Momo

Michael Ende

Epílogo

Escultura dedicada a Momo en la plaza de Michael Ende.

Hanover (Alemania).

Breve epílogo del autor

Puede que alguno de mis lectores tenga ahora muchas preguntas preparadas. Pero temo no poder ayudarle. He de confesar que escribí toda esta historia de memoria, tal como me fue contada. Personalmente no he conocido a Momo ni a ninguno de sus amigos. No sé qué ha sido de ellos ni qué hacen hoy. En lo que se refiere a la gran ciudad, no puedo hacer más que suposiciones.

Lo único que puedo añadir es lo siguiente:

Estaba en un largo viaje (todavía lo estoy) cuando pasé una noche en el compartimento del tren con un pasajero curioso. Era curioso porque me resultaba totalmente imposible determinar su edad. Al principio creí estar sentado frente a un anciano, pero pronto vi que debía haberme equivocado, porque mi compañero de viaje parecía muy joven. Pero también esa impresión resultó ser un error.

Lo cierto es que durante el largo recorrido nocturno me contó toda esta historia.

Cuando hubo terminado, los dos callamos un rato. Entonces, el enigmático pasajero añadió todavía una frase que no puedo escatimarle al lector.

— Le he contado todo esto — dijo —, como si ya hubiera ocurrido. También hubiera podido contarla como si fuera a ocurrir en el futuro. Para mí, no hay demasiada diferencia.

Supongo que se apeó del tren a la parada siguiente, porque al cabo de un rato me di cuenta de que estaba solo en el compartimento. Por desgracia, no me he vuelto a encontrar nunca más con el narrador.

Pero si algún día, por casualidad, vuelvo a encontrármelo, pienso hacerle muchas preguntas.

FIN

FICHA DE TRABAJO

CUESTIONES


VOCABULARIO


PISTAS PARA LA REFLEXIÓN. Por Andrés Jiménez Abad


ILUSTRACIONES

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