S. José de Calasanz
Nació en Peralta de la Sal (Huesca) en 1556. Realizó los estudios en diversas universidades, obteniendo el título de Maestro en sagrada Teología. Ordenado sacerdote, sirve a la Diócesis de Seo de Urgell. En 1592 parte para Roma. En 1600 da comienzo su obra educativa dentro de Roma. Funda la Orden religiosa de los Escolapios. Su obra se extendió por toda Europa que vio en ella la base de la regeneración de la sociedad. Murió en Roma en 1648. Fue canonizado en 1778. Pio XII le declaró patrono de las escuelas populares cristianas.
Aportaciones en el campo de la educación
En Calasanz fundador de la primera escuela popular gratuita moderna de Europa, el organizador de la Enseñanza Primaria, el iniciador de la primera escuela media elemental.
En el campo de la didáctica implantó una enseñanza regular y sistematizada, dio especial importancia a la enseñanza de las matemáticas, ensayó diversos métodos y textos.
Creo el ideal del educador católico.
Inició la práctica del sistema preventivo.
Creó una orden religiosa exclusivamente dedicada a la enseñanza de niños y jóvenes.
Crea un tipo nuevo de santidad que podríamos llamar pedagógica.
Pensamientos
Formación espiritual
En cuanto a las cosas espirituales son amaestrados los alumnos de la manera infraescrita. Todas las mañanas, terminado el toque de campana del colegio, se congregan en el oratorio, donde invocado el auxilio del Espíritu Santo se rezan las letanías de la santísima Virgen y oyen todos la misa.
Una vez al mes se confiesan todos los alumnos. Y el día anterior a la confesión se les enseña y repite el modo de hacerla bien.
Los de comunión comulgan todos los domingos primeros de mes, y los más devotos, todos los domingos. Otros cada quince días. A todos se les enseña y repite cómo deben comulgar fructuosamente.
Los domingos y fiestas, por la mañana, se congregan en el oratorio, y primero oyen un poco de lectura espiritual: después se les hace un poco de exhortación. Terminada ésta, los mayores cantan el Oficio de Nuestra Señora, y los pequeños rezan el rosario de la Virgen a dos coros, con asistencia de dos operarios. Terminado el cual, oyen la misa y se les manda a casa.
Todos los martes y sábados por la tarde, después de la escuela, se tiene media hora de exhortación espiritual en el oratorio a todos los alumnos mayores, y en otro oratorio a los pequeños, a cada grupo según su capacidad.
Todos los días, desde el comienzo de la clase hasta la salida, se tiene la oración continua de nueve alumnos con la asistencia de un sacerdote letrado, que instruye a los alumnos en el modo de hacer oración y dura hora y media; luego cambian otros nueve. La oración se hace por la exaltación de la Santa Iglesia Romana, por la extirpación de las herejías, por la unión de los príncipes católicos y, en particular, por los bienhechores ordinarios del respectivo colegio. A esta oración asisten, por orden sucesivo, todos los alumnos, comenzando por la primera hasta la última.
Se tiene particular cuidado de la honestidad, evitando estrechísimamente todas las ocasiones. Y con esta diligencia y con la frecuencia de los sacramentos, por la gracia del Señor se conservan los alumnos en gran pureza; y muchísimos de ellos, cuando son de edad, toman el hábito de religiosos en diversas religiones.
Se tiene igualmente en sitio público la lista de los ejercicios espirituales que cada día deben hacer los alumnos en sus casas, para que todos puedan tomar copia, el modo de examinar la conciencia y la dirección y actos de las virtudes teologales que deben hacerse todas las mañanas y los actos de las demás virtudes.
Del gobierno de los colegios y de las escuelas
Con este orden suelen aprovechar mucho los escolares y así los que vayan nuevos a las escuelas se les colocará, previo examen, en las clases y con los preceptores que les convenga y se los examinará, al menos, dos veces al año para que los diligentes puedan pasar al grado superior.
Y como en toda la república la mayor parte de los ciudadanos son pobres y sólo pueden sostener a sus hijos en los estudios poco tiempo, procure el superior proveer a esos niños de un maestro diligente que les enseñe el arte de escribir y de contar para que más fácilmente puedan conseguir lo más necesario.
Los libros adoptados para la lectura, de ninguna manera puedan ofender las buenas costumbres de los niños ni puedan ver en ellos nada menos honesto.
Aprendan los niños en las escuelas el librito de la Doctrina cristiana y los maestros explicarán el día señalado todas las semanas algunas de sus partes, en la cual los niños se ejercitarán también en nuestras iglesias o en otras si el superior lo cree conveniente, los domingos y demás fiestas.
En nuestras escuelas no se permitan a los alumnos juramentos ni injurias de palabra o de obra ni nada menos conforme y licencioso; procuren los maestros aprovechar todas las ocasiones para inducirlos benignamente al amor de la virtud, y para conseguirlo, en todas las escuelas, antes de comenzar la lección diga alguno la oración acostumbrada, como está en las reglas de las escuelas, y el maestro y los discípulos la escucharán con la cabeza descubierta y de rodillas ante una imagen.
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