Ls historia de Ruth y Noemí
Ruth 1-4
El libro de Rut es uno de los pocos libros del Antiguo Testamento que llevan el nombre de una mujer, y presenta un ejemplo de una mujer de fe, fortaleza y bondad. El libro lleva las características de la esperanza y del optimismo, y describe el trayecto de Rut y de Noemí al pasar de la tristeza a la felicidad, así como del vacío a la abundancia.
El libro de Ruth cuenta la historia extraordinaria de la fidelidad de Dios para Israel en la vida y el trabajo de tres personas comunes: Noemí, Rut y Booz. En sus labores en medio de la dificultad económica y la prosperidad, vemos la mano de Dios claramente en su trabajo de producción agrícola, en la administración generosa de los recursos para el bien de todos, en el trato respetuoso entre compañeros de trabajo, en la creatividad para enfrentar la necesidad y en la concepción y crianza de los hijos. A lo largo de toda la historia, la fidelidad de Dios hacia ellos crea oportunidades para trabajar de forma fructífera y su fidelidad a Dios trae la bendición de la provisión y la seguridad entre ellos y con el pueblo a su alrededor.
El libro de Ruth
Este relato encantador recoge en forma novelada una antigua tradición referente a una extranjera del tiempo de los Jueces, que llegó a ser la bisabuela de David. Nada sabemos de su autor y seguramente fue escrito después del exilio en Babilonia, entre el 520 y el 450 a. C.
RUT es una mujer moabita, viuda de un hombre judío, que por seguir incondicionalmente a su suegra (1. 16) se traslada a Israel y abraza la fe de su esposo difunto. Allí se encuentra con Booz, y este la toma por esposa en cumplimiento de la ley del “levirato” (Lev. 25. 25; Deut. 25. 5-10). De esa manera, Rut entró en la comunidad de Israel y de ella surgió el linaje de David.
Este breve relato contiene un admirable ejemplo de piedad filial, a la vez que de obediencia a la Ley y de solidaridad familiar. En él encontramos también ese espíritu de simplicidad y de confianza que es característico de los “pobres del Señor”. Pero el libro de Rut, a la par que el de Jonás, es sobre todo un testimonio en favor de la corriente universalista que comenzaba a abrirse paso en aquella época. Dicha corriente trataba de contrarrestar la actitud rigorista con que Esdras y Nehemías, lo mismo que el profeta Malaquías, insistían en asegurar la fe tradicional, mediante la estricta separación de las otras naciones y la absoluta prohibición de los matrimonios mixtos (Mal. 2. 11-12; Esd. 9. 1-2; Neh. 13. 23-27).
Rut, perteneciente a un pueblo extranjero y enemigo del Pueblo elegido (Deut. 23. 4-7), se convierte en el prototipo del “prosélito” que abandona los cultos paganos para adorar al Dios de Israel y llega a ser un modelo de todas las virtudes. Por ella, la judía Noemí recibe la bendición de una descendencia. Así Rut mereció figurar en el Evangelio entre las cuatro mujeres del Antiguo Testamento mencionadas en la genealogía de Jesús (Mt. 1. 5). Y es en el Nuevo Testamento donde el universalismo latente en este Libro iba a manifestarse con todas sus consecuencias.
Ruth y Noemí
Emile Levy (1859)
Capítulo 1
1 Durante el tiempo de los Jueces hubo una gran sequía en el país, y un hombre de Belén de Judá emigró a los campos de Moab, con su mujer y sus dos hijos.
2 El hombre se llamaba Elimélec, su esposa Noemí, y sus dos hijos, Majlón y Quilión: eran efrateos, de Belén de Judá. Una vez llegados a los campos de Moab, se establecieron allí.
3 Al morir Elimélec, el esposo de Noemí, ella se quedó con sus hijos.
4 Estos se casaron con mujeres moabitas –una se llamaba Orpá y la otra Rut– y así vivieron unos diez años.
5 Pero también murieron Majlón y Quilión, y Noemí se quedó sola, sin hijos y sin esposo.
6 Entonces se decidió a volver junto con sus nueras, abandonando los campos de Moab, porque se enteró de que el Señor había visitado a su pueblo y le había proporcionado alimento.
7 Así abandonó, en compañía de sus nueras, el país donde había vivido. Mientras regresaban al país de Judá,
8 Noemí dijo a sus nueras: «Váyanse, vuelva cada una a la casa de su madre. ¡Que el Señor tenga misericordia de ustedes, como ustedes la tuvieron con mis hijos muertos y conmigo!
9 Que el Señor les dé un lugar para vivir tranquilas, en compañía de un nuevo esposo». Y las besó. Pero ellas prorrumpieron en sollozos
10 y le respondieron: «No, volveremos contigo a tu pueblo».
11 Noemí insistió: «Regresen, hijas mías. ¿Por qué quieren venir conmigo? ¿Acaso tengo aún hijos en mi seno para que puedan ser sus esposos?
12 Vuélvanse, hijas mías, vayan. Yo soy demasiado vieja para casarme. Y aunque dijera que todavía no perdí las esperanzas, que esta misma noche voy a unirme con un hombre, y que tendré hijos,
13 ¿esperarían ustedes hasta que ellos se hagan grandes? ¿Dejarían por eso de casarse? No, hijas mías; mi suerte es más amarga que la de ustedes, porque la mano del Señor se ha desatado contra mí».
14 Ellas volvieron a prorrumpir en sollozos, pero al fin Orpá despidió a su suegra con un beso, mientras que Rut se quedó a su lado.
15 Noemí le dijo: «Mira, tu cuñada regresa a su pueblo y a sus dioses; regresa tú también con ella».
16 Pero Rut le respondió: «No insistas en que te abandone y me vuelva, porque yo iré adonde tú vayas y viviré donde tú vivas. Tu pueblo será mi pueblo y tu Dios será mi Dios.
17 Moriré donde tú mueras y allí seré enterrada. Que el Señor me castigue más de lo debido, si logra separarme de ti algo que no sea la muerte».
18 Al ver que Rut se obstinaba en ir con ella, Noemí dejó de insistir.
19 Entonces caminaron las dos juntas hasta llegar a Belén. Su llegada conmocionó a toda la ciudad, y las mujeres exclamaban: «¡Pero si esta es Noemí!».
20 Ella, en cambio, respondía: «No me llamen más Noemí; díganme Mará, porque el Todopoderoso me ha llenado de amargura.
21 Partí llena de bienes y el Señor me hace volver sin nada. ¿Por qué me siguen llamando Noemí, si el Señor da testimonio contra mí y el Todopoderoso me ha hecho desdichada?».
22 Así regresó Noemí con su nuera, la moabita Rut, la que había venido de los campos de Moab. Cuando llegaron a Belén, comenzaba la cosecha de la cebada.
Capítulo 2
1 Noemí tenía, por parte de su esposo, un pariente muy rico llamado Booz, de la familia de Elimélec.
2 Rut, la moabita, dijo una vez a Noemí: «Déjame ir a recoger espigas al campo, detrás de alguien que me haga ese favor». «Puedes ir, hija mía», le respondió ella.
3 Entonces Rut se puso a recoger espigas en el campo, detrás de los que cosechaban, y tuvo la suerte de hacerlo en una parcela perteneciente a Booz, el de la familia de Elimélec.
4 En ese preciso momento, llegaba Booz de Belén y saludó a los cosechadores, diciendo: «El Señor esté con ustedes». «El Señor te bendiga», le respondieron.
5 Booz preguntó al capataz: «¿De quién es esta muchacha?».
6 El capataz le respondió: «Es una joven moabita que volvió con Noemí de los campos de Moab.
7 Ella pidió que le permitieran recoger y juntar las espigas detrás de los cosechadores. Desde que llegó por la mañana, ha estado de pie todo el tiempo, y ahora está aquí descansando un poco».
8 Entonces Booz dijo a Rut: «¡Oyeme bien, hija mía! No vayas a recoger espigas a otro campo ni te alejes para nada de aquí; quédate junto a mis servidores.
9 Fíjate en qué terreno cosechan y ve detrás de ellos. Ya di orden a mis servidores para que no te molesten. Si tienes sed, ve a beber en los cántaros el agua que ellos saquen».
10 Rut se postró con el rostro en tierra y exclamó: «¿Por qué te he caído en gracia para que te fijes en mí, si no soy más que una extranjera?».
11 Booz le respondió: «Me han contado muy bien todo lo que hiciste por tu suegra después que murió tu marido, y cómo has dejado a tu padre, a tu madre y tu tierra natal, para venir a un pueblo desconocido.
12 Que el Señor te pague lo que has hecho; que te recompense con creces el Señor, el Dios de Israel, al que has acudido para refugiarte bajo sus alas».
13 Rut le dijo: «¡Ojalá pueda contar siempre con tu favor! Tú me has consolado y me has hablado amistosamente, a pesar de que ni siquiera soy como una de tus servidoras».
14 A la hora de la comida, Booz le dijo: «Acércate aquí; come de este pan y moja tu bocado en el vinagre». Rut se sentó al lado de los cosechadores y él le ofreció un puñado de grano tostado. Ella comió hasta quedar saciada y aún le sobró.
15 Cuando se levantó para volver a recoger las espigas, Booz ordenó a sus servidores: «Déjenla recoger también entre las gavillas y no la molesten.
16 Más aún, saquen algunas espigas de las gavillas y déjenlas caer, y cuando ella las recoja, no le digan nada».
17 Así Rut estuvo recogiendo espigas hasta el atardecer. Luego desgranó lo que había recogido, y era casi una bolsa de cebada.
18 Ella tomó el grano, regresó a la ciudad y mostró a su suegra lo que había recogido. También sacó la comida que le había sobrado y se la dio.
19 Su suegra le preguntó: «¿Dónde has ido hoy a recoger espigas? ¿Dónde estuviste trabajando? ¡Bendito sea el que se interesó por ti!». Rut contó a su suegra con quién había estado trabajando y le dijo: «Estuve trabajando en el campo de un hombre llamado Booz».
20 Entonces Noemí exclamó: «¡Bendito sea de parte del Señor, que no deja de manifestar su bondad ni a los vivos ni a los muertos!». Luego añadió: «Ese hombre es pariente cercano nuestro, es uno de los que tienen el deber de responder por nosotros».
21 Rut dijo a su suegra: «Incluso me permitió quedarme con sus servidores hasta que termine la cosecha».
22 Noemí le respondió: «Es conveniente, hija mía, que vayas con las servidoras de ese hombre; así nadie te molestará en otro campo».
23 Rut siguió recogiendo espigas con las servidoras de Booz, hasta que terminó la cosecha de la cebada y del trigo. Mientras tanto, vivía con su suegra.
Capítulo 3
1 Entonces Noemí, su suegra, le dijo: «Hija mía, yo quisiera conseguirte un lugar seguro, donde puedas ser feliz.
2 Por otra parte, Booz, el hombre con cuyas servidoras estuviste, es pariente cercano nuestro. Esta noche él estará aventando la cebada en la era.
3 Lávate, perfúmate, cúbrete con tu manto y baja a la era. No dejes que te reconozca antes que termine de comer y beber.
4 Cuando se acueste, fíjate en el lugar donde él esté acostado; entonces ve, destápale los pies y acuéstate allí, Después él mismo te indicará lo que debes hacer».
5 Ella le respondió: «Haré todo lo que me has dicho».
6 Rut bajó a la era e hizo todo lo que su suegra le había mandado.
7 Booz comió y bebió, y se puso alegre. Luego fue a acostarse junto a la parva de cebada. Ella fue sigilosamente, le destapó los pies y se acostó.
8 A eso de la media noche, el hombre se despertó sobresaltado, y al incorporarse, vio que había una mujer acostada a sus pies.
9 «Y tú, ¿quién eres?», le preguntó. «Soy Rut, tu servidora, respondió ella; extiende tu manta sobre tu servidora, porque a ti te toca responder por mí».
10 El exclamó: «¡Que el Señor te bendiga, hija mía! Tú has realizado un segundo acto de piedad filial, mejor que el primero, al no pretender a ningún joven, ni pobre ni rico.
11 Y ahora, no temas, hija mía. Haré por ti todo lo que me digas, porque toda la gente de mi pueblo sabe muy bien que eres una mujer virtuosa.
12 Es verdad que a mí me toca responder por ti, pero hay otro pariente más cercano que yo.
13 Pasa aquí la noche; y mañana, si él quiere ejercer contigo su derecho, que lo haga; de lo contrario, lo haré yo. Te lo juro. Acuéstate hasta que amanezca».
14 Rut quedó acostada a sus pies hasta la madrugada, y se levantó a la hora en que un hombre todavía no puede reconocer a otro, porque Booz no quería que se supiera que la mujer había venido a la era.
15 Entonces le dijo: «Trae el manto que tienes puesto y sujétalo bien». Mientras ella lo sujetó, él midió media bolsa de cebada y puso la carga sobre sus hombros. Después, ella entró en la ciudad.
16 Cuando llegó adonde estaba su suegra, esta le dijo: «¿Cómo te ha ido, hija mía?». Rut le contó todo lo que el hombre había hecho por ella,
17 y añadió: «Me entregó esta media bolsa de cebada, diciéndome que no debía volver con las manos vacías a la casa de mi suegra».
18 Noemí respondió: «Quédate tranquila, hija mía, hasta que veas cómo se resuelve todo esto. Seguramente este hombre no descansará hasta arreglar hoy mismo este asunto».
Capítulo 4
1 Booz subió hasta la puerta de la ciudad y se sentó allí. Cuando pasó por ese lugar el pariente del que había hablado antes, le dijo: «Amigo, acércate y siéntate aquí». El hombre se acercó y se sentó.
2 Luego Booz llamó a diez ancianos de la ciudad, diciéndoles: «Siéntense aquí». Ellos se sentaron,
3 y él dijo a su pariente: «Noemí ha vuelto de los campos de Moab y ha puesto en venta la parcela de nuestro hermano Elimélec.
4 Me ha parecido bien informarte de esto y sugerirte que la compres en presencia de los que están aquí sentados y de los ancianos de mi pueblo. Si tú quieres ejercer tu derecho de rescate, puede hacerlo; de lo contrario, dímelo para que yo lo sepa. Tú eres el primero que puede ejercer ese derecho, y después vengo yo». El hombre le respondió: «Está bien, lo haré».
5 Pero Booz añadió: «Si le compras a Noemí la parcela de campo, también tendrás que casarte con Rut, la moabita, esposa del difunto, a fin de perpetuar el nombre de este sobre el patrimonio».
6 El respondió: «En esas condiciones yo no puedo comprar, porque perjudicaría a mis herederos. Ejerce tú mi derecho, porque yo no puedo hacerlo».
7 En Israel existía antiguamente la costumbre de quitarse la sandalia y dársela al otro para convalidar los convenios de rescate o de intercambio. Esta era la manera de testificar en Israel.
8 Por eso el pariente dijo a Booz: «Adquiérela para ti», y se quitó la sandalia.
9 Entonces Booz dijo a los ancianos y a todo el pueblo: «Ustedes son hoy testigos de que yo compro a Noemí todas las posesiones de Elimélec, de Quilión y de Majlón.
10 También son testigos de que tomo por esposa a Rut, la moabita, que fue mujer de Majlón, para perpetuar el nombre del difunto sobre su patrimonio y para que ese nombre no desaparezca de entre sus hermanos ni en la puerta de su ciudad».
11 Toda la gente que estaba en la puerta de la ciudad y los ancianos respondieron: «Somos testigos. ¡Que el Señor haga a esta mujer semejante a Raquel y a Lía, las dos que edificaron la casa de Israel! ¡Que llegues a ser poderoso en Efratá y adquieras renombre en Belén!
12 Que el Señor te dé una descendencia por medio de esta joven, para que tu casa sea como la de Peres, el hijo que Tamar dio a Judá».
13 Booz se casó con Rut y se unió a ella. El Señor hizo que ella concibiera y diera a luz un hijo.
14 Entonces las mujeres dijeron a Noemí: «¡Bendito sea el Señor, que hoy no te deja faltar quien responda por ti! Su nombre será proclamado en Israel.
15 El te reconfortará y será tu apoyo en la vejez, porque te lo ha engendrado tu nuera que te quiere tanto y que vale para ti más que siete hijos».
16 Noemí tomó al niño, lo puso sobre su regazo y se encargó de criarlo.
17 Las vecinas le dieron su nombre, diciendo: «Le ha nacido un hijo a Noemí», y lo llamaron Obed. Este fue el padre de Jesé, el padre de David.
18 Esta es la descendencia de Peres: Peres fue padre de Jesrón;
19 Jesrón fue padre de Ram; Ram fue padre de Aminadab;
20 Aminadab fue padre de Najsón; Najsón fue padre de Salmá;
21 Salmá fue padre de Booz; Booz fue padre de Obed;
22 Obed fue padre de Jesé y Jesé fue padre de David.
FIN
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