Arte y Liturgia

La pesca milagrosa

Jacopo Bassano

6 febrero 2022: Domingo V tiempo ordinario

por Javier Agra Rodríguez

Salmo 137

Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón, porque escuchaste las palabras de mi boca; delante de los ángeles tañeré para ti; me postraré hacia tu santuario.

Daré gracias a tu nombre: por tu misericordia y tu lealtad, porque tu promesa supera tu fama.

Cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma.

Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra, al escuchar el oráculo de tu boca;

canten los caminos del Señor, porque la gloria del Señor es grande.

Tu derecha me salva.

El Señor completará sus favores conmigo.

Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.

Evangelio Lucas 5, 1-11

En aquel tiempo, la gente se agolpaba en torno a Jesús para oír la palabra de Dios. Estando él de pie junto al lago de Genesaret, vio dos barcas que estaban en la orilla; los pescadores, que habían desembarcado, estaban lavando las redes.

Subiendo a una de las barcas, que era la de Simón, le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.

Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: Rema mar adentro, y echad vuestras redes para la pesca.

Respondió Simón y dijo: Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos recogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.

Y, puestos a la obra, hicieron una redada tan grande de peces que las redes comenzaban a reventarse. Entonces hicieron señas a los compañeros, que estaban en la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Vinieron y llenaron las dos barcas, hasta el punto de que casi se hundían.

Al ver esto, Simón Pedro se echó a los pies de Jesús diciendo: Señor, apártate de mí, que soy un hombre pecador.

Y es que el estupor se había apoderado de él y de los que estaban con él, por la redada de peces que habían recogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.

Y Jesús dijo a Simón: No temas; desde ahora serás pescador de hombres.

Entonces sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.

Reflexión sobre el Evangelio

La semana previa a este Domingo V del Tiempo Ordinario está llena de festividades entrañables para la tradición cristiana. Recordamos el día dos la Presentación de Jesús en el templo; el día tres San Blas y su refranero, obispo de Sebaste en Armenia y mártir el año 216; Santa Águeda el día cinco, a la que se le dedican numerosas canciones en diferentes puntos de nuestra geografía, mártir en el año 261 a quien se pinta con la conocida iconografía de sus dos senos en una bandeja.

El evangelio de este domingo, Lucas 5, 1 – 11 también está expresado, más escueto, en los otros dos sinópticos Mateo 4, 18 – 22 y Marcos 1, 16 – 20 en los que solamente se relata la llamada de Jesús “venid y seréis pescadores de hombres” y el seguimiento de los primeros discípulos. Es Lucas el que se explaya en la narración de la pesca milagrosa que se produce después de una noche infructuosa y de nuevo echan las redes “ya que lo dices tú”. Es el encuentro entre la palabra del Maestro y la fe y confianza de las personas junto con la acción, lo que produce el milagro.

El cuadro

Acompaña a la lectura de este domingo el cuadro “LA PESCA MILAGROSA” de JACOPO BASSANO (Bassano del Grappa, Italia 1515 – 1592). Su nombre era Jacopo da Ponte pero tomó el apellido de su lugar de nacimiento cerca de Venecia. Estamos pues, ante un pintor del Renacimiento italiano de la Escuela de Venecia. La pesca milagrosa es del año 1545 y se expone en la GALERÍA NACIONAL DE ARTE DE WASHINGTON, Estados Unidos.

La mayor parte de las pinturas de nuestro autor contienen unos apreciados y vistosos paisajes, también en este cuadro estamos ante un fondo luminoso y muy extenso que nos adentra en abundante agua, en paisaje de formaciones de valles y montañas, de vegetación y animales.

Jacopo Bassano hace un juego de trasposición entre la musculatura de los personajes, que aparece a nuestra vista, y la fortaleza y energía de la fe y la confianza en Jesús, que no se aprecia con la vista. Esta pintura llena de serenidad nuestro espíritu cuando vemos los rostros de admiración, fortaleza, trabajo, confianza de los apóstoles y el sereno rostro del Maestro en el momento en que dice a Pedro, y en él a los demás apóstoles y todos sus seguidores de todos los tiempos: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres”. De este modo se junta en el mismo encuentro la elección para ser apóstol y la misión para anunciar el Reino de Dios que es igualdad, justicia, libertad, Paz… para todas las personas y la naturaleza entera.

Javier Agra Rodríguez

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