26 de junio 2022: XIII Tiempo ordinario
por Javier Agra Rodríguez
Cuando se completaron los días en que iba a ser llevado al cielo, Jesús tomó la decisión de ir a Jerusalén. Y envió mensajeros delante de él.
Puestos en camino, entraron en una aldea de samaritanos para hacer los preparativos. Pero no lo recibieron, porque su aspecto era el de uno que caminaba hacia Jerusalén.
Al ver esto, Santiago y Juan, discípulos suyos, le dijeron:
- Señor, ¿quieres que digamos que baje fuego del cielo que acabe con ellos?
Él se volvió y los regañó. Y se encaminaron hacia otra aldea.
Mientras iban de camino, le dijo uno:
- Te seguiré adondequiera que vayas.
Jesús le respondió:
- Las zorras tienen madrigueras, y los pájaros del cielo nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.
A otro le dijo:
- Sígueme. El respondió:- Señor, déjame primero ir a enterrar a mi padre.
Le contestó:
- Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú vete a anunciar el reino de Dios.
Otro le dijo:
- Te seguiré, Señor. Pero déjame primero despedirme de los de mi casa.
Jesús le contestó:
- Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás vale para el reino de Dios.
Reflexión sobre el Evangelio
De nuevo denominamos a este domingo y en adelante como Tiempo Ordinario. El tiempo de Pascua terminó con Pentecostés, después hemos celebrados alguna festividad específica terminando con la Santísima Trinidad el domingo pasado. Hoy se denomina sin más domingo XIII del Tiempo Ordinario en él retomamos la lectura del evangelio de Lucas.
Con los versículos que hoy leemos (Lucas 9, 51 – 62) comienza la segunda parte del evangelio de nuestro autor. Se inicia la subida hacia Jerusalén, hacia la cruz, hacia la glorificación. Jesús “afrontó decidido el viaje”. Nos llegan ecos del Siervo de Yahvéh en Isaías 50, 1; de Jeremías 1, 18 – 19 “Yo te convierto hoy en plaza fuerte, en columna de hierro… lucharán contra ti pero no podrán, porque yo estoy contigo”; Ezequiel 2, 6 “Y tú no les tengas miedo…les dirás mis palabras”
Es un viaje lleno de referencias simbólicas, de preocupaciones personales más que de explicaciones geográficas: en este viaje irán ocurriendo milagros, controversias, parábolas, enseñanzas. Delante de él envía mensajeros como había enviado a Juan el Bautista en la primera parte del evangelio. No está claro que el pueblo entienda ni la misión ni el programa de Jesús, tampoco los emisarios lo tendrán muy claro, aún falta el Espíritu Santo a sus seguidores.
Para acompañar este viaje de Jesús, continúan tres escenas de seguimiento: dos por iniciativa de quienes quieren seguir y una llamada de Jesús. Ninguna prospera. Para seguir a Jesús es decisiva la prontitud, el desprendimiento, la disposición a arrostras dificultades junto con el deseo de continuar en compañía de Jesús desde la confianza, desde el riesgo, desde la vida nueva con la vista puesta en el futuro.
El cuadro
Para acompañar a la reflexión de este domingo quiero aportar la pintura “NACIMIENTO DE SAN JUAN BAUTISTA” de la pintora ARTEMISIA GENTILESCHI (Roma 1593 – NÁPOLES 1653) realizado el año 1635 para el Palacio del Buen Retiro de Madrid durante aquellos años en que Nápoles pertenecía a la corona española. Hoy se exhibe en el Museo del Prado.
Elijo la figura de Juan Bautista porque celebramos hace muy pocos días su nacimiento (este año el veintitrés, pues se adelantó un día por celebrar el veinticuatro la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús). Es un buen mensajero de Jesús, siempre entregado, confiado y fiel a su tarea desde la confianza y el riesgo.
El primer plano está ocupado por Juan recién nacido en el centro, sostenido y atendido por cuatro mujeres que aún lo están aseando y preparando para entregárselo a su madre, a quien vemos en un segundo plano recostada en la cama acompañada de otra mujer que seguramente será María su prima y madre de Jesús. Zacarías, el padre del niño está en posición más adelantada aún en la penumbra, sostiene una tablilla donde parece escribir el nombre de Juan.
A nuestra derecha, una ventana colocada en una arquitectura, permite ver hacia el exterior el paisaje del fondo entre claridades y horizontes de montaña. Era del gusto del Renacimiento abrir un punto de luz por el que iluminar el cuadro de una manera natural. El cuadro está firmado y fechado en la esquina inferior izquierda.
Nuestra pintora Artemisia Gentileschi termina sus figuras con naturalismo realista, desde el vigor de las figuras, con mirada serena y certera, parece mantener siempre el movimiento en sus ademanes y posturas; sus personajes interactúan, además al ponernos la acción que da nombre a la escena en primer plano, está invitando al espectador a tomar parte activa en la tarea que estamos viviendo.
El contraste de colores, de luces y sombras da también la sensación de presenciar y participar en una escena íntima iluminada por la luz que irradia el bebé Juan Bautista. Conversan las mujeres entre ellas y con nosotros espectadores. Este niño es fiel a Jesús, entregado a su tarea, este niño nos muestra el camino de quien viene detrás de él para anunciar el Reino de Dios, seguidlo.
Javier Agra Rodríguez
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