La Anunciación en el arte II

Renacimiento: Quattrocento, Escuela Flamenca y Quinquecento

AUDICIÓN RECOMENDADA

L'Estro Armonico, 12 conciertos de Vivaldi

En la tradición católica y ortodoxa, la Anunciación se refiere al evento en el que el arcángel Gabriel apareció ante María para decirle que había sido elegida por Dios para dar a luz a su hijo, Jesús. La Anunciación se presenta como inicio de la historia de la salvación, como cumplimiento de la Verdad revelada en las profecías.

Es sorprendente al estudiar la historia, conocer que el tema más representado en el mundo del arte, es el sí de una mujer. ¿Por qué el sí de María que para algunos es mitología y para otros eternidad es el tema que ha cambiado el mundo del arte?

La razón podría ser el misterio o la belleza que esconde este relato, donde el Verbo se hizo carne en el silencio de la mañana y la soledad de un pueblo llamado Nazaret; o porque el sentido de ese misterio da sentido a nuestra propia realidad.

El caso es que todo artista desde el siglo III, que se encontró la primera representación en una de las catacumbas de Roma hasta el siglo XXI, ha pasado por este misterio para dejar su huella en el mundo del arte.

Las representaciones más notables de esta escena incluyen un antiguo fresco romano en las catacumbas de Priscilla (una cantera utilizada para entierros cristianos en el siglo III); una pintura a gran escala muy detallada del pionero del Renacimiento nórdico Jan van Eyck; un cuadro simbólico de un joven Leonardo da Vinci; y, por supuesto, una compleja serie de obras de Fray Angélico, el fraile toscano cuyas pinturas ayudaron a dar forma al Alto Renacimiento. Otros artistas destacados han sido: El Greco, Botticelli, Rafael Sanzio, Caravaggio, Luis de Morales...

Relato de la Anunciación y Profecía de Isaías

En la Biblia, la Anunciación es descrita en el Evangelio de Lucas 1:26-28, pero además la escena está narrada con mayor lujo de detalles en los evangelios apócrifos:


Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María. Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.»

Ella se turbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en tu seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.»

María respondió al ángel: «¿Cómo será esto, puesto que no conozco varón?»

El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril, porque ninguna cosa es imposible para Dios.»

Dijo María: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra.» Y el ángel, dejándola, se fue.

Evangelio de Lucas 1:26-28


“Cierto día cogió María un cántaro y se fue a llenarlo de agua. Más he aquí que se dejó oír una voz que decía: «Dios te salve, llena de gracia, el Señor es contigo, bendita tú entre las mujeres.» Y ella se puso a mirar entorno, a derecha e izquierda, para ver de dónde se podía provenir esa voz. Y, toda temblorosa, se marchó a su casa, dejó el ánfora, cogió la púrpura, se sentó en su escaño y se puso a hilarla.”

Protoevangelico de Santiago (XI, 1-2)


“Al día siguiente, mientras se encontraba María junto a la fuente, llenando el cántaro de agua se le apareció el ángel de Dios y le dijo: «Dichosa eres, María, porque has preparado al Señor una habitación en tu seno. He aquí que una luz del cielo vendrá para morar en ti y por tu medio iluminará a todo el Mundo.»

Tres días después, mientras se encontraba en la labor de la púrpura, vino hacia ella un joven de belleza indescriptible. María al verlo quedó sobrecogida de miedo y se puso a temblar. Mas él le dijo: «No temas, María, porque has encontrado la gracia ante los ojos de Dios. He aquí que vas a concebir en tu seno y vas a dar a luz un rey cuyo dominio alcanzará no sólo a la tierra, sino también al cielo, y cuyo reinado durará por todos los siglos”»

Pseudoevangelio de Mateo (IX, 1-2)


Y, en aquellos días, es decir, desde los primeros tiempos de su llegada a Galilea, el ángel Gabriel fue enviado a ella por Dios, para anunciarle que concebiría al Señor, y para exponerle la manera y el orden según el cual las cosas pasarían. Y, entrando en su casa, inundando con gran luz la habitación en que se encontraba, y saludándola muy graciosamente, le dijo: Salve María, virgen muy agradable a Dios, virgen llena de gracia, el Señor es contigo, bendita eres entre todas las mujeres, bendita eres por encima de todos los hombres que hasta el presente han nacido.

Y María, que conocía ya bien las fisonomías angélicas, y que estaba habituada a recibir la luz celeste, no se amedrentó ante la visión del enviado divino, ni quedó estupefacta ante aquella luz. Únicamente la palabra del ángel la turbó en extremo. Y se puso a reflexionar sobre lo que podía significar una salutación tan insólita, sobre lo que presagiaba, sobre el fin que tenía. Y el ángel divinamente inspirado previno estas dudas, diciéndole: No temas, María, que mi salutación oculte algo contrario a tu castidad. Has encontrado gracia ante el Señor, por haber escogido el camino de la pureza, y, permaneciendo virgen, concebirás sin pecado, y parirás un hijo.

Y él será grande, porque dominará de un mar a otro, y hasta las extremidades de la tierra. Y será llamado hijo del Altísimo, porque, naciendo en la humildad, reinará en las alturas de los cielos. Y el Señor Dios le dará el trono de David su padre, y prevalecerá eternamente en la casa de Jacob, y su poder no tendrá fin. Es, en efecto, rey de reyes y señor de los señores, y su trono durará por los siglos de los siglos.

Y, a estas palabras del ángel, la Virgen, no por incredulidad, sino por no saber la manera como el misterio se cumpliría, repuso: ¿Cómo eso ha de ocurrir? Puesto que, según mi voto, no conozco varón, ¿Cómo podré dar a luz, a pesar de ello? Y el ángel le dijo: No pienses, María, que concebirás al modo humano. Sin unión con hombre alguno, virgen concebirás, virgen parirás, virgen amamantarás. Porque el Espíritu Santo descenderá sobre ti, y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra contra todos los ardores de la pasión. El que de ti saldrá, por cuanto ha de nacer sin pecado, será el único santo y el único merecedor del nombre de hijo de Dios. Entonces, María, con las manos extendidas y los ojos elevados al cielo, dijo: He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí según tu palabra.

Evangelio de la Natividad de María (IX, 1-4)


La profecía de Isaías, contemplada en el Antiguo Testamento, establece el nexo de unión entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, que también expresa el cumplimiento de la promesa de salvación.


"En aquellos días, el Señor habló a Ajaz y le dijo: “Pide un signo al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo”. Respondió Ajaz: “No lo pido, no quiero tentar al Señor”. Entonces dijo Isaías: “Escucha, casa de David: ¿no os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará un signo. Mirad: la virgen está encinta y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Enmanuel (que significa “Dios-con-nosotros”). Comerá requesón con miel, hasta que aprenda a rechazar el mal y a escoger el bien".

Isaías 7, 10-15

Significado de la Anunciación

Cada año celebramos la Solemnidad de la Anunciación, cuando el Arcángel Gabriel apareció ante la Virgen María para anunciarle el nacimiento de Cristo. En esta nota te explicamos por qué es importante este día.


1. ¿Qué significa la palabra “Anunciación”?

Se deriva de la misma raíz que la palabra "anunciar". El Arcángel Gabriel anuncia el nacimiento de Cristo con antelación. "Anunciación" es simplemente una manera antigua de decir "el anuncio".

Aunque este término suele aplicarse al nacimiento de Cristo, se puede utilizar también en otros casos. Por ejemplo, en su libro “La infancia de Jesús”, Benedicto XVI escribe frases como "La anunciación del nacimiento de Juan" y "La anunciación a María" porque el nacimiento de Juan Bautista también se anunció con antelación.


2. ¿Cuándo se celebra la Anunciación y por qué a veces se cambia la fecha?

La Solemnidad de la Anunciación se celebra el 25 de marzo, es decir nueve meses antes de Navidad (25 de diciembre), por los nueve meses que Jesús estuvo en el vientre de la Virgenn María.

Sin embargo, la Anunciación coincide a veces con Semana Santa, cuyos días tienen un rango litúrgico superior a esta Solemnidad. Según el Misal Romano: “Cada vez que se produce esta solemnidad durante la Semana Santa, se transfiere al lunes siguiente al segundo domingo de Pascua”.


3. ¿Por qué esta historia es paralela al nacimiento de Juan Bautista?

El nacimiento de Juan el Bautista fue también anunciado con antelación. En ambas historias hay similitudes:

  • El Arcángel Gabriel hace el anuncio.

  • Se anuncia a una sola persona: Zacarías en el caso de Juan Bautista, y María en el caso de Jesús.

  • Se anuncia el nacimiento milagroso de un individuo que tiene un lugar prominente en el plan de Dios.

  • En ambos casos realizan una pregunta al ángel (Zacarías pregunta cómo puede saber si lo anunciado sucederá; María pregunta cómo va a suceder).

  • Una señal milagrosa es presentada como prueba (Zacarías se quedó mudo; a María se le informa del embarazo milagroso de Isabel, que se encuentra en su sexto mes).

  • Gabriel se aparta.


4. ¿Por qué la reacción de María es diferente a la de Zacarías?

A primera vista la reacción de María ante Gabriel podría parecerse a la reacción incrédula de Zacarías pero es fundamentalmente diferente:

Zacarías preguntó cómo podía saber si lo que decía el ángel sería verdad. Su actitud era de escepticismo.

María, en cambio, se pregunta cómo se cumplirán las palabras del ángel. Su actitud es de una fe que busca comprender.


5. ¿Cómo responde el Arcángel Gabriel a la pregunta de María?

Gabriel le dice: “El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios”.

Aquí el ángel indica la participación de las tres Personas de la Santísima Trinidad: a través de la acción del Espíritu Santo, el Padre hace que el Hijo sea concebido en forma humana. No habrá ningún padre humano, dejando claro el hecho de que el Niño va a ser el Hijo de Dios.

Como un ejemplo más del poder de Dios, el ángel acota que Isabel, aunque anciana y aparentemente estéril, ha concebido milagrosamente un hijo y está en el sexto mes de embarazo. "Para Dios no hay nada imposible".


6. ¿Por qué el “Sí” de María es importante?

La aceptación de María de este papel es trascendental porque ella será la Madre del Hijo de Dios. A pesar de los sufrimientos, en sus diversas formas, ella se colocó por completo al servicio de la voluntad de Dios convirtiéndose en protectora del Niño que un día nacería y salvaría con amor al mundo.

Anunciación y Encarnación: iconografía e interpretación

Iconográficamente existen dos momentos muy parecidos en la historia del arte sobre un pasaje de la vida de la Virgen María en un espacio-tiempo casi instantáneo.

Este es el segundo que transcurre entre La Anunciación y La Encarnación de María.

La Anunciación de María o Salutatio Mariae

Es el momento en el que el arcángel San Gabriel se presenta en casa de María. Saluda y dice: «Dios te Salve María llena eres de Gracia, el señor es contigo».

Esa situación fue recogida por los artistas que representaron una escena íntima y un pequeño gesto. Mostrando a María, turbación o temor al ver la imagen del arcángel. Él baja del cielo ataviado con ropajes sedosos y con la vara de azucenas como símbolo de virginidad y pureza. María, en estado de asombro, mira en dirección al ángel -está cubierta por un velo blanco que le tapa parte del pelo, una capa azul y un vestido, en forma de túnica, rojo-. Estos tres colores, comunes en casi todas las representaciones de la Virgen, tienen el significado de pureza, humanidad y cielo.

En algunas ocasiones, y según la época, un halo de santidad rodeó su cabeza.

Otros elementos que decoran la escena son los angelotes o querubines, la paloma blanca (símbolo del Espíritu Santo) o la figura masculina y barbada de Dios.

La Encarnación de la Virgen

Es el momento justamente posterior del saludo del arcángel: «No temas María, porque has hallado gracia delante de Dios. Vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús».

Ese momento, único en el cristianismo, fue llevado a cabo por pintores y escultores con la representación del arcángel postrado a los pies de María.

La inclinación de San Gabriel, la flexión de su rodilla, es la señal de sumisión, de docilidad y de obediencia. El momento de humildad y reverencia en el que el Espíritu Santo encarna a la Virgen. El instante más importante.

En esa secuencia María agacha la mirada para ser atravesada por la Luz. En algunas obras aparecerá con su vientre ligeramente abultado y sus manos cruzadas que denotan ese rubor propio del momento.

Estos dos momentos, casi justos, de la Virgen y San Gabriel suelen llevarnos a equivocaciones a la hora de nombrar la obra siendo, casi todas, «Anunciaciones» sin diferenciar la actitud del ángel o el momento exacto de la escena.

En cambio, en un edificio religioso, en un contexto de espacio sagrado, es de suma importancia hacer bien esa diferenciación. Represente lo que represente la obra de la portada.

A tener en cuenta entre «La Anunciación» y «La Encarnación».

Siempre, la entrada a un templo cristiano, la obra debe leerse como «Anunciación», ya que esta palabra, como ya hemos mencionado anteriormente, significa Salutatio Mariae. Por tanto, toda portada es una salutación al creyente o catecúmeno que pasa y al cual se le invita a entrar: «Dios te salve a ti también hombre de fe».

Sin embargo, en el altar mayor o retablo ha de leerse como una «Encarnación», ya que allí es el lugar donde se encarna, cada día, a Jesús en la hostia mediante la consagración de la misa.

El momento más representado es, sin duda, La Encarnación por ser el momento más valioso del cristianismo; pues no debemos de olvidar que los judíos ya anuncian la llegada de un Mesías.

Es por esto que hay una pequeña diferencia entre «La Anunciación» y «La Encarnación».

Símbolos de la representación en el arte

La Anunciación es seguramente uno de los temas iconográficos más habituales en la historia del arte cristiano. Su representación pictórica sigue un modelo arquetípico, en el que aparece la Virgen María vestida de azul en un interior arquitectónico, y el ángel San Gabriel irrumpiendo desde el exterior, en el extremo opuesto de la composición. Sobrevolando estas dos figuras se distingue siempre una paloma blanca que simboliza al Espíritu Santo, y en ocasiones también unos rayos de sol u otro elemento alusivo al poder de Dios Padre, quien también puede aparecer representado. Además de lo expuesto, la escena se completa con otros símbolos, como un jarrón con flores o un ramo de azucenas, que hacen referencia a la pureza, inocencia y belleza de la Virgen María.

Vamos a analizar estos símbolos y significado, que son muy comunes a tantas obras:

  • Posición de María: En la escritura latina e griega procede de izquierda y la mirada se posa a la derecha donde se encuentra la Virgen María.

  • Posición del ángel Gabriel: A finales del medioevo se representaba a los ángeles con una rodilla plegada hacia la dama. En las pinturas del renacimiento se representa a este de pie, mientras que María aparece de rodillas en actitud de oración.

  • La vestidura roja: Pertenece a la tradición mariana, que significa caridad y sacrificio, pero también alude a la pasión de Cristo.

  • El manto azul o celeste: Es símbolo de espiritualidad, contemplación, cercanía a lo divino. El dorado en el borde representa lo divino en la trascendencia.

  • El velo: Es un signo de consagración a lo divino. En los primeros siglos María, era representada con los cabellos sueltos, como las vírgenes en su tiempo.

  • Gesto de María: Durante el Renacimiento se llegaron a configurar hasta cinco tipos iconográficos distintos, dependiendo de la reacción mostrada por la Virgen María ante el mensaje comunicado por el ángel Gabriel. Estos tipos, identificados por el historiador del arte M. Baxandall, son «conturbatio» (turbación), «cogitato» (reflexión), «interrogatio» (interrogación), «humi­liatio» (humildad), y «meritatio» (mérito).

  • Las manos de María: En algunas pinturas las palmas de las manos se dirigen hacia el ángel, como signo de humildad y retraimiento. En otras se posan en su pecho, como signo de acogida y oración. Los dedos de la mano derecha dirigidos al cielo, remarcan de donde proviene el mensaje. Si apuntan a la Biblia, subrayan el cumplimiento de las escrituras.

  • El libro: Representa la oración y la meditación, que han preparado a María para la venida de Dios.

  • Las vestiduras del arcángel: Vestimenta larga que recuerda una vestidura sacerdotal y anticipa la jerarquía de la Iglesia.

  • El lirio: Es la flor símbolo de la pureza, y también representa la virginidad de María, antes, durante y después del parto.

  • La puerta: En muchas representaciones se puede ver una puerta o ventana, que conduce el ojo del observado hacia el exterior, y da significado al pasaje del espacio humano (edificación) a aquel divino (naturaleza).

  • El jardín: El jardín con todas sus flores y frutos, representa a María misma y todas sus innumerables virtudes.

  • La labor: El Pseudoevangelio de Mateo describe como la Virgen estaba tejiendo realizando la "púrpura", refiriéndose a que tejía el velo del Templo que tanto significado tenía para el Pueblo Judío.

  • El pozo: En algunos iconos bizantinos se puede ver en las cercanías de la escena del encuentro con el arcángel el pozo del que habla el Protoevangelio de Santiago, donde María tiene el primer encuentro con el ángel.

  • El presente del arcángel: En la mayoría de las representaciones el ángel porta unos lirios blancos simbolizando la pureza de la Virgen. En otros casos lleva una rama de olivo significando el mensaje de paz que lleva. En los primeros siglos, el ángel llevaba una vara recordando el caduceo clásico empleado por Mercurio que caracteriza a los mensajeros de los dioses. Por último también puede portar un cetro dando dignidad y realiza al mensaje celestial.

  • El Espíritu Santo: Suele estar representado en forma de rayos luminosos que parte del cielo donde está Dios Padre y que culminan en el vientre de María donde se produce la encarnación. En otros casos se emplea una paloma blanca, icono que ya los primeros cristianos utilizaron en las catacumbas para representar a la tercera persona de Dios.

  • La filacteria: Las palabras del encuentro forman parte esencial de la escena y es por eso no son pocos los artistas que han buscado diversos recursos para representarlas. A veces se emplea una filacteria que es una banda de tela o pergamino con las extremidades enrolladas que porta el arcángel. En otras ocasiones las letras se escriben entre el espacio que une la boca del que anuncia y los oídos del que escucha.


Renacimiento: Quattrocento ( 1400-1499)

Anunciación de San Giovanni Valdarno (1430-1432). Fray Angélico

Fray Angélico o Beato Angélico O. P. nació en Florencia cerca de 1390 y murió en Roma en 1455, estamos por tanto ante el artista de la fractura entre el arte gótico y el renacentista. Provenía de una familia acomodada, por ello quizá sus personajes tengan esos movimientos lentos, calculados y elegantes. Contemporáneo de Masaccio es su contraposición, aunque también su complementario. Éste es racional, de estilo contundente e individualista, mientras que Fra Angélico no busca la temporalidad o la moda, sino la trascendencia. Para él todo arte es un medio para alcanzar la perfección de Dios y así conseguir la intemporalidad. Quería que cada obra suya fuese un espejo de la belleza ideal, la que no se ve pero que se puede encontrar, tanto en los hombres como en las cosas.

Fray Angélico exploró por primera vez esta iconografía en 1430 con la Anunciación de San Giovanni Valdarno, una pieza llamada así por la ciudad toscana en la que ahora se ubica. Creada con témpera—una pintura a base de yema de huevo popular entre los artistas medievales— esta pieza sentó las bases para las Anunciaciones posteriores de Fra Angélico, que se caracterizan por colocar al arcángel Gabriel en el lado izquierdo de la composición, a la Virgen María a la derecha y un énfasis orientado a los detalles en su entorno, como la arquitectura enmarcada por las figuras y Adán y Eva, en medio de su expulsión del Jardín del Edén, a lo lejos.

La Anunciación de Cortona (1433-1434). Fray Angélico

Todas las anunciaciones que creó Fray Angélico influirán en las que posteriormente realicen otros artistas al crear un canon de representación para el tema. Sacó a la Virgen de la estancia cerrada típica del gótico, colocándola en un pórtico abierto, que linda con un jardín que podría ser el Edén, pues en ocasiones aparecen Adán y Eva. El Ángel avanza casi de rodillas hacia la señora, apoyando sus palabras en los gestos de sus brazos. Es un ángel lujoso, como el que se conserva en el Museo del Prado, pintado en 1432. La preciosa túnica está dorada con oro y empedrada con gemas brillantes al modo de estrellas. Sus alas son tornasoladas, exquisitas. Sin embargo el tiempo va haciendo que toda esta parafernalia, este lujo, se tornen en austeridad. Solo un año después de terminar la Anunciación de San Giovanni Valdarno, Fray Angélico comenzó a trabajar en una segunda versión. Conocido hoy como la Anunciación de Cortona, este retablo tiene sorprendentes similitudes con su predecesor.

Sin embargo, hay diferencias perceptibles entre ambas pinturas, como un cambio en la postura de Gabriel (en lugar de cruzar sus manos sobre su corazón, ahora apunta una mano hacia María y la otra señala el cielo donde está Dios Padre), la adición de columnas corintias y un énfasis sutilmente creciente sobre la presencia de Adán y Eva.

La Anunciación, 1426-1427. Fray Angélico

En 1435, Fray Angélico terminó su tercera Anunciación. Esta obra está realizada en oro y temple sobre tabla, y fue pintada hacia 1426, en un momento de transición entre la pintura gótica y el renacimiento. En esta interpretación, los brazos de Gabriel regresan a su pecho, una elección estética que Angélico conservaría al completar sus dos pinturas finales de la Anunciación. Sin embargo, a diferencia de sus otras piezas, esta versión incluye un haz de luz que atraviesa la composición. Con la intención de representar al Espíritu Santo, este rayo diagonal pasa sobre las cabezas de Adán y Eva –quienes tienen una mayor presencia en esta pintura– y llega hasta a la Virgen María.

La Virgen parece que ante la llegada del ángel ha suspendido la lectura del libro que ahora mantiene sobre el regazo.

Se encuentra en un jardín, representación del Paraíso. Arriba a la izquierda se ven las manos de Dios y de ellas sale un rayo de luz en el que viaja la paloma del Espíritu Santo que se dirige hacia la Virgen María.

Los dos personajes a la izquierda son Adán y Eva vestidos con pieles. Su expresión es de sumisión y de arrepentimiento. Un ángel vigila detrás de ellos que abandonen el Paraíso. La escena representa el principio y el final del pecado, los primeros padres y la salvación del hijo de María.

Se exhibe actualmente en el Museo del Prado de Madrid.


La Anunciación en el Convento de San Marcos, 1440-1445. Fray Angélico

En 1440, Fray Angélico transformó su visión en un fresco. Comisionada por el Convento de San Marcos—un convento dominico decorado completamente por Angélico—esta pieza es la más famosa de sus Anunciaciones. Irónicamente, con su paleta de colores naturalistas, paisajes seculares y la ausencia de Adán y Eva, también es una de las más simples, solo superada por otro fresco de la Anunciación que se encuentra en la capilla del convento.

Aunque Fray Angélico no fue el primer artista en explorar el motivo de la Anunciación, sus interpretaciones se encuentran entre las más conocidas, no solo en el arte renacentista, sino de toda la historia del arte. De hecho, fue esta serie de obras lo que llevó a Vasari, un importante historiador y contemporáneo de Fray Angélico, a identificar y alabar su “talento raro y perfecto”.

Además, la incansable dedicación de Fray Angélico a este tema inspiró a los futuros artistas a seguir su ejemplo. Por ejemplo, el Greco—un artista considerado el “primer gran pintor religioso desde Fray Angélico“—también exploró la Anunciación en numerosas ocasiones a lo largo de su vida impulsado por la creencia pertinente de que “debes estudiar a los Maestros pero proteger el estilo original que late en tu alma”.

La Anunciación en el Convento de San Marcos, 1437-1446. Fray Angélico

De todas las obras con el tema de la Anunciación que pintó Fray Angélico antes y después, ésta es, sin duda, la más existencialista e intimista.

Esta Anunciación, pintada hacia 1444, quizá sea el mejor ejemplo de cómo despoja a su obra de toda superficialidad, de cualquier decorativismo que pudiesen distraer su misión última, la pureza de lo representado. La paleta de colores, claros, con rosas y dorados, también forma parte del plan, de la idea que Fray Angélico tiene sobre la transición de espiritualidad religiosa. Incluso el jardín que antes pintaba minuciosamente ha desaparecido. Únicamente el monje es testigo de la escena, enmarcada, eso sí, por una arquitectura de reminiscencias claramente renacentistas pero tan pobre y simple como las ropas que ahora visten el Ángel y la Virgen. Y son las figuras de éstos, casi góticas, quienes crean un auténtico entorno de existencia, quienes hacen que, por fin, Fray Angélico logre alcanzar la perfección de Dios, no se necesitan más artificios, el hombre es todo lo que se precisa.

Anunciación (1435-1440). Maestro de Torralba.

Dentro del Gótico internacional podemos destacar el Retablo de la Virgen del Maestro de Torralba, hoy en el Museo del Prado procedente de la Colección Várez Fisa. En él destaca la inclusión de la escena de la Anunciación en el interior del dormitorio de la Virgen, con un gran protagonismo de la cama ricamente vestida con dosel, todo en tonos rojos. La Virgen, sentada sobre trono dorado, cruza las manos sobre el pecho y el libro queda en segundo término sobre lo que parece una mesa de madera o quizá un arcón. La arquitectura de la estancia se completa con la insinuación de un techo de vigas de madera y la aparición de una columnilla que genera dos arcos para crear una perspectiva que se complementa con el suelo de baldosas, representado de forma abatida.

Anunciación, 1442-1448. Doménico Veneziano.

Mientras, en Italia, para la pintura del quatrocento lo más importante será el estudio de la realidad a través de la ciencia: la perspectiva y la geometría. Sus cuadros resultarán menos reales, más idealizados, pero se conseguirá una mayor expresión de sentimientos y emociones, una realidad más poética que infundirá en el espectador una emoción de mayor exaltación religiosa. Los italianos ubicarán preferiblemente la Anunciación en pórticos, que permitían desarrollar un hortus conclusus –huerto cerrado-, o en interiores de carácter eclesiástico. En estas escenas destacará la creación de espacios a través de la perspectiva y la focalización de la escena principal gracias a la geometría y del uso de puntos de fuga.

Lo que tienen en común estas Anunciaciones del quatrocento italiano y las de los primitivos flamencos será su escasez de personajes, que permitirán su lectura sencilla al espectador. En ellas figurarán a lo sumo dos o tres personajes, si se añade el Espíritu Santo.

La escena central del banco es la Anunciación, cuya espaciosidad es evidentemente florentina. Su tratamiento lumínico, de nuevo, dista mucho del de Fray Angelico, incluso aunque el ambiente sea en este caso nublado. Trabaja Veneziano con tonos grises y rosados, por influencia de la Trinidad de Brunelleschi, que también condicionó a Piero della Francesca.

La Anunciación (1450). Fray Filippo di Tommaso Lippi

Filippo Lippi fue discípulo de Masaccio y destacó por su destreza en la consecución de efectos cromáticos, pero sobre todo por su novedosa concepción del espacio, basada en la utilización del paisaje como fondo para sus composiciones.

En esta Anunciación encontramos los mismos esquemas que utilizó Fray Angélico pero con un desarrollo arquitectónico mucho más complejo. María aparece de pie, sorprendida por la presencia del ángel, y ataviada con una túnica azulada. Su gesto es turbado, como si no entendiese el mensaje que le trasmite el arcángel por lo que nos encontraríamos ante una Anunciación que algunos autores como Baxandall han calificado de Perturbatio.

El arcángel por su parte aparece arrodillado frente a la Virgen, portando un lirio blanco de la mano símbolo de la pureza de María. La presencia del ángel está repetida en una secuenciación por la que primero se puede observar penetrando en la estancia y posteriormente frente a María. La escena se completa con la presencia de Dios Padre y la paloma que representa al Espíritu Santo.

La arquitectura ha sido muy trabajada y se ha representado bajo los parámetros de la nueva concepción clasicista: un espacio delimitado por tres arcadas de medio punto con pilastras de capiteles corintios adosadas da paso a bonito jardín cercado. Fray Angélico también utilizó en su Anunciación el mismo recurso del jardín pero en aquella ocasión al encontrarse abierto, se trataba de una alusión al paraíso de Adán y Eva; Filippo Lippi presenta un jardín cercado que aludiría a la concepción divina e inmaculada del Hijo de Dios.

Anunciación (1445-1460). Nicolás Francés.

Otro ejemplo del estilo internacional, pero esta vez en el ámbito leonés, es el retablo que Nicolás Francés realizó para un monasterio franciscano. En la tabla dedicada a la Anunciación podemos rastrear los ecos evidentes del trecento, sobre todo de Simone Martini, al que parece seguir en la composición. María leyendo de rodillas sobre un atril se gira hacia el Arcángel, que está haciendo una genuflexión y su manto vuela para marcar su descenso. Ofrece una filacteria a María con el saludo divino.El pintor ha situado entre ellos de forma muy evidente un gran jarrón con lirios blancos. En el centro de la tabla, asomando detrás de un tejado porticado, aparece Dios Padre, con la tiara triple, que lanza un haz de rayos hacia la Virgen con la pequeña paloma del Espíritu Santo. La palabra entra por el oído de María y ella concibe a Jesús.

Los colores delicadamente matizados en gamas y sombras suaves nos hablan del abandono de la rigidez del Gótico. El ajedrezado del suelo pretende hacer fácilmente visible la profundidad del espacio. Las proporciones anatómicas de los personajes están muy cuidadas.

En esta representación cabe destacar la arquitectura de tonos rosáceos que hay a la izquierda de la composición, con una evidente preocupación por la captación espacial, que no se corresponde con el tamaño de las figuras, pues resulta demasiado pequeña. La aparición de una figura sacando agua del pozo, puede ser una referencia directa a los evangelios apócrifos.

Anunciación, 1472-1475. Leonardo da Vinci

La Anunciación es uno de los cuadros más célebres del pintor renacentista italiano Leonardo da Vinci. En este cuadro de juventud, uno de sus primeros encargos religiosos, ya se aprecia su esfuerzo por primar luces y sombras en la composición de la obra.

La colocación de los personajes proviene de la pintura de Fra Angélico, con la Virgen María a la derecha a la que se acerca desde la izquierda el ángel, con rico ropaje que flota, alas alzadas y portando un lirio.

La Virgen María, pone un dedo de la mano derecha sobre la Biblia señalando el cumplimiento de la profecía de Isaías, y alza la mano izquierda a modo de saludo. Acepta su papel como Madre de Dios con confianza.

Al fondo se ve un río con meandros y barcas, montañas y árboles. Este paisaje simboliza que el futuro nacimiento no afectará sólo a la vida de la Virgen sino a la del mundo entero.

Anunciación (1487). Piermatteo de Manfredi

El tema de la Anunciación se representó a menudo en escenarios arquitectónicos dramáticos e innovadores, tanto en Italia como en los Países Bajos durante el Renacimiento. Aquí, la amplia recesión hacia la puerta central es el elemento unificador de la composición. Las líneas de perspectiva en el piso dividen las figuras y enfocan la atención en el paisaje montañoso más allá.

Como muchos pintores del Renacimiento italiano, Piermatteo d'Amelia se preocupó por los principios de la perspectiva óptica. Sin embargo, la pintura no es matemática ni rígidamente simétrica. La arquitectura varía significativamente de izquierda a derecha, el patio abierto da paso a una arcada, como para encarnar el abrazo maternal de la Virgen. En el centro, una ramita de lirios y la paloma conectan al arcángel con la Virgen.

La pintura fue realizada para el altar mayor de la iglesia franciscana de Amelia, un pequeño pueblo de Umbría cerca de Spoleto. Desde 1900, la pintura ha tenido muchas atribuciones diferentes, y durante mucho tiempo fue conocida simplemente como la obra del Maestro de la Anunciación de Gardner, pero los documentos ahora indican que el artista es Piermatteo d'Amelia, alumno y asistente de Filippo Lippi. 

La Anunciación con San Emigdio (1486). Carlo Crivelli

La aportación arquitectónica de Crivelli es sensacional en esta tabla, creando un efecto de perspectiva sorprendente, reforzado por las líneas de las baldosas. La Virgen se sitúa en una estancia donde observamos la cama y la estantería, en un estilo anecdótico que recuerda a Ghirlandaio. San Emidio, el patrón de la ciudad, se presenta junto al ángel, sosteniendo la maqueta de Ascoli en sus manos. Unas figuras sobre las escaleras y al fondo de la composición refuerzan la sensación espacial, mientras que la decoración arquitectónica es clara referencia al mundo clásico.

El fino rayo de luz desde el cielo alcanzando a María simboliza su concepción por el Espíritu Santo, que baja por él en su forma simbólica de paloma.2 El callejón cerrado a la izquierda y el frasco de agua pura en el dormitorio de María son símbolos convencionales de su virginidad.

La manzana en primer plano representa la fruta prohibida y la Caída del Hombre, que el sacrificio de Jesús redimirá. El pepino simboliza la Resurrección, además de fertilidad, porque germina fácilmente. El pavo real era otro símbolo de la Resurrección de Cristo, porque muda las plumas en invierno así como de inmortalidad, porque se creía que su carne nunca se deterioraba.

La Anunciación, 1489. Alessandro Boticelli

Esta preciosa Anunciación de Botticelli está ambientada en un interior arquitectónico; la composición emplea un solo punto de fuga para crear la ilusión de un espacio de gran profundidad. En el centro, una hilera de columnas cuadradas separan el espacio monumental ocupado por el mensajero Gabriel del dormitorio de la Virgen, de carácter más íntimo. Tras la cortina corrida, María aparece de rodillas en señal de humildad. Aunque se desconoce la identidad del mecenas, es casi seguro que esta pequeña pintura era una imagen devocional y no formaba parte de una obra más grande.

La Anunciación de Cestello, 1489. Alessandro Boticelli

Esta Anunciación es una de las obras más importantes entre los trabajos realizados por Botticelli en la década de 1480. Las dos figuras se insertan en un espacio cerrado, destacando el contraste entre paredes grises y baldosas rojizas. Tras ese suelo embaldosado contemplamos una puerta abierta a una balconada que permite observar un paisaje de claras reminiscencias flamencas, producto de los intensos contactos comerciales entre Italia y Flandes. Tanto el ángel como la Virgen se sitúan en posturas algo forzadas, remarcando el movimiento a través de los paños. Sus manos son el elemento fundamental de la composición, acercándose pero manteniéndose quietas a la vez. El ángel quiere tocar a María y ésta admitir el mensaje que le transmite pero Botticelli parece haber detenido el tiempo. Los dos personajes tienen un sensacional aspecto escultórico reforzado por esos amplios paños que cubren sus cuerpos, que demuestra la calidad como dibujante que exhibe el maestro en toda su producción. Los colores empleados por Sandro son de gran viveza, destacando la minuciosidad de los detalles y los pliegues de las telas.

Anunciación (1485). Pedro Berruguete

Esta tabla formó parte del antiguo retablo mayor de la iglesia de Santa María de Becerril de Campos (Palencia) que, aunque no está documentado, no hay duda que su autor fue Pedro Berruguete.

Las obra evidencia la síntesis realizada por Pedro Berruguete entre Flandes e Italia, sin que por ello falte la huella de su Castilla natal, presente en las baldosas del suelo, en el rico cojín verde sobre el que está arrodillada María y en el tapiz de brocado de oro del fondo o el de la túnica de brocado rojo y oro que lleva la Virgen, alusivo a la pasión, a la misión redentora de Cristo. La encarnación aparece evocada mediante la presencia de la paloma, mientras que el jarrón de gran tamaño en primer plano, con las tres flores de lis abiertas, alude a la triple virginidad de María.

Anunciación (1490-96). Pedro Berruguete

Berruguete era palentino, pero se formó en Italia donde conoció los modelos clásicos y trabajó para el Duque de Urbino. En 1480 llegó a España trayendo un repertorio decorativo clasicista.

Su gran maestría en la representación de la figura humana mezclado con su propio gusto personal, le hizo mezclar el sustrato hispano flamenco-gótico, mudéjar, surgió un estilo entre Flandes e Italia.

Esta Anunciación es una de sus grandes obras maestras. La figura del ángel vestido con capa dorada brocada sostiene un cetro o bastón de mensajero. En el centro hay un jarrón de cristal con tres lirios, símbolo de pureza, triple virginidad de María (antepartum,in partu, post partum).

La escena se sitúa en un interior constituyendo dos estancias comunicadas e iluminadas por un vano situado al fondo de estilo gótico dando profundidad. Con ello se consigue un alarde de perspectiva y un magnífico dominio del espacio y luz.

La representación de interiores arquitectónicos fue elegida a menudo para subrayar la subdivisión del espacio en dos áreas, una reservada a la esfera celeste del ángel y otra terrenal de María.

El magnífico dominio del espacio y de la luz se consigue situando al fondo un vano dando profundidad a la escena.

La Anunciación y la escuela flamenca

Aunque como ya hemos visto durante el Gótico se dio un importante auge en la representación del tema de la Anunciación, gracias a la proliferación de retablos ricos en escenas sobre la vida de la Virgen, lo cierto es que será a partir del siglo XV cuando este tema iconográfico empiece a desarrollarse plenamente. A esta evolución contribuirán decisivamente la recuperación de la cultura clásica que en Italia se dará durante este periodo y la creencia de que el propio san Lucas fue pintor, lo que ayudará a los artífices a reivindicar un pasado prestigioso de su oficio. Éstos pasarán entonces de percibir la pintura y la escultura como un oficio artesanal a tomar “conciencia artística”. Considerarán su actividad como algo intelectual más que manual, a través de la cual intentarán reproducir el mundo de una forma realista, ya fuese la figura humana, los espacios o los objetos. Para ello usarán de la perspectiva para crear escenarios tridimensionales, alejándose de la utilización de los fondos dorados que caracterizaron el periodo anterior, y de la luz para representar el volumen. Esa nueva facultad plástica de los pintores, que no solamente formarán sus actitudes en los talleres sino que también cultivarán sus mentes con estudios de geometría, historia y naturaleza, hará que la capacidad expresiva de las figuras aumente exponencialmente, permitiéndoles mover libremente éstas dentro de los escenarios y rompiendo de esta forma con el hieratismo de los personajes y la estereotipación de las escenas. Asimismo, el siglo XV será el momento de nacimiento de la “devotio moderna”. Se exigirá entonces una piedad más individual, más inmediata y activa, y la nueva clase social surgida del comercio, la burguesía, gracias a su gran capacidad económica, encargará pequeños cuadros de devoción individual para decorar las capillas de sus casas.

Junto a la Italia del quatrocento otro centro artístico será la punta de lanza de la innovación en la pintura gracias a su potente comercio y burguesía. El Estado Flamenco-Borgoñón también va a promover un arte volcado hacia la realidad. A la plasmación naturalista de las figuras y objetos se llegará por evolución y no por recuperación o renacimiento de una cultura como en el quatrocento italiano. En esta preocupación y restitución del realismo en el arte tendrá mucho que ver el teatro religioso que desde el siglo XIV va a experimentar un gran auge. Los artistas no tenían más que representar todo cuanto se les ofrecía ante los ojos, y esto ayudó a elaborar imágenes más verosímiles, y a fijar algunos modos de representación de las figuras durante los siglos XV y XVI. Éste es el caso de la imagen de la Virgen, que en esta época es cuando se establece definitivamente en el arte occidental como una mujer de cabellos largos y rubios y con un manto azul.

Anunciación (1420-1425). Robert Campin.

La pintura flamenca fue durante todo el siglo XV muy apreciada en Europa, incluso en la Italia renacentista. De todas partes les llegarán gran número de encargos, y los artistas viajarán a Flandes intentando aprender las técnicas de los grandes maestros flamencos. Durante las primeras décadas del siglo XV la primera generación de pintores flamencos tales como Robert Campin o Jan Van Eyck lograrán alcanzar un realismo sin concesiones, basado en retratar lo que veían tal y como era. Como consecuencia de esto surgirán cuadros que se fijaban en los más mínimos detalles y que llegarán a unas cotas de naturalismo inimaginable. Sin embargo, esto hará que los escenarios y personajes resulten demasiado fríos y acartonados, sin emoción. Ejemplo de ello son las Anunciaciones de Robert Campin del Metropolitan de Nueva York o la del Museo del Prado, en las que la enorme profusión y preciosismo de los detalles hacen que no provoquen recogimiento ante su contemplación, sino más bien curiosidad por la observación de todos y cada uno de los pormenores. El escenario favorito para ubicar el tema de la Anunciación para estos artistas serán los entornos domésticos, esos mismos interiores que tenían los burgueses en sus casas, y en los que abundarán los elementos con una doble significación como la puerta, la ventana, la vela apagada, el jarrón con lirios, el thallit, el lecho, etc. Elementos todos ellos que ahondaban en la significación de la virginidad de María.

Anunciación, 1435. Jan Van Eyck

Van Eyck pintó esta tabla como el ala izquierda de un tríptico, hoy perdido. Esta conclusión nos la proporciona el formato, extremadamente vertical, de la misma tabla, la orientación de los personajes y la acción hacia la derecha, lo que indica que el tema principal del conjunto se encontraba a este lado. La Anunciación parece una escena sencilla, con tan solo dos protagonistas. Nada más lejos de la realidad: con la naturalidad que caracteriza a Van Eyck, el pintor nos ha legado una imagen completamente saturada de símbolos y referencias, fundamentalmente al Antiguo Testamento y la prefiguración de Cristo triunfador sobre el pecado. El ángel es muy similar a esos hermosos adolescentes del Políptico de Gante, con un rico manto lleno de bordados y piedras preciosas. Sus alas poseen todos los colores del arco iris. María viste a la moda flamenca: traje de cintura elevada, pecho diminuto y vientre abombado. Frente a ella están los lirios que simbolizan su pureza. El ángel habla a María y podemos leer la salutación en las letras doradas que se dirigen desde su boca hacia la Virgen. María le responde, y su letrero correspondiente está al revés, porque se dirige en respuesta hacia Dios. El Espíritu Santo en forma de paloma se dirige al oído de María, porque Jesús fue concebido a partir del Verbo de Dios, es decir, a través de sus palabras dirigidas a María. En el suelo, unas baldosas muy decoradas nos cuentan la historia de Sansón: la lucha contra los filisteos, el encuentro con Dalila, etc. En los medallones que separan las escenas están los signos del Zodíaco, puesto que Dios es el Rey de cielo y tierra. Al fondo, entre los arcos, hay dos medallones en relieve con escenas de Isaac y Jacob. La vidriera superior nos muestra a Cristo en majestad. Los frescos que se intuyen en el muro del fondo tienen pintados algunos momentos de la historia de Moisés: cuando fue salvado de las aguas y recibiendo las tablas de la Ley...

Detalle del cuadro. El jarrón de cristal atravesado por un rayo de luz simboliza la concepción milagrosa.

La Anunciación (1434). Rogier Van Der Weyden

La tabla muestra la escena de la Anunciación en un ambiente lujoso y con buen estudio de la perspectiva. Los lirios blancos y la jarra de cristal simbolizan la pureza de María. La influencia de Van Eyck y su “Matrimonio Arnolfini” es patente, y aleja al artista de su primer estilo desarrollado en el Descendimiento, para hacerse más flamenco. Esta influencia aparece en las cortinas y cubrimiento de la cama rojos, así como en las lámparas de cobre tallado. En lugar del espejo, coloca un medallón de cobre. Otros detalles nos reflejan la influencia del Maestro de Flémalle, como el aguamanil y el purificador de agua que simbolizan también la pureza de María.

El ángel aparece vestido con un alba inmaculada, una estola de brocado rojo y con una capa de brocado dorado, como si fuera un sacerdote dispuesto a celebrar. El cierre de la capa lleva una imagen de Dios Padre en un marco arquitectónico lo que simula el crucero de una basílica. Dos pequeñas figuras a cada lado adoran a la figura del Padre.

El jarrón de cristal atravesado por un rayo de luz simboliza la concepción milagrosa. Una manzana china nos recuerda la necesidad de redención y las velas están apagadas esperando la llegada de la Luz, es decir, de Cristo salvador del mundo. Los detalles espirituales son importantes y muestran la piedad y devoción del artista, que sin duda diseñó esta obra para culto privado.

Anunciación (1470). Maestro de Sopetrán

Esta tabla, procedente del convento benedictino de Sopetrán (Guadalajara), era parte de un conjunto, realizado en Bruselas, que incluía originariamente un grupo escultórico. Su autor fue un seguidor de Rogier van der Weyden, como delata especialmente la escena de la Anunciación, que es una versión de una conocida composición de este artista. Fueron encargadas por la familia Mendoza, fundadora del convento. Un paño con los colores del escudo familiar se muestra sobre el reclinatorio del donante, presumiblemente el primer duque del Infantado. El conjunto supone un ejemplo de la llegada de pintura flamenca a la España del siglo XV y su fuerte impacto en los ámbitos aristocráticos.

Anunciación (1480-1489). Hans Memling.

La influencia de Jan van Eyck sobre los artistas de la siguiente generación es pocas veces tan evidente como en este caso. Memling, que se formó con Rogier van der Weyden, toma un planteamiento típico de van Eyck: el empleo de la realidad cotidiana de los ciudadanos flamencos del siglo XV con un significado y una función simbólica, trascendental más allá de lo que en realidad los objetos son. La Anunciación se desarrolla la estancia doméstica de un burgués, tal y como podía ser la habitación del cliente que encargó la obra. Esta habitación es muy similar a la que aparece en el Matrimonio Arnolfini o en la Virgen de Lucca, de van Eyck. Los objetos de la estancia, tal y como hacía van Eyck, son símbolos de los personajes: al fondo, sobre el mueble, vemos una garrafa de cristal llena de agua y un candelabro. Los dos son símbolos de María y su pureza, tan transparente como el cristal. En primer plano, el jarrón con los lirios, un signo más de la virginidad. Además, el arcángel está inspirado por completo en los ángeles de van Eyck, con el lujoso manto de brocados dorados y el cabello de melena rizada.

El Renacimiento: Cinquecento

Anunciación (1502). Rafael Sanzio

Rafael pintó el retablo Oddi para la capilla funeraria de esta familia, en la iglesia de San Francisco, en Perugia, a pedido de Magdalena degli Oddi. El retablo consta de una tabla central, "La coronación de la virgen", con una parte superior y otra inferior; y, completando la obra, tres tablas: "La Anunciación"; "La adoración de los magos" y "La presentación en el templo". En La anunciación, transferida a lienzo, Rafael pinta con gran belleza a las dos figuras, la de María y el ángel, iluminadas por una luz potente que remarca las vestimentas coloridas. El suelo embaldosado, las columnas, las bóvedas de cañón y los arcos de medio punto forman una perfecta arquitectura. El fondo, al abrirse en un paisaje, aumenta la sensación de profundidad. Arriba, a la izquierda, Dios.

Anunciación (1504). Vittore Carpaccio

Carpaccio se convertirá durante los últimos años del Quattrocento y primeros del Cinquecento en el decorador favorito de las diferentes "scuolas" de Venecia, congregaciones laicas destinadas a las obras de caridad que rivalizaban entre sí por la decoración de sus sedes. La Historia de la Virgen que pintó para la "Compagnia degli Albanenses" fue realizada en buena parte por ayudantes que disminuyeron la calidad del conjunto; se trata de seis escenas sobre la vida de María observándose aquí la Anunciación. Las figuras están dispuestas en diferentes escenarios: el ángel en el jardín y la Virgen en una estancia del palacio típicamente veneciano, una de cuyas puertas abiertas permite contemplar la cama, aumentándose la perspectiva. En la zona superior izquierda aparece Dios Padre envuelto en una aureola dorada, rodeado de querubines y enviando la paloma del Espíritu Santo. La minuciosidad es una clara referencia al mundo flamenco mientras que la iluminación empleada y la frialdad de las figuras denotan el trabajo del taller.

Anunciación (1510). Gerard David

Gerard David fue un pintor del estilo flamenco, dentro de la pintura gótica, que desarrolló su obra en Brujas. Recibió cierta influencia de Van der Weyden.

Las características principales de la obra de Gerard David, son la serenidad y dulzura en los rostros, y el uso brillante uso del color.

Algunas pinturas destacables de Gerard David son: “Descanso en la Huida a Egipto”, “Los desposorios místicos de Santa Catalina”, “Piedad”, “Virgen con el Niño” y la “Anunciación”.

La Anunciación (1515-1520). Joos Van Cleve

La catedral calceatense conserva una de las joyas de la pintura renacentista Escuela de Amberes. Su tabla central, concebida con una estructura compositiva solemne y una espacialidad monumental, interpreta la pintura italiana como muy pocas obras flamencas del primer tercio del siglo XVI. No por ello el pintor ha olvidado las esencias de su tradición pictórica: sus figuras, el ángel y la Virgen, aparecen ataviadas con la elegancia y la belleza de unas ropas cuya materialidad y colorido las hacen excepcionales. La escena se desarrolla en un elegante interior decorado con un lujoso mobiliario con una perspectiva gracias al pavimento de trazado geométrico y al arco de medio punto, donde converge el punto de fuga. Al fondo un paisaje espléndido en alusión al "hortus conclusus" de María, espacio sagrado de virtudes marianas, según el Cantar de los Cantares. En los cuadros del gótico germano tardío, la Virgen es representada como un "jardín florido"

Si la tabla central corresponde a la innovación renacentista, la representación de los santos Juan y Jerónimo en los postigos laterales nos muestra los primorosos paisajes característicos de la plástica de los Países Bajos, evocados en una riquísima gama cromática de verdes, azules, blancos y grises. Todo un repertorio de elementos simbólicos y alegóricos completan la visión evangélica del tema, respondiendo a una religiosidad radical frente a la iconoclastia que se empieza a difundir por los territorios protestantes.

Anunciación (1527). Lorenzo Lotto

Se trata de un cuadro en el que se representa el momento en que el ángel Gabriel acude donde se encuentra la Virgen María leyendo la Biblia. Esta, sorprendida y perturbada, se gira apartándose del asiento. El ángel lleva en la mano un lirio, una flor mariana de gran simbolismo. En el centro de la habitación, un gato escapa igualmente asustado de la repentina aparición. No se sabe bien si este gato es un elemento cómico en una escena religiosa o bien simboliza a Satanás que se aleja de la aparición celestial.

Anunciación (1559). Juan Correa de Vivar

El lienzo narra el anuncio de su maternidad a la Virgen por el Arcángel Gabriel, ante la presencia de Dios Padre y el Espíritu Santo en forma de paloma. Como símbolos de la virginidad y pureza de María aparece una vara de azucenas blancas en primer plano, y el libro abierto sobre la mesa muestra el pasaje de la zarza ardiendo que, sin consumirse, se aparece a Moisés en el monte Tabor.

Este retablo fue un encargo de la comunidad de la orden de San Jerónimo para el monasterio de Guisando en Ávila, donde ya aparece documentado en 1559, en un momento en que el pintor realiza una interesante inmersión manierista, con una producción muy cuidada en la que se vale de estampas italianas que explicarían la cercanía de figuras, elementos arquitectónicos y notas compositivas a la obra de Rafael.

Anunciación (1563). Luis de Morales

San Gabriel aparece a la izquierda del espectador, arrodillado ante la Virgen y cubierto con una túnica blanca construida con un rico juego de pliegues de sólido dibujo donde se suceden limpias sombras azuladas. Las alas explayadas, de color dorado, destacan entre la vestimenta y el claro celaje del fondo. Por su condición de emisario celestial, el arcángel sostiene en la mano izquierda un cetro dorado de largo astil, rematado con un florón renacentista. Con la derecha, más elevada, despliega una filacteria con el texto AVE GRATIA PLENA. Al otro lado, enmarcada por un cortinaje de tonos anaranjados, a modo de dosel, María escucha el mensaje inclinando la cabeza y uniendo las manos en oración, arrodillada ante un reclinatorio en el que descansa la Sagrada Escritura. Delante del reclinatorio, cercano al espectador, un jarrón con una rama de azucenas blancas simboliza la condición virginal de María. En la parte superior, el Espíritu Santo -una pequeña paloma rodeada de luz dorada- desciende sobre la Virgen.

Anunciación, 1570-1572. El Greco

El Greco pintó numerosas versiones de La Anunciación a lo largo de su carrera, señal de la devoción del pintor por este tema. En todas ellas aparece la Virgen María sentada en un reclinatorio que gira la cabeza para recibir la visita del Arcángel Gabriel y la paloma que representa al Espíritu Santo.

En este cuadro se representa el momento en que María acepta los designios divinos transmitidos por el arcángel san Gabriel. El óleo del Greco mantiene elementos de obras de Tiziano,Giulio Bonasone y Giorgio Ghisi, destacando sobremanera el fondo escénico, donde se ha representado una monumental arquitectura clásica en perspectiva que ilustra propuestas del arquitecto Vitruvio (I a. C.) que están presentes en otros artistas venecianos, y que el cretense incluyó en otros cuadros suyos. El grupo de ángeles que coronan la escena, aparecen igualmente en La Adoración de los pastores de la parisina colección Broglio y en la versión del duque de Buccleuch. Es una obra muy cuidada en su ejecución, con un dibujo delicado realizado sobre la base de preparación, a la que luego se aplicó una primera capa de color, una emulsión al temple cubierta con un tratamiento posterior al óleo.

Anunciación, 1576. El Greco

Los numerosos cuadros con el tema de la Anunciación que El Greco pintó nos permiten estudiar la evolución de su estilo pictórico a través del episodio bíblico. Esta pintura, fechada hacia 1576, se considera una de las últimas versiones realizadas en Italia, a la vez que denota una gran influencia de la pintura veneciana. La Virgen, a la izquierda en el reclinatorio, recibe atenta la visita del arcángel, figura ésta que recuerda por su impronta al Veronés. La luz y el color muestran la admiración del pintor por el cromatismo de las obras de Tiziano, mientras que en el estudio y el tratamiento de los ropajes está patente la huella de Tintoretto. Aquí, El Greco se vale de un escenario arquitectónico sencillo, que enmarca a los personajes con soltura, en un intento de dar veracidad a la escena.

Anunciación, 1576. El Greco

Esta pintura trabajada durante su paso por Italia, procedente de Creta y antes de instalarse en Toledo, recoge la influencia de la escuela renacentista italiana.

El pequeño boceto de este lienzo se encuentra en el Museo del Prado. Las dos obras difieren sobre todo por el acabado más preciso de esta pintura en Barcelona. El fondo arquitectónico recuerda a La curación del ciego (Dresde) pero la tipología de los personajes y la realización de la pintura parecen contemporáneas de La expulsión de los mercaderes (Minneapolis).

Anunciación, 1576. El Greco

Pintada para el retablo mayor del Colegio de la Encarnación (Madrid), en esta obra el arcángel Gabriel se dirige a María en el interior de un espacio doméstico que ha sido ocupado por nubes y un nutrido grupo de ángeles que acompañan al Espíritu Santo, la blanca paloma que aparece en el centro. Gabriel está de pie a la derecha de la composición, frente al espectador, con el torso girado hacia la derecha y los brazos entrecruzados sobre el pecho. María contempla al arcángel con gesto sereno y las manos extendidas. Está arrodillado sobre un estrado, ante un atril donde descansa la Biblia abierta. Entre las dos figuras principales, en primer término, un cesto de costura contiene arrebujados un paño blanco y otro carmesí. Detrás, un zarzal con algunas ramas ardiendo. Coronando la composición ocho ángeles adultos, sentados sobre nubes, celebran el SÍ de María. El Greco había tratado el tema de la Anunciación en una decena de ocasiones; cuatro de ellas con anterioridad a esta tela del Prado. En la Anunciación madrileña el Greco culmina un proceso de transformación del episodio en el que simplifica la escenografía, depura la composición y subraya la presencia celestial dando espectacular protagonismo a la luz y el color.

El artista incluyó en varias de sus composiciones, sobre todo de temática mariana, ángeles músicos que, por lo demás, eran bastante frecuentes en la representación de la Anunciación a lo largo de todo el siglo XVI, a buen seguro por influencia de algunos evangelios apócrifos, como el Evangelio armenio de la Infancia que describe la alegría celestial en términos musicales: “Y luego que la Virgen recibió el anuncio de su concepción por el Espíritu Santo, vio a los coros angélicos que le entonaban cánticos de alabanza”. En esta tela, los instrumentos que tocan los ángeles forman una curiosa agrupación, sustentada entre las nubes que inundan el espacio de la composición. Los músicos se aprietan en círculo, en torno al ángel de la izquierda que lleva un libro de música y ejecuta con la mano derecha el característico gesto de dirección. Los otros ángeles llevan una flauta dulce, un arpa gótica, un laúd, un virginal y una viola da gamba. Los ademanes de estos músicos, la elegante concentración que destilan, invitan a pensar en un concierto real, aunque tal idea deba descartarse por la mezcla de instrumentos. El virginal estaba relegado a círculos femeninos, y dentro del mundo religioso sólo se utilizaba en conventos de monjas. Su representación aquí es imaginaria, dado que ni la forma de la caja ni el minúsculo teclado se corresponden con la realidad. El arpa gótica por su parte es uno de los instrumentos bíblicos por excelencia, asociado al rey David. Los instrumentos más característicos de la música sacra, los de viento, estarían aquí tímidamente representados por la flauta dulce. Podría interpretarse que tal mezcla de instrumentos pretendiera simbolizar toda la música, la sacra y la profana, participando en un concierto extraordinario en el único lugar donde esa música es posible, el cielo, que se convierte así en un espacio de fiesta.

Anunciación, 1614. El Greco

Este grandioso lienzo concebido para el Hospital de San Juan Bautista de Toledo, llamado usualmente “de Tavera” por su fundador, puede considerarse como una de las últimas obras de El Greco. A su muerte sería su hijo Jorge Manuel el responsable de terminar la parte inferior.

Estamos ante un buen ejemplo de la audaz técnica del pintor cretense al final de su vida: emplea el pincel con una extrema libertad y recurre al uso de pinceladas negras para siluetear algunas formas y limitar perfiles y campos de color, dando al lienzo, visto de lejos, una extraña y casi mágica sensación de vidriera. Destaca además la vibración del toque y la prodigiosa utilización de la preparación rojiza para obtener efectos de transparencia y volumen.

En fecha desconocida esta obra sufrió la mutilación de su parte superior – una serie de ángeles músicos-, que desde 1931 se conserva en la Galería Nacional de Atenas.

La Anunciación (1583-1587). Jacopo Robusti Tintoretto

Con su perspectiva inusual que coloca al espectador en el aire, mirando hacia abajo en la casa de María, esta Anunciación es una de las obras más íntimas del ciclo en la habitación. Tintoretto multiplica los detalles de la perspectiva, como la silla de paja debajo del ángel, que enfatiza la pobreza de la Virgen.

De las ocho fases en las que el monje veneciano Giovanni Marinoni (1490-1562) dividió la historia de la Anunciación, la pintura de Tintoretto muestra la segunda, siguiendo el saludo del ángel. En la pintura medieval tardía, al norte de los Alpes, la concepción de María a menudo se muestra como una representación del niño Cristo volando hacia la Virgen en un rayo de luz divina, como un putto desnudo. Como para seguir exactamente el camino del vuelo del niño celestial,

Tintoretto refleja la siguiente maternidad, descrita en una habitación con extrema intensidad, en un entorno donde todo se describe de manera realista hasta el más mínimo detalle: los ladrillos, la deteriorada columna; el piso de dos colores de grandes azulejos de mármol; la silla de paja con el asiento roto, apreciándose el paso del tiempo; el cesto de bordados y su contenido a los pies de la Virgen; en el fondo, la gran cama cubierta por un dosel; el amplio lecho cubierto con cortina que vemos al fondo de la estancia; o la escena de San José trabajando en su taller de carpintero, apreciándose sus instrumentos colgados de la pared de la izquierda. Esta realista descripción contrasta con la aparición del mensajero que se introduce en la estancia; el arcángel está acompañado de una extensa corte de ángeles, grupo precedido por la paloma del Espíritu Santo. La sombra apresa la estancia, aportando mayor monumentalidad a las figuras, creando asombrosos efectos de luz y oscuridad entre el rojo y marrón como predominantes.

Anunciación (1584). Ludovico Carracci

Ludovico Carracci, uno de los protagonistas de aquella reforma de la pintura que a finales del siglo XVI puso fin al sofisticado estilo manierista, demostró estar tan en sintonía con los signos que el cardenal Gabriele Paleotti había incluido en su "Discurso sobre las imágenes sagradas y profanas", de 1582: de acuerdo con los dictados de la Contrarreforma posterior al Concilio de Trento, se instó a los artistas a producir obras que pudieran ser entendidas por todos.

Para este retablo, ejecutado en 1584, Ludovico utilizó una perspectiva rigurosamente central, con las líneas del pavimento de rejilla en terracota y piedra gris que convergen en un único punto de fuga, reconstruyendo lo que podría ser la habitación de cualquier adolescente en la vivienda popular de finales del siglo XVI.

Los muebles modestos eran los más utilizados en las casas de Bolonia de esa época, como el sencillo armario de dos puertas que vemos al fondo del crepúsculo y la cama de la derecha.

María, ataviada con un austero vestido de cuello alto, adornado sólo con un cinturón, está absorta en la lectura de la Sagrada Escritura, hasta que es interrumpida por el ángel. Detrás de ellos, una ráfaga de viento abre la ventana, por donde entra el Espíritu Santo, simbolizado por una paloma.

Anunciación (1629). Ludovico Carracci

Nacido en Bolonia en 1555. Estudió con Lucio Fontana, aunque pronto comenzó a viajar por toda Italia, (Florencia, Parma, Mantua y Venecia). En 1585, fundó en Bolonia una academia, que se convertiría en la más importante de la ciudad, contando entre sus discípulos con Domenichino, Reni, Guercino, etc.

Significativa de la línea de la Academia en sus inicios, es su Anunciación, sincera interpretación de la devoción postridentina y de las normas sobre contenido fijadas por Paleotti. Todo en esa pintura va dirigido a acentuar el carácter de familia con el que se concibe el suceso divino, dirigiéndolo hacia un público poco sofisticado doctrinal e intelectualmente con el fin de inspirar en su ánimo sentimientos de honda interioridad mística. Toda su producción sigue esa íntima y humana religiosidad, que no cae en el rancio devocionalismo.

Clasicismo

Anunciación, (1628-1629). Guido Reni,

El cuadro es obra del boloñés Guido Reni que lo ejecutó entre 1628 y 1629 por encargo de la marquesa Dianora Alvitreti. La obra fue creada para la iglesia de Santa María de la Caridad en Ascoli, tradicionalmente conocida como la iglesia de la “Scopa”, y colocada originalmente en el altar de la primera capilla de la izquierda.

La Anunciación fue pintada con la técnica del óleo sobre soporte de lienzo. Los estudios realizados por los principales historiadores del arte coinciden en considerar el lienzo como una de las obras maestras de Reni.

Reni actualiza e idealiza la imagen, eliminando adornos narrativos y concentrándose en las figuras principales y los ropajes, considerados la esencia del estilo de un pintor del siglo XVII; abundantes y regias, pero nítidas y metálicas, como el signo de un grabado, se recrean mentalmente bajo el estandarte de la belleza ideal.

La escena carece de una representación detallada del entorno en el que se desarrolla: parece estar en una habitación cuya fuente de luz proviene de una ventana en el fondo, que es también el centro de la propia composición. La Virgen está arrodillada sobre un reclinatorio y el libro abierto frente a ella revela que el Arcángel la sorprendió en el momento de la meditación de las Sagradas Escrituras. La cabeza inclinada y la mano sobre el pecho indican que la Virgen escucha con respeto revenete el anuncio del Arcángel Gabriel. Este último, representado de pie frente a la Virgen, sostiene un lirio en la mano, símbolo de pureza. Arriba se dejaba el cielo abierto para la venida del Espíritu Santo, simbolizado por una paloma. Loa compaña una luz dorada que envuelve a la Virgen, mientras dos angelitos observan con asombro el acontecimiento.

Hay varias peculiaridades de esta pintura. En primer lugar la luz que envuelve toda la escena dándole sentido de sacralidad y la delicadeza de los colores. Además, lo que llama la atención del observador es el cuidado en la descripción de los detalles desde los adornos del manto del ángel, desde la figuración de la suavidad de las telas hasta la fuerte expresividad de los rostros y gestos de los protagonistas.

Anunciación, (1575 - 1642). Guido Reni,

La Anunciación de Guido Reni (óleo sobre lienzo; 266,5 x 168 cm) es una de las obras maestras más significativas de la colección Pinacoteca Civica , testimonio de la excepcional belleza de la obra del maestro boloñés , creada para la iglesia barroca de S. Pietro en el Valle de Fano. La pintura, encargada por el padre Girolamo Gabrielli para la última capilla de la iglesia del lado izquierdo, es una pintura interesante , excepcionalmente documentada gracias aepístolas del propio artista y otros testimonios que arrojan luz sobre su encargo, sobre las etapas de realización y otros aspectos relativos a las elecciones pictóricas y figurativas . El autor completó y envió el lienzo a Fano a finales de 1621. Para el tema se inspiró en la pintura anterior ejecutada diez años antes para la capilla Gabrielli del Quirinale en Roma.

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