Antonio de Nebrija

Antonio de Nebrija nació en Nebrissa (hoy Lebrija), provincia de Sevilla, en 1.444. Estudió en Salamanca y en Bolonia. Estuvo, después, al servicio del Arzobispo de Sevilla. Más tarde, fue profesor durante 12 años de la Universidad de Salamanca y Alcalá. Colaboró con Cisneros en la Biblia Políglota. Durante los últimos años de su vida fue cronista de los Reyes Católicos. Murió en el año 1522.

Su obra más célebre fue “La gramática de la lengua castellana”. La obra de mayor valor pedagógico fue “De liberis educandis libellus”.

Aportaciones en el campo de la educación

  • Dio los primeros pasos en el estudio comparado de las lenguas.

  • Toda su obra está al servicio del mejor gobierno, administración de la justicia y transmisión de la cultura.

  • Dice que el tiempo de asimilar una lengua es la infancia.

  • Dice también que la lengua sólo se debe aprender hablando y escribiendo, reflexionando luego sobre lo hablado y escrito.

  • Es favorable al aprendizaje del latín desde la lengua castellana.

Pensamientos

  • La lengua castellana tuvo su niñez en el tiempo de los jueces y reyes de Castilla y León y comenzó a mostrar su fuerza en tiempo del muy esclarecido y digno de toda la eternidad el rey don Alfonso el Sabio, por cuyo mandato se escribieron Las Siete Partidas y la General Historia y fueron trasladados muchos libros del latín y arábigo a nuestra lengua castellana.

  • Si no vienen desde niños a aprender la lengua castellana, por uso, podrándlo más presto saber por esta mi obra.

  • Acordé ante todas las otras cosas reducir en artificio este nuestro lenguaje castellano, para que lo que ahora y de aquí adelante se escribiere pueda quedar en un temor, y extender en toda la duración de los tiempos que están por venir, como vemos que se ha hecho en la lengua griega y latina, las cuales por haber estado debajo de arte, aunque sobre ellas han pasado muchos siglos, todavía quedan en una uniformidad.

  • Después que sintieren bien el arte del castellano, cuando pasaren al latín, no habrá cosa tan oscura que no se les haga ligera, mayormente interviniendo aquel Arte de la gramática que me mandó hacer vuestra Alteza.

  • Así como los trepadores doblegan y tuercen los miembros en ciertas formas desde la tierna edad, para después hacer aquellas maravillas que nosotros, los que estamos ya duros, no podemos hacer, así los niños, mientras que son tiernos, se han de acostumbrar a todas las pronunciaciones de letras de que en algún tiempo han de usar.

  • Quizá no opinarán mal aquellos que dividieron la vida del hombre en septenios. Aristóteles estima que en el primer septenio se ha de tener consideración con los niños. Añade, además, dos septenios que han de ser acomodados a la educación: el primero desde los siete años de pubertad, el segundo desde ésta a los ventiún años.

  • Algunos como Crisipo desean que no haya ningún momento de ocio. Pues juzga que aunque se pongan en manos de las nodrizas, durante tres años, también por ellas la mente de los infantes se formará según las mejores disposiciones. Pues aunque sea poco lo que aprende el niño durante los primeros años, sin embargo aprenderá algunas cosas importantes, al mismo tiempo otras de menor trascendencia, y esto a lo largo de los años lleva al máximo perfeccionamiento.

  • Los que dicen que hay que tratar a los niños con miramiento ¿no se dan cuenta de que no hay momento en que los niños no hagan alguna cosa? Los ves, ya corriendo, ya saltando, bien tumbados boca abajo, bien boca arriba, ora jugar, ora chancearse, ora divertirse. ¿Por qué no enfocar esta actividad a mejor fin? Y no pretendas que se les de soltura y descanso en los estudios. Por el contrario les conviene aprender las demás disciplinas por medio del juego. Y aunque exista un esfuerzo en el aprendizaje de aquella, no obstante (obrando de esta manera) ignoran el esfuerzo.

  • Igual que la nodriza al niño, así el pedagogo sigue a la nodriza: ambos, con todo, como sustitutivos. Lo mismo que la nodriza sustituye a la madre, el pedagogo sustituye al padre. Porque si siguiéramos a la maestra naturaleza, ni la madres prescindiría de la alimentación (de sus hijos), ni el padre del cuidado de su educación. ¿Pues quién educará a los hijos con mayor cariño que la madre que los alumbró y que los padres que los engendró? ¿Acaso la asalariada nodriza o el pedagogo mercenario? El pedagogo de tus hijos ha de ser elegido por ti, pero sin delegar siempre toda la responsabilidad en él.

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