6. Apostolado

El apostolado consiste en procurar que otras personas se acerquen más a Dios, a Jesucristo y a la Iglesia, mejorando su vida. El bien, ya lo decía Aristóteles, es de suyo expansivo. Cuando alguien tiene algo bueno, una alegría, tiende a compartirla. De ahí surge el apostolado. Un cristiano, por ello, desea comunicar el Evangelio (la Buena Nueva) a mucha gente, compartiendo con ellos esa noticia maravillosa: Dios se ha hecho hombre por nosotros.

LA VIRTUD HUMANA DEL APOSTOLADO

San Ambrosio, comentando un pasaje del evangelio, exclama: “¡Qué grande es el Señor, que por los méritos de algunos perdona a los otros!”. Los amigos que llevan hasta el Señor al enfermo incapacitado son un ejemplo vivo de apostolado.

Estos cuatro amigos ejercitaron en su tarea la virtud de la prudencia, que lleva a buscar el mejor camino para lograr su fin. Dejaron a un lado la “falsa prudencia”, la que llama San Pablo prudencia de la carne, que fácilmente se identifica con la cobardía, y lleva a buscar solo lo que es útil para el bien corporal, como si fuera este el principal o el único fin de la vida. La “falsa prudencia” equivale al disimulo, la hipocresía, la astucia, el cálculo interesado y egoísta, que mira principalmente el interés material. Y, por eso, esta falsa virtud es, en realidad, miedo, temor, cobardía, soberbia, pereza... Si estos hombres se hubieran dejado llevar por la prudencia de la carne, su amigo no habría llegado hasta Jesús, y ellos no habrían sentido el inmenso gozo que vieron brillar en la mirada de Jesús, cuando curó al enfermo.

El cristiano ha de ejercitar en su tarea apostólica otras virtudes humanas para ser un buen instrumento del Señor en su misión de recristianizar el mundo...: fortaleza ante los obstáculos que de un modo u otro se presentan en toda tarea apostólica... Nuestro mundo está necesitado de hombres y mujeres de una pieza, ejemplares en sus tareas, sin complejos, sobrios, serenos...

Cuando nos encontremos hoy cerca del Sagrario no dejemos de hablar al Maestro de esos amigos que deseamos llevarle para que Él los cure.

El Papa en uno de sus discursos dijo: “También en vuestro trabajo cotidiano –ha añadido– tenéis la posibilidad de imitar estas características del Hijo de Dios que 'no vino para ser servido, sino para servir'. Vivido con esta actitud interior, el trabajo puede convertirse en apostolado y en una ocasión inapreciable para transmitir a todos los que encontráis la alegría de ser cristianos”.

6.1. A la búsqueda de perlas

En el ferrocarril de Canadá, en la línea del «Canadian Pacific», dos pasajeros coinciden. Su aspecto no puede ser más diverso. Uno es un hombre de rostro curtido y rasgos duros. Lleva en el cinturón revólver y cuchillo. El otro viste sotana. El primero afirma dirigirse a Klondyke, a buscar oro: dicen que allá abunda. Cuenta al sacerdote las dificultades del oficio. Hay que cavar mucho, y sólo se puede trabajar tres meses al año. La vida cuesta, hay ladrones. Una existencia es dura, pero no importa; se trata de oro.

— Y usted, ¿Dónde va?

— ¿Yo...? Voy a buscar perlas — contesta sonriente. Y prosigue, al comprobar la sorpresa del compañero:

— Voy a tierra de esquimales como misionero para hablar de Jesucristo. Cada alma es una perla preciosa de gran valor, cada alma es inmortal. Me interesa la salvación de las almas. Eso es lo que voy a buscar.

Tihamér Tóth

FICHA DE TRABAJO

Temas: Evangelización, testimonio, entrega.

Pistas para la reflexión

  1. Resume brevemente la historia.

  2. ¿Qué buscaban ambos hombres en Canadá?

  3. ¿Conoces la historia de algún misionero, que dejara todo para “buscar perlas”?

Vocabulario

  • Curtido: que posee mucha experiencia en algo.

  • Inmortal: que no puede morir.

6.2. A por el fogonero

Se acercó a un famoso predicador un hombre, al término de uno de sus sermones, para pedirle que le diera alguna tarea apostólica que realizar.

—¿Cuál es ordinariamente su puesto de trabajo en la vida ?

—Soy maquinista de ferrocarril.

— ¿Es católico el fogonero?

—No.

— ¡Pues ahí tiene su labor!

H. J. Drinkwater

FICHA DE TRABAJO

Temas: Apostolado, trabajo.

Pistas para la reflexión

  1. Resume la historia del fogonero.

  2. ¿Dónde nos pide Dios que demos el primer testimonio apostólico?

  3. ¿Conoces personas que sean testimonio de vida de Jesucristo? ¿Cómo son sus vidas?

6.3. Buen sermón

Habían destinado a un joven sacerdote para que regentara la parroquia de una aldea de Tierra Santa. Fervorosamente preparó el primer sermón; lo llenó de pensamientos elevados y de hermosas citas. Pensó, al acabar, que había predicado un sermón magnífico.

Al final de la Misa se le presentó un árabe de aspecto distinguido, y le pidió ayuda para ingresar en la Iglesia Católica. El sacerdote se sintió feliz. Pero, un poco halagado en su vanidad, no fue capaz de morderse la lengua:

— Quisiera saber qué parte del sermón le impresionó más, hasta el punto de inspirarle esa repentina decisión.

— Pues, propiamente, no he oído el sermón...; he viajado toda la noche y por eso me he dormido en la iglesia. No es la predicación lo que me atrae a la fe cristiana, sino mi chófer. Él es cristiano. Al principio, me reía de él a causa de su religión, pero ahora deseo ser como él.

Tihamér Tóth

FICHA DE TRABAJO

Temas: Humildad, conversión, testimonio.

Pistas para la reflexión

  1. Resume la historia.

  2. ¿Qué es la que movió al árabe a hacerse cristiano?

  3. ¿Cómo hablas de Cristo a los demás?

Vocabulario

  • Regentar: dirigir un negocio. Desempeñar un cargo o empleo.

  • Fervor: entusiasmo, ardor, eficacia con que se hace algo.

  • Sermón: discurso religioso que se predica para la enseñanza de la buena doctrina.

6.4. El buen pastor

Cuando el pastor anglicano empezó a visitar la casa del agnóstico del pueblo con más frecuencia que las de los que asistían regularmente a los oficios, éstos comentaron entre sí:

— Decididamente este hombre no tiene ningún sentido pastoral.

FICHA DE TRABAJO

Temas: Servicialidad, conversión, caridad.

Pistas para la reflexión

  1. ¿Qué decía la gente del pastor?

  2. ¿Por qué crees que actuaba así el pastor?

  3. ¿Recuerdas algún texto del Evangelio en el que acusen a Jesús de hacer algo parecido? Coméntalo.

Vocabulario

  • Agnosticismo: doctrina filosófica que niega al entendimiento humano la capacidad de llegar a comprender lo absoluto y sobrenatural.

  • Oficio: servicio religioso.

6.5. No mires el título del cuadro

Muchos años llevaba el anciano religioso postrado en una silla de ruedas. Con el tiempo había aprendido a manejarse con la escasa fuerza de sus brazos y se le solía ver deambulando por los pasillos del convento con una expresión de extraña indiferencia en el rostro. A veces se pasaba largas horas sin cruzar palabra con nadie, viendo pasar a unos y a otros desde su móvil garita.

Aquella tarde, un joven hermano que había venido de visita se lo encontró en el pasillo:

— ¡Hermano Amadeo! ¿Qué hace usted aquí?

— Pues ya ve, contemplando este cuadro.

Efectivamente, ante ambos se descubría una lámina de considerables dimensiones. El joven apenas había reparado en ella, una escena gótica en la que se veía a la derecha a una figura regia, vestida con elegante túnica, a la que seguían detrás unas cuantas figuras más, de túnicas más sencillas.

— Me gusta contemplar este cuadro – prosiguió el anciano —. Todos los días me detengo un rato ante él. Me gusta ponerme a este lado y sentirme como un discípulo más de los que siguen a Jesús…

El joven, después de una rápida ojeada, dirigió instintivamente su mirada a una de las esquinas de la lámina en busca de la, para él, necesaria referencia. Inmediatamente se arrepintió de su precipitado reflejo: “Giotto: la Virgen María y su séquito nupcial”.

— Tiene razón, hermano. Gracias por haberme hecho descubrir este cuadro. A mí también me impresiona esta figura de Jesús seguido por sus discípulos…

FICHA DE TRABAJO

Temas: Bondad, sencillez.

Pistas para la reflexión

  1. Resume brevemente la historia.

  2. ¿Qué enseñanza sacaba el anciano religioso de aquel cuadro?

  3. ¿Por qué crees que el joven hermano no corrige al anciano de su error?

Vocabulario

  • Garita: pequeño cuarto del portal que ocupa el portero.

  • Regio: suntuoso, grandioso.

6.6. El jorobado

En un pueblo había un hombre que era todo bondad y que dedicaba su tiempo a ayudar a los demás. Pero ocurre que ese hombre, que siempre vestía con una capa larga hasta los tobillos, llevaba debajo de esa prenda una enorme joroba.

Su aspecto era bello pero aquella joroba lo transformaba en un ser deforme y casi toda la gente del lugar se burlaba de él, le palmeaban la giba entre risotadas y no lo tenían en cuenta para nada a pesar de que él tenía en cuenta a todos y a cada uno, preocupándose y ayudándolos.

Algunos, incluso, si estaban de malhumor le arrojaban piedras porque no les gustaba tener cerca a alguien a quien veían como una especie de monstruo. “Por algo será que Dios lo castigó de esa manera” decían algunos que, por supuesto, desconocían si existía ese "algo" al que hacían mención. El hombre de la joroba, mientras tanto, bajaba la cabeza y jamás respondía a ninguna de las agresiones o los desprecios. Seguía yendo de un lado a otro del pueblo, bamboleando en cada paso el gran bulto que llevaba en su espalda, y ofreciéndose para lo que desearan. Un chico, solamente uno de los chicos del pueblo, lo trataba con amor, le sonreía, hablaba con él y lo tomaba de la mano para acompañarlo en sus recorridos.

Un día, la gente del pueblo pareció ponerse de acuerdo para despertar de pésimo humor. Como este tipo de cosas es contable, discutiendo entre ellos por pequeñeces, empujándose, mirándose con mala cara. De repente apareció, como siempre el hombre de la capa y la joroba. Eso sólo les faltaba a los iracundos habitantes del lugar. Como en casos así, los humanos, por su curiosa forma de actuar, buscan descargar sus iras en los más indefensos, el hombre de la joroba fue de inmediato el blanco elegido por todos. De las agresiones verbales, que fueron creciendo cada vez más y con mayor crueldad, pasaron casi enseguida al ataque físico. Algunas piedras, al principio. Luego, con esa ira que es más ciega cuando es de muchos, comenzaron a armarse con palos y algunas herramientas y lo cercaron. Rodeándolo, se disponían ya a atacarlo cuando el chico se abrió paso entre todos y se puso junto a su amigo jorobado. Hubo un instante de duda. Y fue entonces que el niño les hablo y les dijo: "No pueden tocarlo. Gracias a él muchas desgracias que pudieron ocurrir en nuestro pueblo no ocurrieron, muchos enemigos se amigaron, muchas familias siguen unidas, muchos hombres conservan sus trabajos y muchas mujeres a sus hijos... Nos trajo el bien y ustedes eligen ahora pagarle con el mal y él no puede hacer nada para evitarlo... Nunca me dijo quién es, pero yo lo sé..."

Y, dicho esto, tomó la capa del deforme y la arrancó de un tirón. En ese momento quedaron al descubierto dos bellas y luminosas alas a las que todos, hasta entonces, habían confundido con una joroba. El ángel besó al niño en la frente y se fue en silencio, sin un reproche, caminando en medio de los hombres del pueblo que se abrían a su paso estupefactos, dejando caer sus armas y más de una lágrima, aun los más rudos...

FICHA DE TRABAJO

Temas: Bondad, paz, amabilidad.

Pistas para la reflexión

  1. Resume brevemente la historia

  2. ¿Por qué trataban mal al hombre de la joroba?

  3. ¿Qué había detrás de ese hombre?

  4. ¿Conoces a tu alrededor pequeños “ángeles”, de los que la sociedad se burla pero que encierran un gran corazón?

Vocabulario

  • Giba: joroba.

  • Iracundo: propenso a la ira, colérico.

  • Reproche: censura, crítica, reprimenda.

6.7. Joven sindicalista

Vivíamos seis en dos habitaciones. ¿Qué habría podido hacer allí dentro al volver de la fábrica? Por la tarde me dedicaba a recorrer calles. Tenía diecisiete años. Iba por las plazas a charlar con las chicas, veía alguna película, tomaba unas copas en el bar.

Y fue precisamente mientras callejeaba cuando sentí una llamada. Un joven que se valía de un truco que él llamaba la JOC (él pronunciaba “la joque”) me dijo: «Roger, te invito a que vengas a nuestra Asamblea general». Allí vi a jóvenes que tomaban la palabra, a muchachos obreros como yo. Era algo increíble. Decían que era posible cambiar las cosas en nuestra vida de obreros. Utilizaban palabras que yo entendía perfectamente. Aquella tarde me uní a la lucha obrera. Es preciso decir además, que había allí un ambiente sagrado. Cantos que le ponían a uno la carne de gallina. «Ten orgullo, obrero. Sin ti, ¿qué sería del mundo?». Los cantos hablaban del amor más fuerte que el odio, de que habrá que construir un mundo mejor. Palabras grandes pero, ¿Cómo iba a ser posible poner a los jóvenes en pie a no ser con palabras? «Jocista, adelante». ¡Seguro que habrá que ir hacia adelante!

Empecé a asistir a las reuniones con asiduidad y un día me afilié. Desde que vieron mi insignia en el taller — aquello tenía que pasar —, empezaron a atacarme. Pero no por el problema obrero; por la religión, por los curas. Entonces aquello me planteó cuestiones sobre esa palabra, «Joque» (Juventud Obrera Cristiana). Era preciso que yo viera mejor por qué la JOC apelaba a Cristo. Cuando me decían en el taller: «Tú vas con los curas», les decía: «No, yo voy con los jóvenes trabajadores». Un día les dije con toda claridad: «¡Yo voy con Cristo!». Aquello resultó curioso.

Les pedí el librito que tenían y que ellos llamaban el evangelio. Cuando me puse a leerlo, prometí que mi vida iba a cambiar. Acepté ir a una reunión muy especial, un retiro. Aquello fue inolvidable. Por la tarde nos hablaban de Cristo; luego nos decían que habláramos nosotros mismos con él cuando estuviéramos solos. Yo sabía que en nuestra clase obrera él no era conocido; yo sí que lo conocía, le oía hablar en el evangelio. Cuando él dice: «Ahora os llamo amigos», comprendí que él me decía: "Roger, yo te llamo amigo mío"».

Recogido de André Séve (Alfonso Francia)

FICHA DE TRABAJO

Temas: Conversión, solidaridad, compromiso.

Pistas para la reflexión

  1. Resume brevemente la historia.

  2. ¿Qué hizo el amigo de Roger para ayudarle?

  3. ¿De qué manera cambio la vida de Roger?

Vocabulario

  • Asiduidad: frecuencia, puntualidad, constancia.

  • Retiro: ejercicio piadoso que consiste en practicar ciertas devociones retirándose por uno o más días, en todo o en parte, de las ocupaciones ordinarias.

6.8. Fray ejemplo

Un día se dirigió San Francisco de Asís a uno de sus frailes:

— Vamos a predicar.

Se fueron por las calles; no se pararon en parte alguna, y Francisco no pronunció ni una palabra en todo el camino. Al llegar a casa, el hermano preguntó con timidez:

— Padre, ¿lo habéis olvidado?

— ¿Qué es lo que he olvidado, hermano?

— Dijisteis que íbamos a predicar.

— Ya hemos predicado—fue la respuesta misteriosa de Francisco.

A muchas personas la sola presencia del Santo, pobre y sacrificado, ya les servía de ejemplo.

T. Tóth

FICHA DE TRABAJO

Temas: Apostolado, testimonio.

Pistas para la reflexión

  1. ¿Qué fueron a hacer Francisco y el fraile por la ciudad? ¿Qué sucedió?

  2. ¿Dónde quedó la predicación de San Francisco?

  3. ¿Qué significa predicar con el ejemplo? ¿Cómo lo haces tú?

6.9. El sueño

Había una vez un hombre que tuvo un sueño, en el que Dios le encomendaba una importante misión: “debes cambiar el mundo, para convertirlo en un mundo mejor… le dijo”. Al día siguiente cuando el hombre despertó, se dijo. Y ahora ¿por dónde empiezo?

Entre ¿todos los países del mundo?, pues empiezo con mi país y ¿de todas las ciudades?, empiezo, con la mía y ¿entre todos los barrios? Pues, empiezo con el mío y ¿entre todas las viviendas? Pues, empiezo por mi casa y ¿entre todos los miembros de mi familia?, pues empezaré conmigo mismo…

Autor desconocido

FICHA DE TRABAJO

Temas: Conversión, humildad, sencillez.

Pistas para la reflexión

  1. ¿Qué misión encomienda Dios al hombre de la historia?

  2. ¿Qué hace el hombre? ¿Por qué?

  3. ¿Qué es una utopía?

  4. ¿Cómo tratas diariamente de cambiar el mundo cambiándote a ti mismo?

Vocabulario

  • Encomendar: encargar a alguien que haga una cosa. Poner bajo el cuidado de alguien.

  • Utopía: proyecto, idea o sistema irrealizable en el momento en que se concibe o se plantea.

6.10. Llegar hasta lo heroico

Juan Ignacio, recién terminados sus estudios primarios, se me presentó con su madre, pidiendo una carta de recomendación para un comercio de ultramarinos, que había puesto este anuncio: Se necesita un aprendiz. Yo le conocía desde hacía varios años; siempre le vi portarse bien; le di la carta, y quedó admitido.

Ocupación frecuente para un aprendiz en un comercio de ultramarinos es hacer recados. Juan Ignacio los hacía en bicicleta y se portaba bien. Estaba contento. Llevaba ya un mes en su oficio, y cada semana entregaba el jornal en casa, recibiendo después algunas pesetillas, cada domingo, para ir al cine o al fútbol con sus amigos.

Estaba contento. Pero he aquí que surgió un nubarrón en su felicidad infantil y despreocupada. Este nubarrón fue Evaristo Cienfuegos Gil, el almacenero de la casa, hombre de genio endiablado y, lo que era infinitamente peor, bastante blasfemo. Juan Ignacio sufría mucho cada vez que le oía lanzar aquellos disparates contra Dios y contra la Hostia Santa. Interiormente replicaba con una jaculatoria: ¡Alabado sea Dios!, pero no se atrevía a decir nada al hombre.

Y por eso sufría. Le asaltaba el remordimiento de que se estaba portando como un cobarde. Al fin, pasadas esas cuatro semanas, cuando ya se sentía con más dominio de la situación y cuando todos le querían en la casa por su buena conducta, se plantó ante el señor Evaristo una tarde, cuando éste, desde la puerta del comercio, le gritó que trajera pronto el encargo al que le había enviado, y remataba la orden con una blasfemia. Juan Ignacio frenó en seco, salto de la bicicleta y se acercó a Evaristo:

— Mándeme usted todo lo que tenga que mandarme, que para eso estoy; pero no diga esas blasfemias...

Y aguantó firme, dispuesto a recibir una bofetada o un puntapié. Pero no hubo nada de eso. Evaristo, admirado de la valentía del niño, le dijo:

— Sí... esta maldita costumbre...

Juan Ignacio se alegró mucho: ¡podría impedir que el hombre siguiera blasfemando y así desaparecería aquella tortura de su conciencia! Por eso, cuando días después Evaristo soltó otra blasfemia, le replicó lo mismo, y el hombre también se conformó:

— Es verdad, chico...

Y añadió algo inesperado:

— Mira; tú mismo me ayudarás a quitar esta costumbre maldita. Cada vez que yo diga una blasfemia y que tú me avises, te daré cinco pesetas.

Pasaron los días, Evaristo blasfemó, Juan Ignacio le avisó. Aquél le replicó; pero tampoco le dio las pesetas. Y así cuatro o cinco veces.

Hasta que un día, habiendo enviado Evaristo al chico con dinero para comprar tabaco, Juan Ignacio le entregó las vueltas, retirando treinta pesetas:

— Estas me las debe usted por las seis veces que le avisé...

— Sí... Esas pesetas son tuyas.

¿Y qué hizo Juan Ignacio con aquel dinero? Aquí viene lo heroico: compró una vela, y la puso ante el Santo Cristo de la Parroquia, para pedirle que Evaristo dejara definitivamente blasfemar. ¡Y aquella vela quedó, allí encendida, como la súplica de muchacho generoso, que sacrificaba las treinta pesetas por caridad hacia el mismo hombre que tanto le había hecho sufrir! Y todavía hizo más Juan Ignacio: Advirtió que en su casa empezaban a menudear los disgustos familiares. Su madre, tal vez por haber llegado a esa edad en que las mujeres tienen más preocupaciones críticas, se iba amargando y reñía por cualquier cosa. Un día Juan Ignacio le oyó esta queja:

— Nadie se acuerda de mí. Las amigas de otros tiempos ya no me hacen caso...

Entonces Juan Ignacio, de sus pequeños ahorros, compró una tarta y encargó en la pastelería que la mandaran a su madre, diciendo sólo que era de parte de una amiga de la infancia. La buena señora sintió un alegrón, y comentaba con su marido y con sus hijos sobre quién podría ser la amiga que le enviaba aquel regalo.

Así lo hizo Juan Ignacio varias veces, para que volviera la alegría a su madre. ¡Y eso que aquella madre, seguramente sin pretenderlo, había hecho sufrir mucho al mismo Juan Ignacio pocos días antes!

Es hermoso llegar — en la generosidad — hasta lo heroico. También tú llegarás, si adoptas la resolución de cumplir las exigencias del Evangelio.

FICHA DE TRABAJO

Temas: Bondad, respeto, convivencia, felicidad.

Pistas para la reflexión

  1. Resume la historia de Juan Ignacio

  2. ¿Qué le dolía al aprendiz? ¿Qué hizo para remediarlo?

  3. ¿De qué manera ayudó a su madre?

  4. ¿Cómo ayudas a las personas de tu alrededor?

Vocabulario

  • Blasfemia: palabra o expresión injuriosa contra Dios o las personas o cosas sagradas.

  • Jaculatoria: oración muy breve y fervorosa.

  • Remordimiento: inquietud tras una acción propia censurable.

CITAS, PROBERVIOS Y REFRANES

“No olvidemos nunca que es el Señor el que guía a la Iglesia y hace fecundo nuestro apostolado”. SS. Francisco

“Así como el clamor del océano se compone del ruido de cada una de las olas, así la santidad de vuestro apostolado se compone de las virtudes personales de cada uno de vosotros”. Josemaría Escrivá de Balaguer

“Con la oración y el sacrificio se prepara la acción”. San Juan Bosco

“El deseo de "enseñar", y "enseñar de corazón", crea en los alumnos un agradecimiento, que constituye terreno idóneo para el apostolado”. San Josemaría Escrivá de Balaguer

“El celo apostólico «viene del conocimiento de Jesucristo»”. SS. Francisco

“Es preciso que seas "hombre de Dios", hombre de vida interior, hombre de oración y de sacrificio. —Tu apostolado debe ser una superabundancia de tu vida "para adentro"”. San Josemaría Escrivá de Balaguer

“Es inútil que te afanes en tantas obras exteriores si te falta Amor. —Es como coser con una aguja sin hilo. ¡Qué pena, si al final hubieras hecho "tu" apostolado y no "su" Apostolado!” San Josemaría Escrivá de Balaguer

“Hay quienes con mucha facilidad se sienten inclinados a creer que lo más importante hoy es hacer apostolado, y que por lo mismo la oración queda desplazada a un segundo plano”. Pedro Finkler

“La formación de un apóstol del Reino dura lo que dura su vida”. Regnum Christi

“La vocación cristiana, por su misma naturaleza, es también vocación al apostolado”. Apostolicam actuositatem

“Un apostolado que no brote de una fuente caudalosa de oración y vida interior, está llamado al fracaso”. Regnum Christi

“Que la soledad, la oración y el sacrificio sean la fuente de nuestro apostolado”. Francisco Palau y Quer

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