser buenos”. Confucio

“La mejor vida no es la más larga, sino la más rica en buenas acciones”. Marie Curie

“El hombre bueno siempre está contento”. Ralph W. Emerson

“No saber mostrarse bueno con los malos es una prueba de que no es uno bueno del todo”. San Francisco de Sales

“El hombre se inclina ante el talento, pero sólo dobla la rodilla ante la bondad”. Charles Gounod

“La bondad consiste en estimar y amar a la gente más de lo que merece”. Joseph Joubert

“Abundan más los buenos por su propio esfuerzo que los buenos por naturaleza”. Kritias

“La bondad – no el genio, ni la gloria, ni el amor – es lo que refleja la grandeza del alma humana”. J.B. Lacordaire

“Los buenos no dejan de hacer el bien a los ingratos”. Tito Livio

“Una prueba nada despreciable de la propia bondad consiste en fiarse de la bondad de los demás”. Michel de Montaigne

“Una de las ventajas de las buenas acciones es la de elevar el alma y disponerla a hacer otras mejores”. Jean Jacques Rousseau

“La recompensa de una buena acción es haberla hecho”. Séneca

“No se puede ser bueno a medias”. León Tolstoi

“Es menester ser bueno, no por amor a los hombres, sino para estar en paz consigo mismo”. Achille Tournier

“Devolver bien por mal es el mejor negocio”. Constancio Vigil

“Con bondad, el más duro corazón puede ser ablandado”. Lin Yutang

Bien

“Es una suerte digna de los elegidos, la de hacer el bien y ser denigrados”. Antístenes

“No se pierde el tiempo que se emplea en procurar hacer el bien”. Concepción Arenal

“La alegría de hacer el bien está en sembrar, no en recoger”. Jacinto Benavente

“No os canséis de hacer el bien”. Biblia. 2 Tes 3,13

“El que tiene lo bastante para poder hacer bien a los otros, es rico”. Thomas Browne

“Quien no ha hecho el bien a nadie, ha hecho un mal”. M. Gorki

“No debemos lamentar nunca el tiempo que hemos empleado en proceder bien”. Joseph Joubert

“Apártate del mal, obra el bien y busca la paz”. San Juan de la Cruz

“Mira dentro de ti mismo; ahí está el manantial del bien, tanto más inagotable cuanto más se profundiza”. A. Marco Aurelio

“Veo el bien. Y lo acepto. Pero hago el mal”. Ovidio

“Buscando el bien de nuestros semejantes encontraremos el nuestro”. Platón

“Haz bien tu parte. En ese reside todo el honor”. Alexander Pope

“Si haces bien porque te lo agradezcan, mercader eres, no bien, no bienhechor; codicioso, no caritativo”. Francisco de Quevedo

“Mejor es hacer el bien que prometerlo”. Quintiliano

“El primer paso hacia el bien es no hacer el mal”. Jean Jacques Rousseau

“No hay sino un camino para poner fin al mal: devolver bien por mal”. Leon Tolstoi

“Debe hacerse el bien no sólo a pesar de que no nos han de corresponder en el mundo, sino precisamente porque no han de corresponderlo”. Miguel de Unamuno

“El ruido no hace bien; el bien no hace ruido”. San Vicente de Paul

Mal

“Proteger el mal es lo mismo que perseguir el bien”. Ludwig van Beethoven

“El mal que hacemos es siempre más triste que el mal que nos hacen”. Jacinto Benavente

“Cuando se sugieren muchos remedios para un solo mal, quiere decir que no se puede curar”. Anton Chejov

“Para toda clase de males hay dos remedios: tiempo y silencio”. Alejandro Dumas

“Del mal, el menos”. Fedro

“Nada contribuye tanto a hacer malo a un hombre como el no ser amado”. Théophile Gautier

“La maldad no necesita razones, le basta con un pretexto”. Johann W. Goethe

“Más peligrosa es la maldad que se esconde bajo la máscara de la virtud”. Ben Jonson

“Nadie se hace malvado de repente”. Juvenal

“Para hacer mal cualquiera es poderoso”. Fray Luís de León

“El verdadero mal para el hombre no es el que sufre, sino el que hace”. Alessandro Manzoni

“Fuente principalísima de males entre los hombres son los favores excesivos”. Menandro

“Procura atajar el mal al principio, que si llega a echar raíz cura difícilmente”. Ovidio

“El mal que haces por culpa tuya es como una calle por la que han de caminar también los otros”. Pier Paolo Pasolini

“Los malos no son otra cosa que inválidos de espíritu”. José Pedroni

“La malicia bebe la mayor parte de su veneno”. Séneca

“De todos los males, los más dolorosos son los que uno se infringe a si mismo”. Sófocles

“Si no quieres que el mal exista, no obres mal”. León Tolstoi

“Todos los males del mundo provienen de que el hombre cree que puede tratar a sus semejantes sin amor”. León Tolstoi

“No cedas frente a los malvados, sino oponte a ellos ardientemente”. Virgilio

“Ninguno cree que hace mal si los demás no juzgan que lo hace”. Luís Vives

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