Arte y Liturgia

La noche Correggio

Antonio da Correggio

25 diciembre 2022: Domingo de Navidad

por Javier Agra Rodríguez

Oración colecta

Roguemos para que la palabra de Dios esté viva en nosotros hoy.

Oh Dios nuestro, siempre fiel:

Tú te das a conocer y nos hablas

por medio de Jesucristo,

que es tu imagen visible y tu Palabra de vida.

Abre nuestros oídos y nuestros corazones,

para que sepamos recibir tu Palabra y guardarla.

Que tu Palabra se haga carne en nosotros,

también en nuestras palabras de paz y verdad

y en nuestras obras de justicia y amor,

de amistad y de humilde servicio.

Que ojalá sea ésta la manera

por la que los hombres reconozcan

que tu Hijo vive en medio de nosotros hoy,

y así te alaben a ti

por los siglos de los siglos.

Evangelio Juan 1,1-18

En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.

Él estaba en el principio junto a Dios. Por medio de él se hizo todo, y sin él no se hizo nada de cuanto se ha hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. Y la luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no lo recibió.

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por medio d él. No era él la luz, sino el que daba testimonio de la luz.

El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo. En el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció. Vino a su casa, y los suyos no lo recibieron. Pero a cuantos lo recibieron, les dio poder de ser hijos de Dios, a los que creen en su nombre.

Estos no han nacido de sangre, ni de deseo de carne, ni de deseo de varón, sino que han nacido de Dios.

Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Juan da testimonio de él y grita diciendo: «Este es de quien dije: el que viene detrás de mí se ha puesto delante de mí, porque existía antes que yo». Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad nos ha llegado por medio de Jesucristo.

A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios Unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Reflexión sobre el Evangelio

¡FELIZ NAVIDAD!

Después de la solemne noche y sus lecturas potentes, serenas, cercanas… la liturgia del día de Navidad nos presenta el prólogo del evangelio de Juan que solamente él expone, se remonta más allá de las genealogías que citan Mateo y Lucas. Este prólogo tiene estructura y estilo de himno, el sujeto es el Logos que engloba la sabiduría hecha persona, la filosofía griega como razón del universo, la corriente judeohelenística sobre la sabiduría.

A lo largo del prólogo de Juan, el Logos se va clarificando hasta identificarse con Jesucristo, mediador de la revelación que puede ser rechazada o aceptada. El Logos es anterior a la creación del Génesis y tiene continuidad en toda la historia. El Logos estaba junto a Dios y era Dios. Toda la historia espera el día definitivo “como el centinela a la aurora” (Salmo 30). Juan Bautista anuncia la inminencia de la luz, símbolo en todo el evangelio de Juan y la luz llega en Jesús que entrega la vida.

El Logos se hace carne, planta su tienda entre nosotros donde manifiesta su gloria como Hijo único del Padre y es el mediador de todo don divino. Moisés no pudo ver a Dios (Éxodo 33, 18 – 20); es Jesucristo el Hijo de Dios que conoce al Padre quien lo muestra a todas las personas en sus palabras y en sus obras. Jesucristo es la “buena noticia” evangelio del Padre.

El cuadro

Para acompañar a la lectura bíblica de este domingo propongo el cuadro “LA NOCHE” de Antonio Allegri, conocido como CORREGGIO por su lugar de nacimiento (Correggio 1489 – Correggio 1534) pintado hacia el año 1530 y expuesto en la GALERÍA DE PINTURA DE LOS MAESTROS ANTIGUOS en DRESDE, Alemania. Lo encargó la familia Patronieri para la basílica de San Próspero en Regio Emilia.

También se conoce la pintura como “Adoración de los pastores”. El cuadro está planteado en un ambiente de oscurísima noche de un modo muy sugerente por efectos de la luz muy brillante que emana de Jesús recién nacido e irradia a sus padres María y José, a los pastores, a las nubes y también a los ángeles que revolotean como un torbellino envolvente en la escena.

Este cuadro de Correggio es un dechado de juego de luces y sombras que hacen que la escena gane en movimiento y profundidad y nos da la sensación de asistir a una escena viva y presente en el instante en que la estamos contemplando. El pastor de larga figura de nuestra izquierda que llena la escena con el alargamiento de su cayado acaba de tener el anuncio de los ángeles que surgen cantando del cielo abierto. Los ángeles se mueven por la escena y con su mirada nos dirigen hacia el centro del misterio donde destaca Jesús recién nacido origen de la luz que se extiende a todo el mundo y destaca también María la madre que irradia serena felicidad.

Si bien el número de figuras que ha pintado Correggio pueden estar ocupando fundamentalmente el espacio de la izquierda, queda equilibrado el cuadro con la potencia de la luz y el entusiasmo que viene desde la derecha y que ilumina toda la estancia en la que encontramos a José como en segundo plano ocupado en las tareas de alimentar y cuidar al burro, la luz que ilumina también las desvencijadas vigas rotas por el suelo entre las que surge la vida en forma de flores y vegetación nueva. Estamos ante una escena donde lo divino y lo humano se unen, donde lo excepcional y lo cotidiano se mezclan.

Es el milagro de la LUZ. Parece que el pintor quiere conversar con nosotros desde la teología del evangelio que comienza en Jesús; lo sobrenatural, lo divino está sucediendo ya en las tareas de cada día, en los acontecimientos sencillos que cada uno de nosotros vivimos, porque todo está ya iluminado y trascendido por la glorificación del Hijo de Dios que se ha hecho carne y ha puesto su tienda entre nosotros.

Javier Agra Rodríguez

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