Arte y Liturgia

La transfiguración de Jesús

Rafael Sanzio

5 marzo 2023: II Domingo de Cuaresma

por Javier Agra Rodríguez

Evangelio Mateo 17, 1-9

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto.

Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.

De repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús: Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía: Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo.

Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.

Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo: Levantaos, no temáis.

Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.

Cuando bajaban del monte, Jesús les mandó: No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.

Reflexión sobre el Evangelio

El evangelio de Mateo que proclamamos este domingo II de Cuaresma es una manifestación de la gloria de Cristo, momento culminante que anticipa la Resurrección, escrito a la luz de la Pascua. Como fondo, nos suena el libro del Éxodo 24, 1 – 18 por diferentes situaciones: tres acompañantes, el monte, la nube, los seis días, la expresión obedecer, manifestación de luz, la visión de Dios. La tradición y el arte han añadido el nombre de Tabor al monte, aunque sin fundamento bíblico ni exegético.

La gloria se hace visible en forma muy luminosa siguiendo diferentes textos del Antiguo Testamento, recordamos el salmo 57, 6.12: “Elévate sobre el cielo, Dios mío, y llene la tierra tu gloria”. El rostro de Jesús brilla como el sol: “¿Qué hay más brillante que el sol?” (Eclesiástico 17, 31) y sus vestidos son blancos como la nieve “La luz te envuelve como un manto” (Salmo 104, 2), hasta la nube que vela la escena es brillante y luminosa recordando a Job 37, 15: “¿Sabes cómo carga Dios las nubes y las hace fulgurar con relámpagos?”. La luz brota desde dentro, desde el interior donde está Jesús, no viene del exterior como le ocurrió a Moisés en Éxodo 33 – 34.

Hasta la gloria de Jesús llegan Moisés y Elías como compendió de la alianza y  los profetas, como síntesis de todo el Antiguo Testamento; ahora son testigos de la gloria de Jesús que viene a abolir las diferencias del tiempo para hacer actual la salvación en cada momento de la historia, en cada persona de todos los tiempos.

Desde la nube que acompaña a las teofanías (Éxodo, Números) también con presencia en la liturgia (Levítico 16, 2; Isaías 6, 4), suena la voz de Dios como en el salmo 99, 7: “Dios les hablaba desde la columna de nubes…”. En la Transfiguración es la voz del Padre que da testimonio del Hijo como siervo, rey y profeta. Escuchadlo.

El cuadro                                                       

Para acompañar la liturgia de este domingo aporto el cuadro “LA TRANSFIGURACIÓN DE JESÚS” de RAFAEL SANZIO (Urbino 1483 – Roma 1520) pintada hacia 1520, parece que la terminó su alumno Giulio Romano (Roma 1400 – Mantua 1546). En el Museo del Prado tenemos una pintura de Guido Penni (Florencia1496 – Mantua 1528) realizada según el modelo de Rafael.

Ánimo siempre. Los cristianos estamos en el tiempo litúrgico de Cuaresma. Es momento de caminar con entusiasmo y fortaleza hacia la Gloria; es tiempo de vida esforzada y silenciosa; es momento de sosiego y compañerismo; es la hora de la lucha unidos a todos los creyentes y a los que se declaran no creyentes, para que en esta tierra amanezca la justicia y la libertad; para que entre las personas llegue la prosperidad y la igualdad; para que toda la humanidad y la naturaleza entera alcance la PAZ.

El episodio de la Transfiguración de Jesús está narrado, además de en esta lectura de Mateo que hoy proclamamos, en los otros dos sinópticos: Marcos 9, 2 – 13 y Lucas 9, 28 – 36. Y en los tres se narra a continuación la curación del niño epiléptico. Esta curación es la que nuestro cuadro coloca en la parte inferior de la pintura.

El monte de la transfiguración sirve como plataforma de separación entre la doble escena, de modo que Rafael ha querido indicar la Transfiguración como un anticipo de la gloria celestial en un entorno de brillante luminosidad que aglutina en torno a Jesús a todo el Antiguo Testamento y a toda la humanidad que participa ya de la glorificación salvadora que trae Jesús de parte del Padre Dios. 

El contraste de luces y sombras, el apunte del manierismo en las figuras alargadas de la parte media baja del cuadro, los escorzos principalmente de Moisés y Elías, el revuelo de los vestidos, las retorcidas nubes luminosas sitúan al espectador ante un cuadro en movimiento constante y ascendente hacia la figura de Jesús que extiende sus brazos mostrándonos al Padre. Jesús es el camino hacia la salvación y la glorificación de cada persona, de la humanidad, de la naturaleza entera.

En la escena de la Transfiguración, acompañan a Jesús tres apóstoles que estarán cerca de él en diferentes momentos; son Pedro, Santiago y Juan.

Javier Agra Rodríguez

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