Julien Drupé

La belleza del trabajo cotidiano

A semejanza de Jean-François Millet, Bouguereau y Jules Breton, a quienes admira, Dupré es uno de los mejores pintores realista de su tiempo. Observó y pintó con fidelidad la vida de los campesinos, jugando con la luz. Dio profundidad a su pintura acentuando los efectos y haciendo resaltar la fuerza de sus obras.

Radicado por largo tiempo en el número 20 del Boulevard Flandrin en el sector XVI de París, solía abandonar su estudio para ir a pintar la naturaleza in situ, en la campiña.

En su obra, Duprée logró realizar un tratamiento analítico de los personajes del campo, tratamiento casi fotográfico de ese instante de trabajo y esfuerzo. Logró la representación fidedigna del actuar campesino

Mostró en definitiva, los sentimientos más íntimos del trabajador. Pintó su sentir su esfuerzo o su tranquilidad, en resumen, con su pincel capturó su alma.

Biografía de Julien Drupé (1851-1910)

Trabajando durante la última mitad del siglo XIX, Julien Dupré fue un artista considerado por la mayoría como uno de los principales exponentes de la segunda generación de pintores realistas; un grupo que también incluye a Leon Lhermitte, Jules Bastien-Lepage y Pascal Dagnan-Bouveret. Al igual que JF Millet y J. Breton, antes que ellos, estos artistas dedicaron sus carreras artísticas a la representación de las fatigas del campesino francés, a menudo visto trabajando duro en los campos. Como afirma Hollister Sturges en Jules Breton and the French Rural Tradition (1982, Joslyn Art Museum):

Los críticos de salón percibieron correctamente a Julien Dupré como el seguidor más cercano de Breton. A través de la idealización de la forma, invistió a sus campesinas con un aura heroica, aunque a diferencia de su predecesor, sus figuras suelen estar involucradas en una acción vigorosa. Sus paisajes, con sus cielos nubosos y variados motivos, son también mucho más activos. Su color de alta clave y su pincelada espontánea tienen una vivacidad y frescura que los distingue de la calma sombría de las escenas de Breton.

La imagen más perdurable y poderosa de Dupré es la de una sola mujer, hercúlea, colocada dramática y elegantemente en el primer plano de la pintura, lanzando heno. Sus figuras finamente modeladas rinden homenaje a su formación académica, así como a su estudio de las obras de Breton y Bouguereau; mientras que su manejo más libre de las zonas de fondo, a veces hecho con una espátula, muestra la influencia de los impresionistas.

Dupré recibió su formación artística en los estudios académicos de Isidore Pils, Desire-Francois Laugée y Henri Lehmann. Expuso su primera pintura en el Salón de París en 1876 y, a partir de entonces, se convirtió en expositor habitual hasta su muerte en 1910. En 1880 recibió una medalla de tercera clase por Faucheurs de Luzerne y en 1881 recibió una medalla de segunda clase por su La Recolte des Foins. Fue honrado con una medalla de oro en la Feria de París de 1889 y en 1892 recibió la Legión de Honor. Su trabajo fue buscado internacionalmente y encontró un buen mercado en los Estados Unidos. En 1891 Marion H. Speilman, en su artículo titulado "The White Cow" (The Magazine of Art, 1891, Vol. 14, p. 415), describe a Dupré como:

... uno de los artistas más emergentes de la Escuela Francesa. Es individual en su trabajo, preciso como observador, serio como pintor, sano en sus instintos e intensamente artístico en sus impresiones y traducciones de ellos... es siempre una de las atracciones del Salón.

Reconociendo su maestría al retratar tanto a los animales como a los humanos con fuerza, pero con gracia, uno no puede evitar rendir homenaje a su inmenso talento para poder recrear la luz de la naturaleza en el lienzo, una hazaña que muchos han intentado pero pocos han logrado. Ya sea la luz que se filtra a través de un grupo de árboles hacia las figuras y los animales que se encuentran debajo o el cálido y refulgente sol que baña la exuberante campiña francesa, Dupré siempre es fiel a la naturaleza.

Speilman continúa comentando que: En La vaca blanca, que fue una de las mejores obras del Salón del año pasado, se ejemplifican varios de los méritos de M. Dupré como pintor. La vaca, que muestra un interés paciente e inteligente en la operación de ordeño, está magníficamente dibujada y su expresión está admirablemente representada. La luz y la sombra, el equilibrio de la composición y la representación y disposición de las figuras se combinan en este cuadro para producir un lienzo que agrada al espectador cuanto más lo examina.

Mujer campesina de perfil

Obra

Dupré pertenecía a la corriente del realismo. Los historiadores del arte afirman que ese movimiento artístico se propuso mostrar escenas de la vida cotidiana que representaran el trabajo, los sufrimientos y los gozos de hombres y mujeres comunes. En contraposición a la corriente del romanticismo que representaba imágenes idealizadas.

Vemos en la obra de Dupre un tratamiento analítico de los personajes del Campo, tratamiento casi fotográfico de ese instante de trabajo y esfuerzo, que es la representación fidedigna del actuar campesino. Millet es un referente a este modo digno de retratar la vida rural, como lo puede ser Dupre si tuviera el reconocimiento merecido. Es, en definitiva, poder ver en una Obra los sentimientos más íntimos del trabajador. Es sentir, viendo el esfuerzo o la tranquilidad del trabajador, su alma.

La mujer campesina es el tema principal de este pintor “natural”, que no hace un planteamiento dramático o de denuncia social, sólo nos lleva al “momento” de su retratada.

El valor de su Obra es traspasar el concepto de cuadro para llevarnos a ese estadio donde somos capaces de adentrarnos a su mundo interior; con un entorno de paisajes con cielos nubosos donde vislumbramos tenues rayos de Sol, bajo el cual trabajan estas esforzadas mujeres.

Tiempo de ordeño

En la época en que Dupré pintó la serie "Tiempo de ordeño", la leche de vaca había tomado un lugar relevante en la dieta de los parisinos. Quienes la consumían combinándola con café los pobres y con chocolate los ricos. Además, había un grupo de médicos (pediatras) que la recomendaban en lugar de la leche de las nodrizas. Dentro de la misma ciudad había multitud de establos. Sin embargo éstos no alcanzaban a cubrir la demanda de leche en la ciudad. Por lo que, este alimento se volvió un negocio redituable para las zonas rurales que se encontraban muy cercanas a la capital francesa.

La vaca blanca

Vuelta a la granja

Cuidando la manada

Tiempo de ordeño

Mujer campesina con vacas

Dando de beber

En el pozo

La vaca en el bebedero

La pradera

Pastoras de ovejas

El pastor

Cuidando los gansos

Niños alimentando a los gansos, 1881

Cuidando las gallinas

Espigadoras

Mujeres cargando heno, 1880

La siega del heno

La cosecha de heno, 1881

La cosecha del heno

El tema nos representa una escena de cómo una mujer campesina trabajaba en la cosecha del heno en el siglo XIX para disponer de él durante todo el año, y así preparar la tierra para la próxima cosecha.

La mujer campesina es el tema principal de este pintor natural que no hace un planteamiento dramático o de denuncia social, solo nos lleva al momento de su retrato. El valor de la obra nos adentra a un mundo interior con un entorno de paisajes con cielos nubosos bajo el cual trabaja esta esforzada mujer.

Esta pintura es característica de la pintura realista puesto que en ella nos deja ver una perspectiva del espacio, mostrando una visión del paisaje o de la perspectiva de la escena. Además, los volúmenes están muy bien representados por la gradación de color, luz y sombra y tienen una preocupación por representar la textura o la apariencia real del objeto. Los pintores recrean escenarios realistas de la vida cotidiana y, también se preocupaban de que el diseño y la técnica para representar el cuerpo humano fuera perfecto. La pintura del realismo es acusada de “feísmo” por no buscar la belleza en su arte, sino más bien, por representar la vida diaria de trabajadores y campesinos.

La imagen que estamos viendo, de una mujer campesina, fuerte y trabajadora, nos muestra su disposición a todo por ayudar a su familia. A pesar de ser un trabajo que requiere gran esfuerzo, en su rostro no vemos una muestra de dolor. El artista nos muestra una mujer con ropa y aspecto cuidado, ya que no por trabajar en el campo se ve una mujer andrajosa o desaliñada. Además, la imagen también nos muestra como la mujer campesina arroja heno con fuerza masculina, arrojándose hacia un lado para poder levantar el peso con todo su empeño, para sacar adelante lo que más quiere, sin preocupación de saber lo que la sociedad de aquella época pensaba.

El reposo

Dos amores

Mujer trabajando el heno al sol.

Esta es una pintura de una belleza indiscutible. El contraste entre luces y sombras va perfectamente encajada conforme a la dirección de la luz, que llega desde la izquierda de la imagen. Continuando esta dirección las sombras se alargan sobre el vestido y hacia el suelo.

El fondo es suave y discreto, pero con la misma iluminación. Lo que da mucha coherencia a toda la obra.

Un momento de descanso

Cosechadores cargando el carro

Descanso al final del trabajo

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