La alegría es estar lleno de contento, paz, amor y una sensación de bienestar. La alegría está dentro de todos nosotros. Procede de la sensación de ser amado y del aprecio por el don de la vida. Llega a nosotros cuando hacemos lo que sabemos que es justo. La alegría se parece a la diversión; pero no es exactamente lo mismo.. La diversión tiene que ver con lo que sucede en el exterior: es pasarlo bien. La alegría, en cambio, procede de lo que ocurre en el interior.
La alegría está siempre ahí, independientemente de lo que suceda fuera. Esta alegría interior puede transmitirse a cualquier cosa que hagamos. Se disfruta haciendo las labores de la casa, o los deberes, incluso realizando un trabajo aburrido, ingrato o desagradable. Si uno mira en su interior y encuentra alegría, ese trabajo puede convertirse en una experiencia gozosa.
La alegría es la sensación interior que nos hace capaces de remontar los momentos difíciles, aunque nos sintamos tristes.
Alégrese el corazón de los que buscan al Señor (Salmo 104,3).
Estad siempre alegres en el Señor; os lo repito, estad alegres (Flp. 4,4).
La alegría proviene del espíritu y la fortaleza con que encaramos la vida y sus contradicciones. Pensamos que el hecho de estar alegres se debe a vivir una sucesión de acontecimientos positivos en nuestras vidas que nos generan ese estado, pero la alegría genuina se construye cada día desde dentro. La fuente más profunda de alegría es el amor, el saberse amado por Dios, Quien nos sacó de la nada y que sabemos se dejó matar por mí. Es Él quien restaurará todas mis heridas y la esperanza cristiana nos enseña que existe un más allá en donde seremos eternamente felices porque en esta tierra estamos de paso.
La sana alegría será entonces el resumen que se exteriorizará en nuestro modo de ser, fruto de otras virtudes interiores. Es muy fácil apreciar o diferenciar a una persona alegre, pero tratar de serlo, si no lo somos, ya no es tan simple. Y dicho sea de paso, la expresión genuina de la alegría es la sonrisa, un rostro iluminado, no la carcajada histérica.
La virtud y la santidad no se compaginan con caras largas y ceños fruncidos. “Un santo triste es un triste santo” decía Santa Teresa de Jesús. En realidad los santos son los que más conocen el secreto de la “perfecta alegría” de la que hablaba san Francisco de Asís. En el siglo XIII, “recomienda a sus frailes la alegría:” Y guárdense de aparecer tristes, ceñudos o hipócritas, antes muéstrense contentos en el Señor, alegres y religiosamente graciosos”. (7)
Es en la familia en donde se debe aprender a vivir alegres compartiendo lo que se tiene o sobrellevando mejor lo que se carece. Si llegamos enojados, no saludamos a nadie y nos encerramos en nuestra habitación dando un portazo sin compartir nada de lo nuestro con ninguno de la familia no podremos decir que estaremos contribuyendo a generar un clima de alegría.
No es lo mismo ser alegre que hacer ruido, o generar el alboroto mundano que puede ser una forma de aturdirnos del vacío interior que sentimos. Para vivir alegres debemos empezar por ser agradecidos por todo lo que tenemos, ser sencillos, no desear ni vivir, añorando grandes cosas que no necesitamos para vivir, hacer el bien, ser solidarios con el prójimo,
Contra esta virtud hay dos vicios opuestos: la necia o falsa alegría, por exceso, (que se entrega a diversiones ilícitas, risotadas exageradas, obscenidades o burlas al prójimo que atentan contra la caridad), y la manía de hacer bromas ridículas.
A veces nuestra falta de comunicación o nuestros problemas para comunicarnos con el prójimo de una manera natural hace que tengamos el hábito de hacer chistes y burlas todo el tiempo. Muchas veces se bromea aún en lugares donde no corresponden, (como durante una conferencia, en clase, en misa o aún en un velorio). También al margen de las conversaciones que se están tratando en el momento, (por ejemplo en la mesa haciendo bromas y chistes con el de al lado cometiendo no sólo la grosería de no escuchar a quien habla sino comprometiendo con mi comportamiento al resto de los comensales que se ven obligados a prestarme atención). En estos casos la vana alegría se hace necia, tonta, impropia de un comportamiento maduro que sabe discernir lo que corresponde a cada circunstancia.
Hay momentos para reír y divertirse porque requieren festejo. Hay otros que exigirán atención de nuestra parte porque son importantes, y hay momentos que requieren seriedad porque son graves. La virtud estará en comportarse como corresponde y de acuerdo a cada uno.
El otro es la austeridad excesiva, de los que no quieren ni divertirse nunca ni dejar que los otros lo hagan. Este extremo de las personas agrias y hoscas también es lamentable.
Hay tres virtudes importantes que nos convierten en personas alegres en el auténtico sentido de la palabra: la esperanza, la fortaleza y la caridad fraterna.
Por eso, cultivar la alegría no quiere decir que no te inspiren compasión las penas de los demás, ni que haya que evitar a la gente que sufre, ni manifestar con tu actitud que no vas a permitir que te incordien con sus desgracias… No hace falta expresar la alegría con sonrisas, carcajadas, bromas ni conversaciones frívolas. La persona alegre, ante una pena puede adoptar un semblante serio y dar muestras de compasión, sin dejar de manifestar al mismo tiempo su alegría fundada en los sólidos motivos para la esperanza, la fortaleza y la paciencia que Dios concede a quienes les pide que sufran. No se trata de evitar afrontar los hechos que causan su dolor, ni de inventar razones poco realistas para que no se entristezcan los demás, ni de tomarse a la ligera el sufrimiento de los demás.
No serías verdaderamente alegre si solo lo fueras unas veces y otras te dejaras llevar por la tristeza y la melancolía: señal de que te gobiernan tus sentimientos. Peor aún sería que tuvieras la costumbre de estar alegre con algunos parientes y amigos, y de mal humor con otros, especialmente con los de tu propia familia. No puedes consentirte mantener una actitud ante los tuyos y otra distinta ante aquellos con quienes te relacionas fuera de casa.
Debes aprender a sobreponerte a tus emociones, por muy difícil que te resulte. No es ninguna hipocresía dejarse regir por la voluntad en vez de por los sentimientos. Intenta alcanzar el ideal de ser el mismo con todo el mundo: amable, afable, comprensivo, optimista… en una palabra: alegre. Todo el mundo reconocerá ese ideal y transmitirás a tu alrededor la luz de la alegría.
No eres verdaderamente alegre si dependes de estimulantes peligrosos de cualquier tipo. La bebida suele ser una huida de la realidad y hace a la gente escandalosa, la pone en ridículo y la degrada.
Inés Bojaxkin, mucho más conocida como la Madre Teresa de Calcuta, Premio Nóbel de la Paz en 1979, siempre ha tenido fama de ser una persona extremadamente sencilla. También sus consejos han sido, a veces, de una simplicidad que desconcertaba a quien se los pedía. En cierta ocasión, un grupo de profesores norteamericanos se dirigieron a ella:
— Por favor, díganos algo que pueda ayudarnos en nuestra vida.
La Madre se limitó a contestar:
— Sonrían. Lo digo completamente en serio.
Julio Eugui. Anécdotas y virtudes
Temas: Alegría, esperanza, felicidad.
Pistas para la reflexión
¿Qué buscaban aquellos profesores en la Madre Teresa?
¿Qué es lo que les responde? ¿Por qué este consejo es esencial para la vida?
¿Crees que hay gente a tu alrededor que tiene muchas cosas y no es feliz? ¿Por qué?
Se había extraviado un caballero yendo de caza por el bosque. Mientras caminaba al azar, siempre atento a la posible voz de un compañero, oyó en lo más oscuro de la selva un canto de admirable suavidad. Lleno de asombro, dirigió sus pasos hacia el punto de donde venía la voz, y aquí se produjo la gran sorpresa. Cantaba un pobre leproso, de carnes roídas por el mal.
— ¿Es posible que cantes con alegría hallándote en estado tan lastimoso?
Respondió el leproso:
— ¿Acaso no tengo motivos suficientes para alegrarme y cantar? ¿No ves cómo la única pared que me separa de Dios, este mísero cuerpo, va desmoronándose poco a poco, y que mi espíritu aguarda con esperanza el momento de volar libre hasta Dios? Esta es la causa de mi alegría y el motivo de mis cantos.
Julio Eugui. Anécdotas y virtudes
Temas: Alegría, enfermedad, esperanza.
Pistas para la reflexión
Resume brevemente la historia.
¿Por qué cantaba aquel enfermo? ¿Qué motivos tenía para hacerlo?
¿Crees que se puede vivir una enfermedad con alegría?
Vocabulario
Extraviado: que ha perdido el camino.
Roído: gastar superficialmente, poco a poco, una cosa.
Un joven se encontraba el 25 de diciembre de 1886 en la catedral de París, la maravillosa iglesia de Notre Dame. No tenía fe. Se llamaba Paul Claudel: sería con el tiempo un escritor de primerísima línea. Él mismo cuenta sus impresiones.
«La mera curiosidad me llevó a la iglesia; buscaba una emoción y un tema literario para un escrito mío decadente. Durante la Misa me empujaba la muchedumbre, me estrujaban...; pero, por la tarde, no teniendo nada que hacer, me fui de nuevo a la iglesia, a las vísperas. Niños vestidos de blanco cantaban, seminaristas ayudaban, y justamente llegué a punto de empezar el canto del Magnificat..., cuando..., de un modo inesperado, sucedió algo en mí. Algo que decidió toda mi vida. Como si hubiesen tocado repentinamente a mi corazón. Desde entonces creo. Creo, pero con tal fuerza, con tal seguridad, con tal entrega, que ningún acontecimiento de mi agitada vida me ha podido ya conmover».
Le conmovió la felicidad de los que creían y la belleza de lo que contemplaba. Tuvo la seguridad de que existía Dios, un Dios que le amaba y le llamaba. Todos los domingos volvía a Notre-Dame. «Sabía de mi religión—confiesa—tan poco como del budismo. Pero el drama de la Misa se desarrollaba con tanta majestad ante mí, que sobrepujaba toda fantasía... Es la poesía más profunda y el conjunto de gestos más sublimes de que el hombre es capaz. No podría hartarme de aque¬lla pompa de colores; y cada gesto del sacerdote se grababa profundamente en mi corazón. Las epístolas de las Misas de difuntos, la Misa de Nochebuena. Las ceremonias de Semana Santa, el canto sublime del Exsultet del Sábado Santo, en cuya comparación es hielo el canto más fogoso de Sófocles o de Píndaro. Todo me llenaba el corazón de respeto, alegría, gratitud, arrepentimiento y adoración».
Julio Eugui. Anécdotas y virtudes
Temas: Alegría, felicidad, conversión, fe.
Pistas para la reflexión
Resume brevemente cómo fue la conversión de Paul Claudel
¿Qué es lo que más le conmovió de Notre-Dame?
¿Qué relación existe entre la Belleza y la Fe en Dios?
Vocabulario
Decadente: declive, deterioro, principio de debilidad y desintegración.
Sublime: excelente, admirable, lo más elevado en su género.
Fogoso: ardiente, demasiado vivo, impetuoso.
Perdió la vista a los ocho meses de edad. Un tumor canceroso, un retinoblastoma, obligó a elegir entre la vista o los ojos. Hoy, 1990, Fernando Echeverría, ciego natural de Zaragoza, estudia 1º de Ciencias de la Información en la Universidad de Navarra. Hacer una carrera universitaria estando ciego, ya tiene su mérito; pero es que Fernando aún encuentra tiempo para estudiar solfeo y piano (está ya en 5º curso), además toca la guitarra, la armónica, esquía, juega al ajedrez, practica natación y… ¡monta en bici!
Esta audacia le dejó marcado en una ocasión:
— Una vez tuvieron que ponerme seis puntos porque se me había torcido el manillar y fallaron los cánones matemáticos a la hora de tomar una curva en el jardín de mi casa.
Es cierto que todo el mundo le ayuda y a él no le faltan ni ingenio ni inteligencia, por eso asegura que no tiene especiales problemas para desenvolverse. Algunos de sus trucos son: un plano hecho en braille del campus universitario. Marcar las prendas de vestir para saber cómo combinarlas, un casete especial que repite automáticamente cada frase, una máquina especial Perkins para tomar apuntes…
Viendo a Fernando manejarse por la vida se comprende que las dificultades dejan de serlo cuando hay una voluntad decidida: donde hay hombres aparecen los medios.
Las motivaciones son imprescindibles en su continua superación personal, por eso Fernando tiene su propia filosofía de la vida:
— Uno aunque sea ciego, no puede estar encerrado en sí mismo. Seré un ciego, pero no un amargado.
— Hemos sido creados para ganarnos aquello por lo que luchamos.
— Aspiro a ser una persona de bien realizándome humana y profesionalmente.
— La vida es un continuo aprendizaje; así es más amena porque cada día adquieres algo nuevo.
En 1989 ganó un concurso nacional de disc-jockeys convocado por la cadena SER gracias a su capacidad de imitación de las voces de los famosos. El premio fue un viaje de diez días a Nueva York.
De las muchas alternativas profesionales que se le presentaban escogió periodismo: mi proyecto es dedicarme a la comunicación radiofónica porque la vida merece la pena vivirse y eso hay que decírselo a la gente.
Fernando Echevarría, que tiene motivos para refunfuñar de la vida, ha optado por la faceta positiva que indica Leo Buscaglia en su libro VIVIR, AMAR Y APRENDER. “Si careces de algo, es porque no has luchado por ello. Podemos cambiar la desesperación por la esperanza. Podemos enjugar las lágrimas y sustituirlas por una sonrisa”.
Antonio Rojas. ¿Qué no puedes? Inténtalo
Temas: Alegría, superación, felicidad, esfuerzo.
Pistas para la reflexión
Resume brevemente el testimonio de Fernando Echevarría.
¿Qué limitaciones tenía? ¿Cómo las superaba?
¿Qué características tiene la personalidad de Fernando?
Comenta la frase que dice al final: “Si careces de algo…”
Vocabulario
Audacia: valor, osadía y atrevimiento al hablar o actuar.
Casete: aparato adaptado a la grabación y reproducción de este tipo de cintas magnetofónicas.
Ocurrió en una leprosería del Oriente, donde las numerosas casitas blancas y los jardincitos bien cuidados son un testimonio de lo que hizo y mantiene la caridad cristiana de los misioneros.
Un enfermero joven acompaña a los leprosos que toman el sol; les habla siempre sonriendo, les cura con cariño de amigo leal, les consuela cuando los ve tristes. Es Marcos Vang, cristiano ferviente, que hace años fue curado aquí mismo y no quiso marcharse. Se quedó para servir a los enfermos y hacerles más soportable la vida, hablándoles de Dios.
Un día, cierto personaje chino va visitando el establecimiento, seguido de su secretario y acompañado por la Madre Superiora. Al pasar por el jardín, se fija en Marcos, y ve cómo limpia las lla¬gas purulentas de un enfermo, cuyo hedor echaba para atrás. Le ve sonreír, mientras da golpecitos de cariño en la pierna llagada del leproso y le cuenta un rasgo de buen humor. El visitante mira pasmado la escena: aquello le resulta imposible de comprender. Al notar su extrañeza, la Misionera le comenta:
— Lo hace así todos los días, y siempre con esa cara de Pascua. Vale más que el oro nuestro buen Marcos Vang.
Entonces el personaje chino, mirando al joven con la veneración que nos causa lo grandioso, le pregunta:
— Muchacho, ¿de dónde sacas esa alegría y ánimo para vivir entre esta gente de carne medio podrida?
Marcos le responde:
— Comulgo todos los días.
— ¿Comulgar? ¿Qué es eso? — así preguntó el pagano volviéndose hacia la religiosa.
Entonces ella, mientras se retiraban por el jardín le empezó a hablar de Jesucristo, que viene a nosotros en la comunión y nos inspira obras heroicas en favor de los demás.
José Julio Martínez. Estos dan con alegría
Temas: Alegría, servicialidad, eucaristía.
Pistas para la reflexión
Resume brevemente la anécdota.
¿Por qué se sorprende el visitante del gesto de Marcos?
¿De dónde sacaba fuerzas el joven para estar alegre todos los días y cuidar a los enfermos?
¿Cuáles son tus fuerzas para vivir alegre cada día?
Vocabulario
Purulenta: que tiene o segrega pus.
Llaga: úlcera.
Abderramán, Califa de Córdoba, supo vivir con lujo y comodidades. Se hizo construir un alcázar con mármoles y oro; se bañaba en una piscina de pórfido y nácar, llena de agua de rosas. El palacio era maravilloso: belleza en los alicatados de las piedras. Pavimentos como espejos, surtidores de agua trenzándose entre las columnatas. Se vivía en un ambiente de cuento de hadas. Pero Abderramán no fue un hombre feliz. Él mismo confesó una vez a alguien de su entera confianza:
— Entre los múltiples esplendores de este palacio de Azahara, el tedio se apodera de mí.
De cincuenta y tres años que duró su reinado, sólo reconocía haber tenido catorce días felices.
F. Spirago (Julio Eugui. Anécdotas y virtudes)
Temas: Alegría, felicidad, ideal.
Pistas para la reflexión
Resume brevemente la historia.
¿Por qué crees que Abderramán no era feliz, si lo tenía todo?
¿Conoces personas que lo tienen todo y no son felices? ¿Qué crees que les falta?
Vocabulario
Alcázar: fortaleza, recinto fortificado.
Pórfido: roca eruptiva, compacta y dura, formada por una pasta vítrea oscura y granulada en la que se incrustan grandes cristales de feldespato y cuarzo.
Tedio: aburrimiento o desgana extremos que produce lo que no aporta ningún interés.
Relata un médico que hace años fue llamado para curar a una joven de diecisiete años. La encontró pálida, triste, marchita. La habían visitado diversos médicos con ningún éxito. «Adiviné el mal; padecía en una jaula dorada porque era demasiado feliz, no tenía obstáculos que vencer, ni tarea a qué dedicarse. Le dije que se preparase para salir a dar una vuelta».
La chica tenía interés por saber el objeto de aquella salida, el doctor le dijo que era un secreto. El tratamiento fue bien barato. La llevó a visitar a diversas familias pobres. Un rato de compañía y un pequeño obsequio, nada más. Esa mañana regresó a casa contenta. Por la tarde, nueva dosis de visitas a gente necesitada. Poco le costó recobrar la salud y la alegría. El secreto del éxito radicaba en haber descubierto algo muy antiguo: la importancia de practicar el bien.
Julio Euguí. Anécdotas y virtudes
Temas: Bondad, alegría, felicidad.
Pistas para la reflexión
¿Por qué estaba triste aquella joven?
¿Qué remedio le ofreció aquel médico? ¿Por qué surgió efecto?
Reflexiona sobre la importancia de practicar el bien.
Poco después de pasada la estación de Miranda de Ebro, en la dirección Irún Madrid, vía Ávila, el interventor recorre los departamentos, dejando traslucir esa sobria cortesía que nunca empalaga, porque no es más que la presencia del que está dispuesto a orientar y servir:
— Buenos días, señores... Billetes, por favor.
En el pasillo, un hombre solitario, plantado ante el cristal de la ventana, atisba el horizonte hacia donde emergen las peñas de Pancorbo.
— Buenos días. ¿Me hace el favor..., su billete?
Aquel viajero no sintoniza ni con el saludo ni con la pregunta. Se siente desencajado entre los hombres (los tiene por malos); le resulta fácil hundirse en la tristeza y dejarse vencer por la tentación de odiar... Hace pocas horas ha salido del presidio en que purgó un delito común, y sus miradas ansían el desfiladero de Pancorbo, hacia donde el tren avanza rápidamente. ¿Para qué vivir donde nadie me quiere?
Cuando el interventor le repite la petición del billete, siempre en tono mesurado, él responde desabrido:
— No tengo billete.
Piensa tal vez que el representante de la autoridad en la RENFE le chillará, le querrá imponer multa, le amenazará con llamar a la policía para volverle a la cárcel si no paga, y que así su negro designio de arrojarse desde el tren en marcha y matarse entre las rocas será un acto de protesta desesperada contra todas las tiranías de los revisores de tren, de los policías, de los viajeros que van ahí sentados, de todos los hombres... ¡qué todos son malos!
Pero el interventor no le chilla, sino que le pregunta, ofreciéndole un amistoso diálogo:
— ¿Por qué no tiene usted billete?
— Porque acabo de salir del penal.
— Vaya por Dios, hombre... ¿Y a dónde quiere ir?
— A Valladolid.
— Pues no se preocupe usted. En Burgos yo tengo que bajar y subirá otro compañero para hacer la intervención. Pero en Burgos mismo yo bajo con usted, le compro billete en la taquilla y así puede continuar su viaje con toda tranquilidad. Cuando pase el nuevo interventor usted ya es viajero con billete.
El expresidiario le corresponde con una mirada muy distinta de aquella que hubiera clavado después en el desfiladero de Pancorbo. Y aquél le sigue hablando confiadamente, como a un amigo:
— Seguramente estará usted sin comer… (Eran casi las tres de la tarde.)
— Sí, señor; estoy sin comer.
— Pues espere un poco. Al pasar ahora por ese departamento anterior he visto una familia que empezaba a comer. Voy a pedirles un bocadillo para usted; ya me lo darán.
Se asoma al departamento, desea que les aproveche, y pregunta:
— Aquí viene un viajero que acaba de salir de la cárcel y está sin comer. ¿Pueden darle alguna cosilla para que yo se la lleve?
— Nada de darle — responde la señora, toda garbosa y sonriente—; que venga y que coma lo que quiera. — Y ella misma, asomándose al pasillo—: Pase, amigo; venga a comer con nosotros. Tendremos mucho gusto en que nos acompañe.
El hombre pasó y comió algo. Ya no miró más a las rocas de Pancorbo. Ninguno de aquella familia, que parecía muy feliz y muy unida, le preguntó por qué había estado en la cárcel, y él empezó a pensar que no son malos todos los hombres.
¡Burgos! El interventor ya está a la puerta del departamento, buscando al hombre para ir con él a la taquilla, aprovechando los minutos que faltan para el rápido. Y mientras pasan por entre la gente del andén comenta el viajero:
— Es una familia muy simpática.
— ¿Ha comido usted bien? Me alegro mucho. Sí; a mí también me parecieron muy bondadosos; por eso me atreví a pedirles algo para usted.
— Me han dado de todo lo que tenían ellos...
Una vez comprado el billete para Valladolid, el interventor no se contenta con dárselo, sino que saca unas monedas y se las entrega también, diciéndole:
— Cuando usted llegue a Valladolid necesitará autobús o taxi para ir a su casa: tome esto con su billete, y buen viaje.
La emoción del excarcelado llega hasta hacerle sentir el empujón de las lágrimas; con sus dos manos estrecha la que el interventor le tendía con el dinero, y apenas logra pronunciar la palabra gracias.
Asido a la barra de la portezuela, porque el tren partirá pronto, le dice en un desahogo que se le imponía como totalmente necesario:
— ¡Ya no me mato, señor!
— ¿Qué dice, amigo?
— Lo que oye usted. Yo me sentía expulsado de los hombres, sin amistad ninguna, sin creer posible que alguien pudiera quererme... Estaba decidido a tirarme del tren en marcha a un precipicio para matarme. Pero hoy..., usted ha sido muy bueno conmigo..., por usted hoy vuelvo a vivir... Le juro que esta moneda — y le mostraba la de 500 pesetas que de él había recibido — no la gastaré para nada: no la cambiaré. Le pondré una anilla y una cadenita para llevármela siempre colgada, y para que todos los días me recuerde que hay mucha gente buena.
El tren marchaba ya, separando a los dos hombres y dejando que cada uno saborease la emoción breve y densa de aquella despedida. El interventor, de pie en el andén, tiene puestos los ojos en el tren—cada instante más veloz—de su quehacer diario; pero apenas lo ve, anegado en el inmenso gozo cristiano de haber arrancado del suicidio a un hermano, al tratarle con bondad y generosidad.
Por su parte, el viajero — ahora viajero con billete — en el mismo pasillo de hace dos horas y ante la misma ventanilla, ya no escudriña el horizonte con la angustia suicida de sorprender un barranco mortal, sino que deja deslizar sus ojos por la paz de la llanura castellana, mientras evoca su encuentro con el interventor caballeroso, con la familia que le convidó a comer, y dos únicas ideas le bailan en la mente, y le esponjan el corazón:
— Hoy he vuelto a nacer... ¡Dios mío, qué buena gente
José Julio Martínez. Hay mucha gente buena
Temas: Esperanza, alegría, bondad.
Pistas para la reflexión
Resume brevemente la historia.
¿Qué pretendía hacer el viajero? ¿Qué motivos le llevaron a ello?
¿Por qué no pierde la esperanza? ¿Qué gestos le hacen cambiar?
¿Cómo podemos ayudar a dar esperanza a los demás?
Vocabulario
Interventor: empleado que autoriza y fiscaliza ciertas operaciones o actividades para que se realicen con legalidad. Revisor en un tren.
Empalagar: causar hastío o hartura una comida, principalmente si es muy dulce.
Purgar: satisfacer con una pena en todo o en parte lo que uno merece por su culpa o delito.
Desabrido: áspero y desapacible en el trato.
Escudriñar: examinar, indagar y averiguar algo con cuidado y atención.
Una vez un maestro estaba dando clase a sus alumnos. Aquella mañana quería ofrecerles una lección distinta a las que vienen en los libros. Después de pensar un poco ideó la siguiente enseñanza:
Hizo una mancha de tinta china en un folio blanco de papel. Reclamo la atención de los alumnos y les preguntó:
— ¿Qué veis?
— Una mancha negra — respondieron a coro.
Os habéis fijado todos en la mancha negra que es pequeña — replicó el maestro — y nadie ha visto el gran folio blanco que es mucho mayor.
José J. Gómez Palacios. Buenos días
Temas: Optimismo, observación, esperanza.
Pistas para la reflexión
¿Qué hizo el maestro con sus alumnos? ¿Qué lección quería darles?
¿Eres de los que ven la manchita negra o de los que ven el folio blanco?
Recopila varios anuncios de periódicos. ¿Muestran manchas negras o folios blancos? Intenta dar la vuelta a la noticia mostrando la parte positiva que se oculta detrás de una mala noticia.
Había una vez un viejo, tan viejo que no recordaba ni siquiera que había sido joven. Y quizás no lo había sido jamás. En todo el tiempo que llevaba de vida, todavía no había aprendido a vivir.
Transcurría sus días ociosos en el umbral de su cabaña, mirando con ojos indiferentes al cielo. A veces alguno se detenía a hacerle preguntas. Tan lleno de años como estaba, la gente lo creía muy sabio y buscaba sacar algún consejo de su secular experiencia.
— ¿Qué debemos hacer para conquistar la alegría? — le preguntaban los jóvenes.
— La alegría es una invención de los tontos — respondía él.
Pasaban hombres de alma noble, apóstoles deseosos de hacerse útiles:
— ¿De qué manera podemos sacrificamos, para ayudar a nuestros hermanos?—le preguntaban.
— Quien se sacrifica por la humanidad es un loco —respondía el viejo con una risa sarcástica.
— ¿Cómo podemos encaminar a nuestros hijos por el camino del bien?—preguntaban los padres y las madres.
— Los hijos son serpientes. De ellos no se puede esperar más que mordidas venenosas.
Las malvadas convicciones de aquel que no sabía ni vivir ni morir, poco a poco se difundían en el mundo. El amor, la bondad, la poesía, embestidos por el ventarrón del pesimismo se empañaban y hacían áridos.
Finalmente Dios se dio cuenta de la destrucción que el pesimismo obraba en el mundo, y decide darle solución.
— Pobre, — pensó Dios —, apuesto a que nadie jamás le ha querido. Llamó a un niño y le dijo:
— Anda a dar un beso a aquel pobre viejo.
Enseguida el niño obedeció: puso los brazos alrededor del cuello del viejo y le estampó un beso en su arrugada cara. El viejo quedó muy admirado, él que no se admiraba de nada. En efecto, nadie jamás le había dado un beso. Y así el pesimismo abrió los ojos a la vida, y murió sonriendo al niño que lo había besado.
Leyenda árabe. (José J. Gómez Palacios. Buenos días)
Temas: Felicidad, alegría, optimismo.
Pistas para la reflexión
Resume brevemente la anécdota.
¿Por qué aquel hombre tenía una visión tan pesimista de la vida?
¿De qué manera cambio su vida el beso del niño?
¿Crees que las noticias que se ven en los medios de comunicación alientan el pesimismo?
Vocabulario
Umbral: parte inferior, contrapuesta al dintel, del vano de una puerta.
Secular: que se repite cada siglo, dura un siglo o desde hace siglos.
Sarcasmo: burla o ironía mordaz, hiriente y humillante.
Alegría
“El hombre no puede vivir largo tiempo sin alegría”. Aristóteles
“Siempre que hay alegría hay creación. Mientras más rica la creación, más profunda la alegría”. Henri Louis Bergson
“Dios ama al que da con alegría”. Biblia. 2 Cor 9,7
“Muchas personas se pierden las pequeñas alegrías mientras aguardan la gran felicidad”. Pearl S. Buck
“La alegría consiste en haber encontrado al fin un objeto universal y sólido al cual referir las felicidades fragmentarias cuya posesión irrita al corazón para satisfacerlo”. Pierre Teilhard de Chardin
“La alegría es el secreto gigante del cristianismo”. Gilbert K. Chesterton
“Enseña a los hombres que no tienen otro deber en este mundo que la alegría”. Paul Claudel
“La alegría que nace del bien es seria, mientras que la que nace del mal va acompañada de risas y burlas”. René Descartes
“La verdadera alegría nace de la buena conciencia”. Erasmo de Rotterdam
“La alegría es el paso del hombre de una menor perfección a una mayor”. Baruch Espinoza
“La alegría es la piedra filosofal que todo lo convierte en oro”. Benjamin Franklin
“La alegría está en la lucha, en el esfuerzo, en el sufrimiento que supone la lucha y no en la victoria misma”. Mohandas Gandhi
“Alegría y amor son las alas de las grandes empresas”. Johann W. Goethe
“Aquel que ha podido sentir alguna vez la alegría en sus manos, no podrá morir nunca”. José Hierro
“El júbilo verdadero sólo se adquiere a costa de un dolor vencido”. Benjamin Jarnés
“La verdadera alegría está en tener la conciencia limpia”. San Juan Bosco
“La alegría es la atmósfera natural de las virtudes heroicas”. M. Kepler
“La alegría es el cielo bajo el cual todo prospera”. Selma Lagerlof
“Las grandes alegrías, como los pesares, son mudas”. Shackerley Marmion
“La juventud es el paraíso de la vida; la alegría es la juventud eterna del espíritu”. Ippolito Nievo
“La primera de las virtudes es la alegría; es preciso que el que obra bien se regocije con su propia conducta”. Romain Rolland
“Aquí hacemos consistir la santidad en estar siempre alegres”. Domingo Savio
“Un compañero alegre te sirve en el viaje casi de vehículo”. Publio Siro
“La alegría más grande es la inesperada”. Sófocles
“Si cada día que pasa / nos dejase su canción / nuestra canción cantaría / todo es nuevo bajo el sol”. Miguel de Unamuno
“Nos podemos quejar porque las rosas tienen espinas o alegrarnos porque las espinas tienen rosas.” Abraham Lincoln
“Aprende a sonreír en toda situación. Míralas como una oportunidad para probar tu fuerza y habilidad.” Joe Brown
“No llores porque se acabó, sonríe porque sucedió.” Dr. Seuss
“Encuentra un lugar en tu interior donde haya alegría, y la alegría quemará el dolor.” Joseph Campbell
“Sonríe más, sonreír puede hacerte feliz no sólo a ti, sino a los demás.” Roy T. Bennett
Optimismo
“Creo que si se mirase siempre al cielo se acabaría por tener alas”. Gustave Flaubert
“Vale más sembrar una cosecha nueva que llorar por la que se perdió”. Alejandro Casona
“Optimista es el que os mira a los ojos; pesimista, el que os mira a los pies”. Gilbert K. Chesterton
“Todo se salvará, y aunque el cielo se hunda, aún se salvará alguna alondra”. Johann W. Goethe
“Toma las cosas por el lado bueno”. Thomas Jefferson
“La hora más sombría nunca dura más de sesenta minutos”. André Luguet
“Haríamos muchas más cosas si creyéramos que son muchas menos las imposibles”. Chrétien Malesherbes
“En esta vida hay que ser solución, no problema”. Agustín Rodríguez Sahagún
“No hay nube por negra que sea que no tenga un borde plateado”. Rabindranath Tagore
“El optimismo es la fe que conduce al logro. Nada puede hacerse sin esperanza y confianza.” Helen Keller
“El optimismo perpetuo es un multiplicador de fuerzas.” Colin Powell
“El optimismo es la base del coraje.” Nicholas M. Butler
“El optimista se equivoca con tanta frecuencia como el pesimista, pero es incomparablemente más feliz.” Napoleón Hill
“Mi optimismo lleva botas pesadas y es fuerte.” Henry Rollins
“Cultiva una mente optimista, utiliza tu imaginación, considera siempre las alternativas y atrévete a creer que se puede hacer lo que otros piensan que es imposible.” Rodolfo Costa
“Soy optimista. No parece de mucha utilidad ser cualquier otra cosa.” Winston S. Churchill
“El pesimista se queja del viento; el optimista espera que cambie; el realista ajusta las velas.” William Arthur Ward
“La mayor emoción en la creación es el puente hacia el optimismo.” Brian May
“Es algo maravilloso ser optimistas. Te mantiene saludable y resistente.” Daniel Kahneman
“Los líderes tienen que ser optimistas. Su visión va más allá del presente.” Rudy Giuliani
“Para encontrar el optimismo, busca las cosas buenas de la vida.” Catalina Pulsifer
“El optimista proclama que vivimos en el mejor de los mundos posibles y el pesimista teme que esto sea cierto.” James Branch Cabell
“El optimismo se niega a creer que el camino termina sin opciones.” Robert H. Schuller
“El optimismo hace que una vida sea más feliz y significativa.” M.K. Soni
“La fe y el optimismo son contagiosos.” Thom S. Rainer
“Los optimistas tienen razón. También los pesimistas. Depende de ti decidir qué vas a ser.” Harvey Mackay
“Creo que cualquier éxito en la vida se hace al entrar en una zona con un optimismo ciego y furioso.” Sylvester Stallone
“Vive la vida con una actitud de expectativa optimista, sabiendo que todo lo que pasa te beneficia en un sentido o en otro.” Anthony Robbins
“Siempre me gusta ver el lado optimista de la vida, pero soy lo suficientemente realista como para saber que la vida es un asunto complejo.” Walt Disney
“El optimismo es esencial para el logro y es también el fundamento del valor y del verdadero progreso.” Nicholas M. Butler
“El pesimismo conduce a la debilidad, el optimismo al poder.” William James
“Un pesimista ve la dificultad en cada oportunidad; un optimista ve la oportunidad en cada dificultad.” Winston S. Churchill
“Un optimista es la personificación humana de la primavera.” Susan J. Bissonette
“El optimismo es vida; el pesimismo, un suicidio lento.” William Crosbie Hunter
“Elige ser positivo y constructivo. El optimismo es el hilo conductor hacia el éxito.” Bruce Lee
“La condición esencial para ser optimista, es tener una absoluta confianza en sí mismo.” E. W. Stevens
“Entre el optimista y el pesimista la diferencia es graciosa; el optimista ve la rosquilla, el pesimista el hoyo.” Oscar Wilde
“El optimismo es una fuente de riqueza.” Manuel Vicent
“El amor es mejor que la ira. La esperanza es mejor que el miedo. El optimismo es mejor que la desesperación. Llenémonos, pues, de amor, esperanza y optimismo. Y así cambiaremos el mundo.” Jack Layton
Entusiasmo
“Es un estado de mediocridad ser incapaz de entusiasmarse”. Honoré de Balzac
“Nada más grande se hizo nunca sin entusiasmo”. Ralph W. Emerson
“No hay en el mundo peor bancarrota que la del hombre que ha perdido su entusiasmo”. Eugenio d´Ors
“El entusiasmo es aquel estado de ánimo en el que la imaginación ha triunfado sobre el raciocinio”. William Warburton
“Si no estás encendido con entusiasmo, serás encendido con entusiasmo.” V. Lombardi
Actitud positiva
“El sentido del humor nos ayuda a atravesar los momentos aburridos, a enfrentar los momentos difíciles, a disfrutar los buenos momentos y a manejar los momentos que nos asustan”. Steve Goodier
“Creer en pensamientos negativos es el único gran obstáculo para el éxito.” Charles F. Glassman
“Una actitud positiva puede hacer que los sueños se hagan realidad.” David Bailey
“Convierte siempre una situación negativa en una positiva.” Michael Jordan
“Cambia tus pensamientos y cambias tu mundo.” Norman Vincent Peale
“Borra lo negativo, acentúa lo positivo.” Donna Karan
“Una vez reemplaces los pensamientos negativos por los positivos, comenzarás a tener resultados positivos.” Willie Nelson
“Si te dieses cuenta de lo poderosos que son tus pensamientos, nunca tendrías un pensamiento negativo.” Peace Pilgrim
“No se puede tener una vida positiva y una mente negativa.” Joyce Meyer
“Es increíble. La vida cambia muy rápidamente, de una manera muy positiva, si se lo permites.” Lindsey Vonn
“El hábito de mirar el lado positivo de cada evento vale más que mil libras al año.” Samuel Johnson
“La única diferencia entre un buen día y un mal día es tu actitud.” Dennis S. Brown
“Trabaja duro, mantén una actitud positiva y levántate temprano. Es la mejor parte del día.” George Allen, Sr.
“El mayor descubrimiento de mi generación es que un ser humano puede alterar su vida alterando sus actitudes.” William James
“Una actitud positiva provoca una reacción en cadena de pensamientos positivos, eventos y resultados. Es un catalizador y desata resultados extraordinarios.” Wade Boggs
“Pensar positivamente te permitirá hacer todo mejor que pensar negativamente.” Zig Ziglar
“El hombre no es más que el producto de sus pensamientos. Se convierte en lo que piensa.” Gandhi
“Elegir ser positivo y tener una actitud agradecida determinará cómo vivirás tu vida.” Joel Osteen
“Muchas veces las personas ven el lado positivo de lo que sienten que no pueden hacer, yo siempre veo el lado positivo de lo que sí puedo hacer.” Chuck Norris
“No puedes tomar decisiones positivas para el resto de tu vida sin un ambiente que haga de esas decisiones algo natural, fácil y disfrutable.” Deepak Chopra
“Tan solo un pensamiento positivo en la mañana puede cambiar todo el día.” Dalai Lama
Tristeza
“Las lágrimas son la sangre del alma”. San Agustín
“Una vida en que no cae una lágrima es como uno de esos desiertos en que no cae una gota de agua: sólo engendran serpientes”. Emilio Castelar
“Más vale la pena en el rostro que la mancha en el corazón”. Miguel de Cervantes
“Los hombres ricos en lágrimas son buenos. Apartaos de todo aquel que tenga seco el corazón y secos los ojos”. Johann W. Goethe
“Los ojos no pueden ver a Dios sino a través de las lágrimas”. Víctor Hugo
“Suavizar las penas de los otros es olvidar las propias”. Abraham Lincoln
“Cada vez que perdemos el ánimo, perdemos muchos días de nuestra vida”. Maurice Maeterlinck
“Las lágrimas fueron puestas por Dios en los ojos para deshacer las penas del corazón”. José María de Pereda
“Ligera es la pena del que puede admitir consejo”. Séneca
“Muy a menudo las lágrimas son la última sonrisa del amor”. Stendhal
“Guarda la tristeza para ti mismo y comparte la felicidad con los demás”. Mark Twain
“En un hombre bueno el estar triste es impiedad”. Edward Young
“Las tristezas no se quedan para siempre cuando caminamos en dirección a lo que siempre deseamos.” Paulo Coelho
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