Publicidad del tabaco I

El más mortífero artefacto en la historia de la humanidad.

EL INICIO DE LA INDUSTRIA DEL TABACO

por José Alfredo Elía Marcos

"El cigarrillo es el más mortífero artefacto en la historia de la civilización humana. Ha matado a cerca de 100 millones de personas en el siglo XX". Robert Proctor, Universidad de Stanford.

El tabaco es el producto de consumo más conocido y con más éxito del siglo XX. Produce mucho dinero y es uno de los mayores asesinos del siglo XX.

El consumo de tabaco es la epidemia que más causa mortalidad en el mundo. Por su aumento y extensión se considera una pandemia, cuyo incremento se relaciona actualmente con la publicidad. El consumo es tolerado y fomentado por la mayoría de los gobiernos, debido principalmente a los ingresos económicos que derivan de su producción y comercialización, sin considerar que cerca de diez mil personas mueren al día por causa del humo del cigarrillo. El negocio del tabaco mueve al año más de 31 millones de dólares al día, equiparándose así a la industria del petróleo y la del automóvil. Asimismo, se están mostrando altas repercusiones en el ámbito mundial, en la salud de la población de distintas edades. Diariamente, el número de personas que consume tabaco está aumentando a pesar de los esfuerzos que las organizaciones públicas y privadas llevan a cabo para desarrollar labores de prevención y rehabilitación.

El consumo de tabaco es responsable de unos 4,8 millones de muertes anualmente en el mundo, unos 440.000 sólo en Estados Unidos. Se estima que aproximadamente 8,6 millones de personas padecen una enfermedad seria relacionada con el tabaco tan sólo en Estados Unidos. La Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé que, para el año 2030, el consumo de tabaco matará anualmente a 10 millones de personas, de ellos, 7 millones en los países desarrollados, lo que hará del tabaco la primera causa de muerte en el mundo.

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De 1880 a 1918: Creación de la industria del cigarrillo

Esta primera etapa se inicia en 1880 con la invención de la máquina que fabricaba cigarrillos de manera más rápida que forma artesanal. El principal actor en esta fase inicial será el magnate del tabaco James Buchanan Duke, quien inventa el cigarrillo, su forma de comercializarlo, distribuirlo y publicitarlo. En 1902 fundará la más grande compañía tabaquera del mundo, la British American Tobacco por la fusión de 5 grandes empresas. Evitará los controles de la FDA sobre posibles efectos adversos del tabaco en la salud y abrirá el mercado a todas las partes del mundo. La distribución de tabaco a los soldados durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) contribuirá a que el hábito se lleve a la vida civil entre la población masculina.

El comienzo de la gran industria tabaquera

Aunque el tabaco es  mucho más antiguo, (se cree que la planta nicotina tabacum comenzó a fumarse hacia el 3000 a.C. en el centro y sur del continente americano) la publicidad de este producto comenzó a desarrollarse, tal y como la conocemos actualmente, a principios del siglo XX.

Durante mucho tiempo, el consumo del tabaco siempre fue minoritario y en pequeñas cantidades. Al principio se mascaba o se aspiraba el humo de las hogueras en que era quemado. También era frecuentemente el uso de grandes pipas en forma de “Y” que eran introducidas en las fosas nasales. En el siglo XVIII surge la moda del rapé, que consistía en polvo de tabaco muy fino para “esnifar”, se obtenía de un triturado fino de hojas y el tallo del tabaco mezclado con esencia de calvo o almendras amargas. El rapé adquirió gran difusión en Francia, mientras que en Inglaterra era más frecuente el uso de la pipa y en España el cigarro puro.

Todo cambió cuando en 1880 el precio del tabaco cayó en picado después de que se desarrollara una máquina que producía cigarrillos de manera masiva. Cada día, la máquina podía llegar a producir unos 100000 cigarrillos. La sobreoferta y la ya mencionada caída de los precios del tabaco provocó no solo que el número de fumadores aumentara sino, también, que aumentara la media de cigarrillos que cada uno de ellos fumara por día (antes de la máquina, se estima que cada persona fumaba un cigarrillo por semana).

James Buchanan Duke fue el creador del cigarrillo tal y como lo entendemos en la actualidad. Fácil de encender, fácil de comercializar y distribuir, y con unos beneficios económicos muy grandes para los productores.

El padre del "artefacto más mortífero" de la historia

James Buchanan Duke -también conocido como Buck Duke- fue el responsable del fenómeno de siglo XX conocido como cigarrillo. Duke no sólo ayudó a crear el cigarrillo moderno, también fue pionero en los métodos de comercialización y distribución que lo catapultaron al éxito en todos los continentes.

En 1880, a la edad de 24 años, Duke entró en lo que era entonces un nicho en el negocio del tabaco: los cigarrillos enrollados. Un pequeño grupo en Durham, Carolina del Norte, EE.UU., enrollaba a mano los cigarrillos «Duque de Durham», y retorcía los extremos para sellarlos. 

Dos años más tarde Duke vio una oportunidad. Comenzó a trabajar con un joven mecánico llamado James Bonsack, quien dijo que podía mecanizar la fabricación de cigarrillos. Duke estaba convencido de que la gente preferiría fumar esos cigarrillos prolijamente enrollados, hechos a máquina y perfectamente simétricos. En 1881, la empresa produjo 9,8 millones de cigarrillos y la primera marca de cigarrillos se llamó Duke of Durhams.

La máquina de Bonsack revolucionó la industria del cigarrillo.

«Producía un cigarrillo de longitud infinita, cortado en los largos adecuados por tijeras giradoras», explica Robert Proctor en conversación con la BBC. En pocos años el consumo total de cigarrillos en Estados Unidos había aumentado de 14 millones de unidades anuales a 409 millones de unidades.

Los extremos abiertos significaban que tenía que ser «rellenados con aditivos químicos». Añadieron azúcar, glicerina y melaza, y productos químicos para evitar que se resecara.

Pero mantener húmedos los cigarrillos no fue el único desafío que le presentó el antiguo artilugio de Bonsack a Duke.

Mientras las operarias de las fábricas enrollaban alrededor de 200 cigarrillos por turno, la nueva máquina producía 120.000 cigarrillos al día, aproximadamente una quinta parte del consumo de EE.UU. en ese momento.

«El problema era que estaba produciendo más cigarrillos de los que podía vender», dice el historiador Goodman. «Tenía que encontrar la manera de captar este mercado».

La respuesta estaba en la publicidad y el mercadeo. Duke patrocinó carreras, ofreció cigarrillos gratuitamente en concursos de belleza y colocó anuncios en las nuevasglossies, las primeras revistas de moda ilustradas.

Sólo en 1889 se gastaron US$800.000 en la comercialización (aproximadamente US$25 millones en dinero actual).

Bonsack retuvo la patente de su máquina, pero en señal de agradecimiento por el apoyo que brindó Duke a su desarrollo, le ofreció un descuento del 30% sobre el contrato de arrendamiento. Esta ventaja competitiva, junto con una vigorosa promoción, fue clave para el éxito precoz de Duke.

Como había sospechado, a la gente le gustaron los cigarros industriales. Tenían un aspecto moderno y más higiénico, algo que destacó en una campaña contra los cigarros, que eran fabricados a mano y con saliva.

Las cinco empresas constituyentes de American Tobacco: W. Duke & Sons, Allen & Ginter , WS Kimball & Company, Kinney Tobacco y Goodwin & Company.– produjo el 90% de los cigarrillos fabricados en 1890, el primer año en que la American Tobacco Company cotizó en la Bolsa de Nueva York . Dos décadas después de su fundación, la compañía American Tobacco absorbió alrededor de 250 empresas y produjo el 80% de los cigarrillos, tabaco de mascar, tabaco para fumar y rapé producidos en los Estados Unidos. Con el control del mercado de Duke, American Tobacco aumentó su capital de $ 25,000,000 a $ 316,000,000. Durante los primeros años, American Tobacco se centró en la producción de cigarrillos, pero la visión de James Duke iba más allá. Su estrategia consistía en hacerse con el control de la producción de tabaco estadounidense y trató de comprar o arruinar al mayor número posible de productores.​ Bajo el nombre de Tobacco Trust, Buck llevó al gigante empresarial a dominar el mercado de los cigarrillos. Los bancos, bajo la presión de Duke y John D. Rockefeller, llegaron incluso a negar préstamos a aquellos agricultores que no suministraban a la American Tobacco, a precios incluso por debajo del coste de producción.

Publicidad sobre el tabaco de The Great Atlantic and Pacific Tea Company, de 1877.

Cigarrillos "saludables"

Pero a pesar de que el consumo de cigarrillos se cuadruplicó en 15 años en EE.UU., hacia 1900 seguía siendo un nicho de mercado. La mayor parte del tabaco se masticaba o fumaba en pipas y puros.

Duke vio el potencial de consumo de los cigarrillos en lugares reservados para cigarros y pipas, como salones y restaurantes. La facilidad con la que podían prenderse y permanecer encendidos, a diferencia de las pipas, eran una ventaja para los breves momentos de descanso en la vida urbana moderna.

«El cigarrillo fue realmente utilizado de una manera diferente», dice Proctor. «Por ser más suave, supuestamente».

«Y esta es una de las grandes ironías, que se creía ampliamente que los cigarrillos eran más seguros que los cigarros, ya que son ‘sólo puros más pequeños’, ¿no?».

Ahora sabemos que los cigarrillos son mucho más adictivos que los cigarros. El hecho de que el humo se inhala también los hace más peligrosos. Sin embargo, no se lo asoció con el cáncer de pulmón hasta la década de 1930 y la relación causal no se estableció hasta 1957 en el Reino Unido y en 1964 en los EE.UU..

De hecho, los cigarrillos fueron promocionados como beneficiosos para la salud. Hasta 1906 aparecían en enciclopedias farmacéuticas y los médicos los prescribían para la tos, los resfriados y la tuberculosis (una enfermedad que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ahora vincula con el tabaco).

En 1902 James Buchanan Duke formó la British American Tobacco con su rival transatlántico, Imperial Tobacco.

Llama la atención que en la publicidad racista de la época, las personas de raza negra solían desempeñar el papel de sirvientes, sin embargo a la hora de fumar cualquiera podía ser un señor.

La creación del gigante BAT

Duke comenzó entonces a mirar al exterior. En 1902 formó la British American Tobacco (BAT) fruto de unión de rival transatlántico la Imperial Tobacco Company del Reino Unido y la American Tobacco Company de los Estados. De esta manera James 'Buck' Duke se convierte en el primer presidente de la compañía. Su estrategia es idear un producto superior, contratar a las mejores personas para fabricarlo, ponerle el precio más bajo posible y mecanizar la producción. El envasado y la comercialización se ajustaban a los diferentes consumidores, pero los cigarrillos eran básicamente los mismos. Más de una década antes de la creación del Ford Modelo T -el automóvil que introdujo la producción en cadena- Duke tenía un producto universal.

«La globalización con la que estamos familiarizados a través de McDonalds y Starbucks fue precedida por Duke y el cigarrillo», dice el historiador Goodman, consultado por la BBC.

Un período de rápida expansión permitió a la British American Tobacco desarrollar mercados en las Indias Occidentales, India, Ceilán, Egipto, Holanda, Bélgica, Suecia, Noruega, Finlandia, Indonesia, África Oriental y Malaya.

La adquisición de una participación mayoritaria en el fabricante de cigarrillos con sede en El Cairo, Maspero Freres Company, permite a la compañía expandir el comercio de exportación de cigarrillos hechos con tabaco turco a India y Europa.

Hacia 1910 las ventas de cigarrillos de la empresa superan los 10 mil millones por año y para 1915 se las ventas suman 25 mil millones de cigarrillos por año, ya que la demanda adicional de tabaco de las fuerzas armadas lleva la capacidad de fabricación de la industria tabaquera al límite. 

En 1911, la American Tobacco Company fue disuelta por el Tribunal Supremo de los Estados Unidos en virtud de la legislación antimonopolio. La empresa fue acusada de restringir el libre comercio, tras lo cual la corporación se dividió en cuatro grandes empresas individuales: New American Tobacco Company, Ligget and Myers, P. Lorrilard y R. J. Reynolds. Esto supuso un duro revés para Duke; sin embargo, James Buchanan Duke había creado ya un producto universal con sus cigarrillos y supo explotar adecuadamente el mercado. 

Durante muchos años el tabaco escapó al control que la FDA realizaba sobre los alimentos y medicinas para evitar que estuvieran adulterados o fueran perjudiciales para la salud.

Fuera de control

La Ley de Alimentos y Medicamentos Puros de 1906 fue la primera de una serie de importantes leyes de protección al consumidor que fue promulgada por el Congreso en el siglo XX y condujo a la creación de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA). Su objetivo principal era prohibir el tráfico extranjero e interestatal de productos alimenticios y medicamentos adulterados o mal etiquetados, y ordenó a la Oficina de Química de los Estados Unidos que inspeccionara los productos y remitiera a los infractores a los fiscales. Se requería que los ingredientes activos se colocaran en la etiqueta del empaque de un medicamento y que los medicamentos no pudieran caer por debajo de los niveles de pureza establecidos por la Farmacopea de los Estados Unidos o el Formulario Nacional.

Pero la ley tenía deficiencias y dejó intactos muchos artículos peligrosos para el consumidor que continuaron circulando legalmente en el mercado. 

Uno de ello fue el tabaco. James B. Duke consiguió que no se aplicará al tabaco las mismas leyes que se aplicaban a los alimentos y medicinas. De esa manera el tabaco escapó del control del gobierno durante todo el siglo. A cambio los gobiernos recibían unos cuantiosos ingresos en forma de impuestos sobre el tabaco, una forma de escapar al control del Estado y pagar sus servicios.

Sexismo para vender

En 1885, la compañía tabaquera de James Buchanan Duke, introdujo en las cajetillas de tabaco tarjetas con fotografías de mujeres (artistas) en poses provocativas (consideradas lascivas), como incentivo para comprar su marca, consiguiendo con ello ser en 1890 la marca más vendida. Es el primer precedente en la publicidad del uso sexista de la figura femenina para vender un producto.

Diseño de Camel 1913 

por Fred Otto Kleesattel

El nacimiento de Camel

Hijo de un cultivador de tabaco en Virginia, RJ Reynolds vendió sus acciones de la empresa de su padre en el condado de Patrick, Virginia, y se aventuró a la ciudad más cercana con conexión ferroviaria, Winston-Salem, para iniciar su propia empresa tabacalera. Compró el edificio de su primera fábrica y estableció la "pequeña fábrica roja" con trabajadores temporales. La segunda fábrica principal se construyó en 1892. A principios del siglo XX, Reynolds compró la mayoría de las fábricas de tabaco de la competencia en Winston-Salem. El tabaco para fumar "Prince Albert" de 1907 se convirtió en el producto de exhibición nacional de la compañía, lo que llevó a una publicidad de alto perfil en Union Square de la ciudad de Nueva York. 

En 1913, Reynolds desarrolló una innovación: el cigarrillo empaquetado. La mayoría de los consumidores de tabaco que fumaban cigarrillos preferían enrollarlos ellos mismos, y se pensaba que no había un mercado nacional para los cigarrillos preenvasados. Reynolds también trabajó para desarrollar un sabor que pensó que sería más atractivo que los productos anteriores, por lo que creó el cigarrillo Camel, una mezcla de varios tipos diferentes de tabaco que se llamaría "la mezcla americana". La marca se llamó Camel porque el tabaco se enrollaba en papel turco, a imitación de los cigarrillos egipcios que estaban de moda en ese momento. Los cigarrillos Camel se mezclaron originalmente para tener un sabor más suave en contraste con las marcas que, en el momento de su introducción, se consideraban mucho más duras. Inicialmente, se lanzaron como variedad regular, sin filtrar (generalmente conocida como Camel Straight o Regular), en un paquete blando. Reynolds superó a los competidores en el costo de los cigarrillos y, en un año, vendió 425 millones de paquetes de Camel.

En su campaña de lanzamiento emplearon una estrategia original de suspense. Durante 4 días ocultaron al público el objetivo de venta de su publicidad de "Camellos".

1er día (19 de mayo de 1914)  - Anuncio de camellos en el periódico Norwich Bulletin. Los anuncios iniciales generaron anticipación al anunciar la llegada de "Camels" sin revelar cuál sería realmente el producto.

2º día (20 de mayo de 1914)  - Anuncio de camello en el mismo periódico. "The Camels Are Coming" es también el título de una antigua canción popular escocesa.

3er día (21 de mayo de 1914)  - Página 3, el anuncio anuncia: "¡Mañana habrá más camellos en esta ciudad que en toda Asia y África juntas!"; en la página 2 el editor advierte a los jóvenes lectores que no se trata de un circo.

4to día (22 de mayo de 1914)  - Finalmente, el anuncio revela la identidad del producto: "¡Aquí están los cigarrillos de camello!". La campaña publicitaria fue creada por la agencia NW Ayer & Son, que también creó algunos de los eslóganes más reconocidos del siglo XX.

El fósforo de seguridad

Pero la enorme popularidad del tabaco no hubiera sido posible si años antes no se hubiera inventado el fósforo de seguridad, que permitía encender un cigarro de manera rápida y segura sin los problemas que generaban otras formas de encendido.

Los fósforos de seguridad aparecieron como solución a los perjuicios que significaban las cerillas con fósforo blanco y fueron el trabajo de dos químicos suecos; el primero de ellos fue Jöns Jacob Berzelius, quien descubrió que el peligroso fósforo blanco podía ser sustituido con un fósforo más benigno, como el rojo. 

No obstante, Berzelius no logró producir un fósforo lo suficientemente confiable para el uso diario, pero sí Pasch, su aprendiz, quién creativamente dispuso la separación de los ingredientes: la cabeza de las cerillas fue de nitrógeno líquido y clorato potásico, mientas que la superficie rugosa con la que se frota el cerillo la compuso con vidrio en polvo, fósforo rojo y sulfuro de antimonio. Debido al calor de la fricción, una parte del fósforo rojo se convierte en blanco, este se enciende y ocasiona que la cerilla combustione.

De ahí el nombre de Fósforo de seguridad: las cerillas no podían ser encendidas con ninguna superficie más que la que se encontraba en la caja de presentación. Sin embargo, su producción fue complicada debido a los altos costos que el fósforo rojo significaba. Por este motivo, Pasch fue incapaz de explotar económicamente su invención.

John Edvard Lundstöm y su hermano  Carl Frans permitieron la producción masiva del invento de Pasch diez años más tarde. En 1855, el fósforo de seguridad Lundström obtuvo un premio en la “Exposición Universal” de París. Además, Alexander Lagerman, un ingeniero empleado de los Lundstöm inventó la primera máquina automática de producción de cerillas. Así, el fósforo de seguridad como producto, y la máquina automática como productora, volvieron a los Lundstöm y al fósforo de seguridad un éxito masivo.

Medio siglo más tarde, en 1898, los químicos franceses Saven y Cahen, patentaron una cerilla de sesquisulfuro de fósforo no tóxica ni explosiva capaz de encenderse con la simple fricción de la cerilla contra cualquier superficie rugosa; a este tipo de cerillas se le denominaron fósforos integrales. No obstante, el fósforo de seguridad, fue entonces y sigue siendo el tipo de cerillas más usado en cualquier parte del mundo, entre otras cosas, por la seguridad que signfican.

La Primera Guerra Mundial empezó el siglo XX y trajo la costumbre de fumar cigarrillos, igual que la mucho menos perjudicial de llevar reloj de pulsera.

La primera guerra mundial

Fue precisamente en la guerra del 14 cuando se generalizó el hábito de fumar cigarrillos manufacturados industrialmente, menos populares hasta entonces que el tabaco de pipa o los puros, incluso que el tabaco mascado. 

El consumo intensivo del tabaco tuvo un momento histórico relevante durante la Primera Guerra Mundial porque se popularizó el hábito de fumar cigarrillos. La guerra introdujo a toda una generación de jóvenes a fumar. Los soldados tenían una ración de 50 cigarrillos a la semana, y estos terminaron siendo esenciales para la moral de la tropa. En las trincheras, los soldados fumaban para aliviar tensiones y ese hábito dañino se extendió a la vida civil.

La demanda empezó a ser mayor que la oferta. Un general llegó a decir que “Creo que para ganar esta guerra, el tabaco es tan útil como las balas”. 

Buck Duke señaló a China en un mapa del mundo y dijo «Aquí es donde construiremos un imperio».

El nacimiento de la globalización

Se dice que Buck Duke señaló a China en un mapa del mundo y dijo «Aquí es donde construiremos un imperio».

James Thomas fue el encargado de esta misión. Hasta que la compañía tuvo que abandonar el país en 1952, la cuota de mercado de la British American Tobacco no bajó de 50%.

Thomas fue gratificado con un salario de entre U$60.000 y U$100.000 en 1912 (unos U$1.4 millones actuales).

Al principio los cigarrillos eran importados desde Estados Unidos, pero la manufactura se trasladó pronto a China.

Según Howard Cox, de la Universidad de Worcester, este traslado de la tecnología de producción en lugar del producto en sí marca el cambio entre el comercio colonial y la actual era de globalización y corporaciones multinacionales.

Thomas tuvo su propio equipo de vendedores estadounidenses, pero también se asoció con firmas chinas para distribuir su producto.

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De 1918 a 1929: Conseguir mujeres fumadoras

La segunda etapa de la ya multimillonaria industria del tabaco va a venir definida por las estrategias diseñadas por Edwards Bernays. Heredero de las teorías del psicoanálisis de su tío Sigmund Freud, Bernays creará lo que llamó "ingeniería del consentimiento". Las técnicas de persuasión que él diseñó consiguieron, entre otras cosas, que las mujeres empezaran a fumar duplicando los beneficios de las empresas tabaqueras.

«La manipulación consciente e inteligente de los hábitos y opiniones organizados de las masas es un elemento de importancia en la sociedad democrática. Quienes manipulan este mecanismo oculto de la sociedad constituyen el gobierno invisible que detenta el verdadero poder que rige el destino de nuestro país» Edward Bernays

Edward Bernays

Edward Bernays, padre de las relaciones publicas, fue el responsable de tomar las teorías de Sigmund Freud sobre el comportamiento y la mente humana para ayudar a vender más productos. Así, cambió para siempre la forma de hacer marketing. 

Bernays, fuertemente influenciado por los principios de la psicología de masas de Gustave Le Bon y  los escritos de Wilfred Trotter sobre los instintos de rebaño, piensa en su “tío Sigi”, Sigmund Freud, en Viena. Reflexiona y se pregunta qué tienen en común todas esas teorías. Se basan en las tendencias humanas a seguir a los líderes, tienen debilidad por los símbolos y apelan a los deseos inconscientes.

Antes de Bernays, el marketing se basaba mayormente en mostrar las virtudes prácticas de un producto. Él inauguró la noción de que para vender cualquier cosa (desde una marca hasta una figura pública), lo mejor era vincularlo con los deseos y miedos más profundos de las personas. Bernays escribió “La gente rara vez es consciente de las verdaderas razones que motivan su conducta (…) Somos gobernados, nuestras mentes están moldeadas, nuestros gustos formados, nuestras ideas sugeridas: en gran parte por hombres de los que nunca hemos oído hablar.”

Tenía 25 años cuando le propuso a Woodrow Wilson, el presidente americano, que justificara su entrada en la Primera Guerra Mundial diciendo que América quería “llevar la democracia a toda Europa”. Su eslogan fue un éxito absoluto; cuando estalló la paz, imaginó que podría usar su habilidad para otros fines.

Bernays entendió que existía un vínculo entre la cultura y el consumo que no podía ser desaprovechado. Sus modos eran indirectos y huidizos, de manera que el público recibía mensajes propagandísticos sin sospecharlo. Por ejemplo, Bernays fue un precursor de la publicidad indirecta en películas: durante su larga y famosa campaña para Lucky Strike, consiguió que las estrellas de cine fumaran en películas de manera reiterada.

Edward Bernays, (a menudo llamado "el padre de las relaciones públicas"), sigue siendo una figura histórica relativamente oscura. Su legado, sin embargo, está creciendo en todo el mundo, y sus técnicas se encuentran en todo, desde los alimentos que comemos a las cosas que creemos. Pero, ¿Quién era este hombre? ¿Cómo un sobrino de Sigmund Freud utiliza la psicología para doblegar la voluntad de las masas? y ¿Cómo su legado nos afecta hoy en día? El siguiente vídeo muestra algunas de sus estrategias.

La ingeniería del consentimiento

La Primera Guerra Mundial había terminado y comenzó una fuerte recesión en 1920. Uno de los numerosos problemas para los magnates estadounidenses era el consumo del ciudadano medio. Muchos solo compraban lo que realmente necesitaban, un comportamiento que los magnates querían cambiar. El banquero de Wall Street, Paul Mazur, resumió esto de una manera particularmente directa: "Debemos cambiar a Estados Unidos de una cultura de necesidades a una de deseos", escribió en 1927 en Harvard Business Review . "La gente debe ser entrenada para desear, para querer cosas nuevas incluso antes de que las viejas se hayan consumido por completo".

Bernays afirmó entender cómo funcionaban esos métodos. Había estado experimentando con la psique humana desde la década de 1910, mientras trabajaba para la agencia de propaganda de guerra en EE. UU. El fue uno de los artífices en preparar a los estadounidenses para que participaran en la guerra. En poco tiempo, el rechazo inicial de los ciudadanos se había convertido en un entusiasmo irracional por la guerra. 

Si se podían vender cigarrillos, tocino y gramófonos a la gente, también se podían vender opiniones, ideologías o políticos. Para Bernays, uno era como el otro: mercancías sin valor interior que había que vender. Llamó a esta técnica de venta la 'ingeniería del consentimiento', es decir, la fabricación de la aprobación pública: en palabras de Bernays, 'la esencia misma del proceso democrático, la libertad de persuadir y sugerir'. 

Bernays se consideraba miembro de una "minoría inteligente", que podía dirigir a "las masas" con solo presionar un botón.

La nueva «democracia de las masas» había creado al ciudadano perfecto: el yo consumista, un tipo estable y dócil que se sentía feliz por poder consumir productos, no porque estos resultaran necesarios para su día a día, sino porque los deseaba; y los deseaba porque los asociaba, gracias a la publicidad, a determinados valores preestablecidos.

Objetivo: mujeres fumadoras

Antes del siglo XX, fumar se consideraba un hábito corrupto e inapropiado para las mujeres. Muchos grupos feministas lucharon contra el tabaquismo por considerar que perjudicaba gravemente la salud de las mujeres y la de sus hijos.

Durante los años veinte la American Tobacco Coporation buscó llegar a un público más grande de fumadores. George Washigton Hill, su presidente, se encontraba en ese momento a cargo de la marca Lucky Strike. Hill se propuso apelar a un grupo demográfico hasta entonces inexplorado: las mujeres. “Estamos perdiendo la mitad de nuestro mercado porque los hombres han invocado un tabú sobre las mujeres que fuman en público”, argumentaba.

Antorchas de la libertad

En 1928, George Washington Hill, presidente de la American Tobacco Company, se dio cuenta del mercado potencial que podía encontrarse en las mujeres y dijo: "Será como abrir una mina de oro justo en nuestro patio delantero". Ya habían conseguido que ellas fumaran dentro de los locales y de las casas, pero querían dar un paso más allá logrando que también fumaran en la calle. 

G. W. Hill contrató a Edward Bernays quien diseñó una audaz campaña de Marketing con el objetivo de romper el tabú de fumar en público. Bernays decidió indagar sobre qué significaban los cigarrillos para las mujeres. Luego de consultar a un referente local del psicoanálisis Abraham Brills, llegó a la conclusión de que los cigarrillos eran un símbolo de poder masculino (según el psicoanalista que consultó, representaban literalmente “el falo”) y que entonces podría lograr que las mujeres fumaran cigarrillos si lo planteaba como una manera de desafiar el poder masculino, ya que estas veían el acto de fumar como una rebelión contra el machismo

Bernays podría haber diseñado una publicidad pero, en cambio, inventó una noticia. Con este objetivo, Bernays organizó una manifestación en el desfile de Pascua de 1929 por la Quinta Avenida, donde pago a media docena de mujeres famosas para que ostentaran sus “antorchas de la libertad”: los cigarrillos Lucky Strike. La propia secretaria de Bernays, Bertha Hunt, actuará como portavoz de la campaña haciéndose pasar por una defensora de los derechos de las mujeres

Edward fue muy cuidadoso a la hora de elegir a las mujeres que desfilaban porque "aunque debían ser guapas, no debían parecer demasiado modelos" y contrató a sus propios fotógrafos para asegurarse de que se tomaban buenas fotos que luego se publicaban en todo el mundo. La feminista Ruth Hale también pidió que las mujeres se unieran a la marcha diciendo: “¡Mujeres! ¡Enciende otra antorcha de libertad! ¡Lucha contra otro tabú sexual!"

Bernays pagó a media docena de chicas para que fumaran en la Quinta Avenida, les dijo que llamaran a sus cigarrillos “antorchas de libertad”.

Una mujer exhibe su “antorcha de libertad” en Nueva York, en 1928, en una acción organizada por Bernays para la American Tobacco Company.

Noticia en los periódicos: "Grupos de chicas fuman cigarrillos como gesto de libertad".

Al día siguiente, el 1 de abril de 1929, la repercusión en los medios no se dejó esperar, ya que fue portada en todos los diarios:

«Cigarettes in the 5th Avenue Easter parade is that their torches of freedom were lighting the way to equal rights for smokers of both sexes». (Daily Journal)

«Bertha Hunt and 6 colleagues struck another blow in behalf of the liberty of women. Down 5th Avenue, they strolled puffing at cigarettes walked into obscurity.  After the empty victory, Miss Hunt (said,) “I hope that we have started something that these torches of freedom will smash the taboo on women smoking and our sex will go on breaking down walls'».  (Charleston West)

«Cigarettes in the avenue Easter parade is that their ‘Torches of Freedom». (The Danville Bee)anuncio_lucky

«(…) cigarettes… We hope that that we accomplished what we set out to kill a ridiculous taboo symbolic of more important sexual inequality».’ (Olean Times 8-04-1929)

«Group of Girls Puff at Cigarettes as a Gesture of ‘Freedom». (Financial Times)

La campaña se presentó en gran medida como una campaña de mujeres emancipadas. Ni Barneys ni American Tobacco se mencionan nunca por su nombre en los artículos de prensa. Quedan como los hombres que “moldean la mente de los consumidores y les sugieren sus ideas”, en palabras del propio Bernays.  Su biógrafo Larry Tye describió así la estrategia de Bernays: "Generaba eventos, los eventos generaban noticias y las noticias generaban una demanda de lo que fuera que estaba vendiendo". 

Los cigarrillos, a menudo relacionados con los hombres y la masculinidad, ahora son un signo de desobediencia pública. Bernays activó el instinto de rebaño en su audiencia. El resultado fue que las mujeres comenzaron a fumar porque ciertos individuos, inconscientemente, las consideraban hermosas e independientes líderes. Su comportamiento como fumadoras empezó a significar independencia y moda.

El hecho de que la publicidad se dirigiese a ellas hizo que aumentaran los índices de tabaquismo entre la población femenina. En 1923 las mujeres sólo compraban el 5% de los cigarrillos vendidos, en 1929 ese porcentaje aumentó al 12%, en 1935 al 18,1%, alcanzando un máximo en 1965 con el 33,3%, y manteniéndose en este nivel hasta 1977.

El cáncer de pulmón es ahora la principal causa de muerte por cáncer en las mujeres y superó al cáncer de mama en 1987... hace 28 años. Cada cinco minutos en los Estados Unidos, una mujer es diagnosticada con cáncer de pulmón y 72.000 morirán en 2015.

Una campaña publicitaria polémica tuvo lugar en 1926, cuando Chesterfield lanzó un anuncio donde se mostraba a una mujer que pedía a un hombre un cigarrillo mientras le decía: “Lánzame un poco de humo” desafiando las convenciones sociales. Este anuncio generó numerosas protestas entre colectivos tradicionales, pero en breve el resto de las empresas tabaqueras siguieron este rentable y exitoso ejemplo de marketing (Ernster, 1985).

Miedo a engordar

En 1929, George Washigton Hill contrató el marketing de Edward Bernays para convencer a las mujeres de fumar cigarrillos. Bernays se puso a trabajar con las teorías de su tío en mente. Dado que fumar era considerado un supresor del apetito, y la delgadez estaba de moda, Bernays diseñó una campaña que apelara al miedo inconsciente de las mujeres a engordar. En los anuncios, mujeres delgadas y bonitas se veían acechadas por la sombra de una versión futura obesa. El tagline leía: “Cuando se sienta tentada, agarre un Lucky [en lugar de un dulce]. Evite la sombra del futuro”.

"¡Busca un Lucky, en lugar de un dulce!". 

La campaña necesita apoyo visual y Bernays comienza a contratar fotógrafos, artistas, periódicos y revistas para promover la belleza especial de las mujeres delgadas. Parte de su campaña es advertir a las amas de casa que tener cigarrillos a mano es una necesidad social.

La publicidad de Lucky Strike en la década de 1920, instaba a las mujeres: “Toma un Lucky en vez de un dulce”. Publicitar el cigarrillo como una ayuda dietética para controlar el peso produjo un aumento de más del 300% en las ventas de la marca durante el primer año de la campaña publicitaria.

Marlboro: Suave como mayo

El enfoque de Marlboro en los primeros años fue comercializar su producto como cigarrillos suaves que eran menos dañinos para la salud. Lanzado con un marketing dirigido a las mujeres en los años 1920, el lema debut de Marlboro, “Mild as May” (Suave como mayo), retrataba el fumar como algo femenino. Los cigarrillos venían con una envoltura impermeable en el filtro para evitar que se corriese el labial y luego la compañía introdujo una envoltura de color rojo para poder ocultar sus marcas. Las mujeres se hicieron adictas y Marlboro continúa siendo la marca preferida para las personas fumadoras de ambos sexos.

La publicidad se centró en lo femenino de los filtros, en un intento por acercarse al mercado mayoritario. Para ello, el filtro tenía impreso una banda roja alrededor del filtro para ocultar las manchas de los lapiz de labios, con el lema “Beauty Tips to Keep the Paper from Your Lips” (“Consejos de belleza para mantener el papel en tus labios”).

En la parte inferior se muestra el argumento de venta: "A los hombres no les gusta esto", refiriendose a las manchas de carmín en el cigarro.

Beauty from your Lips

En 1924, Philip Morris lanzó la marca Marlboro como cigarrillos para mujeres. En 1930, los cigarrillos Marlboro tenían una punta de marfil resistente a la grasa para evitar que se corriera el lápiz labial de las mujeres; en 1940 un "Consejo de belleza" rojo para ocultar las antiestéticas manchas de lápiz labial. Para atraer al público femenino, que se preocupa por proteger su labial, la compañía creó “Ivory tips”, la banda roja o rosa alrededor del cigarro para ocultar las huellas del labial y lo denominó “Consejos de belleza para mantener el papel en los labios”. Marlboro se posicionó como cigarrillo premium para mujeres con clase y lujo.

Primera versión de los cigarrillos Marlboro  (década de 1920)

Cigarrillos Marlboro "Con punta de marfil"  (1930)

Los cigarrillos tenían una punta de marfil resistente a la grasa para evitar que se corriera el lápiz labial de las mujeres.

Cigarrillos Marlboro "Consejo de belleza"  (1940)

Los cigarrillos tenían un "Consejo de belleza" rojo para ocultar las antiestéticas manchas de lápiz labial.

Serie de anuncios para los Ivory lips. Diseñados gráficamente en blanco y rojo, remarcaban la idea de venta de los cigarrillos con punta roja para ocultar las manchas del lápiza labial.

Dos fueron los eslóganes de esta campaña: "American luxury cigarete" y "The cigarete of Distintion".

El público objetivo eran damas de alta clase, por ello aparecían mujeres distinguidas con guantes rojos, sombreros rojos, rodeadas por rosas rojas con labios y uñas pintados en rojo.

Albert David Lasker

Albert David Lasker fue un ejecutivo publicitario y filántropo estadounidense al que se le atribuye ser el fundador de la publicidad moderna porque insistió en que la publicidad realmente vendía en lugar de simplemente informar.

Las campañas de su agencia revolucionaron la industria al tiempo que convirtieron a Lord & Thomas en la más grande agencia de publicidad del mundo. Entre sus éxitos se recuerdan "Naranjas para la salud, California para el bienestar", que popularizó tanto al jugo de naranja como al estado de California y "Los granos disparados por armas" (referido al modo en que se producen los granos inflados mediante la técnica ‘gun-puffed'), para Quaker Oats

Lasker introdujo al público productos como toallas sanitarias (Kotex en 1921) y pañuelos faciales (Kleenex en 1924). Hizo un nuevo uso de la radio, cambiando la cultura popular y apelando a la psicología de los consumidores. Famosos fueron sus campañas radiofónicas el para el jabón Palmolive , la pasta de dientes Pepsodent , los productos Kotex y los cigarrillos Lucky Strike. Se le acredita como el creador del género de la telenovela, utilizando la radio y la televisión como medios impulsados por la publicidad. Con ellas, no solo revolucionó la industria de la publicidad sino que también cambió significativamente la cultura popular.

Lasker empleó la estrategia de introducción en las escuelas públicas clases que explicaban a las jóvenes sobre la pubertad y la menstruación con el objetivo oculto de promocionar los tampones Kotex.

Por el bien de tu garganta fuma Craven A

Cigarros para "proteger la garganta"

Albert David Lasker fue Junto con Edward Bernays fue responsable de conseguir que las mujeres se iniciaran en el letal consumo del tabaco. Suya fue la idea del anuncio "Toma un Lucky en lugar de un dulce", donde mostraba a actrices y estrellas femeninas de teatro fumando cigarrillos Lucky Strike. El eslogan convirtió a Lucky Strike en una de las marcas de cigarrillos más vendidas de Estados Unidos.

Cambiar la opinión pública en cuanto a que las mujeres fumasen iba a ser algo complicado, pero un altercado familiar resultó ser un factor clave y suficientemente motivador para que Lasker aceptara el reto.

Su esposa, Flora, había sido diagnosticada con un desorden alimenticio y su doctor le recomendó fumar para reducir su apetito. Un día ella y Lasker cenaban en uno de sus restaurantes favoritos cuando, siguiendo las órdenes de su médico, Flora encendió un cigarrillo. En tan sólo unos minutos, el encargado se presentó en su mesa para ofrecerles una mesa en una zona privada a raíz de las objeciones de los demás clientes. Lasker se tomó lo sucedido como algo personal y usó su influencia con Lucky Strike para reparar ese agravio y recalibrar las costumbres sociales.

La campaña se estructuró en dos etapas. Primero, Lasker crearía un entorno en el que las mujeres se pudieran sentir cómodas por fumar en público. La sociedad no iba a aceptar eso automáticamente. Por lo tanto, las mujeres tendrían que ayudar a convencer a otras mujeres de que fumar estaba bien. Pero las mujeres que promovieran la idea deberían tener una posición fuerte, imposible de ser atacadas e indiferentes a cualquier reacción.

Las mujeres europeas, especialmente aquellas pertenecientes a las artes escénicas, parecían ser las adecuadas. Lasker pensó que esas mujeres podían ser dignas de ser emuladas por sus homólogas americanas. Convenció a un grupo de célebres cantantes para dar testimonio en los anuncios de Lucky Strike para su campaña ‘Precious Voice´ (‘Preciosa Voz´).

"Como eran cantantes, decían "Mi carrera depende que yo pueda cantar, y yo protejo mi preciosa voz fumando Lucky Strike". La campaña era muy seductora, porque fue creada en torno a gente seductora. Fueron tan convincentes en cuanto a lo que decían de fumar Luckies, que no parecía que fuera a crear carraspeos o consecuencias negativas para la salud".

Otros anuncios decían "Cigarettes are kind to your throat" ("Los cigarrillos son buenos para tu garganta").

Un largo número de artistas, con la Ópera Metropolitana de Nueva York, participaron en otros anuncios, procurando su credibilidad y recibiendo por ello publicidad a nivel nacional. El poder de los testimonios se sentía en todo el mundo de la publicidad. Entrenadores y deportistas también recomendaron Luckies para proteger la garganta, pero el foco central continuaron siendo las mujeres.

La publicidad no dejaba ni un detalle si precisar. Se creó un estándar gestual entre las modelos para sujetar el cigarrillo a la manera Hollywood. 

Cigarros para "reducir el apetito"

La segunda fase para la campaña de Lucky Strike fue más en la defensa natural. Los fabricantes de dulces difícilmente se esperaban el golpe que les supuso que las mujeres cambiaran los caramelos por cigarrillos. Reuniéndose de emergencia en Pittsburgh, los confiteros planearon responder con una campaña publicitaria propia.

"El principal argumento que iban utilizar era que el cigarrillo no era bueno para el sistema nervioso y la salud en general. La forma para detener eso, era comiendo un poco de dulce. Si comías algo dulce, su dulzura ayudaría a tu saliva, con lo que perderías tu gusto por fumar. Luego recordé que el médico le dijo a mi esposa que fumara para reducir su apetito por los dulces. Eso nos justificaba para revertir las protestas a Lucky Strike".

Lasker y la American Tobacco Company devolvieron el golpe, derrotando a los fabricantes de caramelos con una serie de anuncios que advertían que los caramelos contribuían a la obesidad. Fumar podía reducir los antojos de dulces, evitando esas importunas calorías.

"Luego añadimos a nuestros anuncios, con cada uno de nuestros famosos protagonistas, que protegían sus preciosas voces y sus preciosas figuras fumando cigarrillos Lucky Strike".

"Reach for a Lucky instead of a sweet" ("Escoge un Lucky en vez de un caramelo"), fue el mensaje y el interés de las mujeres por su silueta, influenciada por mujeres famosas tanto del escenario como de la pantalla, y hundieron al caramelo encumbrando al tabaco. La campaña "Lucky Strike Green has gone to war" ("Lucky Strike Verde ha ido a la Guerra"), que salió a finales de 1942, fue la última serie de Lasker antes de retirarse.

La imagen de Amelia Earthart

La aviadora Amelia Earhart fue el rostro empleado por Albert Lasker para los cigarrillos Lucky Strike a fines de la década de 1920. En 1928 y 1929, después de su histórico vuelo transatlántico, afirmó haber fumado Lucky Strike durante todo el viaje de Canadá a Inglaterra.

La primera versión del anuncio de 1928 decía: "Lucky Strikes eran los cigarrillos que llevaba el 'Friendship' cuando cruzó el Atlántico. Se fumaban continuamente desde Trepassey hasta Gales. Creo que nada más ayudó tanto a disminuir la tensión para todos nosotros."

La versión de 1929 era más corta y decía: "Lucky Strikes eran los cigarrillos que llevaba el 'Friendship' cuando cruzó el Atlántico."

Ambas versiones se centraron en el mensaje "Está tostado. Sin irritación de garganta. Sin tos", aunque el anuncio posterior también intentó atraer más a las mujeres que mencionan la "figura esbelta" de Earhart.

Lasker y su lucha contra el cáncer

Albert Lasker se negó en los últimos años de su vida a hacer publicidad sobre el tabaco. Creó la Fundación Lasker que se dedicó a obtener dinero para la investigación del cáncer y promover en los gobiernos federales fondos para la investigación médica. También creó los Premios Lasker para la Salud Pública (Lasker Awards for Public Health) y sus esfuerzos dieron como resultado la creación del Instituto Nacional de la Salud y un total incremento en los fondos reservados para la investigación médica en los Estados Unidos. En 1944, llevó a cabo una campaña nacional para la American Cancer Society (ACS), recaudando más de cuatro millones de dólares en 1945.  Durante este período enfermó y el 30 de mayo de 1952 moría a la edad de 73 años. 

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De 1930 a 1942: La época dorada

Durante los años 30 se crean las principales estrategias de venta de la publicidad del tabaco. La promoción a través del cine y de las estrellas del celuloide. La falaz idea de que el tabaco quita el apetito y por tanto ayuda a las mujeres a mantener su figura esbelta. El empleo de la "técnica de terceros" en la que médicos pagados hablarán en revistas y anuncios sobre unas supuestas bondades del tabaco en la salud (aclarar la garganta, remedio contra el asma, relajante nervioso, etc.). Se mejoran los diseños de las cajetillas, se valora la importancia de los colores y de la publicidad en revistas y carteles. La Segunda Guerra Mundial se convierte en el gran mercado para la industria para emplazar el tabaco Americano como un producto de prestigio en todo el mundo. Las grandes marcas 

Glamour y estrategia publicitaria. La Paramount y Warner firmaron acuerdos con las tabacaleras para que actores como Clark Gable, Spencer Tracy, Joan Crawford, John Wayne o Humphrey Bogart fumasen en sus películas. Algunos recibieron cantidades millonarias por ello.

1. El glamour del cine como estrategia

La aparición del cine comercial marca un hito histórico con su gran influencia sobre las masas. El glamour destilado por las divas de la gran pantalla ha sido determinante en la incorporación de la mujer al tabaquismo. La imagen de Humphrey Bogart con el eterno cigarrillo colgado de la comisura labial o de Marlene Dietritch, seductora entre el humo del pitillo que le acaba de encender un atractivo galán, quedará grabada con fuerza en la memoria de millones de adolescentes de ambos sexos.

En los años 30, las empresas produjeron sus propias películas, en donde aparecían actores que fumaban en la pantalla y hacían atractivo el hecho de fumar. Muchos de estos actores recibían cartones de tabaco gratis de las compañías. 

En tiempos de censura, el cigarrillo era una expresión carnal. No había escena más sensual que una actriz como Bette Davis fumando o pidiendo fuego. Pero no era un acto espontáneo. Según la Facultad de Medicina de la Universidad de California, Ligget & Myers gastó en 1946 el equivalente a 50 millones de dólares actuales en anuncios en Hollywood, más que todos los fondos invertidos por los estudios Paramount, 20th Century Fox, Warner Bros y Columbia Pictures para publicitar sus marcas. Las estrellas podían ganar hasta 5.000 dólares (75.000 dólares de hoy) por cabeza al año. Entre los artistas en “nómina” estaban Clark Gable, Spencer Tracy, Joan Crawford, John Wayne y Bette Davis, quienes –según los investigadores– apoyaron marcas tan conocidas como Lucky Strike, Chesterfield o Camel.

El testimonio es una de las formas más antiguas de publicidad. La mayoría de los primeros tabacos presentaban a hombres y mujeres elegantes de clase alta fumando. En la década de 1930, las empresas tabacaleras pagaban a celebridades, especialmente estrellas de cine, para promocionar sus marcas. En 1964, se prohibió a las empresas tabacaleras utilizar testimonios de celebridades para sus productos.

Los anuncios posteriores intentaron mostrar a personas más comunes fumando. Algunos de los anuncios emparejaron a celebridades con personas comunes para sugerir que puedes fumar el mismo cigarrillo que tu estrella de cine o héroe deportivo favorito. Las personas que aparecían en los anuncios de cigarrillos estaban lejos de ser verdaderamente ordinarias, ya que casi todos los hombres y todas las mujeres eran jóvenes, delgados, atractivos y se estaban divirtiendo.

Lucky Strike adoptó la estrategia de que los cigarrillos disminuían el apetito. “Coge un Lucky en lugar de una golosina” Las mujeres afirmaban que si fumaban disminuían sus ganas de comer y estaban más delgadas. Estos mensajes calaron profundamente entre la población femenina y la compañía vio crecer su mercado en un doscientos por cien (Amos y Haglund, 2000).

2. Enciende un Lucky en lugar de un dulce

El presidente de la American Tobacco Company, Percival Hill, fue uno de los primeros ejecutivos del tabaco en buscar el mercado femenino. Tomando nota de la tendencia de los años 20 de los cortes de cabello corto, faldas cortas y figuras esbeltas, Hill vio potencial para la venta de cigarrillos como un supresor del apetito con el que las mujeres podrían lograr la envidiable cintura pequeña que se estilaba.

Coincidiendo con la imposición del valor de la delgadez como elemento central del nuevo patrón estético femenino, Lucky Strike aprovecharon el argumento de venta presentando los cigarrillos como un medio eficaz de satisfacer el hambre sin engordar. 

Albert Lasker para Hill y Lucky Strike, la campaña "Reach for a Lucky" fue una de las más exitosas y controvertidas en la historia de la publicidad moderna. Inspirada en otras campañas que ofrecían a los consumidores masculinos una razón por la que debían fumar una marca determinada, Lasker trató de dar también a las mujeres una razón para fumar.

La publicidad impresa se difundió en toda la industria de la moda mediante numerosas revistas de moda y en la prensa diaria, que mostraba modelos delgadas de París para proclamar los peligros del consumo de azúcar. La famosa Amelia Earhart también serviría como portavoz de la campaña "Reach for a Lucky".

Al principio, los anuncios impresos simplemente mostraban una atractiva mujer con la consigna por encima o por debajo de ella, acompañada de una representación de la cajetilla de Lucky Strike. Más tarde, los anuncios incluyeron un mensaje sobre el aumento de peso, con un hombre o una mujer de perfil con una silueta gorda detrás. Si bien estos primeros anuncios se centraban en hombres y mujeres, las variaciones posteriores apuntarían específicamente a las mujeres.

"El Siglo de cigarrillos", Allen Brandt explica que la campaña fue revolucionaria en su orientación a las consumidoras, así como en su estrategia de marketing agresivo en oposición directa con los fabricantes de dulces. Poco después de que la campaña fuera lanzada, la Asociación Nacional de Confiteros contraatacó a Lucky Strike, amenazando con acciones legales y publicando literatura anti-tabaco que apoyaba la importancia de los dulces en una dieta equilibrada y sana. La disputa entre Lucky Strike y la Asociación Nacional de Confiteros finalmente llamó la atención de la Comisión Federal de Comercio, que ordenó a Lucky Strike "renunciar a todas las alusiones alimentarias" en su publicidad.

Es importante destacar que esta campaña sirvió para crear una asociación significativa entre los cigarrillos y los valores femeninos de estilo, belleza y delgadez. Por otra parte, Allen Brandt escribió que la campaña "promovió un producto y un comportamiento que tenía significados sociales específicos y promovía el glamour, la belleza, la autonomía y la igualdad", que estarían presentes en futuras campañas de publicidad de cigarrillos destinadas a consumidoras femeninas. El mensaje de Lucky Strike fue muy eficaz, aumentando la cuota de mercado de la compañía en más de un 200% y convirtiéndola en la marca de cigarrillos más rentable durante dos años consecutivos.

Primero una sombra, luego un dolor. Cuando tengas la tentación enciende un Lucky en vez de un dulce.

Y sobre su corazón cayó una sombra. Cuando tengas la tentación enciende un Lucky en vez de un dulce.

¡No te rindas! Enciende un Lucky en su lugar.

Para mantener la figura esbelta no se puede negar... encender un Lucky en vez de una golosina.

Directo del hombro. Toma un Lucky a cambio.

No envidies la esbeltez.

Enciende un Lucky y nunca extrañarás los dulces que te hacen engordar.

Es mejor estar fino que estar gordo.

Conocemos nuestros Luckies. Así es como nos mantenemos delgadas.

Recomiendo un Lucky en vez de un dulce.

Sin exceso de peso. Mi respuesta es que solo fuma Lucky.

Yo enciendo un Lucky y voy "ligero" en dulces.

20.679 médicos afirman que Luckies reduce la irritación. La mejor protección para tu garganta frente a la irritación y la tos.

3. Médicos recomendando tabaco

Edwards Bernays inventaría la 'técnica de terceros' (empleando a un líder externo en opinión como portavoz de los intereses del cliente) utilizando una táctica de relaciones públicas que en ese momento era novedosa pero que desde entonces se ha vuelto común. Comenzó a presentar 'grupos de fachada', es decir, organizaciones aparentemente independientes que profesan apoyar preocupaciones del bien común: el Comité para el Estudio y Promoción de la Dispensación Sanitaria de Alimentos y Bebidas; el Instituto Radiofónico de las Artes Audibles; la Fundación para la Investigación de la Temperatura; la Oficina de Información de América Central, todas asociaciones aparentemente inocuas que, en realidad, fueron creadas por Bernays únicamente con fines de relaciones públicas.

Fruto de esa idea Bernays contactó con médicos, figuras públicas líderes en determinar lo que se considera saludable y no saludable, que están de acuerdo con él: los dulces no son saludables. Bernays enmarca el consentimiento del médico para promover la campaña de Lucky Strike al afirmar que las autoridades médicas priorizan los cigarrillos sobre los dulces.

¿Te gustan frescos? ¡A mí también!

Voy a cumplir 100 años de edad.

Fuma un cigarrillo fresco.

Muchos doctores fuman Camel, más que otros cigarros.

Tú también necesitas la protección para la garganta … que sólo un cigarrillo ligero puede ofrecerte.

Leslie Howard dice que los Luckies son los "mejores" con su garganta.

Tus nervios necesitan un alivio. Enciende un camel. Los fumadores de Camel consideran que calman sus nervios.

Es un hecho psicológico. El placer ayuda a tu disposición.

4. Cigarrillos "antiasmáticos"

A fines del siglo XIX, los cigarrillos para el asma eran extremadamente populares tanto en Estados Unidos como en Europa. Se suponía que los cigarrillos curaban cualquier afección respiratoria, incluido el asma, la bronquitis crónica, la tos ferina, el cólera, el crup, el catarro y la fiebre del heno.

Los cigarrillos no contenían tabaco sino hierbas trituradas y secas como cáñamo indio, cannabis, atropina y belladona. La inhalación de esta última hierba proporcionó un efecto alucinógeno que ayudó a los que sufrían de asma a dejar de pensar en su enfermedad.

Sin embargo, fumar cigarrillos para el asma que contenían belladona también podría provocar efectos secundarios como boca seca, aumento del ritmo cardíaco, pupilas dilatadas, náuseas y dolor de cabeza. La hierba también podría causar la muerte si se inhala en cantidades suficientemente altas.

En España se comercializan a pequeña escala los cigarrillos antiasmáticos de los Laboratorios Sagalá y los balsámicos del Doctor Andreu. Las farmacias dispensaron durante décadas estos cigarrillos supuestamente milagrosos que contribuyeron aún más a la aceptación social del tabaco.

En 1876, los laboratorios catalanes del Dr. Andreu, fabricaron sus famosos “Cigarrillos Balsámicos Antiasmáticos” que estuvieron a la venta hasta bien pasada la mitad del siglo XX. Desde su registro, hasta al menos 1914, además de datura de estramonio, contenían en su fórmula cannabis, después de esa fecha, redujeron su composición a picadura de hojas de datura estramonio exclusivamente y tenían un precio de 27,40 pesetas.

Sus indicaciones decían así: “El asmático deberá fumar estos Cigarrillos lentamente, aspirando fuertemente el humo, para que éste invada completamente el aparato respiratorio. Hará uso de ellos en la hora que habitualmente le sobreviene el acceso; si un cigarrillo no le basta, deberá fumar otro a continuación”.

5. La estrategia del color

En los años treinta surgió un nuevo problema que requirió el asesoramiento de Bernays. George Washigton Hill notó que si bien las mujeres estaban fumando más cigarrillos, por alguna razón no estaban comprando Lucky Strikes. Una investigación de 1934 arrojó una respuesta curiosa a este enigma: el color verde musgo del paquete era “difícil de combinar”. Cambiar el color del paquete no era una opción ya que Washington Hill había gastado mucho dinero en esos colores. Bernays, padre de las relaciones publicas, aplicó su ingenio y convenció a los diseñadores de moda de incorporar el color a sus nuevos diseños de temporada. Celebró una “Gala Verde” en el hotel Waldorf-Astoria para algunos de los creadores de tendencias más destacados de la sociedad y mandó 1500 cartas en papel con membrete verde a decoradores de interiores, compradores de muebles para el hogar y grupos de arte en la industria. La campaña fue un éxito.

Lucky Strike pronto representó el 38 por ciento de las ventas de cigarrillos en Estados Unidos. Durante la Gran Depresión, la empresa siguió teniendo éxito y el salario de Hill superó los 2.000.000 de dólares. 

Los cigarrillos forman parte de las raciones diarias de los soldados. Es un hábito que aporta distinción. También las mujeres empiezan a consumir de forma masiva y suman enormes ganancias a las tabaqueras y a Hacienda.

6. La Guerra como gran mercado mundial.

Durante la Segunda Guerra Mundial, los soldados norteamericanos fueron grandes fumadores. ¿Quién podría culparlos? Las grandes estrellas de Hollywood fumaban. El propio presidente fumaba.

Los héroes que combatían al enemigo al otro lado del charco fumaban. Nadie sabía muy bien los riesgos derivados de inhalar el alquitrán y el dióxido de carbono de esa cautivadora picadura liada meticulosamente en papel de fumar y presentada en paquetes atractivos y cómodos. El negocio del tabaco iba viento en popa.

Mucha gente creía que no solo era algo bueno para las grandes tabaqueras y para sus inversores, sino que también era positivo para la economía estadounidense en general.

Un anuncio de Phillip Morris de 1943 mostraba una colilla encendida con entusiasmo. “America está fumando más que antes”, rezaba.Ese año, Phillip Morris y sus felices competidores liaron y vendieron un número récord de 290 mil millones de cigarrillos. El 30 % de esos cigarrillos acabaron lejos del territorio continental, colgando de los labios de los soldados más jóvenes recién alistados al ejército de los EE.UU. Ahora bien, el 70 % restante de la producción se quedó en casa, en las bocas de americanos estresados y agobiados ante la cruda perspectiva de la guerra moderna.

La American Tobacco Company aprovechó la contienda bélica para incrementar sus ventas con estudiadas estrategias de publicidad, cambiando el diseño de sus cajetillas haciéndolas más atractivas tanto para los hombres como para las mujeres. En Gran Bretaña durante esos cuatro años de contienda, el consumo de tabaco se duplicó entre los hombres, y cuadruplico entre las mujeres. En Estados Unidos en 1949 más de la mitad de los hombres eran adictos y casi un tercio de las mujeres también.

Los cigarrillos formaban incluso parte de las raciones militares, junto a otros bienes más indispensables como la carne, las verduras o las patatas. Las marcas más importantes de cigarrillos lograron hacerse un hueco en todo el mundo, tanto que incluso llegaron a escasear en casa. A menudo era misión imposible encontrarse un paquete de Cherterfield, Camel, Kool o Pall Mall.

El alcance de las consecuencias de fumar cigarrillos no se llegaría a conocer hasta transcurridos unos cuantos años tras el regreso de todos los soldados que se habían enganchado a la nicotina en la Segunda Guerra Mundial. Muchos, medio en serio medio en broma, amenazaban con denunciar al gobierno, por haberles incitado al vicio.

Lo cierto es que entre 1940 y 1945, los años de la Segunda Guerra Mundial, el consumo de tabaco aumentó en un astronómico 75 %, con una media de consumo anual que rozó la friolera de 3.500 cigarrillos por persona.

La guerra sirvió para dar a conocer marcas de cigarrillos de EEUU como Lucky Strike, Marlboro, Chesterfield, Camel, Pall-Mall, etc. En Gran Bretaña durante esos cuatro años de contienda, el consumo de tabaco se duplicó entre los hombres (82%), y cuadruplico entre las mujeres. En Estados Unidos en 1949 más de la mitad de los hombres eran adictos y casi un tercio de las mujeres también.

7. La chica Chesterfield del mes

Durante el período de la Segunda Guerra Mundial, las compañías de cigarrillos comenzaron a diseñar campañas dirigidas a las mujeres de manera aún más agresiva, usando los temas de la moda, la belleza y la sofisticación que continúan hasta el presente. Las publicidades de los cigarrillos Chesterfield mostraban fotografías glamorosas de “la chica Chesterfield del mes” (“Chesterfield girl of the month”), por lo general una modelo de la moda o una estrella de Hollywood, tales como Rita Hayworth, Rosalind Russell o Betty Grable.

El antitabaquismo alemán

Por contra, en la Alemania nazi, durante la II Guerra Mundial, no fumar era un “deber nacionalsocialista”. Alemania tuvo un fuerte movimiento de lucha contra el tabaquismo en la década de los años 30 y 40, que consiguió prohibir fumar en espacios públicos, prohibir la publicidad de cigarrillos, restringir las raciones de tabaco para las mujeres (se decía que provocaba abortos) y terminó por establecer por primera vez el estrecho vínculo entre fumar y desarrollar cáncer de pulmón.

“La justificación de esa campaña era evitar que ‘ese veneno genético propiciase la degeneración de la raza aria’, como se podía leer en los panfletos nazis”, coincide el historiador, periodista y autor de numerosos libros sobre la Segunda Guerra Mundial, Jesús Hernández, y agrega: “La lucha contra el tabaco se encuadraba en la ‘limpieza racial’ que ya se estaba ejecutando, comenzando por la eliminación de las personas que mostraban defectos físicos o mentales y que culminaría con el exterminio de los judíos”.

Aunque respondían a esta siniestra agenda política, lo cierto es que los estudios científicos de los efectos del tabaco alemanes eran los más avanzados del mundo para esta época. En 1942, se fundó en Jena un Instituto Universitario con la misión de luchar contra el tabaco, bajo un presupuesto considerable. Müller en 1939 y después Schairer y Schöniger en 1943 demostraron no sólo la relación entre el cáncer de pulmón -y, en menor medida, los fallos cardíacos- y el consumo de tabaco, sino que también introdujeron la figura del “fumador pasivo”, señalando los efectos nocivos de inhalar el humo de segunda mano.

Bajo estos fundamentos científicos, se llevó adelante una campaña masiva en contra del tabaco, que incluyó prohibiciones para su publicidad y su consumo en espacios públicos y edificios gubernamentales, restricciones para los policías, militares y aviadores de la Luftwaffe mientras estuvieran en servicio, también para las mujeres -sobre todo las embarazadas- y los menores de 18 años.

La campaña fue especialmente efectiva en las mujeres. “No querían que las mujeres alemanas fumaran, pensaban que era un peligro para la reproducción, que causaba abortos -lo cual era cierto-, pensaban que las hacía feas. Tenían un eslogan que decía ‘Las mujeres alemanas no fuman’. Y eso realmente salvó vidas, evitó que muchas mujeres fumaran. La campaña antitabaco fue mucho más eficaz para evitar que las mujeres fumaran que los hombres.”, explica Proctor.

“No se podía fumar en edificios públicos, trenes, autobuses e incluso en el coche particular, ya que, en caso de provocar un accidente mientras fumaban, los conductores eran acusados de negligencia criminal. La publicidad del tabaco se restringió y se abrió el debate sobre si los fumadores tenían derecho a recibir los mismos cuidados sanitarios que el resto”, señala Hernández, y agrega que “La cajetilla se gravó con más impuestos para aumentar el precio y disuadir su consumo”.

Tal como indica Proctor en un artículo, “Una ordenanza del 3 de noviembre de 1941 elevó los impuestos sobre el tabaco a un nivel superior al que tenían hasta entonces (80-95% del precio de venta al público). Los impuestos sobre el tabaco no volverían a subir tanto hasta más de un cuarto de siglo después de la derrota de Hitler”.

Después de la guerra, el antitabaquismo impulsado por el nazismo estaría atado al mismo destino que el de todas las principales políticas llevadas a cabo por el régimen. “La vinculación de la lucha contra el tabaco con el nazismo permitió a la industria del tabaco decir que estar en contra de los cigarrillos era pro-nazi, por lo que realmente perjudicó al movimiento anti-cigarrillo”, explica Proctor.

Él no fuma... es el quien lo devora. Dirigido a los fumadores empedernidos.

¿Es realmente una coincidencia? ¿Por qué los hombres soviéticos sufren más a menudo de enfermedades de los órganos respiratorios que las mujeres?

Cada cigarro es un disparo a tu corazón.

Fritz Lickint (1898-1960) fue uno de los primeros médicos que describió la dependencia física y psicológica del tabaco como una enfermedad que necesita tratamiento, sugiriendo una serie de terapias (algunas de ellas todavía en uso). También señaló el "comportamiento antisocial de muchos fumadores, contaminando el aire ambiente de forma temeraria y perjudicando la salud de otras personas". Lickint creó el término " fumador pasivo " (Passivrauchen).

Primeros estudios médicos asociando el cáncer de pulmón con el tabaco.

El aumento vertiginoso de las tasas de cáncer de pulmón en Europa atrajo la atención de los médicos en los años veinte y treinta. El cáncer de pulmón había sido una enfermedad cada vez más rara. Antes de 1900, solo había 140 casos documentados en todo el mundo. Entonces, de repente, el cáncer de pulmón se convirtió en una de las principales causas de muerte en muchos países (un estatus que conserva hasta el día de hoy).

Inicialmente, se sospechaba de causas que incluían el alquitrán de las carreteras, los gases de escape de los automóviles, la pandemia de gripe de 1918, la mezcla racial y el uso de armas químicas en la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, en 1929, un análisis estadístico que vinculaba fuertemente el cáncer de pulmón con el tabaquismo fue publicado por el médico socialdemócrata Fritz Lickint de Dresde. Hizo un estudio de cohorte retrospectivo que mostró que las personas con cáncer de pulmón eran, de manera desproporcionada, fumadores. También descubrió que los hombres contraían cáncer de pulmón a una tasa varias veces superior a la de las mujeres y que, en los países donde más mujeres fumaban, la diferencia era mucho menor. En 1932, un estudio en Polonia llegó a la misma conclusión, señalando que los patrones geográficos y de género de las muertes por cáncer de pulmón en Polonia coincidían con los del tabaquismo, pero ninguna otra causa sugerida, como la industria o los automóviles (raro en Polonia en ese momento).

Próxima entrega. De 1942 a 1981: Crisis y aparición del cigarrillo con filtro.

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