4 septiembre 2022: XXIII Tiempo ordinario
por Javier Agra Rodríguez
Oh Dios y Padre nuestro:
Hemos aceptado tu invitación
a seguir a tu Hijo Jesucristo como discípulos suyos.
Que tu Espíritu nos dé la sabiduría y la fortaleza
para tomar en serio nuestra fe
y para aceptar nuestra misión en la vida
con todas sus consecuencias.
Que el Espíritu Santo nos ayude
a seguir el camino de Jesús
sin miedo ni desaliento,
porque estamos seguros
de que él nos va a llevar a ti,
nuestro Dios bondadoso
por los siglos de los siglos.
En aquel tiempo, mucha gente acompañaba a Jesús; él se volvió y les dijo:
Si alguno viene a mí y no pospone a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, e incluso a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no carga con su cruz y viene en pos de mí, no puede ser discípulo mío.
Así, ¿Quién de vosotros, si quiere construir una torre, no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla? No sea que, si echa los cimientos y no puede acabarla, se pongan a burlarse de él los que miran, diciendo: “Este hombre empezó a construir y no pudo acabar”. ¿O qué rey, si va a dar la batalla a otro rey, no se sienta primero a deliberar si con diez mil hombres podrá salir al paso del que lo ataca con veinte mil?
Y si no, cuando el otro está todavía lejos, envía legados para pedir condiciones de paz.
Así pues, todo aquel de entre vosotros que no renuncia a todos sus bienes no puede ser discípulo mío.
Reflexión sobre el Evangelio
El Domingo XXIII del Tiempo Ordinario que celebramos hoy nos invite a medir nuestras fuerzas, a dar la medida mejor que podamos para la construcción de nuestra vida y del Reino de Dios.
Coincide, por ser día ocho de septiembre, con el recuerdo del Nacimiento de María, la Virgen madre de Jesús. Festividad que se celebra en numerosos lugares con diferentes advocaciones marianas.
Tenemos pocas noticias en el Nuevo Testamento sobre María, menos aún sobre su infancia. Los datos que nos han llegado y que han inspirado a pintores, poetas, músicos y otros artistas están tomados fundamentalmente del evangelio apócrifo “Protoevangelio de Santiago” que dedica los dieciséis primeros capítulos a María hasta el nacimiento de Jesús, los primeros cinco capítulos están dedicados al Nacimiento de María, en Nazaret, hija de Joaquín y Ana, descendiente de la familia del rey David.
El pintor barroco José Leonardo (Calatayud 1601 – Zaragoza 1652) tiene un vistoso cuadro sobre este acontecimiento, en el Museo del Prado. Otros pintores has dedicado algún momento de sus pinceles a este momento, también cantado por diversos poetas.
“Canten hoy pues nacéis Vos, / los ángeles, gran Señora, /
y ensáyense desde ahora /para cuando nazca Dios”
LOPE DE VEGA, Pastores de Belén. La Iglesia ha recogido este poema y lo reza como himno de Vísperas en la Natividad de María.
Calderón de la Barca, dedicó una pieza teatral a María: “La Hidalga del Valle”
El cuadro
Acompaña al comentario de esta celebración, un óleo de JUAN PANTOJA DE LA CRUZ, “EL NACIMIENTO DE LA VIRGEN” pintado el año 1603, que está en el Museo del Prado. Nació en Valladolid el año 1553, murió en Madrid el 26 de octubre de 1608. Pintor de la corte de Felipe II y de Felipe III.
El cuadro presenta diferentes escenas situadas en diversos planos que le conceden una intensa profundidad. Está coronado por la luminosa presencia del Espíritu Santo en forma de paloma, acompañado por dos ángeles; de este modo enmarca Juan Pantoja de la Cruz su pintura en el marco espiritual desde el primer vistazo.
María acaba de nacer y está siendo preparada para entregársela a su madre, Ana, quien descansa en el lecho del esfuerzo de la maternidad reciente. La cama está cubierta por un dosel que recalca el entorno palaciego de toda la obra de nuestro pintor, también las de tema religioso. Las siete personas que ocupan los diferentes planos están marcando zonas de luz y de magnificencia en la escena. Desde las tres sombreadas figuras del fondo que acompañas a Ana, pasando por las blanquísimas damas que sostienen toalla y ropas también de un blanco iluminado, hasta el primer plano en que las personas que asean a María y nos la presentan, al mismo tiempo entregan la luz y la esperanza de redención a toda la humanidad y a cada persona que se acerca a contemplar la escena.
El cuadro está lleno de detalles, adornos, pliegues de ropas cortesanas… porque estaba pintado para adornar las estancias de la reina Margarita de Austria, esposa de Felipe III y porque también entre las figuras aquí pintadas se pueden reconocer personas de la familia real.
Pero han pasado años y siglos, a quienes hoy contemplamos esta escena nos llega el asombro de una niña llena de luz que nos traerá el Camino, la Verdad y la Vida en Jesús de Nazaret, el Cristo Resucitado.
Javier Agra Rodríguez
Los textos e imágenes que se muestran en esta web se acogen al derecho de cita con fines didácticos, que pretenden fomentar el conocimiento de las obras y tienen como único objetivo el análisis, comentario o juicio crítico de las mismas.