Magallanes y Elcano


La primera vuelta al mundo: El mayor reto marítimo de la historia de la humanidad.

En este 2022 se está celebrando 500 años de la más increíble gesta marítima de la humanidad. En 1519 zarpaba de Sevilla una expedición al mando de Fernando de Magallanes en busca de las Islas de la Especiería. Una expedición que culminaría Juan Sebastián de Elcano, en 1522, tras completar la Primera Vuelta al Mundo. La aventura de estos dos navegantes, el primero portugués y el segundo vasco, supuso para el contexto histórico y científico de la época lo que la conquista a la Luna por el Apolo XI supuso para el siglo XX. Una gesta sin precedentes con la que se abría paso a la globalización y en la que Ciencia y Fe fueron de la mano.

"... y este camino que hizo esta nao fue la mayor y más nueva cosa que desde que Dios crió el primer hombre se vio." Antonio de Herrera, Historia General de los Hechos de los Castellanos en las Islas y Tierra Firme del Mar Océano. 1601.

La primera circunnavegación: Diario del viaje

Fragmento de La Torre del Oro, de David Roberts. 1833. Fuente: Museo del Prado.

10 de agosto de 1519

Preparación de la expedición en Sevilla

Cinco naos, llamadas Trinidad, San Antonio, Concepción, Victoria y Santiago, van saliendo por separado a lo largo del río Guadalquivir para volver a reunirse en Sanlúcar de Barrameda, donde permanecen hasta el 20 de septiembre terminando de pertrechar las naves. Es posible que este cambio de puerto para terminar con los preparativos obedeciera al miedo reinante a la extensión de un brote de peste, aunque también pudo obedecer a una estrategia de Magallanes por evitar cruzarse con una armada portuguesa, de la que recelaban. Juan de Cartagena se incorporó ya en Sanlúcar llegado "en postas". Magallanes también viajó desde Sevilla hasta Sanlúcar después de que las naos ya hubieran marchado.

20 de septiembre de 1519

Fernando de Magallanes lidera una expedición en busca de las especias.

Desde Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) el 20 de septiembre de 1519 parte esta expedición con 239 hombres (marineros, oficiales, soldados, especialistas de diversos oficios, grumetes, pajes y criados) a bordo de cinco grandiosas naves, mandadas por el rey Carlos V y bautizadas como Trinidad con una tripulación de 55 hombres, al mando de Magallanes el segundo era San Antonio con una tripulación de 60 comandados por Juan de Cartagena el tercero era Concepción con 45 tripulantes y comandado por Gaspar Quesada. El cuarto era el Santiago con tripulación de 32 comandados por Juan Serrano y por último estaba el Victoria con una tripulación de 43 hombres.

Les guía un objetivo ambicioso: encontrar una nueva ruta hacia las Islas Molucas, un archipiélago de la actual Indonesia, que también era conocido como 'Las islas de las Especias'. Van en busca de estos condimentos para preservar los alimentos pero logran algo mucho más grande: ser los primeros en dar la vuelta al mundo.

26 de septiembre de 1519

Llegada a Santa Cruz de Tenerife

Alcanzan Santa Cruz de Tenerife en 6 días, pasando después a fondear al Sur de la isla, junto a la Montaña Roja. Al parecer, cargan pez, necesaria para calafatear las naves, leña y algunos víveres. Por deseo de Magallanes, embarcan 4 tripulantes más, mientras que uno de los que venían se queda en Tenerife.

Allí reciben la noticia de que la armada de Portugal había pasado adelante a la India (Martín de Ayamonte), lo que confirma que recelaban de los movimientos de Portugal. Desde aquí la dotación total de la armada será, por nuestras propias cuentas, de 247 hombres. Permanecen en Tenerife entre 3 y 6 días, siendo este un dato en el que encontramos mucha dispersión entre las fuentes.

El fuego de San Telmo se observa con frecuencia en los mástiles de los barcos durante las tormentas eléctricas en el mar, donde en tales circunstancias también era alterada la brújula, para mayor desasosiego de la tripulación. Este fenómeno toma su nombre de san Erasmo de Formia (Sanct’ Elmo), patrón de los marineros, quienes habían observado el fenómeno desde la antigüedad y creían que su aparición era de mal agüero; aunque otros marineros lo asociaban con una forma de protección de parte de su patrono.

13 de diciembre de 1519

De las tormentas en alta mar al paraíso natural.

La expedición avanza sin alejarse de la costa africana hasta Sierra Leona, donde al fin viran hacia Brasil. Magallanes no asumía que compartía el mando con Juan de Cartagena, y se mostró autoritario y receloso, sin darle cuenta de sus decisiones. El noble burgalés se lo recrimina cuando se encontraban frente a las costas de Guinea, momento en el que Magallanes decide apresarlo.

Tras más de dos meses de travesía por el Atlántico, entre tormentas tempestuosas, los navegantes desembarcan en la Bahía de Santa Lucía, en la actual Río de Janeiro. Un viaje duro que relata el italiano Antonio de Piagafetta en sus crónicas y quien navega hasta el final de la expedición.

Al avistar la costa brasileña, Magallanes manda no desembarcar por ser territorio portugués y continúan travesía hacia el Sur, hasta una paradisíaca bahía. Deciden al fin tomar tierra y comercian con los indígenas.

Las crónicas relatan que el instante en el que las tormentas dejaban paso a los rayos del sol eran vividos por los navegantes como un instante divino y creían ver a San Telmo. Esta imagen celestial les salvaba de morir ahogados, según creían.

27 de diciembre de 1519 - 11 de enero de 1520

No encuentran paso hacia el Pacífico

Al continuar con la ruta costeando hacia el Sur, la expedición alcanza el límite del mundo hasta entonces conocido: se encuentran a 35° Sur de la Costa Sudamérica, en el Cabo de Sta. María. Magallanes cree haber hallado el estrecho que cruza el continente, pero en realidad se trata del Mar de la Plata.

A este lugar había llegado tan solo 3 años antes Juan Díaz de Solís, con una expedición que también tenía la misión de encontrar un paso al otro lado de América, pero aquí los indios asesinaron, descuartizaron, asaron y devoraron al propio Solís y a otros de sus compañeros, retornando a España el resto. Magallanes alberga la esperanza de haber encontrado el ansiado paso, de modo que exploran concienzudamente el Río de la Plata e incluso el río Uruguay durante un total de 22 días.

2 de febrero de 1520

Descubren a los "gigantes" de la Patagonia.

Los navegantes se convierten en los primeros hombres en surcar las aguas de la costa de la Patagonia, donde avistan a los "gigantes", indígenas tehuelches de mucha altura. Les enseñan español pero solo uno es capaz de hablarlo, a quien llamarán Juan. Antes de partir, embarcan encadenados a otros dos 'gigantes' con la intención de llevarlos a España.

Magallanes da nombre a la Patagonia, en referencia a los grandes pies de los indígenas de esas tierras. Además, son los primeros europeos en ver un pingüino.

31 de marzo de 1520

El motín contra Magallanes.

A partir del Río de la Plata continúan hacia el Sur y todo es territorio desconocido. Nadie antes había llegado a estas costas. El clima se va volviendo cada vez más frío.

Seis meses después de iniciar la travesía, la tripulación desembarca en un golfo que llaman Puerto de San Julián, un lugar en el que pasarán algunos de los momentos más duros de la ruta. El frío y el hambre les dejan la moral por los suelos.

Magallanes decide que pasarán el invierno pese a que necesitarán consumir los víveres que portaban. Muchos oficiales se oponen porque, en caso de que el estrecho no exista, no tendrían suficiente autonomía para llega a su destino. Estos oficiales prefieren continuar, o bien buscando el estrecho mientras el clima lo permita, o bien dirigiéndose al Maluco por el cabo de Buena Esperanza. Magallanes, sin embargo, se muestra firme.

El malestar de los capitanes de las naves 'San Antonio', 'Concepción' y 'Victoria' desencadena un motín contra Magallanes, pero ninguno puede desbancar al gran explorador: Luis de Mendoza muere durante la insurrección, Gaspar de Quesada es ejecutado y Juan de Cartagena, desterrado junto a un clérigo. No hubo más bajas porque la expedición no se las podía permitir.

Ante esta situación, los capitanes Gaspar de Quesada, Juan de Cartagena (liberado por aquél) y Luis de Mendoza traman sublevarse contra él. Sin embargo, Magallanes consigue neutralizar el complot y aplica mano dura, ayudado por Gonzalo Gómez de Espinosa, que mata al capitán Luis de Mendoza. El 7 de abril manda cortar la cabeza y descuartizar a Gaspar de Quesada, capitán de la nao Concepción, y condena a ser desterrados su suerte al veedor real, Juan de Cartagena, y a un fraile, Pedro Sánchez Reina.

Al resto de sublevados, o bien no tuvo más remedio que perdonarlos dado que les necesitaba para el gobierno de las naves o, como decía Ginés de Mafra, les quiso ahorcar, pero "esta crueldad no consintió la demás gente de la armada".

22 de mayo de 1520

Un naufragio del que se salva la tripulación.

La primera nave que se malogra durante la ruta es la nao 'Santiago', que había avanzado en solitario para reconocer la costa. Por suerte, toda la tripulación sobrevive y el capitán Juan Serrano envía dos hombres por tierra para pedir auxilio. Dos hombres harán de forma muy penosa a pie el camino desde Puerto de Santa Cruz, donde esto ocurrió, hasta Puerto de San Julián, para avisar al resto, que acudirán de inmediato en su rescate.​

Magallanes envía víveres durante los dos meses que quedó varada la nave, pero pronto continúa la expedición.

26 de agosto de 1520

Llegada a Puerto Santa Cruz

Cuando por fin Magallanes decide salir, al parecer encuentran muy malas condiciones meteorológicas y vuelve a parar durante otros 53 días, esta vez en Puerto de Santa Cruz, donde la pesca es mucho más abundante.

Tabula Magellanica: mapa de 1635 obra del cartógrafo Johannes Janssonius, donde se ve el estrecho de Magallanes.

21 de octubre de 1520

Llegada al Cabo Vírgenes

Tan solo tres días después de partir de Puerto Santa Cruz, el 21 de octubre de 1520, descubren el Cabo Vírgenes y se empiezan a adentrar, sin todavía saberlo, en el ansiado paso al otro lado de América.

Esa misma noche, una terrible borrasca de 36 horas aleja a la San Antonio y a la Concepción hacia lo que parecía ser el fondo de una bahía. Parecía que irremediablemente iban a encallar. Sin embargo, allí encuentran un canal angosto y pasan adelante. A continuación, se les abre una nueva bahía, y de nuevo otro canal al frente. Mientras, la Victoria y la Trinidad dejan de verlos y esperan en la boca de la primera bahía. A los tres días,

"mientras estábamos en esta incertidumbre sobre su muerte [de las tripulaciones de la Concepción y la San Antonio] los vimos venir hacia nosotros, singlando a toda vela y con los pabellones desplegados, y cuando estuvieron más cerca saludaron con descargas de las bombardas y prorrumpieron en exclamaciones de júbilo. Hicimos nosotros lo mismo, y al saber que habían visto la continuación de la bahía, o mejor dicho, del estrecho, todos juntos dimos gracias a Dios y la Virgen María, y proseguimos la ruta" (Pigafetta).

21 de octubre de 1520

Un giro inesperado.

La expedición, que avanza desmoralizada, halla un estrecho a 52° de latitud meridional, pero el temor a cosechar un nuevo fracaso provoca tensiones sobre cómo continuar.

La exploración del Estrecho resulta muy complicada, y Magallanes envía nuevamente de avanzadilla a la San Antonio y la Concepción.

El marinero Esteban Gómez, que viaja a bordo del 'San Antonio' y que guarda rencor a Magallanes por el proyecto de una expedición previa, es protagonista de esta etapa. Tras amotinarse contra el primo de Magallanes, que capitanea el 'San Antonio', toma el control de la nave y regresa a España. Solo tres naves continúan la aventura.

Ellos dirán que, al regresar al punto de encuentro acordado, los demás ya no estaban allí. Pigafetta en cambio contará que desertaron. En el camino es muy probable que descubrieran las Islas Malvinas, que veremos a partir de ahora en los mapas.

A su llegada, declararán haber acudido al rescate de los dos desterrados por Magallanes con anterioridad, aunque sin éxito. Llegarán a España en mayo de 1521, avisando del descubrimiento del Estrecho, y poniendo al corriente al Emperador de los excesos de autoridad de Magallanes. Carlos I dará crédito a los testimonios de los desertores, poniéndolos en libertad y suprimiendo la paga a Beatriz Barbosa, esposa de Magallanes. Pocos años después, en 1524, encargará a Esteban Gómez el mando de una expedición con el fin de buscar otro paso al Pacífico, pero por Norteamérica. En ella Esteban Gómez recorrerá lugares como la isla de Manhattan, la bahía de Boston, y hasta las tierras de Labrador.

1 de noviembre de 1520

Una misa de agradecimiento.

Volviendo a nuestra expedición, tras el abandono de la San Antonio y el hundimiento de la Santiago, ya solo quedan 3 naos, que pasarán varios días buscando a la nao desertora, dejándoles señales en la costa conforme tenían convenido por si se habían perdido.

A finales de octubre de 1520 los españoles recalaron en la que llamaron después bahía o puerto de las Sardinas. Se encontraban en el canal que sale al océano Pacífico y estaban a punto de descubrirlo. Así lo relató Antonio Pigafetta:

«Anclamos allí para esperar a los otros dos navíos, y pasamos cuatro días; pero durante este tiempo se envió una chalupa muy bien equipada para que reconociese el cabo de este canal que desembocaría en otro mar. Los marineros de la chalupa volvieron el tercer día, y nos comunicaron que habían visto el cabo en que terminaba el estrecho y un gran mar, esto es, el océano. Todos lloramos de alegría».

Tras la emoción y las lágrimas derramadas, fray Pedro Valderrama ofició la misa. Corrían los primeros días de noviembre de 1520. El recogimiento y sentimiento tuvo que ser sobrecogedor en aquellos hombres que habían partido de España en el verano de 1519. Innumerables penalidades, peligros y sacrificios les aguardaban pero, de momento, estaban vivos y habían dado con el anhelado paso entre ambos océanos.

La cruz de Punta Fray Pedro Valderrama

El 27 de junio de 2020 la Armada chilena emplazó una imponente cruz de acero de dos toneladas y diez metros de altura en la bahía Fortescue del Estrecho de Magallanes, para conmemorar los 500 años de su descubrimiento y la primera misa celebrada en el actual territorio chileno. El contraalmirante de la unidad naval que emplazó la cruz declaró: «Es la finalización de un trabajo en equipo que ha llevado muchísimos meses y el día de hoy coronamos con éxito la instalación definitiva de esta cruz que marcará el punto geográfico donde se hizo la primera misa en el territorio que posteriormente sería Chile». Francisco Sánchez, historiador y testigo del montaje, afirmó: «Estoy muy emocionado, casi como Pigafetta en su momento, por este sentido homenaje. Magallanes tiene su estatua en Punta Arenas y esta cruz representa también el feliz descubrimiento del Estrecho y los lazos de cinco siglos entre dos mundos». El enclave fue nombrado «Punta Fray Pedro Valderrama», en recuerdo del religioso de Écija que ofició aquella misa.

La belleza del Estrecho asombró a los nuestros: creo que no hay en el mundo mejor estrecho que este (Pigafetta).

28 de noviembre de 1520

Magallanes cumple la primera misión: atravesar el continente americano.

Tras la deserción de la nave San Antonio, la travesía se vuelve aún más tortuosa, porque con ella se ha marchado la mayoría de los alimentos. Pero el desánimo no cunde en la mente de Magallanes que poco después alcanza su primer gran logro: atravesar el continente a través del Estrecho de Magallanes y llegar a Cabo Deseado.

La travesía del después llamado Estrecho de Magallanes les llevará nada menos que 38 días, y por fin, el 28 de noviembre de 1520, desembocarán en el Océano que llamaron Pacífico.

"Cada uno se tuvo por dichoso en haberse hallado en cosa que otro antes que él no se había hallado. Salió el armada del Estrecho a la mar del Sur, y dieron muchas gracias a Dios por se lo haber deparado." Ginés de Mafra.

Descubren sin pretenderlo un nuevo océano, el Pacífico, cuando en realidad creen que se dirigen al Océano Índico en busca de especias.

Los exploradores bautizaron este territorio como Tierra de Fuego, en referencia a las hogueras que los indígenas encendían por la noche.

Diciembre, enero y febrero de 1520

3 meses y 20 días sin divisar tierra.

Una vez sorteado el estrecho de Magallanes, la expedición se adentra en el mayor océano de la Tierra. Durante más de tres meses atraviesan la soledad del Pacífico pasando auténticas penurias cuando escasearon los víveres. Así lo contó Antonio

“miércoles 28 de noviembre, desembocamos por el Estrecho para entrar en el gran mar, al que dimos en seguida el nombre de Pacífico, y en el cual navegamos durante el espacio de tres meses y veinte días, sin probar ni un alimento fresco. El bizcocho que comíamos ya no era pan, sino un polvo mezclado de gusanos que habían devorado toda su sustancia, y que además tenía un hedor insoportable por hallarse impregnado de orines de rata. El agua que nos veíamos obligados a beber estaba igualmente podrida y hedionda. Para no morirnos de hambre, nos vimos aun obligados a comer pedazos de cuero de vaca con que se había forrado la gran verga para evitar que la madera destruyera las cuerdas.”

La travesía del Pacífico se inicia buscando ganar latitudes más cálidas, poniendo rumbo noroeste, nordeste y norte. Se acercan mucho a la costa a la altura de la futura ciudad de Concepción (Chile), aunque sin parar continúan viaje por fin al noroeste para atravesar el Océano. No parar a avituallarse aquí fue, a la postre, un gran error.

Por fortuna, la climatología les resulta muy propicia, con vientos constantes a favor y sin ninguna borrasca, lo que les permite avanzar diariamente del orden de 70 leguas —385 km—. Sin embargo, el océano parece no tener fin.

En mitad del Pacífico tienen bastante mala suerte porque solo encuentran dos islotes pequeños en los que les resulta imposible parar —el atolón de Puka-Puka y la isla de Flint, que llamaron San Pablo, y de los Tiburones respectivamente—.

La travesía se convierte en muy penosa por la extrema carencia de agua y alimentos. Las tripulaciones mueren de enfermedades, en especial por escorbuto ante la falta de alimentos frescos, aunque si nos fijamos en la lista de fallecidos quizá nos sorprendamos al ver que en proporción no fueron tantos los muertos en esta travesía. Las hubo peores después.

6 de marzo de 1521

Asalto en la "Isla de los ladrones".

Cuatro meses después de cruzar el Estrecho de Magallanes por fin divisan tierra y alcanzan el 6 de diciembre de 1521 la isla de Guam. Nos cuenta así Ginés de Mafra la alegría que fue para todos:

"Yendo navegando esta armada, uno que estaba en la gavia que se llama Navarro, dijo a grandes voces: tierra, tierra. Con esta subida palabra todos se alegraron tanto que el que menos señales de alegría mostraba se tenía por más loco."

La isla resulta estar muy poblada, con isleños que acuden en canoas a las naos, y ante el asombro de los expedicionarios, suben a las naves y se llevan todo cuanto pueden. "Los isleños venían a nuestros barcos y robaban tan pronto una cosa como la otra, sin que pudiéramos impedirlo". "Por lo maravillados y sorprendidos que quedaron al vernos, estos ladrones creían, sin duda, ser los únicos habitantes del mundo." (Pigafetta). La llamaron Isla de Los Ladrones, y su hallazgo salvó la vida a mucha gente. Permanecen allí durante 3 días.

Gráfico con las muertes acumuladas en la travesía del Océano Pacífico, desde el cabo Deseado hasta la llegada a Cebú, cuando dejan de producirse muertes por enfermedad. En sombreado se indican los períodos en tierra, en las islas de Guam, Homonhon y Limasawa. En total son 19 muertos. Llama la atención que las muertes empezaron pronto, lo cual indica que llevaban ya tiempo sin aprovisionarse mientras estuvieron dentro del estrecho. La deserción de la nao San Antonio, que iba cargada con la mayoría de provisiones, es evidente que también tuvo mucho que ver en esto.

16 de marzo de 1521

Llegada a la isla de Homonhon

Continúan viaje rumbo oeste y, al cabo de 7 días, divisan la isla de Suluan. Al acercarse a ella, ven otra más grande, la isla de Homonhon, y deciden ir a ella. Encuentran un buen puerto y deciden descansar y reponerse. Los indios les tratan forma amigable, y aunque parte de la tripulación se empieza a recuperar de sus enfermedades, para muchos llega demasiado tarde. Permanecen en la Isla de Homonhon durante 9 días.

Llegada a las que llaman Islas de San Lázaro (Filipinas) desde Guam. Escalas en Homonhon, Mazava (Limasawa), Cebú, y Mactán, donde muere Magallanes.

28 de marzo de 1521

Llegada a la Isla de Limasawa, Filipinas.

Avanzan hasta una nueva isla, llamada Mazava —hoy Limasawa—, "donde la gente es muy buena" (Albo). Conocen al rey local, con el que establecen lazos, y se ofrece a guiarlos hasta Cebú, donde les dice hay otro rey, mucha población y podrán reabastecerse. Magallanes cristianiza aquí a cientos de indios, y ordena levantar una gran cruz en el punto más alto de la isla. Se quedan en Mazava siete días.

Magallanes traía un esclavo malayo entre la tripulación para hacer de intérprete cuando llegaran a la zona de Las Molucas, capturado en los viajes previos de los portugueses. En esta isla, Enrique, que así se llamaba, entiende bastante bien el idioma local, lo cual anima a los expedicionarios porque eso quiere decir que están cerca y, lo más importante, queda confirmada la redondez de la Tierra.

Sin embargo, después de atravesar medio mundo para que llegara este momento, "el intérprete aprovechó poco porque con el deseo que él llevaba, y con el buen aparejo que en la tierra y en los naturales de ella halló, se emborrachó con el vino que le dieron" (Ginés de Mafra).

27 de abril de 1521

La muerte del almirante.

Al cabo de tres días de navegación, la armada entra en Cebú descargando artillería a modo de saludo. Los isleños reaccionan inicialmente con miedo, aunque pronto les convencen de que se trataba de una señal de amistad, y Magallanes se va ganando la confianza del rey local, con el que intercambia regalos. Termina cristianizando a miles de indígenas.

Fernando de Magallanes es víctima de un conflicto interno entre los indígenas de Filipinas. Las vecinas islas de Cebú y Mactan mantienen una rivalidad en la que Magallanes toma posición. Ha pasado un mes justo al rey de Cebú, al que convierte al cristianismo y se declara súbdito del rey de España.

Sin embargo, el rey de la vecina población de Mactán, el cacique Silapulapu, desafía a los expedicionarios, ante lo cual Magallanes acude con 49 hombres allí, en lo que resulta ser un gran exceso de confianza, porque al desembarcar en la playa de Mactán son sorprendidos por 1.500 de guerreros indios armados que les estaban esperando. La superioridad numérica hace que los lentos arcabuces sean ineficaces, y los expedicionarios deben retroceder. Magallanes muere valientemente defendiendo la retirada de sus hombres, siendo alcanzado en la frente por una lanza, y cae allí junto con otros 7 compañeros. El gran explorador muere en la Batalla de Mactán y aún hoy ese día es fiesta nacional en Filipinas.

1 de mayo de 1521

Una invitación con trampa

Sin un líder al frente, la expedición parece hacer aguas. Al llegar a Cebú. Magallanes había trabado confianza con un indígena, al que convirtió al cristianismo y usó como intérprete con el rey.

El rey de Cebú, se dice que probablemente forzado por otros reyes locales, e instigado también por el esclavo Enrique, que se queda con ellos, traiciona a los expedicionarios al invitarlos a una supuesta comida de desagravio para reforzar lazos tras la muerte de Magallanes antes de su marcha. Todos sospechan que puede tratarse de una emboscada, pero Duarte Barbosa, cuñado de Magallanes, presiona para que asistan por no parecer cobardes. Los peores pronósticos se cumplen, y mientras el rey distrae a los expedicionarios, entran cientos de guerreros en la sala y pasan a cuchillo a todos ellos. El resultado es desolador: mueren asesinados nada menos que 26 hombres.

Los indios sacan a la playa frente a las naves donde permanecían los demás expedicionarios al capitán Juan Rodríguez Serrano, herido y maniatado. Piden rescate por él, y pese a dárselo por dos veces sin que los indios le liberaran, ante la imposibilidad de hacer frente a tal cantidad de guerreros, no tienen más remedio que terminar por largar velas y marchar. Fue una dura y difícil decisión, tomada por el piloto João Lopes Carvalho, que se erige como capitán desde este momento.

La tripulación zarpa con premura para ponerse al salvo y es así como la misión continúa. A falta de tripulación, queman “La Concepción” para evitar ser perseguidos y la ruta continúa solo con dos naves.

Los supervivientes mantendrían siempre la esperanza de que sus compañeros no hubieran muerto. De hecho, algún tiempo después Carlos I pedirá a Hernán Cortés que envíe a Cebú la que terminó siendo la expedición de Álvaro de Saavedra, para buscar a los nuestros y, en el peor de los casos, averiguar qué ocurrió. El rey de Portugal también escribirá a sus capitanes en Malaca y las Molucas para que buscaran a Juan Serrano, a instancias de Carlos I. Pero sobre todo, en el testamento de Juan Sebastián Elcano encontramos que dejó a su amigo el Piloto de Su Alteza Andrés de San Martín, uno de los asistentes a este convite, un almanaque, un libro de astrología y paños "si le toparen". Algo realmente conmovedor.

En Cebú han estado 24 días.

Ruta caótica de la expedición hasta Brunéi, en la isla de Borneo.

9 de julio de 1521​

Ruta hasta Brunei

Un día después de estos sucesos se dirigen al sur y dan con la isla de Bohol. La tripulación se ha visto reducida drásticamente, hasta los 116 o 117 hombres, los cuales son insuficientes para gobernar las tres naves que les restan, de modo que deciden quemar la Concepción. Desde aquí ya solo quedan la Trinidad y la Victoria.

El nuevo capitán Lopes Carvalho demuestra no saber qué hacer. No sabemos con qué criterio se aparta del camino al sur que les llevaría hacia el ecuador, donde, recordemos, sabían que estaban ubicadas las Molucas. Recorren de isla en isla la zona del mar de Joló, al parecer perdidos y sin tener claro hacia dónde poner rumbo. No se fían de los indios que encuentran, y la situación de escasez empieza a ser muy preocupante otra vez. Terminan por encontrar la isla de Palawan donde se pueden surtir al fin de abundantes provisiones. Allí tienen noticias de la riqueza de la cercana Brunéi, en la isla de Borneo, donde acuden.

Brunéi efectivamente resulta contar con una gran población, y con un grado de civilización muy superior al de los lugares que han visitado hasta entonces. Al principio son bien tratados allí, pero el rajá Siripada retiene a Elcano, a Espinosa, y a otros hombres que habían acudido a verle como embajadores. Los de las naos, al cabo de quince días temiendo por la suerte de sus compañeros, atacan una flota que arriba al puerto. Elcano y Espinosa son liberados, pero el rajá todavía retiene a los demás. Espinosa mata a un capitán local y envía su cabeza como amenaza al rajá para que les devuelva al resto. Al cabo de dos días de espera, terminan zarpando, quedando allí dos hombres, y el "hijito" de Carvalho que habían recogido en Brasil, que su padre había enviado a tierra con el propósito de vender ciertas mercancías.

Permanecieron en Brunéi 20 días.

Las Islas Molucas, el Moluco o las Islas de la Especiería, objetivo de la expedición y donde llegaron la Trinidad y la Victoria en noviembre de 1521. Su belleza asombra a los expedicionarios. Espinosa contará así al rey: "Señor, no tenga vuestra Sacra Majestad en poco las islas del Maluco, y las de Banda y Timor, porque señor, son tres vergeles, los mejores que hay en el mundo."

29 de julio - 8 de noviembre de 1521

Llegada a Las Molucas

Lo sucedido en Brunéi no gusta a nadie, y Lopes Carvalho recibe nuevamente duras críticas. Además, continúa el recorrido caótico de la expedición, hasta que poco después de salir de Brunéi una de las naves encalla. Localizan un puerto apropiado en una isla de difícil identificación entre Borneo y Palawan, y se produce una nueva demora para repararlas, de unos 37 días. En estas fechas hay un acuerdo por el que cesan a Lopes Carvalho de la capitanía general, que es asumida por Gonzalo Gómez de Espinosa, quien desde la salida de Cebú ya había desempeñado la función de capitán de la nao Victoria. Por su parte, Juan Sebastián Elcano es nombrado aquí capitán de la nao Victoria. Además, hay que mencionar el destacado papel que asumen el escribano Martín Méndez y el maestre genovés Juan Bautista de Punzorol.

Bajo esta nueva organización, el plan es claro: buscarán sin demora las Molucas, y volverán a España cargados de especias. Libran un combate con una nave que se dirigía a Brunéi, y piden comida por rescate. Más adelante, el 28 de octubre llegarán nuevamente a Mindanao y tomarán a dos pilotos para que les guiaran. En sólo 10 días, estaban ya viendo los picos volcánicos de aquellas islas, las islas de la Especiería.

Derrota seguida por las Filipinas hasta Borneo y después hasta las Islas Molucas.

Recibo del despensero Juan de Campos con las mercancías que quedaron a su cargo en el almacén de Tidore, y último folio del conocido como Libro de las Paces del Maluco, firmado por Martín Méndez, fuente clave para comprender los hechos sucedidos desde que quedaron al mando Espinosa y Elcano.

8 de noviembre de 1521

Elcano continúa el sueño de Magallanes.

Al frente de las dos naves que se han salvado está el portugués Juan Carvalho, pero ante su trato autoritario los tripulantes deciden erigir a Juan Sebastián Elcano como capitán de 'La Victoria' y a Gonzalo Gómez de Espinosa de 'La Trinidad'.

Tras deambular por distintas islas, al fin llegaron a Tidore, una de las Islas de las Molucas, donde los españoles son muy bien recibidos por el rey local, un tal Almansur al que evidentemente enseguida llaman Almazor. Es musulmán, porque los árabes habían llegado mucho antes allí para comerciar con las especias. Los portugueses, de los que por cierto no estaban teniendo noticias, no debían haberlo tratado muy bien, porque el rey les pide de todas las formas posibles que se queden para protegerle de éstos. No solo ofrece vasallaje al Emperador Carlos I, sino que incluso propone que Tidore pase a llamarse Castilla.

Estando en Tidore llega un portugués que se comporta de forma amistosa, Pedro Alfonso de Lorosa. Les informa de que Francisco Serrano, aquel amigo de Magallanes que le había enviado cartas revelando dónde se encontraban estas islas, ya había fallecido, pero también de que Diego Lópes Sequeira dirigía hacia allí una armada de seis navíos para darles caza. Portugal hacía 10 años que había localizado las Molucas, y aunque no había podido aún tomar posesión de ellas, sí que había establecido un almacén en la isla vecina de Ternate. Los españoles se dan cuenta de que debían apremiar su salida para evitar problemas, así que el 25 de noviembre empiezan a cargar las naves de clavo y nuez moscada, y el 8 de diciembre parten rumbo Sur, con cientos de canoas rodeándoles en la despedida. Logran así cumplir el sueño de Magallanes.

"Fuimos los primeros". Ferrer Dalmau, 2019

21 de diciembre de 1521

La expedición se divide en dos rutas.

Sin embargo, justo al zarpar, la Trinidad advierte un problema. Le cuesta avanzar. Ambas naves maniobran y dan la vuelta, y ya fondeadas se descubre que la Trinidad hacía aguas de forma muy peligrosa. El rey Almasur dispuso buzos para localizar la avería. Por fin descubren que el problema es más grave que una simple vía de agua, puesto que encuentran la quilla partida y un agujero en el casco. Ello obligaba a descargar la nave, vararla en seco, y pese a que el rey trae carpinteros para ayudar, la reparación de la Trinidad iba a precisar meses.

Así las cosas, por decisión conjunta entre todos, y ante el riesgo de que esa armada portuguesa llegara en cualquier momento —contra la que no tendrían ninguna opción de luchar por su inferioridad numérica—, disponen que la Victoria zarpe ya para volver a España rumbo Oeste, mientras que la Trinidad, una vez quedara reparada, volvería cruzando el Pacífico hasta el Darién, en el actual Panamá, único lugar de la costa pacífica americana en posesión española por entonces, y cerca de donde Balboa lo descubrió.

Se trata de un momento crucial porque demuestra que nuestros hombres eligen volver por el camino más peligroso, por el hecho de intentar dar la primera vuelta al mundo. La ilusión por conseguir esta hazaña fue clave en la elección del camino de vuelta, un camino que no les iba a permitir tocar tierra hasta España.

Elcano tomó en primera persona la decisión de dirigirse al Sur para evitar los monzones contrarios reinantes, y jugarse la carta, muy arriesgada, de que en esa dirección terminara desapareciendo el efecto del monzón y encontrando vientos que le dirigieran al cabo de Buena Esperanza, pese a la postura en contra de sus oficiales, el piloto Francisco Albo y el maestre Miguel de Rodas, que por el mal estado de la nao no querían arriesgarse a no hacer escalas intermedias, y preferían dirigirse a las Maldivas —lo cual les habría obligado a esperar a que el ciclo del monzón alternara al de verano—.

Por precaución se redujo la carga de clavo de la Victoria de unos 700 a unos 600 quintales —unas 27 toneladas— y, por fin, el 21 de diciembre de 1521, zarparon con 47 tripulantes y trece indígenas, con velas nuevas, en las que se lucía una gran Cruz de Santiago y la inscripción Esta es la Figura de Nuestra Buenaventura. La emocionante despedida entre ambas tripulaciones nos la cuenta Pigafetta, "los nuestros nos acompañaron en su chalupa tan lejos como pudieron, y nos separamos, al fin, llorando".

Espinosa y Carvalho se quedan en Tidore con 53 hombres. Una vez reparada la nave deciden ir hacia Panamá, pero son interceptados y secuestrados por los portugueses.

En su trayecto por los distintos archipiélagos los tripulantes avistaron por primera vez elefantes y rinocerontes asiáticos, dragones de Komodo, entre otras especies.

La separación de las tripulaciones de las naos Victoria y Trinidad en Tidore, forzada por que al menos la primera evitara ser capturada allí por los portugueses, y el hecho de que la nao averiada optara por seguir otra ruta de vuelta diferente y a priori considerada más conservadora, pone de relieve el deseo de Elcano y de su tripulación de transformar la expedición de la Especiería en la expedición de la primera vuelta al mundo.

Los supervivientes del intento de tornaviaje de la Trinidad y los que habían quedado en el almacén de Tidore fueron apresados por los portugueses y trasladados sucesivamente a Banda, Malaca y Cochín, excepto dos que dejó con él en Ternate Antonio de Brito, el capitán portugués que capturó a la Trinidad. De todos ellos, tan solo cuatro hombres terminaron regresando a España.

6 de mayo de 1522

El trágico destino de la nao Trinidad

Debemos abrir aquí un paréntesis para comentar lo acaecido a la tripulación que quedó en Tidore al cargo de la Trinidad. A comienzos de abril estaba por fin reparada, y se cargó esta vez con unos mil quintales de clavo —200 menos que antes—. El 6 de abril zarpó con unos 54 hombres, dejando allí a cuatro españoles al cargo de un almacén, con varias piezas de artillería para que pudieran defenderse de un hipotético ataque portugués del que, recordemos, había avisado Pedro Alfonso de Lorosa, quien por cierto se unió a los de la Trinidad.

Demostrando una gran intuición marinera, Espinosa y Juan Bautista de Punzorol condujeron la nao por el Pacífico hasta el paralelo 42º Norte, en la ruta de vientos habitualmente favorables que descubriría más tarde Urdaneta, pero una enorme tormenta de doce días de duración dejó la nave destrozada y casi ingobernable. Dieron la vuelta y tras descubrir las 14 islas Marianas, y fallecer en el mar 31 hombres por falta de alimentos, los portugueses les apresaron cerca ya de Ternate, con tan solo 17 supervivientes a estas alturas. Dirigieron la nao hasta Ternate, donde se hundió al proceder a descargarla.

Los supervivientes fueron hechos prisioneros, y tratados con dureza, obligándoles a realizar trabajos forzados, que continuaron en Banda, Malaca y Cochín. Fallecieron casi todos. Uno de ellos consiguió volver a España por sus medios a bordo de una nao portuguesa: el marinero Juan Rodríguez "El Sordo", quien no sabemos si era realmente sordo, pero sí nos podemos hacer una idea de su gran astucia para conseguir volver. Otros cuatro fueron llevados todavía presos a Portugal: el propio Espinosa, Ginés de Mafra, el piloto genovés León Pancaldo y el lombardero Hans Vargue, que murió allí. El Emperador consiguió la libertad estos tres supervivientes, que regresarían a España a principios de 1527.

Travesía difícil de la nao Victoria, ya en solitario, desde las Molucas hasta Timor.

25 de enero de 1522

Llegada a la Isla de Timor

Volvemos con la nao Victoria, que termina de zarpar de Tidore. Durante varios días recorren diversas islas del archipiélago de las Molucas, en las que recogen muestras de las especias que en cada una se dan para llevarlas al Emperador, sin dilatar tiempo en ello y ganando Sur. Hay tantas islas en esta zona que durante las noches se quedan al pairo para evitar embarrancar. Sufren una fuerte tempestad. Llegan a la isla de Mallúa —hoy Pulau Wetar— con la ayuda de pilotos moluqueños, donde necesitan realizar reparaciones a la Victoria y permanecen durante quince días.

Esta isla se encuentra ya muy cerca de Timor, donde llegan el 25 de enero. Allí dos de los tripulantes huyen a nado, Martín de Ayamonte y Bartolomé de Saldaña, quienes no mucho después serán recogidos por un junco portugués que acudió desde Malaca para comprar sándalo. Les trasladaron a Malaca, donde les fue tomado testimonio el 1 de junio de 1522.

Los de la nao Victoria, después de 11 días, parten hacia el gran océano.

La difícil singladura del Océano Índico, en latitudes cercanas a los 40º para evitar las rutas portuguesas y con condiciones climatológicas muy adversas. Estuvieron a muy pocos días de travesía de descubrir Australia.

7 de febrero de 1522

A punto de descubrir Australia

Elcano demuestra una audacia extraordinaria por cómo se plantean la vuelta. El objetivo fundamental al salir de Timor es llegar a España navegando hacia el Oeste, evitando las rutas portuguesas para evitar ser detectados y apresados. Por ello, no harán escalas y viajarán alejados de la costa. Si lo consiguen, serán los primeros en completar la vuelta al mundo.

Sabe que es una misión casi suicida, en la que se va a enfrentar a un océano desconocido hasta entonces en las latitudes Sur que se propone recorrer —el océano Índico y, de hecho, estará a punto de descubrir Australia—, tendrá que doblar el temido Cabo de Buena Esperanza, con fama de ser uno de los que las corrientes y los vientos son siempre imposibles para la navegación, y después deberá remontar el Atlántico, alejado siempre de la costa. Pero la ilusión no sólo por volver, sino por saberse los primeros en dar la vuelta al mundo y por entrar así en la Historia llevará a estos hombres a alcanzar su objetivo, aunque no sin imprevistos y, por supuesto, sin un sufrimiento extremo y el acecho de una muerte casi segura.

La navegación del Índico Sur que realizó Elcano, en unas latitudes nunca antes navegadas, con muy mala mar, y con largos episodios de fuertes temporales constituye una proeza por sí sola. Fue de tal dureza que tan solo duró dos semanas menos que la travesía del Pacífico, que se había hecho con una climatología especialmente benigna. Las primeras muertes se produjeron ya cerca de Sudáfrica. Escultura de Javier Romero para la exposición El Viaje Más Largo, en el Archivo General de Indias de Sevilla, con motivo del V Centenario de la Primera Vuelta al Mundo.​

153 días

La difícil travesía por el Océano Índico

El océano Índico les recibe inicialmente con vientos flojos, propios de las latitudes ecuatoriales en que se encuentran. Derrotan hacia el Suroeste, buscando desde el primer momento ese Sur que les aleja de la posibilidad de encontrarse con expediciones portuguesas, y no pasan lejos de Australia. Estuvieron cerca de descubrirla.

Conforme van ganando Sur, el mar se va volviendo cada vez más hostil. Los vientos y las corrientes no les van a ser favorables casi en ningún momento en el Índico. Al cabo de mes y medio de travesía divisan a lo lejos una isla, a la que acuden, la rodean, pero no encuentran fondo en ella y tienen que continuar viaje sin detenerse. Se trata de la que después se llamó Isla de Ámsterdam, muy inhóspita y que aún hoy está deshabitada.

Les cuesta mucho seguir avanzando. Llegan a bajar al paralelo 40, donde les esperan grandes vientos y corrientes contrarios que les obligan a amainar durante días y les devuelven hacia el Este.

Es la temible franja conocida como los Cuarenta Rugientes, que después fue muy usada por los ingleses para hacer el viaje a Australia en sentido Este, pero nuestros navegantes la recorrieron al contrario. Llegaron a pasar 8 días amainados en dos episodios diferentes de fuertes borrascas, con gran frío y mala mar. Tras la última, Elcano decidió abandonar este paralelo y pasar al 36. Muchos otros días, el viento les obligaba a ceñir contra él, navegando en zig-zag.

Son muchas las decisiones a las que la tripulación tiene que enfrentarse. Decisiones en las que se juegan la vida y que, señala Alberdi, «Elcano somete a la votación de la tripulación, sin imposi­ciones; dispuesto a acatar la opinión de la mayoría». Una de ellas es la de si recalar o no en Madagascar, que supondría lo mismo que en­tregarse a los portugueses. Gana el no.

Creían avanzar más de lo que lo hacían. Así, el 4 de mayo creen que han sobrepasado ya el Cabo de Buena Esperanza, muy al Sur de él tal como pretendían, y por ello ponen rumbo al Noroeste, convencidos de estar en el Atlántico. Sin embargo, con gran decepción dan con la costa 3 días después. Concluyen enseguida estar a la altura del río Infante -el Gran Río Fish en la actualidad, en la costa de Sudáfrica- y en ello es evidente que portan cartas portuguesas puesto que los españoles nunca antes habían navegado por estas costas.

Pese a que la mayoría de ellos están ya enfermos, su idea de alejarse de la costa es firme, y enseguida deciden continuar sin haber tomado tierra: "Tomamos la vuelta de la mar por estar en [ello] nuestra libertad", dice Albo. Sin embargo, empiezan a sufrir las tempestades propias del temido Cabo de Buena Esperanza, y continúa: "En esta costa hay muchas corrientes que el hombre no les halla abrigo ninguno, sino lo que la altura le da". El viento es tan fuerte que parten el mástil y verga del trinquete.

La mar es infernal y piensan que no van a logran doblar el Cabo. Se plantean incluso arrojar la carga de clavo, pero deciden no hacerlo. Buscan la gloria, y no quieren volver sin su preciado cargamento. Es el todo o nada. Nos cuenta Pigafetta: "Hallándose la mayor parte de la tripulación inclinada más al honor que a la vida misma, determinamos hacer cuantos esfuerzos nos fuera posible para regresar a España."

Estiman que pasan a solo 8 leguas del cabo -44 km- aunque no pueden verlo, y por fin el 19 de mayo cambian rumbo al Noroeste, ya por fin, esta vez sí, en el Atlántico.

6 de mayo de 1522

Los portugueses les hacen frente.

Cinco meses después de que Elcano tomara el mando, doblan por fin el cabo de Buena Esperanza, actual costa sudafricana, tras nueve semanas intentándolo sin éxito y se dirigen al mistral sin repostar víveres.

Acumulan retraso al desviarse para intentar zafarse de los portugueses, que les seguían de cerca. Intentaban frenar la misión que acabaría con la primera vuelta al mundo. Pero la navegación sigue siendo dura y son muchos los hombres que mueren a bordo desde que parten de las Islas Molucas.

Muchas expediciones vieron mermada su tripulación por lo que llamaban “la peste del mar”. El escorbuto es una carencia grave de vitamina C (ácido ascórbico). Una enfermedad provocada por la escasa y pobre alimentación durante las largas travesías en la mar y la imposibilidad de conservar a bordo frutas y verduras. Los marineros sufrían debilidad general, anemia, gingivitis y hemorragias cutáneas. La terrible paradoja es que aquellos hombres moribundos iban tumbados encima de 27 toneladas de clavo, extraordinariamente rico en vitamina C. A Pigafetta y Elcano los salva, sin ellos saberlo, el dulce de membrillo, reservado para los oficiales, pero el resto de la tripulación se encuentra al borde de la extenuación.

El Océano Atlántico les trae vientos muy propicios. Consiguen reponer el palo del trinquete y avanzan a gran velocidad empujados por la corriente de Benguela. De hecho, si las lecturas del sol son correctas, entre el 25 y el 26 de mayo recorren la friolera de 100 millas náuticas —unos 560 km—, siendo el día de mayor distancia recorrida en toda su vuelta al mundo.

Sin embargo, la extrema dureza de la singladura y la escasez de alimentos —solo cuentan ya por comida con arroz hervido en agua de mar— empieza a causar fatales consecuencias en la tripulación. Hasta el 12 de mayo no se registra ninguna muerte, pero desde este día su goteo es incesante. Se producen muertes los días 12, 13, 17, 18, 20 de mayo, 1 de junio, 7, 8, 9... a este ritmo morirán todos pronto.

Elcano se ve obligado a tomar una decisión contraria a su intenciones: acercarse a la costa para avituallarse. Están cerca de Guinea. Pero tienen muy mala suerte, porque no hallarán más que manglares, bosques de árboles resistentes al agua salada que crecen en los bajíos de las desembocaduras de los grandes ríos de esta zona, lo cual les impide acercarse a tierra firme. Persisten en ello, dedicando desde el 14 de junio al 1 de julio a recorrer estas costas africanas en busca de un lugar donde detenerse, sin éxito. Y las muertes siguen.

Al acercarse a la costa africana toparon con una zona de manglares impenetrables en la que fue imposible hallar comida.

14 de junio de 1522

El problema de avituallamiento

El Océano Atlántico les trae vientos muy propicios. Consiguen reponer el palo del trinquete y avanzan a gran velocidad empujados por la corriente de Benguela. De hecho, si las lecturas del sol son correctas, entre el 25 y el 26 de mayo recorren la friolera de 100 millas náuticas —unos 560 km—, siendo el día de mayor distancia recorrida en toda su vuelta al mundo.

Sin embargo, la extrema dureza de la singladura y la escasez de alimentos —solo cuentan ya por comida con arroz hervido en agua de mar— empieza a causar fatales consecuencias en la tripulación. Hasta el 12 de mayo no se registra ninguna muerte, pero desde este día su goteo es incesante. Se producen muertes los días 12, 13, 17, 18, 20 de mayo, 1 de junio, 7, 8, 9... a este ritmo morirán todos pronto.

Elcano se ve obligado a tomar una decisión contraria a su intenciones: acercarse a la costa para avituallarse. Están cerca de Guinea. Pero tienen muy mala suerte, porque no hallarán más que manglares, bosques de árboles resistentes al agua salada que crecen en los bajíos de las desembocaduras de los grandes ríos de esta zona, lo cual les impide acercarse a tierra firme. Persisten en ello, dedicando desde el 14 de junio al 1 de julio a recorrer estas costas africanas en busca de un lugar donde detenerse, sin éxito. Y las muertes siguen.

1 de julio de 1522

Una difícil decisión

Ante tal situación, el 1 de julio Elcano somete a votación entre los supervivientes qué hacer, si continuar viaje a España sabiendo que quizá mueran en el intento, o recalar en las Islas de Cabo Verde, de las que están muy cerca, pero donde se encuentran los portugueses a los que tanto temen. Deciden ir allí, pero tratando de engañarles, diciéndoles que vuelven de América y la avería del trinquete les ha forzado a pedirles ayuda.

El 9 de julio llegan a las islas de Cabo Verde. La Victoria fondea, y parte de la tripulación acude a la costa a bordo de su bajel para traer provisiones. Allí intentan hacer creer a los portugueses que llegan de las Américas para no incumplir el Tratado de Tordesillas, en el que España y Portugal se repartían la explotación de las rutas marítimas. Los portugueses atienden de buena fe a los expedicionarios y les proveen de alimentos y agua. "Nos dieron mantenimientos cuantos quisimos" escribe Albo.

Aquí escriben sobre su extrañeza al ver que los portugueses dicen que están a 10 de julio, mientras que según su cuenta es día 9. Más tarde averiguarían que al haber dado la vuelta al mundo hacia poniente habían perdido un día. Al respecto, Pigafetta nos deja una bonita cita: "Después supimos que no existía error en nuestro cálculo, porque navegando siempre hacia el oeste, siguiendo el curso del sol y habiendo regresado al mismo punto, debíamos ganar veinticuatro horas sobre los que permanecían en el mismo sitio; y basta reflexionar para convencerse de ello."

Pero los expedicionarios no van a encontrar aquí descanso. Los portugueses enseguida les van a descubrir.

Carta que escribió el rey Juan III de Portugal a su embajador en Castilla, Luis da Silveira, con la respuesta a dar a Carlos V tras su petición de libertad para los presos en Cabo Verde. Le pide que cuente que ha dado orden de liberarlos, pero que algunos han huido en las isla. Simón de Burgos, Roldán de Argote y Ocacio Alonso efectivamente fueron liberados al cabo de 5 meses y 22 días, mientras que la mayoría habían permanecido presos solo 37 días. Se conserva el Arquivo Nacional da Torre do Tombo (Lisboa).

9 de julio de 1522

Apresados por los portugueses

A los tres días de permanecer en Cabo Verde, el bajel que se había acercado nuevamente al puerto no volvía. Las autoridades de la isla habían descubierto la verdad y estaban reteniendo a los 13 hombres que en él iban —poco después el Emperador Carlos V conseguiría su rescate—. Los españoles habían pretendido comprar algunos esclavos para aliviarles en la labor de achicar agua con las bombas, algo que desde hacía días les estaba extenuando debido al mal estado del casco de la Victoria y que no podían reparar. Y para realizar el pago cometieron el error de usar clavo. Los portugueses enseguida les descubrieron.

En la Victoria aguardaron toda la noche la vuelta de sus compañeros navegando cerca de la isla, y temiéndose lo que estaba ocurriendo. Por la mañana del día siguiente se acercaron al puerto, donde acudió una embarcación portuguesa que les avisó de que sus compañeros habían sido detenidos, y que las autoridades les pedían entregar la nave. Elcano larga velas inmediatamente, emprendiendo así la huída. Son muy pocos para gobernar la nao, pero tendrán que arreglárselas. Y decide despistar a los portugueses. Toma rumbo Sur.

Rodeo enorme desde Cabo Verde hasta Sanlúcar de Barrameda, siguiendo la ruta conocida como "volta do mar" que evita los alisios en contra. Los vientos son tan contrarios que no pueden ni soñar con recalar en Canarias y se ven obligados a remontar las Azores, bajar de nuevo frente a Lisboa y doblar el cabo de San Vicente antes de avistar una Sanlúcar de Barrameda.

13 de julio de 1522

Rumbo a las Azores

Navegando a vela, el camino a España desde Cabo Verde no pasan por las Islas Canarias, como habría sido lo más interesante para la Victoria. En esa franja se encuentran alisios constantes en dirección Suroeste, de modo que es un camino cerrado para un velero. El camino de vuelta se conoce como volta do mar, volta do mar largo, volta do largo o volta da mina y fue descubierto en el siglo XV por los portugueses en sus viajes de exploración de la costa africana. Consiste en cruzar la banda de alisios en dirección Noroeste hasta las Azores, o más adelante en función de cómo afecte el anticiclón que siempre encontraremos por allí, para después virar al Este camino de Portugal. Elcano sigue fielmente esta ruta.

Tendrá que atravesar el archipiélago de las Islas Azores, que no suponían peligro pese a también ser portuguesas, puesto que era la ruta normal para la vuelta desde América para los barcos españoles. El viento le ayuda y lo hace a gran velocidad, sin cruzarse con ningún barco.

Pero están ya en agosto y el anticiclón de las Azores les deja sin viento a los pocos días. Pasan una semana sin apenas avanzar. Están ya cerca de la gloria, pero la desesperación y el agotamiento por las bombas de achique, que deben hacer funcionar noche y día, les están dejando exhaustos.

Regreso de Elcano a Sevilla. Elías Salaverría Inchaurrandieta, 1919

6 de septiembre de 1522

La Tierra es redonda, el gran hallazgo de Elcano.

Al fin se levanta el viento y navegan hacia el Cabo de San Vicente. Todavía pasan 14 días, pero al fin, el 4 de septiembre, divisan el cabo, y dos días después, el 6 de septiembre de 1522, entran al puerto de Sanlúcar de Barrameda.

Los sanluqueños ven llegar una nave escorada, parcialmente desarbolada, y de la que asoman 18 escuálidos hombres "flacos como jamás hombres estuvieron" (Elcano) que les dicen ser los supervivientes de la armada de Magallanes, y que vuelven de haber dado la vuelta al mundo cargados de especias. Les acompañaban al menos tres indios de las Islas Molucas, de los 13 que habían embarcado en Tidore nueve meses atrás.

Tres años después, la nao Victoria completa la Primera Vuelta al Mundo al atracar en Sanlúcar de Barrameda. De los 239 hombres que partieron, solo regresan victoriosos 18. El valor de las especias que transportaron no solo cubrió todos los gastos de la expedición, sino que además generó beneficios. Se estima que los supervivientes han recorrido cerca de 42.000 millas, es decir, unos 78.000 kilómetros. No una, sino casi dos vueltas al mundo.

La ciudad se presta a atenderlos. Con varias embarcaciones les ayudan a entrar al Guadalquivir y, aunque es de suponer que allí no les faltó de nada, nos consta incluso cuál fue la comida que se ocupó de pagar la Casa de Contratación en este primer momento: 12 arrobas de vino, 75 hogazas de pan y roscas, un cuarto de vaca y melones.

Talla original de la Virgen de Victoria, a la que acudieron a rezar los supervivientes en procesión al desembarcar. Antes de zarpar, al menos Magallanes también la había visitado. La encontramos en la Iglesia de Santa Ana, del barrio de Triana, Sevilla. La iglesia en la que se ubicaba durante el s. XVI no ha perdurado.

8 de septiembre de 1522

Acción de gracias a la Virgen de la Victoria

Ya han dado la vuelta al mundo pero, orgullosos de su gesta, quieren continuar hasta Sevilla, de donde partieron tres años y veintiocho días atrás. Todavía en Sanlúcar, Elcano escribe orgulloso una carta a Carlos V para dar aviso de su regreso, en la que describe brevemente lo sucedido, y resalta de entre todos sus logros el que considera más importante: haber dado la vuelta al mundo.

Entran al puerto de Sevilla fundiendo en salvas la pólvora que les quedaba. Nuestros héroes tienen presente una promesa hecha a la Virgen durante una tempestad que casi termina con ellos cuando viajaban a Timor, y piden cirios. Así, desembarcan uno a uno en procesión, descalzos y con cirios en la mano, hasta la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria, en Triana, para dar gracias a la Virgen. Traen un preciado cargamento de 27 toneladas de clavo, una increíble fortuna para la época.

El Emperador demostró quedar fascinado con esta noticia, contestando a Elcano de inmediato por carta, para darle "infinitas gracias" y solicitarle que acudiera personalmente a verle "...y porque yo me quiero informar de vos muy particularmente del viaje que habéis hecho y de lo en él sucedido, os mando que luego que ésta veáis, tomeis dos personas de las que han venido con vos, las más cuerdas y de mejor razón, y os partáis y vengáis con ellos donde yo estuviere" ordenando a los oficiales de la Casa de Contratación de Sevilla que se ocuparan de todo. Elcano eligió como acompañantes al piloto Francisco Albo, y al barbero -o médico- Hernando de Bustamante, además de a los indios moluqueños "que deseaban ver al Emperador y estos reinos" (Herrera) .

No cabe mayor heroicidad, capacidad de sacrificio y audacia. Con su regreso, estos 18 hombres no solo entraron al puerto de Sevilla, sino que lo hicieron para siempre en la Historia de humanidad.

Los protagonistas

Fernando de Magallanes

1480-1521

Fernando o Hernando de Magallanes era portugués, nacido en Oporto, y desconocemos su edad ya que ninguna fuente la menciona. Había participado en la conquista de Malaca (Malasia), y mantenido estrecha amistad con Francisco Serrano, un portugués compañero suyo en Malaca —posiblemente su primo— y que había quedado destacado en las Molucas.

Por él, tenía referencias de estas islas, y sabía que se encontraban a la altura del ecuador y tan alejadas hacia oriente que sobrepasaban el antimeridiano portugués. Puesto que sus servicios a la corona portuguesa no fueron valorados como él entendía que merecía, decidió pasar a España y ofrecer su idea a Carlos I, apoyado por un reputado cosmógrafo portugués, Rui Falero. Por los textos que tenemos, Magallanes era un hombre de fuerte carácter, espartano, autoritario, ferviente creyente, valiente hombre de armas y, sin duda, intrépido navegante.

Aunque Magallanes siempre sirvió con lealtad al rey de España, se demoró por mucho tiempo hasta que cumplió con la orden de proporcionar a sus oficiales el camino a seguir y la posición esperada del Maluco, dado que este conocimiento tan reservado constituía el auténtico valor del capitán, y lo quiso preservar. Terminó cumpliendo esta orden tan tarde, justo antes de partir, que el rey pasó a desconfiar de él y quiso limitar su capacidad de mando, poniendo a su mismo nivel a Juan de Cartagena como "conjunta persona". Magallanes receló de Cartagena y no aceptó su autoridad, lo cual generó una gran tensión durante los primeros meses del viaje, acrecentada por los recelos despertados en los castellanos por sus autoritarias maneras, temiendo que los traicionara por ser portugués.

Su perseverancia en la búsqueda del estrecho tuvo recompensa, aunque murió antes de conseguir llegar a la Especiería, luchando valientemente contra los isleños de la isla de Mactán (Filipinas).

Juan Sebastián Elcano

1480-1521

Juan Sebastián del Cano, o también de Elcano como vino a llamársele siglos después —hay cierta controversia sobre la cuestión—, era natural de Guetaria, Guipúzcoa. Contaba con "32 años, poco más o menos" cuando dio inicio la expedición.

Mantuvo un perfil discreto en los primeros meses como maestre de la nao Concepción —era por tanto uno de los oficiales al mando de la marinería—. Será más tarde, poco después de zarpar de Brunéi, cuando terminó asumiendo el mando de la nao Victoria hasta la vuelta, con la extrema dificultad añadida de tener que evitar las rutas y costas portuguesas en el Índico y la costa africana, en una singladura que le consagrará como uno de los mejores marinos de todos los tiempos.

En sus inicios, Elcano adquirió gran experiencia marinera en barcos pesqueros y mercantes, llegando a ser armador de una nave. Sin embargo, tuvo que venderla para poder pagar a sus hombres y lo hizo a unos saboyanos, lo cual estaba prohibido entonces por la Corona. Algunos autores suponen que terminó por alistarse con Magallanes para redimir esta falta, aunque sobre ello no hay nada escrito. Lo que sí consta es que, a su vuelta, el ya Emperador Carlos V perdonó expresamente este hecho.

Tras completar la vuelta al mundo, logró fama y honores, además de ser recompensado por el Emperador con una renta vitalicia de 500 ducados de oro anuales, y un escudo de armas con las inscripción Primus Circumdedisti Me, el primero que me circundaste.

Falleció en el Pacífico en 1526 por intoxicación, causada por la ingesta de un gran pez, posiblemente barracuda, "con dientes como de perro" (Fernández de Oviedo) "y murieron también todos los hombres principales que comían con él, casi en tiempo de 40 días" (Juan de Mazuecos). Por entonces, Elcano estaba al mando de la siguiente expedición al Maluco, conocida como Expedición de Loaysa.

El cronista del viaje

Antonio Pigafetta

Antonio Pigafetta fue un noble italiano del Renacimiento que ejerció de cronista, explorador y geógrafo en viaje alreredor del mudno proyectado por Magallanes. Además, fue caballero de la Orden de San Juan y pudo presumir de ser el primer europeo que relató el descubrimiento del estrecho de Magallanes.

Pigafetta era un hombre renacentista, volcado a la aventura física. Italiano de Vicenza, donde nació hacia 1491 y murió hacia 1534, sin que estas fechas puedan darse por fidedignas. Avezado navegante, fue escogido expresamente por Magallanes, pero no sólo por esta faceta. Además de hombre intrépido, acostumbrado a la aventura, Pigafetta reunía unos conocimientos culturales y científicos poco comunes y era, por otra parte, escritor de talento y pluma ágil. Estas fueron las razones que hicieron valiosa especialmente su participación en la expedición. Gracias a estas dotes, y a un interés netamente científico que en el fondo le movía, Pigafetta redactó un meticuloso Diario del viaje, anotando día a día lo que desfilaba ante sus ojos. Así, durante los tres años que duró la travesía.

Cronista del viaje

El relato de Pigafetta es la fuente individual más importante sobre el viaje de circunnavegación. Tomó notas diariamente, tal como menciona cuando da cuenta de su sorpresa al llegar a España y comprobar que había perdido un día (el debido al sentido de su marcha). Incluye descripciones de numerosos animales, entre ellos los tiburones, el petrel de las tormentas (Hydrobates pelagicus), la cuchareta rosada (Ajaja ajaja) y el Phyllium orthoptera, un insecto semejante a una hoja. Pigafetta capturó un ejemplar de este último cerca de Borneo y lo guardó en una caja, creyéndolo una hoja móvil que vivía en el aire. Su informe es rico en detalles etnográficos. Practicó como intérprete y llegó a desenvolverse, al menos, en dos dialectos indonesios.

Describió en el Diario costas y paisajes, pero también – o quizá habría que decir sobre todo – fue recogiendo una diversidad de datos referentes a la vida, carácter y costumbres de los indígenas, aspectos particulares de sus culturas, etc. En su meticulosidad y rigor, llegó a recoger un amplio vocabulario de voces indígenas. Esto lo hizo con los patagones, y luego lo hizo también con los indígenas de las Molucas, Filipinas y región de Malaca.

La suma de las dos figuras convierte una expedición comercial en un periplo histórico que rompe con antiguas creencias y abre nuevas rutas de comercio que se utilizarán durante siglos.

¿Magallanes o Elcano?

Antonio de Pigafetta, el cronista incondicional de Magallanes, consigue ser recibido en las cortes de Carlos V, Juan III de Portugal y Francisco I de Francia para dar a conocer la aventura, y emprende los trabajos para convertir su cuaderno de notas en un auténtico libro, Relación del primer viaje en torno al globo. Su pluma y la magia de la imprenta hacen el resto: el aura de Magallanes, presentado como héroe de la gesta, crece internacionalmente, mientras el marino vasco que se ha enfrentado a la decisión de dar la vuelta al mundo es deliberadamente silenciado. Una sutil venganza del italiano hacia el hombre que cosechó una gloria que, para él, siempre perteneció al portugués.

«Sin embargo, ambos son complementarios –afirma Luis Mollá–. La gesta no hubiera sido posible sin uno de ellos». La suma de las dos figuras convierte una expedición comercial en un periplo histórico que rompe con antiguas creencias, revela la verdadera escala de nuestro pla­neta y abre nuevas rutas de comercio que se utilizarán durante siglos, hasta la construcción del canal de Panamá. Una expedición multinacional que trasciende en universal y traza una línea de no retorno entre el conocimiento medieval y las innovaciones del Renacimiento.

La explicación de un importante enigma

Al término del viaje se produjo un hecho insólito. Según el Diario de Pigafetta, el día de la llegada a España de la Victoria, el único navío que regresó de la expedición, era el 6 de septiembre de 1522. Pero el día que transcurría en la patria era, sin embargo, el 7. Un auténtico enigma para los acontecimientos de la época, al que Pigafetta dio todas las vueltas posibles a fin de lograr una explicación. Debido a su amplia formación científica, la halló. El enigma había sido explicado ya unos doscientos años antes por el árabe Abulfeda. Sucedía que al dar la vuelta a la tierra yendo hacia el lado de naciente, a cada grado longitudinal que se traspone se ve salir el sol 4 minutos antes. Si se multiplican esos 4 minutos por los 360 grados de una circunferencia, resultan 1.440 minutos, que suman un total de 24 horas. Es decir, los expedicionarios habían ganado un día en su travesía.

Consecuencias del viaje

El impacto geográfico de la circunnavegación fue enorme, ya que la expedición Magallanes-Elcano dio un vuelco a muchas de las convenciones de la geografía tradicional. Proporcionó una demostración de la esfericidad de la Tierra y revolucionó la sólida creencia, tan influyente en el primer viaje de Cristóbal Colón, de que la superficie de la Tierra estaba cubierta en su mayor parte por los continentes.

Pigafetta escribió también un tratado de navegación de inspiración principalmente ptolemaica, pero que contiene la descripción de tres métodos para determinar la longitud, probablemente derivados del de Francisco Faleiro. Dichos métodos eran: 1) mediante el cálculo de la distancia desde un punto de longitud conocida por la observación de la distancia de la Luna desde la eclíptica; 2) por observación de la conjunción de la Luna con una estrella o planeta, y 3) mediante el uso de la brújula. Pigafetta describe también la forma de tomar la altitud de la Estrella Polar para determinar la latitud, cómo conocer la dirección del viento y otros problemas menores de la navegación. Creyó equivocadamente que la dirección de la brújula coincidía con el meridiano de la isla de Hierro. Su descripción del viaje incluye también detalles de la propia navegación, como la descripción del Sol en el cenit, y remite a los lectores interesados a su propio tratado de navegación y a Aristóteles.

La protección de la Virgen María

"El lunes santo, 25 de marzo, me encontré en el mayor peligro. Nos hallábamos a punto de partir y yo quería pescar, para lo cual, para colocarme cómodamente, puse el pie sobre una verga humedecida por la lluvia, hube de resbalarme y caí al mar sin que nadie lo notase.

Afortunadamente, la cuerda de una vela que pendía sobre el agua estaba cerca, me sujeté a ella y me puse a gritar con tanta fuerza que me oyeron, viniendo con el esquife en mi auxilio: lo que sin duda no debe atribuirse a mi propio mérito, sino a la misericordiosa protección de la muy Santa Virgen".

Material extraído de la web La Ruta de Elcano https://www.rutaelcano.com/la-primera-vuelta-al-mundo

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