Juan Pablo Bonet

Nació en Jaca en el año 1560. Realizó los estudios de la carrera sacerdotal. Destacó como diplomático. Creó un sistema especial para enseñar a hablar a los mudos. Escribió “Reducción de las letras y arte de enseñar a hablar a los mudos”.

Aportaciones en el campo de la educación

Su principal aportación nos la ha dejado a través de su libro citado más arriba:

Pensamientos

Causas de la mudez. La mudez en el hombre procede de una de dos causas, y pueden así mismo estar ambas en un sujeto. La Primera y más general que experimentamos en los mudos es la sordera, que impedido aquel sentido con tan gran extremo y siendo el hablar lo mismo que imitar lo que ha oído se sigue que no podrá hablar el que oír no pudiere no obstante que el instrumento de la lengua es hábil, suelto y libre para exhibir el movimiento que usa en la pronunciación de las palabras… La segunda causa es que de la propia manera que pudo acudir humor que impidió el oído, pudo acudir humor que impidiese el movimiento de la lengua, o la naturaleza haber sido defectuosa en aquella parte, como fue en el oído o en los nervios instrumentales de la lengua; de manera que también oyendo una persona ser muda por el defecto de la lengua y otros pueden serlo por ambas causas… A los que fueren por la de no oír (que esto es lo general) puede con este arte enseñárseles a hablar, más aquellos que por el impedimento de la lengua son mudos, de manera que aunque oyeren lo fueran, no será posible enseñarles.

La edad en que parece estar más a propósito para ser enseñado el mudo a hablar, es muy de considerar que es bastante embarazo el haber muchos años que no usa de ella… ; si han estado mucho estos instrumentos (de la voz) sin usarlos, bien se echa de ver la bronqueza en que se hallarán y así de 6 a 8 años es la mejor edad para enseñarle.

Para llegar a oír. Son necesarias cuatro cosas, eficiente causa, órgano conveniente, atención del ánima, y medio porque oímos… De estas cuatro cosas, si cualquiera de ellas faltare, es bastante para ensordecer; en el mudo faltan las dos, causada la una de la otra, que estar retirada la virtud animal auditiva, aunque las otras dos procuren obrar… Este arte (de hablar) es tan ajustado a la naturaleza que parece que se ha convertido ella en él o en ella, porque las acciones demostrativas son la lengua natural.

Teniendo el mundo su boca en la forma en que los que no lo somos la ponemos para la formación de una letra, y arrojando la respiración, formará el sonido que nosotros, y en sabiendo formar el número de respiraciones que significan nuestras letras, sabrá leer, que esta facilidad trae consigo el haber dádolos nombre simples, pues con irlas nombrando el mudo aprisa, guardando en las dicciones las pautas, irá leyendo y porque antes de enseñarles a que nombre las letras en voz, las ha de conocer muy bien, y saber por demostraciones de la mano lo que representa cada una.

Sobre la lectura labial. Entender los mudos aquello que se les dice por el movimiento de los labios del que habla con ellos no es enseñanza necesaria, antes bien, sería muy defectuosa cosa el enseñárselo, que aunque parezca que se puede sujetar a arte, no fuera general, sino tan singular que sólo el maestro y discípulo se entendieran, porque cuando estamos hablando vamos pronunciando los sonidos que significan las letras con las formaciones que hacemos en la boca, que ya el mudo tiene conocidas, y de esto sabe las diferencias que tiene, que las más de ellas, es mediante las mociones de la lengua, y para ir leyendo el mudo por la boca del que habla, ha de ver la formación de cada letra como en la mano cuando le hablan por ella, que entiende por las mociones de los dedos, porque ellos van formando las letras y el mundo las va viendo y leyendo, y fuera ilícita cosa obligar a que todos los que hablasen al mudo lo hiciesen boquiabiertos, pues en el tono común en que se acierta a hablar no se abre la boca tanto que mostremos los movimientos que dentro de ella se hace, y sin verlos no pudiera el mudo entenderlos.

Compruébase con que los mudos que han alcanzado esto ha sido sin ser enesañdos, sino que la necesidad les enseñó, ayudándoles mucho la naturaleza… y no se podrá hallar que de la parte del maestro haya razón verosímil para poder enseñar, porque como una persona no puede enseñar a leer lo que él no supiere, tampoco podrá dar reglas para que el mundo entienda por los movimientos de los labios de los que le hablaren, si el mismo maestro no entiende por los mismos movimientos, a los que también hablaren con él.

De manera que el mudo por su necesidad ha de ser maestro de sí mismo, por medio de su mucha atención como algunos lo han sido sin ser enseñados.

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