27 noviembre 2022: I Domingo de Adviento
por Javier Agra Rodríguez
¡Qué alegría cuando me dijeron:
«Vamos a la casa del Señor.!
Ya están pisando nuestros pies
tus umbrales, Jerusalén. R.
Allá suben las tribus,
las tribus del Señor.
Según la costumbre de Israel,
a celebrar el nombre del Señor;
en ella están los tribunales de justicia,
en el palacio de David. R.
Desead la paz a Jerusalén:
«vivan seguros los que te aman,
haya paz dentro de tus muros,
seguridad en tus palacios.» R.
Por mis hermanos y compañeros,
voy a decir: «la paz contigo.»
Por la casa del Señor, nuestro Dios,
te deseo todo bien.
Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre. Porque como en los días que precedieron al diluvio, comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca, y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrastró a todos, así será también la venida del Hijo del hombre.
Entonces, estarán dos en el campo: uno es tomado, el otro dejado; dos mujeres moliendo en el molino: una es tomada, la otra dejada.
Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Entendedlo bien: si el dueño de casa supiese a qué hora de la noche iba a venir el ladrón, estaría en vela y no permitiría que le horadasen su casa. Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del hombre.
Reflexión sobre el Evangelio
Comenzamos el Tiempo de Adviento. Feliz año nuevo.
Para los creyentes la historia personal y en su conjunto es un camino progresivo marcado por las visitas y la presencia de Dios en momentos, días, acontecimientos: el Señor vino, viene y vendrá para salvar, por eso hablamos de cada instante como “el día del Señor” que anunciamos y celebramos en la liturgia diaria y en los tiempos litúrgicos.
El Antiguo Testamento está transido de esta expresión y esta esperanza. Jesús recoge estos elementos de lucha, de apocalipsis, de elementos cósmicos, de desconocimiento del día y de la hora que nos impelen a estar siempre vigilantes y en espera, porque el Hijo del Hombre vendrá para salvar desde su victoria definitiva.
Los seguidores de Jesús esperamos con gozo, con fortaleza, con esfuerzo la venida del Señor mientras transformamos esta tierra para que sea un lugar de acogida definitiva desde la libertad, la igualdad, la paz… porque somos hijos de la luz.
Este Primer Domingo de Adviento comenzamos a leer el evangelio de Mateo, que será nuestro texto fundamental durante todo el año en este Ciclo A. Buena oportunidad para repasar el citado evangelio de nuestro compañero de viaje. Comenzamos su lectura con un texto de su capítulo veinticuatro de los veintiocho que lo componen. La Iglesia nos sigue recordando el final de los tiempos y la esperanza y seguridad que tenemos cuando estamos apegados a nuestro Padre Dios en la persona de Jesús el Cristo con la serena fortaleza del Espíritu Santo.
El cuadro
Para ilustrar el texto, aporto el cuadro “ENTRADA DE LOS ANIMALES EN EL ARCA DE NOÉ” de JACOPO BASSANO (Bassano del Grappa, Véneto, 1510 – 1592) pintado hacia 1570 que podemos admirar en el MUSEO DEL PRADO.
El pintor es fiel a la narración del libro del Génesis 6. Son ocho personas las que se salvan en el arca, número simbólico que nos recuerda la salvación o el tiempo definitivo de la resurrección en la que ya estamos inmersos desde la Resurrección de Jesucristo. Vemos a los diferentes personajes atareados en la ocupación de ir acoplando a los animales, una pareja de cada especie, en el arca; en primer plano Noé contempla la viveza y prolija naturaleza de animales, vegetación y vida mientras eleva la mirada como escuchando la palabra de Dios que le indica los pasos a seguir en cada momento en esta vida a la que pretende salvar.
Jacopo Bassano se tomó varias licencias pictóricas: vemos algunos animales en número de tres, los leones están precedidos por la veloz águila y el intrépido jabalí. Multitud de animales conviven en armonía mientras les llega el turno de entrar en la salvación del arca, que desde el principio del cristianismo se ha visto como símbolo de la Iglesia donde podemos entrar todos y encontrar la salvación.
La luz del amanecer va iluminando la escena en una profundidad llena de emoción, de esperanza, de movimiento y vida. Los tonos claros hablan al espectador de vida y salvación. Las ocho personas, Noé y su mujer, sus hijos Sem, Cam, Jafet y sus esposas, ocupan el espacio del cuadro como en un planteamiento escénico que nos llevan a contemplar todos los rincones del cuadro.
Javier Agra Rodríguez
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