Arte y Liturgia

Retablo de San Juan Bautista

Van der Weyden

11 diciembre 2022: III Domingo de Adviento

por Javier Agra Rodríguez

Isaías 11, 6 -10

La justicia será cinturón de sus lomos, y la lealtad, cinturón de sus caderas. Habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos: un muchacho pequeño los pastorea. La vaca pastará con el oso, sus crías se tumbarán juntas; el león comerá paja con el buey. El niño jugará en la hura del áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente. No harán daño ni estrago por todo mi monte santo: porque está lleno el país de ciencia del Señor, como las aguas colman el mar. Aquel día, la raíz de Jesé se erguirá como enseña de los pueblos: la buscarán los gentiles, y será gloriosa su morada.

Evangelio Mateo 3: 1-12

Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea, predicando: Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos.

Éste es el que anunció el profeta Isaías, diciendo: Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos."

Juan llevaba un vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y del valle del Jordán; confesaban sus pecados; y él los bautizaba en el Jordán.

Al ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizará, les dijo: «¡Camada de víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: "Abrahán es nuestro padre", pues os digo que Dios es capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la base de los árboles, y el árbol que no da buen fruto será talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí puede más que yo, y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se apaga.»

Reflexión sobre el Evangelio

Mateo utiliza una situación temporal concreta para presentar al Bautista por su actividad; de este modo, Juan es el lazo que une el Antiguo Testamento de los profetas con el Nuevo Testamento de Jesús. Lo presenta utilizando una cita del profeta del retorno Isaías 40, 3: “Una voz grita en el desierto…”. En el desierto comenzó el peregrinaje de Israel y allí comienza nuestra definitiva peregrinación camino de las aguas que nos salvan en el bautismo.

Juan tiene aspecto de asceta como Elías 2 Reyes 1, 8; pide la conversión como Jeremías 8, 6 y diversos salmos, recordamos el 50 para que podamos ser transformados en el bautismo. Así pues, Juan Bautista es continuación y culminación de los profetas que antecedieron anunciando la venida de Jesús.

El Reino de los cielos o Reino de Dios será, desde esta presentación que Juan Bautista hace de Jesús, el centro y compendio de toda la actividad de la vida pública del Señor y de sus seguidores a través de los tiempos. Termina la lectura del evangelio de hoy con otra cita de Isaías 66, 24: “… su fuego no se apaga”.

El cuadro

Para ilustrar este Segundo Domingo de Adviento propongo el cuadro “VISIÓN DE SAN JERÓNIMO” de PARMINIAGINO (Parma 1503 – Cremona 1540) pintado el año 1526 para la iglesia de san Salvador en Roma. Hoy se conserva en la NATIONAL GALLERY DE LONDRES. Este pintor es el máximo exponente del manierismo italiano y probablemente universal.

La pintura se divide en dos partes superpuestas. En la parte terrenal observamos al fondo a san Jerónimo dormido en el momento de la visión de San Juan Bautista que contemplamos en primer plano señalando a Jesús niño en el regazo de su madre.

San Jerónimo duerme sobre una naturaleza verde y llena de vida, en el suelo reposa el solideo o capelo de cardenal y sobre él una calavera. En su mano derecha sujeta un crucifijo.

Jesús se adelanta ya del regazo de su madre, está en camino hacia su misión de adulto. Juan Bautista viste la inseparable túnica de piel con la que lo representan la mayoría de los pintores, sujeta el cayado que es una vara terminada en la cruz, hacia su espalda vemos colgar de su cintura la pátera con que administra el bautismo. La posición de su cuerpo, rodilla en tierra, en escorzo parece recoger a todos los espectadores con su mano derecha para enseñarnos y aún llevarnos hasta Jesús que sale de su madre y camina hacia su misión salvadora.

María, la madre es de una magnitud tan grande que ocupa toda la parte superior del cuadro y nos muestra la amplitud del cielo con la iluminación que viene desde el Padre no visible para iluminar ya para siempre a quienes aceptan la libertad, el camino y la vida de Jesús.

Javier Agra Rodríguez

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