Arte y Liturgia
Ascensión
Andrea Mantegna
21 mayo 2023: Domingo de la Ascensión
por Javier Agra Rodríguez
Lectura de los Hechos de los apóstoles 1, 1-11
En mi primer libro, Teófilo, escribí de todo lo que Jesús hizo y enseño desde el comienzo hasta el día en que fue llevado al cielo, después de haber dado instrucciones a los apóstoles que había escogido, movido por el Espíritu Santo. Se les presentó él mismo después de su pasión, dándoles numerosas pruebas de que estaba vivo, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios.
Una vez que comían juntos, les ordenó que no se alejaran de Jerusalén, sino: «aguardad que se cumpla la promesa del Padre, de la que me habéis oído hablar, porque Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo dentro de no muchos días».
Los que se habían reunido, le preguntaron, diciendo: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino a Israel?».
Les dijo:
«No os toca a vosotros conocer los tiempos o momentos que el Padre ha establecido con su propia autoridad; en cambio, recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y “hasta el confín de la tierra”».
Dicho esto, a la vista de ellos, fue elevado al cielo, hasta que una nube se lo quitó de la vista. Cuando miraban fijos al cielo, mientras él se iba marchando, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les dijeron:
«Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevado al cielo, volverá como lo habéis visto marcharse al cielo».
Evangelio S. Mateo 28, 16-20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado.
Al verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo: «Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos».
Reflexión sobre el Evangelio
Mateo concluye su versión del evangelio de forma magistral. En estos cinco versículos condensa su cristología y su visión eclesiológica.
Los discípulos vuelven al origen, a Galilea donde comenzó toda su relación con Jesús. La Ascensión es incluso simbólica, Jesús sube al monte y sus discípulos esperan allí como cuando lanzó su manifiesto (capítulos 5 – 7) y cuando se transfiguró (17).
Los once del momento de la Ascensión representan a toda la Iglesia, por eso “algunos dudaron”. Todos ven al resucitado y han de ser sus testigos, sus misioneros. Jesús, con la autoridad recibida del Padre (alusión a Daniel 7, 14), envía a sus discípulos a una misión universal y no para hacer muchos discípulos sino para que quienes lo sean, sean discípulos en nombre de Jesús. Como señal de consagración misionera administrarán el bautismo con la invocación trinitaria de Dios que es Padre, Hijo, Espíritu Santo.
Mateo plantea que se inaugura aquí el tiempo de la Iglesia, donde siempre hemos de vivir en la misión de anunciar al Resucitado con la certeza de la presencia de Jesús hasta el final de los tiempos.
El cuadro
De entre la abundancia de pintura que recoge este momento, presento “LA ASCENSIÓN” de ANDREA MANTEGNA, pintor del Cuatrocento italiano (Isla de Cartudo, actual Piazzola sul Brenta 1431 – Mantua 1506). Pintó esta abra el año 1460 y se puede contemplar en la Galería de los UFFIZI.
Los colores que plantea el autor son llamativamente atrayentes a la vista. El poderoso celaje de intenso azul está atenuado por el rojo tono del amanecer que aportan los ángeles como en un baile constante alrededor de la figura solemne de Jesús que asciende con el estandarte de la Resurrección, mientras bendice a los discípulos reunidos, en la parte inferior del cuadro, como imagen de la totalidad de la Iglesia y bendice también a la tierra entera presente en la montaña y en la vegetación que llena de vida un lugar que podría parecer árido en torno a la tumba ya vacía pues la vida ha triunfado para siempre.
Los apóstoles rodean a María y así forman un círculo como expresión teológica de la comunidad entre iguales que es la Iglesia desde su inicio; cada uno de los componentes tiene una expresión indicando que el evangelio de Jesús se vive y expresa en diferentes carismas para el servicio de la comunidad; todos miran a Jesús que se dirige al Padre y nos promete el Espíritu Santo que ya parece sobrevolar entre los diferentes tonos de azul y de pinceladas blancas que revolotean entre el cielo y la tierra.
Javier Agra Rodríguez
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