Arte y Liturgia

Cristo crucificado

Diego Velázquez

5 febrero 2023: Domingo V Tiempo ordinario

por Javier Agra Rodríguez

Saludo del celebrante

Que el Señor Jesús, luz del mundo, que nos reúne haga de nuestros rostros reflejo su luz y que siempre este con vosotros.

Salmo 111

El justo brilla en las tinieblas como una luz

En las tinieblas brilla como una luz

el que es justo, clemente y compasivo.

Dichoso el que se apiada y presta,

y administra rectamente sus asuntos. 

Porque jamás vacilará.

El recuerdo del justo será perpetuo.

No temerá las malas noticias,

su corazón está firme en el Señor. 

Su corazón está seguro, sin temor.

Reparte limosna a los pobres;

su caridad dura por siempre

y alzará la frente con dignidad.

Evangelio Mateo 5, 13-16

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente.

Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte.

Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de casa.

Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos.

Reflexión sobre el Evangelio

Como la sal que sazona para producir buenos alimentos y conserva vivos los productos a través del tiempo, como la luz que alumbra a las personas, da confianza y muestra los caminos, así ha de ser la comunidad cristiana desde su oración desde su actividad para el beneficio de todas las personas y de la naturaleza entera, para alabanza del Padre Dios.

Los cristianos hemos de ser humildes y valientes aunque no seamos los más elocuentes (recordamos la falta de elocuencia de Moisés Éxodo 4, 10-16; también la duda de Jeremías en el primer capítulo de su libro). Nuestra propuesta no se ajusta a las últimas tendencias, ni a la filosofía del momento. Nuestro testimonio es el plan de Dios, es la salvación universal por medio de Jesús, el Cristo, con la fortaleza del Espíritu Santo. Es siempre un mensaje descomunal, extraño decía Isaías 53, 1 y, con frecuencia, contra corriente a la “sabiduría” dominante del mundo.

Juan Pablo II en la homilía a los jóvenes en Toronto el 28 de julio de 2002, decía entre otras cosas: El espíritu del mundo ofrece muchos espejismos, muchas parodias de la felicidad. Quizá no haya tiniebla más densa que la que se introduce en el alma de los jóvenes cuando falsos profetas apagan en ellos la luz de la fe, de la esperanza y del amor. El engaño más grande, la mayor fuente de infelicidad es el espejismo de encontrar la vida prescindiendo de Dios, de alcanzar la libertad excluyendo las verdades morales y la responsabilidad personal.

Lo que heredaréis es un mundo que tiene necesidad urgente de un renovado sentido de fraternidad y solidaridad humana. Es un mundo que necesita ser tocado y curado por la belleza y la riqueza del amor de Dios. El mundo actual necesita testigos de ese amor. Siguiendo a Cristo, debéis cambiar y mejorar el sabor de la historia humana. Con vuestra fe, esperanza y amor, con vuestra inteligencia, valentía y perseverancia, debéis humanizar el mundo en que vivimos.

El cuadro                                                       

Para acompañar la lectura bíblica de este Domingo V del Tiempo Ordinario propongo el cuadro “CRISTO CRUCIFICADO” de DIEGO VELÁZQUEZ (Sevilla 1599 – Madrid 1660) pintado hacia 1632, que se expone en el MUSEO DEL PRADO.

Una magnífica figura, sin apoyo de escenas narrativas, llena de serenidad y sosiego en toda la figura de Cristo presentado en primer plano, apenas con sangre donde predomina la confianza, la luz, la salvación, la espiritualidad de la atmósfera que envuelve el conjunto de armonía y paz con el rostro casi oculto, muerto en la cruz y como levitando en la resurrección victoriosa.

Los contrastes de luz y sombra, apenas perceptibles, están conseguidos con los toques más o menos acentuados del pincel. El monte Gólgota es apenas visible. La postura de las piernas clavadas parece aportar el movimiento de su cuerpo desnudo, entregado absolutamente a la voluntad del Padre, como indicando a los espectadores que desde la cruz comienza nuestro caminar sereno y confiado por los senderos del Reino de Dios, iluminados por el nimbo apenas perceptible que rodea su frente luminosa.

Velázquez recupera la antigua tradición de Jesús clavado a la cruz por cuatro clavos con los dos pies apoyados en un supédaneo (escaño o tarima para apoyar los pies) de alisada madera. De esta manera evita la figura contorsionada que presenta más retorcimiento doloroso. Este Cristo crucificado de Velázquez es victorioso. 

Javier Agra Rodríguez

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