Arte y Liturgia
Epulón y Lázaro
Leandro Bassano
25 septiembre 2022: XXVI Tiempo ordinario
por Javier Agra Rodríguez
Salmo 145
El hace justicia a los oprimidos,
da pan a los hambrientos,
liberta a los cautivos.
El Señor abre los ojos al ciego,
el Señor endereza a los que ya se doblan,
el Señor ama a los justos,
el Señor guarda a los peregrinos.
Sustenta al huérfano y a la viuda,
y trastorna el camino de los malvados.
El Señor reina eternamente,
tu Dios, Sión, de edad en edad.
Evangelio Lucas 16, 19-31
En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: Había un hombre rico que se vestía de púrpura y de lino y banqueteaba espléndidamente cada día.
Y un mendigo llamado Lázaro estaba echado en su portal, cubierto de llagas, y con ganas de saciarse de lo que tiraban de la mesa del rico, pero nadie se lo daba. Y hasta los perros se le acercaban a lamerle las llagas.
Sucedió que se murió el mendigo y los ángeles lo llevaron al seno de Abrahán. Se murió también el rico y lo enterraron.
Y estando en el infierno, en medio de los tormentos, levantando los ojos, vio de lejos a Abrahán y a Lázaro en su seno, y gritó: Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro que moje en agua la punta del dedo y me refresque la lengua, porque me torturan estas llamas. Pero Abrahán le contestó: Hijo, recuerda que recibiste tus bienes en vida y Lázaro a su vez males: por eso encuentra aquí consuelo, mientras que tú padeces. Y además entre nosotros y vosotros se abre un abismo inmenso, para que no puedan cruzar, aunque quieran, desde aquí hacia vosotros, ni puedan pasar de ahí hasta nosotros. El rico insistió: Te ruego, entonces, padre, que mandes a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo cinco hermanos, para que, con su testimonio, evites que vengan también ellos a este lugar de tormento.
Abrahán le dice: Tienen a Moisés y a los profetas: que los escuchen. El rico contestó: No, padre Abrahán. Pero si un muerto va a verlos, se arrepentirán. Abrahán le dijo: Si no escuchan a Moisés y a los profetas, no harán caso ni aunque resucite un muerto.
Reflexión sobre el Evangelio
Epulón no es nombre propio en ninguna de sus acepciones, tampoco en este episodio del evangelio de Lucas. Epulón deriva del latín y viene a significar la persona que come en abundancia y lleva una vida regalada en todos sus órdenes.
Esta parábola está presente únicamente en Lucas y forma parte de la enseñanza general sobre el uso de las riquezas. El problema no es que haya una persona rica; el mal está en que no se da cuenta de que a su lado un pobre no tiene con qué alimentarse; el mal está en la injusta distribución de los bienes de este mundo; el mal está en poner el corazón en la riqueza y no en la misericordia de Dios, en la voluntad de Dios que quiere que todas las personas vivan en dignidad y en prosperidad.
El cuadro
Son varios los pintores que se han hecho eco de este muy conocido episodio. Yo he optado por compartir el cuadro “EPULÓN Y LÁZARO” de LEANDRO BASSANO (Bassano del Grappa 1557 – Venecia 1622). Pintor manierista que realizó esta obra hacia 1570 y se expone en el Museo del Prado.
Estamos viendo a un pintor reconocible por las figuras muy bien dibujadas y perfiladas en pinceladas finas con abundancia de luz y tonos que cambian de color sin apenas percibirlo el espectador. De esta forma su cuadro de Epulón y Lázaro parece que se mueve ante nuestros ojos de modo imperceptible, es como si asistiéramos a un sigiloso baile de personajes que invitan al espectador a nombrarlos, a tomar una actitud ante cada uno de ellos, todos tienen su interés y su personalidad.
Pese a la abundancia de personajes parece, no obstante, que están ausentes unos de otros como si el pintor nos diera un aldabonazo y nos llamara a entender que cada persona es importante y que hemos de ocuparnos unos de los otros. Aquí, los distintos “sirvientes” están ocupados es atender las exigencias del “epulón” sin mirar ninguno de ellos hacia Lázaro, el pobre que está a la puerta esperando que le dejen alimentarse con las sobras que caen de la mesa. Solamente los perros están con él, cuidan de él; a través de las ventanas y en la cocina misma observamos la abundancia de la tierra, del mar, de las aves… a las que, sin embargo, el pobre no tiene acceso.
Es verdad que el cuadro de Leandro Bassano se centra en los primeros versículos de la parábola, no obstante lanza a quienes lo contemplamos a la meditación del texto completo y así nos impulsa a recrear otros posibles desarrollos y otros finales posibles.
Javier Agra Rodríguez
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